Cómo predicar Adviento, Navidad y Epifanía

Cómo predicar Adviento, Navidad y Epifanía es un ensayo sobre homilética y predicación escrito por el Dr. Pablo A. Jiménez.

Cuando hablamos del “Año Cristiano”, nos referimos a la secuencia de eventos y días especiales que la iglesia observa durante el año. Conocido también como el “Calendario litúrgico” o “eclesial”, el Año Cristiano surge de los ciclos de lecturas bíblicas, temporadas, y festivales del Judaísmo del tiempo de Jesús.

El calendario está organizado alrededor de los distintos domingos de cada año. Los días más importantes del Año Cristiano son Navidad y Resurrección. Ambos son precedidos de temporadas de preparación (Adviento y Cuaresma) y seguidos por temporadas de celebración (Epifanía y Pentecostés).

El Año Cristiano comienza con una temporada corta, que abarca los cuatro domingos antes del día de Navidad. Aunque prepara a la Iglesia para recibir la Navidad, esta temporada es mucho más que una temporada de preparación.

“Adviento” (del latín “llegar a”) es temporada de expectativa y de espera de la venida de Cristo, o mejor dicho, de la venida de Dios en Cristo. Originalmente, era un período de ayuno y penitencia—parecido a la Cuaresma—que preparaba a la Iglesia para recibir a su Señor en el día de la Epifanía. Empero, Adviento hoy es la temporada de cuatro domingos que prepara a la Iglesia para recibir a Dios-en-Cristo el día de Navidad.

El énfasis de la temporada es el futuro, no el pasado. Por ejemplo, la mayor parte de las lecturas del AT son textos que la Iglesia históricamente ha interpretado como pasajes bíblicos proféticos que predicen el evento de Cristo.

No obstante, también son textos “escatológicos”, es decir, pasajes bíblicos que hablan sobre el juicio final y los últimos tiempos. Por eso invitan a la audiencia a pensar sobre Dios como aquel que viene desde el futuro.

Esta orientación al futuro también recalca la doctrina de la encarnación. Esto se ve con claridad en los temas del patrón de lecturas del Evangelio durante Adviento. El Año Cristiano comienza hablando sobre el final de los tiempos; su énfasis apocalíptico anuncia la Segunda Venida de Cristo. Vuelve atrás para analizar el ministerio de Juan el Bautista y explicar su relación con el ministerio de Jesús. El lenguaje de estas lecturas recalca el significado de la vida y la obra de Cristo (quien bautiza con “Espíritu Santo y fuego”).

Finalmente, el domingo antes de la Navidad trata el tema de la anunciación del nacimiento de Jesús. La cronología está, pues, invertida. Miramos primero al futuro para entonces mirar al pasado. Recordamos la meta antes de mirar el camino que debemos transitar. Mirar al pasado nos ayuda a fijar nuestra identidad.

La Navidad es el centro de la primera parte del Año Cristiano. Es una temporada corta, pero abarca mucho más que un día. Los “Doce días de la Navidad” se extienden desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero.

Aunque la inmensa mayoría de las congregaciones protestantes no lo celebran, el primer servicio es el de Nochebuena. Del mismo modo, muchas congregaciones no celebran servicios durante el día de Navidad, viéndolo como un día feriado para compartir con la familia.

La celebración de la Nochebuena se basa en la práctica judía que entiende que un día comienza cuando cae la noche del día anterior. En términos técnicos, la Navidad comienza durante la tarde del día de Nochebuena. 

De todos los libros que componen el Nuevo Testamento, sólo Mateo y Lucas incluyen historias sobre el nacimiento de Jesús. El problema es que estas historias son distintas. Mateo presenta la siguiente información:

  1. Una genealogía que traza el linaje de Jesús hasta Adán (1.1-17). La genealogía se distingue por mencionar a cuatro mujeres: Tamar, la nuera de Judá (v. 2); Rahab, la ramera de Jericó (v. 5); Rut, la moabita (v. 5); y Betsabé, a quien el texto sólo llama “la mujer de Urías” (v. 6). Todas estas mujeres tienen un historial sexual o matrimonial que se sale de la norma aceptada por la fe judía. A esta lista se une María, la madre de Jesús. 
  2. Jesús nace de una manera milagrosa que José, el prometido de María, no entiende (1.18-25). Al igual que las cuatro mujeres mencionadas en la genealogía, la situación de María rompe con las normas aceptadas por la sociedad.
  3. Mateo narra la visita de los magos (2.1-12), quienes primero van al palacio de Herodes el Grande y después llegan a Belén. Los magos simbolizan la adoración de las naciones y los pueblos no-judíos al niño-Dios.
  4. La visita de los magos también sirve de marco a la matanza de los niños, pues Herodes es la figura común a ambos textos (2.13-23).

Mateo sugiere un paralelo entre Jesús y Moisés, pues ambos sobrevivieron una matanza de infantes, ordenada por un poderoso rey (Ex. 2.1-10 y Mt. 2.13-23). Además, ambos llegan a la tierra prometida desde Egipto, donde se refugia la familia de Jesús hasta la muerte de Herodes.En Mateo, las narrativas de la infancia se distinguen por el uso de frases que introducen los textos proféticos del Antiguo Testamento (véase 1.22, 2.5 y 17). 

Por su parte, Lucas sigue otro camino, ofreciendo la siguiente información:

  1. El anuncio del nacimiento milagroso de Juan, el futuro “Bautista” (1.5-25).
  2. El anuncio a María de Nazaret del nacimiento milagroso de Jesús (1.26-38).
  3. La visita de María a Elisabet (1.39-45) y el cántico de María—conocido como el “Magníficat”—en agradecimiento a Dios (1.46-56).
  4. El nacimiento de Juan (1.57-66) y el cántico de Zacarías en agradecimiento a Dios (1.67-80).
  5. El nacimiento de Jesús en un pesebre, en la ciudad de Belén (2.1-7). 
  6. La revelación del nacimiento de Jesús a un grupo de pastores por medio de una manifestación angelical (2.8-20).
  7. La presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén (2.21-40), incluyendo el cántico de Simeón (2.29-32) y las oraciones de Ana (2.36-38).
  8. El extraño episodio donde un Jesús pre-adolescente debate con los teólogos del Templo de Jerusalén (2.41-52). 

Recordemos que en el Antiguo Testamento los grandes héroes de la fe de Israel tienen nacimientos milagrosos. Los nacimientos de Juan y de Jesús siguen el mismo patrón.

