El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es pastor, conferenciante, escritor, editor de libros teológicos y profesor en el área de teología pastoral, particularmente de homilética y predicación.
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
#caelanoche #DrPj
Lectura Bíblica: Hechos 2.22-47
22 »Varones israelitas, escuchen mis palabras: Jesús nazareno, que fue el varón que Dios aprobó entre ustedes por las maravillas, prodigios y señales que hizo por medio de él, como ustedes mismos lo saben,23 fue entregado conforme al plan determinado y el conocimiento anticipado de Dios, y ustedes lo aprehendieron y lo mataron por medio de hombres inicuos, crucificándolo.24 Pero Dios lo levantó, liberándolo de los lazos de la muerte, porque era imposible que la muerte lo venciera.25 De él dice David:
Siempre veía al Señor ante mí. Él está a mi derecha, y nada me perturbará. 26 Por eso mi corazón se alegró, y mi lengua cantó llena de gozo. Mi cuerpo descansará en la esperanza, 27 porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo se corrompa. 28 Me hiciste conocer los caminos de la vida, y me llenarás de gozo con tu presencia.
29 »Varones hermanos, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que nuestro patriarca David murió y fue sepultado, y que hoy sabemos dónde está su sepulcro entre nosotros.30 David era profeta, y sabía que Dios le había jurado que de su linaje humano saldría el Cristo, que se sentaría en su trono.31 Esto lo vio antes de que sucediera, y habló de la resurrección de Cristo y de que su alma no se quedaría en el Hades, ni su cuerpo se corrompería.32 Pues a este Jesús Dios lo resucitó, y de eso todos nosotros somos testigos.33 Y como él fue exaltado por la diestra de Dios, recibió del Padre la promesa del Espíritu Santo, y ha derramado esto que ahora están viendo y oyendo.34 David mismo no subió a los cielos, pero sí dice:
»Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, 35 hasta que yo ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
36 »Sépalo bien todo el pueblo de Israel, que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo.»
37 Al oír esto, todos sintieron un profundo remordimiento en su corazón, y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: «Hermanos, ¿qué debemos hacer?»38 Y Pedro les dijo: «Arrepiéntanse, y bautícense todos ustedes en el nombre de Jesucristo, para que sus pecados les sean perdonados. Entonces recibirán el don del Espíritu Santo.39 Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos, para todos los que están lejos, y para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios llame.»40 Y con muchas otras palabras les hablaba y los animaba. Les decía: «Pónganse a salvo de esta generación perversa.»41 Fue así como los que recibieron su palabra fueron bautizados, y ese día se añadieron como tres mil personas,42 las cuales se mantenían fieles a las enseñanzas de los apóstoles y en el mutuo compañerismo, en el partimiento del pan y en las oraciones.
La vida de los primeros cristianos
43 Al ver las muchas maravillas y señales que los apóstoles hacían, todos se llenaban de temor,44 y todos los que habían creído se mantenían unidos y lo compartían todo;45 vendían sus propiedades y posesiones, y todo lo compartían entre todos, según las necesidades de cada uno.46 Todos los días se reunían en el templo, y partían el pan en las casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón,47 mientras alababan a Dios y brindaban ayuda a todo el pueblo. Y cada día el Señor añadía a la iglesia a los que habían de ser salvos.
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
#caelanoche #DrPj
Lectura Bíblica: Hechos 2.1-21
La llegada del Espíritu Santo
Cuando llegó el día de Pentecostés, todos ellos estaban juntos y en el mismo lugar.2 De repente, un estruendo como de un fuerte viento vino del cielo, y sopló y llenó toda la casa donde se encontraban.3 Entonces aparecieron unas lenguas como de fuego, que se repartieron y fueron a posarse sobre cada uno de ellos.4 Todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu los llevaba a expresarse.
