Comparto el audio de un sermón grabado en vivo, en la Iglesia “La Misión”, en Mazatlán Sinaloa, cuyo pastor es Elías Páez. El sermón se titula “Eres libre” y se basa en Lucas 13.10-17. Su tema central es: “Dios desea salvar y bendecir a toda la humanidad, particularmente a las personas que son menospreciadas por la sociedad.”
Este sermón le habla, de manera particular, a las personas que se han sentido abandonadas e ignoradas en la vida. la buena noticia es: NO ERES INVISIBLE PARA DIOS.
Cuando conversamos con alguien, podemos verificar si estamos comprendiendo lo que la persona quiere decir. La interrumpimos y hacemos preguntas para clarificar dudas. El proceso es activo y dinámico. Empero, al acercarnos a un texto, enfrentamos una realidad distinta. El texto es un discurso separado de su autor. Más aún, es un discurso colocado en un nuevo contexto–el nuestro–que, posiblemente, es muy distinto a su contexto original.
La pregunta se impone en este punto es: ¿Cómo se interpreta un texto bíblico? A continuación presento un breve resumen del método de interpretación bíblica para la predicación llamado el sistema deLos Tres Pasos.Su objetivo principal es guiar al intérprete–por medio de actividades y preguntas específicas–a una interpretación válida del texto. Veamos cada uno de estos pasos en detalle.
A. El Punto de Contacto
El Punto de Contacto es el espacio donde nuestra experiencia está íntimamente ligada al texto bíblico; donde el texto nos toca personalmente. El Punto de Contacto es un momento devocional donde el estudio de las Escrituras se entrelaza con la adoración.
Establecer su Punto de Contacto con el texto del cual desea predicar es muy importante por varias razones. En primer lugar, hemos oído un sinnúmero de sermones y estudios bíblicos. Por eso, cuando nos acercamos a un texto tenemos ideas concebidas de antemano sobre su contenido, su mensaje y su reclamo teológico. Esta metodología reconoce que toda persona se acerca a las Sagradas Escrituras con una serie de supuestos en la mente. Al establecer el Punto de Contacto dejamos claro cuáles son dichas presuposiciones.
Segundo, establecer el Punto de Contacto nos permite tener un momento de devociones personales con el texto bíblico antes de pasar al análisis crítico del pasaje. La lectura de la Biblia en voz alta, permite escuchar las distintas «voces» del texto, filtradas a través de la entonación y el sentimiento con los cuales nos acercamos a las Escrituras.
El Punto de Contacto puede establecerse de distintas maneras. Quizás baste con un rato de meditación. Otra alternativa es escribir el texto en el centro de una hoja de papel, rodeándolo con nuestros comentarios. Algunas personas hasta prefieren hacer un dibujo inspirado por el texto. Sin embargo, la metodología más efectiva es la de contestar una serie de preguntas guías.
Aparte cerca de 30 minutos para su encuentro con el texto. Comience con unos momentos de oración. Lea el pasaje escogido varias veces, por lo menos, en dos versiones distintas de la Biblia. Tome nota de las diferencias significativas entre las mismas. Después, lea el texto en voz alta con entonación y sentimiento. Entonces, conteste las siguientes preguntas:
¿Qué preguntas surgen de la lectura del texto?
¿Qué sentimientos experimenta al leer el pasaje bíblico?
¿Qué recuerdos le trae?
Imagine que está en el mundo que propone el texto: ¿Qué ve? ¿Qué oye? ¿Qué huele? ¿Qué saborea? ¿Qué toca? En resumen, ¿qué siente al estar en el mundo que propone el texto?
¿Qué cambios han ocurrido en su forma de entender el texto?
¿Qué temas para la predicación le sugiere este pasaje bíblico?
Tome tiempo para familiarizarse con el método. Más adelante podrá añadir actividades y preguntas que respondan a su propia perspectiva teológica y a su personalidad.
B. La validación
La validación es el momento donde el intérprete toma distancia del texto. Esta es una distancia crítica, cuyo propósito es dar espacio para el análisis cuidadoso del texto. La validación es el momento donde recurrimos a fuentes secundarias, tales como los comentarios bíblicos, los diccionarios bíblicos y otros libros de teología bíblica.
En este paso, podemos dirigir nuestro estudio por medio de las siguientes preguntas guías.
