El oficio del anciano y de la anciana

El oficio de anciano entre los Discípulos de Cristo

por Rev. Lucas Torres, Pastor Nacional para Ministerios Hispanos, 1992-1999

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I. Prominencia Histórica del Anciano entre los Discípulos de Cristo

Desde Alejandro Campbell, uno de los fundadores del movimiento de los Discípulos de Cristo, el oficio de Anciano tuvo una relevancia fundamental. En los comienzos habían tres cargos principales: Ancianos, Diáconos, y Evangelistas. Los Ancianos eran siempre electos por la congregación y comisionados para enseñar, predicar, pastorear, gobernar y dirigir la adoración en la congregación local. Los Diáconos, eran también elegidos por la congregación y puestos para manejar los asuntos materiales y financieros de la congregación. Los Evangelistas, elegidos también por la congregación, eran enviados a predicar en otros lugares y a formar nuevas congregaciones. Así era como Alejandro Campbell entendía el modelo novotestamentario.

II. El término “Anciano” en el Nuevo Testamento

  1. La palabra Anciano (gr. “presbíteros”) es mencionada en el Nuevo Testamento en referencia a personas en las congregaciones que ocupaban posiciones de autoridad y gobierno. (Timoteo 5.17-19; Tito 1.5; Santiago 5.14; 1 Pedro 5.1-5; Hechos 11.30- 15.2,4,6; 15.22-23; 16.4; 21.28).
  2. En el Nuevo Testamento hay una sola referencia a los Ancianos, trabajando o actuando concertadamente, como un cuerpo, en la ejecución de una tarea. (Santiago 5.14)

III. Requisitos para un Anciano

  1. En Tito 1.5-9 encontramos una lista de características de lo que idealmente debe ser un Anciano.
  2. De manera indirecta, pero de extraordinaria fundamentación teológica-bíblica, el Apóstol Pablo nos ofrece la base para el ministerio de hombres y mujeres como Ancianos. “Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, porque todos vosotros seis uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3.28)
  3. Una dirección adicional nos la ofrece 1 Timoteo 3.1-7, donde dice: “Si alguno aspira al cargo de presidir la comunidad… debe ser irreprensible… llevar una vida seria, juiciosa y respetable…apto pare enseñar; no debe ser borracho ni amigo de peleas, sino bondadoso, pacífico y desinteresado en cuanto al dinero.” (Versión Biblia de Estudio)
  4. En suma, se espera que el Anciano sea un cristiano de probada madurez espiritual, de serenidad y mesura, de circunspección en su vida privada y pública, persona de sensibilidad a los misterios del Espíritu y cultivador(a) de la vida devocional. Debe ser entendido en la Palabra de Dios, conocer los fundamentos de la fe y la doctrina, y poseer nociones fundamentales del gobierno y prácticas de los Discípulos de Cristo. Debe dar ejemplo en todas las cosas, viviendo la vida cristiana en testimonio a otros por medio de la palabra y los hechos, asistiendo con regularidad a los cultos y otros eventos de la iglesia, aportando con regularidad sus diezmos y ofrendas, creciendo en la fe por medio de su participación en los estudios bíblicos y otras actividades de formación espiritual.

