¡Señor, abre nuestros ojos!
Por Pablo A. Jiménez
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Texto: II. Reyes 6:8-18
Tema: Para poder desarrollar un ministerio efectivo, Dios llama a la comunidad de fe a comprender su realidad, a comprender la visión del profeta y a caminar en esperanza.
Área: Desafío profético
Propósito: Que la audiencia comprenda que el cuidado de Dios excede sus expectativas.
Diseño: Expositivo tradicional
Lógica: Deductiva
I. Introducción
La tentación es grande. En una ocasión como ésta, sería fácil tomar el camino de la anécdota que ensalza las virtudes de la Iglesia homenajeada. Los méritos los hay.
También sería fácil idealizar la figura del Pastor o tomar este momento para advertir a la congregación del juicio divino que enfrentaría de no comportarse correctamente con el siervo de Dios. Ese es otro peligro.
Pero mi propósito es otro. Entiendo que este es un momento para detenerse a pensar, a evaluar lo que debemos hacer como pueblo de Dios para desarrollar un trabajo efectivo en esta comunidad. Este es el momento indicado para preguntarnos cómo podemos cumplir mejor con la responsabilidad que el Señor Jesucristo ha puesto sobre todos nosotros como pueblo de Dios, comunidad de fe y primicia del reino de Cristo.
II. Presentación del tema
En respuesta a esa pregunta, me gustaría que explorásemos la narrativa de Eliseo ante la emboscada de los Sirios, que se encuentra en II Reyes 6:8-23, y viéramos las tres condiciones que necesitó el siervo de Eliseo para trabajar unido al profeta, a saber:
- Un entendimiento claro de su situación;
- Una comprensión exacta de la visión del profeta;
- Y la disposición a caminar hacia el futuro en esperanza.
III. Puntos a desarrollar
A. Para desarrollar un ministerio efectivo la Iglesia necesita comprender su realidad.
1. La narrativa de Eliseo ante la emboscada de los Sirios es sumamente interesante. Eliseo –como consejero del rey de Israel– se había convertido en un elemento “peligroso” para el Rey de Siria. El Rey, siguiendo la tradición de gobernantes cegados por el poder, envió un grupo de soldados a asesinar al profeta.
2. En ese momento entra en la escena Giezi, el siervo del profeta. Este –a través de ciclo de historias sobre Eliseo– se nos presenta como una persona común y corriente. Ciertamente, no tenía el carácter, el temple, el compromiso y la visión de un profeta.
3. Esta narración describe a Giezi como una persona que solo comprende las realidades materiales; que no tiene la capacidad –ni la disposición– para ver la mano de Dios en acción en el diario vivir. Es por esto que ante el asedio de los soldados sirios el siervo sólo ve el peligro de la muerte; la inminencia del fracaso y ante eso exclama “¡Ah, Señor mío! ¿qué haremos?” (v. 15b).
4. Entonces, el profeta tiene que señalarle una realidad que Giezi no ve: que Dios está con ellos. La realidad es que la victoria en la lucha no depende de nuestra fuerza, sino de la intervención del poder divino. La realidad es que la obra no es nuestra, sino del Señor. Por lo cual dice II Reyes 5:16: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.”
5. Esta es la primera condición para poder desarrollar la obra de Cristo en el mundo:
Tenemos que ver con claridad la realidad que nos rodea.
Tenemos que entender el peligro que corre una Iglesia que señala el pecado en el mundo.
Tenemos que entender la realidad objetiva de la comunidad en que nos desarrollamos y, al mismo tiempo, discernir lo que Dios está haciendo en medio nuestro.
De otro modo, corremos el riesgo de hacer un trabajo vano, incompleto, que no tenga vigencia para el momento en que vivimos ni pertinencia para las personas que deseamos alcanzar.
Resumen: Por lo tanto, es necesario entender nuestra realidad para llevar a cabo lo que Dios requiere de nosotros en el mundo.
B. Para desarrollar un trabajo efectivo la Iglesia necesita comprender la visión del profeta.
1. Por otro lado, el cuadro que tenemos en la narración es muy interesante: hay dos personas que ante la misma realidad y en la misma situación ven dos visiones distintas.
2. Lo que aquí encontramos es parecido a la historia de tres albañiles que trabajaban en la construcción de una catedral. Estos fueron interrogados por un transeúnte que sintió curiosidad ante su trabajo. “¿Qué hacen?,” les preguntó. El primer albañil contestó “colocando ladrillos”; el segundo dijo “levantando una pared”; el tercero, “estoy edificando la casa de Dios”.
3. Del mismo modo, Giezi y el profeta, estando frente a la misma situación, veían cosas distintas. Esto fue así hasta que el profeta intercedió por su siervo y éste fue capacitado por el Espíritu de Dios para ver más allá de las posibilidades humanas.
4. La iglesia está ante una situación muy similar a la de Eliseo y Giezi. Tenemos dos alternativas. Por un lado, podemos desarrollar la sensibilidad espiritual para cumplir la voluntad del Señor. Para lograr esto, es necesario estar atentos a la visión del futuro que Dios le da a nuestros líderes.
5. Por otro lado, podemos quedarnos en el nivel de lo sensible, de lo puramente material. Podemos desesperarnos al ver lo difícil que es la tarea. Entonces, nuestra ceguera espiritual nos llevará a entorpecer la voluntad de Dios y fallaremos en nuestra misión como creyentes.
Resumen: Por lo tanto, es necesario tener una visión clara del futuro para llevar a cabo lo que Dios requiere de nosotros en el mundo.
C. Para desarrollar un trabajo efectivo la Iglesia necesita caminar en esperanza.
1. Ahora bien, ¿para qué sirve una visión? Hay quienes piensan que una visión no es más que un sueño vano; una esperanza tonta y vacía.
2. Sin embargo, cuando una visión ha sido verdaderamente inspirada por Dios, la misma sirve como un plano, como un mapa que nos indica el camino a seguir.
3. Pero, ¿de qué vale un plan si no tenemos la disposición de llevarlo a cabo? ¿De dónde sacaremos fuerzas para cumplir la misión que Dios nos ha encomendado?
4. ¡Las fuerzas vienen de Dios! Es el Señor quien nos capacita para llevar a convertir nuestras visiones en proyectos.
5. Debemos, pues, discernir la visión divina para nuestros respectivos ministerios. Una vez tengamos clara esa visión del futuro, sólo no resta caminar en esperanza, en el nombre del Señor
Resumen: Por lo tanto, es necesario caminar en esperanza para llevar a cabo lo que Dios requiere de nosotros en el mundo.
IV. Conclusión
La iglesia puede ser una institución muerta, sin poder alguno ante las fuerzas del mal o puede ser un organismo vivo, poderoso y lleno del poder de Dios para vencer toda adversidad, en el nombre de Jesucristo. ¿Cuál es su visión?
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