En lo posible, identifique el contexto histórico, social, político y religioso del texto. ¿Cuál era la condición social de la comunidad a la que se dirigió originalmente?
¿Cuál es el género literario del texto? (e.g., narración, poesía, profecía, texto legal, Evangelio, epístola o Apocalipsis) ¿Cuál es su forma? (e.g., parábola, historia de milagro, discurso profético de juicio o salvación, código legal, exhortación, exposición doctrinal, visión apocalíptica, etc.) ¿Qué función tiene esta forma?
¿Cuáles son las características literarias de este texto?
¿Qué palabras clave debe buscar en el diccionario bíblico? ¿Cuáles son los conceptos teológicos más importantes del pasaje?
¿Qué respuestas ha encontrado a sus preguntas sobre el texto? (Las preguntas que usted escribió en respuesta a la primera pregunta del Punto de Contacto) ¿Qué elementos importantes ha encontrado en su investigación?
Finalmente, resuma el mensaje central del pasaje. También puede escribir otras ideas secundarias que se deriven de su lectura, estudio e interpretación del texto.
C. La interpretación
La interpretación es el momento donde logramos un entendimiento más profundo del texto. La interpretación es una «relectura» informada del texto que toma como punto de partida las conclusiones obtenidas en la validación. Esta segunda lectura debe ser más completa, más profunda y más crítica que la primera.
Debemos señalar que hay una gran diferencia entre la explicación y la comprensión. El hecho de que una persona pueda explicar un texto no quiere decir que lo comprenda. La explicación es posible cuando se maneja en detalle el contexto, la forma y el contenido del texto. Sin embargo, la comprensión no ocurre hasta que se escucha el reclamo teológico del pasaje bíblico. Por ejemplo, después de analizar críticamente La parábola del buen samaritano (Lc. 10:29-37) podremos explicar lo peligroso del camino a Jericó, las razones por las cuales el sacerdote y el levita no ayudaron al herido y la enemistad que separaba a los judíos de los samaritanos. Ahora bien, sólo comprenderemos el texto cuando la frase «Ve, y haz tú lo mismo» (v. 37b) nos llame a ser misericordiosos con aquellas personas necesitadas en nuestro entorno.
Podemos usar las siguientes preguntas guías para interpretar el texto en este tercer paso.
Compare el contexto social e histórico del texto con el nuestro. ¿Qué elementos de conflicto presenta? ¿Qué elementos salvíficos? ¿Hay en nuestro mundo elementos parecidos a éstos? Al hacer esto estaremos usando la «hermenéutica de analogía», es decir, estaremos haciendo una comparación entre nuestro mundo y el mundo bíblico para determinar la pertinencia del texto.
¿Acaso la forma o la estructura literaria del texto sugieren una estructura específica para su sermón?
¿Acaso la función del pasaje sugiere un propósito específico para su sermón?
Para escuchar el mensaje de este texto en forma apropiada, ¿con cuál personaje debemos identificarnos? Si el texto es narrativo, podemos identificarnos con alguno de los personajes; si es discursivo, con la persona que escribe o con quienes reciben la enseñanza. Nunca debemos identificarnos con el héroe de la historia. Por ejemplo, si predicamos La parábola del buen samaritano diciendo que la iglesia representa al viajero misericordioso, no hay desafío para la audiencia. Si, por el contrario, nos identificamos con los religiosos que siguieron de largo, el llamado de la parábola a ser compasivos y misericordiosos será evidente.
¿Qué pautas sugiere este texto para la práctica de la fe y para la acción pastoral? A la hora de interpretar el texto debemos considerar sus implicaciones prácticas; debemos preguntar qué cosas el texto llama a hacer aquí y ahora, tanto a nivel personal como comunitario. Así nuestra predicación será pastoral y contextual.
¿Cuál es el mensaje del texto para hoy? ¿Cuáles son las «buenas nuevas» del pasaje? En este punto debemos recordar que la palabra «Evangelio» viene del vocablo griego que significa «buena noticia».
Sólo es verdaderamente cristiana la predicación que transmite la buena noticia de que por medio de la obra redentora de Jesucristo podemos pasar de la esclavitud bajo las fuerzas de la muerte a la libertad que da al Dios de la Vida. La predicación que carece de buena noticia, por definición, no es proclamación cristiana.
