¿Será Jesús de Nazaret? es un sermón listo para predicar, por el Dr. Pablo A. Jiménez, apropiado para la temporada de Adviento.
Rudimentos
Texto: Lucas 3.21-22 RVC
Un día en que todo el pueblo estaba siendo bautizado, también fue bautizado Jesús. Y mientras Jesús oraba, el cielo se abrió y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma. Entonces vino una voz del cielo, que decía: «Tú eres mi Hijo amado, en quien me complazco.»
Idea Central: Jesús de Nazaret es el Cristo que vino al mundo con la misión de salvar a la humanidad perdida.
Área: Formación espiritual
Propósito: Recalcar la importancia de Jesús de Nazaret.
Indiscutiblemente, Jesús de Nazaret es el líder religioso más importante en la historia de la humanidad. Su impacto trasciende fronteras culturales, sociales y temporales, influenciando a millones de personas a lo largo de los siglos. Sin embargo, su prominencia histórica y cultural no garantiza que las personas realmente comprendan quién es Jesús. En el mundo occidental, su figura ha sido transformada en un símbolo cultural, casi folklórico, al que muchos recurren en momentos específicos, pero sin profundizar en su verdadera identidad.
Desarrollo
Las versiones seculares de celebraciones como la Navidad y la Semana Santa reflejan este fenómeno. En estas festividades, Jesús a menudo se presenta de manera superficial, mezclado con otras tradiciones religiosas, cuasi-religiosas e incluso completamente seculares. Estas imágenes diluyen la comprensión de su misión y propósito, ofreciendo una perspectiva limitada y distorsionada de quién fue y es Jesús de Nazaret.
La lucha por comprender la verdadera identidad de Jesús no es nueva; es tan antigua como las Escrituras mismas. En los Evangelios, vemos cómo su figura dividió a la sociedad judía de su tiempo. Los líderes religiosos debatían intensamente sobre su naturaleza y misión. Mientras unos lo veían como un revolucionario, otros lo reconocían como el cumplimiento de las profecías mesiánicas.
Jesús de Nazaret es el Mesías prometido por Dios, enviado para traer salvación y redención a su pueblo. Esta verdad central debe ser el eje de cualquier intento por entender su persona y su legado.
Conclusión
No debemos ceder ante las representaciones seculares que trivializan a Jesús de Nazaret. Rechacemos la versión superficial que el secularismo promueve: un Jesús trivializado y sin poder transformador. Por el contrario, esforcémonos por conocer y proclamar al Jesús real; al Salvador que transforma vidas y da esperanza eterna a todas las personas que aceptan y creen el Evangelio.
En este sermón basado en Lucas 15:11-24, Pablo A. Jiménez explora la parábola del Hijo Pródigo para ilustrar el amor y la misericordia de Dios. Jesús, un maestro excepcional, utilizaba parábolas para enseñar sobre el reino de Dios, comparándolo con situaciones cotidianas. En esta parábola, un padre judío tiene dos hijos, y el menor pide su herencia anticipadamente, un acto que implica un gran desprecio y dolor para el padre. A pesar de que la ley permitía un castigo severo para los hijos rebeldes, el padre elige la ruta de amor y concede la petición de su hijo.
El hijo menor se marcha y desperdicia su herencia en una vida disoluta. Cuando se queda sin dinero encuentra trabajo cuidando cerdos, una ocupación despreciable para un judío. Finalmente se da cuenta de su error y decide regresar a casa, dispuesto a ser tratado como un obrero. Sin embargo, su padre, lleno de amor, lo ve desde lejos, corre hacia él, lo abraza y organiza una fiesta para celebrar su regreso.
El padre pide ropa nueva, un anillo y sandalias para su hijo, símbolos de restauración de su dignidad y posición en la familia. La reacción del padre subraya que lo importante es que el hijo ha regresado, no las razones detrás de su retorno.
Eta prédica concluye afirmando que la parábola muestra cómo, a pesar de la rebeldía humana, Dios nos espera con amor. Dios está dispuesto a perdonarnos y a recibirnos con los brazos abiertos, reflejando el carácter redentor y misericordioso del reino de Dios.
La prédica cristiana titulada “Rutas de restauración” basada en Juan 3.16 aborda el tema de la restauración espiritual a través de Jesucristo. Apropiado para el Viernes Santo, refleja cómo la tecnología, aunque útil, ha simplificado experiencias que antes eran comunes, como perderse, sirviendo como metáfora de cómo a menudo las personas no reconocen estar espiritualmente perdidas.
Jiménez utiliza el relato bíblico de Adán y Eva para ilustrar cómo, tras el pecado, no solo se perdieron, sino que comenzaron a experimentar emociones negativas como la vergüenza y el miedo, no dándose cuenta de su estado hasta enfrentar una crisis. Esta historia sirve para enfocarse en cómo el pecado ha roto relaciones fundamentales del ser humano: con Dios, con otros, con la naturaleza y consigo mismo.
