Un sermón sobre Marcos 1.21-28, el primer milagro que ocurre en Marcos, enfocando en lo que ocurre en una comunidad de fe cuando falta el poder de Dios.
Un escrito sobre revitalización de la Iglesia que enumera 12 características de una iglesia sana, por el Dr. Pablo A. Jiménez.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles vemos los comienzos de la Iglesia Primitiva. Allí encontramos una Iglesia sana, que crecía aún en medio de la persecución y el conflicto.
Al ver las muchas maravillas y señales que los apóstoles hacían, todos se llenaban de temor, y todos los que habían creído se mantenían unidos y lo compartían todo; vendían sus propiedades y posesiones, y todo lo compartían entre todos, según las necesidades de cada uno. Todos los días se reunían en el templo, y partían el pan en las casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón, mientras alababan a Dios y brindaban ayuda a todo el pueblo. Y cada día el Señor añadía a la iglesia a los que habían de ser salvos.
Hechos 2.44-47, RVC
Eso me lleva a preguntar: ¿Cuáles son las características de una Iglesia sana? ¿Qué distingue a las Iglesias que cumplen con la Gran Comisión de ir y hacer discípulos?
A continuación presentamos 12 características de las Iglesias saludables.
Características de una Iglesia Sana
1. Sentido de visión y de misión
La visión es resultado de discernir la voluntad de Dios para nuestras vidas, en particular, y para nuestra congregación, en general.
Es discernir el futuro que Dios prefiere para nuestra Iglesia local.
Es comprender cual es el área específica de la vida cristiana a la cual Dios nos llama a ser excelentes.
2.Enseñanza Bíblica
El estudio de la Biblia, como Palabra de Dios, es crucial para nuestras vidas. La Biblia es la regla de fe y conducta.
“Fue así como los que recibieron su palabra fueron bautizados, y ese día se añadieron como tres mil personas, las cuales se mantenían fieles a las enseñanzas de los apóstoles y en el mutuo compañerismo, en el partimiento del pan y en las oraciones.” (Hechos 2.41-42, RVC)
3. Discipulado & Capacitación
Aunque todas las congregaciones tienen líderes, las iglesias saludables se concentran en el desarrollo y la capacitación de líderes.
Los dirigentes que capacitan a otros invierten gran parte de su tiempo en el discipulado, en la delegación y en la multiplicación.
4. Discernimiento de dones
Los líderes ayudan a los miembros a reconocer los dones que Dios les ha dado y a encontrar espacios donde puedan ejercer dichos dones.
Esta es la característica más importante. Descubrir y aplicar dones lleva a practicar el “sacerdocio universal del creyente.”
5. Espiritualidad ferviente
Las iglesias saludables desarrollan una espiritualidad ferviente, donde se siente la presencia del Señor en medio de la oración y de los servicios de adoración.
También recalcan el ejercicio de las disciplinas espirituales, tales como la oración, la lectura de la Biblia, el servicio y la visitación, entre otras.
6. Estructuras funcionales
Las iglesias saludables desarrollan estructuras que facilitan su funcionamiento.
Echan a un lado la burocracia;
Limitan el tiempo dedicado a reuniones;
Están abiertas al cambio y la experimentación;
Y “dan permiso” a las ideas nuevas.
7. Culto inspirador
Este es el principio que diferencia a las congregaciones en crecimiento de las que están estancadas y de las que están decayendo.
El culto debe inspirar a las personas que participan de él.
El culto también debe tener una estructura evangelística.
8. Células integrales
Las células “integrales” son espacios donde la feligresía puede poner su fe en práctica.
Los participantes pasan de ser meros espectadores a ser participantes activos en la misión.
Las células se ven como parte integral de la Iglesia, dándose apoyo mutuo.
9. Respuesta a las necesidades de la gente
La clave del crecimiento de la iglesia es dirigir las actividades evangelísticas hacia las preguntas, inquietudes y necesidades de los no-creyentes.
