Encuentro de adoración y predicación del Movimiento La Red , una iglesia online, con una meditación sobre el cuidado pastoral del Espíritu Santo.
Uno de los puntos que caracteriza el protestantismo es su teología del ministerio cristiano. Las personas protestantes y evangélicas afirmamos que Dios es nuestro pastor. Por lo tanto, no hay diferencias de dignidad entre el liderazgo ministerial y el laicado de la Iglesia. Ante Dios, tenemos el mismo valor, tenemos la misma dignidad. Dios escucha sus oraciones con el mismo interés que escucha las mías, o las de cualquier otro líder religioso. ¿Por qué? Porque al fin y al cabo, solo tenemos un verdadero pastor: Dios. Toda persona creyente depende del cuidado pastoral que Dios nos ofrece por medio de la obra de Jesucristo y de la acción del Espíritu Santo.
La idea central de la meditación presentada en este Encuentro de Adoración y Predicación es: “El Nuevo Testamento enseña que Dios pastorea al creyente por medio del ministerio del Espíritu Santo. De acuerdo a Romanos 8, el Espíritu Santo ora e intercede por todas las personas de fe, procurando su bienestar.”
Vídeo – El cuidado pastoral del Espíritu Santo
Audio – Prediquemos Podcast
Romanos 8.26-27 RVC
26 De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues no sabemos qué nos conviene pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27 Pero el que examina los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios.
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La capacidad de amar que tiene una iglesia está íntimamente ligada con su crecimiento. Visitar es un gesto de amor de la iglesia. Es una tarea esencial del ministerio evangelístico.
A través de la visitación cultivamos el amor fraternal y la unidad entre las personas que forman parte de la Iglesia. Además, se estimula el desarrollo en la fe de los nuevos creyentes, por el trato amable y el buen testimonio de quienes les visitan (Hebreos 10.25).
Visitar a las personas no creyentes que forman parte de nuestra comunidad extendida le da a la iglesia una oportunidad única para compartir las buenas nuevas de salvación.
Todo el mundo necesita la visita y la oración de la Iglesia. Empero, hay personas que la necesitan de manera urgente. En particular, las personas que están enfermas necesitan ser atendidas con urgencia. Ante la crisis que acarrea la enfermedad, las personas que tienen mayor madurez espiritual deben visitar a quienes estén necesitados o necesitadas de apoyo y oración. El propósito de estas visitas debe ser doble: dar aliento a quienes sufren y dar la mano a las personas necesitadas.
La visitación a personas enfermas constituye un acto de amor cristiano que tiene mucho valor. Quienes participan en esta tarea tienen en sus manos una tarea que Dios tienen alta estima.
Principios importantes
A continuación presentamos puntos importantes a considerar para que nuestras visitas a las personas enfermas y necesitadas sean más efectivas.
Discernir cuán capacitado o capacitada está usted para visitar a los demás.
Sentir que usted está “en el primer amor” con Dios.
Prepararse en oración.
Escoger textos bíblicos y cánticos espirituales apropiados.
Facilitar los procesos.
Dar ánimo y aliento a las personas decaídas.
Entender que cada persona enferma tiene una situación particular que no debe ser comparada a la de otras personas enfermas.
Examinar todo lo que rodea al paciente, para detectar las necesidades del paciente, tales como medicamentos, comestibles y equipo médico, entre otros.
Consejos prácticos
Añadimos consejos prácticos que bien pueden ayudarle a maximizar el impacto positivo de sus visitas. En términos generales, estos consejos prácticos están basados en el siguiente principio: Debemos ser prudentes a la hora de visitar personas enfermas, recién operadas, convalecientes, encamadas o incapacitadas por la enfermedad.
Visitar en grupos pequeños.
Visitar en horario adecuado.
Hacer buen uso del tiempo, manteniendo la visita corta.
Saber cuando terminar la visita y cuando irse.
Respetar los momentos de descanso de la persona enferma.
Pedir permiso para visitar a la persona enferma, anunciar la visita y coordinar la misma con quienes cuidan al paciente.
Conversar sobre temas positivos y edificantes.
No hacer juicios de valor sobre el paciente ni sobre las personas que le cuidan.
No hacer preguntas inoportunas.
Evitar los diagnósticos gratuitos y los consejos médicos basados en su propia experiencia.
Evitar el falso optimismo. No le asegure a la persona ni a sus familiares que Dios habrá de sanarle. Recuerde que nosotros no podemos controlar los planes de Dios para sus vidas.
Tener en cuenta que las personas encamadas tienden a quejarse tanto de sus familiares como de quienes le cuidan. También pueden quejarse de sus hermanos y hermanas en la fe, afirmando que “nunca” le visitan o que “hace años” que no ve a su pastor o a su pastora.
Absténgase de visitar si usted está padeciendo de alguna enfermedad, particularmente si sospecha que tiene alguna condición contagiosa (como un virus).
Velar por su propia seguridad, sin exponerse a contagios, a accidentes o a caídas.
Conclusión
Esperamos que estos principios sean de ayuda tanto para usted, al nivel personal, como para la Iglesia, al nivel general. Les exhorto con amor a perseverar en este hermoso ministerio, llevando las buenas nuevas de salvación por medio de la visitación a las personas enfermas.
Bibliografía
Cotto Cruz, Elías. A mí lo hicieron: Entre sábanas blancas, ministerio con los enfermos. Bayamón: Por el Autor, 2013.
Rivera, Roberto A. No me dejes solo: Una pastoral comunitaria de cuidado, afirmación y acompañamiento.San Juan: Palabra y Más, 2005.