IV. Funciones del Anciano

  1. El Anciano como Maestro. El Anciano es maestro de la fe en palabra y acción. En ese magisterio, enseñar y predicar vienen a ser prácticamente sinónimos. Para ejercer esa función debe poseer conocimiento y sabiduría, para poder ser un vaso comunicante de la fe a los demás.
  2. El Anciano como Pastor
    1. 1 Pedro 5.1-4 es un pasaje fundamental para plantear en qué consiste la función pastoral del Anciano. La frase sonará extraña a algunos, y es posible que cause irritación e incomodidad a algunos líderes laicos y pastores por igual. El mismo Apóstol Pedro, se pone en este pasaje a un mismo nivel con los demás ancianos de la iglesia. “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos…apacentad la grey del Señor que está a vuestro cargo.”
    2. La función pastoral del Anciano contiene los siguientes elementos: ofrecer dirección espiritual a los miembros, ofrecer consejería, visitar aquellos con necesidades especiales (enfermos, atribulados, retraídos, apáticos, nuevos miembros).
    3. El Cuerpo de Ancianos debe estar organizado apropiadamente. Podría haber un presidente de Ancianos, o el mismo pastor puede presidirlos. Deben siempre trabajar en armonía con el pastor. Deben tener reuniones regulares de oración donde se presentan casos para intercesión.
    4. Los Ancianos pueden organizarse en un Programa General de Cuidado Pastoral (“Shepherding Program”), donde se divide la congregación por familias, y un número determinado se asigna a cada Anciano para su cuidado y atención directa (No más de 15 familias o 50 miembros). Los Ancianos deben mantener contacto con el pastor para referirle todos aquellos casos que él o ella deba atender con exclusividad. La congregación debe ser informada ampliamente y cada familia deberá recibir una carta donde se le informa el nombre del Anciano que estará a su cargo. Atención constante y esmerada deberá ofrecerse para evitar conflicto entre la labor pastoral del ministro y la labor de cuidado pastoral de los Ancianos.

C. El Anciano como Sobreveedor

    1. La palabra sobreveedor puede parecer muy rara, pero es perfecto español y significa literalmente “uno que mira por encima de”. En inglés se dice “overseer”. El significado de ambas palabras viene del término griego que se utilizaba para designar al Anciano u obispo: episcopos, una palabra compuesta que se divide de la siguiente manera: epi: sobre, por encima de scopos: visión, mirada
    2. En los comienzos, la función del Anciano como sobreveedor entre los Discípulos de Cristo, implicaba dirigir y gobernar. (Entre los Presbiterianos, la posición de Anciano hoy en día se denomina “Anciano Gobernante”.) Con el correr del tiempo, entre los Discípulos la naturaleza de esta función cambió considerablemente. Al principio a los Ancianos se les reconocía un poder de gobernación casi autocrático. Con el desarrollo y refinamiento de la autoridad de la congregación, organizada conforme a un modelo más moderno y democrático, el Anciano fue perdiendo fuerza como uno que gobierna y establece política congregacional. Ahora es la Junta de Oficiales la que retiene esa autoridad.
    3. En Hechos 15.22-28, hallamos la manera como los acuerdos del Concilio de Jerusalén (Hechos 15.1-21) fueron comunicados a la más importante iglesia Cristiana entre los gentiles, la Iglesia de Antioquía de Siria. Los Apóstoles y los Ancianos redactaron y comunicaron el mensaje a la iglesia y lo enviaron con emisarios confiables. Allí los Ancianos ejercieron su función como sobreveedores, velando porque las soluciones a los conflictos de las iglesias se formularan e implantaran eficazmente.
    4. Entre los Discípulos de hoy, la importante función de sobreveedores se expresa del siguiente modo:
      1. Compartiendo una visión espiritual para la iglesia
      2. Ayudando a articular esa visión en términos de programa
      3. Dando respaldo y sostén a los programas de la congregación y los que los llevan a cabo, en un estilo pastoral
      4. Ayudando a evaluar programas, ofreciendo recomendaciones de correcciones y ajustes oportunos, y expresando aprecio y reconocimiento a los que ejecutan los programas
      5. Ayudando a preservar la disciplina de la congregación con madurez, compasión y cordura

