Amar a los enemigos: Nuevo episodio de Prediquemos Podcast

Versión libre del sermón titulado “Amar a los enemigos”, escrito por Martin Luther King, Jr., y publicado en su libro “Strength to Love”.

Introducción

“Amad a vuestros enemigos”: quizás esta sea la enseñanza de Jesús más difícil de seguir.

Algunos piensan que es imposible cumplir este mandamiento. ¿Cómo amar a una persona que se empeña en hacernos daño, sea de frente o a nuestras espaldas? Otros piensan que el mandato a amar los enemigos prueba que la ética cristiana está diseñada para personas débiles y cobardes, no para las fuertes y valientes. Estas personas piensan que Jesús fue un idealista.

A pesar de estas objeciones, el mandato de Jesús nos desafía con urgencia. La inestabilidad de la sociedad nos recuerda que el hombre moderno viaja por una carretera llamada “odio”, en un viaje con destino a la destrucción y a la condenación. Lejos de ser la declaración piadosa de un soñador, el mandato a amar a nuestros enemigos es un absoluto necesario para nuestra supervivencia. Amar aun a los enemigos es la clave para la solución de los problemas de nuestro mundo. Por eso, afirmo que Jesús no era un idealista, sino un realista.

Jesús comprendía la dificultad inherente al acto de amar a los enemigos. Sabía que toda expresión genuina de amor encuentra su origen en el acto de rendirse a Dios. Por lo tanto, Jesús dijo “amad a vuestros enemigos” con toda seriedad. Y nosotros, como cristianos, tenemos la responsabilidad de descubrir el significado de este mandato para hoy y de cumplirlo con pasión.

¿Cómo amar a los enemigos?

Ahora bien, ¿cómo es que uno demuestra el amor por los enemigos?.

Primero, demostramos el amor por medio de nuestra capacidad para perdonar. Quien no sabe perdonar, tampoco sabe amar. Es imposible amar a los demás sin primero aceptar la necesidad de perdonar las injurias recibidas. Por eso, debemos comprender que sólo la persona ofendida puede perdonar. Le toca, pues, a la víctima iniciar el proceso del perdón. El ofensor puede bien puede pedir perdón, pasando por un proceso similar al del Hijo Pródigo, quien “volvió en sí” después de sufrir las consecuencias de su pecado. Empero, sólo la persona ofendida puede perdonar al ofensor.

Perdonar no quiere decir que uno ignora la ofensa. Por el contrario, quiere decir que la ofensa ya no es impedimento para entrar en y mantener una relación. El perdón crea la atmósfera necesaria para volver a empezar, libres de las cargas del ayer. El perdón conduce a la reconciliación. Nuestra capacidad para perdonar determina nuestra capacidad para amar.

Segundo, debemos comprender que el ofensor es mucho más que su ofensa. Hasta la persona más repulsiva tiene alguna característica positiva. El problema es que los seres humanos tenemos personalidades divididas, ya que le mostramos amor a algunas personas a la misma vez que le hacemos daño a otras. Y esto lo vemos aún en el testimonio bíblico, cuando el Apóstol Pablo expresa:

Yo sé que en mí, esto es, en mi naturaleza humana, no habita el bien; porque el desear el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí. Romanos 8.18-20

Tercero, no debemos tratar de derrotar ni de humillar al enemigo, sino de ganar su amistad. A veces la vida nos da la oportunidad de vengarnos de aquellos que nos han hecho daño. Sin embargo, esto termina haciéndonos daño a nosotros mismos. Debemos recordar que Pablo también dijo: “No busquemos vengarnos, amados míos. Mejor dejemos que actúe la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12.19).

¿Por qué amar a los enemigos?

Ahora vayamos del “cómo” a “¿por qué debemos amar a nuestros enemigos?”

La primera razón es evidente: Pagar odio con odio sólo multiplica el odio. El odio no puede vencer al odio; sólo el amor puede vencerlo.

