La viña no está en venta

Un sermón narrativo sobre la historia de la viña de Nabot, enfocado en el tema de la integridad, según se narra en 1 Reyes 21.1-14.

©Pablo A. Jiménez

Es una historia sencilla. Por un lado, tenemos al hombre más poderoso del país. Por otro lado, tenemos a un hombre del pueblo, aferrado por sus valores. 

El hombre poderoso es Acab, el rey de Samaria, el reino del norte. Acab, quien era hijo del rey Omrí, gobernó a principios del noveno siglo a.c. (1 Reyes 16.29). Se casó con Jezabel, una princesa extranjera, proveniente de Sidón, una ciudad fenicia. Se cree que Jezabel era devota de Baal y que quizás fue hasta sacerdotisa del culto a esa divinidad (16.31). 

De acuerdo al relato bíblico, Acab fue un rey malvado, que vivió muy lejos del Dios de Israel (16.30). En lugar de honrar el pacto entre Dios e Israel, Acab construyó un templo a Baal en la ciudad de Samaria, la capital de su reino (16.32).

En respuesta a los excesos de Acab, Dios levantó al profeta Elías, quien confrontó al rey con su pecado (17.1). Es en ese contexto que ocurre una confrontación entre Elías y un grupo de falsos profetas que adoraban a Baal (18.20-40). Aunque Elías llevó la mejor parte en esta confrontación, Acab y su esposa Jezabel siguieron por sus malos caminos, violando el pacto entre Dios y el pueblo de Israel y haciendo sufrir al pueblo.

Pero les dije al principio que esta es la historia de una confrontación entre Acab y un hombre del pueblo. Ese hombre se llamaba Nabot. 

Nabot vivía en el valle de Jezreel. Allí tenía una propiedad que, para su desgracia, colindaba con la residencia de verano del rey (21,1). Esa era su única virtud y su único pecado, tener un terreno hermoso sembrado de uvas cerca de la casa del rey.

Un buen día, Acab habla con Nabot y le propone un negocio. Acab desea adquirir la viña de Nabot y está dispuesto a comprarlo o a darle otro terreno a cambio (21.2). Para nosotros, quienes leemos el texto bíblico con ojos contemporáneos, la propuesta de Acab no tiene nada extraño. Es una simple transacción comercial de bienes raíces, como cualquier otra. 

Sin embargo, en el antiguo Israel el ofrecimiento de Acab tenía otras implicaciones. De acuerdo a la tradición hebrea, la tierra le pertenecía primeramente a Dios y, en segundo lugar, a la tribu o al clan a quien Dios la había dado. Es decir, las propiedades eran patrimonios familiares, por lo que una sola persona no podía tomar la decisión de venderla. Quien vendía su tierra renunciaba a la herencia recibida de su padre y de su madre y malversaba la herencia que debía dejar a sus hijos e hijas. Por eso, el Antiguo Testamento prohíbe la venta de la tierra en pasaje bíblicos tales como Levítico 25.23: “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es, y vosotros como extranjeros y forasteros son para mí” (véase, además, Nm 27.7-11, 36.1-12 y Dt 19.14).

Nabot, pues, rechaza tajantemente la oferta del rey Acab, diciendo: “¡Líbreme Jehová de darte yo la heredad de mis padres!” (21.3). Nabot rechaza la oferta del rey porque es obediente al pacto con el Dios de Israel. Nabot prefiere obedecer a Dios antes que a los hombres (compare con Hch 4.19). 

Como es de esperar, Nabot reacciona como el niño malcriado que era. El rey está acostumbrado a que la gente le obedeciera, fuera por respeto o por temor. Por eso, reacciona a la negativa de Nabot llegando a su casa triste y enojado (21.4). Cuando su esposa lo vio en la cama, a donde se había ido sin cenar, le preguntó: “¿Por qué estás tan decaído de espíritu y no comes?” (21.5). Acab le explicó que le había hecho una oferta muy generosa a Nabot, quien le había rechazado diciendo: “Yo no te daré mi viña” (21.6).

Jezabel respondió al berrinche del rey con palabras muy duras: “¿No eres acaso tú el rey de Israel? Levántate. Come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel” (21-7). De inmediato, la reina organizó una conspiración en contra de Nabot. Jezabel escribió cartas, a nombre de Acab, ordenando que testigos falsos acusaran a Nabot de blasfemia; de maldecir a Dios y de maldecir al rey (21.8-9). 