Note los paralelos entre la anunciación de los nacimientos de Juan y de Jesús en Lucas. Ambos siguen la forma del llamamiento profético, donde la persona llamada al ministerio se resiste a aceptar la comisión divina, ofreciendo excusas o presentando objeciones. Sin embargo, Dios siempre vence sus objeciones y la persona llamada termina aceptando con fe el ministerio asignado (compare con Is. 6 y Jer. 1).

No debemos tratar de armonizar las historias de Lucas y de Mateo en nuestros sermones. Si vamos a predicar un sermón basado en una narrativa de Mateo, sólo debemos hacer referencias a los relatos que aparecen en ese evangelio. Lo mismo podemos aconsejar cuando prediquemos sermones basados en las narrativas de Lucas. 

Recalquemos que el niño que nace es el mismo quien revela el plan salvífico de Dios para toda la humanidad. Cristo va del pesebre de Belén, a la cruz en el Gólgota y, finalmente, a ocupar su lugar a la derecha del trono de Dios.

La Epifanía es otra temporada corta que sirve de puente entre la Navidad y el tiempo ordinario o normal. El 6 de enero es un día «pivote» que termina la Navidad y comienza la temporada de Epifanía. 

Epifanía significa “revelación” o “manifestación”. Es la celebración de la revelación de la gloria divina en la persona histórica de Jesús, el Cristo. Tiene su origen en la Iglesia Oriental y su celebración es más antigua que la observación del 25 de diciembre.

En su forma original, la Epifanía parece hacer sido una celebración de la forma como Cristo se revela a la humanidad por medio de eventos tales como su nacimiento, la estrella de Belén, su bautismo y el milagro de Caná de Galilea.

La celebración comienza con la revelación a los sabios y se mueve a la revelación en el bautismo de Jesús. Las celebración del bautismo y de la transfiguración enmarcan a temporada. En ambas historias una voz celestial afirma la identidad de Jesús.

La doctrina de la encarnación es central a la fe cristiana. Aprovechemos estas temporadas para recalcar el milagro de la encarnación, llamando a la audiencia a reconocer como Señor y Salvador a Jesús, el niño-Dios que nos revela la naturaleza, el carácter y la misión de Dios.



Allen, O. Wesley. Preaching and Reading the Lectionary: A Three-Dimensional Approach to the Liturgical Year. St. Louis: Chalice Press, 2007.

Bower, Peter C., editor. Handbook for the Revised Common Lectionary. Louisville: Westminster John Knox Press, 1996.

Stookey, Laurence Hull. Calendar: Christ’s Time for the Church. Nashville. Abingdon Press, 1996.

Cómo predicar Adviento Navidad y Epifanía

Las lecturas o “lecciones” del Año Cristiano están organizadas en tres ciclos o “años”. Cada año comienza en Adviento , es decir, a finales de noviembre o principios de diciembre del año natural. 

  • Año A: Comienza en Adviento 2025. 2028, 2031, 2034, 2037
  • Año B: Comienza en Adviento 2023, 2026, 2029, 2032, 2035
  • Año C: Comienza en Adviento 2024, 2027, 2030, 2033, 2036

Nótese que algunos días especiales sugieren las mismas lecturas para los tres años. En ese caso, en lugar de “Año A” aparecerá la sigla “ABC”.

A continuación presentamos las lecturas sugeridas para estas temporadas, siguiendo un formato fijo: primero indicamos el año, después la lectura del Antiguo Testamento; el Salmo o cántico sugerido; la lectura de la Epístola; y, finalmente, la lectura del Evangelio.

Primer domingo de Adviento

  • Año A: Isaías 2.1-5; Salmo 122; Romanos 13.11-14; y Mateo 24.36-44.
  • Año B: Isaías 64.1-9; Salmo 80.1-7, 17-19; 1 Corintios 1.3-9; y Marcos 13.24-37.
  • Año C: Jeremías 33.14-16; Salmo 25.1-10; 1 Tesalonicenses 3.9-13; y Lucas 21.25-36.

Segundo domingo de Adviento

  • Año A: Isaías 11.1-10; Salmo 72.1-7, 18-19; Romanos 15.4-13; y Mateo 3.1-12.
  • Año B: Isaías 40.1-11; Salmo 85.1-2, 8-13; 2 Pedro 3.8-15a; y Marcos 1.1-8.
  • Año C: Malaquías 3.1-4; Lucas 1.68-79; Filipenses 1.3-11; y Lucas 3.1-6.

Tercer domingo de Adviento

  • Año A: Isaías 35.1-10; Salmo 146.5-10 o Lucas 1.47-55; Santiago 5.7-10; y Mateo 11.2-11.
  • Año B: Isaías 61.1-4, 8-11; Salmo 126 o Lucas 1.47-55; I Tesalonicenses 5.16-24; y Juan 1.6-8, 19-28.
  • Año C: Sofonías 3.14-20; Isaías 12.2-6; Filipenses 4.4-7; y Lucas 3.7-18.

Cuarto domingo de Adviento

  • Año A: Isaías 7.10-16; Salmo 80.1-7, 17-19; Romanos 1.1-7; y Mateo 1.18-25.
  • Año B: 2 Samuel 7.1-11, 16; Lucas 1.47-55 o Salmo 89.1-4, 19-26; Romanos 16.25-27; y Lucas 1.26-38.
  • Año C: Miqueas 5.2-5a; Lucas 1.47-55 o Salmo 80.1-7;  Hebreos 10.5-10; y Lucas 1.39-45, (46-55).

Nochebuena/Día de Navidad

Cualquiera de las siguientes series de lecturas pueden ser utilizadas en Nochebuena o en el Día de Navidad. Las lecturas de los Propios II y III para Navidad son alternativas para el Día de Navidad. Si el Propio III no se utiliza el Día de Navidad, entonces debe utilizarse en cualquier otro servicio del ciclo de Navidad, debido al gran significado que tiene el prólogo de Juan.

  • Navidad – Propio I (A, B, C): Isaías 9.2-7; Salmo 96; Tito 2.11-14; y Lucas 2.1-14, (15-20).
  • Navidad – Propio II (A, B, C): Isaías 62.6-12; Salmo 97; Tito 3.4-7; y Lucas 2.(1-7), 8-20.
  • Navidad – Propio III (A, B, C): Isaías 52.7-10; Salmo 98; Hebreos 1.1-4, (5-12); y Juan 1.1-14.

Primer domingo después de Navidad

Las siguientes lecturas pueden utilizarse el primer domingo después de Navidad, a menos que se prefieran las lecturas sobre la Epifanía del Señor.

