Un sermón sobre Hageo 2.9, en ocasión del aniversario de una Iglesia local.
Raudal: Roberto Amparo Rivera predica sobre Juan 5
La Iglesia ante la muerte de la Ley de cierre
Una de las medidas contenidas en la nueva ley de Reforma Laboral es la virtual abolición de la Ley de cierre en Puerto Rico. Esta es la ley que regula el horario de los comercios en Puerto Rico, particularmente de los establecimientos que emplean 25 personas o más.
Hasta tiempos recientes, la ley de cierre obligaba a los comercios a seguir un horario muy estricto, cerrando en las noches y en los domingos. Los únicos comercios exentos de la regulación eran los negocios familiares, con menos de 25 empleados.
A partir de la década de los 90, la ley fue liberalizada poco a poco. Eventualmente permitió que los Centros Comerciales abrieran los domingos, aunque aún limitaba el trabajo en la mañana. Al principio quienes trabajaban los domingos recibían mayor compensación, a razón de tiempo y medio por cada hora. Esa medida fue derogada hace algunos años, de manera que el salario hoy es el mismo trabaje usted lunes o domingo.
En el pasado, la Iglesia protestó vehementemente en contra de la liberalización de la Ley de cierre. El tema era candente y las vistas públicas sobre las enmiendas a la ley eran muy concurridas. La comunidad religiosa no solo defendía el domingo como día de adoración, sino que también lo defendía como día de descanso necesario para afirmar el valor de la familia y la justicia social hacia la clase obrera.
Sin embargo, en esta ocasión la muerte de la Ley de cierre pasó sin pena ni gloria. ¿Por qué? Primero, porque es hasta cierto punto sorpresivo que una ley sobre Reforma Laboral afecte la Ley de cierre. Por lo tanto, las Iglesias no esperaban que se tocara el tema en ese proyecto de ley. Segundo, porque otros puntos de la Reforma fueron mucho más controversiales que los cambios a la Ley de cierre. Y, tercero, porque la Reforma Laboral fue aprobada a la carrera, en sesiones que se extendieron hasta tarde en la noche.
Ahora bien, propongo que hay otra razón por la cual no hubo protestas en esta ocasión. Si la Iglesia no protestó es porque la Ley de cierre existente hasta hace unos días—para todos los efectos prácticos—carecía de impacto y efectividad. Por ejemplo, aunque la antigua ley obligaba a los comercios a abrir los domingos a las 11 am, en términos prácticos limitaba las actividades de los empleados en la mañana, incluyendo sus actividades religiosas.
Por otro lado, las Iglesias hoy reconocen que el mundo ha cambiado. Antes la mayor parte de la gente pensaba que el mundo occidental, en general, y Puerto Rico, en particular, estaban orientados por una cultura “cristiana” o “judeo-cristiana”. Hoy comprendemos que nuestras culturas son “post-cristianas”, lo que implica que nuestros respectivos países ya no son “cristianos”.
La Iglesia hoy vive una nueva realidad misionera. Nuestros países, si bien una vez fueron “cristianos”, necesitan ser evangelizados de nuevo. La iglesia debe comprender que el gobierno ya no ha de favorecerla, como lo hizo alguna vez en el pasado. Hoy la Iglesia tiene que “competir” por la atención de la gente en un mundo donde hay una enorme variedad de alternativas.
Para decirlo con mayor claridad: mientras cuarenta años atrás solo las iglesias estaban abiertas los domingos, hoy todos los comercios pueden abrir. Y no solo los comercios, pues algunas universidades están ofreciendo cursos intensivos los sábados y los domingos en Puerto Rico.
Esto implica que las Iglesias necesitan ser más pertinentes que nunca, ofreciendo programas atractivos que muevan a la gente a visitarlas regularmente. También implica que las Iglesias deben revisar sus programas, ofreciendo oportunidades de adoración fuera del horario tradicional del domingo en la mañana.