Noten la ironía de esta escena. El hombre fiel al pacto con Dios es acusado de infidelidad y la reina extranjera adoradora de Baal escribe cartas defendiendo el honor de un rey corrupto. Jezabel le “fabricó un caso” falso a Nabot, acusándole de un crimen capital por el que se pagaba con la muerte.

Engañados por la astucia de la reina extranjera, los líderes de la ciudad juzgan a Nabot y, sobre la base del testimonio de dos testigos falsos, apedrean a Nabot hasta la muerte (21.11-14). Claro está, Nabot hubiera podido salvar su vida cediendo a la presión. Con toda seguridad, el rey hubiera abogado a su favor si Nabot hubiera concedido sus deseos. 

No obstante, Nabot no cedió ante los caprichos de Acab y de Jezabel. Aun bajo amenazas de muerte, Nabot persistió en su integridad: La viña no está en venta.

Aunque me presiones, la viña no está en venta.

Aunque me acuses falsamente, la viña no está en venta.

Aunque levantes testigos falsos en mi contra, la viña no está en venta.

Aunque me fabriques un caso capital, la viña no está en venta.

Aunque me mates, la viña no está en venta.

La viña no está en venta porque el pacto no está en venta. No puedo vender la viña porque eso sería una violación a los mandatos divinos. No puedo venderla porque mis principios no están en venta. No voy a vender porque prefiero obedecer al Dios del cielo antes que a los reyes corruptos de este mundo.

Y la sangre de Nabot nos habla, como la de Abel, desde la tumba. Nos llama a la integridad y al compromiso. Nos llama a examinar nuestra fidelidad a Dios y a la comunidad de fe. Nos llama a examinar nuestras vidas a la luz de la fe. La sangre inocente de Nabot nos habla y nos recuerda que tenemos una herencia espiritual. Nuestros padres y nuestras madres en la fe nos dejaron una herencia viva (véase 1 P 1.3). Y nosotros tenemos la responsabilidad de legar esa herencia a nuestros hijos y a nuestras hijas, a nuestros nietos y a nuestras nietas.

El ejemplo de Nabot nos desafía, pues, a vivir en integridad moral y espiritual. Ante las presiones de este mundo, ante las seducciones de la sociedad, y ante las ofertas de la corrupción, debemos tener solo una respuesta: “la viña no esté en venta”.

La viña de Nabot
La viña no está en venta
Integridad
La viña no está en venta

El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez se reserva todos los derechos de publicación de estos materiales. Queda prohibida cualquier forma de reproducción total o parcial, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sin la debida autorización del autor. Para solicitar los permisos correspondientes, contacte al autor.

Use el siguiente formato para citar este artículo: Pablo A. Jiménez, “La viña no está en venta”, DrPabloJimenez.com. Accedido el ** de ** de 20**. Disponible en: https://www.drpablojimenez.com/2024/04/14/la-vina-no-esta-en-venta/

Vea otros sermones sobre el Antiguo Testamento

Restauración: Testimonio del apóstol Pedro

Un sermón narrativo en primera persona sobre el testimonio del apóstol Pedro, de acuerdo con el Evangelio según San Juan.


Restauración: El testimonio del Apóstol Pedro


Reseña del sermón titulado “Restauración, El testimonio del apóstol Pedro”

Por Yeury Ferreira

El sermón “Restauración” por Pablo A. Jiménez se enfoca en el poder restaurador de Jesús a través del testimonio de Pedro, desde su llamado inicial hasta su restauración tras negar a Jesús. El sermón utiliza la narrativa bíblica, comenzando con el encuentro de Pedro con Jesús y siguiendo su viaje de fe, incluyendo su liderazgo entre los discípulos, su falla durante la crucifixión de Jesús, y su restauración final por Jesús después de la resurrección. Este recorrido destaca la capacidad de Jesús para transformar y restaurar la vida espiritual, presentando a Pedro como un ejemplo de cómo la gracia puede superar la falla y el arrepentimiento conduce a la renovación. Ahora, destaquemos cinco comentarios positivos y relevantes tanto del contenido como de la técnica homilética utilizada:

  • Uso de la narrativa en primera persona: La técnica de narrar el sermón desde la perspectiva de Pedro permite una inmersión profunda y personal en la historia, facilitando la identificación del oyente con las experiencias de Pedro. Esta aproximación narrativa en primera persona hace que el mensaje sea más accesible y emotivo.
  • Enfoque en la restauración: La idea central de que Jesús puede y quiere restaurar nuestra vida espiritual es un mensaje de esperanza universalmente relevante. La historia de Pedro sirve como un poderoso testimonio del amor incondicional y la gracia restauradora de Jesús, ofreciendo consuelo y esperanza a los oyentes que enfrentan sus propias luchas espirituales.
  • Inclusión de detalles bíblicos y culturales: El sermón se enriquece con detalles bíblicos y contextuales que profundizan la comprensión de la historia de Pedro. La explicación de los nombres, los rituales, y las costumbres de la época aporta una capa adicional de significado y autenticidad al relato.
  • Aplicación práctica y personal: Al final del sermón, se hace un llamado directo a la audiencia, invitándola a experimentar la misma restauración que Pedro. Este llamado a la acción personaliza el mensaje, alentando a los oyentes a reflexionar sobre su propia vida espiritual y a buscar su propia restauración en Jesús.
  • Estructura clara y fluidez narrativa: El sermón está bien estructurado, siguiendo una línea narrativa clara que guía a los oyentes a través de los eventos de la vida de Pedro de manera lógica y emotiva. La fluidez de la narración mantiene el interés y facilita la comprensión del mensaje central.

Estos aspectos destacan la efectividad del sermón en comunicar su mensaje central de restauración y transformación espiritual a través de una técnica homilética narrativa e inmersiva.

Restauración - El testimonio del Apóstol Pedro
Un sermón narrativo
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El desafío de la estrella

“El desafío de la estrella” es un sermón narrativo, en primera persona, sobre el relato de los Magos que aparece en Mateo 2.1-11.

Audio

Vídeo

“El desafío de la estrella” enfoca en la historia bíblica de los Magos y su viaje para encontrar a Jesús, interpretada desde una perspectiva científica y espiritual. Su idea central es que Jesús es el Mesías, y su propósito es ilustrar este relato bíblico de una manera narrativa y en primera persona, coincidiendo con la celebración del Día de Reyes o el Día de la Epifanía.

El narrador se describe como un hombre de ciencias criado en Persia, influenciado por la doctrina de Zaratustra (Zoroastro), que enseña sobre la lucha entre el bien y el mal, representada por Ahura Mazda y Angra Mainyu (Ahrimán), respectivamente. Esta visión del mundo le lleva a estudiar las estrellas, donde descubre un astro peculiar que lo lleva a investigar más.

A través del estudio de la estrella y las escrituras hebreas, el narrador experimenta una crisis de fe, ya que su devoción a Ahura Mazda se ve desafiada por las enseñanzas del Dios de Israel. Esta búsqueda lo lleva a un entendimiento más profundo de Dios, viéndolo como la única divinidad verdadera y la luz del mundo, según las escrituras hebreas.

Junto con otros sabios, sigue la estrella hasta Judea, buscando al nuevo rey prometido. Al llegar a Jerusalén, se encuentran con el rey Herodes, quien se muestra perturbado por su búsqueda y les pide que le informen sobre el paradero del niño. Sospechando las intenciones de Herodes, los Magos siguen la estrella hasta Belén, donde encuentran a Jesús con María y José. Los Magos experimentan una revelación espiritual al ver al niño, reconociéndolo como el Mesías, y le presentan regalos simbólicos.

El relato concluye con los Magos evitando a Herodes y regresando a sus hogares por otro camino, convencidos de la divinidad de Jesús y transformados por su encuentro. El narrador afirma su fe en Jesús como el salvador de la humanidad, destacando cómo este encuentro cambió su vida y puede cambiar la de toda persona que le busque con fe.

El desafío de la estrella - Reyes Magos - Mateo 2
Vea otros materiales apropiados para Navidad, Despedida de Año y Epifanía (Reyes)

Los trucos de Simón el Mago

Un sermón sobre Hechos 8.4-25, sobre la historia de Simón el Mago.

Vea este sermón en el contexto de un servicio de adoración:

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Tamar: Una mujer excepcional

Un sermón para la temporada de Adviento sobre una de las precursoras de Jesús de Nazret, de acuerdo a Mateo 1.3.

Vea este sermón en el contexto de un culto de adoración.