Esto pone una doble carga sobre la iglesia: determinar las necesidades de los no-creyentes y crear programas flexibles orientados a ellos.
10. Buenas relaciones afectivas
Las iglesias saludables demuestran su amor a través de sus buenas relaciones interpersonales y de sus obras de misericordia a favor de la comunidad.
Se ven como comunidades abiertas, no como familias cerradas.
Esta es la característica más importante para los no-creyentes.
11. Apertura al cambio
Al igual que el Apostol Pablo, debemos estar dispuestos a adaptarnos a la situaciones en las cuales debemos ministrar.
“Entre los judíos me comporto como judío, para ganar a los judíos; y, aunque no estoy sujeto a la ley, entre los que están sujetos a la ley me comporto como si estuviera sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley. Entre los que no tienen ley, me comporto como si no tuviera ley, para ganar a los que no tienen ley (aun cuando no estoy libre de la ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo). Entre los débiles me comporto como débil, para ganar a los débiles; me comporto como todos ante todos, para que de todos pueda yo salvar a algunos. Y esto lo hago por causa del evangelio, para ser copartícipe de él.” (1 Corintios 9.20-22, RVC)
12. Total dependencia de Dios
Debemos trabajar con ahínco, con sentido de urgencia, sabiendo que—al final—todo depende de Dios. Es necesario vivir en esta paradoja.
“Por tanto, amados míos, ya que siempre han obedecido, no sólo en mi presencia, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocúpense en su salvación con temor y temblor, porque Dios es el que produce en ustedes lo mismo el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2.12-13, RVC)
Conclusión
Si bien la iglesia ni puede “forzar” el crecimiento, puede crear las condiciones necesarias para que el crecimiento ocurra. Dios nos llama a cultivar las características necesarias para que la Iglesia pueda crecer, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Thomas Bandy, un teólogo pastoral experto en el tema del crecimiento de la Iglesia, ha hecho un estudio sociológico muy profundo sobre las necesidades espirituales de las sociedades postmodernas.
Aunque toda clasificación puede ser arbitraria, Bandy sugiere que podemos identificar ocho tipos de problemas que causan ansiedad o angustia espiritual en el mundo contemporáneo. Estas son:
El abandono
La soledad
El vacío
La falta de sentido
El destino
La muerte
La culpa
Y la vergüenza
En este episodio analizamos en detalle cada una de estas ansiedades, sus consecuencias y sus implicaciones ministeriales.
¿Qué está buscando la gente que viene por primera vez a nuestras Iglesias?
Y si digo “por primera vez”, es porque los estudios sociológicos nos indican que dos de cada tres personas menores de 38 años se criaron fuera de la fe.
Nunca han visitado una iglesia con regularidad.
Nunca han leído la Biblia en detalle.
Nunca han tenido una tradición religiosa.
Aún así se acercan a la iglesia, buscando algo. La pregunta es: ¿Qué están buscando?
Las Generaciones del Milenio, aquellas personas nacidas a partir del 1982, tienen un profundo interés en la espiritualidad. A diferencia de sus padres y de sus abuelos, saben que el racionalismo no es la respuesta a los misterios de la vida.
Por esta razón, están abiertas a explorar prácticas espirituales que puedan enriquecer su vida. Nótese que dije “prácticas espirituales”, porque la mayoría de las personas que pertenecen a estas generaciones no se criaron en la fe de Jesucristo. Por eso, están abiertas a explorar el budismo, la astrología y hasta el wiccanismo.
Claro está, con el tiempo se dan cuenta que esas formas alternas de espiritualidad no pueden responder a los problemas fundamentales de sus vidas. Así que eventualmente llegan a la iglesia, buscando la respuesta definitiva a su inquietud espiritual.
Así que pregunto por tercera vez: ¿Qué está buscando la gente inquieta espiritualmente que visita nuestras Iglesias por primera vez?
La respuesta es muy sencilla: Poder.
Están buscando una fuente de poder que les ayude a enfrentar los problemas de la vida.
Están buscando una fuente de poder que les conduzca a una transformación espiritual.