Finalmente, esto también implica que la Iglesia debe reconocer su nuevo rol minoritario en la sociedad. Ya no predicaremos desde una posición de poder, respaldados por los partidos políticos de turno. Ahora tendremos que ministrar tal como lo hicieron los profetas del antiguo Israel y tal como lo hizo Jesús de Nazaret: Desde una posición contra-cultural, anunciando las virtudes de Dios y denunciando los vicios de una sociedad seducida por la idolatría.
Visto desde esta perspectiva, la Iglesia puertorriqueña debe levantar su voz profética para cuestionar los efectos de la eliminación de la Ley de cierre tanto en la sociedad como en la familia. En lugar de enfocar en la asistencia al culto dominical, debe cuestionar el consumismo desmedido de nuestra sociedad. Y debe defender a la clase obrera, que cada vez pierde más derechos.
Si la Iglesia no amplía su perspectiva, corre el peligro que quedar irrelevante, como una institución pasada de moda que solo está preocupada por su propia supervivencia.
Oración y ayuno: Un sermón sobre Isaías 58.6-12
Oración y ayuno: Un sermón sobre el tema del ayuno, basado en Isaías 58:6-12.
Una oración para el Año Nuevo
Buen Dios, te damos gracias por la vida, el mayor regalo que podemos recibir. Gracias te damos por este año, el cual ha traído una mezcla de alegría y llanto; de gozo y de dolor.
En este nuevo año pedimos tu acompañamiento pastoral. Tú eres nuestro pastor y con tu presencia nada nos falta. No nos abandones, Señor, ni siquiera cuando pasemos por el valle de la sombra de la muerte.
Te rogamos que nos bendigas con las cualidades espirituales que tanto necesitamos para enfrentar el nuevo año: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
Y, de manera especial, pedimos valentía para enfrentar los difíciles retos que la vida nos traerá en el nuevo año. Ayúdanos, Señor, a recordar que en el amor no hay temor, porque el amor maduro echa fuera el temor.
Rogamos tu bendición, una vez más, sobre nuestras vidas, nuestras familias, nuestras respectivas comunidades, nuestro país, y nuestro planeta. Todo esto lo pedimos en el nombre de Jesús. AMÉN
En la plenitud del tiempo (Gálatas 4.4-5)
Un sermón para las temporadas de Adviento y Navidad, sobre Gálatas 4:4-5.
Hay bálsamo en Galaad (Jeremías 8.18-22)
Un sermón expositivo sobre Jeremías 8.18-22.
“¡Nuestro bálsamo no proviene del árbol del terebinto, sino del árbol de la cruz!
¡No es resina de árbol tallado, sino la sangre de aquel que “herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53.5)!
¡Es la sangre de Jesucristo, el hijo de Dios! Y por eso la Iglesia de Jesucristo hoy proclama sin temor que “hay bálsamo en Galaad”, en el nombre del Señor. AMÉN”
Profeta, Sacerdote & Rey: El Triple Oficio de Cristo
Un sermón sobre el “Triple Oficio” de Cristo, que es profeta, sacerdote y rey en la historia de la salvación.
Texto:
Profeta, sacerdote y rey
por Pablo A. Jiménez
Texto: Apocalipsis 19.11-16
Tema: Jesucristo cumple el “triple oficio” de ser profeta, sacerdote y rey.
Área: Desarrollo espiritual
Propósito: Explorar quién es Jesucristo.
Diseño: Temático
Lógica: Deductiva
Introducción
Las encuestas lo dicen con toda claridad. Las nuevas generaciones no creen en iglesias, ni en instituciones religiosas ni en sus líderes. La gente hoy ya no cree en la religión.
Sin embargo, esas mismas encuestas también reflejan que Jesús de Nazaret sigue siendo una de las figuras más respetadas, y amadas y admiradas de la historia. Para decirlo con toda claridad: Hoy la mayor parte de la gente cree en Jesús, pero no creen en la iglesia.
El problema es que el conocimiento que esas nuevas generaciones tienen de Jesús es limitado. A pesar del aprecio que le tienen a su figura, la gente que dice admirarle no sabe quién es Jesús. No conoce su historia ni comprende sus enseñanzas.