El sermón avanza discutiendo cómo, a lo largo de la historia, Dios ha intentado restaurar estas rupturas a través de pactos y leyes, especialmente mediante la Torá dada a Israel. Sin embargo, Jiménez señala que la ley por sí sola no fue suficiente para la restauración completa, lo que llevó a Dios a establecer un nuevo pacto, prometido en Jeremías 31, que implicaba una relación más profunda y personal mediante la escritura de la ley en los corazones de las personas y una nueva relación con el Espíritu Santo, conforme a Joel 2.
El foco del sermón es el sacrificio de Jesucristo, visto como la culminación de los esfuerzos de Dios por salvar a la humanidad. Jesucristo no solo vino a enseñar y predicar, sino a ofrecer su vida como un sacrificio final, cumpliendo las funciones tanto de sacerdote como de víctima perfecta. Este acto abre un camino nuevo y vivo hacia la salvación, según la enseñanza de la Epístola a los Hebreos.
En conclusión, el sermón enfatiza que la oferta de salvación a través de Cristo está disponible ahora. Es un mensaje de esperanza que ofrece a los oyentes una “ruta hacia la restauración” sin más sacrificios necesarios, ya que Cristo ya ha pagado el precio completo por la salvación. El mensaje termina con un llamado a responder con amor al que lo ha dado todo por amor.
“El desafío de la estrella” es un sermón narrativo, en primera persona, sobre el relato de los Magos que aparece en Mateo 2.1-11.
Audio
Vídeo
“El desafío de la estrella” enfoca en la historia bíblica de los Magos y su viaje para encontrar a Jesús, interpretada desde una perspectiva científica y espiritual. Su idea central es que Jesús es el Mesías, y su propósito es ilustrar este relato bíblico de una manera narrativa y en primera persona, coincidiendo con la celebración del Día de Reyes o el Día de la Epifanía.
El narrador se describe como un hombre de ciencias criado en Persia, influenciado por la doctrina de Zaratustra (Zoroastro), que enseña sobre la lucha entre el bien y el mal, representada por Ahura Mazda y Angra Mainyu (Ahrimán), respectivamente. Esta visión del mundo le lleva a estudiar las estrellas, donde descubre un astro peculiar que lo lleva a investigar más.
A través del estudio de la estrella y las escrituras hebreas, el narrador experimenta una crisis de fe, ya que su devoción a Ahura Mazda se ve desafiada por las enseñanzas del Dios de Israel. Esta búsqueda lo lleva a un entendimiento más profundo de Dios, viéndolo como la única divinidad verdadera y la luz del mundo, según las escrituras hebreas.
Junto con otros sabios, sigue la estrella hasta Judea, buscando al nuevo rey prometido. Al llegar a Jerusalén, se encuentran con el rey Herodes, quien se muestra perturbado por su búsqueda y les pide que le informen sobre el paradero del niño. Sospechando las intenciones de Herodes, los Magos siguen la estrella hasta Belén, donde encuentran a Jesús con María y José. Los Magos experimentan una revelación espiritual al ver al niño, reconociéndolo como el Mesías, y le presentan regalos simbólicos.
El relato concluye con los Magos evitando a Herodes y regresando a sus hogares por otro camino, convencidos de la divinidad de Jesús y transformados por su encuentro. El narrador afirma su fe en Jesús como el salvador de la humanidad, destacando cómo este encuentro cambió su vida y puede cambiar la de toda persona que le busque con fe.
Audio, vídeo, y texto listo para predicar de un sermón apropiado para el Día de Navidad basado en Lucas 2.10-14.
Rudimentos
Texto: Lucas 2.10-14
Tema: La Navidad es el tiempo cuando conmemoramos el nacimiento del salvador enviado por Dios para alabanza de su gloria.
Área: Educación cristiana
Propósito: Recalcar el verdadero sentido de la Navidad
Diseño: Temático, de ocasión especial (Navidad)
Lógica: Deductiva
Escuche este sermón en formato podcast
Bosquejo listo para predicar
Introducción
Durante esta temporada la iglesia habla continuamente del “verdadero sentido de la Navidad”. En esta ocasión, deseo explorar el significado de esa frase. ¿Cómo podemos definir la esencia de la Navidad?
Puntos a desarrollar
A.La Navidad es nacimiento
La Navidad es la temporada en que la Iglesia acordó conmemorar el nacimiento de Jesús en Belén, la ciudad del antiguo Rey David.
Celebramos un hecho objetivo: el nacimiento de Jesús como hombre, hijo de María de Nazaret, recalcando el carácter histórico del evento de Cristo. Esto implica que rechazamos las falsas doctrinas sobre Jesús. De manera particular, rechazamos el “docetismo”, la una falsa doctrina que niega la humanidad de Jesucristo, alegando que solo “parecía” ser humano.
Pero la Navidad es también tiempo de reflexión. Es tiempo de considerar la profundidad del evento de la encarnación de Dios en Cristo, del regalo de salvación que nos hizo Dios al darnos a su hijo.
Esta reflexión debe confrontarnos con nuestra propia situación; debe llevarnos a preguntarnos si hemos tomado la decisión de seguir a Cristo; si hemos tenido un encuentro con Jesús.
El nacimiento de Jesús en Navidad debe ser también nacimiento de Cristo en nuestro corazón. Nacimiento que se renueva cada año; que vive en el corazón del creyente en toda época del año.
