Gracia y Predicación en Puerto Rico

Una perspectiva homilética en forma de ensayo sobre la gracia y predicación, escrito por el Dr. Pablo A. Jiménez.

gracia y predicación
Gracia y predicación

Introducción

El tema de la gracia une y divide al pueblo de Dios. Mientras todos los grupos cristianos afirman la centralidad de la gracia divina, por medio de la cual los seres humanos alcanzamos salvación, los diversos acercamientos a este tema también evidencian las diferencias teológicas que sufre la cristiandad. (Continúa abajo)

Medios

Divididos por la gracia

En primer lugar, el tema de la gracia divide a católicos y a protestantes. En el 1997 Mary Catherine Hilkert publicó una visión teológica de la predicación, desde una perspectiva católica. Lo llamó Naming Grace: Preaching and the Sacramental Imagination.[1] El libro afirma que el propósito principal de la predicación cristiana es enseñarle al pueblo de Dios a discernir la presencia divina en nuestros medios. Es decir, a identificar cuándo, dónde y cómo se manifiesta la gracia divina en nuestro mundo.

Esta perspectiva contrasta con la visión protestante, que recalca la centralidad de Jesucristo. Este contraste quedó claro con la publicación, también en el 1997, de Preaching Jesus: New Directions for Homiletics in Hans Freis Postliberal Theology, de Charles L. Campbell.[2] La predicación protestante ve a Jesús como la más clara manifestación de la gracia divina. Jesús es el salvador, con quien cada creyente debe establecer una relación íntima y personal. De ahí el énfasis evangélico en la pública confesión de fe, aceptando a Jesús como salvador personal.

Como podemos ver, el tema de la gracia se convierte así en campo de batalla ideológica entre católicos y protestantes. Mientras unos reafirman la presencia de la gracia divina en todo el orden creado, los otros recalcan la importancia de la experiencia íntima y personal con Dios.

En segundo lugar, el tema de la gracia también divide al mundo protestante.[3] En particular, el movimiento reformado, el movimiento wesleyano y el movimiento pentecostal tienen visiones distintas de la manifestación de la gracia divina y, por lo tanto, de la teología de la predicación.

La visión reformada afirma la iniciativa divina.[4] El ser humano responde a la gracia irresistible que Dios manifiesta hacia la humanidad, particularmente a las personas electas por decreto divino. Empero, la gracia divina se manifiesta de manera limitada; sólo se manifiesta plenamente en las vidas de las personas que han sido electas por Dios.

La visión arminiana,[5] prevalente en el ámbito wesleyano, recalca la gracia preveniente. En esta visión, Dios manifiesta su gracia a toda la humanidad, llamando a todo ser humano a tomar una decisión de fe. Sin embargo, cada ser humano tiene libertad para aceptar o para rechazar esta gratuita oferta de salvación.

Los debates entre calvinistas y arminianos son legendarios. La visión calvinista critica la arminiana, afirmando que devalúa el valor de la gracia divina. Y la visión arminiana critica la calvinista, horrorizada ante la idea de que Dios pueda predestinar a un ser humano a la condenación.

El movimiento wesleyano también recalca la importancia de la gracia santificante. Este don divino le permite al creyente crecer en obediencia a Dios. La santificación es un proceso, pero ese proceso comienza con una experiencia personal.

El Pentecostalismo, hijo espiritual del movimiento wesleyano, también es mayoritariamente arminiano.[6] No obstante, su sello distintivo es la afirmación de que la gracia santificante se manifiesta de manera especial a partir del bautismo en el Espíritu Santo.[7] En el Pentecostalismo clásico, el bautismo en el Espíritu va acompañado de la glosolalia; quien recibe el bautismo habla en lenguas, aunque sea una sola vez en la vida.

La doctrina de la gracia y la teología de la predicación

Las diferencias en torno a la doctrina de la gracia tienen un impacto directo en la teología y la práctica de la predicación. Como veremos a continuación, nuestro concepto de la gracia determina, en muchos sentidos, el contenido de nuestros sermones.

El mundo católico tiende a ver la predicación como el anuncio de la gracia divina a la humanidad; a toda la humanidad. Por eso, la predicación católica trata de evangelizar la cultura, en general. Esto explica por qué las emisoras radiales y televisivas católicas transmiten programas seculares de valor cultural. También explica por qué el Papa, cuando visita un país, oficia servicios religiosos en grandes estadios y ofrece conferencias de prensa para todos los medios de comunicación.

El mundo protestante tiende a ver la predicación como un llamado a tomar una decisión personal por Cristo, aceptando la salvación que Dios nos ofrece gratuitamente.[8] En términos generales, el protestantismo trata de evangelizar al individuo, no a la cultura. La mayoría de las personas que se definen a sí mismas como «evangélicas», piensan que antes de transformar la sociedad es necesario transformar el corazón de cada ser humano.

El mundo pentecostal entiende que la predicación es el anuncio de la poderosa palabra de Dios que transforma al individuo por medio de la acción pastoral del Espíritu Santo en nuestros medios. Entiende, pues, que la transformación de la sociedad ocurrirá por medio de la acción sobrenatural del Espíritu en el corazón de las personas que aceptan el Señorío de Cristo. A esto debemos añadir que algunos líderes del movimiento neopentecostal, que difiere en muchos puntos del pentecostalismo clásico, convocan reuniones multitudinarias donde miles de creyentes interceden por un país, pidiéndole a Dios que le libre de la acción demoniaca y de las «maldiciones generacionales» que empobrecen la calidad de vida del pueblo.[9]

Estas diferencias doctrinales explican los diversos acercamientos de la comunidad cristiana a los problemas sociales. La predicación católica, como parte de su énfasis en la evangelización de la cultura, tiende a hablarle a toda la sociedad. Cuando habla sobre el pecado, bien puede atacar el «pecado estructural» que se manifiesta en diversas formas de opresión social. Por eso, la Iglesia Católica sostiene organizaciones que ofrecen servicios sociales a toda la sociedad, tales como hospitales, escuelas y orfanatos, entre muchos otros.

Por su parte, la predicación protestante y pentecostal tiende a referirse a los problemas sociales como evidencia de la crisis social; crisis que debe motivarnos a entrar cuanto antes en una relación personal con Cristo Jesús. Aunque son muchas las Iglesias protestantes que sostienen programas de servicios sociales para la comunidad, debemos reconocer que algunas usan ese tipo de programas como medios de evangelización y que otras entienden que la «obra social» es innecesaria, ya sea porque distrae a la Iglesia de la tarea misionera o porque son relativamente inútiles ante la inminencia de la segunda venida de Cristo .

Un llamado a la acción

Creo que después de este corto resumen podrán comprobar la veracidad de mi aseveración inicial: el tema de la gracia divina une y divide a la comunidad cristiana en Puerto Rico. Para decirlo más claramente, nuestros acercamientos a la proclamación del Evangelio dividen a la comunidad cristiana en el país.

La comunidad cristiana en Puerto Rico necesita superar las divisiones que le aquejan. Mientras sigamos separados por luchas doctrinales, estilos de adoración y énfasis pastorales, la Iglesia no podrá trabajar unida para fomentar el cambio social que necesita nuestra Isla para atajar la severa crisis social que la aqueja.