5 En aquel tiempo vivían en Jerusalén judíos piadosos, que venían de todas las naciones conocidas.6 Al escucharse aquel estruendo, la multitud se juntó, y se veían confundidos porque los oían hablar en su propia lengua.7 Estaban atónitos y maravillados, y decían: «Fíjense: ¿acaso no son galileos todos estos que están hablando?8 ¿Cómo es que los oímos hablar en nuestra lengua materna?9 Aquí hay partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto y Asia.10 Están los de Frigia y Panfilia, los de Egipto y los de las regiones de África que están más allá de Cirene. También están los romanos que viven aquí, tanto judíos como prosélitos,11 y cretenses y árabes, ¡y todos los escuchamos hablar en nuestra lengua acerca de las maravillas de Dios!»12 Todos ellos estaban atónitos y perplejos, y se decían unos a otros: «¿Y esto qué significa?»13 Pero otros se burlaban, y decían: «¡Están borrachos!»
Primer discurso de Pedro
14 Entonces Pedro se puso de pie, junto con los otros once, y con potente voz dijo: «Varones judíos, y ustedes, habitantes todos de Jerusalén, sepan esto, y entiendan bien mis palabras.15 Contra lo que ustedes suponen, estos hombres no están borrachos, pues apenas son las nueve de la mañana.16 Más bien, esto es lo que dijo el profeta Joel:
17 »Dios ha dicho: En los últimos días derramaré de mi Espíritu sobre toda la humanidad. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán; sus jóvenes tendrán visiones y sus ancianos tendrán sueños. 18 En esos días derramaré de mi Espíritu sobre mis siervos y mis siervas, y también profetizarán. 19 Haré prodigios en el cielo, y en la tierra se verán señales de sangre, de fuego y de vapor de humo. 20 El sol se oscurecerá, la luna se pondrá roja como sangre, antes de que llegue el día del Señor y se muestre en toda su grandeza. 21 Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
#caelanoche #DrPj
Lectura Bíblica: Hechos 1
La promesa del Espíritu Santo
Estimado Teófilo, en mi primer tratado hablé acerca de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,2 hasta el día en que fue recibido en el cielo, después de que por medio del Espíritu Santo, les dio mandamientos a los apóstoles que había escogido.3 Después de su muerte, se les presentó vivo y, con muchas pruebas que no admiten duda, se les apareció durante cuarenta días y les habló acerca del reino de Dios.4 Mientras estaban juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que les dijo: «Esperen la promesa del Padre, la cual ustedes oyeron de mí.5 Como saben, Juan bautizó con agua, pero dentro de algunos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo.»
La ascensión
6 Entonces los que estaban reunidos con él le preguntaron: «Señor, ¿vas a devolverle a Israel el reino en este tiempo?»7 Y él les respondió: «No les toca a ustedes saber el tiempo ni el momento, que son del dominio del Padre.8 Pero cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo recibirán poder, y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.»9 Después de haber dicho esto, ellos lo vieron elevarse y ser recibido por una nube, que lo ocultó de sus ojos.10 Mientras miraban al cielo y veían cómo él se alejaba, dos varones vestidos de blanco se pusieron junto a ellos11 y les dijeron: «Varones galileos, ¿por qué están mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ustedes han visto irse al cielo, vendrá de la misma manera que lo vieron desaparecer.»
Elección del sucesor de Judas
12 Entonces los apóstoles volvieron a Jerusalén desde el monte del Olivar, que dista de Jerusalén poco más de un kilómetro.13 Cuando llegaron a Jerusalén, subieron al aposento alto, donde se hallaban Pedro, Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, el hermano de Jacobo.14 Todos ellos oraban y rogaban a Dios continuamente, en unión de las mujeres, de María la madre de Jesús, y de sus hermanos.
