Sin darse cuenta: Un sermón sobre el Juicio a las Naciones en Mateo 25:31-40 (Audio & Vídeo).
Por Pablo A. Jiménez
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Texto: II. Reyes 6:8-18
Tema: Para poder desarrollar un ministerio efectivo, Dios llama a la comunidad de fe a comprender su realidad, a comprender la visión del profeta y a caminar en esperanza.
Área: Desafío profético
Propósito: Que la audiencia comprenda que el cuidado de Dios excede sus expectativas.
Diseño: Expositivo tradicional
Lógica: Deductiva
La tentación es grande. En una ocasión como ésta, sería fácil tomar el camino de la anécdota que ensalza las virtudes de la Iglesia homenajeada. Los méritos los hay.
También sería fácil idealizar la figura del Pastor o tomar este momento para advertir a la congregación del juicio divino que enfrentaría de no comportarse correctamente con el siervo de Dios. Ese es otro peligro.
Pero mi propósito es otro. Entiendo que este es un momento para detenerse a pensar, a evaluar lo que debemos hacer como pueblo de Dios para desarrollar un trabajo efectivo en esta comunidad. Este es el momento indicado para preguntarnos cómo podemos cumplir mejor con la responsabilidad que el Señor Jesucristo ha puesto sobre todos nosotros como pueblo de Dios, comunidad de fe y primicia del reino de Cristo.
En respuesta a esa pregunta, me gustaría que explorásemos la narrativa de Eliseo ante la emboscada de los Sirios, que se encuentra en II Reyes 6:8-23, y viéramos las tres condiciones que necesitó el siervo de Eliseo para trabajar unido al profeta, a saber:
A. Para desarrollar un ministerio efectivo la Iglesia necesita comprender su realidad.
1. La narrativa de Eliseo ante la emboscada de los Sirios es sumamente interesante. Eliseo –como consejero del rey de Israel– se había convertido en un elemento “peligroso” para el Rey de Siria. El Rey, siguiendo la tradición de gobernantes cegados por el poder, envió un grupo de soldados a asesinar al profeta.
2. En ese momento entra en la escena Giezi, el siervo del profeta. Este –a través de ciclo de historias sobre Eliseo– se nos presenta como una persona común y corriente. Ciertamente, no tenía el carácter, el temple, el compromiso y la visión de un profeta.
3. Esta narración describe a Giezi como una persona que solo comprende las realidades materiales; que no tiene la capacidad –ni la disposición– para ver la mano de Dios en acción en el diario vivir. Es por esto que ante el asedio de los soldados sirios el siervo sólo ve el peligro de la muerte; la inminencia del fracaso y ante eso exclama “¡Ah, Señor mío! ¿qué haremos?” (v. 15b).
4. Entonces, el profeta tiene que señalarle una realidad que Giezi no ve: que Dios está con ellos. La realidad es que la victoria en la lucha no depende de nuestra fuerza, sino de la intervención del poder divino. La realidad es que la obra no es nuestra, sino del Señor. Por lo cual dice II Reyes 5:16: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.”
5. Esta es la primera condición para poder desarrollar la obra de Cristo en el mundo:
Tenemos que ver con claridad la realidad que nos rodea.
Tenemos que entender el peligro que corre una Iglesia que señala el pecado en el mundo.
Tenemos que entender la realidad objetiva de la comunidad en que nos desarrollamos y, al mismo tiempo, discernir lo que Dios está haciendo en medio nuestro.
De otro modo, corremos el riesgo de hacer un trabajo vano, incompleto, que no tenga vigencia para el momento en que vivimos ni pertinencia para las personas que deseamos alcanzar.
Resumen: Por lo tanto, es necesario entender nuestra realidad para llevar a cabo lo que Dios requiere de nosotros en el mundo.
B. Para desarrollar un trabajo efectivo la Iglesia necesita comprender la visión del profeta.
1. Por otro lado, el cuadro que tenemos en la narración es muy interesante: hay dos personas que ante la misma realidad y en la misma situación ven dos visiones distintas.
2. Lo que aquí encontramos es parecido a la historia de tres albañiles que trabajaban en la construcción de una catedral. Estos fueron interrogados por un transeúnte que sintió curiosidad ante su trabajo. “¿Qué hacen?,” les preguntó. El primer albañil contestó “colocando ladrillos”; el segundo dijo “levantando una pared”; el tercero, “estoy edificando la casa de Dios”.
3. Del mismo modo, Giezi y el profeta, estando frente a la misma situación, veían cosas distintas. Esto fue así hasta que el profeta intercedió por su siervo y éste fue capacitado por el Espíritu de Dios para ver más allá de las posibilidades humanas.