B.La Navidad es alabanza
El cántico que los ángeles entonaron cuando nació el “niño-Dios” fue “Gloria a Dios en las alturas” (Lc. 2.24), ensalzando así el nombre del Dios de Israel. Esto fue así porque el nacimiento de Cristo es también alabanza.
Sí, es alabanza porque Dios nos eligió “en él antes de la fundación del mundo” (Ef. 1.4), “para alabanza de la gloria de su gracia” (Ef. 1.6), como dice el primer capítulo de la Epístola a los Efesios.
El propósito para el cual Dios ha elegido manifestarse en la historia es darse a conocer a la humanidad. Desde el principio, la Biblia nos muestra que Dios hace cosas “para que sepas que yo soy Dios” (Is. 45.3), como afirman continuamente los profetas.
Ahora bien, conocer a Dios es alabarle; es postrarse ante sus pies; es entregarse o rendirse a la divinidad. Conocer a Cristo es dejarle nacer en nuestro corazón, por eso, ese nacimiento que celebramos en Navidad implica alabanza en acción de gracias por el “Don inefable” (2 Co. 9.15) que Dios nos ha dado en el amado.
Nuestra alabanza es cántico de redención que sale de nuestros labios, desde lo profundo del corazón. Cántico porque hemos sido transformados por los portentosos actos de Dios para con nosotros. Entonamos un cántico de redencion como el de Apocalipsis 1.5b-6, que dice:
Al que nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre; y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios su padre, a él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén
Una redención tan grande que aún abarca la naturaleza, la cual “gime” y “sufre” dolores de parto (Ro. 8.19-23) esperando la manifestación del amado.
C.La Navidad es promesa
Esperamos la manifestación del redentor “porque nuestra redención es en esperanza” (Ro. 8.24). Por eso el cántico de los ángeles también decía “¡Paz en la tierra a todos los que gozan de su favor!” (Lc. 2.14 RVC), porque la Navidad es promesa.
La navidad es promesa cumplida: es el niño que “nos es nacido” de Isaías 9.6; el rey que iba a nacer en Belén Efrata según Miqueas 5.2; el Mesías que vendría humilde de acuerdo a Zacarías 9.9.
La Navidad es promesa abierta al futuro: Es promesa de salvación, de Emmanuel, de Dios con nosotros en Cristo, en el poder del Espíritu Santo.
La promesa de Dios es una de esperanza, que nos toma perdidos en el camino y nos al sendero que conduce a la salvación. La esperanza nos toma en estado de pecado, de impotencia y de desesperación, preguntando: “¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” y nos lleva a decir “Gracias a Dios por su Don inefable” (Romanos 7.24-25).
Esta esperanza surge porque la promesa de la Navidad es una de liberación.
La liberación del pecado, de la muerte y del error.
Liberación del miedo y con él de todo lo negativo de la naturaleza humana.
Liberación de la obediencia a las fuerzas de la muerte que matan y destruyen a la humanidad.
Conclusión
La Navidad es el tiempo cuando conmemoramos el nacimiento del salvador enviado por Dios para alabanza de su gloria. Celebremos la liberación que viene por la promesa divina, dada por medio de Jesús, el Salvador que nace hoy en nuestro corazón.
Doce días de Navidad es una mini-serie producida por el Dr. Pablo A. Jiménez para la temporada navideña.Véala, escúchela y léala.
Los “doce días de Navidad” celebran la Temporada de Navidad, que comienza el el 25 de diciembre y continúa hasta el 5 de enero, culminando en la festividad conocida como la Epifanía o el Día de Reyes. La raíz de esta tradición se encuentra en Mateo 2.1-12 y conmemora la visita de los tres Reyes Magos o sabios al niño Jesús en Belén, como se relata en la Biblia. De acuerdo a la tradición, los Magos se llaman Melchor, Gaspar y Baltasar, aunque la Biblia no menciona sus nombres.
En algunas culturas hispanoamericanas la celebración de la Epifanía es un momento significativo. En muchos lugares, se realizan eventos y festividades durante este período, y algunas personas intercambian regalos en honor a la tradición de los Reyes Magos.
Debemos notar que la Iglesia de Armenia, una de las más antiguas de la cristiandad, celebra la navidad el 6 de enero. La Iglesia Ortodoxa Griega celebra el día de Navidad el 7 de enero.
Esperamos en Dios que pueda disfrutar de estas breves meditaciones para la temporada navideña. ¡Bendiciones!
Audio, vídeo y texto listo para predicar de un sermón sobre Romanos 13.11-12, apropiado para la temporada de Adviento, por el Dr. Pablo A. Jiménez.
Rudimentos
Texto: Romanos 13:11-12
Tema: Dios desea que la iglesia se prepare para la llegada de su Señor.
Área: Formación espiritual
Propósito: Recalcar el significado de la temporada de Adviento.
Diseño: Temático, en ocasión de la temporada de Adviento.