15 Uno de esos días Pedro se puso de pie, en medio de los hermanos (que estaban reunidos y eran como ciento veinte), y dijo:16 «Hermanos míos, tenía que cumplirse la Escritura, donde por boca de David se dice que el Espíritu Santo habló acerca de Judas, el que guió a los que prendieron a Jesús.17 Nosotros lo considerábamos como uno de los nuestros, porque era parte de este ministerio.18 Con lo que le pagaron por su iniquidad, Judas compró un campo; pero se cayó de cabeza y su cuerpo se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron.19 Como esto lo supieron todos los habitantes de Jerusalén, aquel campo se llama Acéldama, que en su lengua quiere decir “Campo de sangre”.20 En el libro de los Salmos está escrito:
»Que su habitación quede desierta; que nadie viva allí, y que otro tome su oficio.
21 »Se hace necesario que, de aquellos que nos acompañaron todo el tiempo en que el Señor Jesús estuvo entre nosotros,22 desde que Juan bautizaba hasta el día en que el Señor subió al cielo, uno de ellos se nos una para ser testigo de su resurrección.»
23 Entonces señalaron a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre «el Justo», y a Matías.24 Y en su oración dijeron: «Señor, tú conoces todos los corazones. Muéstranos a cuál de los dos has escogido,25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de la que Judas cayó por su transgresión para irse a donde le correspondía.»26 Y lo echaron a la suerte, y ésta recayó en Matías. Y a partir de entonces fue contado entre los once apóstoles.
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
#caelanoche #DrPj
Lectura Bíblica: Juan 21
Jesús se aparece a siete de sus discípulos
Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos, junto al lago de Tiberias; y lo hizo de esta manera:2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, conocido como el Dídimo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.3 Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.» Ellos le dijeron: «También nosotros vamos contigo.» Fueron, y entraron en una barca; pero aquella noche no pescaron nada.
4 Cuando ya estaba amaneciendo, Jesús se presentó en la playa; pero los discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús.5 Y él les dijo: «Hijitos, ¿tienen algo de comer?» Le respondieron: «No».6 Él les dijo: «Echen la red a la derecha de la barca, y hallarán.» Ellos echaron la red, y eran tantos los pescados que ya no la podían sacar.7 Entonces el discípulo a quien Jesús amaba le dijo a Pedro: «¡Es el Señor!» Y cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se puso la ropa (porque se había despojado de ella) y se echó al mar.8 Los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban como a doscientos codos de la orilla.
9 Al descender a tierra, vieron brasas puestas, un pescado encima de ellas, y pan.10 Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de pescar.»11 Simón Pedro salió del agua y sacó la red a tierra, llena de grandes pescados. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de ser tantos la red no se rompió.12 Jesús les dijo: «Vengan a comer.» Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Tú, quién eres?», pues sabían que era el Señor.13 Entonces, Jesús tomó el pan y les dio de él, lo mismo que del pescado.14 Ésta era la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.
Apacienta mis ovejas
15 Cuando terminaron de comer, Jesús le dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?» Le respondió: «Sí, Señor; tú sabes que te quiero.» Él le dijo: «Apacienta mis corderos.»16 Volvió a decirle por segunda vez: «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?» Pedro le respondió: «Sí, Señor; tú sabes que te quiero.» Le dijo: «Pastorea mis ovejas.»17 Y la tercera vez le dijo: «Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres?» Pedro se entristeció de que la tercera vez le dijera «¿Me quieres?», y le respondió: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te vestías e ibas a donde querías; pero cuando ya seas viejo, extenderás tus manos y te vestirá otro, y te llevará a donde no quieras.»19 Jesús dijo esto, para dar a entender con qué muerte glorificaría a Dios. Y dicho esto, añadió: «Sígueme».
El discípulo amado
20 Al volverse Pedro, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y que le había dicho: «Señor, ¿quién es el que te entregará?»21 Cuando Pedro lo vio, le dijo a Jesús: «Señor, ¿y éste, qué?»22 Jesús le dijo: «Si yo quiero que él se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»23 De allí surgió la idea entre los hermanos de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría. Sólo le dijo: «Si yo quiero que él se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?»
24 Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y que las ha escrito. Y sabemos que su testimonio es verdadero.