4. La iglesia está ante una situación muy similar a la de Eliseo y Giezi. Tenemos dos alternativas. Por un lado, podemos desarrollar la sensibilidad espiritual para cumplir la voluntad del Señor. Para lograr esto, es necesario estar atentos a la visión del futuro que Dios le da a nuestros líderes.
5. Por otro lado, podemos quedarnos en el nivel de lo sensible, de lo puramente material. Podemos desesperarnos al ver lo difícil que es la tarea. Entonces, nuestra ceguera espiritual nos llevará a entorpecer la voluntad de Dios y fallaremos en nuestra misión como creyentes.
Resumen: Por lo tanto, es necesario tener una visión clara del futuro para llevar a cabo lo que Dios requiere de nosotros en el mundo.
C. Para desarrollar un trabajo efectivo la Iglesia necesita caminar en esperanza.
1. Ahora bien, ¿para qué sirve una visión? Hay quienes piensan que una visión no es más que un sueño vano; una esperanza tonta y vacía.
2. Sin embargo, cuando una visión ha sido verdaderamente inspirada por Dios, la misma sirve como un plano, como un mapa que nos indica el camino a seguir.
3. Pero, ¿de qué vale un plan si no tenemos la disposición de llevarlo a cabo? ¿De dónde sacaremos fuerzas para cumplir la misión que Dios nos ha encomendado?
4. ¡Las fuerzas vienen de Dios! Es el Señor quien nos capacita para llevar a convertir nuestras visiones en proyectos.
5. Debemos, pues, discernir la visión divina para nuestros respectivos ministerios. Una vez tengamos clara esa visión del futuro, sólo no resta caminar en esperanza, en el nombre del Señor
Resumen: Por lo tanto, es necesario caminar en esperanza para llevar a cabo lo que Dios requiere de nosotros en el mundo.
La iglesia puede ser una institución muerta, sin poder alguno ante las fuerzas del mal o puede ser un organismo vivo, poderoso y lleno del poder de Dios para vencer toda adversidad, en el nombre de Jesucristo. ¿Cuál es su visión?
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¡Acercándose a las 1,000 visualizaciones! Un sermón sobre la historia de Pedro y Cornelio, que se encuentra en Hechos 10 y 11.
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Una ilustración es una anécdota o una historia que desarrolla, aclara o apoya una de las ideas presentadas en un sermón. También se consideran como “ilustraciones” el uso de símiles, metáforas, analogías, alegorías, ejemplos, poemas, y testimonios, entre otros recursos literarios y figuras de construcción.
Una ilustración efectiva debe ser tan clara que no necesite mayores explicaciones. Las ilustraciones demasiado complejas o complicadas no tienen utilidad alguna. No emplee ilustraciones que hablen de asuntos científicos o técnicos, tales como la electricidad o la medicina. Una buena ilustración debe aclarar una idea; una mala ilustración confunde, aburre o distrae.
Todo sermón debe tener, por lo menos, una ilustración, anécdota o una historia que aclare o ejemplifique su mensaje. Es común encontrar libros que recogen cientos de ilustraciones para sermones. En términos generales, estos libros son de poca utilidad por dos razones fundamentales. Por un lado, estas historias, anécdotas y citas son tan conocidas que la mayor parte de nuestra feligresía ya las ha escuchado anteriormente. Por otro lado, muchas de estas historias hacen referencia a la historia y la literatura europea o estadounidense. Por esta razón, gran parte de nuestra feligresía no las puede comprender a cabalidad.
En el pasado, era común usar escenas de la literatura universal como ilustraciones para sermones. Por ejemplo, quienes predicaban citaban las obras de Cervantes, Shakespeare o de Calderón de la Barca. Sin embargo, es difícil hacer este tipo de referencias literarias en la actualidad sin darle al predicador un aire de superioridad, pues la mayor parte de la gente no conoce las novelas y las obras de teatro que hoy se consideran como “clásicos” de la literatura.
Podemos encontrar una nueva fuente de ilustraciones para la predicación en las películas de cine y los programas de televisión. Sin embargo, es necesario evitar referencias a los productos culturales que puedan distraer a la audiencia, sobre todo a películas y a programas de televisión no tienen la dignidad que merece el púlpito cristiano..
En conclusión, la mejor opción es que la persona que predica escriba sus propias ilustraciones, haciendo referencias claras que sean comprensibles para la congregación. En el proceso, evite el error de hablar de su vida privada, publicando las interioridades de su vida familiar. Busque historias, anécdotas y citas que ayuden a su congregación a recordar los puntos principales de su sermón.
