El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es pastor, conferenciante, escritor, editor de libros teológicos y profesor en el área de teología pastoral, particularmente de homilética y predicación.
Cómo hacer una reseña crítica de un libro teológico
Por Pablo A. Jiménez
Lea el libro detenidamente. Preste particular atención a la introducción, donde la mayor parte de los autores y de las autoras identifican los objetivos de su escrito, y a la conclusión, si alguna.
Recuerde que una reseña crítica no es un resumen del libro, sino un análisis del escrito. Por lo tanto, en lugar de resumir el libro, pase a responder las siguientes preguntas:
¿Cuál es el tema principal del libro?
¿Cuál es el propósito del libro?
¿Cuál es la tesis principal del libro?
¿Cree usted que la tesis principal del libro es correcta?
¿Cómo los autores apoyan sus ideas?
¿Cuáles son los supuestos bíblicos y teológicos principales del libro?
¿Qué autores, pensadores o teorizantes informan las ideas presentadas en este libro?
¿Qué opina usted sobre este libro? ¿Acaso logra su objetivo? ¿Por qué?
Trate de que su reseña sea breve. Si el libro logra sus objetivos, siéntase en libertad de recomendarle a la audiencia que lo lea.
En artículos anteriores hemos tratado el tema del sermón narrativo. En dichos artículos sugerimos que nuestros sermones narrativos pueden seguir la estructura del cuento corto: marco escénico, trama, punto culminante y desenlace. Ahora bien, hay otras alternativas para diseñar sermones narrativos. Específicamente, podemos seguir la forma y la estructura literaria del pasaje bíblico que deseamos predicar.
En esta ocasión, presentamos algunas sugerencias sobre cómo predicar sermones sobre tres tipos de narrativas bíblicas: las historias de milagros, las parábolas y las historias de llamamiento profético. Veamos, pues, cómo podemos diseñar sermones sobre estos tipos de literatura bíblica.
Cómo predicar las historias de milagros
En los evangelios encontramos dos tipos principales de historias de milagros: los milagros de sanidad y los exorcismos. Estas historias de milagros tienen cuatro componentes principales. Por regla general, los milagros comienzan describiendo la situación que requiere la intervención milagrosa. Es decir, nos indican cuál es el problema que afecta a la persona: si es leprosa, si está endemoniada o si tiene un familiar gravemente enfermo. Pasa entonces a narrar el encuentro entre las personas necesitadas y el «agente» que Dios utilizará para llevar a cabo el milagro. En el Antiguo Testamento, los agentes divinos son los profetas, mientras que en el Nuevo, Jesús lleva a cabo los milagros en los Evangelios y los apóstoles en el libro de los Hechos. Después del encuentro, ocurre el milagro como tal y se presenta la evidencia de que la necesidad ha sido resuelta.
Este sermón sigue el siguiente bosquejo:
I. Descripción de la necesidad
II. Encuentro con el agente divino
III. El milagro o exorcismo
IV. La evidencia de que el milagro ha ocurrido
Casi todos los milagros que narra el evangelio de Marcos le añaden un quinto elemento a las historias de milagro. Este elemento es el asombro de la multitud. En ocasiones, Jesús responde ante tal asombro indicándole a sus discípulos que no deben decir que él es el Mesías enviado por Dios (esto se conoce como el «Secreto Mesiánico»). En ocasiones, los milagros narrados por Mateo y Lucas también incluyen este quinto elemento.
Cómo predicar las parábolas
Las parábolas tienen una estructura muy sencilla. La misma tiene tres partes: marco escénico, trama y desenlace sorpresivo. Este desenlace sorpresivo sustituye al punto culminante y al desenlace que encontramos en el cuento corto. Como regla general, en estos finales sorpresivos se «invierten» algunos elementos de la historia. Por ejemplo, el hijo perdido vuelve, la oveja perdida regresa al redil o la semilla da muchísimo más fruto de lo esperado.
Este sería el modelo a seguir para predicar una parábola:
I. Marco escénico
II. Trama
III. Desenlace sorpresivo
La gran dificultad que encontramos al predicar las parábolas hoy es que nuestras congregaciones conocen muy bien cómo terminan estas historias. Por lo tanto, es difícil lograr el efecto sorpresivo que tanto necesitamos para predicar las parábolas en forma efectiva. Lo ideal es estudiar bien las parábolas hasta comprender en qué radicaba tal sorpresa y tratar de darle a la conclusión de nuestro sermón un sabor contemporáneo que recupere tal efecto.
O, para decirlo con más claridad, si la gente se escandalizaba al escuchar una parábola, nosotros no podemos predicarla hasta que comprendamos por qué era escandalosa.
Cómo predicar las historias de llamamiento profético
Las historias de llamamiento profético aparecen mayormente en el Antiguo Testamento. Sin embargo, podemos encontrar algunas de estas historias en el Evangelio de Lucas–como la anunciación a María (Lucas 1.26-38) y la pesca milagrosa (Lucas 5.1-11)–y en el libro de los Hechos de los Apóstoles–como la conversión de Pablo (Hechos 9.1-6). Lo que distingue estas historias es que la persona llamada por Dios se resiste al llamado divino. Por eso Isaías afirma ser un hombre de labios inmundos (Isaías 6.5) y Jeremías trata de evadir el llamado divino afirmando ser sólo un niño (Jeremías 1).
Un bosquejo sermonario basado en esta forma tendría la siguiente estructura:
I. Introducción
II. Confrontación: Encuentro del personaje bíblico con Dios o con el agente divino (un ángel o Jesucristo resucitado).
III. Comisión: Llamamiento al ministerio (profético)
IV. Protesta: La persona llamada expresa dudas sobre su propia capacidad para llevar a cabo la tarea que le ha sido asignada.
V. Reacción divina: Dios afirma su llamamiento mediante una promesa de salvación y un acto milagroso que le sirve de señal al profeta.
VI. Conclusión
Al predicar estas historias de llamamiento profético debemos comparar las objeciones que presentan los personajes bíblicos con las excusas que los seres humanos continuamente presentamos al llamamiento que Dios nos hace hoy día.
Conclusión
Ofrecemos estas ideas con la esperanza de animar a quienes desean practicar el arte de la predicación narrativa. Aunque estos apuntes son breves, esperamos que los mismos le motiven a continuar el estudio y la práctica de este tipo de predicación.
