Liderazgo y Soledad: Siete lecciones para líderes pastorales

Liderazgo y soledad es un ensayo que presenta siete lecciones para líderes y agentes pastorales, por el Dr. Pablo A. Jiménez.

Introducción 

La soledad es una constante en la vida de quienes ocupan posiciones de liderazgo. A pesar de que las personas que ejercen liderazgo viven rodeadas de gente, algunas funciones sólo pueden llevarse a cabo en soledad.

Escuche el podcast basado en este escrito:

Esto se debe a que el liderazgo requiere meditación, análisis y ponderación. Si bien hay tiempos de estar al frente de un grupo, marchando, hablando u orientando, también hay tiempos de estar a solas con Dios y con nuestra conciencia. Ser líder requiere integridad y la integridad requiere auto-examen.

El problema es que la vida no se detiene. En ocasiones, quien es líder necesita retirarse a reflexionar, pero los afanes de la vida le llaman a estar al frente del pueblo y a cumplir con su labor. Cuando eso pasa, los y las líderes se agotan, pierden perspectiva y pierden efectividad.

Jesús en solitario

La Biblia contiene innumerables historias de líderes religiosos que sirvieron a Dios en tiempos de crisis, tanto personales como nacionales. Pudiéramos ilustrar la soledad del liderazgo con episodios de la vida de Moisés, de David, o de Elías, entre muchos otros.

  • Moisés pasó tiempo a solas con Dios, en el Monte Sinaí (Éxodo 24.15-18).
  • David pasó tiempo en el desierto (1 Samuel 23.14).
  • Y el Profeta Elías se refugió en el Monte Horeb (1 Reyes 19.8)

Sin embargo, Jesús de Nazaret es nuestro modelo de liderazgo por excelencia. Por eso, hoy ilustraremos la soledad del liderazgo con un episodio de la vida de Jesús. 

Lucas 9.51 es uno de los textos más importantes del Evangelio según San Lucas: «Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén» (RVR 1960)

Este pasaje habla sobre la decisión más difícil que Jesús jamás tomó. El Maestro Galileo entendía que tenía una misión muy especial que cumplir; una misión que le había sido dada por Dios. La misión requería viajar a Jerusalén, la capital de Judea, para enfrentar a las autoridades políticas y religiosas. Jesús debía desenmascarar a los líderes falsos que oprimían y mataban al pueblo. Empero, en el proceso de confrontación Jesús se jugaría la vida.

Aunque Lucas no narra cuanto Jesús sufrió en el proceso de tomar la decisión de viajar a Jerusalén, el Evangelio lo da a entender por medio de un recurso literario. Lucas cuenta que en tres ocasiones Jesús se retiró a orar por largo tiempo antes de tomar la decisión. 

  • Lucas 5.16 dice que Jesús se retiraba a «lugares desiertos» para orar: «…pero Jesús se retiraba a lugares apartados para orar» (RVC).
  • Lucas 6.12 cuenta que, en una ocasión, Jesús pasó toda una noche orando: «Por esos días Jesús fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios» (RVC). 
  • Y Lucas 9.28 afirma que Jesús subió a orar con Pedro, Juan y Jacobo, su círculo más íntimo de líderes: «Como ocho días después de que Jesús dijo esto, subió al monte a orar, y se llevó con él a Pedro, Juan y Jacobo» (RVC). 

Podemos inferir que Jesús se retiraba a orar constantemente porque estaba ponderando a solas la decisión de subir a Jerusalén.

Afirmó su rostro

Lucas 9.51 (RVR 1960) dice que Jesús «afirmó su rostro» para ir a Jerusalén. Esa es una frase hermosa, de alto contenido poético. Describe la valentía de Jesús, quien le dio cara a la situación con arrojo y con integridad. Otras versiones de la Biblia traducen el texto de las siguientes maneras:

  • Reina-Valera Contemporánea (RVC): «Se acercaba el tiempo en que Jesús había de ser recibido arriba, así que resolvió con firmeza dirigirse a Jerusalén.»
  • Nueva Versión Internacional (NIV): «Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén.»
  • Nueva Traducción Viviente (NTV): «Cuando se acercaba el tiempo de ascender al cielo, Jesús salió con determinación hacia Jerusalén.»
  • Dios Habla Hoy (DHH): «Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén.»