Lógica: Inductiva
Bosquejo
Llega el mes de diciembre y la iglesia se alista para celebrar la Navidad con alegría, dado que es la temporada que conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret, a quien llamamos Señor y Salvador. Sin embargo, en nuestro entusiasmo a veces olvidamos es que la iglesia celebra otra temporada antes de la Navidad; la iglesia celebra la temporada de Adviento.
¿Qué es la temporada de Adviento?
Adviento es una temporada corta que abarca los cuatro domingos antes del día de Navidad. Su propósito principal es preparar a la Iglesia para la venida del Señor, quien viene a nosotros como un niño inocente.
Empero, Adviento es mucho más que una temporada de preparación. «Adviento», una palabra que proviene del latín, significa «llegar a». Esta es la temporada de expectativa y de espera de la venida de Cristo, o mejor dicho, de la venida de Dios en Cristo. ¡Adviento es la temporada de cuatro domingos que prepara a la Iglesia para recibir a Dios-en-Cristo el día de Navidad!
Adviento enfatiza el futuro, no el pasado. Durante estos domingos, la Iglesia lee textos bíblicos que hablan sobre el futuro que Dios desea para toda la creación .
Por esta razón, la mayor parte de las lecturas de la Biblia Hebrea son textos proféticos que predicen el evento de Cristo. Por su parte, las lecturas del Nuevo Testamento también hablan del ministerio de Juan el Bautista, del juicio final y de los últimos tiempos. Todos estos pasajes bíblicos nos invitan a pensar sobre Dios como aquel que viene a nuestro encuentro desde el futuro.
En resumen, durante la temporada de Adviento la iglesia anuncia tanto la primera como la segunda venida de Cristo. Miramos primero al futuro para entonces mirar al pasado. Recordamos la meta antes de mirar el camino que ya hemos transitado. ¿Por qué? Porque mirar al pasado nos ayuda a comprender quiénes somos. Mirar al pasado nos ayuda a comprender nuestra identidad como personas de fe.
Nuestra salvación está cerca
Uno de los textos apropiados para la temporada de Adviento es Romanos 13.11-12, que lee de la siguiente manera.
Hagan todo esto, conscientes del tiempo en que vivimos y de que ya es hora de que despertemos del sueño. Porque nuestra salvación está más cerca de nosotros ahora que cuando creímos. 12 La noche ha avanzado, y se acerca el día. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz.
Este texto es importante porque recoge los énfasis principales de la temporada de Adviento. Comienza con una nota de urgencia, exhortándonos a “levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”. La nota de urgencia es más clara en la Traducción en Lenguaje Actual (TLA):
Estamos viviendo tiempos muy importantes, y ustedes han vivido como si estuvieran dormidos. ¡Ya es hora de que despierten! Ya está muy cerca el día en que Dios nos salvará; mucho más cerca que cuando empezamos a creer en Jesús (Romanos 13:11).
La exhortación de Romanos 13 tiene una nota su actualidad. Tal parece que fue escrito para la iglesia de hoy, que vive tan entretenida, escuchando predicadores más interesados en motivar a la audiencia que en discipular a la Iglesia. Por eso, muchas personas piensan que la asistencia a la iglesia es opcional; lo mismo podemos ir al servicio de adoración que salir a pasear o quedarnos descansando en casa.
Mucha gente va a la iglesia para entretenerse, escogiendo su casa de adoración en base a criterios vanos, tales como quien va a cantar o la cantidad de chistes que dice el predicador. Por eso, algunos templos se han convertido en auditorios donde la gente va a ver celebridades religiosas. Desgraciadamente, en esas congregaciones todo gira en torno al entretenimiento religioso.
Hoy la lectura de Romanos llama la atención a los peligros que encierra este tipo de conducta.
Debemos ir a la Iglesia para buscar de Dios, no para entretenernos.
Debemos ir a la iglesia para buscar el crecimiento espiritual que sólo viene a través de la adoración a Dios y del servicio cristiano.
Nos congregamos porque queremos servir al Señor en todas las áreas de nuestra vida, no porque deseamos divertirnos.
Las armas espirituales
Romanos nos llama despertar del sueño, indicando que ya está amaneciendo un nuevo día. La noche está a punto de terminar y tenemos que prepararnos para la batalla. Debemos desechar “las obras de las tinieblas” y vestirnos con “las armas de la luz”.
¿Cuáles son esas armas espirituales? El Nuevo Testamento habla de armas espirituales en varios lugares. Por ejemplo, 2 Corintios 10.4-5 nos recuerda que estamos enfrascados en una lucha espiritual:
Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas 5 y de desbaratar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
Efesios 6.12 recalca esta verdad espiritual:
La batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes!
A renglón seguido, Efesios 6.13-17 nos exhorta a revestirnos con la “armadura” de Dios:
Por lo tanto, echen mano de toda la armadura de Dios para que, cuando llegue el día malo, puedan resistir hasta el fin y permanecer firmes. 14 Por tanto, manténganse firmes y fajados con el cinturón de la verdad, revestidos con la coraza de justicia, 15 y con los pies calzados con la disposición de predicar el evangelio de la paz. 16 Además de todo esto, protéjanse con el escudo de la fe, para que puedan apagar todas las flechas incendiarias del maligno. 17 Cúbranse con el casco de la salvación, y esgriman la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.