  • El odio multiplica el odio.
  • La rudeza sólo multiplica la rudeza.
  • Y la violencia multiplica la violencia.

Por lo tanto, cuando Jesús nos ordena amar a los enemigos, nos está pidiendo que rompamos la cadena de violencia que destruye al “otro” y, por ende, a la sociedad.

Otra razón para amar al enemigo es que el odio ensucia el alma y distorsiona la personalidad. Todos sabemos los estragos que causa el odio en la mente y el corazón de nuestros enemigos; pero pocos reconocemos el daño que puede causarnos a nosotros mismos; a nuestra mente y a nuestro corazón.

Si permitimos que las ofensas recibidas siembren odio en nuestros corazones, ese sentimiento negativo crecerá en nuestras almas. El odio es como un cáncer que corroe la personalidad y mina nuestra vitalidad. El odio destruye nuestros valores. Lo que es más, el odio causa tanta corrupción que terminamos llamando bueno a lo malo, bello a lo grotesco y verdadero a lo falso (compare con Isaías 5.20).

Tercero, debemos amar a nuestros enemigos porque el amor es la única fuerza que puede transformar al enemigo en un amigo. Recuerden que no deseamos destruir a la persona que nos ha ofendido, sino deshacernos de la enemistad que nos separa. Dios, quien es amor, es quien cambia al ser humano con su poder transformador.

Conclusión

Finalmente, hay una razón aún más importante para amar a nuestros enemigos. La encontramos en Mateo 5.43-45:

Oíste que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

Por lo tanto, es por medio del amor que llegamos a ser hijos e hijas de Dios. Aunque todo ser humano es hijo de Dios en potencia, esa relación se actualiza cuando amamos a los demás. Debemos amar a nuestros enemigos, porque sólo por medio del amor podemos experimentar la belleza y la santidad de Dios.

Sobre esta base, el Dr. Martin Luther King Jr. dirigió el siguiente mensaje a sus muchos oponentes:

Enfrentaremos su capacidad de hacernos daño con nuestra fuerza para amar. Enfrentaremos su fuerza física con nuestra fuerza espiritual. Desobedeceremos las leyes injustas, porque nuestra conciencia nos obliga a luchar por la justicia. No importa el mal que lancen contra nosotros, vamos a perseverar en el amor. Vamos a triunfar algún día; obteniendo una victoria que no será para sólo para nosotros. Y triunfaremos dos veces, porque no solo vamos a ganar nuestros derechos civiles; también ganaremos su corazón.

Y, a pesar de que King ofrendó su vida en el proceso de asegurar los derechos civiles de la comunidad afroamericana en los Estados Unidos, su mensaje se tornó en profecía. La resistencia pacífica resultó una táctica efectiva para combatir la brutalidad del sistema racista. La gente pudo ver con sus propios ojos, por medio de los reportajes de televisión, cómo la policía y las turbas racistas abusaban de personas que protestaban en paz. Los perseguían, los golpeaban, los mojaban con agua a presión, los acosaban con perros bravos y hasta los encarcelaban. Mientras tanto, quienes protestaban sólo reclamaban sus derechos a tomar agua de las mismas fuentes, a estudiar en las mismas escuelas y a comer en los mismos restaurantes que la gente blanca de herencia anglo-europea.

Esto llevó a presidentes como Kennedy y Johnson a oponerse al sistema racista en el cual habían sido criados para defender los derechos de los afroamericanos. Y eso abrió el camino para reconocer los derechos de las comunidades hispanas.

¿Por qué debemos amar a nuestros enemigos? Porque el amor es la fuerza espiritual más grande del universo, porque Dios es amor. 

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¿Quién mató a Jesús? Una meditación para la Semana Santa

Una meditación para la Semana Santa, enfocada en la muerte de Jesús, por el Dr. Pablo A. Jiménez.

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Semana Santa
¿Quién mató a Jesús?

