Las bellas artes en la Iglesia

Un breve ensayo sobre el aporte de la iglesia, en sus diversas expresiones, a las bellas artes en la cultura puertorriqueña.


Las Iglesias evangélicas, protestantes y católicas hacen grandes aportes a la cultura, aportes que en muchas ocasiones pasan desapercibidos.

Todos los años, las Iglesias reparten alimentos, ropa, y donativos en efectivo a miles de familias en necesidad. Otras Iglesias aún ofrecen becas de estudio para personas jóvenes, tanto al nivel de escuela superior como al nivel universitario. Y no podemos olvidar el rol pacificador que tiene la presencia de nuestras Iglesias aún en las comunidades más violentas del país. La Iglesia está presente hasta en los barrios donde la Policía lo piensa dos veces antes de entrar.

Ahora bien, en esta ocasión deseo tomar otro camino, ofreciendo algunas perspectivas sobre los aportes de la Iglesia a nuestra cultura. En particular, deseo hablar sobre la contribución que hacen las Iglesias a la enseñanza de las bellas artes en Puerto Rico.

Es de todos sabido que el sistema educativo en Puerto Rico pasa por una grave crisis. Esa crisis tiene ribetes financieros, aunque en el fondo es un problema sistémico. Y una de las manifestaciones más claras de la crisis es la reducida oferta de cursos relacionados a las bellas artes en las escuelas públicas del país.

A la hora de recortar programas, los primeros cursos que se eliminan son aquellos relacionados al deporte y a las bellas artes. Esto se debe a que los sistemas educativos en la cultura occidental siguen una pirámide educativa, una jerarquía que privilegia los cursos relacionados a las ciencias y las matemáticas mientras menosprecia las bellas artes y los deportes.

Para decirlo con mayor claridad, la mayor parte de nuestras escuelas —tanto públicas como privadas— ofrecen muy pocas oportunidades para que nuestros estudiantes aprendan música, teatro, danza, dibujo y arte visual.

Debemos reconocer que las Iglesias han tratado de responder a este problema social ofreciendo, la mayor parte de las veces de forma gratuita, cursos y talleres en estas áreas. Es en la iglesia que mucha gente aprende a cantar, a tocar instrumentos musicales y a apreciar la música. Muchas Iglesias también ofrecen clases de arte, ayudando a la juventud a conocer el mundo del dibujo y la pintura. Del mismo modo, las Iglesias también tienen grupos de teatro donde nuestra juventud disfruta por primera vez de la oportunidad de actuar.

Y los aportes no terminan ahí. Nuestra cultura ha entrado al mundo digital y nuestras Iglesias no se están quedando atrás. Por eso, es en la Iglesia donde muchos jóvenes se enfrentan por primera vez a una consola de sonido. Del mismo modo, es en la Iglesia donde muchas personas jóvenes aprenden los rudimentos de la producción de vídeo y de la transmisión de vídeo por Internet.

Por eso, afirmo que las Iglesias puertorriqueñas están haciendo un aporte incalculable a la educación de la juventud puertorriqueña, subsanando algunas de las deficiencias que aquejan al sistema educativo del país.

Puedo decir con orgullo que la Iglesia local donde serví como pastor por 10 años ha sido un vivo ejemplo de lo que estoy argumentando. Por décadas, la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) [ICDC] en Espinosa ha fomentado la enseñanza de las bellas artes en sus diversos programas educativos para la niñez y la juventud. Éstas dimensiones estéticas enriquecen la vida de nuestro pueblo.

En particular, deseo destacar su Ministerio de Arte Dramático, el cual presenta dos o tres obras cada año. En ese ministerio participan personas de otras Iglesias locales de la comunidad, lo que permite que las obras teatrales sean representadas en otras comunidades aledañas. En este ministerio participan adolescentes, jóvenes, personas adultas y hasta personas de la tercera edad.

Muchas de las obras representadas por el Ministerio de Arte Dramático han sido escritas por personas que forman parte de la ICDC en Espinosa, congregación que ha producido toda una serie de poetas, muchos de los cuales han publicado parte de su obra.

La buena noticia es que la ICDC Espinosa no es la excepción, sino la regla. Cada Navidad y cada Semana Santa, centenares de Iglesias en Puerto Rico presentan dramas, cantatas y otras representaciones visuales del Evangelio. Proclaman el Evangelio no sólo por la palabra, sino también por medio del arte, de la música, de la danza, de la poesía y de la actuación.

Damos, pues, gracias a Dios por estos aportes culturales de la Iglesia Cristiana al país y a la sociedad.

Las Bellas Artes & la Iglesia
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Un país de crucificados

Un país de crucificados es un breve ensayo de teología pastoral enfocado en la situación social de Puerto Rico.

