¿Quién mató a Jesús?

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El nombre de Jesús (Hechos 4.7-12)

Un sermón sobre el nombre de Jesús, basado en Hechos 4.7-12.

Vea este sermón en el contexto de un culto de adoración.

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¡Jesús está en la barca! (Marcos 4.35-41)

Bosquejo de un sermón listo para predicar, basado en Marcos 4.35-41, donde Jesús de Nazaret calma las aguas del Mar de Galilea.

Texto: Marcos 4.35-41 RVC

Ese mismo día, al caer la noche, Jesús les dijo a sus discípulos: «Pasemos al otro lado.» 36 Despidió a la multitud, y partieron con él en la barca donde estaba. También otras barcas lo acompañaron. 37 Pero se levantó una gran tempestad con vientos, y de tal manera las olas azotaban la barca, que ésta estaba por inundarse. 38 Jesús estaba en la popa, y dormía sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» 39 Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma. 40 A sus discípulos les dijo: «¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?» 41 Ellos estaban muy asustados, y se decían unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta el viento y las aguas lo obedecen?»

Tema: Jesús nos llama a tener confiar en él, aún en medio de la tormenta.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Dar ánimo a la audiencia, llamándola a tener fe

Lógica: Inductiva

Diseño: Narrativo

Vídeo del sermón sobre Marcos 4.35-41

Audio – Prediquemos podcast

Introducción

Había sido un día muy productivo. Jesús de Nazaret, rodeado por sus discípulos, había pasado el día enseñando, por medio de parábolas, a la multitud (Marcos 4.1-34). Llegada la tarde, Jesús decide continuar su marcha, viajando al otro lado del mar de Galilea.

El mar de Galilea, o como se le conoce en hebreo, el «Kinneret», en realidad es un lago que se encuentra al norte del territorio nacional y que, aún hoy, divide a Israel de Siria. El lago tiene unas 33 millas o 53 km de circunferencia, 13 millas o 22 km de largo y 8 millas o 13 km de ancho. 

Por lo tanto, caminar no era una opción. Caminar alrededor del lago toma entre 3 a 4 días, mientras cruzarlo en un barco de vela sólo toma algunas horas.

Trama

Aunque caía la tarde, y en el mundo antiguo no había alumbrado eléctrico, Jesús decide cruzar el lago y le dice a sus discípulos «Pasemos al otro lado» (v. 35). Con toda seguridad, el clima debía estar en condiciones óptimas, porque de otra manera el grupo no se hubiera a aventurado a cruzar el lago a esa hora. De todos modos, para mayor seguridad, los discípulos salieron junto con otras barcas, de manera que si alguna tenía problemas las otras podrían socorrerla (v. 36). 

En los tiempos de Jesús, una barca promedio tenía unos 27 pies u 8 metros de largo, por 8 pies o 2.5 metros de ancho. Tenía una sola vela, cerca de la proa, es decir, de la parte del frente. La barca promedio acomodaba unas 12 personas. Esto quiere decir que la embarcación donde iban Jesús y sus discípulos probablemente estaba sobrecargada, pues en ella iban Jesús, sus discípulos y la tripulación. Vacía, el borde de la barca podía estar a unos 3 pies o 75 centímetros sobre el agua. Cargada, podía estar tan cerca como 1 pie o 31 centímetros de la superficie. 

De repente, como suele ocurrir en el mar de Galilea, sobrevino una tormenta (v. 37). ¿Por qué son tan comunes? Porque el mar de Galilea se encuentra en un hueco, rodeado de montañas. El nivel del agua está entre 705 pies o 215 metros a 686 pies o 209 metros debajo del nivel del mar. Por eso, en algunas ocasiones, el viento que viene del mar Mediterráneo comienza a dar vueltas sobre el lago, formando trombas marinas. Nótese que el texto bíblico solo menciona que la tormenta consistía de vientos fuertes; no menciona lluvia, ni truenos. Así que podemos concluir que la «tormenta» en realidad era una tromba marina, es decir, un tornado sobre las aguas del lago.

Punto culminante

La tormenta era tan fuerte que las olas echaban agua dentro de la barca, lo que podía hundirla (v. 37b). Aterrados, los discípulos despertaron a Jesús, quien se encontraba durmiendo sobre una almohada en la popa, es decir, en la parte de atrás de la barca (v. 38). 