Están buscando una fuerza espiritual superior que les dé poder para vivir.
Queda claro, pues, que todo en nuestra sociedad ha cambiado. O, mejor dicho, casi todo ha cambiado. Y si digo “casi”, es porque hay una institución que no ha cambiado su horario dominical; que se sigue reuniendo a la misma hora que se reunía cuando casi todo el resto de la sociedad descansaba el domingo; que a veces parece que está esperando el regreso de la década del 1950. La institución que no ha cambiado su itinerario dominical es la iglesia.
La mayor parte de las congregaciones cristianas se siguen reuniendo el domingo en la mañana. Los únicos cambios significativos en su itinerario son la eliminación de los servicios religiosos en la noche y el comienzo del culto un poco más tarde en la mañana, pues algunas congregaciones hoy comienzan el servicio de adoración entre las 10:30 a las 11:00 am.
Por esta razón, vemos una merma en la participación de personas jóvenes y de la clase trabajadora en nuestros cultos dominicales. Son muchas las personas entre 18 a 45 años que trabajan los domingos. Por eso, no pueden adorar regularmente en congregaciones donde el servicio del domingo en la mañana se ofrece entre las 9 AM a la 1 PM.
¿Quiénes son las personas que pueden participar libremente de nuestros servicios dominicales?
La niñez
Las personas de la tercera edad
Las personas pensionadas por edad o por enfermedad
Las personas desempleadas
Y aquellas personas cuyo empleo le permite tener libres los domingos, porque trabajan en oficinas de gobierno, en el magisterio o porque tienen derecho a ese privilegio por el tiempo que llevan trabajando en la compañía.
Esto me lleva preguntar, ¿quienes no pueden participar con libertad en nuestros servicios dominicales?
Aquellas personas que trabajan en comercios, en industrias de servicio y en el campo de la hospitalidad.
Aquellas personas que trabajan en el campo de la salud, particularmente en hospitales y en laboratorios médicos.
Y aquellas personas que trabajan dando seguridad, como policías, bomberos y guardias privados.
Para preguntarlo con más claridad, ¿a quienes estamos excluyendo?
A los chicos y a las chicas que necesitan hacer tareas universitarias los domingos.
Al chico que trabaja en un restaurante de comida rápida
A la mesera del restaurante que abre los domingos para almuerzo.
A la nueva empleada de la mega tienda, que tendrá que trabajar los domingos por unos 18 a 24 meses antes de poder pedirlo libre.
A la madre soltera que tiene dos trabajos y que, por lo tanto, necesita el domingo para descansar, limpiar la casa y hacer compras.
Al padre no-custodio que tiene que recoger o llevar de vuelta a sus hijos e hijas el domingo en la mañana.
Y a la enfermera que termina su turno a las 7:00 AM.
Reseña de una visita a la Iglesia en Buckhead, Atlanta, Georgia
por Pablo A. Jiménez
El domingo 23 de junio de 2019 mi hija y yo tuvimos la oportunidad de visitar The Buckhead Church, en Atlanta, GA. Ésta es una de las congregaciones cristianas más grandes en los Estados Unidos.
Cuando yo vivía en Atlanta, a principios de la década del 1990, Buckhead era un sector famoso por sus cantinas y clubes nocturnos. Hoy, el sector alberga una Iglesia novedosa que está alcanzando a miles para Cristo.
Fundada por un grupo dirigido por Andy Stanley, el hijo del famoso predicador bautista Charles Stanley, la misión y visión de esta congregación es alcanzar a las personas que regularmente no van a Iglesia alguna (en inglés, «the unchurched»). Stanley organizó en 1995 una congregación en Alpharetta, una ciudad a unas 15 millas al norte de Atlanta. Sin embargo, un buen día comprendió que no estaban alcanzando el centro de Atlanta. Esto le llevó en 2001 a comenzar la congregación en Buckhead.
