Guerra en Israel y Gaza

Una meditación sobre la guerra en Israel y Gaza, territorio gobernado por Hamas, un  movimiento de resistencia islámica

Introducción

Hace muchos años tuve el privilegio de estudiar junto a un pastor africano, proveniente de Zambia. Ese buen hermano me enseñó un dicho, aforismo o refrán común en su país: “cuando dos elefantes pelean quien sufre es la grama”. 

La veracidad de la aforismo es evidente. Los elefantes son tan grandes que apenas se hacen daño, aunque puedan herirse mutuamente con sus colmillos. Quizás uno salga más ensangrentado que el otro. Sin embargo, la hierba, los arbustos y el césped que están debajo de sus pies ciertamente serán aplastados una y otra vez. Los elefantes sobrevivirán, la hierba quedará destruida.

Claro está, el punto de este proverbio tiene muy poco que ver con los elefantes. Describe la situación de aquellas personas que se encuentran atrapadas en situaciones imposibles donde dos personas, organizaciones, o naciones luchan entre si, sin pensar en el daño que le hacen a los demás.

Guerra en Israel y Gaza

Sobre la guerra en Israel y Gaza

Dos “elefantes” en guerra en Israel y Gaza

Al momento de escribir estas líneas hay dos “elefantes” luchando en la franja de Gaza. Por un lado, encontramos la organización política palestina conocida como Hamas, que lanzó un brutal ataque contra Israel que verdaderamente puede ser catalogado como un acto de terrorismo. ¿Por qué? Porque atacaron civiles, asesinaron niños, y aún tomaron video de sus actos para aterrorizar al mundo a través de las redes sociales. Para completar, raptaron más de 100 personas y hasta enviaron fotos y videos a sus seres queridos. Hamas cuenta con el respaldo de otras organizaciones, como Hezbollah, que está basada en El Líbano, y aún de naciones como Irán, un estado islámico que no es árabe.

El otro “elefante” es el ejército de Israel, que se considera como una fuerza armada élite en el mundo. El estado de Israel cuenta con el respaldo del gobierno de los Estados Unidos, que tiene la milicia más avanzada en la historia de la humanidad.

Estos dos “elefantes” están peleando en uno de los espacios más sobrepoblados del mundo, donde habitan unas 2 millones de personas. El pueblo palestino es heterogéneo. Aunque la mayoría de la población es musulmana, se estima que entre el 6% y el 15% de los palestinos son cristianos. De hecho, algunas de las comunidades cristianas más antiguas se encuentran precisamente en territorio controlado por las autoridades palestinas. Aún existen comunidades cristianas tan antiguas que adoran en arameo, el idioma que hablaba Jesús de Nazaret.

¿Quiénes sufren en la guerra en Israel y Gaza?

Bajo condiciones normales, en tiempos de guerra la población se desplaza a lugares más seguros. Esto es prácticamente imposible en Gaza, dado que el movimiento de la población está restringido. Aún en tiempos de paz, los palestinos no pueden moverse libremente. Egipto se encuentra al sur de la Península del Sinaí. Empero, a pesar de ser un país árabe y mayoritariamente musulmán, no está dispuesto a abrir la puerta a los cientos de miles de refugiados que vendrían de Gaza si abren sus bordes para recibirlos. Por lo tanto, la masa del pueblo está prácticamente atrapada en la Franja de Gaza, pisoteada por los dos “elefantes” que luchan allí.

Es innegable que a Hamas no le importa el bienestar del pueblo palestino, ya que sus líderes tomaron decisiones y coordinaron acciones que todo el mundo sabe tendrían consecuencias devastadoras para las masas empobrecidas. Del mismo modo, es innegable que el gobierno israelí atacará sin clemencia, dada la imposibilidad de discernir a simple vista a los palestinos que apoyan a Hamas del pueblo pobre que es víctima de esa organización terrorista.

El conflicto ya está planteado y sus consecuencias son inevitables. La violencia engendrará más violencia. Miles de personas inocentes fallecerán tanto en Israel como en Gaza. Muchos de los sobrevivientes se radicalizarán, alimentando así el ciclo de violencia que ha imperado en las zonas de conflicto.

