Consuelen a mi pueblo (Isaías 40)

Audio, vídeo y texto listo para predicar de un sermón sobre Isaías 40, titulado “Consuelen a mi pueblo”, por el Dr. Pablo A. Jiménez.


  • Texto: Isaías 40.1-11
  • Idea central: Dios da consuelo en los tiempos difíciles a quienes le buscan con fe.
  • Área: Formación espiritual
  • Propósito: Preparar la iglesia para encontrarse con Dios.
  • Lógica: Deductiva
  • Diseño: Expositivo, para la temporada de Adviento

«Consuelen a mi pueblo; ¡consuélenlo!

2 ¡Hablen al corazón de Jerusalén!

¡Díganle a voz en cuello

que ya se ha cumplido su tiempo,

que su pecado ya ha sido perdonado;

que ya ha recibido de manos del Señor

el doble por todos sus pecados.» 

Así comienza Isaías 40, un pasaje bíblico lleno de consuelo y esperanza. Este capítulo marca un cambio en el libro de Isaías, transitando de la condena y el juicio hacia un mensaje de consuelo y redención. Es un llamado a la consolación, dirigido al pueblo de Israel, que había experimentado el exilio y la aflicción como consecuencia de su desobediencia a Dios. A lo largo de estos versículos, encontramos poderosas imágenes poéticas que resaltan la grandeza, la fidelidad y el inagotable amor de Dios hacia su pueblo.

Este hermoso pasaje bíblico afirma que Dios da consuelo en los tiempos difíciles a quienes le buscan con fe.

El v. 1 comienza con las palabras “consuelen a mi pueblo”, dándole un tono particular al pasaje. El verbo “consolar” se repite enfáticamente para subrayar la urgencia y la importancia del consuelo divino. Dios mismo se presenta como el dador de consuelo, revelando su carácter compasivo y amoroso.

La razón detrás de este llamado a la consolación se expone en los versículos siguientes. El pueblo de Israel había sufrido las consecuencias de su pecado y desobediencia, pero ahora Dios le promete perdón y restauración. La voz profética declara que la deuda de Israel ha sido pagada, simbolizando la reconciliación entre Dios y su pueblo. Este mensaje de gracia y perdón es un recordatorio de la naturaleza redentora de Dios, que siempre busca restaurar la relación con aquellos que se apartan de él.

Estos versículos nos enseñan que Dios promete consolar a su pueblo. También nos enseñan que el arrepentimiento conduce al perdón. Por lo tanto, el texto recalca la gracia de Dios, quien es compasivo y misericordioso.

El texto continúa diciendo:

3 Una voz clama en el desierto:

«Preparen el camino del Señor;

enderecen en el páramo

una calzada a nuestro Dios.

4  Que todo valle sea enaltecido; 

que se hunda todo monte y collado;

que se enderece lo torcido

y que lo áspero se allane.

5  Se manifestará la gloria del Señor,

y la humanidad entera la verá.

La boca del Señor ha hablado.»

La imagen de un “voz que clama en el desierto” en el versículo 3 evoca la figura de Juan el Bautista, quien preparó el camino para la llegada de Jesucristo. Esta conexión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento resalta la continuidad del plan redentor de Dios a lo largo de la historia. La voz en el desierto llama a preparar el camino para el Señor y enderezar sus sendas, una metáfora que sugiere la necesidad de arrepentimiento y preparación espiritual para recibir al Mesías.

Siguiendo las enseñanzas del Bautista, ustedes y yo también tenemos necesidad de preparar nuestros corazones para encontrarnos con Dios. 

Los versículos 6-8 hablan de la brevedad de la vida humana, en contraste con la permanencia de la Palabra de Dios.

6 Una voz decía: «¡Grita!»

Y yo respondí: «¿Y qué debo de gritar?»

«Grita que toda carne es como la hierba,

y que su belleza es como la flor del campo.

7  La hierba se seca, y la flor se marchita,

porque el viento del Señor sopla sobre ella.

Y a decir verdad, el pueblo es como la hierba.

8  Sí, la hierba se seca, y la flor se marchita

pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.»

La vida humana es efímera, como la hierba del campo, pero la Palabra de Dios permanece para siempre. Este pasaje bíblico nos invita a reflexionar con humildad sobre la brevedad de nuestras vidas y a reconocer la soberanía divina sobre todas las cosas. Aunque los seres humanos somos mortales, el mensaje de Dios perdura eternamente, ofreciendo consuelo y orientación a lo largo de todas las generaciones.

El texto que hoy nos ocupa termina diciendo: 

¡Súbete a un monte alto, mensajera de Sión! ¡Levanta con fuerza tu voz, mensajera de Jerusalén! ¡Levántala sin miedo y di a las ciudades de Judá: «¡Vean aquí a su Dios!» 10 ¡Miren! Dios el Señor viene con poder, y su brazo dominará. ¡Miren! Ya trae con él su recompensa; ya le precede el galardón. 11 Cuidará de su rebaño como un pastor; en sus brazos, junto a su pecho, llevará a los corderos, y guiará con suavidad a las ovejas recién paridas.

Los versículos 10-11 cierran el pasaje con una imagen tierna y poderosa de Dios como pastor. Dios viene con poder y su brazo señorea sobre él, pero al mismo tiempo apacienta como un pastor amoroso a su rebaño. La imagen del Señor recogiendo a los corderos en sus brazos y llevándolos en su regazo transmite un cuidado personal y una ternura divina. Este retrato de Dios como pastor refuerza la idea de su cercanía y preocupación por cada uno de sus hijos, guiándolos con amor y protegiéndolos con su fuerza.

Toda persona cristiana que escuche este texto seguramente pensará en la imagen de Jesús de Nazaret como el Buen Pastor, que aparece en Juan 10.11-15 que dice: 

Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, huye y abandona las ovejas cuando ve venir al lobo, y el lobo las arrebata y las dispersa. 13 Al que es asalariado, no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor. Yo conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, 15 así como el Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre; y yo pongo mi vida por las ovejas.

De este modo, el texto afirma que Dios consuela, cuida y protege a quienes le buscan con fe. 

En resumen, Isaías 40:1-11 es un pasaje rico en significado y profundidad espiritual que:

  • Ofrece consuelo y esperanza a través del perdón divino, llamando al arrepentimiento y la preparación para recibir al Mesías. 
  • Contrasta la brevedad de la vida humana con la eternidad de la Palabra de Dios, recordándonos la importancia de buscar lo eterno en medio de lo temporal. 
  • Presenta la llamada a Sion a proclamar buenas nuevas y subraya nuestra responsabilidad de compartir la gracia divina con el mundo. 
  • Describe, como imagen final, a Dios como pastor, lo que refuerza la cercanía y el amor personal que el Señor tiene por su pueblo. 

Hoy la Palabra de Dios nos invita a buscar consuelo en Dios, particularmente en tiempos de prueba. Hoy la Palabra divina nos invita a prepararnos para encontrarnos con Dios.

Isaías 40 - Consuelen a mi pueblo
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