La violencia que arropa a Puerto Rico continúa rampante. Y no podemos esperar otra cosa. Vivimos en un país inmerso en una grave crisis de valores y no hay un plan ciudadano para lidiar con este problema. En una cultura donde mucha gente entiende que no hay nada inherentemente bueno o malo, es imposible hablar de valores de manera coherente.

Hace unos años una periodista le preguntó al entonces Superintendente de la Policía, José Figueroa Sancha, qué planeaba hacer para detener el crimen durante la Semana Santa. El funcionario contestó como pudo, diciendo que había suspendido las vacaciones de sus agentes y que iban a vigilar las playas. Sin embargo, lo que debió responder es que la Policía no puede detener el crimen. Si bien puede tomar algunas medidas preventivas, no puede evitar que una persona anide el deseo de hacer el mal.

Pensar que la Policía es quien debe educar al pueblo sobre lo correcto y lo incorrecto es un grave error. El rol de esa entidad es mantener el orden y tratar de atrapar a los criminales. No le toca a la Policía hablar de valores. La enseñanza de valores es parcela del hogar, la escuela, la iglesia y otras organizaciones ciudadanas. Y para esto necesitamos hacer alianzas ciudadanas y frentes amplios, dejando atrás las divisiones que nos impiden trabajar en armonía.

Y esto se hace imperioso porque vivimos en un país lleno de personas crucificadas.

  • La violencia de género ha alcanzado niveles exorbitantes. Las mujeres están llevando la peor parte, victimizadas hasta por sus propias parejas.
  • La violencia contra la niñez también nos sorprende, con asesinatos impunes y casos horribles de abuso sexual.
  • Y a esto añádale otros actos de violencia contra personas de la tercera edad, personas con necesidades especiales y personas homosexuales y transexuales. Lo que es más, hasta los criminales son víctimas de su propia maldad. Los muchachos dedicados al narcotráfico saben que su vida pende de un hilo y que difícilmente llegarán a los 30 años. Viven con la muerte comprada.

Jesús de Nazaret fue asesinado por un imperio opresivo, en una colonia romana, acusado de sedición y blasfemia. La muerte del Inocente por excelencia denuncia todas las muertes. Jesús murió para desenmascarar el pecado y evitar la muerte de otras personas inocentes. La cruz representa la muerte para evitar todas las muertes.

Jesús, pues, se identifica con todas las personas «crucificadas» de nuestra sociedad. En un país de crucificados, la cruz de Jesús es cada día más pertinente. Jesús está «con-crucificado» con las víctimas de la violencia de la sociedad puertorriqueña.

Ya es hora de que las Iglesias de todas las denominaciones tomemos en serio la enseñanza de valores, la educación para la paz y la denuncia del crimen. Tronamos en contra de los juegos de azar, pero callamos ante la violencia. Y nuestro silencio nos convierte en cómplices de la maldad.

Es hora, pues, de seguir el ejemplo de Jesús, en toda su radicalidad. Como dice Hebreos 13:13: «Vayamos, pues, con Jesús, fuera del campamento, y suframos la misma deshonra que él sufrió».

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Hebreos 13.13-14
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Panel sobre historia y teología de la ICDC

Vea este panel sobre la historia y la teología de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo), moderado por Jesús Rodríguez Cortés, con la participación de la Rev. Millie Cortés, el Dr. Lester McGrath & el Pastor Pablo A. Jiménez.

Panel ICDC
Panel ICDC

¿Qué es el Evangelio?

La Iglesia de Jesucristo tiene dos propósitos principales. El primero es adorar a Dios, honrándole en todas nuestras acciones y relaciones. La adoración nos conecta con Dios y nos permite colocar la vida en la perspectiva correcta. El ser humano que no adora, no cultiva su espiritualidad y, por lo tanto, no puede alcanzar una vida plena. Para poder ser verdaderamente humano, hay que buscar, sostener y desarrollar una relación con Dios.

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El segundo propósito de la Iglesia cristiana es predicar el mensaje del Evangelio de Jesucristo. Por eso, en el mundo de habla hispana las iglesias protestantes de conocen como “evangélicas”, ya que su actividad principal es proclamar el mensaje del Evangelio de Jesucristo.

Ahora bien, ¿qué es el Evangelio? ¿Qué quiere decir esta palabra tan importante para la iglesia? ¿Cuál debe ser la respuesta de la humanidad al Evangelio de Jesucristo?

El Evangelio es anuncio de la buena noticia que Dios desea transmitir al ser humano; la buena noticia de que Dios desea acercarse a la humanidad para salvarla del pecado y de sus consecuencias, para que pueda alcanzar la salvación.

El Evangelio es la buena noticia de que Dios se ha acercado a la humanidad por medio del ministerio de Jesús de Nazaret. La iglesia entiende que Dios se ha revelado en las acciones, las palabras y las enseñanzas de Jesús. También se ha revelado en su vida, tanto en su nacimiento como en su muerte. Jesús es, pues, el rostro humano de Dios, quien nos revela el carácter de Dios y quien nos llama a vivir en relación con Dios.