D. El Anciano como Líder de Adoración

    1. Junto al Pastor o Ministro, los Ancianos ejercen funciones cúlticas y ceremoniales de alta prioridad en la congregación.
    2. El Anciano es a manera de un “Sacerdote del Pueblo”, escogido entre los miembros y por los miembros para conducir al pueblo en adoración. Esta función confirma en parte uno de los postulados de la Reforma Protestante: el sacerdocio universal de los creyentes.
    3. En Hechos 2.40-47, encontramos una importante descripción de la vida y la práctica, y hasta algo del modelo cúltico de las primeras iglesias. Es lógico pensar que en el evento que ahí se describe, el bautismo de 3,000 personas convertidas requirió la participación de un buen número de líderes ejerciendo funciones en la administración del bautismo. Es posible que allí surgieron los primeros Ancianos con responsabilidades cúlticas o litúrgicas. Del mismo modo, la administración de la ceremonia del Partimiento del Pan, después de la Cena Comunal, demandaba la participación de líderes con cierta estatura espiritual.
    4. En la práctica de los Discípulos de Cristo de hoy, los Ancianos están llamados a:
      1. Presidir en la Mesa del Señor
      2. Ofrecer las oraciones principales en el culto: invocación, acción de gracias, intercesión (esta oración de be ser ofrecida por el Pastor, si lo hubiere, como Oración Pastoral)
      3. Ayudar al Pastor en la administración del bautismo, o administrarlo totalmente en su ausencia; servicios funerales y/o entierros
      4. Administrar la Santa Cena a enfermos recluidos en sus casas u hospitales
      5. En circunstancias especiales, y con los permisos correspondientes, administrar ceremonias matrimoniales

El oficio del diácono y la diaconisa

El diaconado entre los Discípulos de Cristo

Por Lucas Torres, Pastor Nacional para Ministerios Hispanos, 1992-1999.

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I. El Diaconado en la Biblia

La palabra diaconado es una transliteración de la raíz griega diakon. Aparece en tres palabras del Nuevo Testamento: diakónein (el verbo “servir”); diákonos (el nombre “servidor”); y diakonía (la posición de aquellos que sirven o el diaconado).

El término se usa en el sentido general de servir en las mesas, como en la historia de Marta y María (Lucas 10.38-42). Pero Jesús amplió el sentido de la palabra cuando dijo “el que entre ustedes quiera ser grande, deberá servir a los demás…” (Mateo 20.26).

El Apóstol Pablo elabora aun más el significado nuevo del término. En 2 Corintios 5.17-18 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaran; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio (diakonía) de la reconciliación.” Diakonía para Pablo era servicio, ministerio, y se refiere a sí mismo como un diákonos (2 Corintios 6.3,4; Colosenses 1.24-25).

Tempranamente la iglesia estableció el cargo de diácono. En Hechos 6.1-5 la iglesia comisionó a siente miembros para la distribución de alimentos y otros auxilios a las viudas.

Es de crucial importancia notar que hombres y mujeres servían en este importante ministerio en la Iglesia Primitiva. Tanto los hombres como las mujeres se mencionan en las instrucciones que se la da al diaconado en 1 Timoteo 3.8-13. En Romanos 16.1 Pablo indica: “Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa en la iglesia de Cencreas.” Esto concuerda con lo que Pablo enseña en Gálatas 3.28: “Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Al principio habrá confusión en cuanto a la correcta traducción de la palabra se usaba diáconos y diaconisa pero ahora, la Nueva Versión Revisada de la Biblia Reina Valera la palabra diákonos se traduce como diácono tanto para hombres como para mujeres.

II. Características de un Diácono

Una publicación de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) “Usted como Diácono de la Iglesia”, Christian Board of Publication, St. Louis, MO enumera las siguientes características de un diácono:

  1. Un espíritu de amor. Toda característica espiritual es importante, pero “si no tenemos amor, de nada nos sirve”, dice el Apóstol Pablo. (1 Corintios 13)
  2. Un espíritu de compromiso. Los diáconos deben ser los miembros más dedicados de la iglesia. Las asignaciones que se les hacen deben tomarlas con toda seriedad y buena disposición de trabajo; no se puede concebir en diácono que acostumbra faltar a la iglesia por cualquier razón, o que no ayuda a sostener la obra con sus diezmos y ofrendas. Un diácono debe estar comprometido a apoyar el programa total de la iglesia.
  3. Un espíritu de dar. Jesús dijo: “Donde estuviese vuestro tesoro allí estará vuestro corazón”. Como se indicó antes, un diácono es un mayordomo fiel y consagrado de su tiempo y sus bienes materiales.
  4. Un espíritu de cooperación y respeto. El trabajo del diácono es en colaboración con otros. Aunque no siempre ha de esperarse que todos estén de acuerdo en todo, no obstante, el cuerpo de diáconos debe mostrar siempre un sentido de disciplina basado en el respeto mutuo y el amor por la Obra y el mandato de Cristo.
  5. Un espíritu de apoyo. Íntimamente conectada con la característica anterior, el diácono debe observar un sentido de apoyo y respaldo al liderato de la iglesia, a los ancianos y otros oficiales, y sobre todo al pastor.
  6. Un espíritu de imparcialidad. El diácono debe estar receptivo a nuevas ideas y nuevas formas de ministerio, abierto a crecer siempre, estudiando la Biblia, leyendo libros importantes, asistiendo a seminarios y talleres, para desarrollar mayores destrezas de liderato. Lo importante es dejar atrás la actitud tan generalizada de que “esto siempre se ha hecho así”, y que es promotora de estancamiento y parálisis.

III. Funciones del Diaconado

  1. Aceptar de buen grado y ejecutar tareas de servicio a la iglesia, sus miembros y la comunidad. Los diáconos deben verse a sí mismos como coadjutores que se desempeñan funciones de apoyo al programa general. Como tales ofrecerán sus servicios a los comités de trabajo de la congregación en las diferentes aéreas de ministerio: evangelismo, educación cristiana, adoración, acción social, misiones, propiedad, etc. En esta función, el diaconado se pone a la disposición de los comités o departamentos de la iglesia, para ofrecer servicios auxiliares en diferentes áreas.
  2. Servir a aquellos que están en necesidad. Usando Hechos 6.1-5 como modelo, algunas congregaciones organizan a los diáconos para administrar fondos y actividades de beneficencia que ayuden a los más necesitados.
  3. Servir en la Mesa de Comunión y otros eventos litúrgicos. Servir en la mesa es un verdadero ministerio, que debe realizarse con digna solemnidad. Esto debe incluir el servicio, tanto como la preparación previa y cuidado de los equipos. Esta importante función debe extenderse a la visita de los enfermos y ancianos que no pueden asistir a la iglesia, a quienes deben administrárseles la Santa Cena con regularidad. Otros importantes servicios que los diáconos realizan son: colectar las ofrendas, recepción de asistentes al culto, registro de visitantes y acomodo de asistentes al culto. (Estas funciones pueden delegarse en un cuerpo de ujieres que no tienen que ocupar necesariamente el cargo de diáconos). En adición, otros eventos litúrgicos de gran importancia son: auxiliar en los bautismos, bodas y servicios funerales. En todas estas funciones los diáconos deben realizar sus responsabilidades en espíritu de oración y consagración, sabiendo que es un servicio al Señor.

Cómo bosquejar el Sermón Textual

Un ensayo homilético sobre el diseño del sermón textual con un bosquejo listo para predicar, escritos por el Dr. Pablo A. Jiménez.


Tres modelos para bosquejar el sermón textual 

El sermón textual es aquel que presenta un aspecto del mensaje de un texto bíblico corto, en fidelidad a su contenido, forma y función. Decimos “corto”, porque la atención al detalle que requiere este tipo de sermón nos obliga a examinar sólo uno o dos versículos de las Sagradas Escrituras a la vez.

Aunque no todos los textos bíblicos se prestan para el sermón textual, hay infinidad de versículos que bien pueden servir como punto de partida para nuestras reflexiones. Entre los muchos textos “clásicos” que podemos señalar, destacamos pasajes bíblicos tales como Mateo 28.18 al 20, Juan 3.16 y Romanos 5.1.

En esta ocasión, sugiero tres modelos básicos para bosquejar sermones textuales. En particular, les presento tres técnicas homiléticas:Bosquejos basados en palabras clave

  • Bosquejos basados en las frases principales del texto
  • Bosquejos basados en las ideas fundamentales del pasaje bíblico

Tomemos Romanos 5.1 para ilustrar estas técnicas. Ese hermoso pasaje bíblico dice de la siguiente manera, en la versión Reina-Valera Revisión del 1960: “Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”

1. Bosquejos basados en palabras clave

Si analizamos el texto, podemos identificar varios conceptos importantes, tales como:

  • Justificar
  • Fe
  • Paz
  • Dios
  • Jesucristo.