  • Año A: Isaías 63.7-9; Salmo 148; Hebreos 2.10-18; y Mateo 2.13-23.
  • Año B: Isaías 61.10—62.3; Salmo 148; Gálatas 4.4-7; y Lucas 2.22-40.
  • Año C: 1 Samuel 2.18-20, 26; Salmo 148; Colosenses 3.12-17; y Lucas 2.41-52.

1ro de enero: Día de Año Nuevo

  • Cuando se observa como Día de Año Nuevo (A, B, C): Eclesiastés 3.1-13; Salmo 8; Apocalipsis 21.1-6a; y Mateo 25.31-46.
  • Cuando se observa como el Día del Santo Nombre de Jesús (A, B, C): Números 6.22-27; Salmo 8; Gálatas 4.4-7 o Filipenses 2.5-13; y Lucas 2.15-21.

Segundo domingo después de Navidad

Las siguientes lecturas pueden ser utilizadas cuando el 6 de enero se celebra en un día de la semana después del segundo domingo después del Día de Navidad, (A, B, C): Jeremías 31.7-14; Salmo 147.12-20; Efesios 1.3-14; y Juan 1.(1-9), 10-18.

6 de enero:

Epifanía del Señor (A, B, C): Isaías 60.1-6; Salmo 72.1-7, 10-14; Efesios 3.1-12; y Mateo 2.1-12.

Primer domingo después de Epifanía: El Bautismo del Señor

  • Año A: Isaías 42.1-9; Salmo 29; Hechos 10.34-43; y Mateo 3.13-17.
  • Año B: Génesis 1.1-5; Salmo 29; Hechos 19.1-7; y Marcos 1.4-11.
  • Año C: Isaías 43.1-7; Salmo 29; Hechos 8.14-17; y Lucas 3.15-17, 21-22.

Segundo domingo después de Epifanía

  • Año A: Isaías 49.1-7; Salmo 40.1-11; 1 Corintios 1.1-9; y Juan 1.29-42.
  • Año B: 1 Samuel 3.1-10, (11-20); Salmo 139.1-6, 13-18; 1 Corintios 6.12-20; y Juan 1.43-51.
  • Año C: Isaías 62.1-5; Salmo 36.5-10; 1 Corintios 12.1-11; y Juan 2.1-11.

Tercer domingo después de Epifaní

  • Año A: Isaías 9.1-4; Salmo 27.1, 4-9; 1 Corintios 1.10-18; y Mateo 4.12-23.
  • Año B: Jonás 3.1-5, 10; Salmo 62.5-12; 1 Corintios 7.29-31; y Marcos 1.14-20.
  • Año C: Nehemías 8.1-3, 5-6, 8-10; Salmo 19; 1 Corintios 12.12-31a; y Lucas 4.14-21.

*Cuarto domingo después de Epifanía

*Las lecturas sugeridas para el cuarto, quinto, sexto, séptimo y octavo domingo después de Epifanía no se utilizan todos los años. De todos modos, el domingo antes del Miércoles de Ceniza, que marca el comienzo de la Temporada de Cuaresma, deben utilizarse las lecuras para el Día de la Transfiguración.

  • Año A: Miqueas 6.1-8; Salmo 15; 1 Corintios 1.18-31; y Mateo 5.1-12.
  • Año B: Deuteronomio 18.15-20; Salmo 111; 1 Corintios 8.1-13; y Marcos 1.21-28.
  • Año C: Jeremías 1.4-10; Salmo 71.1-6; 1 Corintios 13.1-13; y Lucas 4.21-30.

*Quinto domingo después de Epifanía

  • Año A: Isaías 58.1-9a, (9b-12); Salmo 112.1-9, (10); 1 Corintios 2.1-12, (13-16); y Mateo 5.13-20.
  • Año B: Isaías 40.21-31; Salmo 147.1-11, 20c; 1 Corintios 9.16-23; y Marcos 1.29-39.
  • Año C: Isaías 6.1-8, (9-13); Salmo 138; 1 Corintios 15.1-11; y Lucas 5.1-11.

*Sexto domingo después de Epifanía

  • Año A: Deuteronomio 30.15-20; Salmo 119.1-8; 1 Corintios 3.1-9; y Mateo 5.21-37.
  • Año B: 2 Reyes 5.1-14; Salmo 30; 1 Corintios 9.24-27; y Marcos 1.40-45.
  • Año C: Jeremías 17.5-10; Salmo 1; 1 Corintios 15.12-20; y Lucas 6.17-26.

*Séptimo domingo después de Epifanía

  • Año A: Levítico 19.1-2, 9-18; Salmo 119.33-40; 1 Corintios 3.10-11, 16-23; y Mateo 5.38-48.
  • Año B: Isaías 43.18-25; Salmo 41; 2 Corintios 1.18-22; y Marcos 2.1-12.
  • Año C: Génesis 45.3-11, 15; Salmo 37.1-11, 39-40; 1 Corintios 15.35-38, 42-50; y Lucas 6.27-38.

*Octavo domingo después de Epifanía

  • Año A: Isaías 49.8-16a; Salmo 131; 1 Corintios 4.1-5; y Mateo 6.24-34.
  • Año B: Oseas 2.14-20; Salmo 103.1-13, 22; 2 Corintios 3.1-6; y Marcos 2.13-22.
  • Año C: Isaías 55.10-13; Salmo 92.1-4, 12-15; 1 Corintios 15.51-58; y Lucas 6.39-49.

Último domingo después de Epifanía: Día de la Transfiguración

Las siguientes lecturas deben utilizarse el domingo antes de la Cuaresma, no importa cuántos domingos hayan transcurrido desde el 6 de enero.  

  • Año A: Éxodo 24.12-18; Salmo 2 o Salmo 99; 2 Pedro 1.16-21; y Mateo 17.1-9.
  • Año B: 2 Reyes 2.1-12; Salmo 50.1-6; 2 Corintios 4.3-6; y Marcos 9.2-9.
  • Año C: Éxodo 34.29-35; Salmo 99; 2 Corintios 3.12—4.2; y Lucas 9.28-36, (37-43).
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Los crímenes de Herodes el Grande – Movimiento la Red

Encuentro de adoración & predicación del Movimiento la Red para el 10 de enero de 2021, con un sermón sobre la matanza de los inocentes, basado en Mateo 2.16.

Únase al Movimiento La Red, visitando www.movimientolared.com o suscribiéndose a sus páginas en YouTube & Facebook.