Conclusión
Espero, pues, que el estudio y las práctica del método de Los Tres Pasos le ayude a preparar sermones bíblicos que comuniquen con claridad la «buena noticia» del Evangelio de Jesucristo, nuestro Señor. AMÉN.
Resumen de las preguntas guías sobre Los Tres Pasos
Primer paso: El Punto de contacto
¿Qué preguntas surgen de su lectura del texto?
¿Qué sentimientos experimenta al leer el texto?
¿Qué recuerdos le trae a la memoria este texto?
Imagine que está en el mundo que propone el texto: ¿Qué ve? ¿Qué oye? ¿Qué huele? ¿Qué saborea? ¿Qué toca? En resumen, ¿qué se siente al estar en el mundo que propone el texto?
¿Que cambios han ocurrido en su forma de entender el texto?
¿Qué temas e ideas le sugiere el texto?
Segundo Paso: Validación
En lo posible, identifique el contexto histórico, social, político y religioso del texto. ¿Cuál era la condición social de la comunidad a la que se dirigió originalmente?
¿Cuál es el género literario del texto? ¿Cuál es su forma? ¿Qué elementos la caracterizan? ¿Qué función tiene esta forma?
¿Cuáles son las características literarias de este texto?
¿Qué palabras difíciles de entender contiene el texto? ¿Cuáles son los conceptos teológicos claves del pasaje? ¿Qué significado tienen?
¿Qué respuestas ha encontrado a sus preguntas sobre el texto? ¿Qué elementos importantes para la interpretación del pasaje ha encontrado usted en su investigación?
Resuma el mensaje central del pasaje. Exprese sencilla y claramente los temas e ideas de este texto para su audiencia original.
Tercer paso: Interpretación
Haga una comparación entre nuestro mundo contemporáneo y el mundo que propone el texto. ¿Cómo compara el contexto socio-histórico del texto con el nuestro? ¿Qué elementos de conflicto presenta el pasaje? ¿Qué elementos hablan sobre salvación? ¿Hay en nuestro mundo elementos parecidos a éstos?
¿Acaso la forma o la estructura literaria del texto le sugiere una estructura específica para su sermón?
¿Acaso la función del texto le sugiere un propósito específico para su sermón?
Para escuchar el mensaje de este texto en forma apropiada, ¿con qué personaje debemos identificarnos?
¿Qué pautas le sugiere este texto para la práctica de la fe y para la acción pastoral?
¿Cuál es el mensaje del texto para nosotros hoy? ¿Cuáles son las “buenas nuevas” del pasaje?
El podcast PREDIQUEMOS trata en esta ocasión el sistema de Los Tres Pasos, un método de interpretación bíblica para la predicación.
Los tres pasos son:
A. El Punto de Contacto
B. La Validación
C. La Interpretación
Este sistema se explica, entre otras publicaciones, en el libro Principios de Predicación & en La Biblia para la Predicación. Puede adquirir estos materiales por medio de Amazon.com o puede acceder a la sección de libros de www.drpablojimenez.com:https://drpablojimenez.com/libros/
El “podcast” es la nueva radio. Permite grabar programas de radio y colocarlos en archivos de audio o vídeo que se pueden descargar a un dispositivo móvil, a una tableta electrónica o a una computadora.
Este tutorial enfoca en el uso del podcast para la producción de programas de mensaje cristiano en audio, con el propósito de avanzar la difusión del Evangelio de Jesucristo.
Espero que haya disfrutado de este vídeo tutorial.
Me place compartir esta entrevista al Dr. Samuel Pagán, uno de los más grandes expertos en el campo de la traducción y el estudio de la Biblia en el mundo de habla hispana.
El Dr. Pagán es autor de más de 50 libros, muchos de los cuales usted puede adquirir por medio de Amazon.com. Del mismo modo, el Dr. Pagán enseña en varios seminarios, entre los cuales se destaca el Seminario Teológico Gordon-Conwell. También lleva grupos de peregrinos a Israel.
Espero que disfruten a saciedad esta entrevista al Dr. Samuel Pagán.
En la vida de todo ser humano hay un momento clave cuando nos preguntamos si la vida puede ser distinta. Es un momento donde podemos en duda lo que la gente considera “normal”. Es el nacer de una pequeña esperanza de cambio.
Preguntar “¿Y si al vida fuera distinta?” nos lleva a considerar posibilidades de cambio, atrevernos a hacer lo antes impensado, y a soñar con un nuevo futuro.