La predicación cristiana—tanto católica como protestante—debe ejercer su ministerio profético, denunciando los pecados estructurales y llamando a forjar una sociedad más justa. Y debe hacer esto sin obviar la importancia que tiene el cultivo de la espiritualidad para el crecimiento espiritual de cada creyente.

Lo que es más, los problemas sociales que enfrenta el Puerto Rico del Siglo XXI requieren que el pueblo cristiano se una, a pesar de las diferencias, para desarrollar estrategias que fomenten el cambio social. Para trabajar unidos necesitamos tolerancia y comprensión. Y si recalco la palabra «tolerancia», es porque los proyectos interdenominacionales o ecuménicos no deben ser vehículos para criticar o convertir a las personas que pertenecen a otros grupos cristianos. El objetivo es crear un ambiente de cooperación, respetando los énfasis teológicos y pastorales de los demás.

Conclusión

La predicación cristiana es un instrumento poderoso tanto para la formación espiritual del pueblo como para la transformación positiva de la sociedad. Es importante, pues, reflexionar sobre la teoría y práctica de la predicación del evangelio en Puerto Rico, analizando el impacto de nuestra prédica en nuestro país.

Y si digo «analizar», es porque Puerto Rico vive una gran paradoja. El momento cuando hay más iglesias en el país, coincide con el momento cuando el crimen ha llegado a su punto más alto en la historia de la Isla. A mi juicio, esto es una evidencia clara de la inefectividad de nuestra predicación.

Recalco, entonces, la necesidad de crear espacios para el diálogo teológico amplio, para el análisis del contenido de nuestros mensajes y para el análisis de nuestra acción pastoral. Puerto Rico lo necesita.


Notas bibliográficas

[1] Mary Catherine Hilkert, Naming Grace: Preaching and the Sacramental Imagination (Continuum: 1997).

[2] Charles L. Campbell, Preaching Jesus: New Directions for Homiletics in Hans Freis Postliberal Theology (Grand Rapids: Eerdmanns, 1997). Hilkert y Campbell participaron en un debate sobre sus libros en la reunión de la Societas Homiletica—organización que agrupa expertos en el arte cristiano de la predicación de distintas partes del mundo—que se llevó a cabo en 1998 en el Virginia Theological Seminary, una escuela teológica relacionada a la Iglesia Episcopal.

[3] Véase el artículo sobre el tema de la gracia en la obra de Justo L. González, Diccionario Manual Teológico [en adelante, DMT] (Barcelona: Editorial CLIE, 2010), 132-134.

[4] Véase el artículo sobre la predestinación en el DMT, 234-236.

[5] Véase el artículo sobre el arminianismo en el DMT, 41-42.

[6] Para una introducción al pentecostalismo, véase Manda Fuego: Introducción al Pentecostalismo, el nuevo libro de Eldin Villafañe, a ser publicado próximamente por Abingdon Press y Libros AETH.

[7] Véase el artículo sobre la santificación en el DMT, 265-266.

[8] Para una visión evangélica de la teología de la predicación, véase a Donald English, An Evangelical Theology of Preaching (Nashville: Abingdon Press, 1996).

[9] Sobre este tema véase a C. Peter Wagner, Territorial Spirits: Practical Strategies for How to Crush the Enemy through Spiritual Warfare (Shippensburg, PA: Destiny Image, 2012). 


Ficha bibliográfica

Si desea citar este escrito en un ensayo académico, puede usar el siguiente formato:

Jiménez, Pablo A. «Gracia y predicación en Puerto Rico» Disponible en: https://www.drpablojimenez.com/2020/08/18/gracia-y-predicacion-en-puerto-rico/

Recuerde incluir el día en el cual accedió al escrito.


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El ABC de la predicación

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Fuentes teológicas y sociales de la predicación

Una conferencia sobre la teología y práctica de la predicación cristiana, basada en el libro La Predicación en el Siglo XXI, publicado por la Editorial CLIE.

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Predicación Avanzada

Cómo bosquejar el sermón textual

Una lección homilética sobre el diseño del sermón textual, escrita por el Dr. Pablo A. Jiménez


Índice:

  1. Ensayo
  2. Presentación en audio
  3. Bosquejo listo para predicar

Homilética – Prediquemos Podcast


Homilética: Tres modelos para bosquejar el sermón textual 


El sermón textual es aquel que presenta un aspecto del mensaje de un texto bíblico corto, en fidelidad a su contenido, forma y función. Decimos «corto», porque la atención al detalle que requiere este tipo de sermón nos obliga a examinar sólo uno o dos versículos de las Sagradas Escrituras a la vez.

Aunque no todos los textos bíblicos se prestan para el sermón textual, hay infinidad de versículos que bien pueden servir como punto de partida para nuestras reflexiones. Entre los muchos textos «clásicos» que podemos señalar, destacamos pasajes bíblicos tales como Mateo 28.18 al 20, Juan 3.16 y Romanos 5.1.

En esta ocasión, sugiero tres modelos básicos para bosquejar sermones textuales. En particular, les presento tres técnicas homiléticas:

  • Bosquejos basados en palabras clave
  • Bosquejos basados en las frases principales del texto
  • Bosquejos basados en las ideas fundamentales del pasaje bíblico

Tomemos Romanos 5.1 para ilustrar estas técnicas. Ese hermoso pasaje bíblico dice de la siguiente manera, en la versión Reina-Valera Revisión del 1960: «Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.»

1. Bosquejos basados en palabras clave

Si analizamos el texto, podemos identificar varios conceptos importantes, tales como:

  • Justificar 
  • Fe
  • Paz
  • Dios
  • Jesucristo.

Es necesario, pues, buscar en un buen diccionario bíblico el significado de estas palabras tan importantes. Si posible, se debe identificar el vocablo hebreo o griego que está en la base de nuestra traducción. En este caso, como el Nuevo Testamento fue escrito en griego, encontramos que el verbo «justificar» es la traducción de «diakaióo»; «fe» la de «pístis»; y «paz» la de «eiréne».

Claro está, las divisiones centrales o «puntos» del pasaje bíblico deben enunciarse en oraciones completas, no en palabras sueltas o frases carentes de verbos. Por lo tanto, es importante desarrollar puntos que, basados en estos conceptos, transmitan ideas completas. Por ejemplo:

  1. Justificar significa ser declarado por Dios como una persona «justa», es decir, que está en una relación correcta tanto con el Señor como con la comunidad.
  2. Fe significa desarrollar una relación de fidelidad a y de confianza en Dios.
  3. Paz, en el sentido griego de la palabra «eiréne», marca el fin de un conflicto y el comienzo de una relación sana con el Señor.
2. Bosquejos basados en las frases principales del texto

Un análisis gramatical nos lleva a considerar los verbos principales, los secundarios y los implícitos, así como las cláusulas independientes y dependientes del texto. Esto nos permite identificar las frases clave del texto. Por ejemplo:

  • Justificados, pues, por la fe
  • Tenemos paz para con Dios
  • Por medio de nuestro Cristo Jesús

Aunque esto facilita la tarea de bosquejar el pasaje, es necesario recordar que los puntos o divisiones principales del sermón deben ser enunciados en oraciones completas, con sujeto, verbo y predicado. Por ejemplo:

  1. Dios justifica a la humanidad por medio de la fe.
  2. La gracia de Dios elimina los conflictos que separan a la humanidad de su Señor.
  3. La obra de Cristo ha hecho posible la justificación de la humanidad.
3. Bosquejos basados en las ideas fundamentales del pasaje

La tercera alternativa presupone el análisis semántico—es decir, de las palabras y conceptos del texto—y el gramatical. Aunque diferentes personas tendrán diversas maneras de interpretar las ideas teológicas centrales del texto, a continuación presento un posible bosquejo basado en Romanos 5.1: 

  1. La justificación por la fe es el medio de la salvación.
  2. La paz con Dios es uno de los beneficios principales de la salvación. 
  3. Cristo Jesús es el agente de la salvación.

