¡Jesús está en la barca! (Marcos 4.35-41)

Bosquejo de un sermón listo para predicar, basado en Marcos 4.35-41, donde Jesús de Nazaret calma las aguas del Mar de Galilea.

Texto: Marcos 4.35-41 RVC

Ese mismo día, al caer la noche, Jesús les dijo a sus discípulos: «Pasemos al otro lado.» 36 Despidió a la multitud, y partieron con él en la barca donde estaba. También otras barcas lo acompañaron. 37 Pero se levantó una gran tempestad con vientos, y de tal manera las olas azotaban la barca, que ésta estaba por inundarse. 38 Jesús estaba en la popa, y dormía sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» 39 Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma. 40 A sus discípulos les dijo: «¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?» 41 Ellos estaban muy asustados, y se decían unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta el viento y las aguas lo obedecen?»

Tema: Jesús nos llama a tener confiar en él, aún en medio de la tormenta.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Dar ánimo a la audiencia, llamándola a tener fe

Lógica: Inductiva

Diseño: Narrativo

Vídeo del sermón sobre Marcos 4.35-41

Audio – Prediquemos podcast

Introducción

Había sido un día muy productivo. Jesús de Nazaret, rodeado por sus discípulos, había pasado el día enseñando, por medio de parábolas, a la multitud (Marcos 4.1-34). Llegada la tarde, Jesús decide continuar su marcha, viajando al otro lado del mar de Galilea.

El mar de Galilea, o como se le conoce en hebreo, el «Kinneret», en realidad es un lago que se encuentra al norte del territorio nacional y que, aún hoy, divide a Israel de Siria. El lago tiene unas 33 millas o 53 km de circunferencia, 13 millas o 22 km de largo y 8 millas o 13 km de ancho. 

Por lo tanto, caminar no era una opción. Caminar alrededor del lago toma entre 3 a 4 días, mientras cruzarlo en un barco de vela sólo toma algunas horas.

Trama

Aunque caía la tarde, y en el mundo antiguo no había alumbrado eléctrico, Jesús decide cruzar el lago y le dice a sus discípulos «Pasemos al otro lado» (v. 35). Con toda seguridad, el clima debía estar en condiciones óptimas, porque de otra manera el grupo no se hubiera a aventurado a cruzar el lago a esa hora. De todos modos, para mayor seguridad, los discípulos salieron junto con otras barcas, de manera que si alguna tenía problemas las otras podrían socorrerla (v. 36). 

En los tiempos de Jesús, una barca promedio tenía unos 27 pies u 8 metros de largo, por 8 pies o 2.5 metros de ancho. Tenía una sola vela, cerca de la proa, es decir, de la parte del frente. La barca promedio acomodaba unas 12 personas. Esto quiere decir que la embarcación donde iban Jesús y sus discípulos probablemente estaba sobrecargada, pues en ella iban Jesús, sus discípulos y la tripulación. Vacía, el borde de la barca podía estar a unos 3 pies o 75 centímetros sobre el agua. Cargada, podía estar tan cerca como 1 pie o 31 centímetros de la superficie. 

De repente, como suele ocurrir en el mar de Galilea, sobrevino una tormenta (v. 37). ¿Por qué son tan comunes? Porque el mar de Galilea se encuentra en un hueco, rodeado de montañas. El nivel del agua está entre 705 pies o 215 metros a 686 pies o 209 metros debajo del nivel del mar. Por eso, en algunas ocasiones, el viento que viene del mar Mediterráneo comienza a dar vueltas sobre el lago, formando trombas marinas. Nótese que el texto bíblico solo menciona que la tormenta consistía de vientos fuertes; no menciona lluvia, ni truenos. Así que podemos concluir que la «tormenta» en realidad era una tromba marina, es decir, un tornado sobre las aguas del lago.

Punto culminante

La tormenta era tan fuerte que las olas echaban agua dentro de la barca, lo que podía hundirla (v. 37b). Aterrados, los discípulos despertaron a Jesús, quien se encontraba durmiendo sobre una almohada en la popa, es decir, en la parte de atrás de la barca (v. 38). 

