La esencia de la Navidad

Audio, vídeo, y texto listo para predicar de un sermón apropiado para el Día de Navidad basado en Lucas 2.10-14.

Texto: Lucas 2.10-14

Tema: La Navidad es el tiempo cuando conmemoramos el nacimiento del salvador enviado por Dios para alabanza de su gloria.

Área: Educación cristiana

Propósito: Recalcar el verdadero sentido de la Navidad

Diseño: Temático, de ocasión especial (Navidad)

Lógica: Deductiva

Durante esta temporada la iglesia habla continuamente del “verdadero sentido de la Navidad”. En esta ocasión, deseo explorar el significado de esa frase. ¿Cómo podemos definir la esencia de la Navidad?

  1. La Navidad es la temporada en que la Iglesia acordó conmemorar el nacimiento de Jesús en Belén, la ciudad del antiguo Rey David.
  2. Celebramos un hecho objetivo: el nacimiento de Jesús como hombre, hijo de María de Nazaret, recalcando el carácter histórico del evento de Cristo. Esto implica que rechazamos las falsas doctrinas sobre Jesús. De manera particular, rechazamos el “docetismo”, la una falsa doctrina que niega la humanidad de Jesucristo, alegando que solo “parecía” ser humano.
  3. Pero la Navidad es también tiempo de reflexión. Es tiempo de considerar la profundidad del evento de la encarnación de Dios en Cristo, del regalo de salvación que nos hizo Dios al darnos a su hijo.
  4. Esta reflexión debe confrontarnos con nuestra propia situación; debe llevarnos a preguntarnos si hemos tomado la decisión de seguir a Cristo; si hemos tenido un encuentro con Jesús.
  5. El nacimiento de Jesús en Navidad debe ser también nacimiento de Cristo en nuestro corazón. Nacimiento que se renueva cada año; que vive en el corazón del creyente en toda época del año.
  1. El cántico que los ángeles entonaron cuando nació el “niño-Dios” fue “Gloria a Dios en las alturas” (Lc. 2.24), ensalzando así el nombre del Dios de Israel. Esto fue así porque el nacimiento de Cristo es también alabanza.
  2. Sí, es alabanza porque Dios nos eligió “en él antes de la fundación del mundo” (Ef. 1.4), “para alabanza de la gloria de su gracia” (Ef. 1.6), como dice el primer capítulo de la Epístola a los Efesios.
  3. El propósito para el cual Dios ha elegido manifestarse en la historia es darse a conocer a la humanidad. Desde el principio, la Biblia nos muestra que Dios hace cosas “para que sepas que yo soy Dios” (Is. 45.3), como afirman continuamente los profetas.
  4. Ahora bien, conocer a Dios es alabarle; es postrarse ante sus pies; es entregarse o rendirse a la divinidad. Conocer a Cristo es dejarle nacer en nuestro corazón, por eso, ese nacimiento que celebramos en Navidad implica alabanza en acción de gracias por el “Don inefable” (2 Co. 9.15) que Dios nos ha dado en el amado.
  5. Nuestra alabanza es cántico de redención que sale de nuestros labios, desde lo profundo del corazón. Cántico porque hemos sido transformados por los portentosos actos de Dios para con nosotros. Entonamos un cántico de redencion como el de Apocalipsis 1.5b-6, que dice: 

Al que nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre; y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios su padre, a él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén 

Una redención tan grande que aún abarca la naturaleza, la cual “gime” y “sufre” dolores de parto (Ro. 8.19-23) esperando la manifestación del amado.

  1. Esperamos la manifestación del redentor “porque nuestra redención es en esperanza” (Ro. 8.24). Por eso el cántico de los ángeles también decía “¡Paz en la tierra a todos los que gozan de su favor!” (Lc. 2.14 RVC), porque la Navidad es promesa.
  2. La navidad es promesa cumplida: es el niño que “nos es nacido” de Isaías 9.6; el rey que iba a nacer en Belén Efrata según Miqueas 5.2; el Mesías que vendría humilde de acuerdo a Zacarías 9.9.
  3. La Navidad es promesa abierta al futuro: Es promesa de salvación, de Emmanuel, de Dios con nosotros en Cristo, en el poder del Espíritu Santo.
  4. La promesa de Dios es una de esperanza, que nos toma perdidos en el camino y nos al sendero que conduce a la salvación. La esperanza nos toma en estado de pecado, de impotencia y de desesperación, preguntando: “¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” y nos lleva a decir “Gracias a Dios por su Don inefable” (Romanos 7.24-25).
  5. Esta esperanza surge porque la promesa de la Navidad es una de liberación. 
  • La liberación del pecado, de la muerte y del error. 
  • Liberación del miedo y con él de todo lo negativo de la naturaleza humana. 
  • Liberación de la obediencia a las fuerzas de la muerte que matan y destruyen a la humanidad.