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La sorpresa de la vida (Lucas 24)

Un sermón sobre el tema de la resurrección, basado en el relato de los Caminantes a Emaús (Lucas 24.28-35). 

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¡Jesús está en la barca! (Marcos 4.35-41)

Bosquejo de un sermón listo para predicar, basado en Marcos 4.35-41, donde Jesús de Nazaret calma las aguas del Mar de Galilea.

Texto: Marcos 4.35-41 RVC

Ese mismo día, al caer la noche, Jesús les dijo a sus discípulos: «Pasemos al otro lado.» 36 Despidió a la multitud, y partieron con él en la barca donde estaba. También otras barcas lo acompañaron. 37 Pero se levantó una gran tempestad con vientos, y de tal manera las olas azotaban la barca, que ésta estaba por inundarse. 38 Jesús estaba en la popa, y dormía sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» 39 Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma. 40 A sus discípulos les dijo: «¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?» 41 Ellos estaban muy asustados, y se decían unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta el viento y las aguas lo obedecen?»

Tema: Jesús nos llama a tener confiar en él, aún en medio de la tormenta.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Dar ánimo a la audiencia, llamándola a tener fe

Lógica: Inductiva

Diseño: Narrativo

Vídeo del sermón sobre Marcos 4.35-41

Audio – Prediquemos podcast

Introducción

Había sido un día muy productivo. Jesús de Nazaret, rodeado por sus discípulos, había pasado el día enseñando, por medio de parábolas, a la multitud (Marcos 4.1-34). Llegada la tarde, Jesús decide continuar su marcha, viajando al otro lado del mar de Galilea.

El mar de Galilea, o como se le conoce en hebreo, el «Kinneret», en realidad es un lago que se encuentra al norte del territorio nacional y que, aún hoy, divide a Israel de Siria. El lago tiene unas 33 millas o 53 km de circunferencia, 13 millas o 22 km de largo y 8 millas o 13 km de ancho. 

Por lo tanto, caminar no era una opción. Caminar alrededor del lago toma entre 3 a 4 días, mientras cruzarlo en un barco de vela sólo toma algunas horas.

Trama

Aunque caía la tarde, y en el mundo antiguo no había alumbrado eléctrico, Jesús decide cruzar el lago y le dice a sus discípulos «Pasemos al otro lado» (v. 35). Con toda seguridad, el clima debía estar en condiciones óptimas, porque de otra manera el grupo no se hubiera a aventurado a cruzar el lago a esa hora. De todos modos, para mayor seguridad, los discípulos salieron junto con otras barcas, de manera que si alguna tenía problemas las otras podrían socorrerla (v. 36). 

En los tiempos de Jesús, una barca promedio tenía unos 27 pies u 8 metros de largo, por 8 pies o 2.5 metros de ancho. Tenía una sola vela, cerca de la proa, es decir, de la parte del frente. La barca promedio acomodaba unas 12 personas. Esto quiere decir que la embarcación donde iban Jesús y sus discípulos probablemente estaba sobrecargada, pues en ella iban Jesús, sus discípulos y la tripulación. Vacía, el borde de la barca podía estar a unos 3 pies o 75 centímetros sobre el agua. Cargada, podía estar tan cerca como 1 pie o 31 centímetros de la superficie. 

De repente, como suele ocurrir en el mar de Galilea, sobrevino una tormenta (v. 37). ¿Por qué son tan comunes? Porque el mar de Galilea se encuentra en un hueco, rodeado de montañas. El nivel del agua está entre 705 pies o 215 metros a 686 pies o 209 metros debajo del nivel del mar. Por eso, en algunas ocasiones, el viento que viene del mar Mediterráneo comienza a dar vueltas sobre el lago, formando trombas marinas. Nótese que el texto bíblico solo menciona que la tormenta consistía de vientos fuertes; no menciona lluvia, ni truenos. Así que podemos concluir que la «tormenta» en realidad era una tromba marina, es decir, un tornado sobre las aguas del lago.

Punto culminante

La tormenta era tan fuerte que las olas echaban agua dentro de la barca, lo que podía hundirla (v. 37b). Aterrados, los discípulos despertaron a Jesús, quien se encontraba durmiendo sobre una almohada en la popa, es decir, en la parte de atrás de la barca (v. 38). 