Ahora bien, el problema no es que lo despertaron, sino cómo lo despertaron. En lugar de despertarlo para decirle que estuviera alerta ante el peligro que enfrentaban, lo despiertan con un reproche, con una acusación: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» (v. 38). El texto griego es aún más fuerte, porque dice: «¿No te importa que vamos a ser destruidos?».

Esa es la naturaleza humana. Cuando enfrentamos un problema, en lugar de buscar sus causas reales, le echamos la culpa a Dios. 

Para los discípulos,

El problema no era el clima.

El problema no era la topografía.

El problema no era el sobrepeso de la barca.

No. El problema es Dios; el problema es que no le importamos a Dios.

El v. 40 dice: «Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma.» Noten el verbo «reprender», que es el mismo vocablo que Marcos utiliza cuando Jesús reprende los espíritus inmundos. Por lo tanto, Jesús trata a la tormenta como si fuera un demonio, y la reprende, ordenándole que guardara silencio.

Desenlace

Como es de esperar, la tormenta terminó. Empero, la tormenta puso al descubierto el verdadero problema: Los discípulos de Jesús, a pesar de caminar con él cada día, escuchando sus enseñanzas y atestiguando sus milagros, no tenían fe: «A sus discípulos les dijo: “¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?”» (v. 41).

Tenían miedo porque olvidaron que Jesús estaba en la barca. 

Olvidaron que Dios está en control del mundo y de la historia.

Olvidaron que Dios tiene poder aun sobre las repentinas tormentas que puedan azotar nuestras vidas.

Olvidaron que Dios está presto a protegernos, respondiendo aún a nuestros reclamos más injustos.

«¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?»: Preguntó Jesús a sus discípulos ayer. Y Jesús nos plantea las mismas preguntas hoy. Sí, es cierto que el mundo está enfrentando una pandemia sin precedentes para las generaciones actuales; una emergencia de magnitudes no vistas desde el 1918. Empero, la vida está llena de momentos críticos. Cada uno de nosotros y cada una de nosotras ha enfrentado varias crisis en el pasado. Y, si sobrevivimos esta, enfrentaremos muchas más: «¿Por qué tenemos tanto miedo? ¿Cómo es que no tenemos fe?».

La respuesta comunica la buena noticia que tiene este pasaje bíblico para toda la humanidad: No debemos tener miedo porque:

Aún en medio de la tormenta, ¡Jesús está en la barca!

Aún en medio de la crisis, ¡Jesús está en la barca!

Aún en medio del «valle de la sombra y de la muerte» (cf. Salmo 23.4), ¡Jesús está en la barca!

¡Jesús está en mi barca!

¡Jesús está en tu barca!

!Jesús está en nuestra barca!

Tengamos valor,

Tengamos fe,

Y tengamos paz. 

Sermón sobre Marcos 4.35-41
Marcos 4.35-41
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Será como un sueño (Salmo 126)

Audio, vídeo y bosquejo de un sermón listo para predicar basado en el Salmo 126, escrito y predicado por el Dr. Pablo A. Jiménez.

Salmo 126 – Vídeo

Bosquejo listo para predicar – Salmo 126

Texto: Salmo 126

Tema: Dios, quien nos ha librado de problemas en el pasado, nos librará de problemas futuros.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Dar aliento y esperanza a la audiencia

Diseño: Expositivo

Lógica: Inductiva

Introducción

Aunque yo no me crié en la Iglesia, cuando yo estaba en la escuela me regalaron un Nuevo Testamento de los Gedeones Internacionales, que incluía el libro de los Salmos. Aparte del Salmo 23, otro salmo llamó mi atención. Se trata del Salmo 126, cuyo primer versículo lee de la siguiente manera en la versión Reina-Valera Revisión del 1960 (RVR 1960): «Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sión, Seremos como los que sueñan». 

El Salmo me parecía triste y nostálgico, a la vez que contenía una nota de esperanza y de alegría. Hoy, muchos años después, me acerco a este salmo tan amado para explorar su mensaje.