Aquí encontramos una lista de las armas espirituales que debemos procurar. Cada arma está relacionada con una virtud (compare con el texto que habla sobre “el fruto del Espíritu” en Gál. 22-23):
El cinturón se relaciona con la verdad;
La coraza (o peto), con la justicia;
Las botas, con el deseo de predicar el evangelio de la paz;
El escudo, con la fe;
El casco, con la salvación;
Y la espada, con la Palabra de Dios.
Conclusión
Escuchemos la palabra de exhortación que nos legó el Apóstol Pablo en Romanos 13:11-12. ¡Preparémonos para encontrarnos con Dios! ¿Cómo podemos prepararnos?
Despertando del sueño que nos ha sumido en un letargo espiritual.
Rechazando las obras de maldad que nos alejan de Dios.
Y aprendiendo a usar las armas de luz que Dios nos provee por medio de la obra del Espíritu Santo.
¡Dios desea que su Iglesia se prepare para recibir la llegada de Jesucristo, el Señor! Por lo tanto:
Ocupémonos de nuestra salvación “con temor y temblor” (Fil. 2:12).
Revistámonos de Cristo (v. 14, cf. Ef. 4:24), tomando su vida como el modelo a seguir.
Prediquemos el evangelio de salvación “a toda criatura” (Mr. 16.15).
Discipulemos a esos nuevos creyentes, enseñándoles “a cumplir todas las cosas” que Jesús nos ordenó (Mt. 28.19-20).
Y exhortémonos unos a otros a perseverar en la fe, sabiendo que “nuestra salvación está más cerca de nosotros ahora que cuando creímos (Ro. 13:11).
Cómo predicar Adviento, Navidad y Epifanía es un ensayo sobre homilética y predicación escrito por el Dr. Pablo A. Jiménez.
Introducción
Cuando hablamos del “Año Cristiano”, nos referimos a la secuencia de eventos y días especiales que la iglesia observa durante el año. Conocido también como el “Calendario litúrgico” o “eclesial”, el Año Cristiano surge de los ciclos de lecturas bíblicas, temporadas, y festivales del Judaísmo del tiempo de Jesús.
El calendario está organizado alrededor de los distintos domingos de cada año. Los días más importantes del Año Cristiano son Navidad y Resurrección. Ambos son precedidos de temporadas de preparación (Adviento y Cuaresma) y seguidos por temporadas de celebración (Epifanía y Pentecostés).
Cómo predicar Adviento
El Año Cristiano comienza con una temporada corta, que abarca los cuatro domingos antes del día de Navidad. Aunque prepara a la Iglesia para recibir la Navidad, esta temporada es mucho más que una temporada de preparación.
“Adviento” (del latín “llegar a”) es temporada de expectativa y de espera de la venida de Cristo, o mejor dicho, de la venida de Dios en Cristo. Originalmente, era un período de ayuno y penitencia—parecido a la Cuaresma—que preparaba a la Iglesia para recibir a su Señor en el día de la Epifanía. Empero, Adviento hoy es la temporada de cuatro domingos que prepara a la Iglesia para recibir a Dios-en-Cristo el día de Navidad.
El énfasis de la temporada es el futuro, no el pasado. Por ejemplo, la mayor parte de las lecturas del AT son textos que la Iglesia históricamente ha interpretado como pasajes bíblicos proféticos que predicen el evento de Cristo.
No obstante, también son textos “escatológicos”, es decir, pasajes bíblicos que hablan sobre el juicio final y los últimos tiempos. Por eso invitan a la audiencia a pensar sobre Dios como aquel que viene desde el futuro.
Esta orientación al futuro también recalca la doctrina de la encarnación. Esto se ve con claridad en los temas del patrón de lecturas del Evangelio durante Adviento. El Año Cristiano comienza hablando sobre el final de los tiempos; su énfasis apocalíptico anuncia la Segunda Venida de Cristo. Vuelve atrás para analizar el ministerio de Juan el Bautista y explicar su relación con el ministerio de Jesús. El lenguaje de estas lecturas recalca el significado de la vida y la obra de Cristo (quien bautiza con “Espíritu Santo y fuego”).
Finalmente, el domingo antes de la Navidad trata el tema de la anunciación del nacimiento de Jesús. La cronología está, pues, invertida. Miramos primero al futuro para entonces mirar al pasado. Recordamos la meta antes de mirar el camino que debemos transitar. Mirar al pasado nos ayuda a fijar nuestra identidad.
Cómo predicar la Navidad
La Navidad es el centro de la primera parte del Año Cristiano. Es una temporada corta, pero abarca mucho más que un día. Los “Doce días de la Navidad” se extienden desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero.
Aunque la inmensa mayoría de las congregaciones protestantes no lo celebran, el primer servicio es el de Nochebuena. Del mismo modo, muchas congregaciones no celebran servicios durante el día de Navidad, viéndolo como un día feriado para compartir con la familia.
La celebración de la Nochebuena se basa en la práctica judía que entiende que un día comienza cuando cae la noche del día anterior. En términos técnicos, la Navidad comienza durante la tarde del día de Nochebuena.