Es necesario, pues, buscar en un buen diccionario bíblico el significado de estas palabras tan importantes. Si posible, se debe identificar el vocablo hebreo o griego que está en la base de nuestra traducción. En este caso, como el Nuevo Testamento fue escrito en griego, encontramos que el verbo “justificar” es la traducción de “diakaióo”; “fe” la de “pístis”; y “paz” la de “eiréne”.

Claro está, las divisiones centrales o “puntos” del pasaje bíblico deben enunciarse en oraciones completas, no en palabras sueltas o frases carentes de verbos. Por lo tanto, es importante desarrollar puntos que, basados en estos conceptos, transmitan ideas completas. Por ejemplo:

  1. Justificar significa ser declarado por Dios como una persona “justa”, es decir, que está en una relación correcta tanto con el Señor como con la comunidad.
  2. Fe significa desarrollar una relación de fidelidad a y de confianza en Dios.
  3. Paz, en el sentido griego de la palabra “eiréne”, marca el fin de un conflicto y el comienzo de una relación sana con el Señor.

2. Bosquejos basados en las frases principales del texto

Un análisis gramatical nos lleva a considerar los verbos principales, los secundarios y los implícitos, así como las cláusulas independientes y dependientes del texto. Esto nos permite identificar las frases clave del texto. Por ejemplo:

  • Justificados, pues, por la fe
  • Tenemos paz para con Dios
  • Por medio de nuestro Cristo Jesús

Aunque esto facilita la tarea de bosquejar el pasaje, es necesario recordar que los puntos o divisiones principales del sermón deben ser enunciados en oraciones completas, con sujeto, verbo y predicado. Por ejemplo:

  1. Dios justifica a la humanidad por medio de la fe.
  2. La gracia de Dios elimina los conflictos que separan a la humanidad de su Señor.
  3. La obra de Cristo ha hecho posible la justificación de la humanidad.

3. Bosquejos basados en las ideas fundamentales del pasaje

La tercera alternativa presupone el análisis semántico—es decir, de las palabras y conceptos del texto—y el gramatical. Aunque diferentes personas tendrán diversas maneras de interpretar las ideas teológicas centrales del texto, a continuación presento un posible bosquejo basado en Romanos 5.1:

  1. La justificación por la fe es el medio de la salvación.
  2. La paz con Dios es uno de los beneficios principales de la salvación.
  3. Cristo Jesús es el agente de la salvación.

Conclusión

Como podemos ver, estas técnicas pueden ser muy útiles a la hora de bosquejar un sermón textual. Esperamos, pues, que estas sugerencias sean de bendición para usted y para su ministerio homilético.

Si usted desea leer, escuchar o ver más bosquejos de sermones de distintos tipos puede visitar la sección titulada “Sermones” en nuestra página principal en el Internet: www.drpablojimenez.com. Esa sección le dará acceso a varias páginas donde encontrará sermones expositivos, narrativos, temáticos, doctrinales y de ocasión especial, entre otros. Los sermones textuales se encuentran contenidos entre los expositivos.

Apéndice

A manera de apéndice, comparto unas notas homiléticas textuales basadas en Hebreos 11.1, esperando que las mismas también puedan motivarles a redactar bosquejos para sermones textuales:

La fe

Texto: Hebreos 11:1

Tema: La fe es fidelidad, confianza y compromiso con Dios.

Área: Formación espiritual

Propósito: Exhortar a la iglesia a ampliar su definición del concepto “fe”.

Diseño: Textual-Expositivo

Introducción: La Iglesia usa la palabra “fe” en dos maneras distintas, pero complementarias. Por un lado, la “fe” es el acto de creer en Dios. Por otro lado, se refiere al contenido de nuestra religión.