Ahora bien, el problema no es que lo despertaron, sino cómo lo despertaron. En lugar de despertarlo para decirle que estuviera alerta ante el peligro que enfrentaban, lo despiertan con un reproche, con una acusación: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» (v. 38). El texto griego es aún más fuerte, porque dice: «¿No te importa que vamos a ser destruidos?».

Esa es la naturaleza humana. Cuando enfrentamos un problema, en lugar de buscar sus causas reales, le echamos la culpa a Dios. 

Para los discípulos,

El problema no era el clima.

El problema no era la topografía.

El problema no era el sobrepeso de la barca.

No. El problema es Dios; el problema es que no le importamos a Dios.

El v. 40 dice: «Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma.» Noten el verbo «reprender», que es el mismo vocablo que Marcos utiliza cuando Jesús reprende los espíritus inmundos. Por lo tanto, Jesús trata a la tormenta como si fuera un demonio, y la reprende, ordenándole que guardara silencio.

Desenlace

Como es de esperar, la tormenta terminó. Empero, la tormenta puso al descubierto el verdadero problema: Los discípulos de Jesús, a pesar de caminar con él cada día, escuchando sus enseñanzas y atestiguando sus milagros, no tenían fe: «A sus discípulos les dijo: “¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?”» (v. 41).

Tenían miedo porque olvidaron que Jesús estaba en la barca. 

Olvidaron que Dios está en control del mundo y de la historia.

Olvidaron que Dios tiene poder aun sobre las repentinas tormentas que puedan azotar nuestras vidas.

Olvidaron que Dios está presto a protegernos, respondiendo aún a nuestros reclamos más injustos.

«¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?»: Preguntó Jesús a sus discípulos ayer. Y Jesús nos plantea las mismas preguntas hoy. Sí, es cierto que el mundo está enfrentando una pandemia sin precedentes para las generaciones actuales; una emergencia de magnitudes no vistas desde el 1918. Empero, la vida está llena de momentos críticos. Cada uno de nosotros y cada una de nosotras ha enfrentado varias crisis en el pasado. Y, si sobrevivimos esta, enfrentaremos muchas más: «¿Por qué tenemos tanto miedo? ¿Cómo es que no tenemos fe?».

La respuesta comunica la buena noticia que tiene este pasaje bíblico para toda la humanidad: No debemos tener miedo porque:

Aún en medio de la tormenta, ¡Jesús está en la barca!

Aún en medio de la crisis, ¡Jesús está en la barca!

Aún en medio del «valle de la sombra y de la muerte» (cf. Salmo 23.4), ¡Jesús está en la barca!

¡Jesús está en mi barca!

¡Jesús está en tu barca!

!Jesús está en nuestra barca!

Tengamos valor,

Tengamos fe,

Y tengamos paz. 

Sermón sobre Marcos 4.35-41
Marcos 4.35-41
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Un nuevo comienzo (Jeremías 31)

Un bosquejo para un sermón listo para predicar sobre Jeremías 31, adecuado para el Año Nuevo, por Pablo A. Jiménez.


Media


Rudimentos del sermón

Texto: Jeremías 31.7-14

Idea Central: Dios desea hacer un nuevo pacto con su pueblo.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Motivar a la congregación a pensar positivamente sobre su relación con Dios.

Diseño: Expositivo, en ocasión del Día de Año Nuevo

Lógica: Inductivo

Bosquejo listo para predicar – Jeremías 31

Introducción

         El comienzo de año nos da la oportunidad de cerrar capítulos viejos y de abrir nuevos capítulos. Esto es muy importantes en términos psicológicos y sociológicos. Particularmente después de un año difícil, es importante poder decir que ese tiempo acabó y que comienzan tiempos nuevos. El Día de Año Nuevo marca un nuevo comienzo para cada persona y para toda la sociedad.

Puntos a desarrollar
A.     La realidad del sufrimiento

Y si hablamos de tiempos difíciles es porque la vida es dura para toda persona, en todo tiempo y en todo lugar. Cada uno de nosotros tiene que luchar por la vida diariamente. Tenemos que procurar el bienestar propio, el de nuestros seres queridos y el de nuestra sociedad.