Conclusión

Como podemos ver, estas técnicas pueden ser muy útiles a la hora de bosquejar un sermón textual. Esperamos, pues, que estas sugerencias sean de bendición para usted y para su ministerio homilético.

Si usted desea leer, escuchar o ver más bosquejos de sermones acceda a: Sermones

Vea otros materiales sobre teoría homilética


Apéndice

A manera de apéndice, comparto una nota homilética con un bosquejo de un sermón textual basado en Hebreos 11.1, esperando que las mismas también puedan motivarles a redactar bosquejos para sermones textuales:

LA FE

Un bosquejo homilético listo para predicar

Texto: Hebreos 11:1

Tema: La fe es fidelidad, confianza y compromiso con Dios.

Área: Formación espiritual

Propósito: Exhortar a la iglesia a ampliar su definición del concepto «fe».

Diseño: Textual-Expositivo

Introducción: La Iglesia usa la palabra «fe» en dos maneras distintas, pero complementarias. Por un lado, la «fe» es el acto de creer en Dios. Por otro lado, se refiere al contenido de nuestra religión. 

Puntos a desarrollar:

  1. La fe es «confianza». Tener fe significa confiar en Dios. La fe implica una relación de amor a y de confianza en Dios, quien nos ama. Esa confianza nos permite conocer el carácter y la naturaleza de Dios. Más importante aún, la fe nos permite amar a Dios y vivir en el mundo que ha creado para nosotros.
  2. Hebreos 11:1 define la fe como esperanza y como convicción. Tener fe implica estar convencido o convencida de la existencia y la veracidad de las realidades espirituales. La fe es fidelidad, confianza y compromiso con Dios. 
  3. Tener fe en Dios implica serle fiel a Dios. Quien deposita su confianza en Dios, descubre que Dios es fiel a quienes le aman. Debemos, pues, responder con fidelidad a la fidelidad divina.

Conclusión: En resumen, la fe es confianza y fidelidad. Empero, la fe también es compromiso. Tener fe, implica estar comprometido con una causa. Quien tiene fe en algo, invierte su vida en eso. Por eso, quien tiene fe en el Señor, invierte su vida en el servicio a Dios, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

*Estas notas homiléticas se basan en el bosquejo que publiqué en LA BIBLIA PARA LA PREDICACION, editada por las Sociedades Bíblicas Unidas en el 2012, p. 894.

homilética
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Cómo hacer ilustraciones para sermones

Un ensayo que ofrece consejos prácticos para la elaboración de ilustraciones para sermones, por el Dr. Pablo A. Jiménez.

Una ilustración es una anécdota o una historia que desarrolla, aclara o apoya una de las ideas presentadas en un sermón. También se consideran como «ilustraciones» el uso de símiles, metáforas, analogías, alegorías, ejemplos, poemas, y testimonios, entre otros recursos literarios y figuras de construcción.

Una ilustración efectiva debe ser tan clara que no necesite mayores explicaciones. Las ilustraciones demasiado complejas o complicadas no tienen utilidad alguna. A menos que usted tenga una enorme capacidad para explicar temas complejos, no emplee ilustraciones que hablen de asuntos científicos o técnicos, tales como la electricidad o la medicina. Una buena ilustración debe aclarar una idea; una mala ilustración confunde, aburre o distrae.

Todo sermón debe tener, por lo menos, una ilustración, anécdota o una historia que aclare o ejemplifique su mensaje. Es común encontrar libros que recogen cientos de ilustraciones para sermones. En términos generales, estos libros son de poca utilidad por dos razones fundamentales. Por un lado, estas historias, anécdotas y citas son tan conocidas que la mayor parte de nuestra feligresía ya las ha escuchado anteriormente. Por otro lado, muchas de estas historias hacen referencia a la historia y la literatura europea o estadounidense. Por esta razón, gran parte de nuestra feligresía no las puede comprender a cabalidad.

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En el pasado, era común usar escenas de la literatura universal como ilustraciones para sermones. Por ejemplo, quienes predicaban citaban las obras de Cervantes, Shakespeare o de Calderón de la Barca. Sin embargo, es difícil hacer este tipo de referencias literarias en la actualidad sin darle al predicador un aire de superioridad, pues la mayor parte de la gente no conoce las novelas y las obras de teatro que hoy se consideran como «clásicos» de la literatura. Por lo tanto, si usa ilustraciones tomadas de la literatura, asegúrese que la audiencia comprenda adecuadamente su contenido.

Podemos encontrar una nueva fuente de ilustraciones para la predicación en las películas de cine y los programas de televisión. Sin embargo, es necesario evitar referencias a los productos culturales que puedan distraer a la audiencia, sobre todo a películas y a programas de televisión no tienen la dignidad que merece el púlpito cristiano. Nunca cite materiales chabacanos.

En conclusión, la mejor opción es que la persona que predica escriba sus propias ilustraciones, haciendo referencias claras que sean comprensibles para la congregación. En el proceso, evite el error de hablar de su vida privada, publicando las interioridades de su vida familiar. Busque historias, anécdotas y citas que ayuden a su congregación a recordar los puntos principales de su sermón.

Cómo hacer ilustraciones para sermones
Vea nuestra página de teoría homilética.

12 consejos prácticos para diseñar sermones narrativos

Consejos prácticos para el diseño y la presentación de sermones narrativos, por el Dr. Pablo A. Jiménez.

El sermón narrativo es un tipo de predicación muy sencilla que apela a todos. Tanto grandes como chicos se involucran en la historia, prestándole más atención al sermón. Sin embargo, el diseño de sermones narrativos puede ser muy difícil, especialmente para aquellas personas que no están acostumbradas a prepararlos. A continuación presentamos doce consejos prácticos que podrán ayudarle a diseñar este tipo de sermones.