De todos los libros que componen el Nuevo Testamento, sólo Mateo y Lucas incluyen historias sobre el nacimiento de Jesús. El problema es que estas historias son distintas. Mateo presenta la siguiente información:
Una genealogía que traza el linaje de Jesús hasta Adán (1.1-17). La genealogía se distingue por mencionar a cuatro mujeres: Tamar, la nuera de Judá (v. 2); Rahab, la ramera de Jericó (v. 5); Rut, la moabita (v. 5); y Betsabé, a quien el texto sólo llama “la mujer de Urías” (v. 6). Todas estas mujeres tienen un historial sexual o matrimonial que se sale de la norma aceptada por la fe judía. A esta lista se une María, la madre de Jesús.
Jesús nace de una manera milagrosa que José, el prometido de María, no entiende (1.18-25). Al igual que las cuatro mujeres mencionadas en la genealogía, la situación de María rompe con las normas aceptadas por la sociedad.
Mateo narra la visita de los magos (2.1-12), quienes primero van al palacio de Herodes el Grande y después llegan a Belén. Los magos simbolizan la adoración de las naciones y los pueblos no-judíos al niño-Dios.
La visita de los magos también sirve de marco a la matanza de los niños, pues Herodes es la figura común a ambos textos (2.13-23).
Mateo sugiere un paralelo entre Jesús y Moisés, pues ambos sobrevivieron una matanza de infantes, ordenada por un poderoso rey (Ex. 2.1-10 y Mt. 2.13-23). Además, ambos llegan a la tierra prometida desde Egipto, donde se refugia la familia de Jesús hasta la muerte de Herodes.En Mateo, las narrativas de la infancia se distinguen por el uso de frases que introducen los textos proféticos del Antiguo Testamento (véase 1.22, 2.5 y 17).
Por su parte, Lucas sigue otro camino, ofreciendo la siguiente información:
El anuncio del nacimiento milagroso de Juan, el futuro “Bautista” (1.5-25).
El anuncio a María de Nazaret del nacimiento milagroso de Jesús (1.26-38).
La visita de María a Elisabet (1.39-45) y el cántico de María—conocido como el “Magníficat”—en agradecimiento a Dios (1.46-56).
El nacimiento de Juan (1.57-66) y el cántico de Zacarías en agradecimiento a Dios (1.67-80).
El nacimiento de Jesús en un pesebre, en la ciudad de Belén (2.1-7).
La revelación del nacimiento de Jesús a un grupo de pastores por medio de una manifestación angelical (2.8-20).
La presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén (2.21-40), incluyendo el cántico de Simeón (2.29-32) y las oraciones de Ana (2.36-38).
El extraño episodio donde un Jesús pre-adolescente debate con los teólogos del Templo de Jerusalén (2.41-52).
Recordemos que en el Antiguo Testamento los grandes héroes de la fe de Israel tienen nacimientos milagrosos. Los nacimientos de Juan y de Jesús siguen el mismo patrón.
Note los paralelos entre la anunciación de los nacimientos de Juan y de Jesús en Lucas. Ambos siguen la forma del llamamiento profético, donde la persona llamada al ministerio se resiste a aceptar la comisión divina, ofreciendo excusas o presentando objeciones. Sin embargo, Dios siempre vence sus objeciones y la persona llamada termina aceptando con fe el ministerio asignado (compare con Is. 6 y Jer. 1).
No debemos tratar de armonizar las historias de Lucas y de Mateo en nuestros sermones. Si vamos a predicar un sermón basado en una narrativa de Mateo, sólo debemos hacer referencias a los relatos que aparecen en ese evangelio. Lo mismo podemos aconsejar cuando prediquemos sermones basados en las narrativas de Lucas.
Recalquemos que el niño que nace es el mismo quien revela el plan salvífico de Dios para toda la humanidad. Cristo va del pesebre de Belén, a la cruz en el Gólgota y, finalmente, a ocupar su lugar a la derecha del trono de Dios.
Cómo predicar Epifanía
La Epifanía es otra temporada corta que sirve de puente entre la Navidad y el tiempo ordinario o normal. El 6 de enero es un día «pivote» que termina la Navidad y comienza la temporada de Epifanía.
Epifanía significa “revelación” o “manifestación”. Es la celebración de la revelación de la gloria divina en la persona histórica de Jesús, el Cristo. Tiene su origen en la Iglesia Oriental y su celebración es más antigua que la observación del 25 de diciembre.
En su forma original, la Epifanía parece hacer sido una celebración de la forma como Cristo se revela a la humanidad por medio de eventos tales como su nacimiento, la estrella de Belén, su bautismo y el milagro de Caná de Galilea.
La celebración comienza con la revelación a los sabios y se mueve a la revelación en el bautismo de Jesús. Las celebración del bautismo y de la transfiguración enmarcan a temporada. En ambas historias una voz celestial afirma la identidad de Jesús.
Conclusión
La doctrina de la encarnación es central a la fe cristiana. Aprovechemos estas temporadas para recalcar el milagro de la encarnación, llamando a la audiencia a reconocer como Señor y Salvador a Jesús, el niño-Dios que nos revela la naturaleza, el carácter y la misión de Dios.
