Si rasgaras los cielos: Un sermón para Adviento, sobre Isaías 64.
Category: Sermones
Construir la paz, un bosquejo sobre Efesios 2.11-22
Un bosquejo de sermón listo para predicar titulado Construir la paz, basado en Efesios 2.11-22, por el Dr. Pablo A. Jiménez
Texto: Efesios 2.11-22
Tema: Por medio del sacrificio de Jesucristo, Dios le ha dado a la iglesia el don de la paz.
Área: Desafío profético
Propósito: Sentar las bases para un llamado a la reconciliación.
Lógica: Inductiva
Clasificación: Temático
Introducción
- El mundo del Nuevo Testamento era un mundo multicultural
- Ese mundo amenazaba la supervivencia del pueblo judío.
La discordia del Evangelio
- El movimiento de Jesús, nacido dentro del seno del judaísmo, fue motivo de discordia y división.
- Aún dentro del mismo movimiento cristiano, surgieron dos actitudes contradictorias ante el multiculturalismo.
- Algunos afirmaban que todas aquellas personas que aceptaban el Evangelio debían convertirse al judaísmo.
- Otros, ejemplificados en la persona del Apóstol Pablo, afirmaban que no era necesario convertirse al judaísmo para ser cristiano.
- Esta disputa dividió a la iglesia, como vemos en los Hechos de los Apóstoles 15, en Gálatas 1 y 2, y en Filipenses 3.
El don de la paz
- Contra esas divisiones, la epístola a los Efesios afirma la obra reconciliadora de Jesucristo.
- Afirma que en Cristo ha derribado la “pared” que dividía a judíos y cristianos.
- Afirma que Dios sólo tiene un pueblo, al cual pertenecen los que históricamente habían sido herederos de la promesa y los que antes estaban excluidos.
- En resumen, Efesios nos enseña que la paz es un don que Dios le ha dado a la humanidad por medio de la obra de Cristo.
- La pregunta que se impone es, si Dios nos ha regalado el don de la paz, ¿por qué la iglesia está tan dividida? La única respuesta posible es que nuestro pecado ha impedido la construcción de la paz.
Conclusión
- Nos toca a nosotros, pues, construir la paz.
- Siguiendo la forma como el Apóstol Pablo utilizó “el indicativo y el imperativo”, podemos decir lo siguiente: Si Dios nos ha regalado la paz, vivamos en paz.
- Más adelante discutiremos en detalle algunas estrategias para construir la paz, pero el primer paso lo debemos dar hoy.
- El primer paso es confesar nuestros pecados, pidiendo perdón a aquellas personas que hemos ofendido con nuestras actitudes, hostiles y divisorias. Pidamos perdón, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. ¡Amén!
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¿A dónde me iré de tu Espíritu? Un bosquejo sobre el Salmo 139
Un bosquejo homilético listo para predicar para un sermón sobre el Salmo 139, escrito y predicado por el Dr. Pablo A. Jiménez.
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Texto: Salmo 139:1-12
Tema: Los seres humanos no podemos escapar de la presencia del Dios que nos ama.
Área: Cuidado pastoral
Propósito: Recalcar la grandeza del amor y de la misericordia de Dios
Diseño: Inductivo
Lógica: Inductiva
Introducción
El acompañamiento pastoral a personas en crisis es uno de los aspectos más difíciles del ministerio cristiano. Aunque es un honor ayudar a la gente en sus momentos de dolor, uno se identifica con el sufrimiento y el dolor que están pasando. Lo peor es que en ocasiones uno se siente impotente ante el sufrimiento de los demás.
Puntos a Desarrollar
A. La gente en crisis
- Las personas en crisis comparten una serie de características y experiencias. Pasemos a enumerar algunas de estas características.
- La negación: Es común que nieguen la realidad, rehusándose a aceptar lo que está ocurriendo.
- La culpa: Tienen sentimientos de culpa, pensando que sus crisis son producto de su conducta o de su inacción. En algunas ocasiones. Tienen toda la razón, porque sus acciones pasadas en verdad han causado sus problemas actuales.
- La soledad: Quienes sufren piensan que todo el mundo les ha abandonado.
- El deseo de escapar: Las personas desean “salir corriendo”; desean huir de la realidad.
B. El silencio de Dios
- Cuando usted está en crisis, su dolor no le deja discernir la presencia de Dios en su vida. Por eso, usted siente tanta soledad.
- Como parte de la crisis, cada persona tiende a negociar con Dios, ofreciendo votos y haciendo promesas que intentan mover la voluntad de Dios.
- Pero esas promesas y votos no funcionan. Por el contrario, nos distraen y nos impiden escuchar la voz divina.