Hoy la Iglesia tiene una asistencia promedio de 6,500 personas adultas que participan en 3 servicios dominicales y más cerca de 1,500 niños y niñas que participan en la Iglesia infantil. De acuerdo a su página de Internet, un promedio de 5,000 personas participan de grupos pequeños semanalmente.
Esta congregación adora en varias comunidades, no en un solo local. Es lo que se conoce en inglés como un “Multi-Site Church”. Esto quiere decir que el sermón se transmite en vivo o de manera diferida por video a todas las congregaciones hermanas. Las congregaciones que participan de este programa se conocen como “North Point Strategic Partners”.
En cada congregación hay un pastor, grupos de adoración, líderes laicos, programas infantiles y grupos pequeños, entre otras iniciativas. Aunque los agentes pastorales locales predican con cierta regularidad, una persona del equipo pastoral lleva la carga principal de la predicación y la enseñanza (en inglés, «teaching pastor») en el equipo pastoral. Stanley es el predicador principal del grupo.
Además de los cultos dominicales en Buckhead y en otras localidades, la Iglesia transmite sus cultos en vivo por medio del Internet, los publica en forma de “podcast” y hasta tiene apps para Apple TV.
En la industria de la televisión, la nueva forma de medir la audiencia real de un programa se llama, en inglés, “live plus seven”. Es decir, se mide la audiencia que tiene el programa transmitido en vivo, más la audiencia que lo sintoniza via Internet durante los siete días siguientes. Sería interesante conocer cuál es la audiencia real de las transmisiones de la Iglesia en Buckhead, sabiendo que parte del personal de un importante canal de televisión de Atlanta asiste regularmente a esta congregación.
Yo visité por primera vez la Iglesia de Buckhead en el verano de 2015, también junto a mi hija mayor. Temprano en el 2019, ella decidió adorar virtualmente en la Iglesia de Buckhead. Cada domingo participa de manera virtual en la adoración y en la predicación que ofrece esta congregación. Después de varios meses de adorar solo de manera virtual, el 23 de julio visitamos nuevamente la Iglesia.
El local es impresionante. Queda cerca de los dos centros comerciales más grandes de la ciudad: Lenox Square y Phipps Plaza. Le rodean varios edificios, algunos de viviendas, otros de oficinas y aún otros de comercios. El tránsito es tal que la policía se combina con guardias privados y personas voluntarias para facilitar el acceso al edificio de estacionamiento. Quienes tienen niños y niñas deben encender las luces intermitentes para alentar a quienes trabajan de manera voluntaria con la Iglesia Infantil. El resto de los vehículos continúan al estacionamiento, que tiene varios pisos. Hay puentes de peatones que conectan el estacionamiento con el templo, que tiene dos niveles y sienta miles de personas.
El orden del culto en Buckhead es relativamente simple. Comienza con cánticos de adoración, a cargo de una excelente banda de “rock”. Una persona da la bienvenida, a nombre de la Iglesia, y anuncia el formato del sermón. La música sigue, hasta que la banda se retira. Cabe resaltar que tanto la banda como el personal se distinguen por su diversidad étnica. Es común ver personas afro-americanas, asiáticas e hispanas cantando, hablando o saludando a la congregación.
Mientras las plataformas con los instrumentos se esconden automáticamente, el equipo transmite videos en tres pantallas. Los “video bumpers” tienen una alta calidad profesional. Los videos hablan sobre el programa de la Iglesia, sobre la serie de sermones de turno y sobre la colecta de las ofrendas, entre otros temas. Aunque los videos exhortan a la Iglesia a ofrendar por medio del app de la congregación, también se colectan la ofrendas de manera tradicional.
El domingo que visitamos la Iglesia hubo un bautismo muy particular, precedido por un “video bumper” donde la chica que se bautizó dio testimonio de su fe. El bautisterio está en un lugar muy prominente, fácil de ver desde cualquier punto del local.
