Cuando una Iglesia local abandona la enseñanza del discipulado cristiano y de las disciplinas espirituales, llena ese vacío con siete elementos que pueden destruirla. ¿Cuáles son esos siete elementos? En esta entrevista sobre el tema de la revitalización de la Iglesia el Dr. Pablo A. Jiménez dialoga con Jesús Rodríguez-Cortés, de TeoBytes, sobre este tema.
El pasado sábado 12 de agosto de 2017 un grupo de racistas «blancos» (es decir, de ascendencia anglo-europea) se congregaron en Charlottesville, Virginia, para protestar la remoción de una estatua dedicada a Robert E. Lee, quien fuera el General en Jefe del ejercito confederado. Estos grupos racistas exaltan la ideología Nazi y la figura de Adolfo Hitler. Por esta razón, el nombre correcto del movimiento es «neonazi», aunque ahora ha adoptado el nombre «Alt-Right» (i.e., la derecha alternativa).
El debate sobre la remoción de símbolos relacionados a la Guerra Civil, particularmente a la Confederación de estados sureños que perdió el conflicto, es muy intenso. En pro de la reconciliación nacional y de la autonomía de cada estado, los Estados Unidos permitieron la edificación de monumentos dedicados a celebrar la Confederación. Claro está, estos monumentos—unidos al continuo despliegue de la bandera confederada—tienen un propósito ulterior: intimidar a la comunidad afro-americana. No es una casualidad que los estados sureños hayan sido los mismos que implementaron las leyes racistas («Jim Crow Laws») que impidieron que la comunidad afro-americana tuviera pleno acceso al voto hasta la década del 1960.
En el pasado reciente los estados sureños han estado abandonando el uso de la bandera confederada y han estado removiendo los monumentos dedicados a exaltar la Confederación. Empero, el movimiento neonazi continúa usando estos símbolos para intimidar a los grupos históricamente minoritarios en los Estados Unidos. Tanto el Ku Kux Klan (KKK), un movimiento racista que comenzó a finales del Siglo XIX, como el movimiento neonazi nacido después de la Segunda Guerra Mundial y el nuevo movimiento Alt-Right usan los símbolos confederados como armas ideológicas.
Los movimientos racistas, a pesar de su diversidad, comparten tres puntos ideológicos: Afirman la supremacía «blanca», el nacionalismo «blanco» y el antisemitismo. Veamos una breve definición de cada uno de estos puntos.
Primero, la supremacía blanca es una ideología racista que afirma la superioridad innata de las personas de trasfondo anglo europeo sobre todos los otros grupos étnicos y raciales del mundo. Esta ideología malsana les lleva a reclamar que las culturas «blancas» deben dominar a toda la humanidad, gobernando a todos los grupos étnico-raciales.
Segundo, el nacionalismo «blanco» busca mantener una identidad nacional «blanca». En el caso de los Estados Unidos, esta ideología afirma que la base del país es la cultura «blanca» y que la misma debe mantenerse a toda costa. Desea mantener el control de todas las instituciones políticas, militares, sociales, financieras y cívicas en manos de personas «blancas». Por eso, ve como un peligro todo aquello que pueda amenazar el control de la clase dominante en la sociedad. En particular, están en contra del multiculturalismo, el multilingüismo, y la inmigración de personas «no-blancas». También consideran como una amenaza el matrimonio entre personas de trasfondos étnicos distintos y la baja en la tasa de natalidad en la comunidad anglo europea.
Tercero,el antisemitismo es la ideología que promueve la hostilidad, el prejuicio y la discriminación en contra de la comunidad judía, tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo.
Debe quedar claro que la Iglesia de Jesucristo, al nivel mundial, hoy condena tanto las acciones como la ideología de la supremacía blanca, en todas sus expresiones. Si bien en el pasado la Iglesia fue cómplice del racismo, legitimando el genocidio de las comunidad indígenas en América Latina y el sistema esclavista en el mundo occidental, hoy reconocemos que esto fue un crimen contra la humanidad por el cual es necesario pedir perdón a Dios y a los demás. La Iglesia hoy condena cualquier reclamo de superioridad racial.