La mejor descripción de la situación le escuché en un video donde un periodista entrevistó a una desesperada mujer palestina. Ella dijo: “esto no es cuestión de islam, judaísmo o cristianismo; es cuestión de humanidad”. La dama continuó la entrevista indicando no sabía qué hacer. En la región no hay servicio eléctrico ni servicio de agua potable. La falta de electricidad implica que el acceso a las comunicaciones es prácticamente nulo. Por lo tanto, la masa del pueblo no puede recibir alertas a través de la radio, la televisión o el Internet. Por eso, el gobierno israelí está anunciando los bombardeos tirando hojas sueltas desde aviones. Tampoco hay gasolina para transportes privados o públicos, lo que impide que el pueblo inocente escape de las zonas de conflicto. Los efectivos de Hamas se parapetan en edificios de apartamentos y aún en mezquitas, asegurando así que cualquier bombardeo costará vidas inocentes. En resumen, la masa pobre no tiene refugio en sus casas, no puede encontrar santuario en mezquitas, no puede escapar, no puede recibir los anuncios de ataques, ni tampoco puede quedarse en las calles donde impera la violencia. 

¿Debemos orar por la paz?

Las comunidades cristianas debemos orar por la paz de esa tierra que consideramos santa. Debemos orar por el pueblo israelita, que hoy llora la muerte de más de 1,300 personas, está buscando cuidado médico para sus  más 3,000 heridos y teme por la vida de las más de 100 personas secuestradas.  Debemos notar que el ataque de Hamas ocurrió el 7 de octubre de 2023, que tiene varios significados religiosos. En primer lugar, ocurrió el sábado inmediatamente después de la fiesta de Sukkot, que el Biblia se conoce como la fiesta de los Tabernáculos o Cabañas. Está fiesta comenzó el sábado 30 de septiembre y se extendió hasta el viernes 6 de octubre. En segundo lugar, el sábado 7 de octubre de 2023 fue un día festivo nacional, celebrando Simchat Torah, es decir, el fin del ciclo de lecturas del Pentateuco—los cinco libros de Moisés—y el comienzo de un nuevo ciclo de lecturas. Literalmente, la fiesta se llama “regocijándonos con la Torah”. En tercer lugar, fue en descanso sabático, el Shabbat, cuando las calles de Israel están prácticamente desiertas. Por lo tanto, el pueblo de Israel está traumatizado. 

También debemos orar por las masas pobres en los territorios palestinos, que van a sufrir enormemente durante este conflicto. En particular, la niñez, la juventud, las mujeres, las personas discapacitadas y las de la tercera edad tienen un futuro incierto.

Yo sé que algunos líderes religiosos piensan que no debemos orar por el pueblo palestino. Con todo el respeto que merecen, creo que están equivocados. ¿Por qué? Porque Jesús de Nazaret nos advirtió que en el mundo siempre habrá conflicto y ese conflicto siempre causará aflicción: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn 16.33).

Confiamos en Jesucristo

Nosotros confiamos en aquel que ha vencido el conflicto, derrotando a las fuerzas del mal, del pecado y de la muerte en la cruz del calvario. Entre los muchos textos bíblicos que nos hablan sobre la victoria de Cristo, uno de los más importantes es Colosenses 2.13-15:

Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y  clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.”

Conclusión

Finalmente, debemos recordar que Dios desea la transformación del mundo y la conversión de todo ser humano, aun de aquellos que al parecer no tienen redención: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P 3.9). 

Oremos por la paz.

Oremos por la conversión de toda la humanidad y por la transformación del mundo.

Oremos por la llegada del Reino de Dios. Quiera Dios tener compasión de nosotros.

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¡Jesús está en la barca! (Marcos 4.35-41)

Bosquejo de un sermón listo para predicar, basado en Marcos 4.35-41, donde Jesús de Nazaret calma las aguas del Mar de Galilea.

Texto: Marcos 4.35-41 RVC

Ese mismo día, al caer la noche, Jesús les dijo a sus discípulos: «Pasemos al otro lado.» 36 Despidió a la multitud, y partieron con él en la barca donde estaba. También otras barcas lo acompañaron. 37 Pero se levantó una gran tempestad con vientos, y de tal manera las olas azotaban la barca, que ésta estaba por inundarse. 38 Jesús estaba en la popa, y dormía sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» 39 Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma. 40 A sus discípulos les dijo: «¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?» 41 Ellos estaban muy asustados, y se decían unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta el viento y las aguas lo obedecen?»

