En Espíritu y en verdad (Juan 4.21-24)
Introducción
La adoración cristiana es un acto comunitario por medio del cual la Iglesia local, como parte de integral de la Iglesia universal, proclama públicamente la existencia de Dios y celebra la revelación de la palabra divina
Por medio del servicio de adoración, la Iglesia también confiesa su fe en el Dios Trino y recuerda los actos portentosos que Dios ha hecho en la historia, particularmente al revelarse en la figura histórica de Jesucristo.
Definición
Podemos definir la adoración como el conjunto de actos que celebra la Iglesia con el propósito de reverenciar y honrar a Dios. En particular, la adoración se da en el contexto del culto cristiano, donde la comunidad de fe se reúne como un solo cuerpo para adorar a Dios.
Es importante notar que la adoración cristiana se da en respuesta a la iniciativa divina. Es decir, Dios es quien siempre da el primer paso para acercarse a nosotros. En la persona de Cristo, Dios viene a nuestro encuentro. Por medio de la adoración, respondemos con gozo a la presencia de Dios.
Lo que es más, la adoración cristiana conduce a un encuentro transformador con Dios. Ese encuentro sigue un formato dado, que se divide en cuatro pasos:
- Primero, cuando una persona adora a Dios, comprende la grandeza divina.
- Segundo, la visión de la grandeza de Dios le lleva a comprender su propia pequeñez. Y eso le motiva a confesar sus pecados.
- Tercero, la persona escucha el mensaje del evangelio y responde con fe. Como parte de esa respuesta, participa de las ordenanzas o sacramentos de nuestra fe, bautizándose y participando en la Cena del Señor.
- Cuarto y último, el creyente se consagra a Dios. Su nueva relación con Dios le lleva a interceder en oración por los demás y a servir al prójimo, particularmente a las personas más débiles y vulnerables de nuestra sociedad.
Adoración y vida
Ahora bien, debe quedar claro que la adoración a Dios es mucho más que un rato de oración y alabanzas en un templo. La adoración a Dios es aún mucho más que nuestra piedad personal y nuestras devociones individuales.
La adoración a Dios es, sobre todo, un estilo de vida donde el creyente comprende que todas sus acciones deben estar encaminadas a glorificar al Señor.
Esta verdad bíblica se deriva de Juan 4.21-24, un texto que recoge la respuesta de Jesús a una de las preguntas de la Mujer Samaritana, quien estaba interesada en saber cual era el lugar más indicado para adorar a Dios.
Jesús le dijo: Mujer, créeme que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que lo adoren. Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren.
Este pasaje bíblico nos enseña que la adoración a Dios no se restringe a un templo o a un santuario. Por el contrario, para el creyente fiel el mundo mismo se convierte en un «templo» donde puede adorar al Señor con libertad.
Los creyentes podemos adorar a Dios en la casa, en la calle, en la escuela o en nuestro lugar de trabajo.
Adoramos a Dios cuando hacemos el bien,
Adoramos a Dios cuando actuamos con justicia,
Adoramos a Dios cuando ayudamos a las personas necesitadas,
En resumen, adoramos a Dios cuando mostramos con nuestras acciones el amor de Dios.
Conclusión
Concluyo afirmando que la verdadera adoración a Dios es integral. Es decir, la verdadera adoración ocurre cuando todo nuestro ser y todas nuestras acciones apuntan al amor de Dios como la meta de nuestra vida, tanto en este mundo como en el venidero.