En la plenitud del tiempo (Gálatas 4.4-5)

Un sermón para las temporadas de Adviento y Navidad, sobre Gálatas 4:4-5.

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Hay bálsamo en Galaad (Jeremías 8.18-22)

Un sermón expositivo sobre Jeremías 8.18-22.

“¡Nuestro bálsamo no proviene del árbol del terebinto, sino del árbol de la cruz!

¡No es resina de árbol tallado, sino la sangre de aquel que “herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53.5)!

¡Es la sangre de Jesucristo, el hijo de Dios! Y por eso la Iglesia de Jesucristo hoy proclama sin temor que “hay bálsamo en Galaad”, en el nombre del Señor. AMÉN”

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Pablo A. Jiménez
Pablo A. Jiménez

 

Profeta, Sacerdote & Rey: El Triple Oficio de Cristo

Un sermón sobre el “Triple Oficio” de Cristo, que es profeta, sacerdote y rey en la historia de la salvación.

Profeta, Sacerdote y Rey: El Triple Oficio de Jesucristo

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El Triple Oficio de Cristo
Profeta, Sacerdote & Rey

Texto:

Profeta, sacerdote y rey

por Pablo A. Jiménez

Texto: Apocalipsis 19.11-16

Tema: Jesucristo cumple el “triple oficio” de ser profeta, sacerdote y rey.

Área: Desarrollo espiritual

Propósito: Explorar quién es Jesucristo.

Diseño: Temático

Lógica: Deductiva

Introducción

Las encuestas lo dicen con toda claridad. Las nuevas generaciones no creen en iglesias, ni en instituciones religiosas ni en sus líderes. La gente hoy ya no cree en la religión.

Sin embargo, esas mismas encuestas también reflejan que Jesús de Nazaret sigue siendo una de las figuras más respetadas, y amadas y admiradas de la historia. Para decirlo con toda claridad: Hoy la mayor parte de la gente cree en Jesús, pero no creen en la iglesia.

El problema es que el conocimiento que esas nuevas generaciones tienen de Jesús es limitado. A pesar del aprecio que le tienen a su figura, la gente que dice admirarle no sabe quién es Jesús. No conoce su historia ni comprende sus enseñanzas.

Declaración del tema

Esto nos lleva a plantear una pregunta crucial: ¿Quién es Jesús?

Aunque hay varias maneras de responder a esa pregunta, hoy responderé usando un acercamiento muy viejo, pero siempre vigente, sobre quién es Jesucristo. Es tan viejo que hunde sus raíces en los escritos de Eusebio de Cesarea, el primer historiador de la Iglesia Antigua, y en la reflexión de Juan Calvino, el gran teólogo de la Reforma Protestante. Me refiero a la doctrina conocida como el Triple Oficio de Cristo. Esta perspectiva afirma que Jesucristo cumple tres roles cruciales en la historia de la salvación: Jesucristo es profeta, sacerdote y rey. 

Transición

Pasemos a considerar cada uno de los “oficios” de Cristo, de acuerdo a esta forma de entender su vida y su ministerio.

Puntos a desarrollar

A. Jesús es el profeta por excelencia

  1. En primer lugar, esta doctrina afirma que Jesús es el profeta por excelencia.
  2. Un profeta es una persona que habla en nombre de Dios, llamando al pueblo a la fidelidad. Su mensaje no siempre habla del futuro. Por lo regular, menciona el futuro solo cuando afirma que Dios ha de hacer algo extraordinario o cuando advierte sobre el posible juicio que acarrea la infidelidad a Dios.
  3. Jesús es el profeta por excelencia por dos razones. Primero, es de quien hablan y en quien se cumplen las profecías del Antiguo Testamento. Por ejemplo, en Mateo 2 encontramos el relato de la visita de los Magos, que recalca el cumplimiento de las profecías en Jesús.

Jesús nació en Belén de Judea en los tiempos del rey Herodes. En aquel tiempo, unos sabios que venían desde el oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente, y venimos a adorarlo.” Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: “Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guía que apacentará a mi pueblo Israel.”

Mateo 2.1-6

  1. Segundo, Jesús es el poderoso profeta que habla de Dios como nadie lo ha hecho jamás. Esto lo vemos en pasajes bíblicos tales como Juan 7.45-46.

Los guardias fueron adonde estaban los principales sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: “¿Por qué no lo han traído?” Los guardias respondieron: “¡Nunca antes alguien ha hablado como este hombre!” 