Vista de la ciudad de Jerusalén

¡De repente! (Hechos 2.1-11)

Un sermón sobre Hechos 2.1-11, apropiado para el Día de Pentecostés. 

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Medios

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Un sermón sobre el Espíritu Santo

Tú eres mucho más: A todas las madres que batallan contra el cáncer

Una meditación en honor a todas las madres que luchan por su salud, batallando en contra del cáncer.


Vea este vídeo en el canal de YouTube del Dr. Pablo A. Jiménez, visitando www.drpablojimenez.tv


¡Tú eres mucho más!

Sé que estás enferma y que el tratamiento es terrible. Es deshumanizante y doloroso. Te sientes como si fueras invisible, dado que los enfermeros siguen conversando de cosas triviales mientras te conectan a la quimioterapia. 

Sé que estás enferma y que la casa te es opresiva. Te sientes desaparecer lentamente en tu sofá, sabiendo que no puedes ir trabajar, porque no puedes salir a la calle. Tu sistema inmunológico está comprometido, por lo que no debes estar rodeada de personas que puedan contagiarte con alguna enfermedad que, aunque sencilla, en tu caso podría ser fatal. 

Y sé que te sientes como si fueras un estorbo. Piensas que molestas a todo el mundo. Preferirías ir sola a las terapias, pero no es una buena idea. Te sientes tan débil que no puedes manejar. Y te sientes tan triste que no deseas estar sola. 

Pero tú eres mucho más que una mujer enferma. Tu enfermedad no te define.

Eres mujer, esposa, madre y abuela. Eres hija, hermana, tía y sobrina. Eres obrera, profesional, maestra y mentora. Eres todo eso y más.

No permitas que tu enfermedad te defina. Tú eres mucho más que tu enfermedad, porque eres HIJA DE DIOS. 

Que Dios te fortalezca y te dé una resonante victoria sobre esta y toda otra enfermedad. En el nombre de Jesús. AMÉN

A las madres que luchan contra el cáncer
Vea otros vídeos, artículos, ensayos y sermones para el Día de las Madres.

Un nuevo comienzo (Jeremías 31)

Un bosquejo para un sermón listo para predicar sobre Jeremías 31, adecuado para el Año Nuevo, por Pablo A. Jiménez.


Media


Rudimentos del sermón

Texto: Jeremías 31.7-14

Idea Central: Dios desea hacer un nuevo pacto con su pueblo.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Motivar a la congregación a pensar positivamente sobre su relación con Dios.

Diseño: Expositivo, en ocasión del Día de Año Nuevo

Lógica: Inductivo

Bosquejo listo para predicar – Jeremías 31

Introducción

         El comienzo de año nos da la oportunidad de cerrar capítulos viejos y de abrir nuevos capítulos. Esto es muy importantes en términos psicológicos y sociológicos. Particularmente después de un año difícil, es importante poder decir que ese tiempo acabó y que comienzan tiempos nuevos. El Día de Año Nuevo marca un nuevo comienzo para cada persona y para toda la sociedad.

Puntos a desarrollar
A.     La realidad del sufrimiento

Y si hablamos de tiempos difíciles es porque la vida es dura para toda persona, en todo tiempo y en todo lugar. Cada uno de nosotros tiene que luchar por la vida diariamente. Tenemos que procurar el bienestar propio, el de nuestros seres queridos y el de nuestra sociedad.

Empero, algunos tiempos son más difíciles que otros. En el caso del texto bíblico que hoy nos ocupa, el pueblo de Judá había sido conquistado por el Imperio de Babilonia. Los ejércitos extranjeros habían ocupado la Tierra Santa, manchándola de sangre. Y el liderazgo del pueblo fue deportado a campos de concentración en Babilonia. Esto dejó al pueblo dividido entre la masa de gente pobre que permanecía en Judá bajo el mandato militar extranjero y el liderazgo encarcelado lejos de su tierra.

La destrucción de Jerusalén, la ocupación militar de Judá y la deportación del liderazgo del pueblo dejó a los judíos a una profunda crisis. La crisis era política, económica, social, moral y religiosa. Tal parecía que el pueblo no tenía esperanza alguna.

B.     La promesa divina

En medio de esa crisis, Dios le ordena a Jeremías que profetice, ofreciendo palabras de esperanza. El mensaje es claro: el cautiverio tendrá fin y el pueblo volverá a su tierra oportunamente (Jer. 31.7-14, RVC):

«El Señor dice: “Canten de gozo y alegría por el pueblo de Jacob, la principal entre todas las naciones. Hagan oír sus alabanzas y digan: ‘El Señor salvó a su pueblo, lo que quedaba de Israel.’ Voy a hacerlos volver del país del norte, y a reunirlos del último rincón del mundo. Con ellos vendrán los ciegos y los cojos, las mujeres embarazadas y las que ya dieron a luz; ¡volverá una enorme multitud! Vendrán orando y llorando. Yo los llevaré a corrientes de agua, por un camino llano, donde no tropiecen. Pues soy el padre de Israel, y Efraín es mi hijo mayor. “Naciones, escuchen la palabra del Señor y anuncien en las costas lejanas: ‘El Señor dispersó a Israel, pero lo reunirá y lo cuidará como cuida el pastor a sus ovejas.’ Porque el Señor rescató al pueblo de Jacob, lo libró de una nación más poderosa. “Vendrán y cantarán de alegría en lo alto de Sión, se deleitarán con los beneficios del Señor: el trigo, el vino y el aceite, las ovejas y las reses. Serán como una huerta bien regada, y no volverán a perder las fuerzas. Las muchachas bailarán alegremente, lo mismo que los jóvenes y los viejos. Yo les daré consuelo: convertiré su llanto en alegría, y les daré una alegría mayor que su dolor. Haré que los sacerdotes coman los mejores alimentos y que mi pueblo disfrute en abundancia de mis bienes. Yo, el Señor, lo afirmo.” »

La promesa divina, proclamada por el profeta, demuestra el interés y la disposición de Dios para relacionarse con su pueblo. En particular, nos enseña que Dios está dispuesto a entrar en una nueva relación de pacto con nosotros. Es más, Jeremías 31.31-34 (RVR1960) afirma que Dios desea hacer un nuevo pacto con cada creyente.

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.  Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

En el pasado, las palabras de Jeremías le dieron aliento y esperanza al pueblo de Dios. Quienes fueron deportados guardaron en sus corazones la promesa de libertad, enseñando a sus hijos y a sus hijas que el cautiverio no sería permanente. Por eso, cerca de 70 años después de llegar a Babilonia, el grupo de personas deportadas pudieron volver a la tierra de Judá.