Un punto que no debemos pasar por alto es que Jesús toma la decisión cuando «se cumplió el tiempo adecuado». Esto nos recuerda que en griego existen dos palabras para describir el tiempo: «chronos» y «kairós». La primera se refiere al aspecto cuantitativo del tiempo, es decir, al tiempo que se mide. La segunda palabra, «kairós», se refiere al aspecto cualitativo del tiempo. Es decir, se refiere al «momento adecuado» para hacer algo.

Jesús decide subir a Jerusalén en el «kairós» de Dios; es decir, en el tiempo adecuado y en el momento oportuno señalado por el Padre Celestial. Movido por la certeza de actuar en la plena voluntad de Dios, Jesús cancela todo otro compromiso y decide caminar a Jerusalén.

¿Qué habría de encontrar en Jerusalén? Allí encontraría muchos elementos contradictorios, tales como:

  • Una multitud que lo aclamaría con gozo, declarándolo «Hijo de David».
  • El liderazgo religioso tradicional, que lo recibiría con desprecio y desdén.
  • La guardia del templo, que lo arrestaría.
  • El parlamento judío, conocido como el Sanedrín, quien lo juzgaría de manera ilegal.
  • Y el liderazgo político y militar romano, quien lo juzgaría de manera sumaria y lo condenaría a muerte. 

Como todo buen líder, Jesús intuía el terrible costo de su viaje a Jerusalén. Pero aún así, «afirmó su rostro» para subir a la Ciudad Santa.

Las voces que distraen 

No debemos perder de vista que, una vez tomada la decisión, toda una serie de personas se atravesaron en el camino de Jesús. Algunas lo hicieron de buena fe y otras con agendas ocultas, pero todas terminaron entorpeciendo la misión de Jesús.

El caso más escandaloso es el Juan y Jacobo quienes responden de manera desmedida a una situación incómoda. Jesús y sus discípulos fueron rechazados por habitantes de algunas aldeas samaritanas (Lucas 9.52-53). Ofendidos, Juan y Jacobo tuvieron el siguiente intercambio con Jesús: 

Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? Entonces, volviéndose él, los reprendió diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois, porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea . Lucas 9.54b-56 (RVR 1960)

Nótese que la pregunta de los discípulos denota ignorancia, pues desconocían el carácter de Jesús. Es evidente que Jesús nunca hubiera deseado la muerte de los samaritanos y es evidente que Jesús nunca hubiera usado el poder divino para la venganza. Sin embargo, Juan y Jacobo le hacen perder el tiempo con una pregunta tonta. 

También se aparecen en el camino otros hombres que se ofrecen a seguir a Jesús. El primero le dijo con gran entusiasmo: «Señor, te seguiré adondequiera que vayas» (9.57). Podemos intuir que el hombre deseaba seguir a Jesús para alcanzar fama y fortuna, porque Jesús le hizo una advertencia solemne:

Las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza. – Lucas 9.58 (RVR 1960)

El segundo responde al llamado al discipulado diciendo: «Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre» (Lucas 9.59). Con esto quería decir que deseaba dedicarse a cuidar de sus padres—quienes probablemente no estaban ni enfermos en el momento—hasta que murieran, antes de dedicarse a seguir a Jesús. Jesús responde a sus excusas, diciendo

Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú vete a anunciar el reino de Dios.Lucas 9.60 (RVR 1960)

Y el tercero responde de manera similar al anterior, pues se ofrece a seguir a Jesús sólo después de atender sus responsabilidades familiares (9.61). Y una vez más, Jesús responde con palabras duras, diciendo:

Ninguno que, habiendo puesto su mano en el arado, mira hacia atrás es apto para el reino de Dios .Lucas 9.62 (RVR 1960) 

Liderazgo y soledad: Siete lecciones para líderes pastorales

Esta historia nos enseña siete importantes lecciones sobre el liderazgo cristiano:

  1. En momentos de crisis, quien tiene la responsabilidad de ser líder debe tener una visión clara de la misión que Dios le ha encomendado. 
  2. El sentido de misión es la fuente principal de inspiración para quienes ejercen el liderazgo cristiano.
  3. Las cargas del liderazgo se aligeran cuando tenemos una vida espiritual saludable.
  4. Es importante retirarse, a solas con Dios, para enfocarnos en la misión que el Señor nos ha encomendado.
  5. Podemos compartir con Dios las cargas del liderazgo que no podemos compartir con nadie más.
  6. Es crucial que ejerzamos el discernimiento espiritual, de manera que podamos actuar en el «kairós» de Dios, es decir, en el momento oportuno que Dios ha determinado para que llevemos a cabo las tareas relacionadas a la misión.
  7. El liderazgo requiere audacia y valentía. En momentos críticos, debemos «afirmar nuestro rostro» para cumplir la misión.  