- Olvidamos que Dios no busca ni necesita nuestros sacrificios. Por el contrario, Dios es quien envió a Jesucristo, su hijo, para sacrificarse por la salvación de la humanidad.
- La persona que se enfrenta al “silencio de Dios” se hunde en su crisis y en su depresión.
C. ¿A dónde me iré de tu Espíritu?
- El salmista que entona el Salmo 139 es una persona en crisis. Es una persona que ha intentado escapar de la realidad y de su dolor.
- Sin embargo, cuando se detiene a meditar—dejando por un momento su conmiseración y su activismo—puede discernir la presencia de Dios en su vida (vv. 1-6).
- La comprensión del conocimiento de Dios le lleva a reconocer el alcance de la presencia divina. Comprende que la presencia de Dios le rodea; que no puede escapar de la presencia de Dios (vv. 7-12).
- Dado que Dios nos ama, permítanme indicarle una idea que bien puede transformar su vida: Los seres humanos no podemos escapar la presencia del Dios que nos ama; no podemos escapar del amor de Dios.
- No hay acción humana que pueda cancelar el amor de Dios por usted. No hay nada que usted puede hacer para cancelar el amor de Dios por usted.
Conclusión
“¿A dónde me iré de tu Espíritu?” pregunta el salmista. Esa es la pregunta que usted y yo también debemos hacer en esta hora: ¿A dónde ir para escapar de la presencia divina? ¿Dónde escondernos del amor de Dios? ¿Dónde?
La respuesta es sencilla. Usted nunca podrá escapar la presencia del Dios que le ama. No hay nada que usted pueda hacer para cancelar el amor de Dios por usted.
Reconocer la presencia y el amor de Dios es el primer paso para salir de la crisis en la que usted se encuentra. Responda hoy, con amor, al amor de Dios.
Vea otros audios, vídeos y bosquejos de sermones
Para hacer la diferencia: Un sermón sobre Filipenses 2.12-18
Cecilio Arrastía predica “El día del Mesías”
Escuche a Cecilio Arrastía predicando “El día del Mesías”, predicado en la Asamblea de la Obra Hispana de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en los Estados Unidos y Canadá, en el 1992.
Primera parte:
Segunda parte:
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A las madres trabajadoras
Un ensayo en honor a la madre trabajadora, en ocasión del día de las madres, escrito por el Dr. Pablo A. Jiménez.
Te levantas temprano en la mañana, habiendo dormido pocas horas, para atender a los tuyos y prepararte para salir a laborar.
Cocinas desayuno, almuerzo y a veces hasta la cena antes de las seis de la mañana. Preparas a tus chicos y a tus chicas para ir a la escuela. En ocasiones, hasta tienes que llevarlos tú misma.
Aún así, tu día apenas comienza. Tienes que llegar al trabajo, a veces en tu vehículo privado y otras en transporte público. Trabajas horas y horas, quizás haciendo labores que no te agradan, para mantener a tu familia. Enfrentas sexismo y hostigamiento de parte de hombres que te ven como presa fácil. Y, a veces, pasas el día sin comer.
Quizás tienes un esposo amoroso y trabajador, lo que aliviaría tu carga, pero no siempre es así. A veces tienes una pareja errática, que no abona a tu estabilidad emocional ni financiera. Puede que tu esposo sea un hombre cuya condición de salud no le permita trabajar. Sea por machista, por estar confinado, por estar ausente, por trabajar tiempo extra o, sencillamente, por pereza, tu pareja no coopera. Ve las tareas de la casa como responsabilidad exclusiva de la mujer.
Y no puedo olvidar que quizás nunca te casaste legalmente o, si lo estuviste, ahora estás divorciada. Eso hace tu carga aún mayor, principalmente cuando tu ex-pareja no cumple con sus responsabilidades financieras.
Sales del trabajo, pero tienes compras que hacer. Llegas a tu casa tarde en la tarde, a terminar de cocinar, a supervisar asignaciones y a hacer otras tareas del hogar. Y las tareas son interminables, tantas que no voy a enumerarlas aquí.
No puedo olvidar que también trabajas como voluntaria en tu comunidad, ya sea en la escuela local, en alguna institución social o en la Iglesia. No sé como haces tantas cosas a la vez, pero las haces. Las haces aunque te agotan y te obligan a acostarte muy tarde.
¿Cuánto duermes? Pocas horas. Mañana te levantarás temprano–aunque agotada–para volver a comenzar.
A ti, madre trabajadora, te deseo felicidad, justicia y paz en el Día de las Madres. Que Dios te bendiga hoy y siempre.
Vea otros vídeos, ensayos y sermones para el Día de las Madres.