25 Jesús también hizo muchas otras cosas, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
#caelanoche #DrPj
Lectura Bíblica: Juan 20
La resurrección
El primer día de la semana, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra del sepulcro había sido quitada.2 Entonces fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que Jesús amaba, y les dijo: «¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!»3 Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.4 Corrían los dos juntos, aunque el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.5 Cuando se acercó para mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró.6 Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí;7 pero el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no estaba puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y al ver todo eso, creyó.9 Y es que aún no habían entendido la Escritura, de que era necesario que él resucitara de los muertos.10 Y los discípulos volvieron a sus casas.
Jesús se aparece a María Magdalena
11 Pero María estaba afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro,12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados donde el cuerpo de Jesús había sido puesto; uno estaba a la cabecera, y el otro a los pies.13 Y le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les dijo: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.»14 Tan pronto dijo esto, María se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí; pero no se dio cuenta de que era Jesús.15 Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»16 Jesús le dijo: «¡María!» Entonces ella se volvió y le dijo en hebreo: «¡Raboni!» (que quiere decir, «Maestro»).17 Jesús le dijo: «No me toques, porque aún no he subido a donde está mi Padre; pero ve a donde están mis hermanos, y diles de mi parte que subo a mi Padre y Padre de ustedes, a mi Dios y Dios de ustedes.»18 Entonces María Magdalena fue a dar las nuevas a los discípulos, de que había visto al Señor, y de que él le había dicho estas cosas.
Jesús se aparece a los discípulos
19 La noche de ese mismo día, el primero de la semana, los discípulos estaban reunidos a puerta cerrada en un lugar, por miedo a los judíos. En eso llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: «La paz sea con ustedes.»20 Y mientras les decía esto, les mostró sus manos y su costado. Y los discípulos se regocijaron al ver al Señor.21 Entonces Jesús les dijo una vez más: «La paz sea con ustedes. Así como el Padre me envió, también yo los envío a ustedes.»22 Y habiendo dicho esto, sopló y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo.23 A quienes ustedes perdonen los pecados, les serán perdonados; y a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados.»
Incredulidad de Tomás
24 Pero Tomás, uno de los doce, conocido como el Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.25 Entonces los otros discípulos le dijeron: «Hemos visto al Señor.» Y él les dijo: «Si yo no veo en sus manos la señal de los clavos, ni meto mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré.»
26 Ocho días después, sus discípulos estaban otra vez a puerta cerrada, y Tomás estaba con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús llegó, se puso en medio de ellos y les dijo: «La paz sea con ustedes.»27 Luego le dijo a Tomás: «Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»28 Entonces Tomás respondió y le dijo: «¡Señor mío, y Dios mío!»29 Jesús le dijo: «Tomás, has creído porque me has visto. Bienaventurados los que no vieron y creyeron.»
El propósito del libro
30 Jesús hizo muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.31 Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer, tengan vida en su nombre.
En lo personal, yo afirmo que Dios llama y capacita mujeres para ejercer el ministerio cristiano. Empero, sé que otras personas sostienen otras posiciones. Aunque diferimos, respeto su posición.
Ahora bien, recientemente alguien me escribió diciendo que el Nuevo Testamento no habla mujeres posiciones de liderazgo. Con respeto, le indico que eso no es correcto. A continuación presento varios textos bíblicos que mencionan mujeres en posiciones de autoridad en la Iglesia. Los textos bíblicos provienen de la Reina Valera Contemporánea (RVC). Búsquelos en su versión favorita de la Biblia.
No voy a explicar los textos a profundidad, solo le pido que ustedes los lean y los estudien con seriedad. Dejo a su criterio el peso que debe darse a estos pasajes bíblicos. Que Dios les bendiga.
Mujeres que seguían a Jesús
Lucas 8.1 Después de esto, Jesús andaba por todas las ciudades y aldeas, y allí proclamaba y anunciaba las buenas noticias del reino de Dios. Lo acompañaban los doce, 2 y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena, y de la que habían sido expulsados siete demonios; 3 Juana, la mujer de Chuza, el intendente de Herodes; Susana, y muchas otras que los atendían con sus propios recursos.