Cómo predicar Adviento, Navidad y Epifanía -Bibliografía
Lecturas sugeridas por el Leccionario Común Revisado
Las lecturas o “lecciones” del Año Cristiano están organizadas en tres ciclos o “años”. Cada año comienza en Adviento , es decir, a finales de noviembre o principios de diciembre del año natural.
Año A: Comienza en Adviento 2025. 2028, 2031, 2034, 2037
Año B: Comienza en Adviento 2023, 2026, 2029, 2032, 2035
Año C: Comienza en Adviento 2024, 2027, 2030, 2033, 2036
Nótese que algunos días especiales sugieren las mismas lecturas para los tres años. En ese caso, en lugar de “Año A” aparecerá la sigla “ABC”.
A continuación presentamos las lecturas sugeridas para estas temporadas, siguiendo un formato fijo: primero indicamos el año, después la lectura del Antiguo Testamento; el Salmo o cántico sugerido; la lectura de la Epístola; y, finalmente, la lectura del Evangelio.
Temporada de Adviento
Primer domingo de Adviento
Año A: Isaías 2.1-5; Salmo 122; Romanos 13.11-14; y Mateo 24.36-44.
Año B: Isaías 64.1-9; Salmo 80.1-7, 17-19; 1 Corintios 1.3-9; y Marcos 13.24-37.
Año C: Jeremías 33.14-16; Salmo 25.1-10; 1 Tesalonicenses 3.9-13; y Lucas 21.25-36.
Segundo domingo de Adviento
Año A: Isaías 11.1-10; Salmo 72.1-7, 18-19; Romanos 15.4-13; y Mateo 3.1-12.
Año B: Isaías 40.1-11; Salmo 85.1-2, 8-13; 2 Pedro 3.8-15a; y Marcos 1.1-8.
Año C: Malaquías 3.1-4; Lucas 1.68-79; Filipenses 1.3-11; y Lucas 3.1-6.
Tercer domingo de Adviento
Año A: Isaías 35.1-10; Salmo 146.5-10 o Lucas 1.47-55; Santiago 5.7-10; y Mateo 11.2-11.
Año B: Isaías 61.1-4, 8-11; Salmo 126 o Lucas 1.47-55; I Tesalonicenses 5.16-24; y Juan 1.6-8, 19-28.
Año C: Sofonías 3.14-20; Isaías 12.2-6; Filipenses 4.4-7; y Lucas 3.7-18.
Cuarto domingo de Adviento
Año A: Isaías 7.10-16; Salmo 80.1-7, 17-19; Romanos 1.1-7; y Mateo 1.18-25.
Año B: 2 Samuel 7.1-11, 16; Lucas 1.47-55 o Salmo 89.1-4, 19-26; Romanos 16.25-27; y Lucas 1.26-38.
Año C: Miqueas 5.2-5a; Lucas 1.47-55 o Salmo 80.1-7; Hebreos 10.5-10; y Lucas 1.39-45, (46-55).
Tiempo de Navidad: Natividad del Señor
Nochebuena/Día de Navidad
Cualquiera de las siguientes series de lecturas pueden ser utilizadas en Nochebuena o en el Día de Navidad. Las lecturas de los Propios II y III para Navidad son alternativas para el Día de Navidad. Si el Propio III no se utiliza el Día de Navidad, entonces debe utilizarse en cualquier otro servicio del ciclo de Navidad, debido al gran significado que tiene el prólogo de Juan.
Navidad – Propio I (A, B, C): Isaías 9.2-7; Salmo 96; Tito 2.11-14; y Lucas 2.1-14, (15-20).
Navidad – Propio II (A, B, C): Isaías 62.6-12; Salmo 97; Tito 3.4-7; y Lucas 2.(1-7), 8-20.
Navidad – Propio III (A, B, C): Isaías 52.7-10; Salmo 98; Hebreos 1.1-4, (5-12); y Juan 1.1-14.
Primer domingo después de Navidad
Las siguientes lecturas pueden utilizarse el primer domingo después de Navidad, a menos que se prefieran las lecturas sobre la Epifanía del Señor.
Año A: Isaías 63.7-9; Salmo 148; Hebreos 2.10-18; y Mateo 2.13-23.
Año B: Isaías 61.10—62.3; Salmo 148; Gálatas 4.4-7; y Lucas 2.22-40.
Año C: 1 Samuel 2.18-20, 26; Salmo 148; Colosenses 3.12-17; y Lucas 2.41-52.
1ro de enero: Día de Año Nuevo
Cuando se observa como Día de Año Nuevo (A, B, C): Eclesiastés 3.1-13; Salmo 8; Apocalipsis 21.1-6a; y Mateo 25.31-46.
Cuando se observa como el Día del Santo Nombre de Jesús (A, B, C): Números 6.22-27; Salmo 8; Gálatas 4.4-7 o Filipenses 2.5-13; y Lucas 2.15-21.
Segundo domingo después de Navidad
Las siguientes lecturas pueden ser utilizadas cuando el 6 de enero se celebra en un día de la semana después del segundo domingo después del Día de Navidad, (A, B, C): Jeremías 31.7-14; Salmo 147.12-20; Efesios 1.3-14; y Juan 1.(1-9), 10-18.