B. Jesús es el gran Sumo Sacerdote

  1. El segundo oficio de Cristo es el de sacerdote.
  2. El sacerdote es la persona dedicada y consagrada a hacer, celebrar y ofrecer sacrificios ante Dios. Además, es la persona que sirve como mediador entre Dios y la humanidad.
  3. Jesús es “sacerdote” porque fue la víctima perfecta ofrecida en sacrificio perfecto ante Dios. Dado que Jesús dio su vida voluntariamente, cumplió con el rol de “sacerdote” y con el rol del cordero ofrecido en sacrificio ante Dios.
  4. Lo que es más, Jesús viene a ser el gran Sumo Sacerdote que intercede ante Dios por todos nosotros.

Por lo tanto, y ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, retengamos nuestra profesión de fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.

Hebreos 4.14-15

  1. Hebreos afirma contundentemente que Jesús es el mediador entre Dios y la humanidad

Pero nuestro Sumo Sacerdote ha recibido un ministerio mucho mejor, pues es mediador de un pacto mejor, establecido sobre mejores promesas.

Hebreos 8.6

C. Jesús es Rey

  1. En tercer y último lugar, Jesús cumple con el oficio de ser rey de todo lo creado.
  2. Un rey es el monarca soberano de un reino. En este caso, Jesús es el príncipe del Reino de Dios. Ese reino marca la presencia y el gobierno de Dios sobre el mundo.
  3. Jesús es rey porque “Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios el Padre” (Fil. 2.9-11).
  4. El libro de Apocalipsis anticipa la victoria final que Jesús, nuestro rey, tendrá sobre las fuerzas del mal, del pecado y de la muerte. El texto dice:

Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco. El que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, en su cabeza tenía muchas diademas y tenía escrito un nombre que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios. Los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, lo seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro. Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. En su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores.

Apocalipsis 19.11-16

Conclusión

En resumen, la doctrina cristiana nos enseña que Jesús es profeta, sacerdote y rey.

  • Es profeta porque nos enseña la palabra de Dios.
  • Es sacerdote porque intercede ante Dios por nosotros.
  • Y es rey porque ha vencido a los poderes del mal.

¡Celebremos hoy la obra de Cristo y confesémosle como Señor y Salvador, en el nombre de Jesús! AMÉN

Pablo A. Jiménez
Pablo A. Jiménez

¡El Señor es Rey! (Salmo 145)

Audio, vídeo y bosquejo listo para predicar un sermón basado en el Salmo 145, en ocasión de las elecciones generales.

Vídeo – Salmo 145

Audio:

Bosquejo listo para predicar – Salmo 145

Texto: Salmo 145

Tema: La Iglesia recuerda, afirma y proclama que Dios es su único y verdadero rey. 

Área: Desafío profético

Propósito: Recalcar la soberanía de Dios.

Diseño: Expositivo

Lógica: Inductiva

Introducción

Te exaltaré, mi Dios, mi Rey;

por siempre y siempre bendeciré tu nombre.

Todos los días te bendeciré,

por siempre y siempre alabaré tu nombre.

Salmo 145.1-2

El Salmo 145 comienza alabando a Dios con pasión. El Salmista proclama, afirma y declara que Dios es Rey. Por eso, se compromete a alabar a Dios continuamente, bendiciendo y alabando su santo nombre.

Los atributos divinos

El salmista tiene muchas razones por las cuales alabar a Dios. En particular, el salmista alaba a Dios por sus atributos, es decir, por las cualidades y las propiedades de su ser.

El primer atributo que menciona el salmista es la grandeza de Dios. Esto lo encontramos en los vv. 3 al 7, que dicen de la siguiente manera:

Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza;

su grandeza es inescrutable.

Todas las generaciones celebrarán tus obras,

y darán a conocer tus grandes proezas.

Hablarán de tu gloria y majestad,

y yo proclamaré tus hechos maravillosos.

Reconocerán el poder de tus sublimes obras,

y yo daré a conocer tu grandeza.

Salmo 145.3-7

Los pueblos que han conocido a Dios celebran su grandeza, de generación en generación. ¿Por qué? Porque la gente recuerda cómo Dios ha intervenido tanto en su vida cotidiana, como en la historia de sus respectivas comunidades. Si hoy alabamos a Dios con gratitud, es porque recordamos las obras que hizo ayer en beneficio nuestro.