Cuando el Señor

El Salmo 126 es un desafío para las personas dedicadas a la traducción de las Sagradas Escrituras. En hebreo, los tiempos verbales son fluidos, razón por la cual en ocasiones es difícil determinar si un verbo debe ser traducido en pasado, presente o futuro.

En este caso, la inmensa mayoría de las traducciones bíblicas traducen el v. 1 en pasado; describiendo la liberación que Dios ya había hecho. Sin embargo, la traducción bíblica usada comúnmente en español, la Reina-Valera Revisión del 1960 (RVR 1960), coloca este versículo en futuro. 

  • La RVR 1960 dice: «Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sión, Seremos como los que sueñan». 
  • La RVR 1995 lee de la siguiente manera: «Cuando Jehová hizo volver de la cautividad a Sión, fuimos como los que sueñan». 
  • La Traducción en Lenguaje Actual (TLA) es mucho más clara cuando dice: «Cuando Dios nos hizo volver de Babilonia a Jerusalén, creíamos que estábamos soñando».

En todo caso, el Salmo 126 contrasta dos experiencias, contraponiendo los sentimientos que cada una de esas experiencias provoca en el ser humano. Por un lado, el salmo retrata el gozo que trae la experiencia de liberación a la vida del creyente. Por otro lado, el salmo describe la tristeza que acarrean los momentos de crisis.

Podemos ver el gozo en los vv. 1 al 3, que dicen: 

(1) Cuando Jehová hizo volver de la cautividad a Sión, fuimos como los que sueñan. (2) Entonces nuestra boca se llenó de risa y nuestra lengua de alabanza. Entonces decían entre las naciones: «¡Grandes cosas ha hecho Jehová con estos!». (3) ¡Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros! ¡Estamos alegres! 

Este salmo describe la alegría de manera muy gráfica. Vean el lenguaje: se habla de sueños, de risas y de alabanzas. El texto pone de manifiesto la felicidad que se relaciona con la liberación divina.

Haz volver nuestra cautividad

Y no es para menos, el tiempo del exilio en Babilonia fue terrible para el Reino de Judá: su tierra fue conquistada, su pueblo arrasado, su templo destruido, sus líderes encarcelados y su ánimo aplastado. Muchos guerreros murieron, muchas mujeres fueron violadas y muchos niños fueron asesinados por los invasores extranjeros. Por eso, la restauración del pueblo de Judá al final del exilio marcó un punto alto en la historia del pueblo hebreo. Su liberación fue un motivo de gran gozo; un gozo tan grande como el experimentado al final de la esclavitud en Egipto y tan grande como el experimentado al final del holocausto nazi.

Sin embargo, esta sección que refleja tanto gozo desemboca en una segunda sección que trata el tema del sufrimiento. El texto dice en los vv. 4 al 6:

(4) ¡Haz volver nuestra cautividad, Jehová, como los arroyos del Neguev! (5) Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. (6) Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla, pero al volver vendrá con regocijo trayendo sus gavillas.

Al leer el v. 4 uno vuelve a cuestionar cómo debe traducirse el v. 1. Ya que el v. 4 le pide a Dios que libre de la cautividad al pueblo, quizás haga más sentido leer los vv. 1-3 como una promesa de liberación futura.

Sin embargo, podemos leer el v. 4 en otra clave. Sí, Dios nos ha liberado en el pasado, tal como afirman los vv. 1 al 3. Sin embargo, las bendiciones pasadas no cancelan los problemas futuros. El pueblo de Israel fue liberado muchas veces por Dios, pero siempre volvió a enfrentar problemas.

Y esa es la condición humana. Las bendiciones del pasado no cancelan los problemas futuros. Aun después de una gran bendición, ustedes y yo debemos continuar luchando por la vida. Jesús de Nazaret nos enseñó que cada día trae su propio problema, su propio mal (Mt. 6:34). Por lo tanto, las bendiciones recibidas ayer no impiden los problemas que traerá el mañana.