En Marcos 1:14-15 Jesús afirma que la buena noticia consiste en que el “reino de Dios” se ha acercado a la humanidad.

14 Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el Evangelio del reino de Dios, 15 diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el Evangelio.

El reino de Dios es el gobierno de Dios sobre el mundo. Este reino de Dios se opone a todos los reinos humanos, particularmente contra aquellos que explotan, matan y destruyen al pueblo.

Queda claro, pues, que el anuncio del Evangelio siempre llama al ser humano a tomar una decisión. Usted y yo tenemos que escoger a cual reino habremos de dar nuestra lealtad. Podemos darle nuestra libertad a los reinos de este mundo, que son gobernados por los seres humanos pecadores que se dejan llevar por su propios malos deseos. O, por el contrario, podemos depositar nuestra fe y confianza en el reino de Dios. El reino de Dios nos lleva a vivir de acuerdo a los valores divinos; nos invita a crecer en la fe imitando el carácter de Dios.

Cuando una persona comprende y acepta el mensaje del Evangelio de Jesucristo, comienza una relación con Dios. La persona que acepta a Jesucristo como Señor y salvador, pasa a formar parte del pueblo de Dios. Además, comienza a vivir en el poder del Espíritu Santo, el consejero enviado por Dios par acompañar pastoralmente a las personas que confiesan tener fe y confianza en la persona y la obra de Jesucristo.

Dios ya ha dado el primer paso en beneficio de la humanidad. Dios ya ha dado el primer paso para acercarse a usted, para bendecirle y para salvarle. Lo que resta es que usted se acerque a Dios.

Nos toca a nosotros, a usted y a mi, tomar una clara decisión de fe. Demuestre su fe y su confianza en Dios haciendo una oración que exprese su fe en Jesucristo. Repita esta oración de fe conmigo:

OREMOS: Dios bueno, te doy gracias por el mensaje del Evangelio, que has revelado por medio de Jesucristo. Yo me arrepiento de mis pecados y pido tu perdón. Yo confieso a Jesucristo como Señor y Salvador. Cúbreme con la sangre de Jesucristo. Sálvame del pecado y úsame para bendecir a los demás. En el nombre de Jesús. AMÉN.

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Teología e identidad puertorriqueña

Una conferencia titulada “Teología e identidad puertorriqueña: Hacia una teología de las puertorriqueñidades”, por el Dr. Pablo A. Jiménez.

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Las Cuatro Maneras de Entender las Escrituras en la Época Medieval

Las Cuatro Maneras de Entender las Escrituras en la Época Medieval

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En la época de la Edad Media, los intérpretes cristianos de la Biblia llegaron a clasificar la interpretación de la Escritura usando cuatro “sentidos” que el texto bíblico puede tener. Aun durante este tiempo se sabía que algunos textos se podían tomar de forma literal y otros no. El problema era cómo determinar qué textos se deben interpretar literalmente y qué textos no. Hoy en día, tenemos que realizar la misma labor interpretativa. Por ejemplo, si alguien dice “mi hermano tiene más vidas que un gato,” esas palabras se tienen que juzgar para ver lo que  se está diciendo. Es evidente que los gatos no tienen más que una vida, y por lo tanto no tendría ningún sentido pensar que la frase es una expresión literal de la realidad. Sin embargo, eso no quiere decir que lo que se está comunicando es una mentira. Si el hermano de la persona que está hablando ha sobrevivido a muchos incidentes que le pudieron costar la vida, entenderíamos que, aunque la frase no es cierta, la verdad que comunica sí es cierta. La clave no es sólo entender las palabras, sino el contexto y el significado de lo que se dice.

Ahora bien, en un sentido, los intérpretes medievales no estaban bien equipados para distinguir entre el sentido de las palabras en el contexto bíblico en contraste con el sentido de las palabras en su época. Para abordar el sentido normal de las palabras en la Biblia en sus términos originales, tenemos que saber cómo usaba la gente las palabras en los tiempos bíblicos. Tales significados eran las funciones de los mundos socio-culturales en los que los autores y el público de los textos bíblicos vivieron, y no siempre tenemos acceso claro a esas “estructuras profundas” detrás de la lengua.

Aunque los intérpretes medievales llegaron a hablar de cuatro posibles sentidos de las palabras de la Escritura, en realidad sólo se reducen a dos categorías—el sentido literal y el no literal. Ya sea que Ud. lea las palabras por lo que normalmente significan o Ud. las lee en algún otro sentido no literal. Así que uno de los cuatro sentidos de la Escritura es el literal, y los otros tres son formas no literales de leer la Biblia.