En resumen, peligros siempre habrá, como también problemas a granel y voces que intentarán distraernos. No debemos, pues, prestar atención a quienes intentan distraernos de la misión, tratando de que perdamos el foco. En esos momentos críticos, sigamos, pues, el ejemplo de Jesús: 

Afirmemos nuestro rostro para cumplir la misión que Dios ha puesto en nuestras manos. 

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Cae la noche – Devociones – 8 de abril

Cae la noche y es tiempo de conectar con Dios

Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN

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Lectura Bíblica: Lucas 9.37-62

Jesús sana a un muchacho endemoniado

37 Al día siguiente, cuando bajaron del monte, una gran multitud les salió al encuentro, 38 y con fuerte voz un hombre de la multitud le dijo: «Maestro, te ruego que veas a mi hijo. ¡Es el único hijo que tengo! 39 Sucede que un espíritu se apodera de él, y de repente lo sacude con violencia, y lo hace gritar y echar espuma por la boca. Cuando lo atormenta, a duras penas lo deja tranquilo. 40 Yo les pedí a tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no pudieron.» 41 Jesús dijo entonces: «¡Ay, gente incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos? ¡Trae acá a tu hijo!» 42 Mientras el muchacho se acercaba, el demonio lo derribó y lo sacudió con violencia, pero Jesús reprendió al espíritu impuro, sanó al muchacho, y se lo entregó a su padre. 43 Y todos se admiraban de la grandeza de Dios.

Jesús anuncia otra vez su muerte

Entre el asombro que causaba todo lo que Jesús hacía, dijo él a sus discípulos: 44 «Pongan mucha atención a estas palabras: El Hijo del Hombre será entregado a los poderes de este mundo.» 45 Pero ellos no las entendieron, pues les estaban veladas para que no las entendieran, y tenían miedo de preguntarle qué querían decir.

¿Quién es el mayor?

46 En cierta ocasión, los discípulos comenzaron a discutir acerca de quién de ellos era el más importante. 47 Cuando Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, tomó a un niño y, poniéndolo junto a él, 48 les dijo: «Cualquiera que reciba a un niño así en mi nombre, me recibe a mí; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió. Porque el más insignificante entre todos ustedes, es el más grande de ustedes.»

El que no está contra nosotros, está a favor de nosotros

49 Entonces Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros.» 50 Jesús le dijo: «No se lo prohíban, porque el que no está contra nosotros, está a favor de nosotros.»

Jesús reprende a Jacobo y a Juan

51 Se acercaba el tiempo en que Jesús había de ser recibido arriba, así que resolvió con firmeza dirigirse a Jerusalén. 52 Envió mensajeros delante de él, y ellos se fueron y entraron en una aldea samaritana para prepararle todo; 53 pero los de allí no lo recibieron porque se dieron cuenta de que su intención era ir a Jerusalén. 54 Al ver esto, sus discípulos Jacobo y Juan dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos que caiga fuego del cielo, como hizo Elías, para que los destruya?» 55 Pero Jesús se volvió y los reprendió. [Y les dijo: «Ustedes no saben de qué espíritu son. 56 Porque el Hijo del Hombre no ha venido a quitarle la vida a nadie, sino a salvársela.»] Y se fueron a otra aldea.

Los que querían seguir a Jesús

57 Mientras seguían su camino, alguien le dijo: «Señor, yo te seguiré adondequiera que vayas.» 58 Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.» 59 Y a otro le dijo: «Sígueme.» Aquél le respondió: «Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre.» 60 Pero Jesús le dijo: «Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú, ve y anuncia el reino de Dios.» 61 Otro también le dijo: «Señor, yo te seguiré; pero antes déjame despedirme de los que están en mi casa.» 62 Jesús le dijo: «Nadie que mire hacia atrás, después de poner la mano en el arado, es apto para el reino de Dios.»

Lucas 9.48
Lucas 9.48

Cae la noche – Devociones – 7 de abril

Cae la noche y es tiempo de conectar con Dios

Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN

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Lectura Bíblica: Lucas 9.18-36

La confesión de Pedro

18 Un día, mientras Jesús se apartó para orar, les preguntó a los discípulos que estaban con él: «¿Quién dice la gente que soy yo?» 19 Ellos respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros más, que eres alguno de los antiguos profetas que ha resucitado.» 20 Entonces les preguntó: «¿Y ustedes, quién dicen que soy?» Y Pedro le respondió: «Tú eres el Cristo de Dios.»