Empero, algunos tiempos son más difíciles que otros. En el caso del texto bíblico que hoy nos ocupa, el pueblo de Judá había sido conquistado por el Imperio de Babilonia. Los ejércitos extranjeros habían ocupado la Tierra Santa, manchándola de sangre. Y el liderazgo del pueblo fue deportado a campos de concentración en Babilonia. Esto dejó al pueblo dividido entre la masa de gente pobre que permanecía en Judá bajo el mandato militar extranjero y el liderazgo encarcelado lejos de su tierra.

La destrucción de Jerusalén, la ocupación militar de Judá y la deportación del liderazgo del pueblo dejó a los judíos a una profunda crisis. La crisis era política, económica, social, moral y religiosa. Tal parecía que el pueblo no tenía esperanza alguna.

B.     La promesa divina

En medio de esa crisis, Dios le ordena a Jeremías que profetice, ofreciendo palabras de esperanza. El mensaje es claro: el cautiverio tendrá fin y el pueblo volverá a su tierra oportunamente (Jer. 31.7-14, RVC):

«El Señor dice: “Canten de gozo y alegría por el pueblo de Jacob, la principal entre todas las naciones. Hagan oír sus alabanzas y digan: ‘El Señor salvó a su pueblo, lo que quedaba de Israel.’ Voy a hacerlos volver del país del norte, y a reunirlos del último rincón del mundo. Con ellos vendrán los ciegos y los cojos, las mujeres embarazadas y las que ya dieron a luz; ¡volverá una enorme multitud! Vendrán orando y llorando. Yo los llevaré a corrientes de agua, por un camino llano, donde no tropiecen. Pues soy el padre de Israel, y Efraín es mi hijo mayor. “Naciones, escuchen la palabra del Señor y anuncien en las costas lejanas: ‘El Señor dispersó a Israel, pero lo reunirá y lo cuidará como cuida el pastor a sus ovejas.’ Porque el Señor rescató al pueblo de Jacob, lo libró de una nación más poderosa. “Vendrán y cantarán de alegría en lo alto de Sión, se deleitarán con los beneficios del Señor: el trigo, el vino y el aceite, las ovejas y las reses. Serán como una huerta bien regada, y no volverán a perder las fuerzas. Las muchachas bailarán alegremente, lo mismo que los jóvenes y los viejos. Yo les daré consuelo: convertiré su llanto en alegría, y les daré una alegría mayor que su dolor. Haré que los sacerdotes coman los mejores alimentos y que mi pueblo disfrute en abundancia de mis bienes. Yo, el Señor, lo afirmo.” »

La promesa divina, proclamada por el profeta, demuestra el interés y la disposición de Dios para relacionarse con su pueblo. En particular, nos enseña que Dios está dispuesto a entrar en una nueva relación de pacto con nosotros. Es más, Jeremías 31.31-34 (RVR1960) afirma que Dios desea hacer un nuevo pacto con cada creyente.

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.  Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

En el pasado, las palabras de Jeremías le dieron aliento y esperanza al pueblo de Dios. Quienes fueron deportados guardaron en sus corazones la promesa de libertad, enseñando a sus hijos y a sus hijas que el cautiverio no sería permanente. Por eso, cerca de 70 años después de llegar a Babilonia, el grupo de personas deportadas pudieron volver a la tierra de Judá.

Conclusión

         Y hoy, las palabras de Jeremías también deben darnos aliento y esperanza. La Biblia nos enseña que:

  • Aunque todos pasamos por momentos de crisis, el sufrimiento no es permanente.
  • Dios promete liberarnos del sufrimiento, causado por el pecado, la violencia y la maldad.
  • Y, más importante aún, Dios desea hacer un nuevo pacto con su pueblo.

         Sí, hermanos y hermanas, la buena noticia es que Dios desea hacer un nuevo pacto con nosotros. La pregunta que resta es si nosotros, ustedes y yo, estamos dispuestos a entrar en una nueva relación de pacto con Dios.

         Para entrar en esa relación, debemos examinar nuestras vidas.

  • ¿Qué tenemos que dejar de hacer?
  • ¿Qué tenemos que comenzar a hacer?
  • ¿Qué tenemos que volver a hacer?

         Respondamos con amor a la oferta divina, renovando nuestro pacto con Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN.

Jeremías 31
Un mensaje para el Año Nuevo
Vea otros sermones para ocasiones especiales

Jesús, el niño refugiado

Una reflexión para el 6 de enero, Día de Reyes (Epifanía)

Por Pablo A. Jiménez

 

El 6 de enero, en la tradición puertorriqueña, es el día especial cuando recordamos la llegada de hombres sabios quienes, guiados por una estrella, llegaron hasta la tierra de Judea buscando al Mesías enviado por Dios para salvar a la humanidad.