Conclusión

         Y hoy, las palabras de Jeremías también deben darnos aliento y esperanza. La Biblia nos enseña que:

  • Aunque todos pasamos por momentos de crisis, el sufrimiento no es permanente.
  • Dios promete liberarnos del sufrimiento, causado por el pecado, la violencia y la maldad.
  • Y, más importante aún, Dios desea hacer un nuevo pacto con su pueblo.

         Sí, hermanos y hermanas, la buena noticia es que Dios desea hacer un nuevo pacto con nosotros. La pregunta que resta es si nosotros, ustedes y yo, estamos dispuestos a entrar en una nueva relación de pacto con Dios.

         Para entrar en esa relación, debemos examinar nuestras vidas.

  • ¿Qué tenemos que dejar de hacer?
  • ¿Qué tenemos que comenzar a hacer?
  • ¿Qué tenemos que volver a hacer?

         Respondamos con amor a la oferta divina, renovando nuestro pacto con Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN.

Jeremías 31
Un mensaje para el Año Nuevo
Vea otros sermones para ocasiones especiales

¿Conoces su nombre? Una meditación para la Navidad

Audio, vídeo y texto listo para predicar de un sermón sobre Isaías 9.6, apropiado para el día de Navidad.

Texto: Isaías 9:6

Tema: Jesús desea tener una relación personal con usted.

Área: Evangelización

Propósito: Explorar el significado de la persona de Jesucristo.

Diseño: Expositivo, apropiado para el Día de Navidad

Lógica: Inductiva

Introducción

¡Cristo es la Navidad! ¡Jesús es el motivo de nuestra celebración! ¡La Navidad es la celebración del nacimiento de nuestro Señor!

Para la Iglesia, la Navidad es un tiempo de gran gozo. Celebramos la temporada navideña con alegría, dado que conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret, a quien la Iglesia confiesa como Señor y Cristo.

Una celebración distinta

Ahora bien, queda claro que la forma como la Iglesia celebra la Navidad es distinta a la forma como el mundo la celebra. Mientras el resto de la sociedad canta a la comida, a la bebida y a la fiesta, la Iglesia celebra el milagro de la encarnación; celebramos a Dios con nosotros.

Y ese me lleva a plantear una pregunta: ¿Quién es este Jesús que celebramos en la Navidad?

Esa pregunta es de crucial importancia, dado que va a la médula del asunto. ¿A cuál Jesús celebramos? Es claro que muchos celebran a un Jesús que no tiene relación con  la figura de Jesús como se presenta en las Sagradas Escrituras.

  • Muchos celebran a un niño indefenso, que no tiene impacto alguno en sus vidas.
  • Otros celebran el nacimiento de una celebridad, de una persona famosa.
  • Y aún otros celebran una Navidad sin Cristo, que sirve como una mera excusa para la fiesta y el desenfreno.

Por eso repito la pregunta: ¿Quién es este Jesús que celebramos en la Navidad?

La promesa de Isaías

Esto nos lleva a la profecía de Isaías, recogida en el versículo 6 del capítulo 9:

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

En términos históricos, esta profecía se refiere al nacimiento de Ezequías, quien llegaría a ser Rey de Judá. Ezequías era hijo de Acaz, uno de los peores reyes que tuvo el Reino del Sur. De acuerdo a 2 Reyes 16, Acaz fue un idólatra que hasta llegó a sacrificar a uno de sus hijos a un ídolo. También se rindió voluntariamente ante los Asirios, tomando el tesoro el templo para pagar tributo a los extranjeros. Gracias a la profecía de Isaìas, el nacimiento de su hijo trajo esperanza al pueblo. Y Ezequías llegó a ser uno de los mejores reyes de Judá, destacándose por la forma tan vigorosa como combatió la idolatría (véase 2 Reyes 18 al 20).

Empero, en términos proféticos, la Iglesia ha afirmado por siglos que este es un texto mesiánico; un texto que se refiere a la llegada del Mesías enviado por Dios para salvar a la humanidad.

Isaías habla del Mesías venidero de una manera particular. En lugar de describir sus características físicas o morales, Isaías enumera los nombres del Mesías. Y lo llama: “Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.

  • Admirable consejero: Esta frase afirma la sabiduría del Mesías y asegura que dirigirá al pueblo con pericia.
  • Dios fuerte: La segunda frase recalca el poder del Mesías, quien puede combatir el mal y defender a los fieles.
  • Padre Eterno: La tercera frase sugiere que el Mesías infundiría seguridad a los creyentes, como un padre calma el corazón de sus hijos y de sus hijas.
  • Príncipe de paz: Y la cuarta frase describe al Mesías como el líder efectivo que puede traer un orden paz, protegiéndonos del caos.

A través de los siglos, la Iglesia ha afirmado que esta profecía se cumplió en la persona histórica de Jesucristo. El Maestro Galileo predicó un mensaje de justicia y paz, invitando al mundo a soñar con otra manera de vivir. Su proclamación aún nos invita a soñar con el Reino de Dios:

  • Un nuevo orden de justicia que se opone al caos;
  • Un nuevo orden de vida que se opone a las fuerzas de la muerte;
  • Un nuevo orden de luz que se opone a las tinieblas que amenazan a la humanidad.

Conclusión

¿Conoces su nombre? ¡Se llama Jesús de Nazaret!

Es el Mesías, el Señor y el Salvador de la humanidad. Es tu Señor y tu Salvador. Jesús quiere traer luz, vida y salvación a tu corazón. Jesús quiere tener una relación personal contigo. Y esa relación bien puede comenzar hoy.

¡Abre hoy to corazón al niño Dios!


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Flores en el desierto

Flores en el desierto es una prédica cristiana sobre la profecía que aparece en el capítulo 35 del libro del profeta Isaías, apropiada para la temporada de adviento.

Texto: Isaías 35:1-10

Idea central: La esperanza de vida y salvación nos lleva a proclamar que el futuro que Dios tiene deparado para la humanidad traerá grande bendición. 

Área: Desafío profético

Propósito: Dar ánimo y esperanza a la audiencia.

Diseño: Expositivo

Lógica: Inductiva

Vea este sermón en nuestro canal de YouTube

Cuando uno viaja por las riveras del Río Jordán, usted puede ver en medio del desierto toda una serie de árboles frutales. La escena es impresionante, pues evoca la profecía que aparece en el capítulo 35 del libro de Isaías.