Nótese que he usado la palabra “personal” de la Iglesia, ya que en esta congregación no se usan las categorías tradicionales de “ancianos”, “diáconos” y “ujieres”. ¿Por qué? Porque las personas que esta congregación desea alcanzar no conocen el lenguaje tradicional de la Iglesia. Recordemos que esta congregación desea alcanzar a personas que no se criaron en la fe y que no tienen trasfondo religioso alguno. Por esta razón, el lenguaje tradicional carece de significado para esta población. Para decirlo de manera clara, para un joven norteamericano “Usher” (palabra que significa “ujier”) es un cantante, no un puesto de trabajo voluntario en la Iglesia.
Entonces, ¿cómo se identifica al personal de la Iglesia? La respuesta es muy sencilla. El personal de la Iglesia usa camisetas o playeras con el logo de la congregación, que en la espalda tienen impresas la palabra “STAFF” (que significa “personal de trabajo” en inglés). Del mismo modo, el escritorio donde las personas visitantes pueden buscar información se llama “Guest Services” (“Servicio al cliente”), como en cualquier comercio. Yo sé que esto puede sonar escandaloso, pero tiene mucho sentido. De nuevo, esta Iglesia busca alcanzar personas que no tienen tradición religiosa alguna. Busca llegar el tipo de personas acostumbradas a buscar información en el escritorio de “Servicio al cliente” en los comercios que patrocinan.
La predicación de Andy Stanley es ágil. Su contenido está claramente dirigido a personas que no están acostumbradas a ir a la Iglesia y que no conocen la Biblia. Su predicación es bastante directiva, orientada a equipar a la audiencia para que pueda enfrentar y solucionar problemas. Sus sermones son bíblicos, afirmando la autoridad de las Sagradas Escrituras a la vez que evita usar frases tradicionales como “la Biblia dice” que, de nuevo, significan poco para quienes se criaron fuera de la fe.
En términos técnicos, podemos clasificar la predicación de Stanley como una orientada al “coaching”, es decir, a dar consejos prácticos para la vida cristiana que cualquier persona puede utilizar. Este tipo de predicación apela, de manera particular, a personas que nunca han tenido fe y que, precisamente por eso, se sienten desorientadas y hasta perdidas. Sin embargo, también apela a quienes están pasando por momentos de crisis, aunque se hayan criado en la Iglesia.
El servicio de adoración concluye cuando termina el sermón. Curiosamente, no hay llamados al altar ni momentos de ministración. Quien predica indica al final del sermón que quienes deseen recibir una oración especial deben hablar con alguna de las personas identificadas como parte del “personal” de la Iglesia. Esto es lo que más me sorprende del programa de esta congregación, pues mi mente no concibe un culto cristiano que carezca de ministración en el altar.
Este modelo de Iglesia, conocido en inglés como “Attractional Church”, busca crear un ambiente llamativo para las personas que están buscando una experiencia espiritual, a la vez que se distancia de la Iglesia tradicional. Emplea técnicas de mercadeo para alcanzar a su audiencia, produciendo eventos, audios y videos de gran calidad para las poblaciones que desea alcanzar. Quienes visitan estas congregaciones regularmente, buscan alimento espiritual pertinente para sus vidas. Están más interesadas en lograr que la gente tenga un encuentro con Jesucristo que en enseñarles la cultura de la congregación o, mucho menos, de la denominación. Su meta no es que la gente se integre a la Iglesia local, como institución, sino que vean un cambio positivo en su vida espiritual al entrar en una relación con Dios, por medio de Jesucristo, en el poder del Espíritu Santo.
Imagino que muchos lectores y lectoras reaccionarán con escepticismo a mi descripción de la Iglesia en Buckhead. Ese es su derecho. Pero no se equivoquen: La Iglesia es evangélica, pues afirma a Jesucristo como Señor y Salvador, la autoridad de la BIblia y las doctrinas cristianas fundamentales. En lo personal, tengo algunas dudas sobre la efectividad del modelo, a largo plazo. Sin embargo, doy gracias a Dios por la Iglesia en Buckhead, ya que por medio de su ministerio mi hija mayor ha encontrado una Iglesia que está fomentando su crecimiento espiritual.
