Vocabulario básico de predicación

Materiales para el estudio del vocabulario básico necesario para el estudio de la homilética, la disciplina que estudia la predicación cristiana:

Lectura: Lea el artículo titulado “Glosario básico de homilética y predicación” en La Biblia para la Predicación, pp. 1347-1348.

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Pablo A Jimenez
Pablo A Jiménez

¿Por qué mueren las iglesias?

Una conferencia corta explorando por qué mueren las Iglesias. ¿Cuáles son los factores que llevan a una Iglesia a cerrar?

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Autopsia
Autopsia

Una nueva creación (Juan 1.1-14)

Una nueva creación es una prédica cristiana basada en Juan 1.1-14, apropiada para la celebración del Año Nuevo.

Introducción

No sé si alguno de ustedes ha experimentado el placer y el terror de mudarse a una casa nueva. Quienes hayan pasado por la experiencia de mudarse a un nuevo hogar pueden testificar que uno la vive con una mezcla de euforia y de temor.Por un lado, uno disfruta el proceso, pensando en todas las nuevas posibilidades que abre la relocalización. Pero, por otro lado, no podemos negar que relocalizarnos es un proceso difícil que ciertamente nos da temor.

Dejar lo conocido para aventurarnos a lo desconocido puede paralizarnos del miedo. Es necesario invertir mucha energía emocional en el proceso.

Se me antoja pensar que el comienzo del nuevo año presenta desafíos similares a los de una mudanza o una relocalización. El nuevo año trae consigo posibilidades y desafíos; oportunidades y dificultades. Y la pregunta que se impone es: ¿De dónde vamos a sacar fuerzas físicas, emocionales y espirituales para lidiar con esos desafíos, esas dificultades y esos retos que trae el Año Nuevo?

Les sugiero que, del mismo que hacemos cuando vamos a hacer una mudanza grande, busquemos ayuda, particularmente de alguien que sea experto en ese tipo de transiciones. ¿Y quién mejor que Dios mismo, el Señor del tiempo y el espacio, para ayudarnos a empezar un nuevo tiempo en un nuevo lugar?

La creación (Génesis 1)

De acuerdo al testimonio bíblico, Dios creó el mundo y todo lo que hay en él. Esto lo encontramos en Génesis 1.1 al 2, que dice: “Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas cubrían la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.”

El texto es impresionante, porque describe el acto de la creación como una lucha contra el caos que imperaba en el mundo. Dios impone el orden y llena un mundo que, hasta ese momento, había estado vacío y en desorden.

¿Y cómo es que Dios crea? Lo hace por medio del poder de su palabra. Eso lo vemos en el resto del capítulo 1 de Génesis, del cual les leo los versículos 3 al 5, a manera de ejemplo: “Y dijo Dios: “¡Que haya luz!” Y hubo luz. Y vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas; a la luz, Dios la llamó “Día”, y a las tinieblas las llamó “Noche”. Cayó la tarde, y llegó la mañana. Ése fue el día primero.”

Nótese que Dios crea por medio de su palabra. Solo tiene que decir “que haya luz” para que esta sea una realidad. Así es que la Biblia describe cómo era el mundo “en el principio”.

La nueva creación (Juan 1)

Por su parte, el Evangelio según San Juan comienza con palabras muy similares a las de Génesis, cuando dice: “En el principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba con Dios, y Dios mismo era la Palabra. La Palabra estaba en el principio con Dios. Por ella fueron hechas todas las cosas. Sin ella nada fue hecho de lo que ha sido hecho.”

Como bien habrán notado, Juan también comienza con la frase “en el principio”. ¿Por qué el evangelista hace esto? Sencillo, porque quiere decir que la llegada de Cristo Jesús al mundo de los seres humanos marca un nuevo “Génesis”, una nueva creación.

Jesucristo se presenta, pues, como el agente de la creación, por medio del cual todo lo que existe ha sido creado. Esta idea no solo aparece claramente en los versículos ya leídos, sino que también se encuentra en otros libros del Nuevo Testamento, tales como Colosenses, que dice en el capítulo 1, versículos 15 al 17: “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación. En él fue creado todo lo que hay en los cielos y en la tierra, todo lo visible y lo invisible; tronos, poderes, principados, o autoridades, todo fue creado por medio de él y para él. Él existía antes de todas las cosas, y por él se mantiene todo en orden.”