El debate sobre quién mató a Jesús nos obliga a considerar cuestiones políticas y étnico-raciales, no solo cuestiones teológicas. El hecho es que durante siglos el cristianismo culpó al pueblo judío por matar a Dios en Cristo. Los judíos fueron acusados ​​de «deicidio», vocablo que significa «matar a un dios». Esta falsa acusación legitimó la persecución y el genocidio del pueblo judío. Fue simplemente una estratagema malvada para justificar actitudes racistas contra todo un grupo étnico. Como comunidad cristiana, debemos arrepentirnos de nuestra herencia racista y rechazar cualquier nuevo intento de legitimar la intolerancia contra los judíos.

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Habiendo dicho esto, la pregunta persiste: ¿Quién mató a Jesús? En cierto sentido, la respuesta es simple: Jesús de Nazaret fue asesinado por oficiales del Imperio Romano, porque lo vieron como una amenaza para la estabilidad política de Judea. En particular, las fuerzas de seguridad romanas decidieron asesinar a Jesús por tres razones, que lo convirtieron en un hombre marcado:

  • Su predicación del Reino de Dios (véase Marcos 1.14-15, Mateo 4.12-17 & Lucas 4.1-13).
  • Su acto profético de dirigir un desfile de personas que lo aclamaban como el «Hijo de David» y, por lo tanto, como heredero al trono de Judea (Marcos 11.1-11, Mateo 21.1-11, Lucas 19.28-40 & Juan 12.12-19).
  • Y, finalmente, por el alboroto que provocó en el Templo, donde prácticamente lideró un motín, cuando condenó la explotación económica de quienes iban al Templo de Jerusalén para presentar ofrendas y sacrificios. (Marcos 11.15-19, Mateo 21.12-17 & Lucas 19.45-48, compárelo con Juan 2.13-22).

En fin, ¿quienes mataron a Jesús? A Jesús lo mataron oficiales extranjeros de un ejército extranjero de ocupación que servía a un rey extranjero. 

Sin embargo, no podemos entender de manera cabal la ejecución de Jesús aparte de ese fenómeno político llamado «colonialismo». Este es el sistema político y económico por medio del cual un estado extranjero domina y explota a un estado más débil. Como cualquiera que haya vivido en una colonia puede testificar, las colonias están gobernadas por dos grupos de personas: Los representantes de la potencia extranjera (generalmente oficiales políticos, financieros y militares); y personas locales que apoyan a los invasores extranjeros. Algunos de estos líderes locales apoyan a los invasores porque los ven como liberadores que traerán progreso y prosperidad. Sin embargo, muchos de los líderes locales que colaboran con las potencias extranjeras lo hacen simplemente porque se lucran de la invasión. Su «oficio» es ser los mediadores entre el imperio y la colonia. Si están en el poder, es porque son los portavoces de los extranjeros.

Durante el primer siglo de la Era Cristiana, Judea era una colonia de Roma. Por lo tanto, Jesús fue asesinado por oficiales judíos que servían a los romanos; por oficiales romanos que consideraban que «solo estaban haciendo su trabajo» y por un Imperio asesino que buscaba mantener la  hegemonía sobre una tierra extranjera.

Para decirlo con mayor claridad, Jesús fue asesinado por un sistema político colonialista y racista, que decidió eliminarlo por considerarlo como una amenaza a su hegemonía política, financiera y militar.

A la distancia, es fácil juzgar a quienes participaron en el asesinato de Jesús. La claridad que nos dan los casi dos milenios que han pasado desde su ejecución, nos permitan ver que los enemigos de Jesús de Nazaret tomaron la decisión equivocada.

Lo difícil es ver que usted y yo estamos en una situación similar a la del pueblo judío en el primer siglo de la Era Cristiana. Al igual que ayer, hoy todo ser humano tiene que escoger a quién ha de servir: Al único y verdadero Dios o a los imperios de este mundo. El dilema es claro: Podemos servir al Dios de la Vida o podemos servir a las fuerzas del mal, del pecado y de la muerte. Quienes escogemos servir al Dios revelado en Jesucristo debemos estar preparados para sufrir por la causa del Evangelio. Empero, quienes escojan servir a las fuerzas del mal, seguirán matando gente en nombre de los imperios de este mundo. De forma metafórica, podemos decir que seguirán crucificando a Jesús, quien se solidariza con todas las víctimas de la violencia, del pecado y del mal.