Declaración del tema
Esto nos lleva a plantear una pregunta crucial: ¿Quién es Jesús?
Aunque hay varias maneras de responder a esa pregunta, hoy responderé usando un acercamiento muy viejo, pero siempre vigente, sobre quién es Jesucristo. Es tan viejo que hunde sus raíces en los escritos de Eusebio de Cesarea, el primer historiador de la Iglesia Antigua, y en la reflexión de Juan Calvino, el gran teólogo de la Reforma Protestante. Me refiero a la doctrina conocida como el Triple Oficio de Cristo. Esta perspectiva afirma que Jesucristo cumple tres roles cruciales en la historia de la salvación: Jesucristo es profeta, sacerdote y rey.
Transición
Pasemos a considerar cada uno de los “oficios” de Cristo, de acuerdo a esta forma de entender su vida y su ministerio.
Puntos a desarrollar
A. Jesús es el profeta por excelencia
- En primer lugar, esta doctrina afirma que Jesús es el profeta por excelencia.
- Un profeta es una persona que habla en nombre de Dios, llamando al pueblo a la fidelidad. Su mensaje no siempre habla del futuro. Por lo regular, menciona el futuro solo cuando afirma que Dios ha de hacer algo extraordinario o cuando advierte sobre el posible juicio que acarrea la infidelidad a Dios.
- Jesús es el profeta por excelencia por dos razones. Primero, es de quien hablan y en quien se cumplen las profecías del Antiguo Testamento. Por ejemplo, en Mateo 2 encontramos el relato de la visita de los Magos, que recalca el cumplimiento de las profecías en Jesús.
Jesús nació en Belén de Judea en los tiempos del rey Herodes. En aquel tiempo, unos sabios que venían desde el oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente, y venimos a adorarlo.” Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: “Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guía que apacentará a mi pueblo Israel.”
Mateo 2.1-6
- Segundo, Jesús es el poderoso profeta que habla de Dios como nadie lo ha hecho jamás. Esto lo vemos en pasajes bíblicos tales como Juan 7.45-46.
Los guardias fueron adonde estaban los principales sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: “¿Por qué no lo han traído?” Los guardias respondieron: “¡Nunca antes alguien ha hablado como este hombre!”
B. Jesús es el gran Sumo Sacerdote
- El segundo oficio de Cristo es el de sacerdote.
- El sacerdote es la persona dedicada y consagrada a hacer, celebrar y ofrecer sacrificios ante Dios. Además, es la persona que sirve como mediador entre Dios y la humanidad.
- Jesús es “sacerdote” porque fue la víctima perfecta ofrecida en sacrificio perfecto ante Dios. Dado que Jesús dio su vida voluntariamente, cumplió con el rol de “sacerdote” y con el rol del cordero ofrecido en sacrificio ante Dios.
- Lo que es más, Jesús viene a ser el gran Sumo Sacerdote que intercede ante Dios por todos nosotros.
Por lo tanto, y ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, retengamos nuestra profesión de fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.
Hebreos 4.14-15
- Hebreos afirma contundentemente que Jesús es el mediador entre Dios y la humanidad
Pero nuestro Sumo Sacerdote ha recibido un ministerio mucho mejor, pues es mediador de un pacto mejor, establecido sobre mejores promesas.
Hebreos 8.6
C. Jesús es Rey
- En tercer y último lugar, Jesús cumple con el oficio de ser rey de todo lo creado.
- Un rey es el monarca soberano de un reino. En este caso, Jesús es el príncipe del Reino de Dios. Ese reino marca la presencia y el gobierno de Dios sobre el mundo.
- Jesús es rey porque “Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios el Padre” (Fil. 2.9-11).
- El libro de Apocalipsis anticipa la victoria final que Jesús, nuestro rey, tendrá sobre las fuerzas del mal, del pecado y de la muerte. El texto dice:
Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco. El que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, en su cabeza tenía muchas diademas y tenía escrito un nombre que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios. Los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, lo seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro. Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. En su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores.
Apocalipsis 19.11-16
Conclusión
En resumen, la doctrina cristiana nos enseña que Jesús es profeta, sacerdote y rey.