Consejos prácticos sobre la elaboración del sermón temático-doctrinal, con ejemplos de bosquejos homiléticos, por el Dr. Pablo A. Jiménez.
El sermón temático-doctrinal es ciertamente la forma homilética que presenta los más grandes desafíos a quienes hoy predican el Evangelio de Jesucristo.
A la hora de diseñar bosquejos homiléticos, el sermón textual-expositivo toma sus pautas del texto bíblico y el sermón narrativo se orienta por la estructura literaria de la porción sobre la cual se basa. Empero, el sermón temático-doctrinal fundamenta su bosquejo en el desarrollo de un argumento.
Afirmo que el sermón temático-doctrinal presenta un gran desafío por los siguientes elementos:
A estos desafíos metodológicos se unen los prácticos: ¿Cómo redactar los “puntos” o las ideas principales de nuestro bosquejo para un sermón temático-doctrinal?
Para responder a este reclamo, le presento siete alternativas que bien pueden ayudarle a diseñar sermones efectivos sobre los temas y las doctrinas que usted desee exponer. Estos son:
La forma más sencilla de organizar nuestras ideas es por medio de preguntas y respuestas. Usted puede plantear varias preguntas sobre el tema, tales como “qué”, “cómo”, “cuándo”, “cuáles”, “dónde” o “por qué”, y contestarlas en su sermón. Esta es la forma sermonaria más simple.
Por ejemplo, usted puede diseñar un bosquejo sermonario sobre el tema de la depresión de la siguiente manera:
El sermón que se incluye al final de este ensayo, a manera de apéndice, sigue esta forma sermonaria.
Este modelo de sermón emplea una estructura basada en el pensamiento de Hegel, el filósofo alemán, dividiendo el cuerpo del sermón en tres instancias: tesis, antítesis y síntesis. La tesis es una idea principal; la antítesis es una idea que contradice la tesis, al menos en apariencia; y la síntesis armoniza ambas ideas, presentando una perspectiva más profunda del tema.
Por ejemplo, usted puede diseñar un bosquejo sermonario sobre el tema de la paternidad divina de la siguiente manera:
Este estilo sermonario analiza diversos aspectos de un tema. Como escribiera Clarence S. Roddy: “Aquí el proceso consiste en rotar una idea como si fuese una gema y considerar todas las facetas o aspectos de la misma.” Esta es una forma muy útil para considerar temas muy complejos, que tienen diversas facetas que debemos analizar.
Por ejemplo, usted puede diseñar un bosquejo sermonario sobre los distintos aspectos del amor, inspirado en 1 Corintios 13, de la siguiente manera:
En ocasiones, encontramos conceptos que se entrelazan con otras ideas importantes. En cierto modo, una idea lleva a la otra, como un peldaño de una escalera le lleva al otro.
Por ejemplo, usted puede diseñar un bosquejo sermonario sobre la dinámica del pecado, inspirado en Santiago 1.12-15, de la siguiente manera:
El “cuadrilátero de Wesley” es un método de análisis teológico relacionado a la tradición wesleyana. Este modelo explora las fuentes que usamos para hacer teología y llega a la conclusión de que son cuatro: las Sagradas Escrituras, la tradición, la razón y la experiencia.
Un sermón basado en este modelo teológico exploraría cómo, a través del análisis de un tema, la congregación llega al conocer más sobre Dios. Claro está, es importante que la persona que predica este tipo de sermón sea disciplinada, porque de otro modo podría extenderse demasiado en una o más de las partes de su presentación.
Por ejemplo, usted puede diseñar un bosquejo sermonario sobre el tema del pecado que siga la siguiente estructura:
Hablando del método teológico, pasemos a considerar un modelo que proviene de la Teología Latinoamericana. Me refiero al modelo que identifica tres momentos en el proceso de reflexión teológica:
Por ejemplo, usted puede diseñar un bosquejo sermonario sobre el tema del racismo de la siguiente manera:
Paul Ricoeur fue uno de los más grandes pensadores del Siglo XX, haciendo enormes aportes a la teoría de la interpretación. Sus escritos exploran cómo uno interpreta toda clase de escritos, tanto en el campo de la literatura, en el campo de las leyes y en el campo de la religión.
Ricoeur desarrolló un modelo muy útil que, en lo personal, yo utilicé para desarrollar mi método de interpretación bíblica para la predicación, llamado “Los Tres Pasos”. Lo que este insigne autor francés propone es lo siguiente:
Por ejemplo, usted puede diseñar un bosquejo sermonario sobre el tema de la pobreza de la siguiente manera:
El sermón temático-doctrinal es muy útil para propósito educativo, cuyo propósito es discipular a la comunidad de fe. Esperamos que estos siete modelos arrojen alguna luz a las personas interesadas en diseñar, escribir y predicar sermones sobre las doctrinas cristianas y sobre los temas que afectan a las comunidades que Dios les ha llamado a servir.