El rechazo de las ideologías racistas no es resultado del «modernismo», sino de un retorno a las enseñanzas bíblicas. En primer lugar, la doctrina de la Creación afirma la unidad de la humanidad. Aunque esta doctrina es clara en todas las Escrituras, es cristalina en el discurso que el Apóstol Pablo ofreció en Atenas:
Pablo se puso entonces en medio del Areópago, y dijo: Varones atenienses, he observado que ustedes son muy religiosos. Porque al pasar y observar sus santuarios, hallé un altar con esta inscripción: «Al Dios no conocido». Pues al Dios que ustedes adoran sin conocerlo, es el Dios que yo les anuncio. El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, es el Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos hechos por manos humanas, ni necesita que nadie le sirva, porque a él no le hace falta nada, pues él es quien da vida y aliento a todos y a todo. De un solo hombre hizo a todo el género humano, para que habiten sobre la faz de la tierra, y les ha prefijado sus tiempos precisos y sus límites para vivir, a fin de que busquen a Dios, y puedan encontrarlo, aunque sea a tientas. Pero lo cierto es que él no está lejos de cada uno de nosotros, porque en él vivimos, y nos movemos, y somos. Ya algunos poetas entre ustedes lo han dicho: «Porque somos linaje suyo».
Hechos 17.22-28, Reina-Valera Contemporánea (RVC)
Por lo tanto, debemos considerar cualquier interpretación bíblica que pretenda legitimar la supremacía «blanca» como errada, falsa y anti-cristiana.
En segundo lugar,Dios desea salvar a toda la humanidad. Dios desea bendecir a todas las naciones de la tierra, como dice Génesis 12.3. Los Salmos exhortan a todos los pueblos a adorar a Dios (Salmo 47.1; 67.3; 138.4). Jesús le ordenó a la Iglesia naciente que predicara el mensaje del Evangelio por todo el mundo (Marcos 16.15) y que llevara el discipulado cristiano a todas las naciones (Mateo 28.19). Y en las Epístolas Paulinas encontramos la afirmación de que «la gracia de Dios se ha manifestado para la salvación de todos los hombres» (Tito 2.11, RVC) y las mujeres que le busquen con fe.
En tercer lugar, la Iglesia de Jesucristo es un cuerpo multilingüe, multicultural y multigeneracional. Cada semana, alrededor del mundo se reúnen millones de personas, en centenares de naciones para adorar a Dios y confesar a Jesucristo como Señor en diversos idiomas. De hecho, la Iglesia nació multicultural, ya que el milagro del Día de Pentecostés—el momento cuando la nació la Iglesia—fue la traducción del mensaje evangélico a todos los idiomas del mundo conocido (véase Hechos 2.5-12). Del mismo modo, el libro de Apocalipsis presenta una visión multicultural de la Iglesia Universal:
Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma, y a grandes voces gritaban: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»
Apocalipsis 7.9-10, RVC
Sobre esta base, la Iglesia Cristiana hoy rechaza todas las ideologías racistas que afirman la superioridad, la dominación y la hegemonía de una etnia sobre todas las demás. Específicamente, denunciamos la ideología de la supremacía blanca como demoníaca, anti-vida y anti-cristiana. Y denunciamos a todos los líderes religiosos que apoyan la ideología de las supremacía blanca como falsos profetas cuyas enseñanzas de error son profundamente anti-cristianas.
Sepan, pues, todas las personas que exaltan la ideología neonazi y a su falso profeta que jamás podrán triunfar. En el pasado, las naciones aliadas derrotaron su ideología y Hitler optó por suicidarse. En el presente, sus actos de violencia y sus pronunciamentos llenos de odio provocan el rechazo de todas las personas que aman la sabiduría, la justicia y la paz. Y en el futuro, Dios sanará a las naciones de las consecuencias del odio, la violencia y el racismo.
Después me mostró un río límpido, de agua de vida. Era resplandeciente como el cristal, y salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a cada lado del río, estaba el árbol de la vida, el cual produce doce frutos y da su fruto cada mes; las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Allí no habrá maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en medio de ella, y sus siervos lo adorarán y verán su rostro, y llevarán su nombre en la frente. Allí no volverá a haber noche; no hará falta la luz de ninguna lámpara ni la luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará. Y reinarán por los siglos de los siglos.
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
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Lectura Bíblica: Hechos 22
22 «Padres y hermanos míos, escuchen ahora lo que tengo que decir en mi defensa.»