Siguiendo la tradición española, en Puerto Rico celebramos la llegada de los Tres Reyes Magos. Esta es una tradición hermosa, aunque se aleja un tanto de la tradición bíblica. El Evangelio según San Mateo, el único que recoge esta historia, no dice el número de los hombres sabios que buscaban al niño Dios, no menciona sus nombres y nunca les llama “reyes”.

A pesar de su disparidad con el testimonio bíblico, la tradición puertorriqueña es hermosa y debe guardarse con amor. Sin embargo, dicha tradición no debe distraernos del profundo mensaje que tiene la historia de los Magos en el testimonio bíblico.

La historia bíblica, en Mateo 2, afirma lo siguiente:

  1. Jesús nació al final del reinado de Herodes, el Grande (Mt. 2.1). Este era un extranjero—proveniente de Idumea—que había llegado al trono de Judá gracias a las maquinaciones de Antípatro, su padre, y su matrimonio con Mariammé, una princesa Asmonea, hija de Juan Hircano II.
  2. Unos hombres sabios llegaron a Judea de tierras lejanas buscando al “rey de los judíos”, orientados por una estrella (v. 1). Se cree que estos hombres eran astrónomos provenientes de Persia. Evidentemente, habían estudiado las Sagradas Escrituras hebreas y la promesa del Mesías venidero, pues conocían la promesa de Números 24:17: “Yo lo veré, pero no en este momento; lo contemplaré, pero no de cerca. De Jacob saldrá una estrella; un cetro surgirá en Israel…”.
  3. También es evidente que no conocían a Herodes, un rey hábil, pero sanguinario, quien había mandado a asesinar a dos de sus hijos con Mariammé, llamados Alejandro y Aristóbulo (7 a.c.). Del mismo modo, estuvo involucrado en el arresto y ejecución de su hijo mayor, Antípatro, a quien tuvo con Doris, su primera esposa. Antípatro falleció solo cinco días antes que su padre en el año 4 a.c.
  4. Herodes recibió a los sabios extranjeros con amabilidad, fingiendo interés en su búsqueda (v. 2). Sin embargo, las palabras de los sabios le estremecieron (v. 3), pues Herodes sabía muy bien que no tenía derecho al trono de Judea.
  5. El Rey recurrió a líderes religiosos versados en la teología para escudriñar las profecías bíblicas (v. 4). Correctamente, estos le indicaron que el Mesías habría de nacer en la ciudad de Belén (v. 5), como indica la profecía de Miqueas 5.2 (v. 6).
  6. 6. Con esta información en mano, Herodes llamó a los sabios y les pidió que encontraran al Mesías y que, a su regreso, pasaran por Jerusalén para informarle donde estaba el niño (vv. 7-8)
  7. Los sabios siguieron la estrella hasta donde estaba el niño (vv. 9-10). Entraron a la casa donde estaba María de Nazaret, junto a Jesús, y le adoraron (v. 10).
  8. También le dieron tres regalos: Oro, incienso y mirra (v. 11). El oro representa la realeza de Jesús, el incienso evoca el culto a Dios y la mirra, la amargura que sufren los profetas. De esta manera, los regalos de los sabios profetizan el “Triple Oficio” de Cristo, como profeta, sacerdote y rey.
  9. Por medio de una revelación en sueños, Dios le dice a los sabios que regresen a su tierra “por otro camino”, sin informar a Herodes sobre el paradero del Mesías recién nacido (v. 12).
  10. Del mismo modo, Dios le dijo en sueños a José que emigrara a Egipto para escapar de la ira de Herodes (v. 13). Tan pronto despertó, viajó con su familia a Egipto, donde encontraron refugio hasta que Herodes murió (vv. 14-15).
  11. Cuando notó que los sabios no regresaban a decirle donde estaba el niño, Herodes mandó a asesinar a todos los niños menores de dos años en la ciudad de Belén (v. 16). Dado que la ciudad era relativamente pequeña, contando con unos 150 a 200 habitantes, se calcula que el número de niños asesinados debió oscilar entre 5 a 7. Claro está, no hay evidencia histórica de esta masacre, pues la historia no recuerda la muerte de los pobres. Sin embargo, nadie duda que Herodes—quien mató a dos de sus propios hijos—era capaz de asesinar a los hijos de otros personas.
  12. Un ángel dio la noticia sobre la muerte de Herodes a José (vv. 19-20), quien pronto regresó al territorio de Israel (v. 21).
  13. Sin embargo, cuando supo que Arquelao, uno de los hijos de Herodes, era el rey de Judea, José decidió ubicarse en Galilea, una provincia al norte del territorio nacional (v. 22).
  14. Específicamente, la familia se mudó a la aldea de Nazaret, razón por la cual Jesús era llamado “Nazareno” (v. 23).