La próxima sección, que se encuentra en los vv. 8 al 13, celebra un trío de atributos divinos: Dios es clemente, misericordioso y bueno.

Divulgarán el recuerdo de tu inmensa bondad,

y a grandes voces dirán que tú eres justo.

El Señor es compasivo y lleno de ternura;

lento para la ira y grande en misericordia.

El Señor es bueno con todos,

y se compadece de toda su creación.

Señor, ¡que toda tu creación te alabe!

¡Que te bendiga todos tus fieles!

¡Que proclamen la gloria de tu reino!

¡Que den a conocer tu poder!

¡Que conozcan todos tus hechos poderosos

y la gloriosa majestad de tu reino! 

Tu reino es un reino de todos los siglos;

tu dominio durará por todas las generaciones.

Salmo 145.8-13

El propósito del salmista es proclamar la gloria del reino de Dios, como dicen los vv. 11-13. El tema del Reino de Dios nos lleva necesariamente a pensar en Jesús de Nazaret, quien comenzó su ministerio afirmando que:

El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse, y crean en el evangelio!

Marcos 1.15

El Reino de Dios es la plena manifestación de la voluntad de Dios en el mundo; es la certeza de que nuestra historia, tanto personal como colectiva, está en las manos de Dios, quien nos dirige con amor.

Dios gobierna al mundo con justicia, con misericordia y con verdad, es decir, de acuerdo a los valores que surgen de su carácter.

  • El Dios bueno nos dirige con bondad.
  • El Dios justo nos dirige con justicia.
  • El Dios amoroso nos dirige con misericordia.

La próxima sección, que se encuentra en los vv. 14 al 16, recalca que Dios actúa sobre la base de esos atributos que surgen de su carácter.

Tú, Señor, levantas a los que tropiezan,

y reanimas a los que están fatigados.

Todos fijan en ti su mirada,

y tú les das su comida a su tiempo.

Cuando abres tus manos,

colmas de bendiciones a todos los seres vivos.

Salmo 145.14-16

El salmista afirma que Dios sostiene a las personas que desfallecen y que levanta a las personas caídas. Esto explica por qué las personas que tienen fe buscan de Dios en momentos de crisis. Buscamos el rostro del Señor con amor porque tenemos la esperanza de que Dios ha de escuchar nuestros ruegos, nuestras súplicas y nuestras plegarias.

Ahora bien, debe quedar claro que Dios no actúa de manera arbitraria. Por el contrario, el salmista afirma que Dios actúa con justicia. Esto lo vemos en los vv. 17 al 20, que dicen:

Tú, Señor, eres justo en todo lo que haces,

y todo lo haces con misericordia.

Tú, Señor, estás cerca de quienes te invocan,

de quienes te invocan con sinceridad.

Tú respondes a las peticiones de quienes te honran;

escuchas su clamor, y los salvas.

Tú, Señor, proteges a los que te aman,

pero destruyes a los malvados.

Salmo 145.17-20

Los actos divinos

Ahora tenemos un cuadro mucho más claro. Sí, afirmamos que Dios interviene en nuestro favor, dándonos fuerzas para continuar y levantándonos cuando caemos. Empero, Dios siempre actúa con justicia.

Si nuestros reclamos son justos, podemos regocijarnos sabiendo que Dios intervendrá en favor nuestro. Pero si nuestros reclamos son injustos, de nada valdrán nuestras oraciones. Para decirlo con toda claridad, las oraciones de las personas de fe solo mueven a Dios a responder cuando pedimos lo bueno, lo amable y lo correcto.

  • Dios no escucha oraciones vanas;
  • Dios no atiende las palabras de odio;
  • Dios no responde a reclamos injustos.

No importa cuanto podamos orar, ayunar u ofrendar, nuestra fe jamás podrá mover a Dios a actuar en contra de su santa y bendita voluntad.

El salmo termina con una declaración de alabanza que evoca los versículos iniciales del poema sagrado. El v. 21 dice de la siguiente manera:

Señor, mis labios proclamarán tu alabanza.

¡Que la humanidad entera bendiga tu santo nombre

desde ahora y hasta siempre!

Salmo 145.21

Conclusión

Las declaraciones teológicas del Salmo 145 cobran pertinencia particular cuando estamos cerca de una contienda eleccionaria. Ante las elecciones, la Iglesia recuerda, afirma y proclama que Dios es su único y verdadero rey.