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¿Por qué el Evangelio de Mateo relata la historia de Jesús de Nazaret? ¿Por qué la historia de Jesús debe ser relatada una y otra vez? En este trabajo presentaré una breve reflexión del relato de Jesús según Mateo. Mi tesis es que Mateo relata esta historia con el propósito de revelar la verdadera identidad de Jesús. Según Mateo, Jesús es el Hijo de Dios encarnado. En Jesús de Nazaret Dios está con nosotros y demuestra Su solidaridad con la humanidad.
El relato de Mateo
El interés de Mateo de revelar la verdadera identidad de Jesús queda bien claro a través de todo el Evangelio. De forma muy particular, los primeros dos capítulos están dedicados a esta tarea. El Evangelio de Mateo comienza presentando el linaje de Jesús a través de su genealogía (1.17). Las primeras porciones bíblicas o «perícopas» están dedicadas a explicar su nacimiento u «origen», como dicen algunas traducciones de 1.18. Aquí encontramos una declaración arrebatadora en cuanto a la identidad de Jesús: un niño concebido del Espíritu Santo (1.20), cuyo nombre afirma su ministerio salvífico (1.21). En resumen, Jesús es «Dios con nosotros» (1.23).
Pero esto es tan solo el comienzo de la revelación del Evangelio. En los capítulos 3 y 4, Jesús comienza su ministerio cuando una voz celestial, luego de su bautismo (3.16-17) proclama que es el «Hijo de Dios». Su primer ataque es con el mismo diablo. El tentador le ofrece «los reinos del mundo» (4.8), más Jesús opta por proclamar «el reino de los cielos» (4.17).
Es aquí que llegamos al corazón del Evangelio de Mateo. ¿Quién es este Jesús? Jesús es el Hijo de Dios y en quien se manifiesta la soberana voluntad de Dios. Estas son las «buenas nuevas», las buenas noticias. Por lo tanto, Mateo nos relata la historia de Jesús porque esta narrativa teológica revela el plan de salvación de Dios.
De aquí en adelante, el Evangelio nos presenta distintos aspectos del ministerio de Jesús. Primero, presenta a Jesús como el Maestro que proclama que el reino de los cielos se ha acercado (4.12-17), y que llama al servicio, es decir, al discipulado cristiano (4.18:22). Segundo, Jesús es un poderoso sanador que sana toda enfermedad y dolencia en el pueblo (4.23) y que hecha fuera demonios (4.24). Gracias a la estructura del Evangelio según Mateo vemos desarrollar esta doble imagen; la dualidad del ministerio de Jesús. Las enseñanzas de Jesús están recopiladas en cinco sermones o discursos:
1.Sermón del Monte: 5.1 al 7.27
2. Sermón Misionero: 10.1-42
3. Sermón de las Parábolas: 13.1-53
4. Sermón eclesiástico o sobre la Iglesia: 18.1-35
5. Sermón escatológico o sobre el final de los tiempos: 24.1 al 25.46
Los cinco discursos están claramente delineados por la frase «y cuando terminó Jesús estas palabras…» (7.28; 11.1; 13.54; 19.1 y 26.1). Al comienzo de cada sermón encontramos otras recolecciones de dichos o enseñanzas, como las que encontramos en 11.7-30 y 23.1-39.
Pero Jesús no solamente enseñó «como quien tiene autoridad» (7.29) sino que demostró su autoridad y poder a través de su ministerio de sanidad y liberación. En Mateo, los sermones que presentan las enseñanzas de Jesús están entrelazados con narrativas que presentan la práctica de Jesús. Jesús ejerció un ministerio de misericordia, sanando a las personas enfermas y liberando a la humanidad de la opresión de las fuerzas del mal.
Este patrón continúa hasta el capítulo 26.1, donde comienza la narrativa de la Pasión. La Pasión es la confrontación final de los dos reinos. En la cruz, la Vida misma lucha contra las fuerzas de la muerte. La interrogante sobre la identidad de Jesús está en el centro de la controversia (26.63-66 y 26.11). Jesús declara ser el Mesías. Es una ironía que fuera asesinado por declarar esta verdad. La resurrección (28.1-10), así, es la victoria de la Vida. Sin embargo, los derrotados poderes de la muerte aún están activos (28.11-15). Esto crea una tensión escatológica que solamente se resolverá en el Juicio Final (25.31-46).
Una vez más surge la cuestión de la identidad de Jesús. En los últimos versículos del Evangelio de Mateo –mejor conocidos como La Gran Comisión (28.16-20)— el Jesús Resucitado delinea la misión de la Iglesia para el futuro. La comunidad de fe es instruida a hacer precisamente lo que Mateo ha estado haciendo: hacer discípulos, enseñar e imitar a Jesucristo, el Hijo de Dios, quien ha prometido estar con nosotros siempre, hasta el fin del mundo (28.19-20a).
Conclusión
Para resumir, el Evangelio de Mateo es una narrativa teológica que proclama las Buenas Nuevas de que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios Vivo (viviente) (16.16). En el poderoso ministerio de justicia y misericordia de Jesús hacia (para con) la humanidad es que se allega (hace patente) el Señorío de Dios. La Iglesia tiene la misión de decir y volver a decir -o sea, interpretar- la historia de Jesús con el propósito de hacer más discípulos para el Reino. A través del proceso interpretativo, la comunidad de fe es llamada a afirmar la Vida y a luchar contra los poderes de la muerte.
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Un ensayo que explica qué es el sermón narrativo y ofrece consejos prácticos para el diseño diseño de bosquejos homiléticos narrativos.
Introducción
El sermón narrativo es aquel que presenta un aspecto del mensaje de una porción de las Sagradas Escrituras por medio de una o más historias. Es decir, este sermón transmite el mensaje por medio de la narración. La función de este tipo de sermón es involucrar a la audiencia en la narración de tal manera que se pueda identificar con la historia y pueda experimentar el mensaje del texto. Esto se hace posible por las características particulares que tiene el fenómeno de la narración.
Las virtudes del sermón narrativo son muchas. En primer lugar, despierta el interés de la audiencia; atrae y mantiene el interés a lo largo de la presentación. Segundo, guía la imaginación de los y las oyentes, de tal manera que las imágenes, ilustraciones e ideas presentadas en el sermón sean más llamativas y reales. Tercero, el sermón narrativo da viveza a la experiencia narrada. La historia facilita que la congregación se identifique con los personajes y, por lo tanto, que «viva» la experiencia que escucha. Cuarto, la narración creativa y bien ejecutada puede darle un sabor contemporáneo a la tradición bíblica, estableciendo un puente para que quien escucha pueda salvar la distancia entre la historia bíblica y el momento actual.