Los tres sentidos no literales o “espirituales” de leer las Escrituras son la 1) alegórica, 2) moral y 3) anagógica. El sentido alegórico ve una enseñanza o la verdad en el texto mediante la adopción de las palabras en algo distinto de su sentido normal. El sentido moral considera la formación ética acerca de cómo vivir, tomando las palabras en algo distinto de su sentido normal. El sentido anagógico o en el futuro ve a la enseñanza acerca de lo que está por venir, incluyendo el cielo o el más allá, mediante la adopción de las palabras en algo distinto de su sentido normal.

Para no desestimar este tipo de lecturas con demasiada rapidez, es importante reconocer que los autores del Nuevo Testamento interpretaron el Antiguo Testamento, en todas estas formas. Además, muchos maestros cristianos hoy en día utilizan este tipo de métodos sin darse cuenta, sobre todo maestros de la profecía. En Gálatas 4:21-31, Pablo hace una alegoría de la historia del Génesis de Agar y Sara. En 1ra de Corintios 9:9-10, Pablo interpreta moralmente el comando de Deuteronomio de no poner bozal al buey mientras que se pisa el grano, concluyendo que el verdadero significado de la orden tiene que ver con el apoyo material a los que hacen el trabajo del ministerio. Y Hebreos 4:8 sin duda le el Salmo 40 anagógicamente cuando toma el “descanso de Dios” para referirse a algo futuro en lugar de la entrada de Israel en Canaán.

La Reforma Protestante seriamente cuestiono el uso de la alegoría en la interpretación. La alegoría es cuando los elementos de un texto bíblico se hacen corresponder a verdades que no eran parte del significado original. El ejemplo clásico viene de la interpretación alegórica de San Agustín de la parábola del Buen Samaritano. El hombre que es asaltado es Adán, que es asaltado por el diablo y sus ángeles. El sacerdote y el levita son la Ley, que no pueden dar la salvación. Cristo es el Buen Samaritano y la posada es la iglesia. Obviamente, ninguno de estos significados era originalmente parte de Lucas 10.

En el 1500, Martín Lutero deseaba volver a las enseñanzas de la Biblia y podar los agregados de la Edad Media. Sin embargo, si la Escritura podía ser tomada alegóricamente, no había nada que pudiera detener a la Iglesia Católica Romana de afirmar que sus enseñanzas posteriores eran simplemente las interpretaciones adecuadas espirituales de la Biblia. Fue así como algo inevitable que el nuevo disco de “solo la Escritura” (Sola Scriptura) haría hincapié en la interpretación literal sobre interpretación “espiritual”.

Pero esta trayectoria introdujo un doble problema para los intérpretes protestantes. En primer lugar, existe el problema, como hemos visto, de que los textos del Nuevo Testamento en sí, a veces utilizan métodos alegóricos. El segundo problema es que los primeros siglos de la Iglesia son, posiblemente, el centro para el núcleo de la comprensión cristiana, ya que fue en los años 300 y 400s que nuestras creencias actuales acerca de la Trinidad y la divinidad de Cristo fueron determinadas muy en detalle. Uno podría argumentar que la interpretación “espiritual”, juego un papel importante en la formación de estas creencias cristianas básicas.

Para abordar el primer problema, los intérpretes protestantes desarrollaron una categoría llamada “tipología”, que ellos distinguen de la alegoría, a pesar de que esta distinción era desconocida para los antiguos. Tipología supuestamente se presentó cuando un autor del Nuevo Testamento tomo un pasaje del Antiguo Testamento en un sentido no literal, pero de una manera que se basaba en alguna verdad que era intrínseca al pasaje del Antiguo Testamento en sí mismo en sus propios términos. Así que cuando hebreos advierte a su audiencia a continuar en la fe hasta que Cristo regrese y lo contrasta con los israelitas que no entraron en el reposo de Dios en Canaán, la correspondencia es muy análoga.

El sentido moral o tropológico encuentra alguna instrucción ética mediante la adopción de algún pasaje en un sentido figurado. Cuando la interpretación en sentido no literal se divide de esta manera, la alegoría trata de aplicar más a la búsqueda de la enseñanza en un texto y el sentido moral tiene que ver con la búsqueda de la ética en un texto que no era ético en forma directa antes. Pablo encuentra así una ética de apoyar a los ministros en la instrucción que era, literalmente, de los bueyes.

Uno podría sugerir que la mayor parte de la enseñanza sobre la profecía dispensacional sobre el futuro, desde su surgimiento en la década de 1800 con John Darby hasta sus manifestaciones más recientes a través de personas como Tim LaHaye, es una variedad de interpretación anagógica o futurista. Pocos son los textos que estas escuelas de la profecía usan son realmente leídos en su contexto. Así que Marcos 13, que tan claramente se relaciona con la destrucción del templo en el año 70 se toma para profetizar un templo que aún no se ha reconstruido.