Por lo tanto, podemos concluir que Jesucristo transforma el corazón del ser humano. Esa transformación es tan profunda, que bien podemos decir que la persona que entra en una profunda relación de amor y amistad con Dios llega a ser una nueva creación.

Una vez más, esta idea no es particular de Juan, sino que la encontramos en otros escritos del Nuevo Testamento, tales como 1 Corintios 5.17, que dice: “De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo!”

Ahora bien, ¿cómo es que Dios hace esta nueva creación? Al igual que en Génesis 1, Dios crea por medio de su palabra. Lo único que esa “palabra” ahora se ha hecho carne en Cristo Jesús, como dice Juan 1, del 9 al 14: “La Palabra, la luz verdadera, la que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, pero el mundo no la conoció. La Palabra vino a lo suyo, pero los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne,  ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria (la gloria que corresponde al unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad.”

Conclusión

Comenzamos un nuevo año, marcando una nueva etapa en el tiempo y en el espacio. En cierto modo, este nuevo tiempo también marca el comienzo de una nueva creación.

  • No importa tu pasado,
  • No importa tu presente,
  • No importa el futuro que hayas pensado tener,

Hoy Dios te dice, por medio de su palabra, que está dispuesto a hacer de ti una “nueva creación”.

Sí, esa es la promesa divina. Gracias a la obra de Jesucristo, quien es la Palabra de Dios hecha carne, hoy puedes llegar a ser “hecho” hijo o hija de Dios.

Sé que la oportunidad que Dios nos ofrece presenta tanto posibilidades como desafíos. Y también sé que, si bien por un lado nos da ánimo y esperanza, por otro bien puede infundirnos temor.

Aún así, Dios nos invita a transitar por estos tiempos nuevos con ánimo renovado, con esperanzas nuevas. ¡No tengan temor! El Dios del tiempo y del espacio nos llama porque desea imponer orden en el caos de nuestras vidas. Desea que seamos nuevas criaturas, en el nombre del Señor Jesucristo. AMÉN

Una nueva creación
¡Feliz Año Nuevo!
¡Feliz Año Nuevo!
Vea otros sermones apropiados para el Año Nuevo

Dios te acepta, versión libre de un sermón de Paul Tillich

Dios te acepta es una versión libre de un sermón de Paul Tillich, titulado “You Are Accepted”, basado en Romanos 5.20.

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Estas palabras del Apóstol Pablo resumen su experiencia, su mensaje y su visión de la vida. Nunca me he atrevido a predicar antes sobre este texto. Pero algo me ha impulsado a considerarlo durante los últimos meses. Es un deseo de dar testimonio de los dos hechos que, en las horas cuando nadie me ve, me parecen determinantes en nuestra vida: la abundancia del pecado y la sobre abundancia de la gracia.

Existen pocas palabras más extrañas que “pecado” y “gracia”. Son extrañas, aunque son bien conocidas. Hoy, estas palabras han perdido gran parte de su poder, al punto que es necesario preguntarnos seriamente si debemos usarlas o descartarlas como herramientas inútiles.

Empero, hay un hecho misterioso en las grandes palabras de nuestra tradición religiosa: no pueden ser reemplazadas. No hay sustitutos para palabras como “pecado” y “gracia”. Estas palabras nacieron en lo profundo de la existencia humana. Allí ganaron su poder para todas las edades, y allí cada generación puede reencontrar su poder. Acerquémonos, pues, a los niveles más profundos de nuestra vida, con el propósito de redescubrir el significado del pecado y de la gracia.

¿Qué significa el pecado en nuestros tiempos? ¿Acaso la gente todavía puede sentirse en pecado? ¿Están conscientes de que el pecado no es un mero acto inmoral? ¿Comprenden que el pecado es el mayor problema de la vida? ¿Sabemos que es un error dividir los seres humanos, llamando a algunos “pecadores” y otros “justos”?

Me gustaría sugerir una palabra, no como un sustituto de la palabra “pecado”, sino como una idea útil en su interpretación de la palabra “pecado”: “separación”. El pecado es separación. Estar en pecado es estar en un estado de separación. Y la separación es triple: separación de Dios, de uno mismo y de los demás.

Nosotras, las personas que nos sabemos separadas, sufrimos las consecuencias destructivas de nuestra separación, pero también sabemos por qué sufrimos.