Podemos decir que el propósito del sermón narrativo es que la audiencia identifique su historia, tanto personal como colectiva, con la historia que narramos. En este sentido, la predicación narrativa trasciende los detalles de la historia bíblica que podamos narrar. En este tipo de predicación proclamamos una «historia compartida» donde se entrelazan la historia bíblica, la historia de la Iglesia, la historia personal de quien predica y la historia personal de cada oyente.
Cómo diseñar el sermón narrativo
Podemos crear sermones narrativos siguiendo la estructura de un cuento corto. Como es bien sabido, un cuento corto tiene cuatro partes principales.
Marco escénico: En esta sección se presentan tanto los personajes como el problema o discrepancia que da pie a la acción.
Trama: Aquí encontramos el desarrollo de la acción. En esta parte la tensión narrativa aumenta a medida que los hilos narrativos se entrelazan y la situación se va complicando.
Punto culminante o «climax»: Este es el momento donde la tensión narrativa llega a su punto más alto. Desde este momento, comenzamos a vislumbrar el desenlace de la situación.
Desenlace: En este punto la tensión narrativa se disipa y la situación problemática comienza a resolverse.
El bosquejo más efectivo para predicar el sermón narrativo es el que reproduce la estructura del cuento corto. En lugar de comenzar con una introducción similar a la del sermón tradicional, empieza indicando el marco escénico de la historia. En vez de emplear «puntos» en el desarrollo del sermón, tiene una sección donde narra la trama y otra donde presenta el punto culminante de la historia. Finalmente, en vez de una conclusión, cuenta el desenlace de la historia.
Por lo tanto, el bosquejo del sermón narrativo luce de la siguiente manera:
Marco escénico
Trama
Episodio #1
Episodio #2
Episodio #3
Punto culminante
Desenlace
El elemento más importante de la historia es la trama. Es crucial describir adecuadamente cómo la historia central se complica, afectando a todos los personajes. Por eso, podemos afirmar que toda historia presenta uno o más problemas que deben ser resueltos. Si tomamos esta idea como punto de partida, podemos desarrollar sermones narrativos que comiencen describiendo un problema que necesita solución.
Dicho problema o discrepancia se complica a medida que avanza la historia. En el punto culminante de la historia se presentan nuevas perspectivas sobre el problema. El sermón termina narrando cómo se soluciona el problema.
Podemos bosquejar este tipo de sermón de la siguiente manera:
Identifique el problema
Explique el problema, narrando los distintos episodios de la historia
Episodio #1
Episodio #2
Episodio #3
Ofrezca una nueva perspectiva sobre el problema
Solucione el problema
Aunque lo ideal es tomar historias bíblicas como base para nuestros sermones, también podemos usar otras historias, que no se encuentran en la Biblia, como imágenes centrales del sermón. Esta variante narra episodios de la historia de la Iglesia, de la historia contemporánea o de la historia personal de quien predica con el propósito de ilustrar una doctrina cristiana o la idea central de un pasaje bíblico. Además, debe ser una historia impresionante y pertinente. Claro está, la dificultad con este tipo de sermón estriba en encontrar una historia extraordinaria que cumpla con todos los requisitos mencionados anteriormente.
En este tipo de sermón, los comentarios que interpretan y contextualizan la historia se ofrecen a lo largo de la narración. La idea es entremezclar estos comentarios con la narración, de manera que su significado sea evidente. El mensaje central de la historia se presenta hacia el final del sermón, sea en el punto culminante o en el desenlace de la historia.
Conclusión
Esperamos que estas ideas les ayuden a diseñar sermones narrativos que exploren el mensaje de las muchas historias que encontramos en las Sagradas Escrituras.
¿Qué es la predicación bíblica? ¿Cómo definirla? ¿Cuáles son los criterios que determinan cuán bíblico es un sermón? En este ocasión trataré el tema de la predicación bíblica. En primer lugar, presentaré una definición general del concepto. En segundo lugar, pasaré a discutir con más detalle los elementos que le dan carácter bíblico a la predicación. (1)
I. Definición
De primera intención, la frase «predicación bíblica» parece redundante. La predicación cristiana es, ante todo, la presentación del Evangelio en fidelidad a las Sagradas Escrituras. De este modo, podemos concluir que todo sermón debe ser «bíblico», en algún grado. Sin embargo, a través de la historia los estudiosos de la homilética han identificado dos estilos básicos de predicación: la bíblica y la temática.
A. La predicación bíblica
La predicación bíblica es aquella que toma como punto de partida para el sermón una porción bíblica. El propósito de este tipo de predicación es interpretar el mensaje del texto para los y las oyentes de hoy. Tradicionalmente, se han identificado tres tipos de sermones bíblicos: (2)
1. El sermón textual
Este tipo de sermón comenta frase por frase uno o dos versículos de la Biblia. El texto bíblico provee tanto la idea central del sermón como las divisiones de su desarrollo. (3) Un ejemplo de este tipo de sermón sería una presentación de tres puntos basada en Juan 3.16.
Idea central: Dios desea salvar a la humanidad.
Puntos a desarrollar:
El motivo de la Salvación: «De tal manera amó Dios al mundo…»
El mediador de la Salvación: «…que ha dado a su hijo unigénito…»
El propósito de la Salvación: «…para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna.»
2. El sermón expositivo
Este sermón es el que, fundamentado en una unidad literaria de la Biblia, presenta un aspecto del mensaje del texto. Digo «aspecto» porque nadie puede explicar todo el significado de un pasaje bíblico; nadie puede ponderar todo el peso teológico de una porción de las Sagradas Escrituras en un solo sermón. (4)
La extensión del pasaje bíblico no es lo importante en este caso; lo importante es que el sermón presente algunos de los muchos temas que sugiere el texto. Por ejemplo, La Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10.25-37) sugiere una larga lista de temas: el significado de ser prójimo, la responsabilidad social de la iglesia, nuestra actitud hacia aquel que consideramos como «otro», el peligro del legalismo religioso, y el amor de Dios por el marginado, entre otros. Un sermón expositivo sobre esta parábola enfocaría en solo una de esas grandes ideas que presenta el texto, dejando los demás temas como semilla para futuros sermones.