El capítulo 35 de Isaías contiene una serie de profecías muy hermosas. La más conocida se encuentra en los vv. 1-2. 

Isaías 35 afirma que el desierto florecerá. Esta es una profecía sobre el final de los tiempos. Empero, no es una profecía de juicio, sino de salvación. Las flores en el desierto simbolizan la renovación de todas las cosas, la victoria de la vida sobre la muerte y el gozo de la salvación. Esta profecía de salvación le da ánimo al creyente. Por eso, el profeta exhorta a quienes han perdido la esperanza en los vv. 3 y 4.

¿Cómo describe el profeta los actos salvíficos de Dios? En los vv. 5 y 6a el profeta afirma que Dios ha de hacer grandes prodigios y milagros en medio de su pueblo. El texto bíblico describe cómo Dios restaura a la humanidad. Al final de los tiempos, los ciegos verán, los sordos escucharán, los cojos saltarán y los mudos cantarán. Estas también son «flores en el desierto» que sugieren que nada hay imposible para Dios. Del mismo modo que el desierto puede florecer, la humanidad puede ser regenerada, en el nombre del Señor.

El profeta describe un terreno fértil por donde corren torrentes de aguas.(vv. 6b-7). ¡Hasta las partes más secas se convertirán en estanques! ¡Hasta las cuevas de los perros salvajes serán campos fértiles! Estas son imágenes de fertilidad, de gozo y de esperanza.

Ahora bien, la promesa de vida y salvación va de la mano con una demanda o condición: Dios exige que el ser humano viva en santidad (v. 8). 

La santidad es integridad. La persona que vive en santidad, actúa con integridad. Tiene una sola cara, una sola voz y una sola palabra; sus palabras y sus acciones son congruentes; y su conducta es consistente. 

Para el justo, el juicio de Dios trae alegría y esperanza. La persona justa no teme al juicio divino. Quien vive en comunión con Dios, vive confiado en el cuidado divino. Por el contrario, quien practica la injusticia vive en el miedo, en la ansiedad y en la desesperación. Teme al juicio divino, porque sabe que está actuando de manera indebida. Por eso ve el futuro con desconfianza y aprensión. 

El poema profético de Isaías concluye con palabras tan conmovedoras como hermosas (vv.9-10). Quienes creemos en Cristo Jesús, Señor nuestro, esperamos con ansias el día cuando desaparezcan los peligros del camino. Esperamos el día cuando las personas redimidas y liberadas por Dios puedan regresar al santuario.

Esta esperanza de vida y salvación nos lleva a proclamar que el futuro que Dios tiene deparado para la humanidad traerá grande bendición. Será un futuro de gozo, de paz y de alegría. Será un futuro de renovación y victoria. Sabemos que todo esto es cierto porque la iglesia ve flores en el desierto todos los días. Vemos personas que reciben sanidad, que superan vicios y que cambian sus vidas. Cada vez que una mujer escapa de una situación de violencia, que un hombre asume sus responsabilidades como padre, y que una familia se restaura, vemos flores en el desierto. 

¡Proclamemos con esperanza que el desierto florecerá, en el nombre del Señor, Amén!

Flores en el desierto
Isaías 35
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Mujer Virtuosa (Proverbios 31.10-31)

Mujer virtuosa es un manuscrito o bosquejo de un sermón listo para predicar, apropiado para el día de las madres, por el Dr. Pablo A. Jiménez.


Texto: Proverbios 31:10

Tema: La mujer que tiene fe en Dios llega a ser verdaderamente virtuosa.

Área: Desarrollo espiritual

Propósito: Invitar a la audiencia a pensar en las características de la mujer virtuosa.

Diseño: Sermón de ocasión especial

Lógica: Inductiva

Introducción

«Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas», así comienza una de las porciones más hermosas de las Sagradas Escrituras. Se encuentra al final del libro de los proverbios, en el capítulo 31, a partir del versículo 10 y hasta el 31. Es un poema en forma de acróstico, donde cada una de las líneas comienza con una palabra que sigue el orden del alfabeto hebreo

La pregunta retórica apunta a una gran verdad, la virtud no abunda en nuestros medios. La gente tiende a vivir «a tontas y a locas», sin ponderar las consecuencias de sus actos. La persona simple termina viviendo para comer y comiendo para vivir. Se levanta y se acuesta pensando sólo en las necesidades físicas de hoy, sin sopesar las consecuencias de su conducta para el mañana.

Por eso es importante buscar y valorar la virtud. 

Por eso el poeta bíblico afirma el valor de la mujer. 

Por eso firma que una mujer virtuosa vale más que las piedras preciosas. 

Las características de la mujer virtuosa 

El poema comienza afirmando a la mujer con una palabra que puede ser traducida de varias maneras: virtuosa, capaz y noble (v. 10).

Después de afirmar el valor de la mujer, la palabra divina procede a describir las características de una mujer virtuosa. La mujer descrita en esta porción se distingue por su piedad y por sus buenos sentimientos. Además, es una mujer casada, de cierta posición social y con habilidades para el comercio. 

El texto comienza destacando la hermosa relación que la mujer virtuosa tiene con su esposo. Es una relación de confianza y mutualidad, pues el esposo sabe que su esposa siempre hace el bien. El texto dice:

(11) El corazón de su marido confía en ella

y no carecerá de ganancias. 

(12) De ella recibe el bien y no el mal

todos los días de su vida. 

¡Cuán hermoso es tener una relación basada en la mutua confianza! ¡Cuán hermoso es saber que nuestra pareja sólo nos hará el bien!

El texto pasa a describir la industria de esta mujer. 

(13) Ella busca la lana y el lino,

y trabaja gustosamente con sus manos. 

(14) Es como la nave del mercader,

que trae su pan desde lejos. 

(15) Siendo aún de noche, se levanta

para dar la comida a su familia

y la ración a sus criadas.

(16) Considera la heredad y la compra,

y con sus propias manos planta una viña. 

(17) Se ciñe firmemente la cintura

y esfuerza sus brazos. 

(18) Ve que van bien sus negocios;

su lámpara no se apaga de noche. 

(19) Aplica sus manos a la rueca

y sus dedos manejan el huso. 

Y,

(21) No teme por su familia cuando nieva,

porque toda su familia va vestida de ropas abrigadas. 

(22) Ella se teje los tapices,

y de lino fino y de púrpura es su vestido. 

Además, 

(24) Teje telas y las vende,

y provee de cintas al mercader. 