Las mujeres proclaman la resurrección a los Once
Mateo 28.8 Entonces ellas salieron del sepulcro con temor y mucha alegría, y fueron corriendo a dar la noticia a los discípulos. 9 En eso, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Salve!» Y ellas se acercaron y le abrazaron los pies, y lo adoraron. 10 Entonces Jesús les dijo: «No teman. Vayan y den la noticia a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allí me verán.»
Lucas 24.1 Pero el primer día de la semana, muy temprano, las mujeres regresaron al sepulcro. Llevaban las especias aromáticas que habían preparado. 2 Como se encontraron con que la piedra del sepulcro había sido quitada, 3 entraron; pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. 4 Mientras ellas se preguntaban qué podría haber pasado, dos hombres con vestiduras resplandecientes se pararon junto a ellas. 5 Llenas de miedo, se inclinaron ocultando su rostro; pero ellos les dijeron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? 6 No está aquí. ¡Ha resucitado! Acuérdense de lo que les dijo cuando aún estaba en Galilea: 7 “Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado. Pero al tercer día resucitará.”» 8 Ellas se acordaron de sus palabras, 9 y cuando volvieron del sepulcro les contaron todo esto a los once, y a todos los demás. 10 Las que contaron esto a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María la madre de Jacobo, y las otras mujeres.11 El relato de las mujeres les pareció a los apóstoles una locura, así que no les creyeron; 12 pero Pedro se fue corriendo al sepulcro y, cuando miró hacia dentro y vio los lienzos allí dejados, volvió a su casa pasmado de lo que había sucedido.
Mujeres en el liderazgo de la Iglesia Primitiva
Hechos 1.12 Entonces los apóstoles volvieron a Jerusalén desde el monte del Olivar, que dista de Jerusalén poco más de un kilómetro. 13 Cuando llegaron a Jerusalén, subieron al aposento alto, donde se hallaban Pedro, Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, el hermano de Jacobo. 14 Todos ellos oraban y rogaban a Dios continuamente, en unión de las mujeres, de María la madre de Jesús, y de sus hermanos.
Priscila y Aquila educan en la fe a Apolos (*En la literatura griega, una mujer solo se menciona primero si es más importante que el esposo)
Hechos 18.24 Por esos días llegó a Éfeso un judío de Alejandría, que se llamaba Apolos. Era muy elocuente, y tenía un sólido conocimiento de las Escrituras; 25 además, había sido instruido en el camino del Señor, y con espíritu fervoroso hablaba y enseñaba con precisión todo lo concerniente al Señor. Pero sólo conocía el bautismo de Juan. 26 Apolos comenzó a hablar en la sinagoga sin ningún temor, pero cuando Priscila y Aquila lo oyeron, lo llamaron aparte y le expusieron con todo detalle el camino de Dios. 27 Apolos quería ir a Acaya, y los hermanos lo animaron; escribieron a los discípulos de allá para que lo recibieran y, cuando él llegó, fue de mucho provecho para los que, por la gracia de Dios, habían creído, 28 pues con mucha vehemencia refutaba en público a los judíos, y con las Escrituras les demostraba que Jesús era el Cristo.
Mujeres profetizando
Hechos 21.8 Al día siguiente, salimos y nos dirigimos a Cesarea; allí nos hospedamos en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete 9 y que tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban.
1 Corintios 11.5 Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza; es como si se hubiera rapado.
Febe, la diaconisa
Romanos 16.1 Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea.2 Les pido que la reciban en el Señor, como merecen ser recibidos los santos, y que la ayuden en cualquier cosa que necesite de ustedes, porque ha ayudado a muchos, y también a mí mismo.
Mujeres que “trabajan en el Señor”
Romanos 16.12 Saluden a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saluden a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor.
