La Iglesia: La comunidad de la esperanza

Por Pablo A. Jiménez

La Iglesia es la comunidad que vive entre la venida del Señor Jesucristo en carne, y la venida del Señor Jesucristo en gloria. Es la comunidad que vive en el «todavía otro poco de tiempo» del cual habla Jesús en el Evangelio según San Juan (Juan 7.33). Es comunidad que vive en la espera de un Mesías que ya vino, pero que vendrá y nos tomará a sí mismo para él (Juan 14.3). ¡Esta es la Iglesia del Señor!

La Iglesia espera. Espera ser redimida de la vida en el mundo. Espera la renovación del tiempo antiguo (Isaías 37.26), viviendo con su Señor. Espera la manifestación de las últimas cosas (Romanos 8.19), cuando Jesucristo vendrá en gloria.

La Iglesia ha sido redimida del mundo, porque vive en una historia que sufre «dolores de parto» a causa de la maldad humana (Romanos 8.22). Un mundo donde reina «el principe de la potestad del aire» (Efesios 2.2), trayendo a su paso daño y destrucción. Como dijo Jesús: «el ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir» ( Jn. 10.10). 

Vivimos en cautiverio. Del mismo modo que el pueblo de Israel estuvo en cautiverio en tierra extraña (Salmo 137.4), nosotros, el pueblo de Dios, vivimos en la tierra extraña del pecado. Somos peregrinos. Nuestro hogar se encuentra en «lugares celestiales» (Efesios 1.3, 20 y 2.6), «escondido con Cristo en Dios» (Colosenses 3.3). Y como pueblo que no tiene donde «recostar su cabeza» (Mateo 8.20), a veces nos sentamos a las orillas del río sin deseos de continuar viviendo (Salmo 137.1-2), mientras las personas del mundo que nos oprime nos piden que les cantemos algunos de los cánticos de Sión (Salmo 137.3); que les mostremos la alegría del Evangelio mientras vivimos en la pena del exilio. 

La Iglesia aguarda. Aguarda ser redimida de un mundo de pecado en el cual se siente extraña y no encuentra lugar. 

Pero la Iglesia no sólo aguarda. También recuerda. Recuerda que fue llamada por Dios a predicar un mensaje de salvación a un mundo en crisis. Recuerda que fue llamada a ser sal para preservar al mundo de la destrucción (Mateo 5.13). Recuerda que fue llamada a ser luz para alumbrar a un mundo en tinieblas (Mateo 5.14-16). Recuerda que fue llamada a ser el heraldo que se levanta sobre un monte alto y anuncie que se ha cumplido el tiempo de castigo y que los pecados son perdonados (Isaías 40.9-10).

La Iglesia es heredera del llamamiento de Isaías, que Cristo hace suyo en el libro de Lucas cuando toma el rollo de la sinagoga y dice:

El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor. 

Lucas 4.18-19

La Iglesia lleva en su memoria colectiva la encomienda del Señor Jesús de ir a predicar el Evangelio (Marcos 16.15), de ir a hacer discípulos (Mateo 28.19), de ser testigos en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra (Hechos 1.8).

La Iglesia recuerda el rostro del Señor Jesús diciendo: «No temáis, manada pequeña, porque a vuestro padre le ha placido daros el reino» (Lucas 12.32).

La presencia de nuestro Señor Jesucristo corta la pena de nuestros corazones. Es sal que quema la herida y cura el dolor. Cristo es camino (Juan 14.6) que nos lleva por la vida, dirigiendo nuestros pasos hasta la presencia misma de Dios (Hebreos 2.10). Espera que nos resucita de la muerte con que nos pagó el pecado (Romanos 6.23). Es verdad, es novedad de vida ante las mentiras del mundo.

Empero, aún así nos preguntamos qué debemos hacer. ¿Qué será de nosotros como pueblo peregrino? ¿Pasaremos el resto de nuestras vidas entre el bien el mal, entre la bendición y la maldición? ¿Soportaremos la vida en un mundo oscuro siendo nosotros hijos e hijas de luz? ¿Venceremos los embates del pecado, que quieren destruir nuestras casas?

