La prédica cristiana titulada “Rutas de restauración” basada en Juan 3.16 aborda el tema de la restauración espiritual a través de Jesucristo. Apropiado para el Viernes Santo, refleja cómo la tecnología, aunque útil, ha simplificado experiencias que antes eran comunes, como perderse, sirviendo como metáfora de cómo a menudo las personas no reconocen estar espiritualmente perdidas.
Jiménez utiliza el relato bíblico de Adán y Eva para ilustrar cómo, tras el pecado, no solo se perdieron, sino que comenzaron a experimentar emociones negativas como la vergüenza y el miedo, no dándose cuenta de su estado hasta enfrentar una crisis. Esta historia sirve para enfocarse en cómo el pecado ha roto relaciones fundamentales del ser humano: con Dios, con otros, con la naturaleza y consigo mismo.
El sermón avanza discutiendo cómo, a lo largo de la historia, Dios ha intentado restaurar estas rupturas a través de pactos y leyes, especialmente mediante la Torá dada a Israel. Sin embargo, Jiménez señala que la ley por sí sola no fue suficiente para la restauración completa, lo que llevó a Dios a establecer un nuevo pacto, prometido en Jeremías 31, que implicaba una relación más profunda y personal mediante la escritura de la ley en los corazones de las personas y una nueva relación con el Espíritu Santo, conforme a Joel 2.
El foco del sermón es el sacrificio de Jesucristo, visto como la culminación de los esfuerzos de Dios por salvar a la humanidad. Jesucristo no solo vino a enseñar y predicar, sino a ofrecer su vida como un sacrificio final, cumpliendo las funciones tanto de sacerdote como de víctima perfecta. Este acto abre un camino nuevo y vivo hacia la salvación, según la enseñanza de la Epístola a los Hebreos.
En conclusión, el sermón enfatiza que la oferta de salvación a través de Cristo está disponible ahora. Es un mensaje de esperanza que ofrece a los oyentes una “ruta hacia la restauración” sin más sacrificios necesarios, ya que Cristo ya ha pagado el precio completo por la salvación. El mensaje termina con un llamado a responder con amor al que lo ha dado todo por amor.
Bosquejo o manuscrito de un sermón listo para predicar sobre Juan 3.16
Introducción
Hace un tiempo asistí a un taller de capacitación para personas que están organizando nuevas congregaciones. Una de las actividades del taller consistió en una conferencia sobre métodos de evangelización. Como parte de la conferencia, la persona recurso le pidió al grupo de pastores y pastoras que describieran las frases que usan para invitar a personas nuevas a asistir a la iglesia. Las respuestas a tal pregunta fueron muy interesantes.
Algunas personas contestaron que, cuando invitan a alguien a visitar su iglesia local, recalcan el entusiasmo de la congregación, la música movida y la adoración contemporánea.
Otras indicaron que motivaban a la gente a visitar su iglesia porque su pastor era un buen predicador y un excelente maestro de la Palabra de Dios.
Aún otros señalaban el amor y el compañerismo cristiano como la razón principal para visitar su congregación.
Lo que me sorprendió de estas respuestas no fue lo que dijeron, sino lo que callaron. Ninguna de las personas presentes mencionó a Dios en su respuesta. Es decir, nadie motivaba a los demás a asistir a la iglesia para conocer a Dios, para establecer una relación más profunda con Dios, o para vivir más cerca de Dios. En todos estos casos, Dios estaba ausente del discurso de la iglesia local.
El carácter de Dios
Esta experiencia me ha hecho reflexionar sobre el lugar que ocupa Dios en la predicación y la enseñanza de la Iglesia contemporánea. Con tristeza, he llegado a la conclusión de que muchos de nosotros hemos olvidado que el propósito principal de la Iglesia es anunciar quién es Dios y proclamar las grandes cosas que ha hecho en beneficio de la humanidad. Es decir, la Iglesia Cristiana tiene la tarea de proclamar el carácter de Dios.
¿Cómo se comporta Dios?
¿Qué es importante para Dios?
¿Qué es agradable a Dios?
¿Qué desea Dios para humanidad?
En fin, ¿cuál es el carácter del Dios que revela el Evangelio de Jesucristo?