Ahora bien, el problema no es que lo despertaron, sino cómo lo despertaron. En lugar de despertarlo para decirle que estuviera alerta ante el peligro que enfrentaban, lo despiertan con un reproche, con una acusación: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» (v. 38). El texto griego es aún más fuerte, porque dice: «¿No te importa que vamos a ser destruidos?».

Esa es la naturaleza humana. Cuando enfrentamos un problema, en lugar de buscar sus causas reales, le echamos la culpa a Dios. 

Para los discípulos,

El problema no era el clima.

El problema no era la topografía.

El problema no era el sobrepeso de la barca.

No. El problema es Dios; el problema es que no le importamos a Dios.

El v. 40 dice: «Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma.» Noten el verbo «reprender», que es el mismo vocablo que Marcos utiliza cuando Jesús reprende los espíritus inmundos. Por lo tanto, Jesús trata a la tormenta como si fuera un demonio, y la reprende, ordenándole que guardara silencio.

Desenlace

Como es de esperar, la tormenta terminó. Empero, la tormenta puso al descubierto el verdadero problema: Los discípulos de Jesús, a pesar de caminar con él cada día, escuchando sus enseñanzas y atestiguando sus milagros, no tenían fe: «A sus discípulos les dijo: “¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?”» (v. 41).

Tenían miedo porque olvidaron que Jesús estaba en la barca. 

Olvidaron que Dios está en control del mundo y de la historia.

Olvidaron que Dios tiene poder aun sobre las repentinas tormentas que puedan azotar nuestras vidas.

Olvidaron que Dios está presto a protegernos, respondiendo aún a nuestros reclamos más injustos.

«¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?»: Preguntó Jesús a sus discípulos ayer. Y Jesús nos plantea las mismas preguntas hoy. Sí, es cierto que el mundo está enfrentando una pandemia sin precedentes para las generaciones actuales; una emergencia de magnitudes no vistas desde el 1918. Empero, la vida está llena de momentos críticos. Cada uno de nosotros y cada una de nosotras ha enfrentado varias crisis en el pasado. Y, si sobrevivimos esta, enfrentaremos muchas más: «¿Por qué tenemos tanto miedo? ¿Cómo es que no tenemos fe?».

La respuesta comunica la buena noticia que tiene este pasaje bíblico para toda la humanidad: No debemos tener miedo porque:

Aún en medio de la tormenta, ¡Jesús está en la barca!

Aún en medio de la crisis, ¡Jesús está en la barca!

Aún en medio del «valle de la sombra y de la muerte» (cf. Salmo 23.4), ¡Jesús está en la barca!

¡Jesús está en mi barca!

¡Jesús está en tu barca!

!Jesús está en nuestra barca!

Tengamos valor,

Tengamos fe,

Y tengamos paz. 

Sermón sobre Marcos 4.35-41
Marcos 4.35-41
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Pacto de oración (Hechos 12)

Un sermón sobre Hechos 12, preguntando si en verdad creemos que Dios contesta la oración de las personas de fe.

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Enlaces

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Con vino y aceite: Un sermón narrativo sobre el Buen Samaritano (Lucas 10.25-37)

Un sermón narrativo en primera persona sobre el Buen Samaritano, una parábola que se encuentra en Lucas 10.25 al 37.

Sobre el Buen Samaritano – Medios

El Buen Samaritano – Lucas 10.25-37

En ese momento, un intérprete de la ley se levantó y, para poner a prueba a Jesús, dijo: «Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?» 26 Jesús le dijo: «¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees allí?»27 El intérprete de la ley respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo.» 28 Jesús le dijo: «Has contestado correctamente. Haz esto, y vivirás.»

29 Pero aquél, queriendo justificarse a sí mismo, le preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?» 30 Jesús le respondió: «Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones, que le robaron todo lo que tenía y lo hirieron, dejándolo casi muerto. 31 Por el camino descendía un sacerdote, y aunque lo vio, siguió de largo. 32 Cerca de aquel lugar pasó también un levita, y aunque lo vio, siguió de largo. 33 Pero un samaritano, que iba de camino, se acercó al hombre y, al verlo, se compadeció de él 34 y le curó las heridas con aceite y vino, y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura y lo llevó a una posada, y cuidó de él. 35 Al otro día, antes de partir, sacó dos monedas, se las dio al dueño de la posada, y le dijo: “Cuídalo. Cuando yo regrese, te pagaré todo lo que hayas gastado de más.” 36 De estos tres, ¿cuál crees que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?» 37 Aquél respondió: «El que tuvo compasión de él.» Entonces Jesús le dijo: «Pues ve y haz tú lo mismo.»

