¿Cómo están las Iglesias de América Latina lidiando con la crisis producida por la pandemia del Coronavirus? En este episodio, entrevistamos a tres líderes latinoamericanos, preguntando sobre las estrategias que están usando para pastorear en medio de la crisis del 2020. Estos son:
1. David Martínez Domínguez – Asamblea Apostólica – México
2. Wilson Baca Espino – Iglesia de Dios de la Profecía – Honduras
3. Pedro Pablo Suárez – Iglesia de Dios de la Profecía – Venezuela
Entrevista a cuatro personas que pastorean Iglesias en Puerto Rico:
Ramón O. Martínez Orabona – Bautista
Angelique Acevedo Reyes – Bautista
Daniel Andrés Rivera Rosado – Discípulos de Cristo
Héctor S. Reyes Martínez – Discípulos de Cristo
¿Cómo enfrentan la crisis multi sectorial que afecta a Puerto Rico? ¿Cómo planean celebrar la Semana Santa 2020, ante la cuarentena impuesta por el Covid 19?
Bosquejo de un sermón listo para predicar, basado en Marcos 4.35-41, donde Jesús de Nazaret calma las aguas del Mar de Galilea.
Texto: Marcos 4.35-41 RVC
Ese mismo día, al caer la noche, Jesús les dijo a sus discípulos: «Pasemos al otro lado.» 36 Despidió a la multitud, y partieron con él en la barca donde estaba. También otras barcas lo acompañaron. 37 Pero se levantó una gran tempestad con vientos, y de tal manera las olas azotaban la barca, que ésta estaba por inundarse. 38 Jesús estaba en la popa, y dormía sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» 39 Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma. 40 A sus discípulos les dijo: «¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?» 41 Ellos estaban muy asustados, y se decían unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta el viento y las aguas lo obedecen?»
Tema: Jesús nos llama a tener confiar en él, aún en medio de la tormenta.
Área: Cuidado pastoral
Propósito: Dar ánimo a la audiencia, llamándola a tener fe
Había sido un día muy productivo. Jesús de Nazaret, rodeado por sus discípulos, había pasado el día enseñando, por medio de parábolas, a la multitud (Marcos 4.1-34). Llegada la tarde, Jesús decide continuar su marcha, viajando al otro lado del mar de Galilea.
El mar de Galilea, o como se le conoce en hebreo, el «Kinneret», en realidad es un lago que se encuentra al norte del territorio nacional y que, aún hoy, divide a Israel de Siria. El lago tiene unas 33 millas o 53 km de circunferencia, 13 millas o 22 km de largo y 8 millas o 13 km de ancho.
Por lo tanto, caminar no era una opción. Caminar alrededor del lago toma entre 3 a 4 días, mientras cruzarlo en un barco de vela sólo toma algunas horas.
Trama
Aunque caía la tarde, y en el mundo antiguo no había alumbrado eléctrico, Jesús decide cruzar el lago y le dice a sus discípulos «Pasemos al otro lado» (v. 35). Con toda seguridad, el clima debía estar en condiciones óptimas, porque de otra manera el grupo no se hubiera a aventurado a cruzar el lago a esa hora. De todos modos, para mayor seguridad, los discípulos salieron junto con otras barcas, de manera que si alguna tenía problemas las otras podrían socorrerla (v. 36).
En los tiempos de Jesús, una barca promedio tenía unos 27 pies u 8 metros de largo, por 8 pies o 2.5 metros de ancho. Tenía una sola vela, cerca de la proa, es decir, de la parte del frente. La barca promedio acomodaba unas 12 personas. Esto quiere decir que la embarcación donde iban Jesús y sus discípulos probablemente estaba sobrecargada, pues en ella iban Jesús, sus discípulos y la tripulación. Vacía, el borde de la barca podía estar a unos 3 pies o 75 centímetros sobre el agua. Cargada, podía estar tan cerca como 1 pie o 31 centímetros de la superficie.
De repente, como suele ocurrir en el mar de Galilea, sobrevino una tormenta (v. 37). ¿Por qué son tan comunes? Porque el mar de Galilea se encuentra en un hueco, rodeado de montañas. El nivel del agua está entre 705 pies o 215 metros a 686 pies o 209 metros debajo del nivel del mar. Por eso, en algunas ocasiones, el viento que viene del mar Mediterráneo comienza a dar vueltas sobre el lago, formando trombas marinas. Nótese que el texto bíblico solo menciona que la tormenta consistía de vientos fuertes; no menciona lluvia, ni truenos. Así que podemos concluir que la «tormenta» en realidad era una tromba marina, es decir, un tornado sobre las aguas del lago.