La aversión a la alegoría del protestantismo llevó a una distinción importante que debemos tener en cuenta en futuras conversaciones. A pesar de que sigue subsistiendo resistencia a la existencia de la alegoría en los textos bíblicos, es evidente que no todo en la Biblia es literal. Una parábola, por ejemplo, está destinada a ser interpretada simbólicamente por lo menos hasta cierto punto. Cuando Jesús dice que el reino de Dios “es como” algo que está utilizando un símbolo.

Por tanto, es mejor distinguir entre el “sentido simple” de la Biblia y espiritual, o un “sentido pleno” (sensus plenior) a un texto que distinguir entre lo literal y lo no literal. El simple sentido de un texto es su sentido original, ya sea que estaba destinado originalmente para ser tomado literalmente u originalmente para ser tomado como una metáfora, alegoría, etc.  La pregunta entonces es si es apropiado para nosotros alegorizar el texto de manera que no se pretendía originalmente.

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Esperanza
Esperanza

Resumen: Sobre la doctrina cristiana de San Agustín

Sobre la Doctrina Cristiana

Resumen del libro #3

Escrito por Agustín de Hipona

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En el Libro 2 Acerca de la Doctrina Cristiana, originado en el 397 D.C, Agustín expuso su entendimiento de cómo las palabras indican significado. Las palabras son “signos” que apuntan a significados. Ludwig Wittgenstein, un filósofo del siglo XX, llamó a esto la “teoría de la imagen” de la lengua. Se podría pensar de esto como un dibujo animado. Cuando leo una palabra, una imagen que es el significado de la palabra aparece en la burbuja por encima de mi cabeza.

Esto sólo funciona parte del tiempo. Wittgenstein señaló que el significado de muchas palabras y “señales” no puede ser representado. Por ejemplo, usted puede representar un gesto grosero, pero usted no puede imaginar su significado. Otros ejemplos que podría dar incluyen la palabra “es” o la palabra “justicia”. Personalmente no imagino una “búsqueda de una aguja en un pajar” y sin embargo, entender la frase perfectamente bien.

Wittgenstein más profundamente propone que el significado de las palabras no se encuentra en una definición representada, sino más bien en la forma en que las usamos en determinados contextos. En ciertos contextos o “formas de vida”, como él los llamaba, jugamos ciertos” juegos de lenguaje” con las palabras. Si grito “fuego” en una habitación llena de gente, usted sabe que lo que realmente he dicho es salir de la habitación lo más rápidamente posible si no quiere morir quemado. Si grito “fuego” como comandante de un grupo de hombres armados con rifles apuntando a un criminal con los ojos vendados, probablemente estoy diciendo que disparen a la persona para matarla. Más ejemplos podrían ser proporcionados.

Por cierto, es en el Libro 2 de Agustín titulado Acerca de la Doctrina Cristiana en el que él da lo que sin duda viene a convertirse en el consenso de los cristianos en ese momento acerca de los libros del Antiguo y Nuevo Testamento. El canon del Antiguo Testamento, como es llamado, incluye los libros llamados apócrifos que Martín Lutero más tarde retira del canon protestante. El canon del Nuevo Testamento corresponde a la lista de libros que apareció por primera vez sólo tres décadas antes en la carta 367 de Pascua de Atanasio.

El Libro 3 trata de la cuestión de la ambigüedad de las Escrituras y sobre todo cuando debemos leer la Biblia literalmente y cuándo debemos leer la Biblia en sentido figurado. Ambigüedad puede provenir de cuestiones de puntuación (cap. 2). Aquí hay que tener en cuenta que los textos de la época de San Agustín (y este fue el caso de los textos originales bíblicos también) en gran parte no hicieron uso de la puntuación para separar las palabras entre sí, y mucho menos una frase de otra (esto se llama “escritura continua, “o scriptio continua en latín). Toda la puntuación en nuestras Biblias es una cuestión de interpretación.

Agustín, por supuesto, enseña que las decisiones sobre puntuación deben guiarse por la “regla de la fe” cuando no se puede resolver un problema sobre la base del contexto. Para los cristianos de los primeros siglos, la regla de fe fue el significado de las creencias cristianas básicas, el núcleo de pensamiento cristiano, el “depósito” de la fe dejada por los primeros apóstoles. Para Agustín, fue esta teología cristiana de base que resolvió los problemas de ambigüedad. Podríamos decirlo de esta manera: en caso de duda, ir con una interpretación que resulta en un significado “ortodoxo”.

Este enfoque pone de manifiesto una cuestión crucial. Parece fuera de toda duda que el significado original que tenía un texto bíblico era una función de su contexto histórico y literario. Es decir, el sentido que un autor bíblico o una audiencia bíblica habrían entendido por las palabras de un texto bíblico era en función de cómo las palabras se estaban utilizando en ese momento en el tiempo y lugar y que ellos habrían entendido las palabras de un verso a la luz de las palabras que acababan de llegar antes.