Instrucciones

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el Buen Samaritano - Lucas 10.25-37
Vea otros sermones narrativos

12 consejos prácticos para diseñar sermones narrativos

Consejos prácticos para el diseño y la presentación de sermones narrativos, por el Dr. Pablo A. Jiménez.

El sermón narrativo es un tipo de predicación muy sencilla que apela a todos. Tanto grandes como chicos se involucran en la historia, prestándole más atención al sermón. Sin embargo, el diseño de sermones narrativos puede ser muy difícil, especialmente para aquellas personas que no están acostumbradas a prepararlos. A continuación presentamos doce consejos prácticos que podrán ayudarle a diseñar este tipo de sermones.

  1. Apréndase bien la historia: El primer paso para predicar un sermón narrativo en forma efectiva es aprender la historia que vamos a narrar. Para lograr este objetivo podemos seguir el siguiente método. Primero, lea la historia varias veces. Segundo, encuentre las secciones principales de la historia (marco escénico, trama, punto culminante y desenlace) e identifique sus episodios más importantes. Tercero, identifique cada sección por medio de una palabra clave. Cuarto, haga un corto bosquejo siguiendo las palabras claves. Finalmente, memorice el bosquejo.
  2. Identifique los tipos de personajes: Recuerde que una historia puede tener hasta tres tipos de personajes. Las «sombras» son los personajes que apenas se mencionan en la historia. Éstos, más que personajes, son parte del trasfondo de la narración. Los «tipos» son los personajes que representan a una clase de persona o a un grupo social. Es común que los «tipos» carezcan de nombre, por lo cual se les denomina por sus profesiones (un fariseo, un sacerdote, etc.). Muchos personajes secundarios pertenecen a esta clasificación. Los «caracteres» son aquellos personajes que se desarrollan a plenitud. En unión a la profesión que puedan tener, también tienen características personales que les distinguen. La mayor parte de los personajes principales de las historias son «caracteres».
  3. Estudie el contexto social e histórico del pasaje bíblico: El conocimiento del contexto de la Biblia no sólo puede darle más vida a la historia sino que puede ayudarle a relacionar la narración con la vida diaria de su congregación. Por ejemplo, en Israel las mujeres no podían hablar en público con hombre alguno, ni siquiera con sus esposos. También estaba prohibido el contacto físico en lugares públicos entre personas de sexos opuestos. Estos detalles le ayudarán a comprender cómo la conducta de Jesús–quien hablaba públicamente con mujeres y hasta permitía que le tocaran los pies o le ungieran la cabeza–era escandalizante para el liderazgo religioso de la época. Del mismo modo, estos detalles le permitirán recalcar en sus sermones la actitud inclusiva y liberadora de Jesús hacia las mujeres de ayer y de hoy.
  4. Conozca el contexto literario del pasaje: Quien predica un sermón narrativo debe tener presente los eventos que han ocurrido antes del pasaje bíblico que desea exponer. De otro modo, podrá cometer errores graves. Como un estudiante que, predicando un sermón de práctica sobre Lucas 5.1-11, recalcó varias veces que ésta era la primera vez que Simón (Pedro) veía o escuchaba a Jesús. Este novel predicador no había leído el capítulo anterior, donde Lucas 4.38-39 narra cómo Jesús sanó a la suegra de Simón.
  5. No invente episodios: En ocasiones, debido a la brevedad de las historias bíblicas, algunos predicadores se sienten tentados a alargar las narraciones inventando episodios que no aparecen en el texto. Este es una práctica que debemos evitar pues tiende a confundir a los oyentes y a fomentar interpretaciones bíblicas equivocadas. Recuerdo con tristeza cuando un día mi abuela quiso enseñarme el pasaje bíblico que había servido de base al hermoso sermón que su pastor había predicado aquella mañana. Después de una larga búsqueda, encontramos el texto por medio de la concordancia. Pero al leer el pasaje nos dimos cuenta que, basado en la poca información que ofrecía el pasaje bíblico, su pastor había creado una versión ampliada de la historia.