Aquí debemos reconocer que esta mujer se aparta de la norma del mundo antiguo. La inmensa mayoría de las mujeres del pasado no tenían oportunidades de estudio o de trabajo. La industria y el comercio se veían como campos donde sólo los hombres podían transitar. 

Sin embargo, esta mujer tiene varios negocios: hace ropa, teje tapices y hasta compra y vende propiedades. Repito, esto no era común en el mundo antiguo. 

Lo interesante es que su interés comercial no empañó su corazón. Por el contrario, de acuerdo al v. 20, la mujer virtuosa «alarga su mano al pobre; extiende sus manos al menesteroso».

Los valores de la mujer virtuosa

En la próxima sección podemos ver que esta mujer goza de una posición social muy alta. El v. 23 dice: «Su marido es conocido en las puertas de la ciudad,cuando se sienta con los ancianos del país». Esta es una referencia a una práctica muy antigua, donde los hombres más prominentes de la ciudad–los líderes de los clanes familiares–se sentaban a la puerta de la ciudad para discutir el futuro de la ciudad y para juzgar los casos legales que el pueblo les presentaba. 

Esto es lo que vemos en el capítulo 4 del libro de Ruth, cuando Booz acude a la puerta de la ciudad donde un improvisado tribunal decide quién tiene derecho a casarse con la viuda moabita (4:1-12).

Por lo tanto, la mujer virtuosa de Proverbios 31 es la esposa de un hombre importante; equivalente a alcalde o un legislador. Esto presenta un gran peligro para quienes leemos, estudiamos y exponemos este pasaje bíblico. Corremos el peligro de pensar de pensar que sólo las mujeres casadas, adineradas y prominentes son verdaderamente virtuosas.

Y esto sería un grave error. El valor de esta mujer no depende de su dinero, de su posición social o del trabajo de su esposo. Lo que distingue a esta mujer es su fe en Dios y los valores que se derivan de su fe. Por eso, los vv. 25 al 27 destacan su fuerza, su honor, su confianza, su sabiduría, su clemencia y su dedicación. 

(25) Fuerza y honor son su vestidura,

y se ríe de lo por venir. 

(26) Abre su boca con sabiduría

y la ley de la clemencia está en su lengua. 

(27) Considera la marcha de su casa

y no come el pan de balde. 

Conclusión

El texto termina enfocando precisamente en la fe y en los valores que distinguen a este mujer. Su valor es tal que su propia familia la alaba diciendo: 

(28) Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada,

y su marido también la alaba: 

(29) «¡Muchas mujeres han hecho el bien,

pero tú las sobrepasas a todas!». 

Y el texto concluye con una advertencia que hoy, en nuestra cultura de la celebridad, cobra una importancia crucial: 

(30) Engañosa es la gracia y vana la hermosura,

pero la mujer que teme a Jehová, esa será alabada. 

(31) ¡Ofrecedle del fruto de sus manos,

y que en las puertas de la ciudad la alaben sus hechos! 

En resumen, lo que hace a una mujer verdaderamente virtuosa es su fe en Dios. Y este mensaje es una «buena noticia» para todas las mujeres en nuestro entorno:

  • Las casadas y las solteras;
  • Las viudas y las divorciadas;
  • Las madres y las que nunca han tenido hijos o hijas;
  • Las que gozan de posición social y las de condición humilde;
  • Las que tienen títulos universitarios y las que no tuvieron oportunidades de estudio;
  • Las que tienen negocios y las que son amas de casa;
  • Las jóvenes y las ancianas.

El mensaje para todas ustedes es el mismo: «La mujer que honra al señor es digna de alabanza» (Prov. 31:30 DHH).

Mujer virtuosa 
Proverbios 31
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El desafío de la Mujer Cananea (Mateo 15.21-28)

Un bosquejo listo para predicar sobre el desafío que la mujer cananea le planteó a Jesús, de acuerdo a Mateo 15.21-28, por Pablo A. Jiménez.

El final del Evangelio según San Mateo–conocido como «La Gran Comisión» (28:16-20)–presenta un entendimiento amplio de la misión cristiana. Este pasaje llama a hacer discípulos en todas las naciones (v. 19). Por lo tanto, afirma que el Evangelio está abierto tanto a las personas judías como a las que no lo son.

Visite nuestro canal de YouTube, www.drpablojimenez.tv

Sin embargo, otras partes de Mateo presentan un concepto distinto de la misión. En el Sermón misionero de Jesús, que aparece en el capítulo 10, encontramos un texto que apoya una visión limitada de la tarea de la iglesia: «A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones diciendo: Por camino de gentiles, no vayáis, y en ciudad de gentiles, no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mateo 10:5-6).

Esta discrepancia en la teología de Mateo conduce a una pregunta: ¿Por qué ocurre este cambio en la visión misionera? ¿Qué suceso provoca esta transformación?

La pista para resolver este enigma se encuentra en el relato de La fe de la Mujer Cananea que aparece en Mateo 15:21-28. Este pasaje marca el momento en el cuál Jesús adopta una posición abierta y universalista de la misión cristiana. En este sentido, el relato de la Cananea es uno de los pasajes centrales del Primer Evangelio. Pasemos, pues, a considerar algunos aspectos importantes de este relato y a explorar su mensaje para la iglesia de hoy.

Jesús y la Mujer Cananea

Según Mateo, este es el único episodio del ministerio de Jesús que ocurre fuera de Israel. Jesús va a las regiones de Tiro y de Sidón (v. 21)–la periferia de la Tierra Santa–al sur del Líbano. Estas regiones colindan con el norte de Galilea, la patria de Jesús. Para el liderazgo religioso de Jerusalén, éstos eran territorios impuros donde la fe judía estaba contaminada con ideas paganas. El Nuevo Testamento recoge este prejuicio en versos como Juan 7:52, donde los principales sacerdotes y fariseos le recuerdan a Nicodemo que «de Galilea nunca se ha levantado profeta.»

Al llegar a territorio extranjero, una mujer le sale al paso (v. 22a) y le dice que su hija era atormentada por un demonio (v. 22b). Al acercarse a Jesús, esta mujer estaba cometiendo un acto impropio para la gente de su época. En el mundo antiguo–como en algunas culturas islámicas hoy–se le prohibía a la mujer hablar en público. Sólo las prostitutas abordaban a los hombres en la calle. Nuestro idioma recoge este prejuicio en frases tales como «mujer de la calle» o «mujer pública». La condición de esta mujer era aún más grave, ya que era extranjera. El texto la identifica como «cananea», es decir, fenicia o libanesa. Sin embargo, la mujer tenía algún conocimiento de la fe judía, ya que llama a Jesús «Hijo de David» (v. 22b). Esto no implica que la mujer se había convertido al judaísmo, sino que–dada la proximidad a Galilea–conocía la esperanza de la llegada del Mesías de Israel.