Lo que vamos a encontrar varias veces en el Libro 3 de Acerca de la Doctrina Cristiana es que las decisiones de Agustín sobre el significado de un texto siguen el contexto a menos que el sentido dado sea contrario a la regla de fe. En ese caso, el se desplazará a un sentido figurado que se ajusta a la regla de fe y considera el significado que Dios intenta dar al texto. Él es en todo sentido único en este enfoque. Es fácil encontrar este enfoque en otros intérpretes de la época (por ejemplo, Filón el escritor judío del primer siglo), sin dejar de lado los autores del Nuevo Testamento.

Desde la Reforma protestante, ha habido renuencia en interpretar los textos bíblicos en sentido figurado a menos que fuera evidente que los autores bíblicos mismos estaban siendo figurativos en un principio. Por ejemplo, podemos interpretar la historia de Sara y Agar alegóricamente en Gálatas 4 porque esa es la manera en que Pablo toma la historia allí. Una alegoría es cuando alguien interpreta los personajes o varios elementos de una historia como representaciones de algo que no está relacionado con el sentido original.

Así que Sarah en la interpretación de Pablo se convierte en un símbolo de la Jerusalén celestial, mientras que Agar simboliza la Jerusalén terrenal. Esta interpretación no tiene nada que ver con la historia original de Sara y Agar, que era de dos mujeres que lucharon por sus hijos. La interpretación de Pablo es alegórica.

Puede decirse que los evangélicos del siglo XX han tendido a modificar el método de Agustín. Siga lo que parece ser el significado contextual más probable del texto bíblico, a menos que entre en conflicto con la regla de fe (es decir, las “ortodoxias” de la tradición evangélica y la comunidad de fe en particular, de los cuales uno es una parte). Si entran en conflicto, busque otras posibles formas de leer el texto en su contexto de manera que se ajusta a la regla de fe. De esta manera, la hermenéutica evangélica (el estudio de cómo interpretar los textos) ha evitado el tipo de interpretaciones en sentido no literal de interpretación anterior a la Reforma, mientras que todavía está tratando de leer los textos bíblicos en su contexto. Uno de los efectos de este resumen es que nos ayuden a luchar con estas preguntas de la hermenéutica.

Curiosamente, Agustín considera que algunas de las ambigüedades de puntuación son relativamente poco importantes. Si el contexto no está claro, si la regla de la fe no impone una interpretación particular, el lo deja en manos de la persona. Puntualice como más le guste si ni el contexto ni la regla de la fe le dan un sentido claro de cómo se puntúan.

Agustín va a discutir cómo resolver las ambigüedades de la pronunciación o de silabeo (ya que las palabras se llevaron a cabo en conjunto). Algunos pueden ser resueltos por la regla de la fe, en otros casos se puede consultar el griego original.

En el capítulo 5 de la Parte 2, Agustín entra en la cuestión más difícil de lo metafórico. El establece esta regla: “Debemos tener cuidado de tomar una expresión figurativa en sentido literal.” En retrospectiva, parece bastante obvio que Agustín a menudo borro lo que se pretendía en realidad sea literal en el texto bíblico con sus interpretaciones figurativas o figurativa de ellos. Por así decirlo, adopta una perspectiva de Dios-como para determinar qué fue lo figurativo y lo que era literal, en lugar de seguir las pistas de los textos literarios propios inductivamente.

Así que el sitúa la mayor parte de la ley judía en la categoría de figurativo, utilizando el ejemplo en capítulo 6 de oposición a las curaciones de Jesús en el Día de Reposo. Los líderes judíos toman el sentido figurativo del la ley del Día de Reposo literalmente. Tal vez él está en lo correcto acerca de la mente de Dios en este tema (el problema es siempre cómo podemos saber esto), pero él se equivoca en los propios textos. Nada de lo dispuesto en los textos del Antiguo Testamento llevarían a una persona a tomarlos en sentido figurado, e incluso el propio Jesús en Marcos 2 sólo reclama una excepción a la ley del Día del Reposo, no hace una alegoría de ella.

El problema, afirma San Agustín, es que la gente confunde el signo, la señal simbólica, por la cosa misma a la que apunta. Confunden el signo de la cosa significada. La cosa significada es espiritual, y debe ser nuestro enfoque. Jesús y los apóstoles han transmitido algunos ritos como por ejemplo el bautismo y la comunión. Agustín considera el significado espiritual de estos como obvios.

A continuación, el capítulo 10 se refiere a la situación opuesta, donde una persona toma una forma literal de la palabra como si fuera figurativo. Aquí Agustín establece: una regla fundamental: “Todo lo que hay en la palabra de Dios que no se puede, si se toma literalmente, referirse tanto a la pureza de la vida o la solidez de la doctrina, es posible establecerlo como figurativo.” Lo que usted debe tomar literalmente en las Escrituras, por lo tanto, es cualquier instrucción relacionada con el amor de Dios y al prójimo (la pureza de la vida), y usted debe tomar literalmente cualquier enseñanza relacionada con la fe católica (la solidez de la doctrina). En el lado negativo, tenemos que tomar literalmente, cualquier instrucción en las Escrituras que nos dice que debemos evitar la lujuria.

