El pasado puede ser un tirano. Por esta razón, no podemos caminar al futuro mientras miramos al pasado. Esto se resume en el siguiente consejo: “No te distraigas con los espejos”.
Para lograr el éxito, es necesario hacer planes concretos. En este cuarto episodio en la serie sobre el liderazgo cristiano, hablamos precisamente sobre cómo planificar actividades.
Sin visión el pueblo perece; sin visión el pueblo se desenfrena. Ahora bien, ¿cómo podemos desarrollar un proceso de visión para un ministerio, una iglesia local o una denominación? Ese es el tema de este episodio.
Jesús, el refugiado es una reflexión sobre la huída de Jesús y su familia a Egipto, escapando de la tiranía de Herodes el Grande.
El 6 de enero, en la tradición puertorriqueña, es el día especial cuando recordamos la llegada de hombres sabios quienes, guiados por una estrella, llegaron hasta la tierra de Judea buscando al Mesías enviado por Dios para salvar a la humanidad.
Siguiendo la tradición española, en Puerto Rico celebramos la llegada de los Tres Reyes Magos. Esta es una tradición hermosa, aunque se aleja un tanto de la tradición bíblica. El Evangelio según San Mateo, el único que recoge esta historia, no dice el número de los hombres sabios que buscaban al niño Dios, no menciona sus nombres y nunca les llama “reyes”.
A pesar de su disparidad con el testimonio bíblico, la tradición puertorriqueña es hermosa y debe guardarse con amor. Sin embargo, dicha tradición no debe distraernos del profundo mensaje que tiene la historia de los Magos en el testimonio bíblico.
La historia bíblica, en Mateo 2, afirma lo siguiente:
Jesús nació al final del reinado de Herodes, el Grande (Mt. 2.1). Este era un extranjero—proveniente de Idumea—que había llegado al trono de Judá gracias a las maquinaciones de Antípatro, su padre, y su matrimonio con Mariammé, una princesa Asmonea, hija de Juan Hircano II.
Unos hombres sabios llegaron a Judea de tierras lejanas buscando al “rey de los judíos”, orientados por una estrella (v. 1). Se cree que estos hombres eran astrónomos provenientes de Persia. Evidentemente, habían estudiado las Sagradas Escrituras hebreas y la promesa del Mesías venidero, pues conocían la promesa de Números 24:17: “Yo lo veré, pero no en este momento; lo contemplaré, pero no de cerca. De Jacob saldrá una estrella; un cetro surgirá en Israel…”.
También es evidente que no conocían a Herodes, un rey hábil, pero sanguinario, quien había mandado a asesinar a dos de sus hijos con Mariammé, llamados Alejandro y Aristóbulo (7 a.c.). Del mismo modo, estuvo involucrado en el arresto y ejecución de su hijo mayor, Antípatro, a quien tuvo con Doris, su primera esposa. Antípatro falleció solo cinco días antes que su padre en el año 4 a.c.
Herodes recibió a los sabios extranjeros con amabilidad, fingiendo interés en su búsqueda (v. 2). Sin embargo, las palabras de los sabios le estremecieron (v. 3), pues Herodes sabía muy bien que no tenía derecho al trono de Judea.
El Rey recurrió a líderes religiosos versados en la teología para escudriñar las profecías bíblicas (v. 4). Correctamente, estos le indicaron que el Mesías habría de nacer en la ciudad de Belén (v. 5), como indica la profecía de Miqueas 5.2 (v. 6).
6. Con esta información en mano, Herodes llamó a los sabios y les pidió que encontraran al Mesías y que, a su regreso, pasaran por Jerusalén para informarle donde estaba el niño (vv. 7-8)
Los sabios siguieron la estrella hasta donde estaba el niño (vv. 9-10). Entraron a la casa donde estaba María de Nazaret, junto a Jesús, y le adoraron (v. 10).
También le dieron tres regalos: Oro, incienso y mirra (v. 11). El oro representa la realeza de Jesús, el incienso evoca el culto a Dios y la mirra, la amargura que sufren los profetas. De esta manera, los regalos de los sabios profetizan el “Triple Oficio” de Cristo, como profeta, sacerdote y rey.