Punto culminante
La tormenta era tan fuerte que las olas echaban agua dentro de la barca, lo que podía hundirla (v. 37b). Aterrados, los discípulos despertaron a Jesús, quien se encontraba durmiendo sobre una almohada en la popa, es decir, en la parte de atrás de la barca (v. 38).
Ahora bien, el problema no es que lo despertaron, sino cómo lo despertaron. En lugar de despertarlo para decirle que estuviera alerta ante el peligro que enfrentaban, lo despiertan con un reproche, con una acusación: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» (v. 38). El texto griego es aún más fuerte, porque dice: «¿No te importa que vamos a ser destruidos?».
Esa es la naturaleza humana. Cuando enfrentamos un problema, en lugar de buscar sus causas reales, le echamos la culpa a Dios.
Para los discípulos,
El problema no era el clima.
El problema no era la topografía.
El problema no era el sobrepeso de la barca.
No. El problema es Dios; el problema es que no le importamos a Dios.
El v. 40 dice: «Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma.» Noten el verbo «reprender», que es el mismo vocablo que Marcos utiliza cuando Jesús reprende los espíritus inmundos. Por lo tanto, Jesús trata a la tormenta como si fuera un demonio, y la reprende, ordenándole que guardara silencio.
Desenlace
Como es de esperar, la tormenta terminó. Empero, la tormenta puso al descubierto el verdadero problema: Los discípulos de Jesús, a pesar de caminar con él cada día, escuchando sus enseñanzas y atestiguando sus milagros, no tenían fe: «A sus discípulos les dijo: “¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?”» (v. 41).
Tenían miedo porque olvidaron que Jesús estaba en la barca.
Olvidaron que Dios está en control del mundo y de la historia.
Olvidaron que Dios tiene poder aun sobre las repentinas tormentas que puedan azotar nuestras vidas.
Olvidaron que Dios está presto a protegernos, respondiendo aún a nuestros reclamos más injustos.
«¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?»: Preguntó Jesús a sus discípulos ayer. Y Jesús nos plantea las mismas preguntas hoy. Sí, es cierto que el mundo está enfrentando una pandemia sin precedentes para las generaciones actuales; una emergencia de magnitudes no vistas desde el 1918. Empero, la vida está llena de momentos críticos. Cada uno de nosotros y cada una de nosotras ha enfrentado varias crisis en el pasado. Y, si sobrevivimos esta, enfrentaremos muchas más: «¿Por qué tenemos tanto miedo? ¿Cómo es que no tenemos fe?».
La respuesta comunica la buena noticia que tiene este pasaje bíblico para toda la humanidad: No debemos tener miedo porque:
Aún en medio de la tormenta, ¡Jesús está en la barca!
Aún en medio de la crisis, ¡Jesús está en la barca!
Aún en medio del «valle de la sombra y de la muerte» (cf. Salmo 23.4), ¡Jesús está en la barca!
Será como un sueño ofrece audio, vídeo y un bosquejo listo para predicar basado en el Salmo 126, escrito y predicado por el Dr. Pablo A. Jiménez.
Medios – Salmo 126
Bosquejo listo para predicar – Salmo 126
Texto: Salmo 126
Tema: Dios, quien nos ha librado de problemas en el pasado, nos librará de problemas futuros.
Área: Cuidado pastoral
Propósito: Inspirar a la congregación a encontrar esperanza en medio del sufrimiento, confiando en que el Dios que obró en el pasado, obrará también en el futuro.
Diseño: Expositivo
Lógica: Inductiva
Introducción
Impacto emocional del salmo: una mezcla de nostalgia, dolor, esperanza y alegría.
Enfoque del mensaje: cómo el Salmo 126 refleja la dinámica de la vida de fe—entre lágrimas y risas, entre el exilio y el regreso.
I. Dios ha hecho grandes cosas (vv. 1-3): La alegría de la liberación pasada
Análisis de diferentes traducciones del v.1: ¿pasado o futuro?
Independientemente del tiempo verbal, el salmo describe una experiencia de redención tan profunda que parece un sueño.
El gozo se manifiesta en tres elementos:
Sueños cumplidos.
Risas que brotan del alma.