  1. Apréndase bien la historia: El primer paso para predicar un sermón narrativo en forma efectiva es aprender la historia que vamos a narrar. Para lograr este objetivo podemos seguir el siguiente método. Primero, lea la historia varias veces. Segundo, encuentre las secciones principales de la historia (marco escénico, trama, punto culminante y desenlace) e identifique sus episodios más importantes. Tercero, identifique cada sección por medio de una palabra clave. Cuarto, haga un corto bosquejo siguiendo las palabras claves. Finalmente, memorice el bosquejo.
  2. Identifique los tipos de personajes: Recuerde que una historia puede tener hasta tres tipos de personajes. Las «sombras» son los personajes que apenas se mencionan en la historia. Éstos, más que personajes, son parte del trasfondo de la narración. Los «tipos» son los personajes que representan a una clase de persona o a un grupo social. Es común que los «tipos» carezcan de nombre, por lo cual se les denomina por sus profesiones (un fariseo, un sacerdote, etc.). Muchos personajes secundarios pertenecen a esta clasificación. Los «caracteres» son aquellos personajes que se desarrollan a plenitud. En unión a la profesión que puedan tener, también tienen características personales que les distinguen. La mayor parte de los personajes principales de las historias son «caracteres».
  3. Estudie el contexto social e histórico del pasaje bíblico: El conocimiento del contexto de la Biblia no sólo puede darle más vida a la historia sino que puede ayudarle a relacionar la narración con la vida diaria de su congregación. Por ejemplo, en Israel las mujeres no podían hablar en público con hombre alguno, ni siquiera con sus esposos. También estaba prohibido el contacto físico en lugares públicos entre personas de sexos opuestos. Estos detalles le ayudarán a comprender cómo la conducta de Jesús–quien hablaba públicamente con mujeres y hasta permitía que le tocaran los pies o le ungieran la cabeza–era escandalizante para el liderazgo religioso de la época. Del mismo modo, estos detalles le permitirán recalcar en sus sermones la actitud inclusiva y liberadora de Jesús hacia las mujeres de ayer y de hoy.
  4. Conozca el contexto literario del pasaje: Quien predica un sermón narrativo debe tener presente los eventos que han ocurrido antes del pasaje bíblico que desea exponer. De otro modo, podrá cometer errores graves. Como un estudiante que, predicando un sermón de práctica sobre Lucas 5.1-11, recalcó varias veces que ésta era la primera vez que Simón (Pedro) veía o escuchaba a Jesús. Este novel predicador no había leído el capítulo anterior, donde Lucas 4.38-39 narra cómo Jesús sanó a la suegra de Simón.
  5. No invente episodios: En ocasiones, debido a la brevedad de las historias bíblicas, algunos predicadores se sienten tentados a alargar las narraciones inventando episodios que no aparecen en el texto. Este es una práctica que debemos evitar pues tiende a confundir a los oyentes y a fomentar interpretaciones bíblicas equivocadas. Recuerdo con tristeza cuando un día mi abuela quiso enseñarme el pasaje bíblico que había servido de base al hermoso sermón que su pastor había predicado aquella mañana. Después de una larga búsqueda, encontramos el texto por medio de la concordancia. Pero al leer el pasaje nos dimos cuenta que, basado en la poca información que ofrecía el pasaje bíblico, su pastor había creado una versión ampliada de la historia.
  6. No omita episodios: La mayor parte de las historias bíblicas son tan breves que, si se salta un episodio, se pierde el sentido de la historia. Hasta en historias bien conocidas, como la parábola del Hijo Pródigo (Lc. 15.11-32), es común omitir detalles. La inmensa mayoría de las personas que predican esta historia afirman que el hijo menor cae en una situación deplorable a consecuencia de haber despilfarrado su dinero. Pero pocos recuerdan que la región donde vivía este joven fue afectada por una crisis económica que dejó al pueblo hambriento (v. 14). Esto explica por qué el muchacho no pudo conseguir un trabajo honesto y tuvo que dedicarse a una profesión inmunda, como lo era la crianza de cerdos para el pueblo judío.
  7. Evite los anacronismos: El anacronismo ocurre cuando se dice que un evento ocurrió en una fecha que resulta ser equivocada. ¡Como el predicador aquel que, exponiendo la historia de Ruth, afirmó que la situación de las viudas en la Biblia no era tan desesperada porque «el gobierno ayuda a las viudas y a los envejecientes»! Eso es un anacronismo, ya que en el mundo antiguo no habían programas de seguridad social. Ahora bien, los anacronismos más comunes en los sermones surgen del desconocimiento de la cronología bíblica. Por ejemplo, quien no conoce el orden de los eventos bíblicos puede afirmar equivocadamente que Salomón escuchó las profecías de Jeremías o que el apóstol Pablo estuvo presente en la «Última Cena».
  8. Corrija sus errores: Si por alguna razón se salta un episodio o cambia el orden de la historia, detenga su sermón para explicar cual es el orden correcto de la historia. De otro modo, la congregación podrá salir de la iglesia pensando que su versión equivocada de los hechos es la correcta.
  9. Apele a los sentidos: Hábleles del olor del campo, del rumor del arroyo y de la suavidad de la brisa. De primera intención, este consejo parece contradecir la regla de que no debemos añadir elementos a la historia. Pero esto no es así. Lo que estamos recomendando es describir en forma vívida los detalles que pueda contener el pasaje bíblico. En este sentido, si el texto indica que Jesús estaba con los discípulos en una barca es enteramente correcto hablar de la humedad en el viento o del ruido que hace el agua al chocar contra la embarcación.
  10. Déle más importancia al verbo que al adjetivo: El exceso de adjetivos y adverbios recarga los sermones, restándole agilidad a la expresión. Por el contrario, los verbos le dan movimiento a la narración. Digamos que deseamos caracterizar a Judas Iscariote. Quienes dependen de adjetivos dirán: «Judas Iscariote era un hombre deshonesto, infiel, pusilánime y traicionero». Por el contrario, quienes prefieren el verbo se expresarán de la siguiente manera: «Judas Iscariote traicionó a Jesús. Lo delató a cambio de un poco de plata. Y usó un beso, signo de compañerismo y amistad, para identificarle ante la policía del templo.» Como ven, la segunda descripción es mucho más amplia y más ágil que la primera.
  11. Déle sabor contemporáneo a la historia: Salpique la narración con alusiones a elementos comunes en la vida de su audiencia. Hay dos maneras de incluir estos elementos. La primera es comparando la situación del mundo antiguo con la actual: «En Israel los leprosos eran echados de sus comunidades cuando se enfermaban, pues la gente temía contagiarse con una enfermedad incurable. Era una actitud muy parecida a la de quienes hoy rechazan a las personas enfermas de SIDA.» La segunda es usando el anacronismo en forma responsable, es decir, presentando al personaje bíblico como si viviera en nuestro barrio: «Los soldados se acercaron a Jesús con sus ametralladoras y sus bayonetas.» Aunque esta segunda técnica puede ser muy impactante, debemos usarla en forma limitada. Ya explicamos anteriormente las consecuencias desastrosas que puede tener el mal uso del anacronismo en la predicación.
  12. Privilegie los encuentros: Las narrativas que narran encuentros, sobre todo los encuentros con Jesús en los relatos evangélicos, son una fuente excelente  para la predicación. Considere hacer una serie de sermones sobre este tipo de historias. Por ejemplo, puede predicar dos sermones sobre encuentros con Dios en el Antiguo Testamento; o cuatro sobre confrontaciones entre los profetas de Israel y la corte real; o tres sobre las mujeres que tuvieron encuentros transformadores con Jesús.

Esperamos que estos consejos prácticos le ayuden a diseñar sermones narrativos que lleguen a la mente y el corazón de su congregación.

12 Consejos para diseñar sermones narrativos
12 Consejos Sermón Narrativo

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Milagros, Parábolas e Historias de Llamamiento Profético

Aspectos bíblicos del sermón narrativo

por Pablo A. Jiménez

Introducción

En artículos anteriores hemos tratado el tema del sermón narrativo. En dichos artículos sugerimos que nuestros sermones narrativos pueden seguir la estructura del cuento corto: marco escénico, trama, punto culminante y desenlace. Ahora bien, hay otras alternativas para diseñar sermones narrativos. Específicamente, podemos seguir la forma y la estructura literaria del pasaje bíblico que deseamos predicar.

