Textos del Nuevo Testamento que presentan mujeres en posiciones de liderazgo

En lo personal, yo afirmo que Dios llama y capacita mujeres para ejercer el ministerio cristiano. Empero, sé que otras personas sostienen otras posiciones. Aunque diferimos, respeto su posición.

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Ahora bien, recientemente alguien me escribió diciendo que el Nuevo Testamento no habla mujeres posiciones de liderazgo. Con respeto, le indico que eso no es correcto. A continuación presento varios textos bíblicos que mencionan mujeres en posiciones de autoridad en la Iglesia. Los textos bíblicos provienen de la Reina Valera Contemporánea (RVC). Búsquelos en su versión favorita de la Biblia.

No voy a explicar los textos a profundidad, solo le pido que ustedes los lean y los estudien con seriedad. Dejo a su criterio el peso que debe darse a estos pasajes bíblicos. Que Dios les bendiga.

Mujeres en Liderazgo
Mujeres en Liderazgo

Mujeres que seguían a Jesús

Lucas 8.1 Después de esto, Jesús andaba por todas las ciudades y aldeas, y allí proclamaba y anunciaba las buenas noticias del reino de Dios. Lo acompañaban los doce, 2 y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena, y de la que habían sido expulsados siete demonios; Juana, la mujer de Chuza, el intendente de Herodes; Susana, y muchas otras que los atendían con sus propios recursos.

Las mujeres proclaman la resurrección a los Once

Mateo 28.8 Entonces ellas salieron del sepulcro con temor y mucha alegría, y fueron corriendo a dar la noticia a los discípulos. En eso, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Salve!» Y ellas se acercaron y le abrazaron los pies, y lo adoraron. 10 Entonces Jesús les dijo: «No teman. Vayan y den la noticia a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allí me verán.»

Lucas 24.1 Pero el primer día de la semana, muy temprano, las mujeres regresaron al sepulcro. Llevaban las especias aromáticas que habían preparado. Como se encontraron con que la piedra del sepulcro había sido quitada, entraron; pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras ellas se preguntaban qué podría haber pasado, dos hombres con vestiduras resplandecientes se pararon junto a ellas. Llenas de miedo, se inclinaron ocultando su rostro; pero ellos les dijeron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí. ¡Ha resucitado! Acuérdense de lo que les dijo cuando aún estaba en Galilea: “Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado. Pero al tercer día resucitará.”» Ellas se acordaron de sus palabras, y cuando volvieron del sepulcro les contaron todo esto a los once, y a todos los demás. 10 Las que contaron esto a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María la madre de Jacobo, y las otras mujeres. 11 El relato de las mujeres les pareció a los apóstoles una locura, así que no les creyeron; 12 pero Pedro se fue corriendo al sepulcro y, cuando miró hacia dentro y vio los lienzos allí dejados, volvió a su casa pasmado de lo que había sucedido.

Mujeres en el liderazgo de la Iglesia Primitiva

Hechos 1.12 Entonces los apóstoles volvieron a Jerusalén desde el monte del Olivar, que dista de Jerusalén poco más de un kilómetro. 13 Cuando llegaron a Jerusalén, subieron al aposento alto, donde se hallaban Pedro, Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, el hermano de Jacobo. 14 Todos ellos oraban y rogaban a Dios continuamente, en unión de las mujeres, de María la madre de Jesús, y de sus hermanos.

Priscila y Aquila educan en la fe a Apolos (*En la literatura griega, una mujer solo se menciona primero si es más importante que el esposo)

Hechos 18.24 Por esos días llegó a Éfeso un judío de Alejandría, que se llamaba Apolos. Era muy elocuente, y tenía un sólido conocimiento de las Escrituras; 25 además, había sido instruido en el camino del Señor, y con espíritu fervoroso hablaba y enseñaba con precisión todo lo concerniente al Señor. Pero sólo conocía el bautismo de Juan. 26 Apolos comenzó a hablar en la sinagoga sin ningún temor, pero cuando Priscila y Aquila lo oyeron, lo llamaron aparte y le expusieron con todo detalle el camino de Dios. 27 Apolos quería ir a Acaya, y los hermanos lo animaron; escribieron a los discípulos de allá para que lo recibieran y, cuando él llegó, fue de mucho provecho para los que, por la gracia de Dios, habían creído, 28 pues con mucha vehemencia refutaba en público a los judíos, y con las Escrituras les demostraba que Jesús era el Cristo.