Y serás bendición: Un sermón sobre Génesis 12.1-4
Y serás bendición es un sermón sobre el tema de la ley de la bendición, basado en el relato del llamamiento de Abram en Génesis 12:1-13.
Este sermón se basa en Génesis 12:1-3, donde Dios llama a Abram a dejar su tierra y le promete bendecirlo para que sea una bendición para toda la humanidad.
Introducción
Comienza indicando que las modas también influyen en la iglesia, tomando como ejemplo el término “bendición”. Algunas prácticas modernas han reducido su significado a una simple confesión verbal o a la prosperidad material.
Vea este sermón en nuestro canal de YouTube.
¿Qué es la bendición?
Bendecir significa hablar bien de alguien, pero en un sentido más profundo, es un acto profético en el que se pide a Dios que otorgue su gracia y vida a las personas. La bendición proviene de Dios, quien es la fuente de toda vida y bien.
La Promesa de Bendición
Dios llamó a Abram y le dió una promesa de bendición, diciéndole que lo usaría como un instrumento para formar un pueblo que viviera en comunión con Él. El propósito divino era bendecir a Abram para que, a su vez, su descendencia y toda la humanidad fueran bendecidas.
Bendición y Maldición
En el v. 3, Dios promete bendecir a quienes bendigan a su pueblo y maldecir a quienes lo maldigan. La maldición implica alejarse de Dios, quedando a merced del mal. La historia de David y Goliat ilustra cómo los enemigos de Dios no pueden prevalecer sobre sus bendecidos.
El propósito divino es que todas las naciones sean bendecidas a través del pueblo de Dios. En Gálatas 3:13-14, Pablo enseña que esta promesa se cumple en Cristo, quien redimió a la humanidad de la maldición y abrió el acceso a la bendición de Abraham para los gentiles.
Conclusión
Dios nos llama a ser canales de bendición para nuestras familias, comunidades y el mundo. El mandato dado a Abram también es nuestro: “Y serás bendición”.
Vea otros sermones sobre el Antiguo Testamento.
Dios del Pacto (Génesis 9)
Dios del pacto: Un sermón sobre el pacto entre Dios y la humanidad, basado en Génesis 9:8-17.
Vea otros sermones sobre el Antiguo Testamento.
En la plenitud del tiempo (Gálatas 4.4-5)
Un sermón para las temporadas de Adviento y Navidad, sobre Gálatas 4:4-5.
¡El Señor es Rey! (Salmo 145)
Audio, vídeo y bosquejo listo para predicar un sermón basado en el Salmo 145, en ocasión de las elecciones generales.
Vídeo – Salmo 145
Bosquejo listo para predicar – Salmo 145
Texto: Salmo 145
Tema: La Iglesia recuerda, afirma y proclama que Dios es su único y verdadero rey.
Área: Desafío profético
Propósito: Recalcar la soberanía de Dios.
Diseño: Expositivo
Lógica: Inductiva
Introducción
Te exaltaré, mi Dios, mi Rey;
por siempre y siempre bendeciré tu nombre.
Todos los días te bendeciré,
por siempre y siempre alabaré tu nombre.
Salmo 145.1-2
El Salmo 145 comienza alabando a Dios con pasión. El Salmista proclama, afirma y declara que Dios es Rey. Por eso, se compromete a alabar a Dios continuamente, bendiciendo y alabando su santo nombre.
Los atributos divinos
El salmista tiene muchas razones por las cuales alabar a Dios. En particular, el salmista alaba a Dios por sus atributos, es decir, por las cualidades y las propiedades de su ser.
El primer atributo que menciona el salmista es la grandeza de Dios. Esto lo encontramos en los vv. 3 al 7, que dicen de la siguiente manera:
Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza;
su grandeza es inescrutable.
Todas las generaciones celebrarán tus obras,
y darán a conocer tus grandes proezas.
Hablarán de tu gloria y majestad,
y yo proclamaré tus hechos maravillosos.
Reconocerán el poder de tus sublimes obras,
y yo daré a conocer tu grandeza.
Salmo 145.3-7
Los pueblos que han conocido a Dios celebran su grandeza, de generación en generación. ¿Por qué? Porque la gente recuerda cómo Dios ha intervenido tanto en su vida cotidiana, como en la historia de sus respectivas comunidades. Si hoy alabamos a Dios con gratitud, es porque recordamos las obras que hizo ayer en beneficio nuestro.
La próxima sección, que se encuentra en los vv. 8 al 13, celebra un trío de atributos divinos: Dios es clemente, misericordioso y bueno.
Divulgarán el recuerdo de tu inmensa bondad,
y a grandes voces dirán que tú eres justo.
El Señor es compasivo y lleno de ternura;
lento para la ira y grande en misericordia.
El Señor es bueno con todos,
y se compadece de toda su creación.