Adoración en BuckheadAdoración en Buckhead Andy Stanley Predicando por Video
La Iglesia es la comunidad que vive entre la venida del Señor Jesucristo en carne, y la venida del Señor Jesucristo en gloria. Es la comunidad que vive en el «todavía otro poco de tiempo» del cual habla Jesús en el Evangelio según San Juan (Juan 7.33). Es comunidad que vive en la espera de un Mesías que ya vino, pero que vendrá y nos tomará a sí mismo para él (Juan 14.3). ¡Esta es la Iglesia del Señor!
La Iglesia espera. Espera ser redimida de la vida en el mundo. Espera la renovación del tiempo antiguo (Isaías 37.26), viviendo con su Señor. Espera la manifestación de las últimas cosas (Romanos 8.19), cuando Jesucristo vendrá en gloria.
La Iglesia ha sido redimida del mundo, porque vive en una historia que sufre «dolores de parto» a causa de la maldad humana (Romanos 8.22). Un mundo donde reina «el principe de la potestad del aire» (Efesios 2.2), trayendo a su paso daño y destrucción. Como dijo Jesús: «el ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir» ( Jn. 10.10).
Vivimos en cautiverio. Del mismo modo que el pueblo de Israel estuvo en cautiverio en tierra extraña (Salmo 137.4), nosotros, el pueblo de Dios, vivimos en la tierra extraña del pecado. Somos peregrinos. Nuestro hogar se encuentra en «lugares celestiales» (Efesios 1.3, 20 y 2.6), «escondido con Cristo en Dios» (Colosenses 3.3). Y como pueblo que no tiene donde «recostar su cabeza» (Mateo 8.20), a veces nos sentamos a las orillas del río sin deseos de continuar viviendo (Salmo 137.1-2), mientras las personas del mundo que nos oprime nos piden que les cantemos algunos de los cánticos de Sión (Salmo 137.3); que les mostremos la alegría del Evangelio mientras vivimos en la pena del exilio.
La Iglesia aguarda. Aguarda ser redimida de un mundo de pecado en el cual se siente extraña y no encuentra lugar.
Pero la Iglesia no sólo aguarda. También recuerda. Recuerda que fue llamada por Dios a predicar un mensaje de salvación a un mundo en crisis. Recuerda que fue llamada a ser sal para preservar al mundo de la destrucción (Mateo 5.13). Recuerda que fue llamada a ser luz para alumbrar a un mundo en tinieblas (Mateo 5.14-16). Recuerda que fue llamada a ser el heraldo que se levanta sobre un monte alto y anuncie que se ha cumplido el tiempo de castigo y que los pecados son perdonados (Isaías 40.9-10).
La Iglesia es heredera del llamamiento de Isaías, que Cristo hace suyo en el libro de Lucas cuando toma el rollo de la sinagoga y dice:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.
Lucas 4.18-19
La Iglesia lleva en su memoria colectiva la encomienda del Señor Jesús de ir a predicar el Evangelio (Marcos 16.15), de ir a hacer discípulos (Mateo 28.19), de ser testigos en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra (Hechos 1.8).
La Iglesia recuerda el rostro del Señor Jesús diciendo: «No temáis, manada pequeña, porque a vuestro padre le ha placido daros el reino» (Lucas 12.32).
La presencia de nuestro Señor Jesucristo corta la pena de nuestros corazones. Es sal que quema la herida y cura el dolor. Cristo es camino (Juan 14.6) que nos lleva por la vida, dirigiendo nuestros pasos hasta la presencia misma de Dios (Hebreos 2.10). Espera que nos resucita de la muerte con que nos pagó el pecado (Romanos 6.23). Es verdad, es novedad de vida ante las mentiras del mundo.
Empero, aún así nos preguntamos qué debemos hacer. ¿Qué será de nosotros como pueblo peregrino? ¿Pasaremos el resto de nuestras vidas entre el bien el mal, entre la bendición y la maldición? ¿Soportaremos la vida en un mundo oscuro siendo nosotros hijos e hijas de luz? ¿Venceremos los embates del pecado, que quieren destruir nuestras casas?