Sin embargo, la mera pregunta sobre la posibilidad de cambio no basta. Falta un elemento adicional: la fe. Es la fe en Dios, revelado en la persona de Jesucristo en el poder del Espíritu Santo, lo que nos permite considerar un nuevo futuro.
Jesús recompensó tanto los valores como la acción de esta mujer visionaria, que se atrevió a decir la verdad que todos conocían, pero que nadie quería nombrar. Eso le llevó a aceptar con humildad su regalo tan extravagante.
Y hoy, ese mismo Jesús—quien vive para siempre—está aquí, presto a darte “las fuerzas necesarias por medio de la fe, de manera que puedas transformar tu vida, en el nombre del Señor.”
La soledad es una constante en la vida de quienes ocupan posiciones de liderazgo. A pesar de que las personas que ejercen liderazgo viven rodeadas de gente, algunas funciones sólo pueden llevarse a cabo en soledad.
Escuche el podcast basado en este escrito:
Esto se debe a que el liderazgo requiere meditación, análisis y ponderación. Si bien hay tiempos de estar al frente de un grupo, marchando, hablando u orientando, también hay tiempos de estar a solas con Dios y con nuestra conciencia. Ser líder requiere integridad y la integridad requiere auto-examen.
El problema es que la vida no se detiene. En ocasiones, quien es líder necesita retirarse a reflexionar, pero los afanes de la vida le llaman a estar al frente del pueblo y a cumplir con su labor. Cuando eso pasa, los y las líderes se agotan, pierden perspectiva y pierden efectividad.
Jesús en solitario
La Biblia contiene innumerables historias de líderes religiosos que sirvieron a Dios en tiempos de crisis, tanto personales como nacionales. Pudiéramos ilustrar la soledad del liderazgo con episodios de la vida de Moisés, de David, o de Elías, entre muchos otros.
Moisés pasó tiempo a solas con Dios, en el Monte Sinaí (Éxodo 24.15-18).
David pasó tiempo en el desierto (1 Samuel 23.14).
Y el Profeta Elías se refugió en el Monte Horeb (1 Reyes 19.8)
Sin embargo, Jesús de Nazaret es nuestro modelo de liderazgo por excelencia. Por eso, hoy ilustraremos la soledad del liderazgo con un episodio de la vida de Jesús.
Lucas 9.51 es uno de los textos más importantes del Evangelio según San Lucas: «Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén» (RVR 1960)
Este pasaje habla sobre la decisión más difícil que Jesús jamás tomó. El Maestro Galileo entendía que tenía una misión muy especial que cumplir; una misión que le había sido dada por Dios. La misión requería viajar a Jerusalén, la capital de Judea, para enfrentar a las autoridades políticas y religiosas. Jesús debía desenmascarar a los líderes falsos que oprimían y mataban al pueblo. Empero, en el proceso de confrontación Jesús se jugaría la vida.
Aunque Lucas no narra cuanto Jesús sufrió en el proceso de tomar la decisión de viajar a Jerusalén, el Evangelio lo da a entender por medio de un recurso literario. Lucas cuenta que en tres ocasiones Jesús se retiró a orar por largo tiempo antes de tomar la decisión.
Lucas 5.16 dice que Jesús se retiraba a «lugares desiertos» para orar: «…pero Jesús se retiraba a lugares apartados para orar» (RVC).
Lucas 6.12 cuenta que, en una ocasión, Jesús pasó toda una noche orando: «Por esos días Jesús fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios» (RVC).
Y Lucas 9.28 afirma que Jesús subió a orar con Pedro, Juan y Jacobo, su círculo más íntimo de líderes: «Como ocho días después de que Jesús dijo esto, subió al monte a orar, y se llevó con él a Pedro, Juan y Jacobo» (RVC).
Podemos inferir que Jesús se retiraba a orar constantemente porque estaba ponderando a solas la decisión de subir a Jerusalén.
Afirmó su rostro
Lucas 9.51 (RVR 1960) dice que Jesús «afirmó su rostro» para ir a Jerusalén. Esa es una frase hermosa, de alto contenido poético. Describe la valentía de Jesús, quien le dio cara a la situación con arrojo y con integridad. Otras versiones de la Biblia traducen el texto de las siguientes maneras:
Reina-Valera Contemporánea (RVC): «Se acercaba el tiempo en que Jesús había de ser recibido arriba, así que resolvió con firmeza dirigirse a Jerusalén.»