Así que cualquier enseñanza bíblica que parece atribuir una acción pecaminosa a Dios debe ser tomada en sentido figurado, al igual que cualquier enseñanza que atribuya santidad a la humanidad. Agustín también muestra cierta consideración a la importancia del contexto y la intención a la hora de evaluar la moralidad. Lo que es apropiado para un tiempo puede no serlo en otro, y la misma acción puede ser virtuosa o pecaminosa, dependiendo de la intención de la persona que lo hace. Ceguera a nuestro propio contexto también nos puede impedir ver los puntos donde nuestras propias costumbres están fuera de concordancia con el amor de Dios y al prójimo. Mientras tanto, otros pueden caer en una especie de relativismo, porque están conscientes de cómo la cultura afecta a lo que uno considera correcto e incorrecto.

Pero la regla de “hacer a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti” es universal. No puede ser alterada por las costumbres de nuestra gente. Así que aquí va la regla otra vez: “con cuidado revise en nuestra mente y medite sobre lo que leemos, hasta que se encuentre una interpretación que tiende a establecer el reino del amor. Ahora bien, si cuando se toma literalmente da un significado de este tipo, la expresión no debe ser considerada como figurativo “(cap. 15). O también: “Si la oración es una de mandato, ya sea prohibiendo un crimen o un vicio, o instruye de un acto de prudencia o de benevolencia, este no es figurativo. Si, sin embargo, parece instruir un crimen o un vicio, o prohibir una acto de prudencia o de la benevolencia, este es figurativo “(cap. 16).

Hoy desde nuestro punto de vista, podemos ver que Agustín desdibuja en conjunto la interpretación y apropiación. Si un texto es figurado o literal, en primera instancia, depende de si el autor uso las palabras en sus sentidos normales para la hora y el lugar cuando él o ella estaba escribiendo, no en si su contenido se adapta o no a nuestra teología. Sin embargo, nosotros, como cristianos, por el contrario, directamente tomamos decisiones en como apropiar textos por su relación con la ley o regla de amor o regla de, las cuales creemos que son, literalmente instruidas y ensenadas en varios lugares de la Escritura.

El simbolismo de algunos pasajes puede ser aclarado por los mismos símbolos en otros lugares. Así, un pasaje en el que el significado simbólico de un escudo no está claro puede ser aclarado por otro pasaje donde se encuentra. Tampoco es un problema si una persona da una interpretación de una escritura que se ajusta a una interpretación clara en otros lugares. Una vez más, Agustín aquí está leyendo textos teológicamente y no en términos de lo que significaban originalmente. El significado original de un pasaje es una función de su contexto individual y no de los significados de otros pasajes escritos en contextos muy diferentes.

El conocimiento de los tropos o dispositivos literarios ayudan aclarar el significado. Son numerosos y se aprenden en la escuela, cosas como alegoría, parábola, metáfora e ironía. Agustín termina el Libro 3 de Acerca de la Doctrina Cristiana con las siete reglas que se encuentran en las obras de alguien llamado Ticónico en relación con la búsqueda de significados alegóricos en la Escritura.

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Vega Baja, PR
Vega Baja, PR

¿Por qué Jesús es el salvador del mundo?

“¿Por qué Jesús es el salvador del mundo?” es un breve ensayo sobre cristología y soteriología escrito por el Dr. Jiménez.

Romanos 1:16-17 define el evangelio como la manifestación del poder de Dios para la salvación de todas las personas que creen en él. De este modo, la Biblia afirma que Jesucristo es nuestro salvador; es el redentor de nuestros pecados, por medio del cual podemos establecer una relación con Dios.

Ahora bien, la pregunta que se impone es sencilla: ¿Por qué Jesucristo es el salvador del mundo?

Desde sus primeras páginas, la Biblia declara la intención de Dios para la humanidad. Dios crea el ser humano para que disfrute la vida a plenitud. Eso lo vemos con claridad en Génesis 1:28, donde Dios bendice a la humanidad y le da autoridad para administrar la creación.

Génesis 2 es mas claro, afirmando que Dios creó las relaciones de pareja para procurar que el ser humano tenga compañía y disfrute de su sexualidad. Eso lo vemos en Génesis 2:18, donde Dios dice que no es bueno que el hombre esté solo, y en 2:24, que dice: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.”

También podemos ver las buenas intenciones de Dios en Génesis 3, donde el ser humano cae en pecado. La primera pareja, que nos representa a todos nosotros, decide violar los mandamientos divinos con tal de ser “como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gen. 3:5). Después de este acto, Dios va en busca de ser humano y le pregunta “¿Dónde estás tú? (Gen. 3:9).