La respuesta es positiva: ¡Venceremos! Porque la Iglesia es la comunidad de la esperanza. Porque si la Iglesia aguarda y recuerda es porque el Señor misericordioso ha derramado su amor en nuestros corazones (Romanos 5.5) en forma de promesa. La promesa de que «este mismo Jesús…así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hechos 1.11), según le dijeron los ángeles a los varones galileos. 

Tenemos promesa de labios de Señor Jesús, registrada en Juan 14.1-3.

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Tenemos la certeza de ser «más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8.37). Sabemos que nada «nos podrá separar del amor de Cristo» (Romanos 8.39). Ni tribulación, ni angustia, ni persecución, ni hambre, ni peligros, ni espada o desnudez (Romanos 8.38-39). Sabemos que la victoria es nuestra porque «esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (1 Juan 5.4).

  • ¡Venceremos! No por nuestra fuerza, porque no es con espada ni con ejércitos ni con carros de a caballo que se gana la batalla, sino con el Espíritu de Dios (Oseas 1.7).  
  • ¡Venceremos! Porque «más son los que están con nosotros los que están» contra nosotros (2 Reyes 6.16).
  • ¡Venceremos! Porque «las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas» (2 Corintios 10.4). 
  • ¡Venceremos! Porque Jesús dijo: «En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16.33). 
  • ¡Venceremos! Porque «pelearán contra el Cordero, y  el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles» (Apocalipsis 17.14).

La Iglesia vive en fe, con la certeza de que el Señor es fiel; con la esperanza de que cumplirá sus promesas.

Por eso la Iglesia guarda muy cerca de su corazón la expresión del salmista: 

Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion,

Seremos como los que sueñan.

Entonces nuestra boca se llenará de risa,

Y nuestra lengua de alabanza;

Entonces dirán entre las naciones:

Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.

Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros;

Estaremos alegres.

Haz volver nuestra cautividad, oh Jehová,

Como los arroyos del Neguev.

Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.

Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla;

Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.

Salmo 126

Prediquemos
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Predicar en la frontera: Entrevista con el pastor Xosé Escamilla

¿Cómo predicar hoy en la frontera entre los Estados Unidos y México? Escuche al pastor Xosé Escamilla hablar sobre este interesante tema.

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Profeta, Sacerdote y Rey: El Triple Oficio de Jesucristo

En este episodio de PREDIQUEMOS exploramos la obra de Cristo, enfocando su “triple oficio” como profeta, sacerdote y rey. Para ver más episodio de nuestro podcast, visite www.prediquemos.com

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Triple Oficio de Cristo
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Jesús de Nazaret, el Predicador: Nuevo episodio de PREDIQUEMOS

¿Cómo predicaba Jesús de Nazaret? ¿Cuál era su estilo homilético? ¿Cómo interpretaba las Sagradas Escrituras?

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Prediquemos Podcast
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Jesús, el Predicador
Jesús, el Predicador

Yo soy: Un sermón sobre Mateo 14.22-36

Yo soy” es el título de este bosquejo de sermón listo para predicar, basado en Mateo 14.22-36.

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Escuche un sermón basado en este bosquejo homilético

Texto: Mateo 14:22-36

Yo soy - Mateo 14.30
Mateo 14.30

Tema: La presencia del Cristo resucitado capacita a la iglesia para enfrentar y derrotar a las fuerzas del caos y la muerte.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Llamar a la audiencia a poner la vista en Jesús.

Clasificación: Expositivo

Lógica: Deductiva

Introducción

En ocasiones nuestra lectura de la Biblia se queda en la superficie. No nos damos cuenta de que los ecos de y las referencias a otros pasajes de la Escritura. Tomando esto en cuenta, vamos a tratar de hacer una lectura más profunda de Mateo 14.22-36.