El llamado de Dios es claro:

Hoy pongo a los cielos y a la tierra por testigos contra ustedes, de que he puesto ante ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida, para que tú y tu descendencia vivan; y para que ames al Señor tu Dios, y atiendas a su voz, y lo sigas, pues él es para ti vida y prolongación de tus días.

Deuteronomio 30.19-20a (RVC)

¡Escojamos, pues, la Vida, en el nombre del Señor Jesucristo. AMÉN!

Vea otros sermones para la Semana Santa

¿Qué es la predicación bíblica?

Una conferencia sobre las características que definen la predicación bíblica:

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La Biblia para la Predicación
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Episodio Inaugural de PREDIQUEMOS, nuestro nuevo podcast

PREDIQUEMOS es un podcast dedicado a la predicación, el liderazgo cristiano y la teología pastoral, producido por el Dr. Pablo A. Jiménez. Presentamos el episodio inaugural de este podcast, que habla sobre el tema: ¿Qué es la predicación bíblica?

Prediquemos Podcast
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Bibliografía sobre Homilética y Predicación

Bibliografía Homilética 1

Libros sobre homilética y predicación en español

Compilada por Pablo A. Jiménez

Actualizada el 22 de enero de 2017

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Libros introductorios a la disciplina

Aguilar, Abel. Homilética I: El arte de predicar. Miami: Editorial Vida, 2000.

Aldazabal, José. El arte de la homilía. Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgica, 1979. [Tema: La predicación en la Iglesia Católica Romana]

Anderson, Kenton C. Predicar es una decisión: Una introducción descriptiva de homilética bíblica. Miami: Editorial Vida, 2010.

Arrastía, Cecilio. Teoría y práctica de la predicación. Miami: Caribe, 1978.

Blackwood, Andrew W. La preparación de sermones bíblicos. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1953.

Braga, James. Cómo preparar mensajes bíblicos. Grand Rapids, MI: Portavoz, 1986.

Broadus, John. Tratado sobre la predicación. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1925.

Costas, Orlando E. Comunicación por medio de la predicación.San José: Caribe, 1973.

CELAM. La Homilía: ¿Qué es? ¿Cómo se prepara? ¿Cómo se presenta? Bogotá: Departamento de Liturgia del CELAM, 1981. [Tema: La predicación en la Iglesia Católica Romana]

Comisión Episcopal de Liturgia. Partir el pan de la palabra. Madrid: Promoción Popular Cristiana, 1990. [Tema: La predicación en la Iglesia Católica Romana]

Crane, James D. El sermón eficaz. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1961.

_____. Manual para predicadores laicos. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1966.

Ferreira, S. Yeury. Predicación de la teoría a la práctica. Charleston, NC: Create Space, 2012.

Fortuna, Francisco Pablo. Aprendiendo a predicar: Manual práctico de homilética. Santo Domingo: Por el autor, 2016.

Ham-Stanard, Carlos Emilio. El trípode homilético: Una guía para predicadores laicos. Quito: CLAI, 2000.

Hawkins, Tomás. Homilética práctica. El Paso: Editorial Mundo Hispano, 1978.

Jiménez, Pablo A. Introducción a la homilética. Rancho Cucamonga: Colegio Bíblico Apostólico Internacional, 2008.

_____. Pastoral de la predicación. Ecuador: Sociedades Bíblicas Unidas, 2012.

_____. Principios de predicación. Nashville: Abingdon, 2003.

Lloyd Jones, Martin. La predicación y los predicadores. Moral de Calatrava: Editorial Peregrino, 2003.