Por medio de una revelación en sueños, Dios le dice a los sabios que regresen a su tierra “por otro camino”, sin informar a Herodes sobre el paradero del Mesías recién nacido (v. 12).
Del mismo modo, Dios le dijo en sueños a José que emigrara a Egipto para escapar de la ira de Herodes (v. 13). Tan pronto despertó, viajó con su familia a Egipto, donde encontraron refugio hasta que Herodes murió (vv. 14-15).
Cuando notó que los sabios no regresaban a decirle donde estaba el niño, Herodes mandó a asesinar a todos los niños menores de dos años en la ciudad de Belén (v. 16). Dado que la ciudad era relativamente pequeña, contando con unos 150 a 200 habitantes, se calcula que el número de niños asesinados debió oscilar entre 5 a 7. Claro está, no hay evidencia histórica de esta masacre, pues la historia no recuerda la muerte de los pobres. Sin embargo, nadie duda que Herodes—quien mató a dos de sus propios hijos—era capaz de asesinar a los hijos de otros personas.
Un ángel dio la noticia sobre la muerte de Herodes a José (vv. 19-20), quien pronto regresó al territorio de Israel (v. 21).
Sin embargo, cuando supo que Arquelao, uno de los hijos de Herodes, era el rey de Judea, José decidió ubicarse en Galilea, una provincia al norte del territorio nacional (v. 22).
Específicamente, la familia se mudó a la aldea de Nazaret, razón por la cual Jesús era llamado “Nazareno” (v. 23).
El mensaje teológico de este pasaje bíblico es claro: Los sabios extranj eros representan a todas las personas no-judías que vendrían a la fe de Jesucristo.Confirman, de manera milagrosa, que Jesús era el Mesías enviado por Dios para salvar a la humanidad. Además, de manera profética, anuncian el “Triple oficio” de Cristo como profeta, sacerdote y rey.
Sin embargo, el texto también contiene otra enseñanza, pertinente para todo tiempo y lugar. Por medio de esta historia, Dios en Cristo se identifica con la niñez perseguida, que escapa buscando refugio. Sí, Jesús es el rostro humano de Dios, encarnado en un niño pobre, quien escapa junto a su familia de un dictador desalmado.
Desgraciadamente, a través de los tiempos la niñez ha sufrido a causa de la pobreza y de la violencia. Regímenes, tanto de derecha como de izquierda, han perseguido y asesinado a niños y niñas sin defensa. Y líderes religiosos sin escrúpulos se han vendido al mejor postor, usando su conocimiento teológico para facilitar la violencia y la persecución de las personas más vulnerables de la sociedad.
Ante esta dura realidad, Mateo 2 anuncia la buena noticia del Evangelio: Que Dios se hizo humano en la persona histórica de Jesús de Nazaret, quien nació pobre, fue perseguido y eventualmente asesinado. ¡La buena noticia es que Dios ha provisto salvación a la humanidad precisamente por medio de ese niño refugiado!
Demos gracias a Dios, pues, por Cristo Jesús y luchemos en favor de la niñez pobre, perseguida y refugiada. ¿Por qué? Porque cuando bendecimos a un niño o a una niña, estamos bendiciendo a Dios mismo. “De cierto les digo, que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humilla como este niño es el mayor en el reino de los cielos; y cualquiera que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí.” (Mateo 18.3-5 RVC)
Una reflexión teológica y pastoral en formato podcast audio, apropiada la Despedida de Año y el día de Año Nuevo.
La temporada de fin de año nos invita a reflexionar sobre nuestras vidas, evaluando nuestras acciones. En esta reflexión, Eclesiastés 3.3 nos invita a ver el nuevo año como “tiempo de edificar” tanto nuestras vidas como la de los demás.
Todo tiene su tiempo, dice la Escritura. Si eso es así, ¿qué tiempo es este? Con mucha humildad, les sugiero que es tiempo de edificar.La palabra “edificar” tiene un referente concreto: quiere decir “construir”, primordialmente un edificio. También tiene un referente simbólico: quiere decir “bendecir”; quiere decir procurar que una persona, organización o grupo alcance su pleno potencial de desarrollo.
Les propongo, pues, que es tiempo de edificar. Dios desea que invirtamos tiempo y recursos en la edificación de los demás, particularmente de al Iglesia como cuerpo de Cristo.