Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
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Lectura Bíblica: Lucas 17.20-37
La venida del Reino
20 Cuando los fariseos le preguntaron cuándo había de venir el reino de Dios, él les respondió: «El reino de Dios no vendrá con advertencia,21 ni se dirá: “Aquí está”, o “Allí está”; porque el reino de Dios está entre ustedes.»22 A sus discípulos les dijo: «Llegará el tiempo cuando ustedes querrán ver siquiera uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo verán.23 Les dirán: “Está aquí”, o “está allí”, pero no vayan ni los sigan.24 Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece de un extremo del cielo hasta el otro, así también será el día del Hijo del Hombre.25 Pero primero es necesario que padezca mucho, y que sea desechado por esta generación.26 Tal y como sucedió en los días de Noé, así también sucederá en los días del Hijo del Hombre.27 La gente comía y bebía, y se casaba y se daba en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces vino el diluvio y los destruyó a todos.28 Lo mismo sucedió en los días de Lot: la gente comía y bebía, compraba y vendía, plantaba y edificaba casas;29 pero cuando Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos.30 Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.31 En aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus bienes en su casa, que no baje a tomarlos; y el que esté en el campo, que no regrese a su casa.32 ¡Acuérdense de la mujer de Lot!33 Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará.34 Yo les digo que esa noche, si dos están en una cama, uno de ellos será tomado, y el otro será dejado.35 Si dos mujeres están moliendo juntas, una de ellas será tomada, y la otra será dejada.36 Si dos están en el campo, uno de ellos será tomado, y el otro será dejado.»37 Entonces le preguntaron: «Y eso, Señor, ¿dónde ocurrirá?» Y Jesús les respondió: «Donde está el cadáver, allí se juntan los buitres.»
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
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Lectura Bíblica: Lucas 17.1-19
Ocasiones de caer
Jesús dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel por quien vengan!2 Más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino, y que lo arrojaran al mar, que servir de tropiezo a uno solo de estos pequeñitos.3 Así que, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca contra ti, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo.(B)4 Si en un solo día peca siete veces contra ti, y siete veces vuelve a ti el mismo día y te dice: “Me arrepiento”, perdónalo.»
Auméntanos la fe
5 Los apóstoles le dijeron al Señor: «Auméntanos la fe.»6 Entonces el Señor les dijo: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, podrían decirle a este sicómoro: “Desarráigate, y plántate en el mar”, y el sicómoro los obedecería.
El deber del siervo
7 »Si alguno de ustedes tiene un siervo que ara o apacienta el ganado, ¿acaso cuando él vuelve del campo le dice: “Pasa y siéntate a la mesa”?8 ¡No! Más bien, le dice: “Prepárame la cena, y arréglate la ropa para servirme mientras yo como y bebo. Después podrás comer y beber tú.”9 ¿Y acaso se le agradece al siervo el hacer lo que se le ordena?10 Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha ordenado, digan: “Somos siervos inútiles, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber.”»
Diez leprosos son limpiados
11 En su camino a Jerusalén, Jesús pasó entre Samaria y Galilea.12 Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se quedaron a cierta distancia de él,13 y levantando la voz le dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!»14 Cuando él los vio, les dijo: «Vayan y preséntense ante los sacerdotes.»(C) Y sucedió que, mientras ellos iban de camino, quedaron limpios.15 Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, volvió alabando a Dios a voz en cuello,16 y rostro en tierra se arrojó a los pies de Jesús y le dio las gracias. Este hombre era samaritano.17 Jesús dijo: «¿No eran diez los que fueron limpiados? ¿Dónde están los otros nueve?18 ¿No hubo quien volviera y alabara a Dios sino este extranjero?»19 Y al samaritano le dijo: «Levántate y vete. Tu fe te ha salvado.»
Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
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Lectura Bíblica: Lucas 16
Parábola del mayordomo infiel
Jesús también les dijo a sus discípulos: «Había un hombre rico, que tenía un mayordomo, el cual fue acusado de malgastar los bienes de su amo.2 Ese hombre llamó al mayordomo, y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Ríndeme cuentas de tu mayordomía, porque no puedes seguir siendo mi mayordomo.”3 Entonces el mayordomo se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer si mi amo me quita la mayordomía? ¿Cavar la tierra? ¡No soy capaz! ¿Pedir limosna? ¡Qué vergüenza!4 ¡Ya sé lo que haré! Así, cuando se me quite la mayordomía, seré bien recibido en cualquier casa.”5 Llamó entonces a cada uno de los deudores de su amo, y al primero le dijo: “¿Cuánto le debes a mi amo?”6 Aquél respondió: “Cien barriles de aceite.” El mayordomo le dijo: “Toma tu cuenta y, enseguida, siéntate y anota cincuenta.”7 A otro le dijo: “Y tú, ¿cuánto debes?” Y aquél respondió: “Cien sacos de trigo.” El mayordomo le dijo: “Toma tu cuenta, y anota ochenta.”8 Y el amo elogió al mal mayordomo por haber actuado con tanta sagacidad, pues en el trato con sus semejantes los hijos de este mundo son más sagaces que los hijos de la luz.
9 »Por tanto, les digo: Háganse de amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, sean ustedes recibidos en las mansiones eternas.
10 »El que es confiable en lo poco, también lo es en lo mucho; y el que no es confiable en lo poco, tampoco lo es en lo mucho.11 Porque si en el manejo de las riquezas injustas ustedes no son confiables, ¿quién podrá confiarles lo verdadero?12 Y si con lo ajeno no resultan confiables, ¿quién les dará lo que les pertenece?13 Ningún siervo puede servir a dos señores, porque a uno lo odiará y al otro lo amará. O bien, estimará a uno y menospreciará al otro. Así que ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.»
14 Los fariseos, que eran avaros, también escuchaban estas cosas, y se burlaban de él.15 Entonces Jesús les dijo: «Ustedes se justifican a ustedes mismos delante de la gente, pero Dios conoce su corazón; pues lo que la gente considera sublime, ante Dios resulta repugnante.
La ley y el reino de Dios
16 »La ley y los profetas llegan hasta Juan. Desde entonces se anuncian las buenas noticias del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él.17 Pero más fácilmente pasarán el cielo y la tierra, a que deje de cumplirse una sola letra de la ley.
Jesús enseña sobre el divorcio
18 »Todo el que se divorcia de su mujer, y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divorciada, también comete adulterio.
El rico y Lázaro
19 »Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y cada día celebraba espléndidos banquetes.20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que lleno de llagas pasaba el tiempo echado a la puerta de aquél,21 ansioso de saciarse con las migajas que caían de la mesa del rico, y hasta los perros venían y le lamían las llagas.22 Llegó el día en que el mendigo murió, y los ángeles se lo llevaron al lado de Abrahán. Después murió también el rico, y fue sepultado.23 Cuando el rico estaba en el Hades, en medio de tormentos, alzó sus ojos y, a lo lejos, vio a Abrahán, y a Lázaro junto a él.24 Entonces gritó: “Padre Abrahán, ¡ten compasión de mí! ¡Envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y me refresque la lengua, porque estas llamas me atormentan!”25 Pero Abrahán le dijo: “Hijo mío, acuérdate de que, mientras vivías, tú recibiste tus bienes y Lázaro recibió sus males. Pero ahora, aquí él recibe consuelo y tú recibes tormentos.26 Pero, además, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de manera que los que quieran pasar de aquí a donde están ustedes, no pueden hacerlo; ni tampoco pueden pasar de allá hacia acá.”27 Aquél respondió: “Padre, entonces te ruego que envíes a Lázaro a la casa de mi padre,28 donde tengo cinco hermanos, para que les advierta, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.”29 Pero Abrahán le respondió: “Pero ellos tienen a Moisés y a los profetas. ¡Que los escuchen!”30 Y aquél contestó: “No lo harán, padre Abrahán. Pero si alguien de entre los muertos va a ellos, sí se arrepentirán.”31 Abrahán le dijo: “Si no han escuchado a Moisés y a los profetas, tampoco se van a convencer si alguien se levanta de entre los muertos.”»