3. El sermón narrativo
En este tipo de sermón la persona que predica comunica el mensaje del Evangelio por medio de la narración de una historia bíblica. (5) Al hacerlo, la historia cobra vida ante nuestros ojos y el mensaje del texto se vuelve evidente. En realidad, es un estilo de predicación muy sencillo. Se presta, en particular, para sermones evangelísticos, para comunicar el Evangelio a la juventud y para predicar a la niñez.
Tomemos, por ejemplo, el relato de la Curación del Leproso en Marcos 1:40-45. Un buen sermón narrativo de propósito evangelístico nos llevará a comprender tanto el sufrimiento del leproso como el amor de Jesús. Al oír la historia nos involucramos en la misma y de pronto comprendemos que el leproso nos representa. Usted y yo estamos tan necesitados como el leproso. Sólo Jesús puede tocarnos, dejarnos limpios y restaurarnos a una vida plena.
B. La predicación temática
La predicación temática parte de un tema o asunto de interés general, una doctrina o un episodio de la historia de la Iglesia. (6) Hace una reflexión sobre el tema a la luz del mensaje de la Biblia y del pensamiento cristiano. El propósito de este tipo de predicación es, principalmente, didáctico, pues busca que la congregación aprenda más sobre el tema, tome conciencia de la importancia del mismo y actúe a base del conocimiento adquirido. Podemos identificar dos variantes básicas del sermón temático:
1. El sermón doctrinal
Este tipo de sermón presenta algún aspecto importante de una doctrina de la fe cristiana. Es decir, presenta un punto central del cristianismo tal como la necesidad de salvación, las consecuencias del pecado o los frutos del Espíritu Santo. Como indicamos anteriormente, su propósito es educativo.
2. El sermón sobre problemas sociales
El sermón sobre problemas sociales presenta una reflexión bíblica y teológica sobre un tema de actualidad que afecta a la comunidad de la cual formamos parte. Algunos temas pertinentes en nuestro contexto serían la discriminación racial, la violencia doméstica o el militarismo.
El enfoque básico de este tipo de sermón es teológico, puesto que la Biblia dice muy poco sobre nuestros problemas actuales. Es decir, nuestra sociedad confronta problemas tales como el aborto, la contaminación ambiental y el calentamiento global, que la Biblia no trata directamente. Por lo tanto, no existen textos bíblicos que contenga la frase «calentamiento global». Sin embargo, encontramos porciones bíblicas que nos llevan a reflexionar sobre el impacto negativo que tiene el pecado en el medio ambiente, como Romanos 8.18-24. Esta podría ser la base para un sermón sobre la responsabilidad del creyente hacia la naturaleza.
Como vemos, el sermón sobre problemas sociales entra en el área de la ética cristiana y, por lo tanto, su propósito oscila entre la formación espiritual y el desafío profético que llama a la acción.
II. Criterios
Anteriormente, indicamos que la predicación bíblica es aquella que toma como punto de partida un pasaje de las Sagradas Escrituras. Sin embargo, esto es sólo el primer paso. Para ser verdaderamente bíblico, un sermón debe tener ciertas características adicionales.
La idea central de este escrito es: La predicación bíblica ocurre cuando el contenido, la función y la forma del texto moldean el contenido, la función y la forma del sermón. (7) En otras palabras, la predicación es bíblica cuando el sermón está diseñado en forma coherente con el pasaje bíblico que le sirve de base. (8) A continuación comentaremos brevemente los elementos que hacen «bíblica» la predicación.
A. Contenido
Un sermón es bíblico cuando su contenido corresponde al contenido del texto que le sirve de base. En otras palabras, un sermón ofrece una interpretación válida del texto bíblico. Para poder interpretar adecuadamente el contenido de un pasaje bíblico es necesario prestar atención a tres elementos importantes:
El contexto social e histórico: ¿En qué época fue escrito el texto? ¿Qué comunidad lo produjo? ¿A qué comunidad o persona en específico fue dirigido? ¿Cuál era la situación social e histórica de estas comunidades religiosas?
El mensaje: ¿Qué dice el texto? ¿Cuál es su argumento? ¿Cuáles son las ideas y los conceptos teológicos clave del pasaje? ¿Cómo podemos interpretar esta porción en forma valida? ¿Cuál es el mensaje del texto para nosotros hoy?
El estilo literario: ¿Es un texto narrativo, poético o discursivo? ¿Qué imágenes literarias usan? ¿Qué elementos del texto deben interpretarse en manera figurada?
Cuando no se presta la atención debida a estos elementos, surgen interpretaciones erradas. ¡Así hay quienes toman literalmente un texto poético del Antiguo Testamento, como Eclesiastés 9:8, y andan siempre vestidos de blanco!
B. Función
Un sermón es bíblico cuando su función corresponde a la función del texto que le sirve de base.Es decir, un sermón bíblico logra en la audiencia un efecto similar al que logra el texto.
Los pasajes bíblicos han sido escritos con diversos propósitos. Un texto puede consolar, exhortar, desafiar, edificar, llamar a la fe, etc. Quien desea predicar de manera «bíblica», debe aprender a discernir el propósito del texto bíblico y procurar que su sermón tenga un propósito similar. Por ejemplo, el libro de Apocalipsis fue escrito para consolar a la comunidad cristiana que sufría opresión de parte del Imperio Romano. (9) El propósito del texto es dar aliento a la audiencia, llamándola al compromiso con el Dios amoroso y liberador que se ha revelado en Jesucristo. Un sermón sobre Apocalipsis debe tener, pues, el propósito de consolar a la Iglesia, dándole esperanza para el futuro. Un sermón basado en Apocalipsis que provoque miedo en los oyentes traiciona la función del texto.
C. Forma
Un sermón es bíblico cuando su forma corresponde a la forma del texto que le sirve de base. Dicho de otro modo, un sermón bíblico toma en cuenta la estructura literaria de la porción bíblica que le sirve de base.
La estructura de un texto bíblico es muy importante. Recordemos que es imposible separar la forma del contenido. Por lo tanto, es imposible separar la estructura del texto de su mensaje. Por esta razón, por regla general, el estudio de la estructura literaria de un texto bíblico aclara el contenido.
