Un ensayo personal, recordando a mi madre, tanto en su cumpleaños como en el día de la madre.
El 30 de diciembre era mi día preferido de la temporada navideña. ¿Por qué? Simplemente porque era tu cumpleaños. Para el resto del mundo, el 24, el 25 o el 31 de diciembre eran mucho más importantes. Empero, para mí el 30 era tu fiesta; el día en que la familia se reunía para celebrar tu vida.
Y teníamos mucho que celebrar. Eras una mujer excepcional. No he conocido a una mujer más inocente o con mejores sentimientos que tú. Tampoco he conocido personas que sepan darse por su familia como te dabas tú. Mucho menos he escuchado de personas que sean admiradas unánimemente, como te admiraba toda persona que te conocía.
Claro está, no eras perfecta. Cometiste muchos errores, de los cuales yo fui el peor. Sin embargo, supiste amarme desde antes de mi nacimiento. Luchaste por mí y te enfrentaste al mundo como madre soltera, cuidándome con la fiereza que caracteriza a una leona que protege un cachorro.
¿Cuánto tiempo ha pasado? No sé, porque no quiero contarlo. Sólo sé que no estás conmigo. A pesar de que trato de recordarte todos los días, tu recuerdo cada día se pone más viejo y se vuelve más elusivo. La imagen de tu rostro y el sonar de tu risa se pierden en la penumbra del tiempo. Ya no recuerdo tu voz. Por eso trato de pensar en ti todos los días, por lo menos un minuto, pues temo que si yo no te recuerdo nadie te recordaría. Entonces tu ausencia sería definitiva.
Si pudieras oírme, te diría que tengo dos niñas: Paola y Natalia, a quien le decimos Tati. También tengo un hijo mayor, que ya cumplió 28 años, llamado Antonio José.
Pao sería tu nieta mimada. Se parece tanto a ti en sus actitudes, en su rostro y en su pelo. Se peina como tú, usando diademas, lazos y cintas en el pelo. En ocasiones, mis lágrimas afloran al verla peinada como tú. Me parece increíble que, habiendo nacido 23 años después de tu muerte, se parezca tanto a ti. Paola también es quien más pregunta sobre ti. Habla de su abuelita desconocida con amor y tiene una osita de peluche que lleva tu nombre, Saby. A veces, cuando me ve triste, Pao me pregunta si estoy pensando en ti. En muchas ocasiones, está en lo cierto. A veces, cuando me ve triste, Pao me pregunta si te extraño. Y yo siempre le respondo: “Todos los días de mi vida”.
Si pudieras oírme, te diría que he dedicado mi vida al ministerio cristiano. Sé que esta sería una gran sorpresa para ti, pues cuando te fuiste yo era un adolescente cuyos únicos intereses eran el ron y la rumba, en ese orden. Al morir, tu mayor preocupación era mi futuro, ya que temías que me dirigía a la perdición.
No te niego que después de tu muerte me hundí en el alcohol. Pero cerca de diez meses después de tu partida, tuve una experiencia de fe. Fue sencilla, pero me llevó a la certeza de la existencia de Dios. Comprendí que Dios me ama, me acepta y me perdona. Desde ese día estoy sobrio; y desde ese día le sirvo Jesucristo, mi Señor y salvador.
El 30 de diciembre era mi día preferido de la temporada navideña. ¿Por qué? Simplemente porque era tu cumpleaños. Hoy es el día más difícil de toda la temporada. ¿Por qué? Simplemente porque sigue siendo tu cumpleaños.
Ahora descansa en paz, mamá. Te veré en la mañana; en la mañana de aquel día cuando “se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor” (Filipenses 2:10-11).
Saludos Pastor. Eso que escribiste y que acabo de leer lo entiendo perfectamente. Mi madre murió cuando yo tenía 8 años. En N.Y.C. Y parece que fue ayer. No tengo maneras de controlarme en soltar lágrimas cuando llega el día de las madres. A veces ni asisto a la iglesia porque es tan bello los mensajes y fotos que publican de otros que hubiera querido tener ese mismo sentimiento. No me puedo quejar ya que Dios en su infinito amor, ternura y misericordia me ha provisto de muchas madres aquí en este mundo que estoy pero que no pertenezco. Las fechas de su cumpleaños y muerte las sé, pero no quiero tenerlas presente ya que me basta con Mother’s Day. Ahora no me siento muy bien de salud (catarro) y tengo que sacar fuerzas para atender mis 4 responsabilidades. (Pareja, hermano y 2 mascotas) . Gracias a nuestro Padre Celestial que siempre esta aquí para asistir me. Pero ¡cuánto daría por sentir los abrazos de ella! Jamás olvido que a esa tierna edad luché para que me llevaran al entierro de ella en New Jersey. Fui la única de los 6 hermanos que fue. Pero no me dejaron bajar del auto. Hace como 3 años tres de nosotros hicimos todo lo que está a nuestra alcance para ir al sitio donde yace sus restos. Ni una lápida. Simplemente un número y letra. Pasto y un poco de nieves. Pero vimos el lugar. No, 50 años después y la sigo añorando. La recuerdo como dices, leona que defiende sus cachorros. Puedo decirte más pero no. Una sola foto familiar antes de su muerte y un corto escrito de ella para mi en mi cumpleaños es suficiente. Su recuerdo sigue vigente en mi también aunque sea unos segundos en mi memoria. Madre sólo una. Bendición
Excelente y emotivo relato.
Bello, sin palabras. Excelente mensaje en estas preciosas palabras. Gracias Pastor por publicarlo.
Estimado Pastor que Dios le continúe bendiciendo a usted y su hermosa familia.