MacCarthur, John Jr. Editor. La predicación: Cómo predicar bíblicamente (Edición revisada de «Predicación expositiva»). Nashville: Grupo Nelson, 2009.

MacCarthur, John Jr. Editor. Predicación expositiva: Cómo balancear la ciencia y el arte de la exposición bíblica. Nashville: Editorial Caribe, 1996.

Martin, Albert .N. Preparados para predicar. North Bergen, NJ: Publicaciones Aquila, 2004.

Mergal, Angel M. El arte cristiano de la predicación. El Paso, CUPSA, 1951.

Michelén, Sugel. De parte de Dios y delante de Dios. Nashville: B & H Publishing Group, 2016.

Moraes, Jilton. Homilética: De la investigación al púlpito. Buenos Aires: Editorial Peniel, 2011.

Mottesi, Osvaldo. Predicación y misión: Una perspectiva pastoral. Nueva Edición actualizada. Buenos Aires: Certeza Argentina, 2016.

_____. Predicación y misión: Una perspectiva pastoral. Miami: Logoi, 1989.

Olford, Stephen F. Guía de predicación expositiva. Nashville: B & H Publishing Group, 2005.

Rodríguez, Rafael A. ¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?: Manual de homilética simplificada. San Juan: Katallage, 2007.

_____. Homilética simplificada. San Juan: Katallage, 1983.

Ropero Berzosa, Alfonso. Homilética Bíblica: Naturaleza y análisis de la predicación. Barcelona: Editorial CLIE, 2015.

Rostagno, Bruno. La fe nace por el oír: Guía para la predicación. Buenos Aires: La Aurora, 1989.

Santander Franco, José. Introducción a la predicación bíblica.Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 1991.

Silva, Kittim. Manual práctico de homilética. Miami: Editorial UNILIT, 1995.

Spang, Kurt. El arte del buen decir: Predicación y retórica. Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgica, 2002.

Spurgeon, Charles Haddon. Discursos a mis estudiantes. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1950. [Tema: Carácter y formación del ministro]

Vila, Samuel. Homilética. Terrassa (Barcelona): CLIE, 1978.

White, Douglas M. Predicación expositiva. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1982.

Wijngaards, John N.M. Comunicar la palabra de Dios. Estella (Navarra): Verbo Divino, 1988. [Tema: La predicación en la Iglesia Católica Romana]

Woodworth, Floyd. La escalera de la predicación. Miami: Editorial Vida, 1974.

Yawn, Byron Forrest, editor. Clavos bien clavados: Predique con claridad, sencillez y pasión. Grand Rapids, MI: Portavoz, 2012.

Zenses, Christophe. Siervo de la palabra: Manual de predicación.Manual EDUCAB. Buenos Aires: ISEDET, 1997.

 

Colecciones de ensayos

Arrastía, Cecilio (editado por Plutarco Bonilla). La predicación, el predicador y la iglesia. San José, CELEP, 1983. [Tema: Colección de ensayos escritos por Arrastía]

Carty, James W. Jr. & Marjorie T. Editores. Comunicación y proclamación del evangelio hacia el siglo XXI. México: CUPSA, 1984.

Castro, Emilio, editor. Pastores del pueblo de Dios en América Latina. Buenos Aires: La Aurora, 1973.

Costas, Orlando E. Editor. Predicación evangélica y teología hispana. Miami: Editorial Caribe / San Diego: Editorial Las Américas, 1982.

Hybels, Bill, Stuart Briscoe & Haddon Robinson. Predicando a personas del S. XXI. Barcelona: Editorial CLIE, 2008.

Martín del Campo, Ismael. Trazando con excelencia la Palabra de Verdad: Seminario de predicación. South Gate, CA: Asamblea Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, 2005.

Palau, Luis. Predicación: Manos a la obra. Miami: UNILIT, 1995.

Rodríguez, Daniel y Espinosa, Rodolfo. Editores. Púlpito cristiano y justicia social. México: El Faro, 1994.