Por ejemplo, si leemos las parábolas de Jesús notaremos que casi todas tienen un final sorpresivo: El esposo llega cuando menos lo esperan (Mateo 25.10); el samaritano se compadece del judío herido (Lucas 10.33-35); y el publicano es justificado antes que el fariseo (Lucas 18.14). Todo esto habla de la sorpresa que causa la revelación de Dios en Cristo, ya que en el Reino de Dios todo es novedoso. Aquí vemos claramente cómo la forma y el contenido de un texto bíblico van de la mano. Por esta razón, un sermón sobre una parábola que tenga un final sorpresivo será más claro e impactante que un sermón con un final tradicional.
III. Conclusión
En resumen, afirmamos que la predicación es verdaderamente bíblica cuando el sermón es un reflejo fiel del contenido, la función y la forma del texto que le sirve de base.(10) La tarea, pues, de quien predica es dejar que Dios hable a través de la exposición del mensaje bíblico. Sólo entonces quienes escuchen el mensaje tendrán la oportunidad de encontrarse con el Señor de la Vida por medio de la proclamación de la Palabra de Dios.
Notas bibliográficas
He tratado algunos temas relacionados a este, tales como la interpretación bíblico para la predicación, en Principios de predicación(Nashville: Abingdon Press, 2003); y en La predicación en el Siglo XXI (Barcelona: Editorial CLIE, 2009). Para consideraciones teológicas sobre la hermenéutica hispana, véase a Pablo A. Jiménez & Justo L. González, Manual de homilética hispana (Barcelona: Editorial CLIE, 2006).
Para una introducción más detallada a los distintos tipos de sermones véase Principios de predicación, capítulos 7 al 10 y apéndices A al D.
Véase a Clarence S. Roddy. «La clasificación de sermones» en Diccionario de la teología práctica: Homilética, editado por Roberto G. Turnbull. (Grand Rapids, Michigan: Subcomisión Literatura Cristiana de la Iglesia Cristiana Reformada, 1976, 20).
Los textos bíblicos no tienen un solo tema ni un solo significado. Por el contrario, cada pasaje bíblico levanta toda una serie de diversos asuntos. Esto es lo que ha sido llamado por los intérpretes de la Biblia el problema de la polisemia. Para abundar más sobre este tema consulte el libro de José Severino Croatto, Hermenéutica Bíblica. (Buenos Aires: La Aurora, 1984).
La predicación narrativa ha sido estudiada, mayormente, en los Estados Unidos de Norteamérica. Para una introducción a este tema vea el panfleto de Gilbert L. Bartholomew, Narrative Preaching (Nashville: Disciples Resources, s/f). Para un tratamiento más extenso y variado consulte el libro editado por Edmund A. Steimle, Morris J. Niedenthal y Charles Rice, Preaching the Story (Philadelphia: Fortress Press, 1980). Para un comentario sobre la importancia de la predicación narrativa en las comunidades Afro-Americanas de los Estados Unidos, véase a James Earl Massey, Designing the Sermon: Order and Movement in Preaching.(Nashville: Abingdon Press, 1980), 35-49 y a Henry H. Mitchell, Black Preaching(New York: Harper and Row, 1970), 132-147 y 169-172.
William J. Carl III, Preaching Christian Doctrine (Philadelphia: Fortress Press, 1984), 9.
Para un comentario más amplio sobre el tema, consulte a Leander E. Keck, The Bible in the Pulpit: The Renewal of Biblical Preaching(Nashville: Abingdon Press, 1980), 100-137, passim. Vea, además, a Elizabeth Achtemeier, Creative Preaching: Finding the Words (Nashville: Abingdon Press, 1980), 61.
Don M. Wardlaw, «Shaping sermons by the context of the text», en Preaching Biblically: Creating Sermons in the Shape of Scripture,editado por Don M. Wardlaw. (Philadelphia: The Westminster Press), 61-62.
Vea, por ejemplo, Ap. 1:17; 5:5; 7:14-18; 11:15; 12:10-11; 19:1-8 y 21:3-4. Consulte, además, el comentario de G.S. Gorhulho y A.F. Anderson, No tengáis miedo: Actualidad del Apocalipsis(Madrid: Ediciones Paulinas, 1981). Para un tratamiento más académico, donde se utiliza el análisis sociológico y una hermenéutica liberadora, vea a Elizabeth Schussler Fiorenza, The Book of Revelation: Justice and Judgment(Philadelphia: Fortress Press, 1985).
Para profundizar en el tema de la predicación bíblica, consulte La Biblia para la predicación (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 2012).
Ficha bibliográfica
Si desea citar este escrito en un ensayo académico, puede usar el siguiente formato:
Jiménez, Pablo A. «¿Qué es la predicación bíblica?» Disponible en: https://www.drpablojimenez.com/2019/05/14/que-es-la-predicacion-biblica-2/
Recuerde incluir el día en el cual accedió al escrito.
Mujer virtuosa es un manuscrito o bosquejo de un sermón listo para predicar, apropiado para el día de las madres, por el Dr. Pablo A. Jiménez.
Texto: Proverbios 31:10
Tema: La mujer que tiene fe en Dios llega a ser verdaderamente virtuosa.
Área: Desarrollo espiritual
Propósito: Invitar a la audiencia a pensar en las características de la mujer virtuosa.
Diseño: Sermón de ocasión especial
Lógica: Inductiva
Introducción
«Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas», así comienza una de las porciones más hermosas de las Sagradas Escrituras. Se encuentra al final del libro de los proverbios, en el capítulo 31, a partir del versículo 10 y hasta el 31. Es un poema en forma de acróstico, donde cada una de las líneas comienza con una palabra que sigue el orden del alfabeto hebreo
La pregunta retórica apunta a una gran verdad, la virtud no abunda en nuestros medios. La gente tiende a vivir «a tontas y a locas», sin ponderar las consecuencias de sus actos. La persona simple termina viviendo para comer y comiendo para vivir. Se levanta y se acuesta pensando sólo en las necesidades físicas de hoy, sin sopesar las consecuencias de su conducta para el mañana.
Por eso es importante buscar y valorar la virtud.
Por eso el poeta bíblico afirma el valor de la mujer.
Por eso firma que una mujer virtuosa vale más que las piedras preciosas.
Las características de la mujer virtuosa
El poema comienza afirmando a la mujer con una palabra que puede ser traducida de varias maneras: virtuosa, capaz y noble (v. 10).