Sabemos que estamos alejados de Aquel a quien realmente pertenecemos, y con quien debemos estar unidos.

Sabemos que experimentamos esa separación por culpa nuestra. Eso es el pecado: separación y culpa.

Así vivimos toda nuestra existencia, desde que nacemos hasta que morimos. Esa separación se prepara en el vientre de la madre y hasta mucho antes, en cada generación anterior. Alcanza más allá de nuestras tumbas, afectando a todas las generaciones venideras. ¡La existencia es la separación! Por eso, más que un acto o un error, el pecado es un estado de separación.

Podemos decir algo similar sobre la gracia, ya que los conceptos “pecado” y “gracia” están unidos entre sí. Ni siquiera conocemos el pecado hasta que experimentamos la unidad de la vida, que es la gracia. Del mismo modo, no podemos comprender el significado de la gracia hasta que experimentamos la separación de la vida, que es el pecado.

La gracia es tan difícil de describir como el pecado.

  • Para algunas personas, la gracia es la voluntad de un padre celestial que perdona una y otra vez la locura y la debilidad de sus niños. Debemos rechazar ese concepto infantil de la gracia y de la dignidad humana.
  • Para otras, la gracia es un poder mágico en los lugares oscuros del alma. El problema es que ese poder mágico no tiene significado alguno para la vida práctica.
  • Para otras personas, la gracia es la bondad que podemos encontrar junto a la crueldad en la vida. Es un regalo recibido de parte de Dios, de la naturaleza o de la sociedad, para hacer cosas buenas.

Pero la gracia es más que regalos.

  • La gracia es un poder que nos ayuda a superar la separación y distanciamiento.
  • La gracia es el reencuentro de la vida con la vida, la reconciliación del ser humano consigo mismo.
  • La gracia es la aceptación de quien antes había sido rechazado.

La gracia transforma nuestros caminos de muerte en caminos de vida; cambia la culpa en confianza y amor. Hay algo triunfante en la palabra gracia.

Cuando nos examinamos a nosotros mismos, descubrimos una lucha entre la separación y el reencuentro, entre el pecado y la gracia. Encontramos esa lucha en nuestra relación con los demás, en nuestra relación con nosotros mismos y en nuestra relación con Dios.

Si esta breve descripción del pecado y de la gracia resuenan en nuestros corazones, quizás podemos encontrar nuevos significados de estos conceptos. Pero en este proceso las palabras no son tan importantes. Lo más importante es cómo resuenan estos conceptos en los niveles más profundos de nuestro ser. Podemos decir que llegamos a conocer verdaderamente la gracia cuando logramos comprender esta lucha entre la separación y la reconciliación.

¿Quién no ha sentido soledad aún en medio de una multitud? El sentimiento de separación es más agudo cuando estamos rodeados por mucha gente y de mucho ruido, pero aun así no podemos conectarnos con los demás. Esa soledad nos hace sentir distanciados de la vida. Ni siquiera el amor puede ayudarnos a romper las paredes nos separan del prójimo. Cuando estamos en pecado podemos sentirnos separados de nuestra pareja, de nuestras amistades y hasta de nuestros hijos y de nuestras hijas.

La expresión más clara de separación en el mundo actual es la rivalidad entre los grupos sociales dentro de una misma nación. Si no podemos relacionarnos con alguien que vive en nuestra propia tierra, ¿cómo vamos a relacionarnos con gente de otros países? Cuando leemos, escuchamos o vemos partes de prensa sobre guerras, genocidios y ataques terroristas, tenemos que aceptar que en nuestro mundo abunda el pecado.

Recalco que no solo estamos separados de los demás: también estamos separados de nosotros mismos. El ser humano está dividido dentro de sí mismo. Esa separación se manifiesta cuando nos odiamos a nosotros mismos, permitiendo que la desesperación nos arrope. Es un círculo vicioso, pues quien se odia a sí mismo es incapaz de amar a los demás.

El pecado crea en nosotros un instinto de autodestrucción. Nuestra tendencia a destruir a otras personas esconde una tendencia encubierta para destruirnos a nosotros mismos. La crueldad hacia los demás nace de la crueldad hacia nosotros mismos.