Puntos a desarrollar

A. La súbita tormenta

  1. El pasaje relata la segunda ocasión en la cual Jesús calma la tempestad en Mateo. La primera vez Jesús se encontraba con sus discípulos en la barca (8.23-27). La segunda, los discípulos se encontraban solos, pues Jesús se había quedado en la orilla orar.
  2. Era común encontrar tormentas súbitas en el Mar de Galilea.
  3. El mar representa a las aguas del caos (Gn. 1.1-10; 7.11; Sal. 18.15-16; 69, 1-3; 107:23-32; 144.5-8). La barca representa a la iglesia que se enfrenta sola a los sufrimientos y la tortura (gr. “basanizo”).

B. Jesús camina sobre las aguas

  1. Los discípulos ven a Jesús caminando sobre las aguas. Se aterrorizan pensando que era un fantasma.
  2. La caminata tiene un valor simbólico. En el AT encontramos varias referencias al dominio divino sobre las aguas del caos (Espíritu Santo: Gn. 1.1-2 / Dios: Job. 9.8; 38.16; Sal. 77.19; Is. 43:16; 51.9-10; Hab. 3.5).
  3. Del mismo modo, las palabras de Jesús tienen un valor simbólico. Jesús dice “Yo soy” en referencia directa a la revelación de Dios a Moisés en el monte Sinaí (Ex. 3). Por lo tanto, también hace referencia a los muchos “Yo soy” de Isaías 40 en adelante. De aquí que lo normal es esperar una palabra de salvación después de la frase.

C. La respuesta de los discípulos

  1. Los discípulos contestan con temor y duda. Pedro, representando a los demás, cuestiona la veracidad de la presencia de Jesús.
  2. Pedro se hundió rápidamente. La clave para entender su fracaso está en el verbo gr. “distazo”, que quiere decir literalmente tratar de mirar dos cosas a la vez. Por eso, se traduce como dudar, tener la mente dividida  o ser de doble ánimo. Por lo tanto, Pedro se hunde porque su mirada alterna entre Jesús y la tormenta.
  3. Después que Jesús sube a la barca, el viento cesa y los discípulos adoran a Jesús.

Conclusión

Este texto es mucho más que una historia de milagro. Es una alegoría donde la barca representa la iglesia; y la tormenta representa la persecución y el sufrimiento. Pedro representa a los discípulos que dudan de la presencia divina y abandonan a la comunidad de fe porque cuestionan la presencia de Dios en sus medios. La única constante es Jesús, como mediador de la presencia divina que salva y transforma la humanidad.

Quiera el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo que calma la tormenta capacitarnos para proclamar el Evangelio aún cuando tengamos que enfrentar los ataques de las fuerzas del mal, del pecado y la muerte.

Vea otros sermones sobre el Evangelio según San Mateo

Elementos que matan congregaciones – TeoBytes 074

Escuche esta edición del podcast TeoBytes, grabada en el auto, de camino al aeropuerto. Su tema son los Siete Elementos Negativos que Matan a las Congregaciones Cristianas. Esperamos que la escuchen y la comenten. ¡Dios les cuide!

http://teobytes.libsyn.com/elementos-que-matan-a-las-congregaciones-tb074

Las bellas artes en la Iglesia

Un breve ensayo sobre el aporte de la iglesia, en sus diversas expresiones, a las bellas artes en la cultura puertorriqueña.


Las Iglesias evangélicas, protestantes y católicas hacen grandes aportes a la cultura, aportes que en muchas ocasiones pasan desapercibidos.

Todos los años, las Iglesias reparten alimentos, ropa, y donativos en efectivo a miles de familias en necesidad. Otras Iglesias aún ofrecen becas de estudio para personas jóvenes, tanto al nivel de escuela superior como al nivel universitario. Y no podemos olvidar el rol pacificador que tiene la presencia de nuestras Iglesias aún en las comunidades más violentas del país. La Iglesia está presente hasta en los barrios donde la Policía lo piensa dos veces antes de entrar.

Ahora bien, en esta ocasión deseo tomar otro camino, ofreciendo algunas perspectivas sobre los aportes de la Iglesia a nuestra cultura. En particular, deseo hablar sobre la contribución que hacen las Iglesias a la enseñanza de las bellas artes en Puerto Rico.