Quizás comprendan mejor lo que estoy tratando de decir si comparamos nuestra relación con Dios con nuestras relaciones humanas. Los seres humanos podemos afirmar que conocemos a otra persona cuando podemos dar fe de su carácter. Si conocemos una persona a profundidad, podemos decir si es paciente o colérica, si es activa o pasiva, si es misericordiosa o egoísta. Del mismo modo, la persona que conoce a Dios puede dar testimonio de su carácter, afirmando que es bueno, paciente, misericordioso, honesto, justo, alegre, y bondadoso.
Algunos se preguntarán, ¿cómo podemos conocer el carácter de Dios? La respuesta es obvia: por medio de la Biblia. Las Sagradas Escrituras nos revelan a este Dios que liberó al pueblo de Israel del cautiverio en Egipto y que envió a su único hijo a salvarnos. De hecho, podemos decir que el texto bíblico que mejor revela el carácter de Dios es Juan 3.16, que dice:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna
El Dios misionero
Juan 3.16 nos habla del carácter de Dios de manera elocuente.
1. En primer lugar, afirma que Dios ama al mundo, un concepto que reitera la Primera carta de Juan 4.8 cuando declara que «Dios es amor».
2. En segundo lugar, afirma que Dios es misericordioso, dado que ha enviado a su único hijo a salvar a la humanidad que se encuentra esclavizada por las fuerzas de la maldad, el pecado y la muerte.
3. En tercer lugar, afirma que Dios es vida. El Dios revelado en el ministerio, la muerte, pasión y resurrección de Jesucristo es el Dios de la Vida (sí, con «v» mayúscula). Este Dios desea salvarnos de la muerte espiritual y emocional que sufren aquellas personas que viven esclavas de la maldad.
Este corto versículo de la Biblia nos enseña todos estos conceptos acerca de Dios. Creo que esto sería suficiente para comenzar a conocer el carácter divino. Sin embargo, cuando tomamos el texto en su contexto nos damos cuenta que Juan 3.16 tiene un mensaje aún más profundo. Este versículo afirma que el Dios de Jesucristo es el «misionero» por excelencia.
Basta re-leer las primeras líneas del texto para ver que Dios desea salvar a la humanidad perdida. Desea salvarla de la influencia de las fuerzas del pecado y de la muerte. Estas fuerzas malignas nos llevan a la destrucción, tanto de nosotros mismos como de las personas que nos rodean. Existe el mal en el mundo, y los seres humanos necesitamos la ayuda de Dios para superar su influencia.
La buena noticia es que Dios ha enviado a Jesucristo, su hijo, a salvarnos del poder de las fuerzas del mal. Jesús de Nazaret nos enseña a vivir de forma agradable a Dios, sirviendo a los demás y alcanzando plena madurez como seres humanos. Por medio del ministerio del Espíritu Santo, la presencia del Cristo Resucitado continúa en nuestros medios salvando y sanando a la humanidad perdida. Es esta presencia divina lo que nos permite resistir, enfrentar, y hasta desenmascarar tanto a las fuerzas de la muerte como a las personas e instituciones que le sirven de instrumentos.
Notemos, pues, que es Dios quien ha tomado el primer paso.
Dios es quien se ha revelado en la historia de Israel.
Dios es quien ha enviado a Jesucristo, su hijo.
Dios es quien nos capacita con su Espíritu Santo.
Dios es quien llama a la Iglesia a colaborar en la misión de alcanzar al mundo perdido.
En fin, Dios es el «misionero» que salva y libera a la humanidad.
Anunciar al Dios de la Vida
La tarea principal de la Iglesia Cristiana es anunciar el carácter de Dios a un mundo perdido. Tenemos la responsabilidad de proclamar al Dios de la vida en medio de un mundo esclavizado por las fuerzas de la muerte.
Por esto me preocupa tanto nuestro extraño silencio sobre Dios. A veces me pregunto si estamos avergonzados de hablar de Dios en medio de una sociedad que, para todos los efectos prácticos, es atea. Lo que es más, a veces me pregunto si muchos de nosotros también somos funcionalmente ateos, es decir, si vivimos como si Dios no existiera.