Lo que sí pueden hacer las bendiciones pasadas es darnos aliento y esperanza para enfrentar los problemas futuros. La experiencia de liberación nos enseña a mirar el futuro con esperanza. La persona creyente sabe bien que Dios, quien nos ha librado de problemas en el pasado, nos librará de problemas futuros. 

Imágenes de liberación

Con esta verdad teológica a la mano, exploremos las dos imágenes de liberación que nos propone la conclusión del Salmo 126.

En primer lugar, el pueblo que ora pide ser renovado tal como las lluvias del invierno renuevan los arroyos del Neguev. El texto se refiere a los riachuelos que recorren una parte del desierto de Sinaí llamada el Neguev. Durante el verano, los lechos de los arroyos están secos. Sin embargo, las lluvias del invierno los convierten en torrentes que traen vida a los animales y a la vegetación.

Segundo, el pueblo compara la vida de fe con un sembradío. Recuerda que las personas que trabajan en la agricultura sufren mucho durante el proceso de la siembra. Esto era aún más difícil en el mundo antiguo, donde se sembraba al voleo, lanzando puñados de semilla en los campos. El proceso era tan duro y difícil que el salmista describe al agricultor como uno que va «andando y llorando» mientras esparce la semilla. Sin embargo, el pueblo también conoce el regocijo que experimenta la persona que recoge el fruto de la cosecha.

Conclusión

En conclusión, el Salmo 126 nos enseña que la alegría de ayer nos capacita para seguir luchando por la vida hoy y para mirar el mañana con esperanza.

Con este mensaje a la mano,

Sigamos sembrando, 

Sigamos bendiciendo, 

Sigamos luchando por la vida.

Aunque ahora sembremos «llorando», sabemos que en el futuro cercano recogeremos fruto abundante, con gran alegría .

Aunque ahora podamos sufrir, sabemos que la bendición futura será abundante, trayéndonos tanta y tanta alegría, que nuestra vida será como un sueño. 

Salmo 126
Salmo 126
Vea otros sermones del Dr. Jiménez

Hasta que Dios cumpla su promesa

Un sermón sobre Hechos 1.4-5, enfocando en el impacto del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia:

“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.”

Medios

Texto

Una meditación sobre el primer capítulo del libro de Los Hechos de los Apóstoles, enfocando en la promesa del bautismo en el Espíritu Santo.

Por medio del Espíritu Santo, Dios le da a la Iglesia:

1. Experiencia extraordinaria

2. Capacitación extraordinaria

3. Comunidad extraordinaria

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Escuche a Cecilio Arrastía predicando «El día del Mesías»

Nacido en Guanajay, Cuba el 19 de Junio de 1922, Arrastía llegó a ser reconocido como el mejor predicador evangélico de su generación en el mundo de habla hispana. Abrazó el mensaje evangélico en su temprana juventud, haciéndose miembro de la Iglesia Presbiteriana.

Después de pastorear en Cuba, obtuvo una Maestría en Teología del Seminario Teológico McCormick en Chicago, IL y un Doctorado de Princeton Theological Seminary. Predicó en toda América Latina, ocupó varios puestos de envergadura tanto en su denominación como en movimiento ecuménico. Además, fue profesor de homilética en el Seminario de Matanzas, Cuba, y en el Seminario Evangélico de Puerto Rico. Cecilio partió a morar con el Señor el 24 de diciembre de 1995.

Arrastía escribió varios libros, entre los cuales se destacan Jesucristo: El Señor del pánico, Teoría y práctica de la predicación, Tentación y misión y A pesar de todo…Dios sigue siendo amor.

Arrastia: Teoría & Práctica de la Predicación
Arrastia: Teoría & Práctica de la Predicación

La memoria herida por la angustia (Salmo 77)

La memoria herida por la angustia contiene el audio, el video y el manuscrito listo para predicar de un sermón sobre el Salmo 77.

Media

Texto

El dolor es una experiencia común a toda la humanidad. Todos los seres humanos experimentamos dolor, tanto al nivel físico como al nivel emocional.