Cloé, líder de un grupo en Corinto
1 Corintios 1.10 Hermanos, les ruego por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se pongan de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer. 11 Digo esto, hermanos míos, porque los de Cloé me han informado que entre ustedes hay contiendas. 12 Quiero decir, que algunos de ustedes dicen: «Yo soy de Pablo»; otros, «yo soy de Apolos»; otros, «yo soy de Cefas»; y aun otros, «yo soy de Cristo». 13 ¿Acaso Cristo está dividido? ¿Acaso Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O fueron ustedes bautizados en el nombre de Pablo?
Evodia y Síntique, líderes en Filipos
Filipenses 4.1 Así que, hermanos míos, amados y deseados, gozo y corona mía, ¡manténganse firmes en el Señor, amados! 2 Ruego a Evodia y a Síntique, que se pongan de acuerdo en el Señor. 3 También a ti, mi compañero fiel, te ruego que ayudes a éstas que lucharon conmigo en el evangelio, junto con Clemente y mis otros colaboradores, cuyos nombres están en el libro de la vida.
Requisitos de los diáconos
1 Timoteo 3.8 De igual manera, los diáconos deben ser honestos y sin doblez, no demasiado afectos al vino ni codiciosos de ganancias deshonestas; 9 y deben guardar el misterio de la fe con limpia conciencia. 10 Además, éstos primero deben ser puestos a prueba y, si son irreprensibles, entonces podrán ejercer el diaconado. 11 Las mujeres, por su parte, deben ser honestas, y no calumniadoras, sino sobrias y fieles en todo. 12 Los diáconos deben tener una sola esposa, y gobernar bien sus hijos y sus casas, 13 pues los que ejercen bien el diaconado ganan para sí mismos un grado honroso y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.
Requisitos de los ancianos
Tito 2.1 Pero tú habla de lo que vaya de acuerdo con la sana doctrina. 2 Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor y en la paciencia. 3 Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su porte y maestras del bien, no calumniadoras ni esclavas del vino; 4 deben enseñar a las mujeres más jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, 5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas y sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
#caelanoche #DrPj
Lectura Bíblica: Juan 19.23-42
23 Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos y los partieron en cuatro, una parte para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual no tenía ninguna costura, y de arriba abajo era de un solo tejido.24 Y dijeron entre sí: «No la partamos. Más bien, echemos suertes, a ver quién se queda con ella.» Esto fue así para que se cumpliera la Escritura, que dice:
«Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes.»
Y así lo hicieron los soldados. 25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.26 Cuando Jesús vio a su madre, y vio también presente al discípulo a quien él amaba, le dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»27 Y al discípulo le dijo: «Ahí tienes a tu madre.» Y a partir de ese momento el discípulo la recibió en su casa.
28 Después de esto, y como Jesús sabía que ya todo estaba consumado, dijo «Tengo sed», para que la Escritura se cumpliera.29 Había allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon una esponja en el vinagre, la pusieron en un hisopo, y se la acercaron a la boca.30 Cuando Jesús probó el vinagre, dijo «Consumado es»; luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.
El costado de Jesús traspasado
31 Como era la preparación de la pascua, y a fin de que los cuerpos no se quedaran en la cruz durante el día de reposo (ya que aquel día de reposo era de gran solemnidad), los judíos le rogaron a Pilato que se les quebraran las piernas y se les quitara de allí.32 Entonces los soldados fueron y le quebraron las piernas al primero, lo mismo que al otro que había sido crucificado con él.33 Cuando llegaron a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.34 Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua.35 El que vio esto da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad, para que ustedes también crean.36 Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura: «No será quebrado ningún hueso suyo.»37 Además, hay también otra Escritura que dice: «Mirarán al que traspasaron.»