Temporada de Epifanía
6 de enero:
Epifanía del Señor (A, B, C): Isaías 60.1-6; Salmo 72.1-7, 10-14; Efesios 3.1-12; y Mateo 2.1-12.
Primer domingo después de Epifanía: El Bautismo del Señor
Año A: Isaías 42.1-9; Salmo 29; Hechos 10.34-43; y Mateo 3.13-17.
Año B: Génesis 1.1-5; Salmo 29; Hechos 19.1-7; y Marcos 1.4-11.
Año C: Isaías 43.1-7; Salmo 29; Hechos 8.14-17; y Lucas 3.15-17, 21-22.
Segundo domingo después de Epifanía
Año A: Isaías 49.1-7; Salmo 40.1-11; 1 Corintios 1.1-9; y Juan 1.29-42.
Año B: 1 Samuel 3.1-10, (11-20); Salmo 139.1-6, 13-18; 1 Corintios 6.12-20; y Juan 1.43-51.
Año C: Isaías 62.1-5; Salmo 36.5-10; 1 Corintios 12.1-11; y Juan 2.1-11.
Tercer domingo después de Epifanía
Año A: Isaías 9.1-4; Salmo 27.1, 4-9; 1 Corintios 1.10-18; y Mateo 4.12-23.
Año B: Jonás 3.1-5, 10; Salmo 62.5-12; 1 Corintios 7.29-31; y Marcos 1.14-20.
Año C: Nehemías 8.1-3, 5-6, 8-10; Salmo 19; 1 Corintios 12.12-31a; y Lucas 4.14-21.
*Cuarto domingo después de Epifanía
*Las lecturas sugeridas para el cuarto, quinto, sexto, séptimo y octavo domingo después de Epifanía no se utilizan todos los años. De todos modos, el domingo antes del Miércoles de Ceniza, que marca el comienzo de la Temporada de Cuaresma, deben utilizarse las lecuras para el Día de la Transfiguración.
Año A: Miqueas 6.1-8; Salmo 15; 1 Corintios 1.18-31; y Mateo 5.1-12.
Año B: Deuteronomio 18.15-20; Salmo 111; 1 Corintios 8.1-13; y Marcos 1.21-28.
Año C: Jeremías 1.4-10; Salmo 71.1-6; 1 Corintios 13.1-13; y Lucas 4.21-30.
*Quinto domingo después de Epifanía
Año A: Isaías 58.1-9a, (9b-12); Salmo 112.1-9, (10); 1 Corintios 2.1-12, (13-16); y Mateo 5.13-20.
Año B: Isaías 40.21-31; Salmo 147.1-11, 20c; 1 Corintios 9.16-23; y Marcos 1.29-39.
Año C: Isaías 6.1-8, (9-13); Salmo 138; 1 Corintios 15.1-11; y Lucas 5.1-11.
*Sexto domingo después de Epifanía
Año A: Deuteronomio 30.15-20; Salmo 119.1-8; 1 Corintios 3.1-9; y Mateo 5.21-37.
Año B: 2 Reyes 5.1-14; Salmo 30; 1 Corintios 9.24-27; y Marcos 1.40-45.
Año C: Jeremías 17.5-10; Salmo 1; 1 Corintios 15.12-20; y Lucas 6.17-26.
*Séptimo domingo después de Epifanía
Año A: Levítico 19.1-2, 9-18; Salmo 119.33-40; 1 Corintios 3.10-11, 16-23; y Mateo 5.38-48.
Año B: Isaías 43.18-25; Salmo 41; 2 Corintios 1.18-22; y Marcos 2.1-12.
Año C: Génesis 45.3-11, 15; Salmo 37.1-11, 39-40; 1 Corintios 15.35-38, 42-50; y Lucas 6.27-38.
*Octavo domingo después de Epifanía
Año A: Isaías 49.8-16a; Salmo 131; 1 Corintios 4.1-5; y Mateo 6.24-34.
Año B: Oseas 2.14-20; Salmo 103.1-13, 22; 2 Corintios 3.1-6; y Marcos 2.13-22.
Año C: Isaías 55.10-13; Salmo 92.1-4, 12-15; 1 Corintios 15.51-58; y Lucas 6.39-49.
Último domingo después de Epifanía: Día de la Transfiguración
Las siguientes lecturas deben utilizarse el domingo antes de la Cuaresma, no importa cuántos domingos hayan transcurrido desde el 6 de enero.
Año A: Éxodo 24.12-18; Salmo 2 o Salmo 99; 2 Pedro 1.16-21; y Mateo 17.1-9.
Año B: 2 Reyes 2.1-12; Salmo 50.1-6; 2 Corintios 4.3-6; y Marcos 9.2-9.
Año C: Éxodo 34.29-35; Salmo 99; 2 Corintios 3.12—4.2; y Lucas 9.28-36, (37-43).
Encuentro de adoración & predicación del Movimiento la Red para el 10 de enero de 2021, con un sermón sobre la matanza de los inocentes, basado en Mateo 2.16.
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