Nueva Versión Internacional (NIV): «Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén.»
Nueva Traducción Viviente (NTV): «Cuando se acercaba el tiempo de ascender al cielo, Jesús salió con determinación hacia Jerusalén.»
Dios Habla Hoy (DHH): «Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén.»
Un punto que no debemos pasar por alto es que Jesús toma la decisión cuando «se cumplió el tiempo adecuado». Esto nos recuerda que en griego existen dos palabras para describir el tiempo: «chronos» y «kairós». La primera se refiere al aspecto cuantitativo del tiempo, es decir, al tiempo que se mide. La segunda palabra, «kairós», se refiere al aspecto cualitativo del tiempo. Es decir, se refiere al «momento adecuado» para hacer algo.
Jesús decide subir a Jerusalén en el «kairós» de Dios; es decir, en el tiempo adecuado y en el momento oportuno señalado por el Padre Celestial. Movido por la certeza de actuar en la plena voluntad de Dios, Jesús cancela todo otro compromiso y decide caminar a Jerusalén.
¿Qué habría de encontrar en Jerusalén? Allí encontraría muchos elementos contradictorios, tales como:
Una multitud que lo aclamaría con gozo, declarándolo «Hijo de David».
El liderazgo religioso tradicional, que lo recibiría con desprecio y desdén.
La guardia del templo, que lo arrestaría.
El parlamento judío, conocido como el Sanedrín, quien lo juzgaría de manera ilegal.
Y el liderazgo político y militar romano, quien lo juzgaría de manera sumaria y lo condenaría a muerte.
Como todo buen líder, Jesús intuía el terrible costo de su viaje a Jerusalén. Pero aún así, «afirmó su rostro» para subir a la Ciudad Santa.
Las voces que distraen
No debemos perder de vista que, una vez tomada la decisión, toda una serie de personas se atravesaron en el camino de Jesús. Algunas lo hicieron de buena fe y otras con agendas ocultas, pero todas terminaron entorpeciendo la misión de Jesús.
El caso más escandaloso es el Juan y Jacobo quienes responden de manera desmedida a una situación incómoda. Jesús y sus discípulos fueron rechazados por habitantes de algunas aldeas samaritanas (Lucas 9.52-53). Ofendidos, Juan y Jacobo tuvieron el siguiente intercambio con Jesús:
Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? Entonces, volviéndose él, los reprendió diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois, porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.– Lucas 9.54b-56 (RVR 1960)
Nótese que la pregunta de los discípulos denota ignorancia, pues desconocían el carácter de Jesús. Es evidente que Jesús nunca hubiera deseado la muerte de los samaritanos y es evidente que Jesús nunca hubiera usado el poder divino para la venganza. Sin embargo, Juan y Jacobo le hacen perder el tiempo con una pregunta tonta.
También se aparecen en el camino otros hombres que se ofrecen a seguir a Jesús. El primero le dijo con gran entusiasmo: «Señor, te seguiré adondequiera que vayas» (9.57). Podemos intuir que el hombre deseaba seguir a Jesús para alcanzar fama y fortuna, porque Jesús le hizo una advertencia solemne:
Las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.– Lucas 9.58 (RVR 1960)
El segundo responde al llamado al discipulado diciendo: «Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre» (Lucas 9.59). Con esto quería decir que deseaba dedicarse a cuidar de sus padres—quienes probablemente no estaban ni enfermos en el momento—hasta que murieran, antes de dedicarse a seguir a Jesús. Jesús responde a sus excusas, diciendo
Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú vete a anunciar el reino de Dios. – Lucas 9.60 (RVR 1960)
Y el tercero responde de manera similar al anterior, pues se ofrece a seguir a Jesús sólo después de atender sus responsabilidades familiares (9.61). Y una vez más, Jesús responde con palabras duras, diciendo:
Ninguno que, habiendo puesto su mano en el arado, mira hacia atrás es apto para el reino de Dios . – Lucas 9.62 (RVR 1960)
Liderazgo y soledad: Siete lecciones para líderes pastorales
Esta historia nos enseña siete importantes lecciones sobre el liderazgo cristiano:
En momentos de crisis, quien tiene la responsabilidad de ser líder debe tener una visión clara de la misión que Dios le ha encomendado.