 

Colecciones de sermones

Arrastía, Cecilio. A pesar de todo… Dios sigue siendo amor. Miami: Editorial Caribe, 1994.

_____. Itinerario de la pasión: Meditaciones para la Semana Santa. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1978.

_____. Jesucristo, Señor del Pánico: Antología de Predicaciones. Miami: UNILIT, 1985.

Barth, Karl. Al servicio de la palabra. Salamanca: Sígueme, 1985.

Cardona, José A. Semana Mayor. San Juan: Librería La Reforma, San Juan, 1977.

Castro, Emilio. Las preguntas de Dios: La predicación evangélica en América Latina. Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2004.

Gutiérrez, Angel Luis. Editor. Voces del púlpito hispano. Valley Forge: Judson Press, 1989.

Jiménez, Pablo A. En el poder del Espíritu: Diez sermones sobre el libro de los Hechos de los Apóstoles. Bogotá: Por el autor, 2007.

Pagán, Samuel. Púlpito, teología y esperanza. Miami: Caribe, 1988.

Rivera Madera, Pablo J. Esgrimiendo la Palabra. Bloomington, IN: Trafford Publishing, 2011.

Ropero Berzosa, Alfonso. Lo mejor de Juan Crisóstomo. Terrassa (Barcelona): CLIE, 2002.

Sandín-Fremaint, Pedro A. Palabras Duras: Homilías. Kitchener, Ontario, Canadá: Pandora Press, 2001.

Silva, Kittim. Las Siete Palabras. Terrassa (Barcelona): CLIE, 1988.

Von Rad, Gerhard. Sermones. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1975.

 

Comunicación & Predicación

Anderson, Kenton C. Predicando con convicción: Como comunicarse con los oyentes posmodernos. Grand Rapids, MI: Portavoz, 2001. [Temas: Teología de la predicación & Diseño sermonario]

Anderson, Kenton C. Predicando con integridad: Como comunicarse con los oyentes posmodernos. Grand Rapids, MI: Portavoz, 2005. [Temas: El sermón narrativo & enseñanza de la predicación]

Blackwood, Rick. El poder de la predicación y la enseñanza multisensorial.  Miami: Vida, 2011.

Costas, Orlando E. Introducción a la comunicación. San José: Sebila, 1976.

Howe, Reuel L. El milagro del diálogo. San José: Celadec, sin fecha. [Tema: Sermón dialogado/Comunicación]

Stanley, Andy & Lane Jones. Comunicación: La clave para lograr cambios duraderos. Buenos Aires: Editorial Peniel, 2007.

Historia de la Predicación

Broadus, John A. Historia de la predicación: Discursos. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, sin fecha.

Garvie, Alfredo Ernesto. Historia de la predicación cristiana. Terrassa (Barcelona): CLIE, 1987.

Predicación Avanzada

Freeman, Harold. Nuevas alternativas en la predicación bíblica. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1990.

Jiménez, Pablo A. La predicación en el siglo XXI: Actualidad, contexto, cultura, justicia social, liberación, postmodernidad. Barcelona: Editorial CLIE, 2010.

Jiménez, Pablo A. & Justo L. González. Manual de homilética hispana: Teoría y práctica desde la diáspora. Barcelona: Editorial CLIE, 2006.

Perry, Lloyd M. Predicación bíblica para el mundo actual. Miami: Vida, 1986.

 

Predicación Bíblica

La Biblia para la predicación, Sociedades Bíblicas Unidas, 2012.

Arthurs, Jeffrey. Predicando con variedad. Grand Rapids, MI: Portavoz, 2009.

Jiménez, Pablo A. Editor. Lumbrera a nuestro camino. Miami: Editorial Caribe, 1994.

Kaiser Jr., Walter C. Predicación y enseñanza desde el Antiguo Testamento. El Paso: Mundo Hispano, 2010.

Robinson, Haddon. La predicación bíblica. Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos (FLET). Miami: Logoi, 2000.

 

Teología de la Predicación

Barth, Karl. La proclamación del evangelio. Salamanca: Sígueme, 1969.