2 Al oír que les hablaba en lengua aramea, todos guardaron silencio. Pablo siguió diciendo:
3 «Yo soy judío. Nací en Tarso de Cilicia, pero me criaron en esta ciudad, donde Gamaliel me instruyó con total apego a la ley de nuestros antepasados. El celo por Dios que ustedes sienten hoy, también lo sentí yo,4 pues perseguí a muerte a los de este Camino. Yo aprehendía y llevaba a las cárceles a hombres y mujeres;5 el sumo sacerdote y todos los ancianos me dieron cartas para apresar a los hermanos; ellos son testigos de que fui a Damasco para aprehender a los creyentes que estuvieran allí, y llevarlos a Jerusalén para castigarlos.
Pablo relata su conversión
6 »Pero sucedió que en el camino, ya cerca de Damasco y como a mediodía, de repente me rodeó una intensa luz del cielo,7 Caí al suelo, y entonces oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”8 Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y la voz me contestó: “Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.”9 Los que me acompañaban vieron la luz, y se espantaron; pero no escucharon la voz del que me hablaba.10 Entonces dije: “Señor, ¿qué debo hacer?” Y el Señor me dijo: “Levántate, y ve a Damasco; allí se te dirá todo lo que se ha determinado que hagas.”11 Como yo no podía ver por causa de esa luz tan potente, los que me acompañaban me llevaron de la mano, y así llegué a Damasco.
12 »Allí vivía Ananías, un hombre piadoso y apegado a la ley, de quien todos los judíos que allí vivían hablaban bien.13 Ananías vino, se me acercó y me dijo: “Hermano Saulo, ¡recibe la vista!” Y en ese mismo instante recobré la vista y pude verlo.14 Y él me dijo: “El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo y escuches de sus propios labios su palabra,15 pues tú serás su testigo ante todo el mundo de esto que has visto y oído.16 ¿Qué esperas, entonces? ¡Levántate y bautízate, e invoca su nombre, para que quedes limpio de tus pecados!”
Pablo es enviado a los no judíos
17 »Cuando volví a Jerusalén, mientras oraba yo en el templo, entré en éxtasis.18 Vi entonces al Señor, y escuché que me decía: “Date prisa, y sal pronto de Jerusalén, porque no van a creer lo que les digas de mí.”19 Yo le respondí: “Señor, ellos saben que yo andaba por todas las sinagogas encarcelando y azotando a los que creían en ti.20 Cuando corría la sangre de Esteban, tu testigo, yo estaba allí, aprobando su muerte con mi presencia y cuidando la ropa de quienes lo mataron.”21 Pero el Señor me dijo: “Anda, que voy a enviarte lejos, a los que no son judíos.”»
Pablo en manos del tribuno
22 Hasta aquí lo escucharon. Entonces alzaron la voz y gritaron: «¡Mátalo! ¡Bórralo de este mundo! ¡Gente así no merece vivir!»23 Y se rasgaban la ropa y lanzaban polvo al aire, y no dejaban de gritar.24 Entonces el tribuno mandó que llevaran a Pablo a la fortaleza, con órdenes de que lo interrogaran y lo azotaran para saber por qué protestaban contra él.25 Cuando lo estaban atando con correas, Pablo le preguntó al centurión allí presente: «¿Acaso está permitido azotar a un ciudadano romano sin que antes se le juzgue?»26 Cuando el centurión oyó esto, fue con el tribuno y le dijo: «¿Y ahora qué vas a hacer? ¡Este hombre es ciudadano romano!»27 Fue entonces el tribuno y le preguntó: «Dime, ¿en verdad eres ciudadano romano?» Y como Pablo respondió que sí,28 el tribuno se jactó: «¡A mí me costó mucho dinero adquirir la ciudadanía!» Pero Pablo le respondió: «Yo soy romano de nacimiento.»29 Al saber que Pablo era ciudadano romano, los que iban a interrogarlo se apartaron de él, y el tribuno hizo lo mismo, pues tuvo miedo de haber ordenado que lo interrogaran.
Pablo ante el concilio
30 Al día siguiente, el tribuno quiso saber por qué realmente lo acusaban los judíos, así que ordenó que le quitaran las cadenas, y también que se presentaran los principales sacerdotes y el concilio. Luego sacó a Pablo, y lo hizo comparecer ante ellos.