  6. No omita episodios: La mayor parte de las historias bíblicas son tan breves que, si se salta un episodio, se pierde el sentido de la historia. Hasta en historias bien conocidas, como la parábola del Hijo Pródigo (Lc. 15.11-32), es común omitir detalles. La inmensa mayoría de las personas que predican esta historia afirman que el hijo menor cae en una situación deplorable a consecuencia de haber despilfarrado su dinero. Pero pocos recuerdan que la región donde vivía este joven fue afectada por una crisis económica que dejó al pueblo hambriento (v. 14). Esto explica por qué el muchacho no pudo conseguir un trabajo honesto y tuvo que dedicarse a una profesión inmunda, como lo era la crianza de cerdos para el pueblo judío.
  7. Evite los anacronismos: El anacronismo ocurre cuando se dice que un evento ocurrió en una fecha que resulta ser equivocada. ¡Como el predicador aquel que, exponiendo la historia de Ruth, afirmó que la situación de las viudas en la Biblia no era tan desesperada porque «el gobierno ayuda a las viudas y a los envejecientes»! Eso es un anacronismo, ya que en el mundo antiguo no habían programas de seguridad social. Ahora bien, los anacronismos más comunes en los sermones surgen del desconocimiento de la cronología bíblica. Por ejemplo, quien no conoce el orden de los eventos bíblicos puede afirmar equivocadamente que Salomón escuchó las profecías de Jeremías o que el apóstol Pablo estuvo presente en la «Última Cena».
  8. Corrija sus errores: Si por alguna razón se salta un episodio o cambia el orden de la historia, detenga su sermón para explicar cual es el orden correcto de la historia. De otro modo, la congregación podrá salir de la iglesia pensando que su versión equivocada de los hechos es la correcta.
  9. Apele a los sentidos: Hábleles del olor del campo, del rumor del arroyo y de la suavidad de la brisa. De primera intención, este consejo parece contradecir la regla de que no debemos añadir elementos a la historia. Pero esto no es así. Lo que estamos recomendando es describir en forma vívida los detalles que pueda contener el pasaje bíblico. En este sentido, si el texto indica que Jesús estaba con los discípulos en una barca es enteramente correcto hablar de la humedad en el viento o del ruido que hace el agua al chocar contra la embarcación.
  10. Déle más importancia al verbo que al adjetivo: El exceso de adjetivos y adverbios recarga los sermones, restándole agilidad a la expresión. Por el contrario, los verbos le dan movimiento a la narración. Digamos que deseamos caracterizar a Judas Iscariote. Quienes dependen de adjetivos dirán: «Judas Iscariote era un hombre deshonesto, infiel, pusilánime y traicionero». Por el contrario, quienes prefieren el verbo se expresarán de la siguiente manera: «Judas Iscariote traicionó a Jesús. Lo delató a cambio de un poco de plata. Y usó un beso, signo de compañerismo y amistad, para identificarle ante la policía del templo.» Como ven, la segunda descripción es mucho más amplia y más ágil que la primera.
  11. Déle sabor contemporáneo a la historia: Salpique la narración con alusiones a elementos comunes en la vida de su audiencia. Hay dos maneras de incluir estos elementos. La primera es comparando la situación del mundo antiguo con la actual: «En Israel los leprosos eran echados de sus comunidades cuando se enfermaban, pues la gente temía contagiarse con una enfermedad incurable. Era una actitud muy parecida a la de quienes hoy rechazan a las personas enfermas de SIDA.» La segunda es usando el anacronismo en forma responsable, es decir, presentando al personaje bíblico como si viviera en nuestro barrio: «Los soldados se acercaron a Jesús con sus ametralladoras y sus bayonetas.» Aunque esta segunda técnica puede ser muy impactante, debemos usarla en forma limitada. Ya explicamos anteriormente las consecuencias desastrosas que puede tener el mal uso del anacronismo en la predicación.
  12. Privilegie los encuentros: Las narrativas que narran encuentros, sobre todo los encuentros con Jesús en los relatos evangélicos, son una fuente excelente  para la predicación. Considere hacer una serie de sermones sobre este tipo de historias. Por ejemplo, puede predicar dos sermones sobre encuentros con Dios en el Antiguo Testamento; o cuatro sobre confrontaciones entre los profetas de Israel y la corte real; o tres sobre las mujeres que tuvieron encuentros transformadores con Jesús.

Esperamos que estos consejos prácticos le ayuden a diseñar sermones narrativos que lleguen a la mente y el corazón de su congregación.

12 Consejos para diseñar sermones narrativos
12 Consejos Sermón Narrativo

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