Así vemos que Dios no desecha a la humanidad pecadora. Por el contrario, Dios busca a la humanidad perdida con el propósito de bendecirla y restaurarla. Podemos ver estas buenas intenciones divinas en la historia de Israel, particularmente en episodios tales como el llamamiento de Abraham, la donación de la ley y la proclamación de los profetas.

En cierto modo, Jeremías 29:11 al 14 resume las intenciones de Dios para con la humanidad, cuando dice:

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar. 

Con el tiempo, el pueblo de Israel desarrolló una religión basada en las enseñanzas de la ley de Moisés y en la proclamación de los profetas de Israel y Judá. Empero, esa religión no era monolítica. Para el tiempo de Jesús, el judaísmo estaba dividido en distintos grupos que sostenían doctrinas diversas y, en ocasiones, hasta contradictorias.

El judaísmo normativo estaba dominado por dos grupos. Primero, encontramos a los saduceos, quienes eran los custodios del sistema sacerdotal. Los saduceos dominaban el sumo sacerdocio, el templo de Jerusalén y todo el aparato cúltico de Judá. Llevaban a cabo sacrificios de animales y otros rituales que procuraban la comunión entre Dios y la humanidad.

Segundo, estaban los fariseos, quienes dominaban las sinagogas. Afirmaban la importancia de la palabra de Dios, estudiando las sagradas escrituras y las interpretaciones bíblicas de los rabinos. Procuraban la comunión con Dios por medio del estudio bíblico y trataban de cumplir las 633 leyes que los rabinos afirmaban se encontraban en la Biblia Hebrea.

Además del judaísmo normativo, encontramos otros grupos judíos que no se conformaban a las enseñanzas saduceas ni a las fariseas. Me refiero a grupos como los esenios de Qumram, un grupo que acusaba al judaísmo normativo de corrupción y colaboración con el Imperio Romano; los judíos alejandrinos, ejemplificados por Filón de Alejandría, que buscaban armonizar las enseñanzas bíblicas con la filosofía griega; y otros grupos revolucionarios que deseaban liberar al pueblo de Israel por medio de la lucha armada.

Empero, ninguno de estos grupos cumplía a plenitud con la visión profética de Isaías, de Jeremías y de Ezequiel. A pesar de tener líderes religiosos, la masa del pueblo esperaba la llegada de un “Mesías”, de decir, de un líder ungido por Dios de manera especial para cumplir las profecías de liberación, expresadas en textos tales como:

  • Isaías 42:6-7: “Yo, Jehová, te he llamado en justicia y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos y de casas de prisión a los que moran en tinieblas.”
  • Jeremías 31:31 & 33: “Vienen días, dice Jehová, en los cuales haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá” & “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”.
  • Ezequiel 36:26-27: “Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra.”

El Apóstol Pablo, quien había sido un rabino fariseo, tiene un encuentro sobrenatural con Jesús y comprende que el Maestro Galileo era el Mesías enviado por Dios en cumplimiento de las profecías de la Biblia Hebrea (Véase Hch. 9, entre otros pasaje bíblicos pertinentes).

En Romanos 3, Pablo ataca los postulados de la teología farisea, afirmando que “por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de” Dios (3:20). Es decir, el otrora rabino fariseo ahora reconoce que la obediencia a la ley y el esfuerzo ético-moral no es suficiente transformar el corazón humano. Para cambia algo hace falta poder y para cambiar el corazón humano hace falta poder de el Dios que viene por medio del evangelio de Jesucristo.

Jesucristo es la manifestación de la justicia de Dios en el mundo. Es el mediador del nuevo pacto prometido por Isaías, Jeremías y Ezequiel. Por medio de la obra de Jesucristo, podemos superar las consecuencias del pecado que nos ha separado de Dios.

Esta es la buena noticia del evangelio: Dios nos declara justos por medio de la obra de Jesucristo, quien dio su vida para que ustedes y yo alcanzáramos salvación. Jesucristo es el “redentor”, es decir, es quien paga la deuda que teníamos con Dios y con la humanidad. Jesucristo es, pues, nuestro salvador.

¿Quién es Jesús? Jesús es:

  • El Mesías
  • El Cristo
  • El Siervo Sufriente
  • El Salvador
  • El Redentor
  • Quien manifiesta justicia de Dios
  • Nuestro Señor

Por lo tanto, concluimos afirmando que Dios ha cumplido su intención de salvar a la humanidad por medio de la obra redentora de Jesucristo. Jesucristo es el salvador enviado por Dios para salvar a toda la humanidad.

Por qué Jesús es el salvador del mundo
Salvador del mundo

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Pablo A. Jiménez, “¿Por qué Jesús es el salvador del mundo?”, DrPabloJimenez.com. Accedido el ** de ** de 20**. Disponible en: https://www.drpablojimenez.com/2016/03/31/por-que-jesus-es-el-salvador-del-mundo/

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