El idioma español tiene una palabra que se refiere, específicamente, al dolor emocional. Esta palabra es sinónimo de la aflicción, la congoja y la ansiedad. Se define como un temor opresivo que, en muchas ocasiones, no tiene una causa precisa. Es la sensación de estar en un aprieto, en un apuro. Y ese dolor emocional es tan intenso que puede provocar síntomas físicos, tales como la sofocación y la sensación de opresión en el pecho o en el estómago. Ese tipo de dolor emocional tiene un nombre: angustia.

La Biblia contiene varios textos que describen la angustia que puede sentir un ser humano. Sin embargo, hoy deseo compartir con ustedes un ejemplo en particular. Se trata del Salmo 77.

El Salmo 77 es un Salmo de Lamentación. Comienza con un lamento profundo, donde el poeta expresa toda una serie de dudas sobre su vida y sobre su relación con Dios. Estas dudas le atormentan. La tensión y la angustia del salmista son tan grandes que le han quitado el sueño (v. 4); ha permanecido despierto clamando a Dios y tratando de encontrarle una explicación a su problema (vv. 1-3).

Los versículos 5 al 9 nos permiten ver el terrible estado de angustia del salmista. Después de haber examinado su pasado (v. 5) y de cantar y orar al Señor (v. 6), la duda permanece: ¿Volverá el Señor a tratarnos con bondad? ¿Se han terminado su amor y su misericordia? ¿Acaso el Señor ya no es un Dios bueno?

En distintos momentos de la vida, todos dudamos del amor y la misericordia divina. Se hace difícil mantenerse firme en momentos de prueba. A veces nos entristecemos pensando que el Señor no escucha nuestra oración y que ha faltado a sus promesas. Oramos y no escuchamos respuesta a nuestras plegarias. Aún hay momentos cuando peleamos con Dios, reclamándole que cumpla las promesas que nos ha hecho. ¿Qué podemos hacer en momentos como esos?

El versículo 10 marca un cambio de dirección en el poema sagrado. Y esto no debe sorprendernos, porque cuando uno exterioriza sus dudas puede cambiar su perspectiva de la vida; cuando uno da voz a sus temores, uno puede encontrar nuevas formas de ver sus problemas. Hablar con una persona que puede ofrecer un consejo sabio nos permite asimilar las experiencias pasadas. Por eso, después de expresar sus temores en los primeros nueve versículos del texto, el salmista recapacita y dice: «Enfermedad mía es ésta; traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo.»

Este versículo recoge el momento cuando el salmista encuentra la clave para salir de la angustia que le aquejaba. «Enfermedad mía es esta»: Dios no le había fallado al salmista. En realidad, el salmista era víctima de sus propias dudas y de su propia desesperación. En realidad, el salmista tenía «la memoria herida».

Los seres humanos tenemos tres tipos de memoria. La memoria sensorial se refiere a la experiencia de revivir una sensación física pasada. La mente «archiva» la sensación y, ante el estímulo adecuado, usted vuelve a experimentarla. Pero esto sólo dura un segundo. La memoria a corto plazo es la conciencia de los eventos y las sensaciones experimentadas en las últimas horas. Y la memoria a largo plazo es el recuerdo de eventos y sensaciones del pasado. Empero, nunca recordamos el ayer de manera perfecta. En realidad, lo que recordamos es nuestra interpretación del ayer.

Cuando recordamos los eventos pasados, los traemos de la memoria larga a la corta; del lugar dónde están «archivados» hoy. Y esos recuerdos del ayer vienen acompañados por sensaciones físicas. Usted no sólo recuerda ideas o palabras, sino que también recuerda golpes, olores y temperaturas.

Por eso, cuando uno recuerda eventos dolorosos del ayer, bien puede experimentar dolor hoy. Y ese dolor es real. Cuando usted recuerda el grito, la amenaza o el golpe recibido, usted vuelve a experimentar miedo, aprehensión y dolor.

¿Por qué el salmista siente que Dios lo ha desechado? Porque tiene la memoria herida. Porque sólo puede recordar el dolor de ayer. Y porque ese recuerdo le provoca angustia hoy, aquí y ahora.