En esta ocasión, presentamos algunas sugerencias sobre cómo predicar sermones sobre tres tipos de narrativas bíblicas: las historias de milagros, las parábolas y las historias de llamamiento profético. Veamos, pues, cómo podemos diseñar sermones sobre estos tipos de literatura bíblica.

Cómo predicar las historias de milagros

En los evangelios encontramos dos tipos principales de historias de milagros: los milagros de sanidad y los exorcismos. Estas historias de milagros tienen cuatro componentes principales. Por regla general, los milagros comienzan describiendo la situación que requiere la intervención milagrosa. Es decir, nos indican cuál es el problema que afecta a la persona: si es leprosa, si está endemoniada o si  tiene un familiar gravemente enfermo. Pasa entonces a narrar el encuentro entre las personas necesitadas y el «agente» que Dios utilizará para llevar a cabo el milagro. En el Antiguo Testamento, los agentes divinos son los profetas, mientras que en el Nuevo, Jesús lleva a cabo los milagros en los Evangelios y los apóstoles en el libro de los Hechos. Después del encuentro, ocurre el milagro como tal y se presenta la evidencia de que la necesidad ha sido resuelta. 

Este sermón sigue el siguiente bosquejo:

I. Descripción de la necesidad

II. Encuentro con el agente divino

III. El milagro o exorcismo

IV. La evidencia de que el milagro ha ocurrido

Casi todos los milagros que narra el evangelio de Marcos le añaden un quinto elemento a las historias de milagro. Este elemento es el asombro de la multitud. En ocasiones, Jesús responde ante tal asombro indicándole a sus discípulos que no deben decir que él es el Mesías enviado por Dios (esto se conoce como el «Secreto Mesiánico»). En ocasiones, los milagros narrados por Mateo y Lucas también incluyen este quinto elemento.

Cómo predicar las parábolas

Las parábolas tienen una estructura muy sencilla. La misma tiene tres partes: marco escénico, trama y desenlace sorpresivo. Este desenlace sorpresivo sustituye al punto culminante y al desenlace que encontramos en el cuento corto. Como regla general, en estos finales sorpresivos se «invierten» algunos elementos de la historia. Por ejemplo, el hijo perdido vuelve, la oveja perdida regresa  al redil o la semilla da muchísimo más fruto de lo esperado. 

Este sería el modelo a seguir para predicar una parábola:

I. Marco escénico

II. Trama

III. Desenlace sorpresivo

La gran dificultad que encontramos al predicar las parábolas hoy es que nuestras congregaciones conocen muy bien cómo terminan estas historias. Por lo tanto, es difícil lograr el efecto sorpresivo que tanto necesitamos para predicar las parábolas en forma efectiva. Lo ideal es estudiar bien las parábolas hasta comprender en qué radicaba tal sorpresa y tratar de darle a la conclusión de nuestro sermón un sabor contemporáneo que recupere tal efecto. 

O, para decirlo con más claridad, si la gente se escandalizaba al escuchar una parábola, nosotros no podemos predicarla hasta que comprendamos por qué era escandalosa.

Cómo predicar las historias de llamamiento profético

Las historias de llamamiento profético aparecen mayormente en el Antiguo Testamento. Sin embargo, podemos encontrar algunas de estas historias en el Evangelio de Lucas–como la anunciación a María (Lucas 1.26-38) y la pesca milagrosa (Lucas 5.1-11)–y en el libro de los Hechos de los Apóstoles–como la conversión de Pablo (Hechos 9.1-6). Lo que distingue estas historias es que la persona llamada por Dios se resiste al llamado divino. Por eso Isaías afirma ser un hombre de labios inmundos (Isaías 6.5) y Jeremías trata de evadir el llamado divino afirmando ser sólo un niño (Jeremías 1). 

Un bosquejo sermonario basado en esta forma tendría la siguiente estructura:

I. Introducción

II. Confrontación: Encuentro del personaje bíblico con Dios o con el agente divino (un ángel o Jesucristo resucitado).

III. Comisión: Llamamiento al ministerio (profético)

IV. Protesta: La persona llamada expresa dudas sobre su propia capacidad para llevar a cabo la tarea que le ha sido asignada.

V. Reacción divina: Dios afirma su llamamiento mediante una promesa de salvación y un acto milagroso que le sirve de señal al profeta.

VI. Conclusión 

Al predicar estas historias de llamamiento profético debemos comparar las objeciones que presentan los personajes bíblicos con las excusas que los seres humanos continuamente presentamos al llamamiento que Dios nos hace hoy día.

Conclusión

Ofrecemos estas ideas con la esperanza de animar a quienes desean practicar el arte de la predicación narrativa. Aunque estos apuntes son breves, esperamos que los mismos le motiven a continuar el estudio y la práctica de este tipo de predicación. 


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El relato de Mateo

Un ensayo de teología narrativa

Por Pablo A. Jiménez

Introducción

¿Por qué el Evangelio de Mateo relata la historia de Jesús de Nazaret? ¿Por qué la historia de Jesús debe ser relatada una y otra vez? En este trabajo presentaré una breve reflexión del relato de Jesús según Mateo. Mi tesis es que Mateo relata esta historia con el propósito de revelar la verdadera identidad de Jesús. Según Mateo, Jesús es el Hijo de Dios encarnado. En Jesús de Nazaret Dios está con nosotros y demuestra Su solidaridad con la humanidad.

El relato de Mateo

El interés de Mateo de revelar la verdadera identidad de Jesús queda bien claro a través de todo el Evangelio. De forma muy particular, los primeros dos capítulos están dedicados a esta tarea. El Evangelio de Mateo comienza presentando el linaje de Jesús a través de su genealogía (1.17). Las primeras porciones bíblicas o «perícopas» están dedicadas a explicar su nacimiento u «origen», como dicen algunas traducciones de 1.18. Aquí encontramos una declaración arrebatadora en cuanto a la identidad de Jesús: un niño concebido del Espíritu Santo (1.20), cuyo nombre afirma su ministerio salvífico (1.21). En resumen, Jesús es «Dios con nosotros» (1.23).

Pero esto es tan solo el comienzo de la revelación del Evangelio. En los capítulos 3 y 4, Jesús comienza su ministerio cuando una voz celestial, luego de su bautismo (3.16-17) proclama que es el «Hijo de Dios». Su primer ataque es con el mismo diablo. El tentador le ofrece «los reinos del mundo» (4.8), más Jesús opta por proclamar «el reino de los cielos» (4.17).

Es aquí que llegamos al corazón del Evangelio de Mateo. ¿Quién es este Jesús? Jesús es el Hijo de Dios y en quien se manifiesta la soberana voluntad de Dios. Estas son las «buenas nuevas», las buenas noticias. Por lo tanto, Mateo nos relata la historia de Jesús porque esta narrativa teológica revela el plan de salvación de Dios.