Alabanza pública que reconoce el poder de Dios.
Aplicación: Recordar lo que Dios ha hecho en nuestras vidas fortalece nuestra fe para hoy.
II. Aun necesitamos liberación (vv. 4-6): El sufrimiento presente y la oración por restauración
El clamor por una nueva liberación revela que el pueblo todavía enfrenta crisis.
La condición humana: las bendiciones del pasado no eliminan los problemas del presente.
Referencia a Mateo 6:34: Cada día trae su propio mal.
Aplicación: No debemos idealizar el pasado ni temer el futuro. Dios sigue obrando.
III. Imágenes de esperanza: agua y cosecha (vv. 4-6): Dios obra en lo oculto y transforma el dolor
Arroyos del Neguev: imagen de renovación repentina y abundante tras una sequía.
El sembrador que llora: símbolo del creyente que trabaja en medio del dolor, con la esperanza de una cosecha gozosa.
Aplicación: Aun cuando sembramos con lágrimas, Dios promete una cosecha de gozo.
Conclusión
El Salmo 126 enseña que la memoria del gozo pasado y la fe en el Dios que actúa nos sostienen hoy.
Llamado a la acción: Sigamos sembrando, bendiciendo y luchando por la vida, con la certeza de que la cosecha vendrá.
Frase final: Aunque hoy sembremos llorando, mañana recogeremos con alegría… y viviremos como los que sueñan.
Un sermón sobre Hechos 1.4-5, enfocando en el impacto del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia:
“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.”
Medios
Texto
Una meditación sobre el primer capítulo del libro de Los Hechos de los Apóstoles, enfocando en la promesa del bautismo en el Espíritu Santo.
Por medio del Espíritu Santo, Dios le da a la Iglesia:
Como orar por los gobernantes, aún en momentos de crisis, es un ensayo escrito por el Dr. Pablo A. Jiménez.
Medios
Texto
Cómo orar por los gobernantes
La iglesia de Jesucristo, a través de los tiempos, ha tenido una relación paradójica con los gobiernos de este mundo. Por un lado, la iglesia nace a consecuencia de un asesinato político: La crucifixión de Jesús de Nazaret por el gobierno colonial y el ejercito romano en Judea. Por otro lado, con el correr del tiempo, la iglesia adquirió poder político, llegando a gozar del favor de gobernantes y reyes. Esto quiere decir que, en distintos momentos de su historia, la Iglesia ha sido tanto perseguida como favorecida por los gobiernos de este mundo.
Esta situación nos obliga a reflexionar sobre preguntas importantes: ¿Cómo puede la iglesia orar por los gobernantes terrenales? ¿Debe una iglesia perseguida orar por quienes le hostigan y oprimen? ¿Puede una Iglesia favorecida por el gobierno de turno orar de manera efectiva tanto por el partido en el poder como por la oposición?
La naturaleza humana nos dice que orar por nuestros enemigos es imposible. Nuestra naturaleza pecaminosa nos lleva a pedir el juicio de Dios en contra de quienes nos oprimen.
Empero, aquellas personas que confesamos a Jesucristo como Señor y Salvador no podemos doblegarnos ante nuestra naturaleza pecaminosa (Romanos 7.5-6). Por el contrario, debemos buscar «las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios» (Colosenses 3.1, RVC). Lo que para el «hombre natural» parece locura, es posible para quienes viven bajo la dirección del Espíritu de Dios (1 Corintios 2.14).
No debe sorprendernos, pues, que la Biblia nos ordene orar por los gobernantes, como indica 1 Timoteo 2.1-4 (RVR 1960):
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.
Aquí encontramos una enseñanza que el Apóstol Pablo dejó como un legado a Timoteo, su hijo espiritual. El viejo Apóstol recomienda que la Iglesia persevere en la oración por todo ser humano (v. 1). Nótese que Pablo menciona cuatro tipos de oraciones: súplicas o «rogativas», oraciones, peticiones y acciones de gracias. De esta manera, el Apóstol cubre el amplio campo que abarca la oración.
En el v. 2, Pablo exhorta a extender esas oraciones a quienes ocupan puestos de autoridad en los gobiernos terrenales. De primera intención, esto parece un mero buen consejo que todo ciudadano y que toda ciudadana debe seguir. Sin embargo, una lectura más profunda nos recuerda el contexto histórico del pasaje.