Mujeres profetizando

Hechos 21.Al día siguiente, salimos y nos dirigimos a Cesarea; allí nos hospedamos en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete y que tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban.

1 Corintios 11.Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza; es como si se hubiera rapado.

Febe, la diaconisa

Romanos 16.1 Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea. Les pido que la reciban en el Señor, como merecen ser recibidos los santos, y que la ayuden en cualquier cosa que necesite de ustedes, porque ha ayudado a muchos, y también a mí mismo.

Mujeres que “trabajan en el Señor”

Romanos 16.12 Saluden a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saluden a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor.

Cloé, líder de un grupo en Corinto

1 Corintios 1.10 Hermanos, les ruego por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se pongan de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer. 11 Digo esto, hermanos míos, porque los de Cloé me han informado que entre ustedes hay contiendas. 12 Quiero decir, que algunos de ustedes dicen: «Yo soy de Pablo»; otros, «yo soy de Apolos»; otros, «yo soy de Cefas»; y aun otros, «yo soy de Cristo». 13 ¿Acaso Cristo está dividido? ¿Acaso Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O fueron ustedes bautizados en el nombre de Pablo?

Evodia y Síntique, líderes en Filipos

Filipenses 4.1 Así que, hermanos míos, amados y deseados, gozo y corona mía, ¡manténganse firmes en el Señor, amados! Ruego a Evodia y a Síntique, que se pongan de acuerdo en el Señor. También a ti, mi compañero fiel, te ruego que ayudes a éstas que lucharon conmigo en el evangelio, junto con Clemente y mis otros colaboradores, cuyos nombres están en el libro de la vida.

Requisitos de los diáconos

1 Timoteo 3.8 De igual manera, los diáconos deben ser honestos y sin doblez, no demasiado afectos al vino ni codiciosos de ganancias deshonestas; y deben guardar el misterio de la fe con limpia conciencia. 10 Además, éstos primero deben ser puestos a prueba y, si son irreprensibles, entonces podrán ejercer el diaconado. 11 Las mujeres, por su parte, deben ser honestas, y no calumniadoras, sino sobrias y fieles en todo. 12 Los diáconos deben tener una sola esposa, y gobernar bien sus hijos y sus casas, 13 pues los que ejercen bien el diaconado ganan para sí mismos un grado honroso y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.

Requisitos de los ancianos

Tito 2.1 Pero tú habla de lo que vaya de acuerdo con la sana doctrina. Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor y en la paciencia. Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su porte y maestras del bien, no calumniadoras ni esclavas del vino; deben enseñar a las mujeres más jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas y sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.

 

¡Maestro! – Un sermón para Resurrección

 Texto: Juan 20:11-18

Tema: Por medio del ministerio del Cristo resucitado, Dios nos llama a reconocer su señorío sobre nuestras vidas.

Área: Evangelización

Propósito: Que la audiencia sienta que Dios “la llama por su nombre”.

Lógica: Inductiva

Tipo: Narrativo (Preferiblemente para ser usado en la Semana Santa)

Audio:

Vídeo: http://www.drpablojimenez.com/video/Maestro.3gp

La búsqueda

La vida tiene muchos puntos irónicos. La vida tiene muchas vueltas que nos detienen en el camino y nos hacen pensar. A veces, es como si jugara al esconder con nosotros.

Tome por ejemplo, el siguiente caso, que más que un caso parece ser una ley de la vida: cuando uno tiene prisa nunca encuentra lo que busca. Usted lo sabe. Si dejamos la tarea de buscar algo para la última hora, a la hora de salir de nuestra casa o de nuestra oficina no podemos encontrarlo. 