Después de afirmar el valor de la mujer, la palabra divina procede a describir las características de una mujer virtuosa. La mujer descrita en esta porción se distingue por su piedad y por sus buenos sentimientos. Además, es una mujer casada, de cierta posición social y con habilidades para el comercio.
El texto comienza destacando la hermosa relación que la mujer virtuosa tiene con su esposo. Es una relación de confianza y mutualidad, pues el esposo sabe que su esposa siempre hace el bien. El texto dice:
(11) El corazón de su marido confía en ella
y no carecerá de ganancias.
(12) De ella recibe el bien y no el mal
todos los días de su vida.
¡Cuán hermoso es tener una relación basada en la mutua confianza! ¡Cuán hermoso es saber que nuestra pareja sólo nos hará el bien!
El texto pasa a describir la industria de esta mujer.
(13) Ella busca la lana y el lino,
y trabaja gustosamente con sus manos.
(14) Es como la nave del mercader,
que trae su pan desde lejos.
(15) Siendo aún de noche, se levanta
para dar la comida a su familia
y la ración a sus criadas.
(16) Considera la heredad y la compra,
y con sus propias manos planta una viña.
(17) Se ciñe firmemente la cintura
y esfuerza sus brazos.
(18) Ve que van bien sus negocios;
su lámpara no se apaga de noche.
(19) Aplica sus manos a la rueca
y sus dedos manejan el huso.
Y,
(21) No teme por su familia cuando nieva,
porque toda su familia va vestida de ropas abrigadas.
(22) Ella se teje los tapices,
y de lino fino y de púrpura es su vestido.
Además,
(24) Teje telas y las vende,
y provee de cintas al mercader.
Aquí debemos reconocer que esta mujer se aparta de la norma del mundo antiguo. La inmensa mayoría de las mujeres del pasado no tenían oportunidades de estudio o de trabajo. La industria y el comercio se veían como campos donde sólo los hombres podían transitar.
Sin embargo, esta mujer tiene varios negocios: hace ropa, teje tapices y hasta compra y vende propiedades. Repito, esto no era común en el mundo antiguo.
Lo interesante es que su interés comercial no empañó su corazón. Por el contrario, de acuerdo al v. 20, la mujer virtuosa «alarga su mano al pobre; extiende sus manos al menesteroso».
Los valores de la mujer virtuosa
En la próxima sección podemos ver que esta mujer goza de una posición social muy alta. El v. 23 dice: «Su marido es conocido en las puertas de la ciudad,cuando se sienta con los ancianos del país». Esta es una referencia a una práctica muy antigua, donde los hombres más prominentes de la ciudad–los líderes de los clanes familiares–se sentaban a la puerta de la ciudad para discutir el futuro de la ciudad y para juzgar los casos legales que el pueblo les presentaba.
Esto es lo que vemos en el capítulo 4 del libro de Ruth, cuando Booz acude a la puerta de la ciudad donde un improvisado tribunal decide quién tiene derecho a casarse con la viuda moabita (4:1-12).
Por lo tanto, la mujer virtuosa de Proverbios 31 es la esposa de un hombre importante; equivalente a alcalde o un legislador. Esto presenta un gran peligro para quienes leemos, estudiamos y exponemos este pasaje bíblico. Corremos el peligro de pensar de pensar que sólo las mujeres casadas, adineradas y prominentes son verdaderamente virtuosas.
Y esto sería un grave error. El valor de esta mujer no depende de su dinero, de su posición social o del trabajo de su esposo. Lo que distingue a esta mujer es su fe en Dios y los valores que se derivan de su fe. Por eso, los vv. 25 al 27 destacan su fuerza, su honor, su confianza, su sabiduría, su clemencia y su dedicación.
(25) Fuerza y honor son su vestidura,
y se ríe de lo por venir.
(26) Abre su boca con sabiduría
y la ley de la clemencia está en su lengua.
(27) Considera la marcha de su casa
y no come el pan de balde.
Conclusión
El texto termina enfocando precisamente en la fe y en los valores que distinguen a este mujer. Su valor es tal que su propia familia la alaba diciendo:
(28) Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada,
y su marido también la alaba:
(29) «¡Muchas mujeres han hecho el bien,
pero tú las sobrepasas a todas!».
Y el texto concluye con una advertencia que hoy, en nuestra cultura de la celebridad, cobra una importancia crucial:
(30) Engañosa es la gracia y vana la hermosura,
pero la mujer que teme a Jehová, esa será alabada.
(31) ¡Ofrecedle del fruto de sus manos,
y que en las puertas de la ciudad la alaben sus hechos!
En resumen, lo que hace a una mujer verdaderamente virtuosa es su fe en Dios. Y este mensaje es una «buena noticia» para todas las mujeres en nuestro entorno:
Las casadas y las solteras;
Las viudas y las divorciadas;
Las madres y las que nunca han tenido hijos o hijas;
Las que gozan de posición social y las de condición humilde;
Las que tienen títulos universitarios y las que no tuvieron oportunidades de estudio;
Las que tienen negocios y las que son amas de casa;
Las jóvenes y las ancianas.
El mensaje para todas ustedes es el mismo: «La mujer que honra al señor es digna de alabanza» (Prov. 31:30 DHH).
Un bosquejo listo para predicar sobre el desafío que la mujer cananea le planteó a Jesús, de acuerdo a Mateo 15.21-28, por Pablo A. Jiménez.
El final del Evangelio según San Mateo–conocido como «La Gran Comisión» (28:16-20)–presenta un entendimiento amplio de la misión cristiana. Este pasaje llama a hacer discípulos en todas las naciones (v. 19). Por lo tanto, afirma que el Evangelio está abierto tanto a las personas judías como a las que no lo son.
Sin embargo, otras partes de Mateo presentan un concepto distinto de la misión. En el Sermón misionero de Jesús, que aparece en el capítulo 10, encontramos un texto que apoya una visión limitada de la tarea de la iglesia: «A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones diciendo: Por camino de gentiles, no vayáis, y en ciudad de gentiles, no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mateo 10:5-6).
Esta discrepancia en la teología de Mateo conduce a una pregunta: ¿Por qué ocurre este cambio en la visión misionera? ¿Qué suceso provoca esta transformación?