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
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Lectura Bíblica: Hechos 20.17-38
Discurso de despedida de Pablo en Mileto
17 Desde Mileto Pablo envió un mensaje a los ancianos de la iglesia de Éfeso, para que se reunieran con él.18 Cuando los ancianos llegaron, les dijo:
«Ustedes saben cómo me he comportado todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia.19 Saben que he servido al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas, y que he sido puesto a prueba por las intrigas de los judíos.20 También saben que no me he negado a serles útil, y que en público y en las casas he anunciado y enseñado21 a los judíos y a los no judíos que deben volverse a Dios, y tener fe en nuestro Señor Jesucristo.22 Ahora voy a Jerusalén, llevado por el Espíritu, pero no sé lo que allá me espera,23 a no ser lo que el Espíritu Santo me ha confirmado en todas las ciudades, de que me esperan cárceles y tribulaciones.24 Pero eso a mí no me preocupa, pues no considero mi vida de mucho valor, con tal de que pueda terminar con gozo mi carrera y el ministerio que el Señor Jesús me encomendó, de hablar del evangelio y de la gracia de Dios.25 Yo sé que no me volverá a ver ninguno de ustedes, entre quienes he estado proclamando el reino de Dios;26 por lo tanto, puedo asegurarles que estoy limpio de la sangre de todos,27 pues no me he negado a anunciarles el plan de Dios.28 Yo les ruego que piensen en ustedes mismos, y que velen por el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos, para que cuiden de la iglesia del Señor, que el ganó por su propia sangre.29 Yo sé bien que después de mi partida vendrán lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.30 Aun entre ustedes mismos, algunos se levantarán y con sus mentiras arrastrarán tras de sí a los discípulos.31 Por lo tanto, manténganse atentos y recuerden que noche y día, durante tres años, con lágrimas en los ojos siempre he aconsejado a cada uno de ustedes.32 Ahora los encomiendo a Dios y a su palabra de bondad, la cual puede edificarlos y darles la herencia prometida con todos los que han sido santificados.33 Nunca he codiciado la plata ni el oro ni el vestido de nadie.34 Bien saben ustedes que mis manos me han servido para ganar lo que nos faltaba a mí y a los que están conmigo.35 Siempre les enseñé, y ustedes lo aprendieron, que a los necesitados se les ayuda trabajando como he trabajado yo, y recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Hay más bendición en dar que en recibir.”»
36 Dicho esto, Pablo se puso de rodillas y oró con ellos.37 Todos comenzaron a llorar y, echándose al cuello de Pablo, lo besaron,38 pues les dolió mucho el que dijera que no lo volverían a ver. Después de eso, lo acompañaron hasta el barco.
En toda Iberoamérica hay iglesias que desaparecen. Las razones son múltiples: se enfocan en sí mismas, tienen demasiados programas internos, se desconectan de la comunidad alrededor, carecen de un testimonio de la fe y pierden la razón por la que existen. ¿Cómo las iglesias podrían evitar su desaparición? Dialogamos sobre este tema con el Dr. Pablo Jiménez, decano asociado del Seminario Teológico Gordon-Conwell.
Dialogamos con Pablo sobre:
La generación de los constructores de iglesias.
La nueva generación y su falta de lealtad a las instituciones.
Las iglesias que crecen a expensas de las más pequeñas.
La migración de zonas rurales y pequeños pueblos a las ciudades.
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
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Lectura Bíblica: Lucas 21.1-19
La ofrenda de la viuda
Jesús estaba observando a los ricos que depositaban sus ofrendas en el arca del templo,2 y vio que una viuda muy pobre depositaba allí dos moneditas de poco valor.3 Entonces dijo: «En verdad les digo, que esta viuda pobre ha echado más que todos.4 Porque todos aquellos ofrendaron a Dios de lo que les sobra, pero ella puso, en su pobreza, todo lo que tenía para su sustento.»
Jesús predice la destrucción del templo
5 Algunos hablaban de las hermosas piedras con las que el templo estaba adornado, y de las ofrendas dedicadas a Dios, así que Jesús les dijo:6 «En cuanto a lo que ustedes ven, vienen días en que no quedará piedra sobre piedra. Todo será destruido.»
Señales antes del fin
7 Entonces le preguntaron: «Y esto, Maestro, ¿cuándo sucederá? ¿Y qué señal habrá cuando esto ya esté por suceder?»8 Jesús les respondió: «Cuídense de no ser engañados. Porque muchos vendrán en mi nombre, y dirán: “Yo soy”, y también: “El tiempo está cerca.” Pero ustedes no los sigan.9 Y cuando oigan hablar de guerras y de levantamientos, no se alarmen, porque es necesario que esto suceda primero, pero el fin no llegará de manera repentina.»