Boff, Leonardo. Teología desde el lugar del pobre. Santander: Sal Terrae, 1986.

Keller, Timothy. La Predicación: Compartir la fe en tiempos de escepticismo. Nashville: B & H Publishing Group, 2016.

Kinlaw, Dennis F. Predicando en el Espíritu. Nappanee, IN: Francis Asbury Press, 1985.

Maldonado, Luis. El menester de la predicación. Salamanca: Sígueme, 1972.

Martin, A.N. ¿Qué está fallando con la predicación de hoy? Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia, 2002.

Ratzinger, Joseph. Palabra en la Iglesia. Salamanca: Sígueme, 1976.

Stott, John R.W. El cuadro bíblico del predicador. Terrassa (Barcelona): CLIE, 1975.

_____. Facetas del predicador (Edición revisada de «El Cuadro bíblico del predicador»). Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2005.

_____. Imágenes del predicador en el Nuevo Testamento (Edición revisada de «El Cuadro bíblico del predicador»). Buenos Aires: Nueva Creación, 1996.

_____. La predicación: Puente entre dos mundos. Grand Rapids: Libros Desafío, 2000.

 

Varios Temas

Heise, Ekkerhard. Manual de homilética narrativa. Barcelona: Editorial CLIE, 2005. [Tema: Predicación narrativa]

Kempff, Gerardo; Bernt, Juan; & Huebner, Roberto. Predicando a Cristo: Comentarios a las lecturas bíblicas para cada domingo. St. Louis: Editorial Concordia, 2003. [Tema: Uso del Leccionario]

Limardo, Miguel. Ventanas abiertas. Kansas City: Casa Nazarena, 1969. [Tema: Ilustraciones para sermones]

Mawhinney, Bruce. Predicando con frescura. Grand Rapids, MI: Portavoz, 1998.

Mohana, João. Cómo ser un buen predicador: Teoría y ejercicios para desarrollar elocuencia, voz, expresión corporal, estilo, memoria y contenidos. Buenos Aires: Lumen, 1995. [Tema: Presentación del sermón]

Montoya, Alex. Predicando con pasión. Grand Rapids, MI: Portavoz, 2003.

Ovando, Jorge. El sentido profético del predicador. Miami: Caribe, 1996. [Tema: Predicación profética]

Sandín-Fremaint, Pedro A. Cuentos y encuentros. Bayamón: Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico, 1994. [Tema: Predicación narrativa]

Serrano, Guillermo. La predicación: Imagen de la Palabra. México: Publicaciones El Faro, 2007.

Street, R. Alan. La invitación eficaz. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1991. [Tema: Cómo hacer llamamientos]

Sumes, A.P. Auxilio para predicadores laicos y consejos para obreros. Bogotá: Centro de Literatura Cristiana, 1984. [Tema: Varios asuntos]

Turnbull, Rodolfo G. Editor. Diccionario de la teología práctica: Homilética. Grand Rapids, MI: TELL, 1976. [Tema: Diccionario de homilética]

Vilá, Samuel. Anécdotas. Terrassa (Barcelona): CLIE, 1970. [Tema: Ilustraciones de sermones]

Principios de predicación
Principios de predicación

Crecimiento constante: Un sermón sobre 1 Corintios 15.58

Manuscrito listo para predicar de un sermón sobre 1 Corintios 15.58, titulado “Crecimiento constante, escrito por el Dr. Pablo A. Jiménez.

Texto: 1 Corintios 15:58

Tema: Dios nos llama a crecer constantemente en la fe.

Área: Educación cristiana

Propósito: Llamar a la juventud a buscar el crecimiento espiritual.

Diseño: Temático

Lógica: Inductiva

Introducción 

La juventud es tiempo de grandes cambios. Es el tiempo cuando pasamos de la niñez a la edad adulta; de ser personas dependientes a ser personas independientes.