- Es profeta porque nos enseña la palabra de Dios.
- Es sacerdote porque intercede ante Dios por nosotros.
- Y es rey porque ha vencido a los poderes del mal.
¡Celebremos hoy la obra de Cristo y confesémosle como Señor y Salvador, en el nombre de Jesús! AMÉN
Gracias por la lucha
¿Dar gracias? ¿A quién? ¿Por qué?
La idea de dar gracias a Dios puede parecer como un chiste de mal gusto para muchos. Este ha sido un año durísimo para nuestro pueblo, tanto para los cientos de miles que han emigrado de nuestra Isla como para quienes han decidido permanecer, luchando por la vida diariamente.
Sí, porque la vida es una lucha diaria por conseguir los recursos necesarios para asegurar tanto nuestras propias vidas como el bienestar de los nuestros. Todos conocemos personas que, aunque se matan trabajando, no pueden darle a su familia el techo, alimento, educación, transporte y cuidado médico que necesitan.
El hecho es que la vida es dura, todos los días, para todo el mundo. No importa la cantidad de recursos que usted tenga a su disposición o la riqueza que pueda acumular a lo largo de su vida, usted seguramente pasará por tiempos malos donde la enfermedad, el sufrimiento y el dolor tocarán a su puerta.
Entonces, ¿por qué vamos a dar gracias?
Cada vez son más las personas que dicen no creer en Dios, o por lo menos en el Dios que proclaman las distintas iglesias. No creen en el Dios que predican los católicos, los protestantes, o los pentecostales. Mucho menos creen en el Dios que predican los musulmanes, particularmente aquellos que siguen a los líderes extremistas. Como tampoco creen en el Dios que reclaman aquellos “cristianos” que abogan por la “supremacía blanca”.
Pues si usted no cree en Dios, aunque crea en algún tipo de fuerza espiritual, ¿a quién va a darle gracias?
Del mismo modo, hay quienes no encuentran por qué dar gracias a Dios. Son muchas las personas que están convencidas de que sus vidas están en sus propias manos, no en las manos de Dios. Por eso piensan que, si Dios no les da nada, ¿por qué han de darle gracias?
Todo depende, pues, de su concepto de Dios.
Si usted ve a Dios como un dictador cósmico, no hay razón alguna para dar gracias.
Si usted ve a Dios como un viejito celeste retirado en algún tipo de “nursing home” cósmico, no hay razón alguna para dar gracias.
Si usted ve a Dios como una fábula forjada por buscones religiosos para agenciarse la buena vida, no hay razón alguna para dar gracias.
Empero, hay otra forma de ver a Dios. Yo entiendo que, leída correctamente, la Biblia presenta a Dios como la fuerza vital del universo, como el soplo de vida que da razón a todo lo creado. Dios es, pues, la vida misma. Por eso Jesús de Nazaret dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14.6).
El Dios que se ha revelado a la humanidad por medio de la persona histórica de Jesús de Nazaret no es el causante de nuestro sufrimiento. ¡Todo lo contrario! Es el Dios de la Vida que sufre con nosotros. Por eso, el símbolo principal de la fe cristiana es la cruz, donde Jesús—la encarnación de Dios en el mundo humano—sufre la muerte para solidarizarse con todo aquel que sufre y para librarnos del sufrimiento. Nuestro símbolo central no es triunfalista, sino uno que entiende que el poder de Dios se muestra en la debilidad (2 Corintios 12.9).
Las personas de fe saben que Dios está con ellas en medio del sufrimiento. Por eso, ven los problemas y las dificultades que les plantea la vida como exámenes o pruebas que pueden ser superadas con la ayuda de Dios. El Apóstol Pedro escribió lo siguiente sobre este tema:
6 Por eso, aun cuando por algún tiempo tengan que pasar por muchos problemas y dificultades, ¡alégrense! 7 La confianza que ustedes tienen en Dios es como el oro: así como la calidad del oro se pone a prueba con el fuego, la confianza que ustedes tienen en Dios se pone a prueba con los problemas. Si ustedes pasan la prueba, su confianza será más valiosa que el oro, pues el oro se puede destruir. Así, cuando Jesucristo aparezca, hablará bien de la confianza que ustedes tienen en Dios, porque una confianza que ha pasado por tantas pruebas merece ser alabada.