La pista para resolver este enigma se encuentra en el relato de La fe de la Mujer Cananea que aparece en Mateo 15:21-28. Este pasaje marca el momento en el cuál Jesús adopta una posición abierta y universalista de la misión cristiana. En este sentido, el relato de la Cananea es uno de los pasajes centrales del Primer Evangelio. Pasemos, pues, a considerar algunos aspectos importantes de este relato y a explorar su mensaje para la iglesia de hoy.
Jesús y la Mujer Cananea
Según Mateo, este es el único episodio del ministerio de Jesús que ocurre fuera de Israel. Jesús va a las regiones de Tiro y de Sidón (v. 21)–la periferia de la Tierra Santa–al sur del Líbano. Estas regiones colindan con el norte de Galilea, la patria de Jesús. Para el liderazgo religioso de Jerusalén, éstos eran territorios impuros donde la fe judía estaba contaminada con ideas paganas. El Nuevo Testamento recoge este prejuicio en versos como Juan 7:52, donde los principales sacerdotes y fariseos le recuerdan a Nicodemo que «de Galilea nunca se ha levantado profeta.»
Al llegar a territorio extranjero, una mujer le sale al paso (v. 22a) y le dice que su hija era atormentada por un demonio (v. 22b). Al acercarse a Jesús, esta mujer estaba cometiendo un acto impropio para la gente de su época. En el mundo antiguo–como en algunas culturas islámicas hoy–se le prohibía a la mujer hablar en público. Sólo las prostitutas abordaban a los hombres en la calle. Nuestro idioma recoge este prejuicio en frases tales como «mujer de la calle» o «mujer pública». La condición de esta mujer era aún más grave, ya que era extranjera. El texto la identifica como «cananea», es decir, fenicia o libanesa. Sin embargo, la mujer tenía algún conocimiento de la fe judía, ya que llama a Jesús «Hijo de David» (v. 22b). Esto no implica que la mujer se había convertido al judaísmo, sino que–dada la proximidad a Galilea–conocía la esperanza de la llegada del Mesías de Israel.
Jesús permanece callado ante el grito de la mujer (v. 23a). Esto contrasta con la actitud de los discípulos, quienes le piden a Jesús que la despida porque estaba haciendo un escándalo (v. 23b). El Maestro responde usando palabras muy duras: «No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (v. 24). Jesús afirma el concepto judío tradicional de la misión: Su ministerio está limitado al pueblo de Israel (vea Mt. 10:6).
Sin embargo, la mujer cananea continúa gritando: «¡Señor, socórreme!» (v. 25). El entendimiento tradicional de la misión no es suficiente para ella, pues no puede transformar su situación dolorosa. Una vez más, Jesús reitera su posición usando palabras sumamente fuertes: «No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos» (v. 26). En el tiempo de Jesús la palabra «perro» era un término común para expresar desprecio o injuriar a otra persona. En particular, los judíos llamaban «perros» a los samaritanos y a los extranjeros.
Sorpresivamente, la mujer desafía a Jesús con una frase maravillosa: «Sí, Señor; pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos» (v. 27). Las «migajas» eran los pedazos de pan sin levadura usados por los comensales para meter la mano en el plato, recoger la comida y llevársela a la boca. Cuando se mojaba, se echaba al piso y se cortaba otro pedazo. También se usaban pedazos de pan para limpiarse las manos después de comer. En otras palabra, las «migajas» sustituían a los cubiertos y las servilletas de hoy.
La Cananea no desea desbancar al pueblo judío ni desafiar su posición en el plan divino. Ella sólo aspira a «comer las sobras». Sólo aspira a alcanzar un poco de la misericordia que los «escogidos» han rechazado.
Ante la contundente frase de la mujer cananea, Jesús contesta su petición. Después de alabarla por su fe, el Maestro la despide afirmando que la joven endemoniada había sido liberada de las fuerzas del mal (v. 28).
Un nuevo concepto de la misión
Al principio, Jesús afirma que su ministerio está limitado al pueblo de Israel. Sin embargo, la mujer cananea desafía el concepto limitado de la misión y Jesús adopta una nueva política misionera. Ahora los extranjeros también pueden alcanzar salvación. A partir de este momento, la misión cristiana queda abierta y la Iglesia está llamada a ir «a todas las naciones» (Mt. 28:19).
Este relato nos llama a evaluar nuestra práctica misionera. Los discípulos, convencidos de estar siguiendo la voluntad de Dios, rechazaron a una mujer atormentada por el mal. La rechazaron por su nacionalidad, por su condición social y por ser mujer. En vez de conducirla al Dios de la vida, la dejaron en garras de las fuerzas del mal. Mirándonos en este espejo, debemos preguntar, ¿quiénes son las «mujeres cananeas» hoy? ¿Cuál es nuestra actitud ante las personas que son distintas a nosotros? ¿Cómo podemos desarrollar ministerios para liberar a las personas marginadas?
El encuentro de Jesús y la mujer cananea nos llama a desarrollar una visión misionera abierta e inclusiva. Un trabajo misionero que libere a las personas oprimidas por el mal. Un enfoque misionero libre del sexismo, del racismo y de los prejuicios sociales que limitan el alcance de la iglesia. Una iglesia donde las «mujeres cananeas» de hoy encuentren salud, misericordia y salvación.
Las Iglesias en deterioro corren el peligro de cerrar sus puertas pronto. En gran parte, esto se debe a dos condiciones negativas. Por un lado, viven enamoradas de su pasado, que se ha convertido en un “héroe” para la feligresía. Por otro lado, han abandonado la evangelización y el discipulado.
En lugar de enseñar las disciplinas espirituales a los nuevos creyentes, estas congregaciones les enseñan las “Las cuatro P’s”:
A preocuparse por la PROPIEDAD (el templo, las instalaciones y los terrenos de la Iglesia).
A apoyar el PROGRAMA tradicional de la Iglesia, rechazando todo tipo de actualización, modificación o cambio.
A conocer la POLITICA de la Iglesia local y de la denominación, prestando atención a la elección de quienes han de servir en distintos puestos de autoridad.
A supervisar al PERSONAL, particularmente a la figura pastoral, a quien consideran como una empleada de la congregación. Esto implica que el liderazgo laico de la Iglesia tiene un rol de supervisión sobre el pastor o la pastora.
A estos cuatro elementos se unen tres más:
La HERENCIA, recalcando la importancia de conocer la historia de la Iglesia local, los nombres de feligreses fallecidos, los nombres de quienes donaron propiedades o terrenos, etc.