La respuesta es positiva: ¡Venceremos! Porque la Iglesia es la comunidad de la esperanza. Porque si la Iglesia aguarda y recuerda es porque el Señor misericordioso ha derramado su amor en nuestros corazones (Romanos 5.5) en forma de promesa. La promesa de que «este mismo Jesús…así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hechos 1.11), según le dijeron los ángeles a los varones galileos.
Tenemos promesa de labios de Señor Jesús, registrada en Juan 14.1-3.
No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Tenemos la certeza de ser «más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8.37). Sabemos que nada «nos podrá separar del amor de Cristo» (Romanos 8.39). Ni tribulación, ni angustia, ni persecución, ni hambre, ni peligros, ni espada o desnudez (Romanos 8.38-39). Sabemos que la victoria es nuestra porque «esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (1 Juan 5.4).
¡Venceremos! No por nuestra fuerza, porque no es con espada ni con ejércitos ni con carros de a caballo que se gana la batalla, sino con el Espíritu de Dios (Oseas 1.7).
¡Venceremos! Porque «más son los que están con nosotros los que están» contra nosotros (2 Reyes 6.16).
¡Venceremos! Porque «las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas» (2 Corintios 10.4).
¡Venceremos! Porque Jesús dijo: «En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16.33).
¡Venceremos! Porque «pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles» (Apocalipsis 17.14).
La Iglesia vive en fe, con la certeza de que el Señor es fiel; con la esperanza de que cumplirá sus promesas.
Por eso la Iglesia guarda muy cerca de su corazón la expresión del salmista:
Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion,
Seremos como los que sueñan.
Entonces nuestra boca se llenará de risa,
Y nuestra lengua de alabanza;
Entonces dirán entre las naciones:
Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.
Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros;
Estaremos alegres.
Haz volver nuestra cautividad, oh Jehová,
Como los arroyos del Neguev.
Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.
Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla;
Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.
Uno de los mejores consejos de Stephen R. Covey, en su libro Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, es «Comience con el fin en mente». ¿Podemos aplicar este consejo a la predicación?
Antes de planear un viaje, es necesario tener claro el destino de nuestra travesía. ¿A dónde queremos llegar? En gran medida, el destino determina los detalles del viaje.
Del mismo modo, el propósito de nuestro sermón determina detalles tan importantes como su diseño, su estructura y hasta su duración. Por lo tanto, es crucial plantearnos varias preguntas antes comenzar a escribir un bosquejo o un manuscrito de sermón: ¿Cuál es el propósito de este sermón? ¿A dónde queremos llegar?
Otra manera de plantear la pregunta es la siguiente: Si la audiencia tomara en serio el contenido de nuestro sermón, ¿cómo debería reaccionar? ¿Qué deseamos que ocurra en respuesta a este sermón?
Tener expectativas altas es crucial para la efectividad de nuestra predicación. Debemos subir al púlpito esperando que Dios haga algo especial en la vida de cada oyente. Si creemos que la palabra de Dios es viva y eficaz, debemos esperar que ocurran eventos extraordinarios en respuesta a la predicación.
Escuchen lo que dice Isaías 55.10-11 (RVC) sobre la efectividad de la palabra de Dios:
Así como la lluvia y la nieve caen de los cielos, y no vuelven allá, sino que riegan la tierra y la hacen germinar y producir, con lo que dan semilla para el que siembra y pan para el que come, así también mi palabra, cuando sale de mi boca, no vuelve a mí vacía, sino que hace todo lo que yo quiero, y tiene éxito en todo aquello para lo cual la envié.
La Palabra de Dios «no vuelve vacía» por que es efectiva, como enseña Hebreos 4.12 (RVC):
La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Por lo tanto, si en verdad creemos en la efectividad de la Palabra divina, debemos diseñar nuestros sermones con plena confianza en Dios. Tengamos expectativas altas para cada sermón, sabiendo que Dios tiene tanto el poder como el deseo de bendecirnos, en el nombre de Jesús. AMÉN
Job, su sólo nombre evoca la paciencia. Sin embargo, la mayor parte de la gente desconocen los detalles de su historia.