Es de todos sabido que el sistema educativo en Puerto Rico pasa por una grave crisis. Esa crisis tiene ribetes financieros, aunque en el fondo es un problema sistémico. Y una de las manifestaciones más claras de la crisis es la reducida oferta de cursos relacionados a las bellas artes en las escuelas públicas del país.

A la hora de recortar programas, los primeros cursos que se eliminan son aquellos relacionados al deporte y a las bellas artes. Esto se debe a que los sistemas educativos en la cultura occidental siguen una pirámide educativa, una jerarquía que privilegia los cursos relacionados a las ciencias y las matemáticas mientras menosprecia las bellas artes y los deportes.

Para decirlo con mayor claridad, la mayor parte de nuestras escuelas —tanto públicas como privadas— ofrecen muy pocas oportunidades para que nuestros estudiantes aprendan música, teatro, danza, dibujo y arte visual.

Debemos reconocer que las Iglesias han tratado de responder a este problema social ofreciendo, la mayor parte de las veces de forma gratuita, cursos y talleres en estas áreas. Es en la iglesia que mucha gente aprende a cantar, a tocar instrumentos musicales y a apreciar la música. Muchas Iglesias también ofrecen clases de arte, ayudando a la juventud a conocer el mundo del dibujo y la pintura. Del mismo modo, las Iglesias también tienen grupos de teatro donde nuestra juventud disfruta por primera vez de la oportunidad de actuar.

Y los aportes no terminan ahí. Nuestra cultura ha entrado al mundo digital y nuestras Iglesias no se están quedando atrás. Por eso, es en la Iglesia donde muchos jóvenes se enfrentan por primera vez a una consola de sonido. Del mismo modo, es en la Iglesia donde muchas personas jóvenes aprenden los rudimentos de la producción de vídeo y de la transmisión de vídeo por Internet.

Por eso, afirmo que las Iglesias puertorriqueñas están haciendo un aporte incalculable a la educación de la juventud puertorriqueña, subsanando algunas de las deficiencias que aquejan al sistema educativo del país.

Puedo decir con orgullo que la Iglesia local donde serví como pastor por 10 años ha sido un vivo ejemplo de lo que estoy argumentando. Por décadas, la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) [ICDC] en Espinosa ha fomentado la enseñanza de las bellas artes en sus diversos programas educativos para la niñez y la juventud. Éstas dimensiones estéticas enriquecen la vida de nuestro pueblo.

En particular, deseo destacar su Ministerio de Arte Dramático, el cual presenta dos o tres obras cada año. En ese ministerio participan personas de otras Iglesias locales de la comunidad, lo que permite que las obras teatrales sean representadas en otras comunidades aledañas. En este ministerio participan adolescentes, jóvenes, personas adultas y hasta personas de la tercera edad.

Muchas de las obras representadas por el Ministerio de Arte Dramático han sido escritas por personas que forman parte de la ICDC en Espinosa, congregación que ha producido toda una serie de poetas, muchos de los cuales han publicado parte de su obra.

La buena noticia es que la ICDC Espinosa no es la excepción, sino la regla. Cada Navidad y cada Semana Santa, centenares de Iglesias en Puerto Rico presentan dramas, cantatas y otras representaciones visuales del Evangelio. Proclaman el Evangelio no sólo por la palabra, sino también por medio del arte, de la música, de la danza, de la poesía y de la actuación.

Damos, pues, gracias a Dios por estos aportes culturales de la Iglesia Cristiana al país y a la sociedad.

Las Bellas Artes & la Iglesia
Las Bellas Artes & la Iglesia
Vea otros ensayos sobre Teología Pastoral

La Iglesia ante la muerte de la Ley de cierre

Una de las medidas contenidas en la nueva ley de Reforma Laboral es la virtual abolición de la Ley de cierre en Puerto Rico. Esta es la ley que regula el horario de los comercios en Puerto Rico, particularmente de los establecimientos que emplean 25 personas o más.

Hasta tiempos recientes, la ley de cierre obligaba a los comercios a seguir un horario muy estricto, cerrando en las noches y en los domingos. Los únicos comercios exentos de la regulación eran los negocios familiares, con menos de 25 empleados.