Pablo expresó este hecho en sus famosas palabras: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago” (Romanos 7.19).Y luego continuó con otras palabras que bien podrían ser el lema de toda la psicología profunda: “Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí” (Romanos 7.20). Como vemos, el Apóstol detectó en su propio ser esta lucha entre el pecado y la gracia, entre la separación y la reconciliación.

“Más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”, dice Pablo en la misma carta en la que describe el poder inimaginable de la separación y la autodestrucción tanto en el alma como en la sociedad. Pablo vivió esta experiencia en carne propia, quien recibió gracia divina a pesar de haber perseguido la Iglesia. La recibió tal como Jesucristo, quien experimentó la resurrección después de sufrir la cruz, su mayor momento de separación.

Así es la gracia de Dios. En nuestro momento más oscuro, cuando nos sentimos más lejos de Dios, tenemos un momento de gracia. Es como si una ola de luz irrumpiera en nuestra oscuridad y es como si una voz celestial nos dijera: “Dios te acepta. Dios te acepta. Dios te acepta.”

Te acepta uno más grande, más poderoso y más fuerte que tú.

Te acepta uno más alto, más sublime y más excelso que tú.

No tienes de hacer nada ahora;

Ni tienes que buscar nada más.

Lo único que debes hacer es aceptar el hecho de que Dios te acepta. Cuando te sucede esto, estás experimentando la gracia de Dios.

El momento de gracia es corto, pues sólo toma un momento de nuestras vidas. Sin embargo, todo se transforma a partir de ese momento de gracia. ¿Por qué? Porque saber que Dios te acepta te capacita para vencer la separación del pecado y reconciliarte con Dios, contigo mismo y con los demás.

Esa gracia también transforma nuestra relación con los demás. Nos capacita para mirar a los ojos aún de nuestros enemigos y aceptarlos sin esperar nada a cambio, tal como Dios nos acepta a nosotros.

“Pecado” y “gracia” son dos palabras extrañas; pero no son cosas extrañas. Encontramos el pecado y la gracia cada vez que nos miramos al espejo y examinamos nuestra mirada, la ventana a la mente y al corazón. El pecado y la gracia determinan nuestras vidas. El pecado abunda en el mundo y en la sociedad, pero la gracia sobreabunda en nosotros.

Dios te acepta
Romanos 5.20
Paul Tillich
Pablo A Jiménez
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Hebreos 5.11 al 10.39: Tercera parte de la Epístola

Materiales para el estudio de Hebreos 5.11 al 10.39, la tercera parte de la Epístola.

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Hebreos - Jiménez
Hebreos – Jiménez

Hebreos 3.1–5.10: Segunda parte de la Epístola

Notas para el estudio del prólogo de la Epístola a los Hebreos (3.1–5.10).

Hebreos 3.1–5.10: Segunda parte de la Epístola

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Hebreos - Jiménez
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Hebreos 1.5-2.18: Primera parte de la Epístola

Notas para el estudio del prólogo de la Epístola a los Hebreos (1.5–2.18).

Hebreos 1.5–2.18: Primera parte de la Epístola

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Hebreos 1.1-4: El prólogo de la Epístola

Notas para el estudio del prólogo de la Epístola a los Hebreos (1.1-4).

Hebreos 1.1-4: El prólogo de la Epístola

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Hebreos - Jiménez
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Introducción a La Epístola a los Hebreos

Notas para una conferencia introductoria al estudio de la Epístola a los Hebreos.

Introducción a la Epístola a los Hebreos

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Hebreos - Jiménez
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El sermón de LAS SIETE PALABRAS

El Sermón de las Siete Palabras, una meditación para el Viernes Santo y la Semana Santa, por el Dr. Pablo A. Jiménez.

Adquiera el libro del Dr. Jiménez sobre Las Siete Palabras.

Las siete palabras, en formato PDF

VídeosLas siete palabras 

Introducción

La primera palabra: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. (Lucas 23:24)

La segunda palabra: De cierto, de cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso. (Lucas 23:43)

La tercera palabra: Mujer, he ahí tu hijo…He ahí tu madre. (Juan 19:26-27)

La cuarta palabra: ¡Eloi, Eloi! ¿Lama sabactani? (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desemparado? (Marcos 15:34)

La quinta palabra: ¡Tengo Sed! (Juan 19:28)

La sexta palabra: ¡Consumado es! (Juan 19:30)

La séptima palabra: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lucas 23:46)

Conclusión

 

Las Siete Palabras
Las Siete Palabras