1 Pedro 1.6-7 (Traducción en Lenguaje Actual)
Sobre esta base, hoy yo quiero darle gracias a Dios—quien es la vida misma—por acompañarme en la lucha por la vida. Y sí, le doy gracias a Dios por la lucha, porque es el fuego que nos refina, como se purifica el oro.
Del mismo modo, hoy le invito a dar gracias a Dios por el privilegio de vivir, por acompañarnos por los caminos de la vida y por capacitarnos para seguir luchando por la vida, en el nombre de Jesús, el Cristo.
Gracias por la lucha, oh Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
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¿Qué opina usted? Le invito a compartir su opinión, comentando respetuosamente tanto el contenido de esta columna como los comentarios de otros lectores y de otras lectoras.
El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com
¡El Señor es Rey! (Salmo 145)
Audio, vídeo y bosquejo listo para predicar un sermón basado en el Salmo 145, en ocasión de las elecciones generales.
Vídeo – Salmo 145
Bosquejo listo para predicar – Salmo 145
Texto: Salmo 145
Tema: La Iglesia recuerda, afirma y proclama que Dios es su único y verdadero rey.
Área: Desafío profético
Propósito: Recalcar la soberanía de Dios.
Diseño: Expositivo
Lógica: Inductiva
Introducción
Te exaltaré, mi Dios, mi Rey;
por siempre y siempre bendeciré tu nombre.
Todos los días te bendeciré,
por siempre y siempre alabaré tu nombre.
Salmo 145.1-2
El Salmo 145 comienza alabando a Dios con pasión. El Salmista proclama, afirma y declara que Dios es Rey. Por eso, se compromete a alabar a Dios continuamente, bendiciendo y alabando su santo nombre.
Los atributos divinos
El salmista tiene muchas razones por las cuales alabar a Dios. En particular, el salmista alaba a Dios por sus atributos, es decir, por las cualidades y las propiedades de su ser.
El primer atributo que menciona el salmista es la grandeza de Dios. Esto lo encontramos en los vv. 3 al 7, que dicen de la siguiente manera:
Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza;
su grandeza es inescrutable.
Todas las generaciones celebrarán tus obras,
y darán a conocer tus grandes proezas.
Hablarán de tu gloria y majestad,
y yo proclamaré tus hechos maravillosos.
Reconocerán el poder de tus sublimes obras,
y yo daré a conocer tu grandeza.
Salmo 145.3-7
Los pueblos que han conocido a Dios celebran su grandeza, de generación en generación. ¿Por qué? Porque la gente recuerda cómo Dios ha intervenido tanto en su vida cotidiana, como en la historia de sus respectivas comunidades. Si hoy alabamos a Dios con gratitud, es porque recordamos las obras que hizo ayer en beneficio nuestro.
La próxima sección, que se encuentra en los vv. 8 al 13, celebra un trío de atributos divinos: Dios es clemente, misericordioso y bueno.
Divulgarán el recuerdo de tu inmensa bondad,
y a grandes voces dirán que tú eres justo.
El Señor es compasivo y lleno de ternura;
lento para la ira y grande en misericordia.
El Señor es bueno con todos,
y se compadece de toda su creación.
Señor, ¡que toda tu creación te alabe!
¡Que te bendiga todos tus fieles!
¡Que proclamen la gloria de tu reino!
¡Que den a conocer tu poder!
¡Que conozcan todos tus hechos poderosos
y la gloriosa majestad de tu reino!
Tu reino es un reino de todos los siglos;
tu dominio durará por todas las generaciones.
Salmo 145.8-13
El propósito del salmista es proclamar la gloria del reino de Dios, como dicen los vv. 11-13. El tema del Reino de Dios nos lleva necesariamente a pensar en Jesús de Nazaret, quien comenzó su ministerio afirmando que:
El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse, y crean en el evangelio!