El sentido de misión es la fuente principal de inspiración para quienes ejercen el liderazgo cristiano.
Las cargas del liderazgo se aligeran cuando tenemos una vida espiritual saludable.
Es importante retirarse, a solas con Dios, para enfocarnos en la misión que el Señor nos ha encomendado.
Podemos compartir con Dios las cargas del liderazgo que no podemos compartir con nadie más.
Es crucial que ejerzamos el discernimiento espiritual, de manera que podamos actuar en el «kairós» de Dios, es decir, en el momento oportuno que Dios ha determinado para que llevemos a cabo las tareas relacionadas a la misión.
El liderazgo requiere audacia y valentía. En momentos críticos, debemos «afirmar nuestro rostro» para cumplir la misión.
En resumen, peligros siempre habrá, como también problemas a granel y voces que intentarán distraernos. No debemos, pues, prestar atención a quienes intentan distraernos de la misión, tratando de que perdamos el foco. En esos momentos críticos, sigamos, pues, el ejemplo de Jesús:
Afirmemos nuestro rostro para cumplir la misión que Dios ha puesto en nuestras manos.
Versión libre del sermón titulado “Amar a los enemigos”, escrito por Martin Luther King, Jr., y publicado en su libro “Strength to Love”.
Introducción
“Amad a vuestros enemigos”: quizás esta sea la enseñanza de Jesús más difícil de seguir.
Algunos piensan que es imposible cumplir este mandamiento. ¿Cómo amar a una persona que se empeña en hacernos daño, sea de frente o a nuestras espaldas? Otros piensan que el mandato a amar los enemigos prueba que la ética cristiana está diseñada para personas débiles y cobardes, no para las fuertes y valientes. Estas personas piensan que Jesús fue un idealista.
A pesar de estas objeciones, el mandato de Jesús nos desafía con urgencia. La inestabilidad de la sociedad nos recuerda que el hombre moderno viaja por una carretera llamada “odio”, en un viaje con destino a la destrucción y a la condenación. Lejos de ser la declaración piadosa de un soñador, el mandato a amar a nuestros enemigos es un absoluto necesario para nuestra supervivencia. Amar aun a los enemigos es la clave para la solución de los problemas de nuestro mundo. Por eso, afirmo que Jesús no era un idealista, sino un realista.
Jesús comprendía la dificultad inherente al acto de amar a los enemigos. Sabía que toda expresión genuina de amor encuentra su origen en el acto de rendirse a Dios. Por lo tanto, Jesús dijo “amad a vuestros enemigos” con toda seriedad. Y nosotros, como cristianos, tenemos la responsabilidad de descubrir el significado de este mandato para hoy y de cumplirlo con pasión.
¿Cómo amar a los enemigos?
Ahora bien, ¿cómo es que uno demuestra el amor por los enemigos?.
Primero, demostramos el amor por medio de nuestra capacidad para perdonar. Quien no sabe perdonar, tampoco sabe amar. Es imposible amar a los demás sin primero aceptar la necesidad de perdonar las injurias recibidas. Por eso, debemos comprender que sólo la persona ofendida puede perdonar. Le toca, pues, a la víctima iniciar el proceso del perdón. El ofensor puede bien puede pedir perdón, pasando por un proceso similar al del Hijo Pródigo, quien “volvió en sí” después de sufrir las consecuencias de su pecado. Empero, sólo la persona ofendida puede perdonar al ofensor.
Perdonar no quiere decir que uno ignora la ofensa. Por el contrario, quiere decir que la ofensa ya no es impedimento para entrar en y mantener una relación. El perdón crea la atmósfera necesaria para volver a empezar, libres de las cargas del ayer. El perdón conduce a la reconciliación. Nuestra capacidad para perdonar determina nuestra capacidad para amar.
Segundo, debemos comprender que el ofensor es mucho más que su ofensa. Hasta la persona más repulsiva tiene alguna característica positiva. El problema es que los seres humanos tenemos personalidades divididas, ya que le mostramos amor a algunas personas a la misma vez que le hacemos daño a otras. Y esto lo vemos aún en el testimonio bíblico, cuando el Apóstol Pablo expresa:
Yo sé que en mí, esto es, en mi naturaleza humana, no habita el bien; porque el desear el bien está en mí, pero no el hacerlo.Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí. – Romanos 8.18-20
Tercero, no debemos tratar de derrotar ni de humillar al enemigo, sino de ganar su amistad. A veces la vida nos da la oportunidad de vengarnos de aquellos que nos han hecho daño. Sin embargo, esto termina haciéndonos daño a nosotros mismos. Debemos recordar que Pablo también dijo: “No busquemos vengarnos, amados míos. Mejor dejemos que actúe la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12.19).