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Lectura Bíblica: Lucas 15.11-32
Parábola del hijo perdido
11 Jesús dijo también: «Un hombre tenía dos hijos,12 y el menor de ellos le dijo a su padre: “Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde.” Entonces el padre les repartió los bienes.13 Unos días después, el hijo menor juntó todas sus cosas y se fue lejos, a una provincia apartada, y allí dilapidó sus bienes llevando una vida disipada.14 Cuando ya lo había malgastado todo, sobrevino una gran hambruna en aquella provincia, y comenzó a pasar necesidad.15 Se acercó entonces a uno de los ciudadanos de aquella tierra, quien lo mandó a sus campos para cuidar de los cerdos.16 Y aunque deseaba llenarse el estómago con las algarrobas que comían los cerdos, nadie se las daba.17 Finalmente, recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen pan en abundancia, y yo aquí me estoy muriendo de hambre!18 Pero voy a levantarme, e iré con mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti,19 y no soy digno ya de ser llamado tu hijo; ¡hazme como a uno de tus jornaleros!’”20 Y así, se levantó y regresó con su padre. Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y tuvo compasión de él. Corrió entonces, se echó sobre su cuello, y lo besó.21 Y el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y no soy digno ya de ser llamado tu hijo.”22 Pero el padre les dijo a sus siervos: “Traigan la mejor ropa, y vístanlo. Pónganle también un anillo en su mano, y calzado en sus pies.23 Vayan luego a buscar el becerro gordo, y mátenlo; y comamos y hagamos fiesta,24 porque este hijo mío estaba muerto, y ha revivido; se había perdido, y lo hemos hallado.” Y comenzaron a regocijarse.
25 »El hijo mayor estaba en el campo, y cuando regresó y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas.26 Entonces llamó a uno de los criados, y le preguntó qué estaba pasando.27 El criado le respondió: “Tu hermano ha vuelto, y tu padre ha ordenado matar el becerro gordo, porque lo ha recibido sano y salvo.”28 Cuando el hermano mayor escuchó esto, se enojó tanto que no quería entrar. Así que su padre salió a rogarle que entrara.29 Pero el hijo mayor le dijo a su padre: “Aunque llevo tantos años de servirte, y nunca te he desobedecido, tú nunca me has dado siquiera un cabrito para disfrutar con mis amigos.30 Pero ahora viene este hijo tuyo, que ha malgastado tus bienes con rameras, ¡y has ordenado matar el becerro gordo para él!”31 El padre le dijo: “Hijo mío, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo.32 Pero era necesario hacer una fiesta y regocijarnos, porque tu hermano estaba muerto, y ha revivido; se había perdido, y lo hemos hallado.”»
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Lectura Bíblica: Lucas 15.1-10
Parábola de la oveja perdida
Todos los cobradores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.2 Los fariseos y los escribas comenzaron a murmurar, y decían: «Éste recibe a los pecadores, y come con ellos.»
3 Entonces Jesús les contó esta parábola:4 «¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?5 Y cuando la encuentra, gozoso la pone sobre sus hombros,6 y al llegar a su casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “¡Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido!”7 Les digo que así también será en el cielo: habrá más gozo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.
Parábola de la moneda perdida
8 »¿O qué mujer, si tiene diez monedas y pierde una de ellas, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con cuidado la moneda, hasta encontrarla?9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “¡Alégrense conmigo, porque he encontrado la moneda que se me había perdido!”10 Yo les digo a ustedes que el mismo gozo hay delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.»