Tema: Jesús nos llama a tener confiar en él, aún en medio de la tormenta.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Dar ánimo a la audiencia, llamándola a tener fe

Lógica: Inductiva

Diseño: Narrativo

Vídeo del sermón sobre Marcos 4.35-41

Audio – Prediquemos podcast

Introducción

Había sido un día muy productivo. Jesús de Nazaret, rodeado por sus discípulos, había pasado el día enseñando, por medio de parábolas, a la multitud (Marcos 4.1-34). Llegada la tarde, Jesús decide continuar su marcha, viajando al otro lado del mar de Galilea.

El mar de Galilea, o como se le conoce en hebreo, el «Kinneret», en realidad es un lago que se encuentra al norte del territorio nacional y que, aún hoy, divide a Israel de Siria. El lago tiene unas 33 millas o 53 km de circunferencia, 13 millas o 22 km de largo y 8 millas o 13 km de ancho. 

Por lo tanto, caminar no era una opción. Caminar alrededor del lago toma entre 3 a 4 días, mientras cruzarlo en un barco de vela sólo toma algunas horas.

Trama

Aunque caía la tarde, y en el mundo antiguo no había alumbrado eléctrico, Jesús decide cruzar el lago y le dice a sus discípulos «Pasemos al otro lado» (v. 35). Con toda seguridad, el clima debía estar en condiciones óptimas, porque de otra manera el grupo no se hubiera a aventurado a cruzar el lago a esa hora. De todos modos, para mayor seguridad, los discípulos salieron junto con otras barcas, de manera que si alguna tenía problemas las otras podrían socorrerla (v. 36). 

En los tiempos de Jesús, una barca promedio tenía unos 27 pies u 8 metros de largo, por 8 pies o 2.5 metros de ancho. Tenía una sola vela, cerca de la proa, es decir, de la parte del frente. La barca promedio acomodaba unas 12 personas. Esto quiere decir que la embarcación donde iban Jesús y sus discípulos probablemente estaba sobrecargada, pues en ella iban Jesús, sus discípulos y la tripulación. Vacía, el borde de la barca podía estar a unos 3 pies o 75 centímetros sobre el agua. Cargada, podía estar tan cerca como 1 pie o 31 centímetros de la superficie. 

De repente, como suele ocurrir en el mar de Galilea, sobrevino una tormenta (v. 37). ¿Por qué son tan comunes? Porque el mar de Galilea se encuentra en un hueco, rodeado de montañas. El nivel del agua está entre 705 pies o 215 metros a 686 pies o 209 metros debajo del nivel del mar. Por eso, en algunas ocasiones, el viento que viene del mar Mediterráneo comienza a dar vueltas sobre el lago, formando trombas marinas. Nótese que el texto bíblico solo menciona que la tormenta consistía de vientos fuertes; no menciona lluvia, ni truenos. Así que podemos concluir que la «tormenta» en realidad era una tromba marina, es decir, un tornado sobre las aguas del lago.

Punto culminante

La tormenta era tan fuerte que las olas echaban agua dentro de la barca, lo que podía hundirla (v. 37b). Aterrados, los discípulos despertaron a Jesús, quien se encontraba durmiendo sobre una almohada en la popa, es decir, en la parte de atrás de la barca (v. 38). 

Ahora bien, el problema no es que lo despertaron, sino cómo lo despertaron. En lugar de despertarlo para decirle que estuviera alerta ante el peligro que enfrentaban, lo despiertan con un reproche, con una acusación: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» (v. 38). El texto griego es aún más fuerte, porque dice: «¿No te importa que vamos a ser destruidos?».

Esa es la naturaleza humana. Cuando enfrentamos un problema, en lugar de buscar sus causas reales, le echamos la culpa a Dios. 

Para los discípulos,

El problema no era el clima.

El problema no era la topografía.

El problema no era el sobrepeso de la barca.

No. El problema es Dios; el problema es que no le importamos a Dios.

El v. 40 dice: «Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma.» Noten el verbo «reprender», que es el mismo vocablo que Marcos utiliza cuando Jesús reprende los espíritus inmundos. Por lo tanto, Jesús trata a la tormenta como si fuera un demonio, y la reprende, ordenándole que guardara silencio.

Desenlace

Como es de esperar, la tormenta terminó. Empero, la tormenta puso al descubierto el verdadero problema: Los discípulos de Jesús, a pesar de caminar con él cada día, escuchando sus enseñanzas y atestiguando sus milagros, no tenían fe: «A sus discípulos les dijo: “¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?”» (v. 41).