La Navidad es el tiempo cuando conmemoramos el nacimiento del salvador enviado por Dios para alabanza de su gloria. Celebremos la liberación que viene por la promesa divina, dada por medio de Jesús, el Salvador que nace hoy en nuestro corazón.

La esencia de la Navidad (Lc. 2) - listo para predicar
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Adoración integral: En Espíritu y en verdad

En Espíritu y en verdad (Juan 4.21-24)

Introducción

La adoración cristiana es un acto comunitario por medio del cual la Iglesia local, como parte de integral de la Iglesia universal, proclama públicamente la existencia de Dios y celebra la revelación de la palabra divina

Por medio del servicio de adoración, la Iglesia también confiesa su fe en el Dios Trino y recuerda los actos portentosos que Dios ha hecho en la historia, particularmente al revelarse en la figura histórica de Jesucristo.

 

Definición

Podemos definir la adoración como el conjunto de actos que celebra la Iglesia con el propósito de reverenciar y honrar a Dios. En particular, la adoración se da en el contexto del culto cristiano, donde la comunidad de fe se reúne como un solo cuerpo para adorar a Dios.

Es importante notar que la adoración cristiana se da en respuesta a la iniciativa divina. Es decir, Dios es quien siempre da el primer paso para acercarse a nosotros. En la persona de Cristo, Dios viene a nuestro encuentro. Por medio de la adoración, respondemos con gozo a la presencia de Dios.

Lo que es más, la adoración cristiana conduce a un encuentro transformador con Dios. Ese encuentro sigue un formato dado, que se divide en cuatro pasos:

  • Primero,  cuando una persona adora a Dios, comprende la grandeza divina.
  • Segundo, la visión de la grandeza de Dios le lleva a comprender su propia pequeñez. Y eso le motiva a confesar sus pecados.
  • Tercero, la persona escucha el mensaje del evangelio y responde con fe. Como parte de esa respuesta, participa de las ordenanzas o sacramentos de nuestra fe, bautizándose y participando en la Cena del Señor.
  • Cuarto y último, el creyente se consagra a Dios. Su nueva relación con Dios le lleva a interceder en oración por los demás y a servir al prójimo, particularmente a las personas más débiles y vulnerables de nuestra sociedad.

Adoración y vida

Ahora bien, debe quedar claro que la adoración a Dios es mucho más que un rato de oración y alabanzas en un templo. La adoración a Dios es aún mucho más que nuestra piedad personal y nuestras devociones individuales.

La adoración a Dios es, sobre todo, un estilo de vida donde el creyente comprende que todas sus acciones deben estar encaminadas a glorificar al Señor.

Esta verdad bíblica se deriva de Juan 4.21-24, un texto que recoge la respuesta de Jesús a una de las preguntas de la Mujer Samaritana, quien estaba interesada en saber cual era el lugar más indicado para adorar a Dios.

Jesús le dijo: Mujer, créeme que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que lo adoren. Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren.

Este pasaje bíblico nos enseña que la adoración a Dios no se restringe a un templo o a un santuario. Por el contrario, para el creyente fiel el mundo mismo se convierte en un «templo» donde puede adorar al Señor con libertad.

Los creyentes  podemos adorar a Dios en la casa, en la calle, en la escuela o en nuestro lugar de trabajo.

Adoramos a Dios cuando hacemos el bien,

Adoramos a Dios cuando actuamos con justicia,

Adoramos a Dios cuando ayudamos a las personas necesitadas,

En resumen, adoramos a Dios cuando mostramos con nuestras acciones el amor de Dios.

Conclusión

Concluyo afirmando que la verdadera adoración a Dios es integral. Es decir, la verdadera adoración ocurre cuando todo nuestro ser y todas nuestras acciones apuntan al amor de Dios como la meta de nuestra vida, tanto en este mundo como en el venidero.

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