10 También les dijo: «Se levantará nación contra nación, y reino contra reino.11 Habrá impresionantes terremotos, y hambre y pestilencias en diferentes lugares; también sucederán cosas espantosas y habrá grandes señales del cielo.12 Pero antes de que todo esto suceda, a ustedes les echarán mano, los perseguirán, y los entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y por causa de mi nombre los harán comparecer ante reyes y gobernantes.13 Pero esto les servirá para dar testimonio.14 Propónganse en su interior no ponerse a pensar cómo responder en su defensa,15 porque yo les daré las palabras y la sabiduría, las cuales no podrán resistir ni contradecir todos sus oponentes.16 Ustedes serán entregados incluso por sus padres, hermanos, parientes y amigos, y a algunos de ustedes los matarán.17 Por causa de mi nombre, todo el mundo los odiará,18 pero ustedes no perderán ni un solo cabello de su cabeza.19 Tengan paciencia, que así ganarán sus almas.
Meditemos
Dos centavos: Un sermón sobre la ofrenda de la viuda, basado en Lucas 21.1-4 (Audio & Vídeo).
Me dijeron que tenía 24 años y que era bella.Me dijeron que tenía un hijo de ocho años, que había tenido a los 16. Me dijeron que desde los 14 años había sido la pareja sentimental de un hombre que era 10 años mayor que ella y que su relación había sido tormentosa.
Cuando llegué a la funeraria me dirigí a la primera capilla. Me acerqué al féretro y vi una mujer desfigurada, con la piel manchada, que parecía tener más de 40 años. Pensé que me había equivocado de capilla.
“El marido la estranguló, por eso se ve así”, me dijo un caballero que estaba a mi izquierda, cuya presencia yo no había notado. “Mírela”, me ordenó, señalando una fotografía colocada entre los arreglos florales.
La joven en la foto era tan hermosa como me habían dicho. La piel morena clara que exhibía en la foto había quedado atrás. Su compañero sentimental la había estrangulado, lo que había desfigurado su rostro, causando hematomas y hemorragias que le daban un color grotesco a su piel.
Salí de la capilla medio atontado por la escena. Afuera, encontré al padre de la joven, quien llevaba de la mano a su nietecito huérfano. El hombre lloraba en silencio, de manera casi imperceptible. Le extendí la mano, me presenté y le di el pésame. Secando sus lágrimas, el hombre trató de hablar para explicarme lo que había pasado. Yo lo detuve, indicándole que una de sus sobrinas, quien es miembro de la iglesia que pastoreo, ya me había contado todo.
El hombre continuaba estrechando mi mano, quizás porque necesitaba apoyo. Entonces le dije: “Yo sé que usted hizo todo lo posible por separarla de ese hombre. Esto no es su culpa. Es culpa del abusador”. Esas palabras motivaron un torrente de lágrimas y de palabras. El padre enlutado me contó cómo la joven se había enamorado del abusador siendo una niña; cómo los intentos de disciplinarla fallaron; y cómo el abusador escapó a acusaciones de violación técnica y de violencia doméstica.
Lo más triste es que, aún después de convertirse en toda una mujer, la joven mantenía una relación ambivalente y tormentosa hacia el abusador. Lo mismo le ponía una orden de protección que se iba de fin de semana con él. No deseaba ser golpeada, pero respondía celosa si se enteraba que el abusador estaba saliendo con otra mujer. Por alguna razón, la joven no encontraba cómo romper los lazos que la unían al abusador.
Durante las semanas que precedieron a su muerte, la familia le dio un ultimátum a la joven: “O rompes la relación con el abusador o te vas de la casa”. En respuesta, la muchacha volvió a solicitar una orden de protección. La corte asignó una fecha para revisar la pensión alimentaria y la custodia. Empero, el abusador le pidió una última oportunidad y la joven accedió a verlo. Ese fue el error que le costó la vida.
El padre de la joven muerta, quien era un perfecto extraño, me abrazó y lloró en mi hombro un rato. “Yo vuelvo mañana”, le dije cuando finalmente se calmó un poco. “El entierro es a las 10:00 a.m.”, respondió.
La prestigiosa revista HOMILETIC ha dedicado su Volumen 40 No 1 (2015) a explorar perspectivas postcoloniales sobre la predicación. El Rev. Jiménez escribió uno de los ensayos de este volumen.