Señor, ¡que toda tu creación te alabe!
¡Que te bendiga todos tus fieles!
¡Que proclamen la gloria de tu reino!
¡Que den a conocer tu poder!
¡Que conozcan todos tus hechos poderosos
y la gloriosa majestad de tu reino!
Tu reino es un reino de todos los siglos;
tu dominio durará por todas las generaciones.
Salmo 145.8-13
El propósito del salmista es proclamar la gloria del reino de Dios, como dicen los vv. 11-13. El tema del Reino de Dios nos lleva necesariamente a pensar en Jesús de Nazaret, quien comenzó su ministerio afirmando que:
El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse, y crean en el evangelio!
Marcos 1.15
El Reino de Dios es la plena manifestación de la voluntad de Dios en el mundo; es la certeza de que nuestra historia, tanto personal como colectiva, está en las manos de Dios, quien nos dirige con amor.
Dios gobierna al mundo con justicia, con misericordia y con verdad, es decir, de acuerdo a los valores que surgen de su carácter.
- El Dios bueno nos dirige con bondad.
- El Dios justo nos dirige con justicia.
- El Dios amoroso nos dirige con misericordia.
La próxima sección, que se encuentra en los vv. 14 al 16, recalca que Dios actúa sobre la base de esos atributos que surgen de su carácter.
Tú, Señor, levantas a los que tropiezan,
y reanimas a los que están fatigados.
Todos fijan en ti su mirada,
y tú les das su comida a su tiempo.
Cuando abres tus manos,
colmas de bendiciones a todos los seres vivos.
Salmo 145.14-16
El salmista afirma que Dios sostiene a las personas que desfallecen y que levanta a las personas caídas. Esto explica por qué las personas que tienen fe buscan de Dios en momentos de crisis. Buscamos el rostro del Señor con amor porque tenemos la esperanza de que Dios ha de escuchar nuestros ruegos, nuestras súplicas y nuestras plegarias.
Ahora bien, debe quedar claro que Dios no actúa de manera arbitraria. Por el contrario, el salmista afirma que Dios actúa con justicia. Esto lo vemos en los vv. 17 al 20, que dicen:
Tú, Señor, eres justo en todo lo que haces,
y todo lo haces con misericordia.
Tú, Señor, estás cerca de quienes te invocan,
de quienes te invocan con sinceridad.
Tú respondes a las peticiones de quienes te honran;
escuchas su clamor, y los salvas.
Tú, Señor, proteges a los que te aman,
pero destruyes a los malvados.
Salmo 145.17-20
Los actos divinos
Ahora tenemos un cuadro mucho más claro. Sí, afirmamos que Dios interviene en nuestro favor, dándonos fuerzas para continuar y levantándonos cuando caemos. Empero, Dios siempre actúa con justicia.
Si nuestros reclamos son justos, podemos regocijarnos sabiendo que Dios intervendrá en favor nuestro. Pero si nuestros reclamos son injustos, de nada valdrán nuestras oraciones. Para decirlo con toda claridad, las oraciones de las personas de fe solo mueven a Dios a responder cuando pedimos lo bueno, lo amable y lo correcto.
- Dios no escucha oraciones vanas;
- Dios no atiende las palabras de odio;
- Dios no responde a reclamos injustos.
No importa cuanto podamos orar, ayunar u ofrendar, nuestra fe jamás podrá mover a Dios a actuar en contra de su santa y bendita voluntad.
El salmo termina con una declaración de alabanza que evoca los versículos iniciales del poema sagrado. El v. 21 dice de la siguiente manera:
Señor, mis labios proclamarán tu alabanza.
¡Que la humanidad entera bendiga tu santo nombre
desde ahora y hasta siempre!
Salmo 145.21
Conclusión
Las declaraciones teológicas del Salmo 145 cobran pertinencia particular cuando estamos cerca de una contienda eleccionaria. Ante las elecciones, la Iglesia recuerda, afirma y proclama que Dios es su único y verdadero rey.
- Nuestra esperanza está en Dios.
- Nuestro socorro viene de Dios.
- Nuestra obediencia es a Dios.
Y
- Es de Dios de quien esperamos el bien.
- Es de Dios de quien esperamos justicia.
- Es de Dios de quien esperamos la paz.
Cobremos ánimo sabiendo que, no importa el resultado de los comicios electorales, nuestro único y verdadero “rey” es el Dios que se ha revelado a la humanidad por medio de
- De la historia de Israel,
- De la obra de Jesucristo,
- Y de la historia de la Iglesia cristiana.
Al soberano Dios le decimos hoy: “Alabaré tu nombre eternamente y para siempre” (v. 1b, RVR 1960), en el nombre de Jesús, AMÉN.