Marcos 1.15
El Reino de Dios es la plena manifestación de la voluntad de Dios en el mundo; es la certeza de que nuestra historia, tanto personal como colectiva, está en las manos de Dios, quien nos dirige con amor.
Dios gobierna al mundo con justicia, con misericordia y con verdad, es decir, de acuerdo a los valores que surgen de su carácter.
- El Dios bueno nos dirige con bondad.
- El Dios justo nos dirige con justicia.
- El Dios amoroso nos dirige con misericordia.
La próxima sección, que se encuentra en los vv. 14 al 16, recalca que Dios actúa sobre la base de esos atributos que surgen de su carácter.
Tú, Señor, levantas a los que tropiezan,
y reanimas a los que están fatigados.
Todos fijan en ti su mirada,
y tú les das su comida a su tiempo.
Cuando abres tus manos,
colmas de bendiciones a todos los seres vivos.
Salmo 145.14-16
El salmista afirma que Dios sostiene a las personas que desfallecen y que levanta a las personas caídas. Esto explica por qué las personas que tienen fe buscan de Dios en momentos de crisis. Buscamos el rostro del Señor con amor porque tenemos la esperanza de que Dios ha de escuchar nuestros ruegos, nuestras súplicas y nuestras plegarias.
Ahora bien, debe quedar claro que Dios no actúa de manera arbitraria. Por el contrario, el salmista afirma que Dios actúa con justicia. Esto lo vemos en los vv. 17 al 20, que dicen:
Tú, Señor, eres justo en todo lo que haces,
y todo lo haces con misericordia.
Tú, Señor, estás cerca de quienes te invocan,
de quienes te invocan con sinceridad.
Tú respondes a las peticiones de quienes te honran;
escuchas su clamor, y los salvas.
Tú, Señor, proteges a los que te aman,
pero destruyes a los malvados.
Salmo 145.17-20
Los actos divinos
Ahora tenemos un cuadro mucho más claro. Sí, afirmamos que Dios interviene en nuestro favor, dándonos fuerzas para continuar y levantándonos cuando caemos. Empero, Dios siempre actúa con justicia.
Si nuestros reclamos son justos, podemos regocijarnos sabiendo que Dios intervendrá en favor nuestro. Pero si nuestros reclamos son injustos, de nada valdrán nuestras oraciones. Para decirlo con toda claridad, las oraciones de las personas de fe solo mueven a Dios a responder cuando pedimos lo bueno, lo amable y lo correcto.
- Dios no escucha oraciones vanas;
- Dios no atiende las palabras de odio;
- Dios no responde a reclamos injustos.
No importa cuanto podamos orar, ayunar u ofrendar, nuestra fe jamás podrá mover a Dios a actuar en contra de su santa y bendita voluntad.
El salmo termina con una declaración de alabanza que evoca los versículos iniciales del poema sagrado. El v. 21 dice de la siguiente manera:
Señor, mis labios proclamarán tu alabanza.
¡Que la humanidad entera bendiga tu santo nombre
desde ahora y hasta siempre!
Salmo 145.21
Conclusión
Las declaraciones teológicas del Salmo 145 cobran pertinencia particular cuando estamos cerca de una contienda eleccionaria. Ante las elecciones, la Iglesia recuerda, afirma y proclama que Dios es su único y verdadero rey.
- Nuestra esperanza está en Dios.
- Nuestro socorro viene de Dios.
- Nuestra obediencia es a Dios.
Y
- Es de Dios de quien esperamos el bien.
- Es de Dios de quien esperamos justicia.
- Es de Dios de quien esperamos la paz.
Cobremos ánimo sabiendo que, no importa el resultado de los comicios electorales, nuestro único y verdadero “rey” es el Dios que se ha revelado a la humanidad por medio de
- De la historia de Israel,
- De la obra de Jesucristo,
- Y de la historia de la Iglesia cristiana.
Al soberano Dios le decimos hoy: “Alabaré tu nombre eternamente y para siempre” (v. 1b, RVR 1960), en el nombre de Jesús, AMÉN.