La HIMNODIA CLASICA, afirmando que los himnos tradicionales son superiores a los cánticos contemporáneos. Esto puede causar una “guerra de adoración” en la congregación, obligando a la facción “perdedora” a irse de la Iglesia.
Las PREFERENCIAS PERSONALES, entendidas como la insistencia en que el programa, los horarios de las actividades, el orden del culto de adoración, la música y hasta la longitud de los sermones sean del agrado de la mayoría de la feligresía. Quienes llevan mucho tiempo en la Iglesia, entienden que tienen “derechos adquiridos” y que, por lo tanto, el ministro está obligado complacerlos.
¿Por qué afirmo que estos elementos son negativos? Son peligrosos para la vida de la Iglesia local porque miran “hacia adentro”, no “hacia afuera”. Crean condiciones donde la congregación deja de enfocarse en la misión, en la evangelización y en el discipulado, que son las prácticas que distinguen a la Iglesia de Jesucristo. Cuando la Iglesia se enfoca en sus propias preferencias y necesidades, olvida el mandato de Jesús de “Ir y hacer discípulos” (Mateo 28.19). La congregación que abandona la evangelización y el discipulado, entra en un ciclo de deterioro, crisis y, eventualmente, cierre.
¡La buena noticia es que su Iglesia local no tiene que morir! Para crecer, solo tiene que enfocarse en la misión de alcanzar a la comunidad circundante con el poderoso mensaje del Evangelio de Jesucristo, evangelizando a las personas no creyentes y discipulando a quienes reconozcan a Jesús como Señor y Salvador.
La séptima palabra es: “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Habiendo dicho esto, expiró.” Lucas 23.46
Después de haber cumplido su obra en el mundo, ¿qué le resta a Jesús? Sólo queda invocar al Padre para ser restaurado a la gloria que tuvo con él desde “antes que el mundo existiera” (Jn 17.5).
Jesús vuelve a llamar a Dios “Padre”, en forma íntima y personal. Probablemente usó la palabra aramea “abba” para referirse a Dios en esta ocasión. Esta es la misma palabra que aparece en Romanos 8.15 y Gálatas 4.6. Este vocablo se utilizaba sólo en la intimidad del hogar, ya que implica una íntima relación de amor y cariño sentido. En este sentido, es como si Jesús llamara a Dios “papi” o “papito”, como un bebé llama a su padre.
Jesús invoca al Dios “Padre” para volver a él, para entregarle su espíritu. De este modo, se cumple la profecía del Salmo 22.8: “Se encomendó a Jehová: líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía”.
Jesús se entrega a Dios para ser restaurado, para ser reivindicado ante los ojos de los pecadores que le habían llevado a la cruz. En una palabra, Jesús se entrega a Dios para ser levantado de entre los muertos por medio del poder del Espíritu Santo.
El Galileo no quedó colgado en la cruz. Fue sepultado el viernes en la tarde, pero no resucitó hasta el domingo—día del Señor—en la mañana.
El Hijo entrega su espíritu al Padre en esperanza. Con la esperanza de resucitar de entre los muertos a una vida incorruptible. Y con su resurrección, Jesús abre el camino para toda aquella persona que cree. Y con él la iglesia tiene la esperanza gloriosa de vida abundante y eterna con su Señor. Desde ahora, nadie tendrá que morir en desesperanza.
Al leer este relato, una pregunta surge en mi mente. ¿Tendría yo la valentía necesaria para enfrentar la muerte con tanta valentía? ¿Tendría yo la fe necesaria para enfrentar la muerte con tanta paz? ¿Podría yo expirar confiado en quedar en las manos de Dios? ¿Podría yo? ¿Podría usted?
Conclusión
El viernes es el día de la muerte. Temprano en la tarde, el cuerpo de Jesús cuelga del madero. Ha expirado; ha muerto. Ha muerto:
Por mis pecados,
Por tus pecados,
Y por los pecados de toda la humanidad.
En sus palabras finales ha resumido su obra salvífica. Jesús nos perdona, nos ofrece la gloria, nos da una nueva familia, afirma que ahora tenemos libre acceso a Dios, se identifica con nosotros y nos da esperanza de salvación.
Ahora sólo me resta invitarle a aceptar la invitación que Jesús nos hace desde la cruz. Jesús te invita a dejar atrás la vida vieja, a aceptar su perdón y a caminar hacia el futuro con esperanza. Jesús te invita a imaginar un nuevo futuro, dirigido hacia la vida plena que se encuentra cuando se vive en comunión con Dios. Jesús te invita. Jesús te invita.
Dos palabras. Nunca dos palabras habían dicho tanto como éstas. Nunca una frase tan corta había tenido un sentido tan profundo como ésta.
“Consumado es.” Esta es una declaración de victoria. La obra salvífica de Jesús estaba sellada. El mundo perdido ahora tiene oportunidad de salvación. Jesús ha obedecido al Padre hasta lo sumo y éste lo ha declarado “Hijo de Dios con poder”, como dijo el Apóstol Pedro en Hechos 2. Con obediencia perfecta, Jesús ha demostrado que el mal no es absoluto; que es posible vivir en comunión con Dios. Con su obediencia perfecta, Jesús ha llevado la humanidad hasta el seno del Padre. Ahora la humanidad tiene en Jesús un intermediario, un intercesor.
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, pero alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Hebreos 4.14-16
“Consumado es” es la declaración de la derrota del mal. Ya la vida ha triunfado sobre la muerte. Ya la esperanza ha triunfado sobre el dolor. Ya la justicia ha triunfado sobre el pecado. Ya Dios ha triunfado sobre el Adversario y sus huestes del mal. Ahora:
…ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo alto, ni lo bajo, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús.
Romanos 8.38-39
Pero, en un sentido más profundo, “consumado es” significa que ya no hay abismo. El grito de Jesús desde la cruz le dice al mundo que el abismo que creó el pecado entre Dios y el ser humano ya no existe. Ahora hay un punto de contacto entre la divinidad y el género humano. La cruz es el puente.
La cruz es el puente que lleva al ser humano hasta la presencia de Dios. La cruz de Jesús ha revelado la justicia divina y ahora es posible ser salvo por gracia. La salvación es, pues, don divino; regalo de vida para todo aquel que cree.