El mensaje teológico de este pasaje bíblico es claro: Los sabios extranj eros representan a todas las personas no-judías que vendrían a la fe de Jesucristo.Confirman, de manera milagrosa, que Jesús era el Mesías enviado por Dios para salvar a la humanidad. Además, de manera profética, anuncian el “Triple oficio” de Cristo como profeta, sacerdote y rey.

Sin embargo, el texto también contiene otra enseñanza, pertinente para todo tiempo y lugar. Por medio de esta historia, Dios en Cristo se identifica con la niñez perseguida, que escapa buscando refugio. Sí, Jesús es el rostro humano de Dios, encarnado en un niño pobre, quien escapa junto a su familia de un dictador desalmado.

Desgraciadamente, a través de los tiempos la niñez ha sufrido a causa de la pobreza y de la violencia. Regímenes, tanto de derecha como de izquierda, han perseguido y asesinado a niños y niñas sin defensa. Y líderes religiosos sin escrúpulos se han vendido al mejor postor, usando su conocimiento teológico para facilitar la violencia y la persecución de las personas más vulnerables de la sociedad.

Ante esta dura realidad, Mateo 2 anuncia la buena noticia del Evangelio: Que Dios se hizo humano en la persona histórica de Jesús de Nazaret, quien nació pobre, fue perseguido y eventualmente asesinado. ¡La buena noticia es que Dios ha provisto salvación a la humanidad precisamente por medio de ese niño refugiado!

Demos gracias a Dios, pues, por Cristo Jesús y luchemos en favor de la niñez pobre, perseguida y refugiada. ¿Por qué? Porque cuando bendecimos a un niño o a una niña, estamos bendiciendo a Dios mismo. “De cierto les digo, que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humilla como este niño es el mayor en el reino de los cielos; y cualquiera que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí.” (Mateo 18.3-5 RVC)

Tiempo de edificar: Una reflexión para el Año Nuevo

Una reflexión teológica y pastoral en formato podcast audio, apropiada la Despedida de Año y el día de Año Nuevo.


La temporada de fin de año nos invita a reflexionar sobre nuestras vidas, evaluando nuestras acciones. En esta reflexión, Eclesiastés 3.3 nos invita a ver el nuevo año como “tiempo de edificar” tanto nuestras vidas como la de los demás.

Todo tiene su tiempo, dice la Escritura. Si eso es así, ¿qué tiempo es este? Con mucha humildad, les sugiero que es tiempo de edificar.La palabra “edificar” tiene un referente concreto: quiere decir “construir”, primordialmente un edificio. También tiene un referente simbólico: quiere decir “bendecir”; quiere decir procurar que una persona, organización o grupo alcance su pleno potencial de desarrollo.

Les propongo, pues, que es tiempo de edificar. Dios desea que invirtamos tiempo y recursos en la edificación de los demás, particularmente de al Iglesia como cuerpo de Cristo.

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Año Nuevo
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JAH es mi pastor, una meditación sobre el Salmo 23

El Salmo 23 es una de las porciones bíblicas más conocidas. En esta ocasión, meditamos sobre el contenido de este hermoso cántico espiritual. Este sermón fue grabado en vivo, en la Iglesia Evangélica Ministerio Sanador que pastorea Moisés Román.

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Para más información sobre el Programa de Ministerios Hispanos del Seminario Teológico Gordon-Conwell, visite: http://www.gordonconwell.edu/degree-programs/MAR-Hispanic-Ministries-Program.cfm

Vea los cursos que el Programa de Ministerios Hispanos va a ofrecer próximamente: http://www.gordonconwell.edu/hmp/current/Course-Schedules-Calendars.cfm

Salmo 23

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