Puntos a desarrollar:

  1. La fe es “confianza”. Tener fe significa confiar en Dios. La fe implica una relación de amor a y de confianza en Dios, quien nos ama. Esa confianza nos permite conocer el carácter y la naturaleza de Dios. Más importante aún, la fe nos permite amar a Dios y vivir en el mundo que ha creado para nosotros.
  2. Hebreos 11:1 define la fe como esperanza y como convicción. Tener fe implica estar convencido o convencida de la existencia y la veracidad de las realidades espirituales. La fe es fidelidad, confianza y compromiso con Dios.
  3. Tener fe en Dios implica serle fiel a Dios. Quien deposita su confianza en Dios, descubre que Dios es fiel a quienes le aman. Debemos, pues, responder con fidelidad a la fidelidad divina.

Conclusión: En resumen, la fe es confianza y fidelidad. Empero, la fe también es compromiso. Tener fe, implica estar comprometido con una causa. Quien tiene fe en algo, invierte su vida en eso. Por eso, quien tiene fe en el Señor, invierte su vida en el servicio a Dios, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

*Estas notas homiléticas se basan en el bosquejo que publiqué en LA BIBLIA PARA LA PREDICACION, editada por las Sociedades Bíblicas Unidas en el 2012, p. 894.

Vea otros materiales sobre teoría homilética

sermón textual
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Meditación para el Miércoles de Ceniza

Notas sobre Mateo 6.1-6 y 16-21 con recomendaciones para un sermón apropiado para el Miércoles de Ceniza, que marca el comienzo de la temporada de Cuaresma.

Lea esta meditación para el Miércoles de Ceniza en WorkingPreacher.org

La lectura del Evangelio recomendada por el Leccionario Común Revisado para el Miércoles de Ceniza es Mateo 6:1-6, 16-21. Esta porción bíblica presenta un tremendo desafío para quienes deseen predicar sobre este complejo pasaje.

Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

16 Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. 19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

La lectura, que es la misma para los tres años del leccionario, evidentemente omite los vv. 7 al 15, donde se encuentra el Padre Nuestro, la oración modelo que Jesús enseñó a los suyos. Esto deja un enorme hueco en el desarrollo del argumento, ya que los vv. 5 y 6 son la introducción a dicha oración.

La lectura asignada incluye cuatro pequeñas porciones cuyos temas se relacionan mayormente con la práctica de tres disciplinas espirituales: la limosna, la oración y el ayuno. El evangelista organiza estos dichos de Jesús de la siguiente manera:

  • El v. 1 sirve como introducción a toda la unidad.
  • Los vv. 2 al 4 tratan sobre la limosna, es decir, los donativos a personas pobres y necesitadas.
  • Los vv. 5 y 6 tratan sobre el tema de la oración e introducen el Padre Nuestro.
  • Los vv. 16 al 18 tratan sobre el ayuno como práctica religiosa.
  • Y los vv. 19 al 21 llaman a la audiencia a hacer “tesoros en el cielo,” una decisión que requiere el abandono de toda búsqueda de fama y fortuna.

La introducción indica que el tema de la unidad es las “obras de justicia” que los creyentes (principalmente del judaísmo) debían hacer para ganar méritos ante Dios. En lengua hebrea, estos mandamientos se conocen, en singular, como mitzvah y en plural, como mitzvoth. De acuerdo con el judaísmo rabínico, hay 613 preceptos bíblicos que toda persona judía debe observar. El judaísmo rabínico anade 7 preceptos adicionales, conocidos como los Siete preceptos de las naciones o las Leyes noájidas, para un total de 620. En esta ocasión, el texto se enfoca en tres mandamientos: la limosna, la oración y el ayuno.

El pasaje que nos ocupa comienza ofreciendo una directriz general común: estas prácticas espirituales deben estar dirigidas a Dios, no a los demás. No se deben hacer estos mitzvoth para buscar el reconocimiento de la gente, sino para agradar a Dios. Por lo tanto, nuestra piedad no debe mostrarse en público y ante la congregación, sino que debe realizarse en privado ante Dios. Debemos entender que esta crítica al despliegue público de la piedad es polémica y que está dirigida principalmente al liderazgo del judaísmo normativo y del sistema rabínico.