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Lectura Bíblica: Lucas 14.25-35
Lo que cuesta seguir a Cristo
25 Como grandes multitudes lo seguían, Jesús se volvió a ellos y les dijo:26 «Si alguno viene a mí, y no renuncia a su padre y a su madre, ni a su mujer y sus hijos, ni a sus hermanos y hermanas, y ni siquiera a su propia vida, no puede ser mi discípulo.27 Y el que no toma su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.28 Porque ¿quién de ustedes que quiera levantar una torre, no se sienta primero a calcular los costos, para ver si tiene todo lo que necesita para terminarla?29 No sea que después de haber puesto los cimientos, se dé cuenta de que no puede terminarla, y todos los que lo sepan comiencen a burlarse de él30 y digan: “Este hombre comenzó a construir, y no pudo terminar.”31 ¿O qué rey que marche a la guerra contra otro rey, no se sienta primero a calcular si puede hacerle frente con diez mil soldados al que viene a atacarlo con veinte mil?32 Si no puede hacerle frente, envía una embajada al otro rey cuando éste todavía está lejos, y le propone condiciones de paz.33 Así también, cualquiera de ustedes que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo.
Cuando la sal pierde su sabor
34 »La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿con qué puede recuperar su sabor?35 No sirve ni para la tierra ni para el montón de abono, y hay que tirarla. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
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Lectura Bíblica: Lucas 14.1-24
Jesús sana a un enfermo
En cierta ocasión, Jesús fue a comer a la casa de un fariseo muy importante. Era un día de reposo, y ellos estaban acechándolo.2 Delante de Jesús estaba un hombre enfermo de hidropesía,3 y Jesús les preguntó a los intérpretes de la ley y a los fariseos: «¿Está permitido sanar en el día de reposo?»4 Pero ellos no respondieron. Entonces Jesús tomó al hombre de la mano, lo sanó y lo despidió;5 luego se dirigió a ellos, y les dijo: «¿Quién de ustedes, si su asno o su buey se cae en un pozo, no lo saca enseguida, aunque sea en día de reposo?»6 Y nadie podía responderle.
Los convidados a las bodas
7 Cuando Jesús vio que los invitados a la mesa escogían los mejores lugares, les contó una parábola:8 «Cuando te inviten a una boda, no vayas a sentarte en el mejor lugar, no sea que otro de los invitados sea más importante que tú,9 y cuando venga el anfitrión te diga: “Dale tu lugar a este otro”; porque entonces, con toda vergüenza, tendrás que ir a ocupar el último lugar.10 Así que, cuando seas invitado, ve más bien a sentarte en el último lugar, para que cuando venga el anfitrión te diga: “Amigo mío, ven y siéntate más adelante”. Así serás honrado delante de los otros invitados a la mesa.11 Porque todo el que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.»
12 También le dijo a su anfitrión: «Cuando ofrezcas una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos, ni a tus parientes y vecinos ricos, no sea que ellos también te vuelvan a invitar, y quedes así compensado.13 Al contrario, cuando ofrezcas un banquete, invita a los pobres y a los mancos, a los cojos y a los ciegos,14 y así serás dichoso. Porque aunque ellos no te puedan devolver la invitación, tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos.»
Parábola de la gran cena
15 Uno de los que estaban sentados con él a la mesa oyó esto, y le dijo: «Dichoso el que participe del banquete en el reino de Dios.»16 Entonces Jesús le dijo: «Un hombre ofreció un gran banquete, e invitó a muchos.17 A la hora del banquete envió a su siervo a decir a los invitados: “Vengan, que la mesa ya está servida.”18 Pero todos ellos comenzaron a disculparse. El primero dijo: “Acabo de comprar un terreno, y tengo que ir a verlo. Por favor, discúlpame.”19 Otro dijo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas. Por favor, discúlpame.”20 Y otro más dijo: “Acabo de casarme, así que no puedo asistir.”21 Cuando el siervo regresó, le comunicó todo esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó, y le dijo a su siervo: “Ve enseguida por las plazas y por las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos.”22 Cuando el siervo le dijo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste hacer, y todavía hay lugar”,23 el señor dijo al siervo: “Ve entonces por los caminos y por los atajos, y hazlos entrar por la fuerza. ¡Quiero que se llene mi casa!24 Quiero decirles que ninguno de los que fueron invitados disfrutará de mi cena.”»