  • Nuestra esperanza está en Dios.
  • Nuestro socorro viene de Dios.
  • Nuestra obediencia es a Dios.

Y

  • Es de Dios de quien esperamos el bien.
  • Es de Dios de quien esperamos justicia.
  • Es de Dios de quien esperamos la paz.

Cobremos ánimo sabiendo que, no importa el resultado de los comicios electorales, nuestro único y verdadero “rey” es el Dios que se ha revelado a la humanidad por medio de

  • De la historia de Israel,
  • De la obra de Jesucristo,
  • Y de la historia de la Iglesia cristiana.

Al soberano Dios le decimos hoy: “Alabaré tu nombre eternamente y para siempre” (v. 1b, RVR 1960), en el nombre de Jesús, AMÉN.

Salmo 145
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Como las águilas es un sermón listo para predicar sobre el tema de la esperanza, basado en Isaías 40.28-31.

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Escuche este sermón en PREDIQUEMOS, nuestro podcast cristiano.

Texto: Isaías 40.28-31

Tema: El pueblo de Dios debe mirar el futuro con esperanza, sabiendo que Dios está con él en medio de la crisis. 

Área: Desafío profético

Propósito: Dar esperanza al pueblo de Dios.

Diseño: Expositivo

Lógica: Inductiva

Decir “adiós” se ha convertido en una costumbre en nuestro países. En el mundo de habla hispana la migración es común, tanto entre países hispanoamericanos como de nuestros países a los Estados Unidos.

Claro está, la emigración masiva de nuestros pueblos se debe a una combinación de factores muy particulares. 

  1. La gente emigra para escapar de situaciones de violencia y pobreza, esperando encontrar estabilidad social y económica en un nuevo hogar. 
  2. La gente emigra para reunirse con familiares que se han reubicado en otros países.
  3. La gente emigra cuando se ve desplazada por gobiernos corruptos u organizaciones criminales.

Lo triste es que las personas que emigran muchas veces son rechazadas en los países donde intentan reubicarse. Lo que es más, en varias ocasiones hasta se tilda a los inmigrantes de ser criminales, es decir, de ser una carga para la sociedad.

Sin embargo, la fe nos da herramientas espirituales para lidiar con la crisis. La Biblia—la maravillosa Palabra de Dios—nos capacita para enfrentar y vencer los problemas de la vida. Este caso no es la excepción: La Biblia hace referencias continuas a situaciones de exilio muy similares a las nuestras.

Aunque podríamos hacer referencia a toda una variedad de textos y períodos bíblicos, hoy quiero centrarme en los tiempos del “Exilio Babilónico”. “¿Qué es eso?”, usted preguntará. El Exilio fue un período en la historia de Israel y Judá caracterizado por la deportación en masa de la población.

Comencemos recordando que Israel se constituyó como un reino en el Siglo X antes de la Era Cristiana. Sus primeros reyes fueron Saul, David y Salomón. Después del reinado de Salomón, el Reino se dividió en dos. Al norte quedó Israel, cuya capital estaba en la ciudad de Samaria. Al sur quedó Judá, cuya capital estaba en la ciudad de Jerusalén.

Israel, también conocido como “El Reino del Norte”, estuvo gobernado, en su mayoría, por una serie de hombres malvados, quienes vivían muy lejos de Dios. La historia de este reino es violenta, pues en varias ocasiones sufrió sangrientos golpes de estado que sacudieron las bases de la sociedad.

Judá, también conocido como “El Reino del Sur”, estuvo gobernado por descendientes del Rey David. En términos generales, estos hombres fueron un más piadosos que los reyes del Norte. Sin embargo, algunos fueron infieles, tanto que llevaron a Jerusalén al colapso.

Israel fue el primero que cayó en manos extranjeras, cuando fue conquistado por los Asirios. Eventualmente, Judá también cayó ante el ejercito de Babilonia.

Los babilonios tenían una práctica opresiva muy particular. Cuando conquistaban un reino, encarcelaban en campos de concentración a los hombres adultos que habían sobrevivido la invasión militar. Este fue el caso de Judá, pueblo que vio como sus líderes más hábiles y sus jóvenes de mayor potencial fueron deportados a Babilonia.

Para complicar la situación, la juventud hebrea en Babilonia sufría una enorme presión para asimilarse, es decir, para abandonar su identidad judía y para abrazar la identidad de sus captores.