De aquí en adelante, el Evangelio nos presenta distintos aspectos del ministerio de Jesús. Primero, presenta a Jesús como el Maestro que proclama que el reino de los cielos se ha acercado (4.12-17), y que llama al servicio, es decir, al discipulado cristiano (4.18:22). Segundo, Jesús es un poderoso sanador que sana toda enfermedad y dolencia en el pueblo (4.23) y que hecha fuera demonios (4.24). Gracias a la estructura del Evangelio según Mateo vemos desarrollar esta doble imagen; la dualidad del ministerio de Jesús. Las enseñanzas de Jesús están recopiladas en cinco sermones o discursos:

1.Sermón del Monte: 5.1 al 7.27

2. Sermón Misionero: 10.1-42

3. Sermón de las Parábolas: 13.1-53

4. Sermón eclesiástico o sobre la Iglesia: 18.1-35

5. Sermón escatológico o sobre el final de los tiempos: 24.1 al 25.46

Los cinco discursos están claramente delineados por la frase «y cuando terminó Jesús estas palabras…» (7.28; 11.1; 13.54; 19.1 y 26.1). Al comienzo de cada sermón encontramos otras recolecciones de dichos o enseñanzas, como las que encontramos en 11.7-30 y 23.1-39.

Pero Jesús no solamente enseñó «como quien tiene autoridad» (7.29) sino que demostró su autoridad y poder a través de su ministerio de sanidad y liberación. En Mateo, los sermones que presentan las enseñanzas de Jesús están entrelazados con narrativas que presentan la práctica de Jesús. Jesús ejerció un ministerio de misericordia, sanando a las personas enfermas y liberando a la humanidad de la opresión de las fuerzas del mal.

Este patrón continúa hasta el capítulo 26.1, donde comienza la narrativa de la Pasión. La Pasión es la confrontación final de los dos reinos. En la cruz, la Vida misma lucha contra las fuerzas de la muerte. La interrogante sobre la identidad de Jesús está en el centro de la controversia (26.63-66 y 26.11). Jesús declara ser el Mesías. Es una ironía que fuera asesinado por declarar esta verdad. La resurrección (28.1-10), así, es la victoria de la Vida. Sin embargo, los derrotados poderes de la muerte aún están activos (28.11-15). Esto crea una tensión escatológica que solamente se resolverá en el Juicio Final (25.31-46).

Una vez más surge la cuestión de la identidad de Jesús. En los últimos versículos del Evangelio de Mateo –mejor conocidos como La Gran Comisión (28.16-20)— el Jesús Resucitado delinea la misión de la Iglesia para el futuro. La comunidad de fe es instruida a hacer precisamente lo que Mateo ha estado haciendo: hacer discípulos, enseñar e imitar a Jesucristo, el Hijo de Dios, quien ha prometido estar con nosotros siempre, hasta el fin del mundo (28.19-20a).

Conclusión

Para resumir, el Evangelio de Mateo es una narrativa teológica que proclama las Buenas Nuevas de que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios Vivo (viviente) (16.16). En el poderoso ministerio de justicia y misericordia de Jesús hacia (para con) la humanidad es que se allega (hace patente) el Señorío de Dios. La Iglesia tiene la misión de decir y volver a decir -o sea, interpretar- la historia de Jesús con el propósito de hacer más discípulos para el Reino. A través del proceso interpretativo, la comunidad de fe es llamada a afirmar la Vida y a luchar contra los poderes de la muerte. 


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El sermón narrativo

Por Pablo A. Jiménez

Un ensayo que explica qué es el sermón narrativo y ofrece consejos prácticos para el diseño diseño de bosquejos homiléticos narrativos.

Introducción

El sermón narrativo es aquel que presenta un aspecto del mensaje de una porción de las Sagradas Escrituras por medio de una o más historias. Es decir, este sermón transmite el mensaje por medio de la narración. La función de este tipo de sermón es involucrar a la audiencia en la narración de tal manera que se pueda identificar con la historia y pueda experimentar el mensaje del texto. Esto se hace posible por las características particulares que tiene el fenómeno de la narración.

Las virtudes del sermón narrativo son muchas. En primer lugar, despierta el interés de la audiencia; atrae y mantiene el interés a lo largo de la presentación. Segundo, guía la imaginación de los y las oyentes, de tal manera que las imágenes, ilustraciones e ideas presentadas en el sermón sean más llamativas y reales. Tercero, el sermón narrativo da viveza a la experiencia narrada. La historia facilita que la congregación se identifique con los personajes y, por lo tanto, que «viva» la experiencia que escucha. Cuarto, la narración creativa y bien ejecutada puede darle un sabor contemporáneo a la tradición bíblica, estableciendo un puente para que quien escucha pueda salvar la distancia entre la historia bíblica y el momento actual.

Podemos decir que el propósito del sermón narrativo es que la audiencia identifique su historia, tanto personal como colectiva, con la historia que narramos. En este sentido, la predicación narrativa trasciende los detalles de la historia bíblica que podamos narrar. En este tipo de predicación proclamamos una «historia compartida» donde se entrelazan la historia bíblica, la historia de la Iglesia, la historia personal de quien predica y la historia personal de cada oyente.

Cómo diseñar el sermón narrativo

Podemos crear sermones narrativos siguiendo la estructura de un cuento corto. Como es bien sabido, un cuento corto tiene cuatro partes principales.

  • Marco escénico: En esta sección se presentan tanto los personajes como el problema o discrepancia que da pie a la acción.
  • Trama: Aquí encontramos el desarrollo de la acción. En esta parte la tensión narrativa aumenta a medida que los hilos narrativos se entrelazan y la situación se va complicando.
  • Punto culminante o «climax»: Este es el momento donde la tensión narrativa llega a su punto más alto. Desde este momento, comenzamos a vislumbrar el desenlace de la situación.
  • Desenlace: En este punto la tensión narrativa se disipa y la situación problemática comienza a resolverse.

El bosquejo más efectivo para predicar el sermón narrativo es el que reproduce la estructura del cuento corto. En lugar de comenzar con una introducción similar a la del sermón tradicional, empieza indicando el marco escénico de la historia. En vez de emplear «puntos» en el desarrollo del sermón, tiene una sección donde narra la trama y otra donde presenta el punto culminante de la historia. Finalmente, en vez de una conclusión, cuenta el desenlace de la historia.

Por lo tanto, el bosquejo del sermón narrativo luce de la siguiente manera:

  • Marco escénico
  • Trama
    • Episodio #1
    • Episodio #2 
    • Episodio #3
  • Punto culminante 
  • Desenlace

El elemento más importante de la historia es la trama. Es crucial describir adecuadamente cómo la historia central se complica, afectando a todos los personajes. Por eso, podemos afirmar que toda historia presenta uno o más problemas que deben ser resueltos. Si tomamos esta idea como punto de partida, podemos desarrollar sermones narrativos que comiencen describiendo un problema que necesita solución.

Dicho problema o discrepancia se complica a medida que avanza la historia. En el punto culminante de la historia se presentan nuevas perspectivas sobre el problema. El sermón termina narrando cómo se soluciona el problema. 

Sobre el sermón narrativo, en Prediquemos
Prediquemos

Podemos bosquejar este tipo de sermón de la siguiente manera:

  • Identifique el problema
  • Explique el problema, narrando los distintos episodios de la historia
    • Episodio #1
    • Episodio #2
    • Episodio #3
  • Ofrezca una nueva perspectiva sobre el problema
  • Solucione el problema 

Aunque lo ideal es tomar historias bíblicas como base para nuestros sermones, también podemos usar otras historias, que no se encuentran en la Biblia, como imágenes centrales del sermón. Esta variante narra episodios de la historia de la Iglesia, de la historia contemporánea o de la historia personal de quien predica con el propósito de ilustrar una doctrina cristiana o la idea central de un pasaje bíblico. Además, debe ser una historia impresionante y pertinente. Claro está, la dificultad con este tipo de sermón estriba en encontrar una historia extraordinaria que cumpla con todos los requisitos mencionados anteriormente. 