El Emperador Nerón gobernó Roma desde el año 54 hasta el 68 del primer siglo. Nerón comenzó su principado a los 16 años. Por un tiempo estuvo bajo la tutela de su madre, Agripina, y de su tutor, el filósofo Séneca. Sin embargo, después de la muerte de su madre, en el año 59, Nerón se tornó cada vez más violento y sanguinario. De hecho, Nerón decretó la primera persecución organizada contra la Iglesia, después del fuego que destruyó parte de la ciudad de Roma en el año 64. Sus desmanes fueron tantos, que finalmente le pidió a uno de sus secretarios que lo asesinara después de que sus propios guardaespaldas—la Guardia Pretoriana—se revelaran en su contra, en el año 68.
Ahora podemos comprender cuán sorprendente es la exhortación del Apóstol. ¡Pablo le pide a la iglesia que interceda ante Dios por Nerón, el emperador que ordenó su ejecución! Nos pide que oremos aun por aquellos gobernantes que procuran aumentar el dolor del pueblo. ¿Con qué propósito? Debemos orar por la paz, pidiendo tranquilidad y reposo para el pueblo. Debemos pedir que Dios bendiga a nuestros gobernantes, transformando sus corazones, para que puedan actuar de manera cónsona con los valores del Evangelio.
¿Y cuáles son esos valores evangélicos, valores del Reino de Dios? La Biblia nos da un excelente resumen de estas virtudes en Gálatas 5.22-23: «Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Contra tales cosas no hay ley.»
Esto quiere decir que nuestras oraciones deben estar dirigidas a Dios, pidiendo que su Espíritu Santo transforme a nuestro liderazgo civil, infundiéndole estos valores evangélicos. Deseamos que exhiban el fruto del Espíritu Santo en sus vidas. En fin, deseamos que tengan una experiencia espiritual que les lleve a la conversión.
Además, debemos pedirle a Dios que nuestro liderazgo civil pueda conocer la verdad y actuar conforme a ella. ¿Por qué? Porque la Biblia deja claro que la verdad es una persona; la verdad es Jesús: Jesús le dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14.6). Quien se aparta de la verdad, se aparta de Jesucristo.
Oremos por el liderazgo social y político de nuestros países, particularmente por aquellas personas que usan el odio como un arma política para dividir al pueblo y incitar a la violencia. Oremos por su conversión al Evangelio de Jesucristo y por su transformación, en el poder del Espíritu Santo. Si nuestro liderazgo civil cultiva una relación con Dios por medio de Jesucristo, cosecha el fruto del Espíritu y conoce la verdad, podremos vivir quieta y reposadamente, en el nombre de Jesús, AMÉN.
Tom Bandy presenta dos modelos de iglesia. El primero es el de la Iglesia tradicional que va en deterioro constante. Estas congregaciones están destinadas a cerrar en el futuro cercano. El segundo es el de la Iglesia que crece de manera firme y constante. Nuestro deseo es ofrecer pautas que lleven a nuestras congregaciones a ser Iglesias en crecimiento.
I. La Iglesia en Deterioro
La congregación en deterioro valora, sobre todas las cosas, el sentido de pertenencia; quieren que la feligresía desarrolle un sentido de «familia», que cada persona se sienta parte del grupo. Aquí el proceso de «crecimiento en la fe» pasa por cinco etapas, a saber:
A. Miembro
Estas congregaciones recalcan la importancia de convertirse en miembro «activo» de la feligresía. Sin embargo, rara vez ofrecen clases para nuevos creyentes. Establecen requisitos mínimos para mantener la membresía, tales como asistir a la Iglesia una vez al mes (o menos, en algunas ocasiones). Lo importante es que las visitas «se sientan en familia» y acepten formar parte de la lista oficial de miembros.
B. Amigo
Estas congregaciones prestan gran importancia a la amistad. Allí es más importante entablar amistad con el liderazgo establecido que asistir a las actividades de la Iglesia. Los líderes establecidos informan a los nuevos miembros de las tradiciones y de la historia de la congregación, de manera que las personas «nuevas» sepan como actuar correctamente. En este tipo de congregación, la tradición tiene un peso muy grande.
C. Compañero
El liderazgo establecido nomina a los puestos directivos a aquellas personas que ven como sus «compañeras», compartiendo sus valores, su nivel social, o su trasfondo étnico. Por esta razón, los cuerpos directivos tienden a ser homogéneos étnica y culturalmente, aunque la congregación sea diversa. Las amistades de los líderes tradicionales pueden ser nominadas a puestos directivos aunque lleven pocos meses asistiendo a la Iglesia.