Sí, la situación es dura. Empero, la Palabra de Dios trae consuelo aun en medio de las situaciones más difíciles. Leamos el capítulo 40 del libro del Profeta Isaías. Allí encontramos palabras de consuelo, cuando Dios le ordena al profeta que anuncie el final del cautiverio. El texto dice: 

El Dios de ustedes dice: «Consuelen a mi pueblo; ¡consuélenlo! ¡Hablen al corazón de Jerusalén! ¡Díganle a voz en cuello que ya se ha cumplido su tiempo, que su pecado ya ha sido perdonado; que ya ha recibido de manos del Señor el doble por todos sus pecados.» (Isaías 40.1-2)

Dios también le ordena al profeta que anuncie la construcción de un camino que llevará a su pueblo de vuelta a Jerusalén. El texto dice:

Una voz clama en el desierto: “Preparen el camino del Señor; enderecen en el páramo una calzada a nuestro Dios. Que todo valle sea enaltecido; que se hunda todo monte y collado; que se enderece lo torcido y que lo áspero se allane. Se manifestará la gloria del Señor, y la humanidad entera la verá. La boca del Señor ha hablado.” (Isaías 40.3-5)

Nótese que estos anuncios fueron proféticos, es decir, que ocurrieron antes de los eventos que anuncian. Pasaron varios años antes de que estos anuncios proféticos se convirtieran en realidad. 

De manera sarcástica y pesimista, algunas personas podrían cuestionar las bondades de estas profecías. ¿De qué vale saber que la situación mejorará en el futuro, cuando estamos sufriendo hoy? Y esta es la actitud de mucha gente negativa, que vive derrotada por los problemas que enfrenta.

Sí, hay personas negativas, sarcásticas y pesimistas. Pero el pueblo de Dios no puede dejarse vencer por estas actitudes malsanas. Quienes adoramos al Dios del Cielo, al Señor de la Vida, no podemos dejarnos vencer por el desánimo. Dios no nos llama a vivir derrotados. Por el contrario, Dios nos llama a vivir en esperanza, sabiendo “que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo a su propósito”.(Romanos 8.28).

Una de las expresiones más hermosas de la esperanza que Dios da a su pueblo se encuentra al final de Isaías 40. El texto dice:

Tú, Jacob, ¿por qué dices que tu camino está oculto para el Señor? ¿Por qué, Israel, alegas que Dios pasa por alto tu derecho? ¿Acaso no sabes, ni nunca oíste decir, que el Señor es el Dios eterno y que él creó los confines de la tierra? El Señor no desfallece, ni se fatiga con cansancio; ¡no hay quien alcance a comprender su entendimiento! El Señor da fuerzas al cansado, y aumenta el vigor del que desfallece. Los jóvenes se fatigan y se cansan; los más fuertes flaquean y caen; pero los que confían en el Señor recobran las fuerzas y levantan el vuelo, como las águilas; corren, y no se cansan; caminan, y no se fatigan. (Isaías 41.27-41)

¡Escuchen la Palabra de Dios! La Biblia no niega la crisis, sino que nos recuerda que el Señor está con nosotros en medio de la crisis.

Este hermoso pasaje bíblico nos recuerda que:

  • Dios se preocupa por nosotros, ya que no se olvida de su pueblo.
  • Dios no se cansa de amarnos, de cuidarnos y de bendecirnos.
  • Dios continúa siendo poderoso, ya que los problemas humanos no anulan el poder divino.
  • Dios renueva las fuerzas de su pueblo; Dios da nuevas fuerzas a los hombres y a las mujeres que le buscan con fe.
  • Dios renueva a las personas que confían en él.

Hermanos y hermanas, este es un mensaje muy pertinente para nuestra iglesia local, para nuestra comunidad, y para todo nuestro pueblo: El pueblo de Dios debe mirar el futuro con esperanza, sabiendo que Dios está con él en medio de la crisis. 

Dios nos llama a levantarnos sobre la crisis, así como las águilas remontan vuelo sobre la tierra. ¿Por qué?

  • Porque la crisis tendrá fin.
  • Porque nuestro problemas no son eternos.
  • Y porque nos esperan nuevos tiempos de prosperidad, en el nombre del Señor. Amén. 
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Cómo las águilas
Isaías 40.27-31
Consuelen a mi pueblo
esperanza
Isaías 40.27-31