Para explicar mi punto, permítanme volver al ejemplo con el cual empecé estas reflexiones.
¿Por qué no le decimos a la gente que deben ir a la Iglesia porque necesitan conocer a Dios?
¿Por qué no le decimos a nuestras amistades, nuestros vecinos y nuestros seres amados que necesitan la presencia de Dios para poder vivir con provecho?
¿Por qué presentamos tantas excusas, tratando de llamarle la atención a la gente con trucos o con técnicas de mercadeo?
Me temo que la respuesta a estas preguntas puede ser que nosotros mismos no estamos dedicando suficiente tiempo a conocer a Dios. Me temo que algunos de nosotros todavía funcionamos con falsos conceptos de Dios, tales como.
«Papá» Dios: Cuando niños, algunos de nuestros familiares nos hablaban de Dios como si éste fuera un ancianito celeste. Nos decían: «Pórtate bien, porque si te portas mal ‘Papá’ Dios llora». Esto fijaba una falsa idea de Dios en nuestras mentes, como un ser débil e impotente.
El Dios violento: Otros aprendimos que Dios era una especie de policía omnisciente que nos castigaba con rudeza cuando hacíamos algo malo. Este tipo de Dios carecía de misericordia, trayendo a la gente al «buen camino» por medio de calamidades y de castigos.
El Dios ausente: Aún otros aprendimos que Dios había creado el mundo para que corriera por sí solo. Una vez terminada la creación, Dios se retiró y desde entonces se mantiene al margen de la actividad humana.
Conclusión
Sí, hay muchas personas que operan con falsos conceptos de Dios, tales como los que acabamos de enumerar. Creo que son más las personas que no dedican tiempo alguno a pensar en Dios, viviendo como si Dios no existiera.
La Iglesia de Jesucristo tiene la tarea de predicar al Dios verdadero en medio de un mundo que tiene tantos conceptos falsos sobre Dios. Tenemos que combatir los «ídolos» que la gente adora, pensando equivocadamente que están adorando al Dios de Jesucristo.
Dios invita a la Iglesia a compartir su ministerio misionero, recalcando su amor por la humanidad perdida. En este sentido, cuando hablamos de la «misión» de la Iglesia, en realidad estamos hablando de la misión de Dios. La misión es de Dios, no es nuestra.
Aceptemos, pues, la invitación y el mandato de Dios a compartir su misión de salvar a un mundo perdido.
Prediquemos a este Dios misionero, paciente y amoroso.
Anunciemos el carácter de Dios, dando a conocer su obra en medio de los tiempos.
Hagamos el esfuerzo de conocer más y mejor a Dios cada día de nuestra vidas.
¡Dediquemos nuestras vidas a anunciar y a conocer al Dios que «de tal manera» nos amó!
El camino a la fe es el título de la prédica basada en Juan 23.16-21 presentada en el Encuentro de adoración y predicación del Movimiento La Red.
El camino a la fe – Vídeo
Encuentro de adoración y predicación del Movimiento La Red para el 24 de septiembre de 2023. El título de la predicación es el Camino a la fe, basada en Juan 3.16 — 21. Este sermón es parte de la serie titulada Camino al discipulado.
Audio – Prediquemos Podcast
Lectura bíblica: Juan 3.16-21 (RVC)
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no se acerca a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sea evidente que sus obras son hechas en Dios.
Instrucciones
1. Dele “Like/Me Gusta” a este vídeo y compártalo en sus redes sociales.
2. Suscríbase a nuerstro canal de YouTube, donde podrá ver y escuchar centenares de sermones y conferencias. No olvide oprimir la campanita para recibir las notificaciones inmediatamente.
3. Siga al Dr. Pablo A Jimenez Rojas en Facebook, Instagram y Twitter (drpablojimenez en todas las plataformas)
4. Compre los libros del Dr. Jiménez por medio de su tienda cibernética: AMAZON y de su página en Shopify: SHOPIFY.
5. ¡Apoye el Movimiento La Red! Aunque nuestro Equipo Pastoral NO recibe compensación alguna por su labor, LA RED necesita su respaldo para cubrir gastos de producción.