Jesús es sepultado
38 José de Arimatea era discípulo de Jesús, aunque por miedo a los judíos lo mantenía en secreto. Después de todo esto, José le rogó a Pilato que le permitiera llevarse el cuerpo de Jesús, y Pilato se lo permitió. Entonces José fue y se llevó el cuerpo de Jesús.39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche,llegó con un compuesto de mirra y de áloes, como de treinta kilos.40 Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, como acostumbran los judíos sepultar a sus muertos.41 En el lugar donde Jesús fue crucificado, había un huerto, y en el huerto había un sepulcro nuevo, en el que aún no habían puesto a nadie.42 Y por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
#caelanoche #DrPj
Lectura Bíblica: Juan 19.1-22
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo azotó.2 Y los soldados tejieron una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y lo vistieron con un manto de púrpura;3 y le decían: «¡Salve, Rey de los judíos!», y le daban de bofetadas.4 Pilato salió otra vez, y les dijo: «Miren, lo he traído aquí afuera, ante ustedes, para que entiendan que no hallo en él ningún delito.»5 Jesús salió, portando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: «¡Aquí está el hombre!»6 Cuando los principales sacerdotes y los alguaciles lo vieron, a gritos dijeron: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!» Pero Pilato les dijo: «Pues llévenselo, y crucifíquenlo ustedes; porque yo no hallo en él ningún delito.»7 Los judíos le respondieron: «Nosotros tenemos una ley y, según nuestra ley, éste debe morir porque a sí mismo se hizo Hijo de Dios.»8 Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo.9 Y entró otra vez en el pretorio, y le dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le respondió.10 Entonces le dijo Pilato: «¿A mí no me respondes? ¿Acaso no sabes que tengo autoridad para dejarte en libertad, y que también tengo autoridad para crucificarte?»11 Jesús le respondió: «No tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no te fuera dada de arriba. Por eso, mayor pecado ha cometido el que me ha entregado a ti.»
12 A partir de entonces Pilato procuraba ponerlo en libertad; pero los judíos gritaban y decían: «Si dejas libre a éste, no eres amigo del César. Todo el que a sí mismo se hace rey, se opone al César.»13 Al oír esto, Pilato llevó a Jesús afuera y se sentó en el tribunal, en el lugar conocido como «el Enlosado», que en hebreo es «Gabata».14 Eran casi las doce del día de la preparación de la pascua. Allí les dijo a los judíos: «¡Aquí está el Rey de ustedes!»15 Pero ellos gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!» Pilato les dijo: «¿Y he de crucificar al Rey de ustedes?» Pero los principales sacerdotes respondieron: «No tenemos más rey que el César.»16 Entonces Pilato se lo entregó a ellos, para que lo crucificaran. Y ellos tomaron a Jesús y se lo llevaron.
Crucifixión y muerte de Jesús
17 Con su cruz a cuestas, Jesús salió al llamado «Lugar de la Calavera», que en hebreo es «Gólgota»,18 y allí lo crucificaron. Con él estaban otros dos, uno a cada lado suyo, y Jesús en medio de ellos.19 Además, Pilato escribió también un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS.20 Y muchos de los judíos leyeron este título, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad. Este título estaba escrito en hebreo, griego y latín.21 Los principales sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: «No escribas “Rey de los judíos”; sino que él dijo: “Soy Rey de los judíos”.»22 Pero Pilato les respondió: «Lo que he escrito, escrito queda.»
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
#caelanoche #DrPj
Lectura Bíblica: Juan 18.19-40
Anás interroga a Jesús
19 El sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza.20 Jesús le respondió: «Yo he hablado al mundo abiertamente. Siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos. Nunca he dicho nada en secreto.21 ¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho.»22 Al decir esto Jesús, uno de los alguaciles, que estaba allí, le dio una bofetada y le dijo: «¿Y así le respondes al sumo sacerdote?»23 Jesús le dijo: «Si he hablado mal, señálame el mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me golpeas?»24 Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.