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Lectura Bíblica: Lucas 13.23-35
23 Alguien le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Y él respondió:24 «Hagan todo lo posible para entrar por la puerta angosta, porque yo les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán hacerlo.25 En cuanto el padre de familia se levante y cierre la puerta, y ustedes desde afuera comiencen a golpear la puerta y a gritar: “¡Señor, Señor; ábrenos!”, él les responderá: “No sé de dónde salieron ustedes.”26 Entonces ustedes comenzarán a decir: “Hemos comido y bebido en tu compañía, y tú has enseñado en nuestras plazas.”27 Pero él les responderá: “No sé de dónde salieron ustedes. ¡Apártense de mí todos ustedes, hacedores de injusticia!”28 Allí habrá entonces llanto y rechinar de dientes, cuando vean a Abrahán, Isaac y Jacob, y a todos los profetas, en el reino de Dios, mientras que ustedes son expulsados.29 Porque habrá quienes vengan del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse a la mesa en el reino de Dios.30 Pero habrá algunos últimos que serán primeros, y algunos primeros que serán últimos.»
Lamento de Jesús sobre Jerusalén
31 En ese preciso momento llegaron algunos fariseos, y le dijeron: «Vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.»32 Jesús les dijo: «Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana voy a expulsar demonios y a sanar enfermos, y al tercer día terminaré mi obra.”33 Pero es necesario que hoy, mañana, y pasado mañana, siga mi camino, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como junta la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!35 Pues bien, la casa de ustedes va a quedar desolada; y les digo que ustedes no volverán a verme hasta el día en que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”»
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Lectura Bíblica: Lucas 13.1-22
Arrepiéntanse o perecerán
En ese momento estaban allí algunos que le contaron a Jesús el caso de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios que ellos ofrecían.2 Jesús les dijo: «¿Y creen ustedes que esos galileos eran más pecadores que el resto de los galileos, sólo porque padecieron así?3 ¡Pues yo les digo que no! Y si ustedes no se arrepienten, también morirán como ellos.4 Y en el caso de los dieciocho, que murieron aplastados al derrumbarse la torre de Siloé, ¿creen ustedes que ellos eran más culpables que el resto de los habitantes de Jerusalén?5 ¡Pues yo les digo que no! Y si ustedes no se arrepienten, también morirán como ellos.»
Parábola de la higuera estéril
6 También les dijo esta parábola: «Un hombre había plantado una higuera en su viña, y cuando fue a buscar higos en ella no encontró ninguno.7 Entonces le dijo al viñador: “Hace tres años que vengo a buscar higos en esta higuera, y nunca encuentro uno solo. ¡Córtala, para que no se desaproveche también la tierra!”8 Pero el viñador le dijo: “Señor, déjala todavía un año más, hasta que yo le afloje la tierra y la abone.9 Si da fruto, qué bueno. Y si no, córtala entonces.”»
Jesús sana a una mujer en el día de reposo
10 Un día de reposo, Jesús estaba enseñando en una sinagoga,11 y allí estaba una mujer que hacía ya dieciocho años sufría de un espíritu de enfermedad. Andaba encorvada, y de ninguna manera podía enderezarse.12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.»13 Y en el mismo instante en que Jesús puso las manos sobre ella, la mujer se enderezó y comenzó a glorificar a Dios.14 Pero el jefe de la sinagoga se enojó porque Jesús la había sanado en el día de reposo, así que le dijo a la gente: «Hay seis días en los que se puede trabajar. Para ser sanados, vengan en esos días; pero no en el día de reposo.»(A)15 Entonces el Señor le dijo: «Hipócrita, ¿acaso cualquiera de ustedes no desata su buey, o su asno, del pesebre y lo lleva a beber, aun cuando sea día de reposo?16 Y a esta hija de Abrahán, que Satanás había tenido atada durante dieciocho años, ¿no se le habría de liberar, aunque hoy sea día de reposo?»17 Ante estos razonamientos de Jesús, todos sus adversarios quedaron avergonzados, pero todo el pueblo se alegraba de las muchas maravillas que él realizaba.