Marco escénico
El libro de Job parece una obra de teatro religioso donde diversos personajes intercambian interesantes parlamentos.
El texto describe a Job como un hombre de fe, quien era “perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (1.1). En la Biblia el número siete describe lo perfecto, lo completo. Job tenía siete hijos e hijas (1.2), es decir, la familia perfecta. Y tenía siete mil ovejas, esto es, la hacienda perfecta (1.3).
Trama
El drama se traslada a los cielos, en un día donde todos los seres espirituales debían presentarse ante Dios. Entre ellos se encuentra Satanás (1.6). En hebreo, “satán” quiere decir “acusador” o “adversario”. Hoy le llamaríamos “fiscal”. Su función era acusar a los seres humanos ante Dios.
Dios permite que el Satán ataque a Job, pero le prohibe matarlo (1.12). La debacle no se hace esperar. En un día ocurren cuatro catástrofes y Job sufre la pérdida de todos sus criados (1.13-15); de todas sus ovejas y pastores (1.16); de todos sus camellos (1.17); y todos sus hijos e hijas (1.18-19).
El Satán, derrotado ante la perseverancia de Job, busca otra oportunidad para atacarle. Así, cuando vuelve ante la presencia de Dios, asegura que Job blasfemará si la desgracia toca su piel.
Otra vez Dios le permite atacar a Job (2.6). El Acusador le envía una enfermedad de la piel tan horrible que Job se rascaba con un pedazo de tiesto (2.7-8), sentado entre cenizas, que simbolizaban su luto.
Empero, ni aún en este punto Job reniega de Dios, diciendo: “¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” (2.10). El final del versículo 10 del capítulo 2 resume la situación diciendo: “En todo esto no pecó Job con sus labios”.
El capítulo 2 termina cuando tres amigos de Job–Elifaz, Bildad y Zofar–le visitan para consolarle (2.11).
Punto culminante
Job protestó por su situación. Sus protestas provocaron una reacción negativa en sus amigos, quienes entendían que Job había pecado contra Dios y que por eso le habían sobrevenido todas estas maldiciones. Eso da paso a un intercambio de discursos donde sus amigos le invitan a confesar su pecado, aunque Job les responde que él no le ha faltado a Dios.
En Job 19 encontramos un pasaje hermoso que ejemplifica la profunda fe de este personaje bíblico:
Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.
Job 19.25-27
Desenlace
El intercambio entre Job y sus tres amigos dura hasta el capítulo 31. A partir del 32, entra en escena otro personaje, llamado Eliú, quien también increpa a Job. Pero en el capítulo 38 encontramos al personaje más formidable de la obra, ya que Dios mismo responde a los reclamos de Job y a las enseñanzas de sus amigos con una serie de preguntas imponderables (Job 38.2-4).
Las preguntas de Dios desarman tanto a Job como a sus amigos, quienes terminan humillados. Primero, Job reconoce que no debió cuestionar a Dios (Job 42:3-5).
Segundo, Dios reprende a los amigos de Job por hostigar al hombre enlutado, les envía a presentar sacrificios y a pedirle a Job que ore por ellos para que fueran restaurados (42.7-9).
Finalmente, Dios bendijo a Job y le devolvió aún más de lo que había perdido (Job 42.10-17). El versículo 12 lo resume de la siguiente manera: “Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero”.
Celebración
Job fue fiel a Dios en medio de la crisis y Dios lo bendijo al final. Job fue fiel a pesar de que cuestionó, protestó y hasta desafió a Dios. Y al final, Job recibió tantas bendiciones que toda su vida fue renovada por la gracia de Dios.
Dios hace nuevas todas las cosas.
Dios te da hoy más que lo que perdiste ayer.
Dios desea darte nuevas esperanzas para renovar tu vida, en el nombre de Jesús. AMÉN