Y si difícil es buscar una cosa, más difícil es buscar una persona. ¿O es que acaso usted nunca ha cometido el error de ir a un centro comercial y decirle a la persona que le acompaña “te encuentro en tal sitio”? Después de media hora de búsqueda, la encontramos sentada tomándose un café.

En casos como estos, parece que mientras más buscamos, más nos perdemos. Es por eso que no debe extrañarnos la confusión de María Magdalena.

1. Por razones que el texto no deja claras, María va al sepulcro (v. 1).
2. Al encontrarlo vacío, avisa a Pedro y al “discípulo amado” (v. 2).
3. Estos ven el sepulcro vacío y comprenden el milagro de la resurrección (vv. 3-10). 
4. “Pero María estaba fuera, llorando junto al sepulcro”, nos dice el v. 11.

La acción de Dios

En su desesperación por encontrar a Jesús, María no podía comprender el milagro ocurrido. En medio del dolor de su pérdida, María no podía entender el misterio de la acción de Dios.

Y su dolor era real. Perder a un ser amado no es fácil. Y si perder un ser amado es difícil, perder a la persona que da sentido a nuestras vidas es muy doloroso. Es tan doloroso que nos deja aturdidos, atontados ante la profundidad de la pérdida. Por eso María no podía entender; porque había perdido su maestro; porque había perdido la persona que daba norte a su vida.

María no entiende el milagro de la tumba vacía. María no entiende lo sobrenatural de la presencia de los ángeles. El dolor no la deja. Así se da un intercambio de palabras entre los ángeles y María. Ellos le hacen la única pregunta que se le puede hacer a una persona que llora: ¿Por qué? María responde: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto” (v. 13). Esa respuesta nos da la clave para comprender su tristeza. María cree que el cuerpo de Jesús había sido robado.

Así somos nosotros: Nos aferramos a nuestras propias explicaciones, negándonos a reconocer la posibilidad de la acción de Dios en nuestras vidas.

Encuentro con Dios

Entonces la historia llega a un punto alto; María encuentra a Jesús. Ella voltea a ver quién está a su lado. Al voltearse, logra ver a Jesús. Sin embargo, no logra reconocerlo. Aunque ella le conoce, no lo re-conoce.
Jesús le hace una misma pregunta muy parecida a la de los ángeles: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” (v. 14a). Sin embargo, María sigue confundida. Por eso responde a las preguntas con Jesús con una acusación y con un reproche: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo llevaré” (v. 14b).

Así somos nosotros. Aunque conocemos a Dios, somos incapaces de reconocer su presencia en nuestras vidas y en nuestro mundo. En lograr de reconocerle, lo confundimos a Dios hasta con la persona más humilde. Lo que es más, en ocasiones hasta culpamos a Dios de nuestros problemas, de nuestra confusión y de nuestro dolor. Al igual que María, quedamos sumidos en la tristeza y en la soledad.El llamado de Dios

Pero Jesús no deja a María en su confusión. Jesús viene a su auxilio en la forma más sencilla posible: llamándola por su nombre (v. 16a).
Esto no es una casualidad. Al contrario, es un acto de profundo significado teológico

De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Más el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Más al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.

Juan 10:1-6 

Jesús llama por su nombre a los que le pertenecen. Y al hablar de “nombre”, nos referimos aquí a algo mucho más profundo que la forma de llamar a alguien. En el mundo antiguo, el “nombre” identificaba la esencia de la persona.

Jesús llamó a María por su nombre, porque le conocía. Conocía su vida, su identidad, su historia, su esencia y su confusión. La conocía, y aún así la amaba. La conocía, como te conoce a ti y me conoce a mí. Sí, Jesús nos conoce, y aún así nos ama.

Nuestra respuesta

María reaccionó cuando escuchó su nombre en la voz de Jesús. Ella respondió de la única manera que puede reaccionar un ser humano cuando escucha la voz divina. María reconoció el señorío de Jesús sobre su vida, llamándolo “¡Maestro!”

Hoy, en este Domingo de Pascua de Resurrección, Jesús te llama por tu nombre. Responde hoy mismo, llamándole: “¡Maestro!”

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Bahía de San Juan
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