Parábola de la semilla de mostaza
18 Jesús dijo también: «¿Semejante a qué es el reino de Dios? ¿Con qué lo compararé?19 Pues es semejante al grano de mostaza que alguien toma y siembra en su huerto, y ese grano crece hasta convertirse en un gran árbol, en cuyas ramas ponen su nido las aves del cielo.»
Parábola de la levadura
20 Y volvió a decir: «¿Con qué compararé el reino de Dios?21 Pues es semejante a la levadura que una mujer toma y guarda en tres medidas de harina, hasta que toda la masa fermenta.»
La puerta estrecha
22 En su camino a Jerusalén, Jesús iba enseñando por ciudades y aldeas.
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Lectura Bíblica: Lucas 12.32-59
Tesoro en el cielo
32 »Ustedes son un rebaño pequeño. Pero no tengan miedo, porque su Padre ha decidido darles el reino.33 Vendan lo que ahora tienen, y denlo como limosna. Consíganse bolsas que no se hagan viejas, y háganse en los cielos un tesoro que no se agote. Allí no entran los ladrones, ni carcome la polilla.34 Porque donde ustedes tengan su tesoro, allí también estará su corazón.
El siervo vigilante
35 »Manténganse listos, con la ropa puesta y con su lámpara encendida.36 Sean como los siervos que están pendientes de que su señor regrese de una fiesta de bodas: en cuanto su señor llega y llama, ellos le abren enseguida.37 ¡Dichosos los siervos a los que su señor encuentra pendientes de su regreso! De cierto les digo que se ajustará la ropa, los hará sentarse a la mesa, y él mismo vendrá a servirles.38 Dichosos los siervos a los que su señor encuentre así, aunque llegue a la medianoche o en la madrugada.39 Pero esto deben saber: si el dueño de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente y no permitiría que robaran su casa.40 También ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá cuando ustedes menos lo esperen.»
El siervo infiel
41 Entonces Pedro le dijo: «Señor, ¿esta parábola es para nosotros, o para todos?»42 El Señor le respondió: «¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual su señor deja a cargo de los de su casa para que los alimente a su debido tiempo?43 Dichoso el siervo al que, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así.44 De cierto les digo que lo pondrá a cargo de todos sus bienes.45 Pero si aquel siervo cree que su señor va a tardar, y comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse,46 el señor de aquel siervo vendrá cuando éste menos lo espere, y a una hora que no sabe, y lo castigará duramente, y lo echará con los incrédulos.47 El siervo que, a pesar de conocer la voluntad de su señor, no se prepara para cumplirla, se hace acreedor de muchos azotes.48 Pero el que se hace acreedor a recibir azotes sin conocer la voluntad de su señor, será azotado poco. Porque al que se le da mucho, también se le exigirá mucho; y al que se le confía mucho, se le pedirá más todavía.
Jesús, causa de división
49 »Yo he venido a lanzar fuego sobre la tierra. ¡Y cómo quisiera que ya estuviera en llamas!50 Hay un bautismo que debo recibir, ¡y cómo me angustio esperando que se cumpla!51 ¿Creen ustedes que he venido a la tierra para traer paz? Pues les digo que no, sino más bien división.52 Porque de ahora en adelante una familia de cinco estará dividida en tres contra dos, y en dos contra tres.53 El padre se enfrentará con el hijo, y el hijo con el padre. La madre estará en contra de la hija, y la hija en contra de la madre. La suegra estará en contra de su nuera, y la nuera en contra de su suegra.»
¿Cómo no reconocen este tiempo?
54 Jesús decía también a la multitud: «Cuando ustedes ven que se levanta una nube en el poniente, dicen: “Va a llover”; y así sucede.55 Cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”; y así sucede.56 ¡Hipócritas! Si saben discernir el aspecto del cielo y de la tierra, ¿cómo es que no saben discernir el tiempo en que viven?
Arréglate con tu adversario
57 »¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?58 Cuando comparezcas con tu adversario ante el magistrado, procura arreglarte con él mientras vas de camino; no sea que te lleve ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.59 Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado la última moneda.»
Meditemos
La hora decisiva: Un sermón expositivo sobre Lucas 12.49-56 (Audio & Vídeo)