D. Director
El «premio» a la madurez espiritual es formar parte del cuerpo directivo de la congregación. Los miembros de estos cuerpos directivos entienden que su labor principal es «supervisar» tanto el funcionamiento general de la Iglesia como el trabajo específico del pastor o la pastora.
E. Guardián
El nivel más alto de liderazgo laico en este tipo de Iglesia se alcanza cuando un miembro es visto como uno de los baluartes o pilares de la congregación. En ocasiones, los guardianes ocupan los puestos más altos por varios años corridos; en otras, toman turnos. De todos modos, los guardianes entienden que su misión es «mantener» la tradición de la Iglesia.
El Rol del Ministro
En la «congregación en deterioro», el pastor se ve como un empleado de la congregación cuya responsabilidad principal es llevar a cabo la misión de la Iglesia. Es al pastor a quien le toca buscar «almas» (es decir, nuevos miembros) y relacionarse con la comunidad en general.
II. La Iglesia en crecimiento
La Iglesia en crecimiento valora, sobre todas las cosas, la misión de la Iglesia. Por esta razón, crece en términos espirituales y numéricos. Al igual que el modelo anterior, entiende que el crecimiento en la fe pasa por cinco etapas, pero muy distintos a los anteriores:
A. Misión
Cada congregación debe buscar cuál es su propósito o misión específica en la comunidad a la cual desea servir. Esta misión debe enunciarse en forma breve, tanto que pueda resumirse en una oración que pueda escribirse en un afiche o en una pancarta. Otra manera de ver este punto es afirmando que cada congregación debe buscar la «canción» que Dios ha puesto en su «corazón».
B. Membresía
La congregación en crecimiento recalca que no todo el mundo puede ser miembro. Por eso, ofrece clases de discipulado para nuevos creyentes y para personas que desean trasladarse de otras congregaciones. Queda claro que la membresía implica responsabilidades, tales como colaborar en alguno de los ministerios de la Iglesia, asistir regularmente, y ofrendar a cierto nivel.
C. Madurez
La Iglesia recalca que cada creyente debe buscar alcanzar madurez en la fe, por medio del ejercicio de las disciplinas espirituales. Por esto, ofrece diversas oportunidades para que cada persona crezca en la fe, discerniendo los dones y las capacidades que Dios la ha concedido.
D. Capacitación
Este tipo de congregación ofrece una amplia gama de oportunidades de adoración, estudio, y servicio. Ofrece, pues, servicios de adoración dirigidos a los distintos «públicos» que desea alcanzar, desde personas no-creyentes a creyentes maduros. Cultiva distintos estilos de adoración, ofreciendo servicios tradicionales, contemporáneos y hasta experimentales.
E. Ministerio
Cada creyente es responsable de discernir el «ministerio» al cual Dios le ha llamado. El liderazgo congregacional es responsable de facilitar el cumplimiento de esos ministerios, capacitando a cada creyente para hacer un trabajo de excelencia. En este sentido, la señal de la madurez espiritual es que el creyente es «enviado» a llevar a cabo su ministerio en beneficio de la comunidad donde se encuentra la congregación.
El Rol de la figura pastoral
Nótese, pues, que en este sistema el pastor o la pastora tiene un rol educativo o magisterial. El equipo ministerial le ofrece cuidado pastoral a la feligresía, mientras le enseña cómo crecer en la fe y como ser un agente activo en el desempeño de la misión de la Iglesia Cristiana. Cumplir la misión cristiana y relacionarse con la comunidad es labor de toda la membresía de la congregación.
La Iglesia en crecimiento tiene cuerpos directivos pequeños, que delegan autoridad y recursos económicos para que los grupos de trabajo puedan llevar a cabo su trabajo. Por ejemplo, sugiere que el grupo de adoración de la Iglesia puede tener una cantidad designada en el presupuesto anual de la congregación, de modo que puedan comprar los materiales que necesitan para llevar a cabo su ministerio.
III. Conclusión
Ofrecemos el modelo de la Iglesia en crecimiento con la esperanza de que sea de bendición para todas nuestras congregaciones.
Bibliografía
Thomas G. Bandy, Kicking Habits: Welcome Relief for Addicted Congregations (Nashville: Abingdon Press, 1997).