Jesús permanece callado ante el grito de la mujer (v. 23a). Esto contrasta con la actitud de los discípulos, quienes le piden a Jesús que la despida porque estaba haciendo un escándalo (v. 23b). El Maestro responde usando palabras muy duras: «No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (v. 24). Jesús afirma el concepto judío tradicional de la misión: Su ministerio está limitado al pueblo de Israel (vea Mt. 10:6).

Sin embargo, la mujer cananea continúa gritando: «¡Señor, socórreme!» (v. 25). El entendimiento tradicional de la misión no es suficiente para ella, pues no puede transformar su situación dolorosa. Una vez más, Jesús reitera su posición usando palabras sumamente fuertes: «No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos» (v. 26). En el tiempo de Jesús la palabra «perro» era un término común para expresar desprecio o injuriar a otra persona. En particular, los judíos llamaban «perros» a los samaritanos y a los extranjeros.

Sorpresivamente, la mujer desafía a Jesús con una frase maravillosa: «Sí, Señor; pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos» (v. 27). Las «migajas» eran los pedazos de pan sin levadura usados por los comensales para meter la mano en el plato, recoger la comida y llevársela a la boca. Cuando se mojaba, se echaba al piso y se cortaba otro pedazo. También se usaban pedazos de pan para limpiarse las manos después de comer. En otras palabra, las «migajas» sustituían a los cubiertos y las servilletas de hoy.

La Cananea no desea desbancar al pueblo judío ni desafiar su posición en el plan divino. Ella sólo aspira a «comer las sobras». Sólo aspira a alcanzar un poco de la misericordia que los «escogidos» han rechazado.

Ante la contundente frase de la mujer cananea, Jesús contesta su petición. Después de alabarla por su fe, el Maestro la despide afirmando que la joven endemoniada había sido liberada de las fuerzas del mal (v. 28).

Un nuevo concepto de la misión

Al principio, Jesús afirma que su ministerio está limitado al pueblo de Israel. Sin embargo, la mujer cananea desafía el concepto limitado de la misión y Jesús adopta una nueva política misionera. Ahora los extranjeros también pueden alcanzar salvación. A partir de este momento, la misión cristiana queda abierta y la Iglesia está llamada a ir «a todas las naciones» (Mt. 28:19).

Este relato nos llama a evaluar nuestra práctica misionera. Los discípulos, convencidos de estar siguiendo la voluntad de Dios, rechazaron a una mujer atormentada por el mal. La rechazaron por su nacionalidad, por su condición social y por ser mujer. En vez de conducirla al Dios de la vida, la dejaron en garras de las fuerzas del mal. Mirándonos en este espejo, debemos preguntar, ¿quiénes son las «mujeres cananeas» hoy? ¿Cuál es nuestra actitud ante las personas que son distintas a nosotros? ¿Cómo podemos desarrollar ministerios para liberar a las personas marginadas?

El encuentro de Jesús y la mujer cananea nos llama a desarrollar una visión misionera abierta e inclusiva. Un trabajo misionero que libere a las personas oprimidas por el mal. Un enfoque misionero libre del sexismo, del racismo y de los prejuicios sociales que limitan el alcance de la iglesia. Una iglesia donde las «mujeres cananeas» de hoy encuentren salud, misericordia y salvación.

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Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu: Séptima palabra del Sermón de Las Siete Palabras

La séptima palabra es:  “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Habiendo dicho esto, expiró.” Lucas 23.46

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Después de haber cumplido su obra en el mundo, ¿qué le resta a Jesús? Sólo queda invocar al Padre para ser restaurado a la gloria que tuvo con él desde “antes que el mundo existiera” (Jn 17.5).

Jesús vuelve a llamar a Dios “Padre”, en forma íntima y personal. Probablemente usó la palabra aramea “abba” para referirse a Dios en esta ocasión. Esta es la misma palabra que aparece en Romanos 8.15 y Gálatas 4.6. Este vocablo se utilizaba sólo en la intimidad del hogar, ya que implica una íntima relación de amor y cariño sentido. En este sentido, es como si Jesús llamara a Dios “papi” o “papito”, como un bebé llama a su padre.

Jesús invoca al Dios “Padre” para volver a él, para entregarle su espíritu. De este modo, se cumple la profecía del Salmo 22.8: “Se encomendó a Jehová: líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía”.

Jesús se entrega a Dios para ser restaurado, para ser reivindicado ante los ojos de los pecadores que le habían llevado a la cruz. En una palabra, Jesús se entrega a Dios para ser levantado de entre los muertos por medio del poder del Espíritu Santo.

El Galileo no quedó colgado en la cruz. Fue sepultado el viernes en la tarde, pero no resucitó hasta el domingo—día del Señor—en la mañana.

El Hijo entrega su espíritu al Padre en esperanza. Con la esperanza de resucitar de entre los muertos a una vida incorruptible. Y con su resurrección, Jesús abre el camino para toda aquella persona que cree. Y con él la iglesia tiene la esperanza gloriosa de vida abundante y eterna con su Señor. Desde ahora, nadie tendrá que morir en desesperanza. 

Al leer este relato, una pregunta surge en mi mente. ¿Tendría yo la valentía necesaria para enfrentar la muerte con tanta valentía? ¿Tendría yo la fe necesaria para enfrentar la muerte con tanta paz? ¿Podría yo expirar confiado en quedar en las manos de Dios? ¿Podría yo? ¿Podría usted?

Conclusión

El viernes es el día de la muerte. Temprano en la tarde, el cuerpo de Jesús cuelga del madero. Ha expirado; ha muerto. Ha muerto: 

Por mis pecados,

Por tus pecados,

Y por los pecados de toda la humanidad.

En sus palabras finales ha resumido su obra salvífica. Jesús nos perdona, nos ofrece la gloria, nos da una nueva familia, afirma que ahora tenemos libre acceso a Dios, se identifica con nosotros y nos da esperanza de salvación. 

Ahora sólo me resta invitarle a aceptar la invitación que Jesús nos hace desde la cruz. Jesús te invita a dejar atrás la vida vieja, a aceptar su perdón y a caminar hacia el futuro con esperanza. Jesús te invita a imaginar un nuevo futuro, dirigido hacia la vida plena que se encuentra cuando se vive en comunión con Dios. Jesús te invita. Jesús te invita.

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