Una vez enunciada la directriz general, el texto pasa a considerar la primera disciplina espiritual: la limosna. En griego, la palabra que la versión Reina Valera 1995 traduce al español como “limosna” es eleemosynen, que literalmente significa compasión o misericordia (v. 2). La crítica es severa: “Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres” (v. 2). Jesús afirma que quienes ofrecen estos espectáculos religiosos “ya tienen su recompensa,” que es el rechazo de parte de Dios.

El creyente fiel debe dar limosna y practicar obras de misericordia, pero debe hacerlo en secreto, de manera que “no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha” (v. 3). Jesús promete que Dios recompensará en público a quienes mantengan en privado sus actos de misericordia.

Jesús se acerca a la oración, la segunda disciplina espiritual, de la misma manera. La oración no debe ser un espectáculo público, sino una práctica secreta (vv. 5-6). Quienes oran para ser reconocidos por su piedad, también se han ganado el rechazo divino como “recompensa” (v. 5).

Es en este momento que se omiten los vv. 7 al 15, que contienen el texto central de todo el pasaje. En mi opinión, quien quiera centrar su sermón sobre este pasaje en el tema de oración debe referirse también a la oración modelo de Jesús, el Padre Nuestro.

La tercera disciplina espiritual que encontramos en el texto que nos propone el leccionario es el ayuno. Una vez más, la crítica al despliegue público de la piedad es mordaz: “Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan” (v. 16). Aquí volvemos a encontrar el estribillo que une a estas críticas de Jesús: quienes hacen un espectáculo público de sus ayunos “ya tienen su recompensa” y también serán repudiados por Dios (v. 16).

La persona creyente que practique el ayuno como disciplina espiritual deberá mostrar su mejor rostro (“unge tu cabeza y lava tu rostro”), tratando de no mostrar señales de no haber comido durante el tiempo dedicado a ayunar (vv. 17-18). Como es previsible, Jesús promete recompensas públicas de parte de Dios a quienes practiquen su piedad en secreto, dirigiendo su mitzvoth a Dios: “Y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (v. 18).

El pasaje termina haciendo  referencia de nuevo a las ideas presentadas en el v. 1. Recordemos que, según el pensamiento rabínico, los mitzvoth acumulaban méritos para el creyente ante los ojos de Dios. Jesús retoma este tema en los vv. 19 al 21, cuando exhorta a los creyentes a acumular “tesoros en el cielo” (v. 20) y no en la tierra. En este punto, Jesús agrega la crítica a la acumulación de “tesoros en la tierra” (v. 19) a su reiterada crítica a la práctica en público de las disciplinas espirituales.

En cierto sentido, Jesús critica la teología que ve la acumulación de riqueza como una bendición divina, lo que implica que las personas pobres serían menos piadosas que las adineradas. Jesús nos enseña que las riquezas materiales se deterioran y mueren, porque la polilla y el moho las pueden destruir y los ladrones pueden entrar a robarlas, mientras que los tesoros que el creyente acumula ante los ojos de Dios, por medio de la práctica justa de las disciplinas espirituales, perduran para siempre (vv. 19-20).

El texto termina con palabras muy sentidas, que merecen un sermón por sí solas: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (v. 21). Aquí Jesús, de manera tan sencilla como magistral, resume sus enseñanzas de manera contundente. ¿Por qué debemos mantener nuestra piedad en privado? Porque la piedad debe ser expresión de un corazón que ha encontrado su tesoro en Dios, el “Padre Nuestro” que está en los cielos. Si nuestra piedad está dirigida a Dios, no es necesario desplegarla en público.

En resumen, recomiendo que todo sermón para el Miércoles de Ceniza basado en este pasaje tome en cuenta el Padre Nuestro como centro de la reflexión.

Miércoles de Ceniza

Miércoles de Ceniza

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