En este tipo de sermón, los comentarios que interpretan y contextualizan la historia se ofrecen a lo largo de la narración. La idea es entremezclar estos comentarios con la narración, de manera que su significado sea evidente. El mensaje central de la historia se presenta hacia el final del sermón, sea en el punto culminante o en el desenlace de la historia.

Conclusión

Esperamos que estas ideas les ayuden a diseñar sermones narrativos que exploren el mensaje de las muchas historias que encontramos en las Sagradas Escrituras. 

Vea varios modelos de sermones narrativos
Vea otros materiales sobre teoría homilética

¿Qué es la predicación bíblica?

¿Qué es la predicación bíblica? ¿Cómo definirla? ¿Cuáles son los criterios que determinan cuán bíblico es un sermón? En este ocasión trataré el tema de la predicación bíblica. En primer lugar, presentaré una definición general del concepto. En segundo lugar, pasaré a discutir con más detalle los elementos que le dan carácter bíblico a la predicación. (1)

I. Definición

De primera intención, la frase «predicación bíblica» parece redundante. La predicación cristiana es, ante todo, la presentación del Evangelio en fidelidad a las Sagradas Escrituras. De este modo, podemos concluir que todo sermón debe ser «bíblico», en algún grado. Sin embargo, a través de la historia los estudiosos de la homilética han identificado dos estilos básicos de predicación: la bíblica y la temática.

A. La predicación bíblica

La predicación bíblica es aquella que toma como punto de partida para el sermón una porción bíblica. El propósito de este tipo de predicación es interpretar el mensaje del texto para los y las oyentes de hoy. Tradicionalmente, se han identificado tres tipos de sermones bíblicos: (2)

1. El sermón textual

Este tipo de sermón comenta frase por frase uno o dos versículos de la Biblia. El texto bíblico provee tanto la idea central del sermón como las divisiones de su desarrollo. (3) Un ejemplo de este tipo de sermón sería una presentación de tres puntos basada en Juan 3.16.

Idea central: Dios desea salvar a la humanidad.

Puntos a desarrollar: 

  • El motivo de la Salvación: «De tal manera amó Dios al mundo…»
  • El mediador de la Salvación: «…que ha dado a su hijo unigénito…»
  • El propósito de la Salvación: «…para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna.»
2. El sermón expositivo

Este sermón es el que, fundamentado en una unidad literaria de la Biblia, presenta un aspecto del mensaje del texto. Digo «aspecto» porque nadie puede explicar todo el significado de un pasaje bíblico; nadie puede ponderar todo el peso teológico de una porción de las Sagradas Escrituras en un solo sermón. (4)

La extensión del pasaje bíblico no es lo importante en este caso; lo importante es que el sermón presente algunos de los muchos temas que sugiere el texto. Por ejemplo, La Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10.25-37) sugiere una larga lista de temas: el significado de ser prójimo, la responsabilidad social de la iglesia, nuestra actitud hacia aquel que consideramos como «otro», el peligro del legalismo religioso, y el amor de Dios por el marginado, entre otros. Un sermón expositivo sobre esta parábola enfocaría en solo una de esas grandes ideas que presenta el texto, dejando los demás temas como semilla para futuros sermones.

3. El sermón narrativo

En este tipo de sermón la persona que predica comunica el mensaje del Evangelio por medio de la narración de una historia bíblica. (5) Al hacerlo, la historia cobra vida ante nuestros ojos y el mensaje del texto se vuelve evidente. En realidad, es un estilo de predicación muy sencillo. Se presta, en particular, para sermones evangelísticos, para comunicar el Evangelio a la juventud y para predicar a la niñez. 

Tomemos, por ejemplo, el relato de la Curación del Leproso en Marcos 1:40-45. Un buen sermón narrativo de propósito evangelístico nos llevará a comprender tanto el sufrimiento del leproso como el amor de Jesús. Al oír la historia nos involucramos en la misma y de pronto comprendemos que el leproso nos representa. Usted y yo estamos tan necesitados como el leproso. Sólo Jesús puede tocarnos, dejarnos limpios y restaurarnos a una vida plena.

B. La predicación temática

La predicación temática parte de un tema o asunto de interés general, una doctrina o un episodio de la historia de la Iglesia. (6) Hace una reflexión sobre el tema a la luz del mensaje de la Biblia y del pensamiento cristiano. El propósito de este tipo de predicación es, principalmente, didáctico, pues busca que la congregación aprenda más sobre el tema, tome conciencia de la importancia del mismo y actúe a base del conocimiento adquirido. Podemos identificar dos variantes básicas del sermón temático:

1. El sermón doctrinal

Este tipo de sermón presenta algún aspecto importante de una doctrina de la fe cristiana. Es decir, presenta un punto central del cristianismo tal como la necesidad de salvación, las consecuencias del pecado o los frutos del Espíritu Santo. Como indicamos anteriormente, su propósito es educativo.

2. El sermón sobre problemas sociales

El sermón sobre problemas sociales presenta una reflexión bíblica y teológica sobre un tema de actualidad que afecta a la comunidad de la cual formamos parte. Algunos temas pertinentes en nuestro contexto serían la discriminación racial, la violencia doméstica o el militarismo. 

El enfoque básico de este tipo de sermón es teológico, puesto que la Biblia dice muy poco sobre nuestros problemas actuales. Es decir, nuestra sociedad confronta problemas tales como el aborto, la contaminación ambiental y el calentamiento global, que la Biblia no trata directamente. Por lo tanto, no existen textos bíblicos que contenga la frase «calentamiento global». Sin embargo, encontramos porciones bíblicas que nos llevan a reflexionar sobre el impacto negativo que tiene el pecado en el medio ambiente, como Romanos 8.18-24. Esta podría ser la base para un sermón sobre la responsabilidad del creyente hacia la naturaleza.

Como vemos, el sermón sobre problemas sociales entra en el área de la ética cristiana y, por lo tanto, su propósito oscila entre la formación espiritual y el desafío profético que llama a la acción. 

II. Criterios

Anteriormente, indicamos que la predicación bíblica es aquella que toma como punto de partida un pasaje de las Sagradas Escrituras. Sin embargo, esto es sólo el primer paso. Para ser verdaderamente bíblico, un sermón debe tener ciertas características adicionales.

La idea central de este escrito es: La predicación bíblica ocurre cuando el contenido, la función y la forma del texto moldean el contenido, la función y la forma del sermón. (7) En otras palabras, la predicación es bíblica cuando el sermón está diseñado en forma coherente con el pasaje bíblico que le sirve de base. (8) A continuación comentaremos brevemente los elementos que hacen «bíblica» la predicación.