Jesús anuncia su muerte

21 Jesús les mandó que de ninguna manera se lo dijeran a nadie. 22 También les dijo: «Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, que sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que muera y resucite al tercer día.»

23 Y a todos les decía: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, la salvará. 25 Porque ¿de qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si se destruye o se pierde a sí mismo? 26 Porque si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria, y en la gloria del Padre y de los santos ángeles. 27 Pero en verdad les digo, que algunos de los que están aquí no morirán hasta que vean el reino de Dios.»

La transfiguración

28 Como ocho días después de que Jesús dijo esto, subió al monte a orar, y se llevó con él a Pedro, Juan y Jacobo. 29 Y mientras oraba, cambió la apariencia de su rostro, y su vestido se hizo blanco y resplandeciente.30 Aparecieron entonces dos hombres, y conversaban con él. Eran Moisés y Elías, 31 que rodeados de gloria hablaban de la partida de Jesús, la cual se iba a cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y los que estaban con él tenían mucho sueño pero, como se quedaron despiertos, vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. 33 Mientras éstos se alejaban de Jesús, Pedro dijo: «Maestro, ¡qué bueno es para nosotros estar aquí! Vamos a hacer tres cobertizos; uno para ti, otro para Moisés, y otro para Elías.» Pero no sabía lo que decía.34 Y mientras decía esto, una nube los cubrió, y tuvieron miedo de entrar en la nube. 35 Entonces, desde la nube se oyó una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!» 36 Cuando la voz cesó, Jesús se encontraba solo. Pero ellos mantuvieron esto en secreto y, durante aquellos días, no le dijeron a nadie lo que habían visto.

Lucas 9.20
Lucas 9.20

Cae la noche – Devociones – 6 de abril

Cae la noche y es tiempo de conectar con Dios

Leamos una porción bíblica y oremos al Señor. Comencemos la oración reconociendo que Dios es grande y amoroso. Continuemos presentando en oración a las personas que amamos, a nuestras amistades y familiares. Después presentemos en oración nuestras propias vidas, rogándole a Dios que nos de lo que nos conviene, no lo que deseamos. Terminemos la oración alabando a Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN

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Lectura Bíblica: Lucas 9.1-17

Misión de los doce discípulos

Jesús reunió a sus doce discípulos y, después de darles poder y autoridad para expulsar a todos los demonios, y para sanar enfermedades, los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos. Les dijo: «No lleven nada para el camino. Ni bastón, ni mochila, ni pan, ni dinero, ni dos túnicas. En cualquier casa donde entren, quédense allí hasta que salgan. Si en alguna ciudad no los reciben bien, salgan de allí y sacúdanse el polvo de los pies, como un testimonio contra ellos.» Los discípulos salieron y fueron por todas las aldeas, y por todas partes anunciaban las buenas noticias y sanaban enfermos.

Muerte de Juan el Bautista

Herodes el tetrarca se enteró de todo lo que hacía Jesús, y estaba perplejo, pues algunos decían que Juan había resucitado de los muertos; otros decían que Elías se había aparecido; y aún otros, que alguno de los antiguos profetas había resucitado. Pero Herodes dijo: «¡Yo mandé decapitar a Juan! Entonces, ¿quién es éste, de quien oigo decir tales cosas?» Y trataba de verlo.

Alimentación de los cinco mil

10 Cuando los apóstoles regresaron, le contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Entonces él los llevó a un lugar apartado de la ciudad llamada Betsaida. 11 Pero la gente lo supo y lo siguió, y él los recibió y les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que necesitaban ser sanados. 12 Cuando el día comenzó a declinar, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y campos vecinos, y busquen comida y alojamiento, porque aquí no hay nada.» 13 Jesús les dijo: «Denles ustedes de comer.» Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos a comprar alimentos para toda esta multitud.» 14 Allí había como cinco mil personas. Y Jesús dijo a sus discípulos: «Hagan que la gente se siente en grupos de cincuenta personas.» 15 Los discípulos lo hicieron así, y todos se sentaron. 16 Jesús tomó entonces los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, los bendijo, los partió, y se los dio a sus discípulos para que ellos los repartieran entre la gente. 17 Y todos comieron y quedaron satisfechos; y de lo que sobró recogieron doce cestas.

Lucas 9.1-2
Lucas 9.1-2