Del mismo modo, esperamos que usted predique regularmente el sermón temático-doctrinal, hasta que desarrolle su propio estilo, derivando sus bosquejos del argumento particular de su tema.
Allen, Ronald J. The Teaching Sermon. Nashville: Abingdon Press, 1995.
_____. Thinking Theologically. Minneapolis: Fortress Press, 2008.
Carl, William J III. Preaching Christian Doctrine. Philadelphia: Fortress Press, 1984.
Hughes, Robert G. & Robert Kysar. Preaching Doctrine: For the Twenty-First Century. Minneapolis: Fortress Press, 1997.
A manera de Apéndice, ofrecemos un bosquejo extendido de un sermón sobre el tema del bautismo, usando el modelo de “preguntas y repuestas”. Como es de esperar, este sermón refleja las perspectivas doctrinales de mi tradición, la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo). Lo ofrezco en ánimo de ilustrar la metodología, no de debatir puntos doctrinales
Texto: “De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3.5)
Tema: El Bautismo es crucial para nuestra formación espiritual, dado que es una ordenanza por medio de la cual nos acercarnos más a Dios.
Área: Formación Espiritual
Propósito: Resaltar la importancia de la ordenanza o sacramento del bautismo.
Diseño: Sermón temático-doctrinal, en ocasión de la celebración de bautismos en la Iglesia
Lógica: Deductiva
La celebración de bautismos en una Iglesia local es siempre motivo de grande gozo. La comunidad de fe se regocija, celebrando con un nuevo grupo de hermanos y hermanas que marcan un nuevo comienzo en su vida espiritual.
Ahora bien, el gozo y a la alegría no son suficientes; también necesitamos entendimiento. Por eso, en esta ocasión, vamos a dedicar algunos minutos a explorar el significado de esta ordenanza de Jesús.
El tema central de nuestra meditación es que el bautismo es crucial para nuestra formación espiritual. ¿Por qué? Porque es dado que es un mandato u ordenanza de Jesús, por medio de la cual nos acercarnos más a Dios.
Habiendo hecho esta declaración general, pasemos a considerar tres pregunta específicas sobre el bautismo cristiano: ¿Qué significa el bautismo cristiano? ¿Cuáles con los orígenes de este hermoso ritual? ¿Cuál es la manera correcta de bautizar a un nuevo creyente?
Ustedes bien saben que, por medio del bautismo, nos hemos unido a Cristo en su muerte. Al ser bautizados, morimos y somos sepultados con él; pero morimos para nacer a una vida totalmente diferente. Eso mismo pasó con Jesús, cuando Dios el Padre lo resucitó con gran poder. Si al bautizarnos participamos en la muerte de Cristo, también participaremos de su nueva vida.
5. La Iglesia debe celebrar el bautismo con gozo y con entendimiento, comprendiendo que por medio de este sagrado ritual el ser humano se identifica con la muerte y resurrección de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
1. En cuanto al bautismo, éste es el modo de bautizar: habiendo previamente dicho todo esto, bautizad en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, en agua viva.
2. Si no tienes agua viva, bautiza en otra agua. Si no puedes en (agua) fría, (bautiza) en caliente.
3. Si, empero, no tienes ni una ni otra, derrama agua sobre la cabeza tres veces en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
4. Antes del bautismo, el que bautiza y el que ha de ser bautizado, ayunen, y asimismo otros que puedan hacerlo. Mandas ayunar al bautizando uno o dos días antes.
Hoy, la Iglesia reconoce tres tipos de bautismo:
Y el bautismo se hace en dos modalidades:
La Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) bautiza creyentse, personas que han confiesan libre y voluntariamente su fe en Cristo Jesús, Señor nuestro. Eso quiere decir que no bautizamos infantes, sino creyentes que hayan llegado a la edad de consentimiento.
Y nuestra Iglesia bautiza por inmersión, a menos que la persona tenga alguna condición de salud –temporal o crónica– que lo impida. En ese caso, se puede oficiar las otras modalidades del bautismo.
Hoy tenemos el honor de celebrar un acto de bautismo, donde un grupo de personas afirma su fe en Cristo Jesús y su pacto con Dios.
Quiera Dios bendecirles.
Quiera Dios darles crecimiento constante en la fe de Jesucristo.
Y quiera Dios que perseveren en la fe por siempre, para que puedan vivir junto al Dios que vive para siempre, por los siglos de los siglos. AMÉN