Tenían miedo porque olvidaron que Jesús estaba en la barca. 

Olvidaron que Dios está en control del mundo y de la historia.

Olvidaron que Dios tiene poder aun sobre las repentinas tormentas que puedan azotar nuestras vidas.

Olvidaron que Dios está presto a protegernos, respondiendo aún a nuestros reclamos más injustos.

«¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?»: Preguntó Jesús a sus discípulos ayer. Y Jesús nos plantea las mismas preguntas hoy. Sí, es cierto que el mundo está enfrentando una pandemia sin precedentes para las generaciones actuales; una emergencia de magnitudes no vistas desde el 1918. Empero, la vida está llena de momentos críticos. Cada uno de nosotros y cada una de nosotras ha enfrentado varias crisis en el pasado. Y, si sobrevivimos esta, enfrentaremos muchas más: «¿Por qué tenemos tanto miedo? ¿Cómo es que no tenemos fe?».

La respuesta comunica la buena noticia que tiene este pasaje bíblico para toda la humanidad: No debemos tener miedo porque:

Aún en medio de la tormenta, ¡Jesús está en la barca!

Aún en medio de la crisis, ¡Jesús está en la barca!

Aún en medio del «valle de la sombra y de la muerte» (cf. Salmo 23.4), ¡Jesús está en la barca!

¡Jesús está en mi barca!

¡Jesús está en tu barca!

!Jesús está en nuestra barca!

Tengamos valor,

Tengamos fe,

Y tengamos paz. 

Sermón sobre Marcos 4.35-41
Marcos 4.35-41
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Construir la paz, un bosquejo sobre Efesios 2.11-22

Un bosquejo de sermón listo para predicar titulado Construir la paz, basado en Efesios 2.11-22, por el Dr. Pablo A. Jiménez

Texto: Efesios 2.11-22

Tema: Por medio del sacrificio de Jesucristo, Dios le ha dado a la iglesia el don de la paz.

Área: Desafío profético

Propósito: Sentar las bases para un llamado a la reconciliación.

Lógica: Inductiva

Clasificación: Temático

Introducción

  • El mundo del Nuevo Testamento era un mundo multicultural
  • Ese mundo amenazaba la supervivencia del pueblo judío.

La discordia del Evangelio

  1. El movimiento de Jesús, nacido dentro del seno del judaísmo, fue motivo de discordia y división.
  2. Aún dentro del mismo movimiento cristiano, surgieron dos actitudes contradictorias ante el multiculturalismo.
  3. Algunos afirmaban que todas aquellas personas que aceptaban el Evangelio debían convertirse al judaísmo.
  4. Otros, ejemplificados en la persona del Apóstol Pablo, afirmaban que no era necesario convertirse al judaísmo para ser cristiano.
  5. Esta disputa dividió a la iglesia, como vemos en los Hechos de los Apóstoles 15, en Gálatas 1 y 2, y en Filipenses 3.

El don de la paz

  1. Contra esas divisiones, la epístola a los Efesios afirma la obra reconciliadora de Jesucristo.
  2. Afirma que en Cristo ha derribado la “pared” que dividía a judíos y cristianos.
  3. Afirma que Dios sólo tiene un pueblo, al cual pertenecen los que históricamente habían sido herederos de la promesa y los que antes estaban excluidos.
  4. En resumen, Efesios nos enseña que la paz es un don que Dios le ha dado a la humanidad por medio de la obra de Cristo.
  5. La pregunta que se impone es, si Dios nos ha regalado el don de la paz, ¿por qué la iglesia está tan dividida? La única respuesta posible es que nuestro pecado ha impedido la construcción de la paz.

Conclusión

  • Nos toca a nosotros, pues, construir la paz.
  • Siguiendo la forma como el Apóstol Pablo utilizó “el indicativo y el imperativo”, podemos decir lo siguiente: Si Dios nos ha regalado la paz, vivamos en paz.
  • Más adelante discutiremos en detalle algunas estrategias para construir la paz, pero el primer paso lo debemos dar hoy.
  • El primer paso es confesar nuestros pecados, pidiendo perdón a aquellas personas que hemos ofendido con nuestras actitudes, hostiles y divisorias. Pidamos perdón, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. ¡Amén!
Efesios 2.14-15
Efesios 2.14-15
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