Pedro niega a Jesús
25 Pedro estaba allí de pie, calentándose, y le dijeron: «¿Acaso no eres tú uno de sus discípulos?» Él lo negó, y dijo: «No lo soy.»26 Uno de los siervos del sumo sacerdote, que era pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo: «¿Qué, no te vi yo en el huerto con él?»27 Pedro lo negó otra vez; y enseguida cantó el gallo.
Jesús ante Pilato
28 Llevaron a Jesús de la casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y así poder comer la pascua.29 Entonces Pilato salió a preguntarles: «¿De qué acusan a este hombre?»30 Ellos le dijeron: «Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado.»31 Pero Pilato les dijo: «Llévenselo ustedes, y júzguenlo de acuerdo con su ley.» Y los judíos le dijeron: «A nosotros no se nos permite dar muerte a nadie.»32 Esto, para que se cumpliera la palabra que Jesús había dicho, y en la que daba a entender de qué muerte iba a morir.(D)
33 Pilato volvió a entrar en el pretorio; llamó entonces a Jesús, y le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?»34 Jesús le respondió: «¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?»35 Pilato le respondió: «¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han puesto en mis manos. ¿Qué has hecho?»36 Respondió Jesús: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»37 Le dijo entonces Pilato: «¿Así que tú eres rey?» Respondió Jesús: «Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.»38 Le dijo Pilato: «¿Y qué es la verdad?»
Y dicho esto, salió otra vez a decirles a los judíos: «Yo no hallo en él ningún delito.39 Pero ustedes tienen la costumbre de que les suelte un preso en la pascua. ¿Quieren que les suelte al Rey de los judíos?»40 Todos ellos gritaron de nuevo, y dijeron: «¡No sueltes a éste! ¡Suelta a Barrabás!» Y Barrabás era un ladrón.
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
#caelanoche #DrPj
Lectura Bíblica: Juan 18.1-18
Arresto de Jesús
18 Luego de haber dicho estas cosas, Jesús salió con sus discípulos hacia el otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, y entró en él con sus discípulos.2 También Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos.3 Así que Judas tomó una compañía de soldados, y algunos alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, y fue allí con linternas, antorchas y armas.4 Pero Jesús, que sabía todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les preguntó: «¿A quién buscan?»5 Le respondieron: «A Jesús nazareno.» Jesús les dijo: «Yo soy.» Y con ellos estaba también Judas, el que lo entregaba.6 Cuando les dijo: «Yo soy», ellos retrocedieron y cayeron por tierra.7 Él volvió a preguntarles: «¿A quién buscan?» Y ellos dijeron: «A Jesús nazareno.»8 Respondió Jesús: «Ya les he dicho que yo soy. Si es a mí a quien buscan, dejen que éstos se vayan.»9 Esto, para que se cumpliera lo que había dicho: «De los que me diste, no perdí a ninguno.»10 Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió con ella al siervo del sumo sacerdote, que se llamaba Malco, y le cortó la oreja derecha.11 Pero Jesús le dijo a Pedro: «Regresa la espada a su vaina. ¿Acaso no he de beber la copaque el Padre me ha dado?»
Jesús ante el sumo sacerdote
12 Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos aprehendieron a Jesús. Lo ataron13 y lo llevaron primeramente a Anás, que era suegro de Caifás, porque ese año era sumo sacerdote.14 Caifás era el que había aconsejado a los judíos que era conveniente que un solo hombre muriera por el pueblo.
Pedro en el patio de Anás
15 Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Como el otro discípulo era conocido del sumo sacerdote, entró con Jesús al patio del sumo sacerdote;16 mientras que Pedro se quedó afuera, a la entrada. Pero salió el discípulo que era conocido del sumo sacerdote, le habló a la portera, e hizo que Pedro entrara.17 Entonces la portera le dijo a Pedro: «¿Acaso no eres tú también uno de los discípulos de este hombre?» Y él dijo: «No lo soy.»18 Los siervos y los alguaciles, que habían encendido un fuego porque hacía frío y se calentaban, estaban de pie; y también de pie, calentándose con ellos, estaba Pedro.