El poeta comprende que para sanar su memoria herida debe aprender una nueva manera de recordar. En lugar de evocar el dolor de ayer, debe recordar de los actos portentosos que, a través de los años, Dios ha hecho en su vida (vv. 10-12).

Así la oración del salmista es contestada. El Poeta que comenzó dudando del amor de Dios, termina afirmando la existencia de Dios (v. 13). Una vez mas, el salmista ha recibido una nueva orientación en su vida, pasando del lamento a la alabanza.

El Salmo 77 nos enseña que no tenemos que andar en angustias, sufriendo porque tenemos la memoria herida. Dios desea sanar nuestros recuerdos. Dios desea librarnos de la angustia. Dios desea que pasemos del lamento a la alabanza.

Salmo 77
La memoria herida (Salmo 77)
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Si rasgaras los cielos: Un sermón sobre Isaías 64

Si rasgaras los cielos: Un sermón para Adviento, sobre Isaías 64.

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Vídeo

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Isaías 64.1-2
Isaías 64.1-2

Construir la paz, un bosquejo sobre Efesios 2.11-22

Un bosquejo de sermón listo para predicar titulado Construir la paz, basado en Efesios 2.11-22, por el Dr. Pablo A. Jiménez

Texto: Efesios 2.11-22

Tema: Por medio del sacrificio de Jesucristo, Dios le ha dado a la iglesia el don de la paz.

Área: Desafío profético

Propósito: Sentar las bases para un llamado a la reconciliación.

Lógica: Inductiva

Clasificación: Temático

Introducción

  • El mundo del Nuevo Testamento era un mundo multicultural
  • Ese mundo amenazaba la supervivencia del pueblo judío.

La discordia del Evangelio

  1. El movimiento de Jesús, nacido dentro del seno del judaísmo, fue motivo de discordia y división.
  2. Aún dentro del mismo movimiento cristiano, surgieron dos actitudes contradictorias ante el multiculturalismo.
  3. Algunos afirmaban que todas aquellas personas que aceptaban el Evangelio debían convertirse al judaísmo.
  4. Otros, ejemplificados en la persona del Apóstol Pablo, afirmaban que no era necesario convertirse al judaísmo para ser cristiano.
  5. Esta disputa dividió a la iglesia, como vemos en los Hechos de los Apóstoles 15, en Gálatas 1 y 2, y en Filipenses 3.

El don de la paz

  1. Contra esas divisiones, la epístola a los Efesios afirma la obra reconciliadora de Jesucristo.
  2. Afirma que en Cristo ha derribado la “pared” que dividía a judíos y cristianos.
  3. Afirma que Dios sólo tiene un pueblo, al cual pertenecen los que históricamente habían sido herederos de la promesa y los que antes estaban excluidos.
  4. En resumen, Efesios nos enseña que la paz es un don que Dios le ha dado a la humanidad por medio de la obra de Cristo.
  5. La pregunta que se impone es, si Dios nos ha regalado el don de la paz, ¿por qué la iglesia está tan dividida? La única respuesta posible es que nuestro pecado ha impedido la construcción de la paz.

Conclusión

  • Nos toca a nosotros, pues, construir la paz.
  • Siguiendo la forma como el Apóstol Pablo utilizó “el indicativo y el imperativo”, podemos decir lo siguiente: Si Dios nos ha regalado la paz, vivamos en paz.
  • Más adelante discutiremos en detalle algunas estrategias para construir la paz, pero el primer paso lo debemos dar hoy.
  • El primer paso es confesar nuestros pecados, pidiendo perdón a aquellas personas que hemos ofendido con nuestras actitudes, hostiles y divisorias. Pidamos perdón, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. ¡Amén!
Efesios 2.14-15
Efesios 2.14-15
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¿A dónde me iré de tu Espíritu? Un bosquejo sobre el Salmo 139

Un bosquejo homilético listo para predicar para un sermón sobre el Salmo 139, escrito y predicado por el Dr. Pablo A. Jiménez.