A. Contenido

Un sermón es bíblico cuando su contenido corresponde al contenido del texto que le sirve de base. En otras palabras, un sermón ofrece una interpretación válida del texto bíblico. Para poder interpretar adecuadamente el contenido de un pasaje bíblico es necesario prestar atención a tres elementos importantes:

  1. El contexto social e histórico: ¿En qué época fue escrito el texto? ¿Qué comunidad lo produjo? ¿A qué comunidad o persona en específico fue dirigido? ¿Cuál era la situación social e histórica de estas comunidades religiosas?
  2. El mensaje: ¿Qué dice el texto? ¿Cuál es su argumento? ¿Cuáles son las ideas y los conceptos teológicos clave  del pasaje? ¿Cómo podemos interpretar esta porción en forma valida? ¿Cuál es el mensaje del texto para nosotros hoy?
  3. El estilo literario: ¿Es un texto narrativo, poético o discursivo? ¿Qué imágenes literarias usan? ¿Qué elementos del texto deben interpretarse en manera figurada?

Cuando no se presta la atención debida a estos elementos, surgen interpretaciones erradas. ¡Así hay quienes toman literalmente un texto poético del Antiguo Testamento, como Eclesiastés 9:8, y andan siempre vestidos de blanco!

B. Función

Un sermón es bíblico cuando su función corresponde a la función del texto que le sirve de base. Es decir, un sermón bíblico logra en la audiencia un efecto similar al que logra el texto.

Los pasajes bíblicos han sido escritos con diversos propósitos. Un texto puede consolar, exhortar, desafiar, edificar, llamar a la fe, etc. Quien desea predicar de manera «bíblica», debe aprender a discernir el propósito del texto bíblico y procurar que su sermón tenga un propósito similar. Por ejemplo, el libro de Apocalipsis fue escrito para consolar a la comunidad cristiana que sufría opresión de parte del Imperio Romano. (9) El propósito del texto es dar aliento a la audiencia, llamándola al compromiso con el Dios amoroso y liberador que se ha revelado en Jesucristo. Un sermón sobre Apocalipsis debe tener, pues, el propósito de consolar a la Iglesia, dándole esperanza para el futuro. Un sermón basado en Apocalipsis que provoque miedo en los oyentes traiciona la función del texto.

C. Forma

Un sermón es bíblico cuando su forma corresponde a la forma del texto que le sirve de base. Dicho de otro modo, un sermón bíblico toma en cuenta la estructura literaria de la porción bíblica que le sirve de base.

La estructura de un texto bíblico es muy importante. Recordemos que es imposible separar la forma del contenido. Por lo tanto, es imposible separar la estructura del texto de su mensaje. Por esta razón, por regla general, el estudio de la estructura literaria de un texto bíblico aclara el contenido.

Por ejemplo, si leemos las parábolas de Jesús notaremos que casi todas tienen un final sorpresivo: El esposo llega cuando menos lo esperan (Mateo 25.10); el samaritano se compadece del judío herido (Lucas 10.33-35); y el publicano es justificado antes que el fariseo (Lucas 18.14). Todo esto habla de la sorpresa que causa la revelación de Dios en Cristo, ya que en el Reino de Dios todo es novedoso. Aquí vemos claramente cómo la forma y el contenido de un texto bíblico van de la mano. Por esta razón, un sermón sobre una parábola que tenga un final sorpresivo será más claro e impactante que un sermón con un final tradicional.

III. Conclusión

En resumen, afirmamos que la predicación es verdaderamente bíblica cuando el sermón es un reflejo fiel del contenido, la función y la forma del texto que le sirve de base. (10) La tarea, pues, de quien predica es dejar que Dios hable a través de la exposición del mensaje bíblico. Sólo entonces quienes escuchen el mensaje tendrán la oportunidad de encontrarse con el Señor de la Vida por medio de la proclamación de la Palabra de Dios.

Notas bibliográficas
  1.  He tratado algunos temas relacionados a este, tales como la interpretación bíblico para la predicación, en Principios de predicación(Nashville: Abingdon Press, 2003); y en La predicación en el Siglo XXI (Barcelona: Editorial CLIE, 2009). Para consideraciones teológicas sobre la hermenéutica hispana, véase a Pablo A. Jiménez & Justo L. González, Manual de homilética hispana (Barcelona: Editorial CLIE, 2006). 
  2.  Para una introducción más detallada a los distintos tipos de sermones véase Principios de predicación, capítulos 7 al 10 y apéndices A al D. 
  3.  Véase a Clarence S. Roddy. «La clasificación de sermones» en Diccionario de la teología práctica: Homilética, editado por Roberto G. Turnbull. (Grand Rapids, Michigan: Subcomisión Literatura Cristiana de la Iglesia Cristiana Reformada, 1976, 20).
  4.  Los textos bíblicos no tienen un solo tema ni un solo significado. Por el contrario, cada pasaje bíblico levanta toda una serie de diversos asuntos. Esto es lo que ha sido llamado por los intérpretes de la Biblia el problema de la polisemia. Para abundar más sobre este tema consulte el libro de José Severino Croatto, Hermenéutica Bíblica. (Buenos Aires: La Aurora, 1984).
  5.  La predicación narrativa ha sido estudiada, mayormente, en los Estados Unidos de Norteamérica. Para una introducción a este tema vea el panfleto de Gilbert L. Bartholomew, Narrative Preaching (Nashville: Disciples Resources, s/f). Para un tratamiento más extenso y variado consulte el libro editado por Edmund A. Steimle, Morris J. Niedenthal y Charles Rice, Preaching the Story (Philadelphia: Fortress Press, 1980). Para un comentario sobre la importancia de la predicación narrativa en las comunidades Afro-Americanas de los Estados Unidos, véase a James Earl Massey, Designing the Sermon: Order and Movement in Preaching.(Nashville: Abingdon Press, 1980), 35-49 y a Henry H. Mitchell, Black Preaching (New York: Harper and Row, 1970), 132-147 y 169-172.
  6.  William J. Carl III, Preaching Christian Doctrine (Philadelphia: Fortress Press, 1984), 9.
  7.  Para un comentario más amplio sobre el tema, consulte a Leander E. Keck, The Bible in the Pulpit: The Renewal of Biblical Preaching(Nashville: Abingdon Press, 1980), 100-137, passim. Vea, además, a Elizabeth Achtemeier, Creative Preaching: Finding the Words (Nashville: Abingdon Press, 1980), 61.
  8.  Don M. Wardlaw, «Shaping sermons by the context of the text», en Preaching Biblically: Creating Sermons in the Shape of Scripture,editado por Don M. Wardlaw. (Philadelphia: The Westminster Press), 61-62.
  9.  Vea, por ejemplo, Ap. 1:17; 5:5; 7:14-18; 11:15; 12:10-11; 19:1-8 y 21:3-4. Consulte, además, el comentario de G.S. Gorhulho y A.F. Anderson, No tengáis miedo: Actualidad del Apocalipsis (Madrid: Ediciones Paulinas, 1981). Para un tratamiento más académico, donde se utiliza el análisis sociológico y una hermenéutica liberadora, vea a Elizabeth Schussler Fiorenza, The Book of Revelation: Justice and Judgment(Philadelphia: Fortress Press, 1985).
  10.  Para profundizar en el tema de la predicación bíblica, consulte La Biblia para la predicación (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 2012).

Ficha bibliográfica

Si desea citar este escrito en un ensayo académico, puede usar el siguiente formato:

Jiménez, Pablo A. «¿Qué es la predicación bíblica?» Disponible en: https://www.drpablojimenez.com/2019/05/14/que-es-la-predicacion-biblica-2/

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