¿Por qué amar a los enemigos?
Ahora vayamos del “cómo” a “¿por qué debemos amar a nuestros enemigos?”
La primera razón es evidente: Pagar odio con odio sólo multiplica el odio. El odio no puede vencer al odio; sólo el amor puede vencerlo.
El odio multiplica el odio.
La rudeza sólo multiplica la rudeza.
Y la violencia multiplica la violencia.
Por lo tanto, cuando Jesús nos ordena amar a los enemigos, nos está pidiendo que rompamos la cadena de violencia que destruye al “otro” y, por ende, a la sociedad.
Otra razón para amar al enemigo es que el odio ensucia el alma y distorsiona la personalidad. Todos sabemos los estragos que causa el odio en la mente y el corazón de nuestros enemigos; pero pocos reconocemos el daño que puede causarnos a nosotros mismos; a nuestra mente y a nuestro corazón.
Si permitimos que las ofensas recibidas siembren odio en nuestros corazones, ese sentimiento negativo crecerá en nuestras almas. El odio es como un cáncer que corroe la personalidad y mina nuestra vitalidad. El odio destruye nuestros valores. Lo que es más, el odio causa tanta corrupción que terminamos llamando bueno a lo malo, bello a lo grotesco y verdadero a lo falso (compare con Isaías 5.20).
Tercero, debemos amar a nuestros enemigos porque el amor es la única fuerza que puede transformar al enemigo en un amigo. Recuerden que no deseamos destruir a la persona que nos ha ofendido, sino deshacernos de la enemistad que nos separa. Dios, quien es amor, es quien cambia al ser humano con su poder transformador.
Conclusión
Finalmente, hay una razón aún más importante para amar a nuestros enemigos. La encontramos en Mateo 5.43-45:
Oíste que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
Por lo tanto, es por medio del amor que llegamos a ser hijos e hijas de Dios. Aunque todo ser humano es hijo de Dios en potencia, esa relación se actualiza cuando amamos a los demás. Debemos amar a nuestros enemigos, porque sólo por medio del amor podemos experimentar la belleza y la santidad de Dios.
Sobre esta base, el Dr. Martin Luther King Jr. dirigió el siguiente mensaje a sus muchos oponentes:
Enfrentaremos su capacidad de hacernos daño con nuestra fuerza para amar. Enfrentaremos su fuerza física con nuestra fuerza espiritual. Desobedeceremos las leyes injustas, porque nuestra conciencia nos obliga a luchar por la justicia. No importa el mal que lancen contra nosotros, vamos a perseverar en el amor. Vamos a triunfar algún día; obteniendo una victoria que no será para sólo para nosotros. Y triunfaremos dos veces, porque no solo vamos a ganar nuestros derechos civiles; también ganaremos su corazón.
Y, a pesar de que King ofrendó su vida en el proceso de asegurar los derechos civiles de la comunidad afroamericana en los Estados Unidos, su mensaje se tornó en profecía. La resistencia pacífica resultó una táctica efectiva para combatir la brutalidad del sistema racista. La gente pudo ver con sus propios ojos, por medio de los reportajes de televisión, cómo la policía y las turbas racistas abusaban de personas que protestaban en paz. Los perseguían, los golpeaban, los mojaban con agua a presión, los acosaban con perros bravos y hasta los encarcelaban. Mientras tanto, quienes protestaban sólo reclamaban sus derechos a tomar agua de las mismas fuentes, a estudiar en las mismas escuelas y a comer en los mismos restaurantes que la gente blanca de herencia anglo-europea.
Esto llevó a presidentes como Kennedy y Johnson a oponerse al sistema racista en el cual habían sido criados para defender los derechos de los afroamericanos. Y eso abrió el camino para reconocer los derechos de las comunidades hispanas.
¿Por qué debemos amar a nuestros enemigos? Porque el amor es la fuerza espiritual más grande del universo, porque Dios es amor.