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Texto: Salmo 139:1-12

Tema: Los seres humanos no podemos escapar de la presencia del Dios que nos ama.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Recalcar la grandeza del amor y de la misericordia de Dios

Diseño: Inductivo

Lógica: Inductiva

Introducción 

El acompañamiento pastoral a personas en crisis es uno de los aspectos más difíciles del ministerio cristiano. Aunque es un honor ayudar a la gente en sus momentos de dolor, uno se identifica con el sufrimiento y el dolor que están pasando. Lo peor es que en ocasiones uno se siente impotente ante el sufrimiento de los demás.

Puntos a Desarrollar

A. La gente en crisis 

  1. Las personas en crisis comparten una serie de características y experiencias. Pasemos a enumerar algunas de estas características.
  2. La negación: Es común que nieguen la realidad, rehusándose a aceptar lo que está ocurriendo.
  3. La culpa: Tienen sentimientos de culpa, pensando que sus crisis son producto de su conducta o de su inacción. En algunas ocasiones. Tienen toda la razón, porque sus acciones pasadas en verdad han causado sus problemas actuales.
  4. La soledad: Quienes sufren piensan que todo el mundo les ha abandonado.
  5. El deseo de escapar: Las personas desean “salir corriendo”; desean huir de la realidad.

B. El silencio de Dios 

  1. Cuando usted está en crisis, su dolor no le deja discernir la presencia de Dios en su vida. Por eso, usted siente tanta soledad.
  2. Como parte de la crisis, cada persona tiende a negociar con Dios, ofreciendo votos y haciendo promesas que intentan mover la voluntad de Dios.
  3. Pero esas promesas y votos no funcionan. Por el contrario, nos distraen y nos impiden escuchar la voz divina.
  4. Olvidamos que Dios no busca ni necesita nuestros sacrificios. Por el contrario, Dios es quien envió a Jesucristo, su hijo, para sacrificarse por la salvación de la humanidad.
  5. La persona que se enfrenta al “silencio de Dios” se hunde en su crisis y en su depresión.

C. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? 

  1. El salmista que entona el Salmo 139 es una persona en crisis. Es una persona que ha intentado escapar de la realidad y de su dolor.
  2. Sin embargo, cuando se detiene a meditar—dejando por un momento su conmiseración y su activismo—puede discernir la presencia de Dios en su vida (vv. 1-6).
  3. La comprensión del conocimiento de Dios le lleva a reconocer el alcance de la presencia divina. Comprende que la presencia de Dios le rodea; que no puede escapar de la presencia de Dios (vv. 7-12).
  4. Dado que Dios nos ama, permítanme indicarle una idea que bien puede transformar su vida: Los seres humanos no podemos escapar la presencia del Dios que nos ama; no podemos escapar del amor de Dios. 
  5. No hay acción humana que pueda cancelar el amor de Dios por usted. No hay nada que usted puede hacer para cancelar el amor de Dios por usted.

Conclusión

“¿A dónde me iré de tu Espíritu?” pregunta el salmista. Esa es la pregunta que usted y yo también debemos hacer en esta hora: ¿A dónde ir para escapar de la presencia divina? ¿Dónde escondernos del amor de Dios? ¿Dónde?

La respuesta es sencilla. Usted nunca podrá escapar la presencia del Dios que le ama. No hay nada que usted pueda hacer para cancelar el amor de Dios por usted.

Reconocer la presencia y el amor de Dios es el primer paso para salir de la crisis en la que usted se encuentra. Responda hoy, con amor, al amor de Dios.

Un sermón sobre el Salmo 139.7
Salmo 139.7
Vea otros audios, vídeos y bosquejos de sermones

Para hacer la diferencia: Un sermón sobre Filipenses 2.12-18

Los fracasos no definen nuestras vidas. Por eso, las personas de fe debemos tratar de vivir a la altura del llamado de Dios a nuestras vidas. Escuche este sermón sobre Filipenses 2, versículos del 12 al 18.

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Filipenses 2.12-13
Filipenses 2.12-13