A partir de la década de los 90, la ley fue liberalizada poco a poco. Eventualmente permitió que los Centros Comerciales abrieran los domingos, aunque aún limitaba el trabajo en la mañana. Al principio quienes trabajaban los domingos recibían mayor compensación, a razón de tiempo y medio por cada hora. Esa medida fue derogada hace algunos años, de manera que el salario hoy es el mismo trabaje usted lunes o domingo.

En el pasado, la Iglesia protestó vehementemente en contra de la liberalización de la Ley de cierre. El tema era candente y las vistas públicas sobre las enmiendas a la ley eran muy concurridas. La comunidad religiosa no solo defendía el domingo como día de adoración, sino que también lo defendía como día de descanso necesario para afirmar el valor de la familia y la justicia social hacia la clase obrera.

Sin embargo, en esta ocasión la muerte de la Ley de cierre pasó sin pena ni gloria. ¿Por qué? Primero, porque es hasta cierto punto sorpresivo que una ley sobre Reforma Laboral afecte la Ley de cierre. Por lo tanto, las Iglesias no esperaban que se tocara el tema en ese proyecto de ley. Segundo, porque otros puntos de la Reforma fueron mucho más controversiales que los cambios a la Ley de cierre. Y, tercero, porque la Reforma Laboral fue aprobada a la carrera, en sesiones que se extendieron hasta tarde en la noche.

Ahora bien, propongo que hay otra razón por la cual no hubo protestas en esta ocasión. Si la Iglesia no protestó es porque la Ley de cierre existente hasta hace unos días—para todos los efectos prácticos—carecía de impacto y efectividad. Por ejemplo, aunque la antigua ley obligaba a los comercios a abrir los domingos a las 11 am, en términos prácticos limitaba las actividades de los empleados en la mañana, incluyendo sus actividades religiosas.

Por otro lado, las Iglesias hoy reconocen que el mundo ha cambiado. Antes la mayor parte de la gente pensaba que el mundo occidental, en general, y Puerto Rico, en particular, estaban orientados por una cultura “cristiana” o “judeo-cristiana”. Hoy comprendemos que nuestras culturas son “post-cristianas”, lo que implica que nuestros respectivos países ya no son “cristianos”.

La Iglesia hoy vive una nueva realidad misionera. Nuestros países, si bien una vez fueron “cristianos”, necesitan ser evangelizados de nuevo. La iglesia debe comprender que el gobierno ya no ha de favorecerla, como lo hizo alguna vez en el pasado. Hoy la Iglesia tiene que “competir” por la atención de la gente en un mundo donde hay una enorme variedad de alternativas.

Para decirlo con mayor claridad: mientras cuarenta años atrás solo las iglesias estaban abiertas los domingos, hoy todos los comercios pueden abrir. Y no solo los comercios, pues algunas universidades están ofreciendo cursos intensivos los sábados y los domingos en Puerto Rico.

Esto implica que las Iglesias necesitan ser más pertinentes que nunca, ofreciendo programas atractivos que muevan a la gente a visitarlas regularmente. También implica que las Iglesias deben revisar sus programas, ofreciendo oportunidades de adoración fuera del horario tradicional del domingo en la mañana.

Finalmente, esto también implica que la Iglesia debe reconocer su nuevo rol minoritario en la sociedad. Ya no predicaremos desde una posición de poder, respaldados por los partidos políticos de turno. Ahora tendremos que ministrar tal como lo hicieron los profetas del antiguo Israel y tal como lo hizo Jesús de Nazaret: Desde una posición contra-cultural, anunciando las virtudes de Dios y denunciando los vicios de una sociedad seducida por la idolatría.

Visto desde esta perspectiva, la Iglesia puertorriqueña debe levantar su voz profética para cuestionar los efectos de la eliminación de la Ley de cierre tanto en la sociedad como en la familia. En lugar de enfocar en la asistencia al culto dominical, debe cuestionar el consumismo desmedido de nuestra sociedad. Y debe defender a la clase obrera, que cada vez pierde más derechos.

Si la Iglesia no amplía su perspectiva, corre el peligro que quedar irrelevante, como una institución pasada de moda que solo está preocupada por su propia supervivencia.

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