En nuestros días, la sociedad ha añadido una carga a la juventud. Ahora la sociedad nos exige que afirmemos nuestra identidad durante la adolescencia temprana (13 a 18 años).

Más que identidad, la sociedad nos exige que escojamos y afirmemos nuestras identidades. Es decir, que indiquemos cual es nuestra identidad:

  1. Étnica
  2. Sexual
  3. Vocacional
  4. Religiosa
Un sermón sobre 1 Corintios 15.58
1 Corintios 15.58
La identidad cristiana 

Las personas que creemos en Jesucristo, que afirmamos que Jesús es nuestro Señor y Salvador, tenemos una identidad religiosa. Cuando nos llamamos «cristianos» o «cristianas», estamos tomando para nosotros mismos el nombre de Jesucristo. La persona que se llama a sí misma «cristiana», está afirmando que le pertenece a Jesucristo.

¿Qué es lo que nos da esa identidad como personas cristianas? Nuestra identidad cristiana se deriva de la fe en Jesucristo. Es la fe en Dios, en Jesucristo su hijo, y en el poder del Espíritu Santo lo que nos permite llamarnos a nosotros mismos «cristianos».

Ahora bien, la fe en Jesús no se queda en el plano de la ideas. Por el contrario, la fe en Jesús se demuestra por medio de nuestras acciones:

  1. Demostramos fe en Jesús cuando nos unimos a una iglesia cristiana donde podemos crecer en la fe de Jesucristo.
  2. Demostramos fe en Jesús cuando le adoramos de todo corazón.
  3. Demostramos fe en Jesús cuando oramos a Dios, pidiendo dirección y
  4. protección para nuestras vidas.
  5. Demostramos fe en Jesús cuando estudiamos la Biblia, buscando dirección y crecimiento espiritual.
  6. Demostramos fe en Jesús cuando testificamos de su amor, compartiendo nuestra experiencia de Dios con otras personas.
Fe y conducta 

Todos estos elementos son importantes para la vida cristiana. Tenemos que practicar las disciplinas espirituales, tales como la congregación con otras personas de fe, la oración, la adoración, la lectura de la Biblia y el dar testimonio de Jesucristo.

Sin embargo, la fe cristiana se demuestra de otras maneras. Por ejemplo, la Epístola a Santiago dice lo siguiente: «Delante de Dios, la religión pura y sin mancha consiste en ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y en mantenerse limpio de la maldad de este mundo» (Sant. 1.27, RVC).

Santiago afirma que la verdadera religión se demuestra por medio de la conducta; por medio de obras de fe motivadas por el amor que Dios ha puesto en nuestros corazones. Por eso, el Apóstol dice:

Hermanos míos, ¿de qué sirve decir que se tiene fe, si no se tienen obras? ¿Acaso esa fe puede salvar? Si un hermano o una hermana están desnudos, y no tienen el alimento necesario para cada día, y alguno de ustedes les dice: «Vayan tranquilos; abríguense y coman hasta quedar satisfechos», pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve eso? Lo mismo sucede con la fe: si no tiene obras, está muerta.Pero alguien podría decir: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.» Tú crees que Dios es uno, y haces bien. ¡Pues también los demonios lo creen, y tiemblan! ¡No seas tonto! ¿Quieres pruebas de que la fe sin obras es muerta? ¿Acaso nuestro padre Abrahán no fue justificado por las obras cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe de Abrahán actuó juntamente con sus obras, y que su fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: «Abrahán creyó a Dios, y eso le fue contado por justicia»,(E) por lo que fue llamado «amigo de Dios». Como pueden ver, podemos ser justificados por las obras, y no solamente por la fe. Lo mismo sucedió con Rajab, la prostituta. ¿Acaso no fue justificada por las obras, cuando hospedó a los mensajeros y los ayudó a escapar por otro camino? Pues así como el cuerpo está muerto si no tiene espíritu, también la fe está muerta si no tiene obras.

Santiago 2.14-26, RVC

La fe se demuestra, pues, por medio de nuestra conducta. El escenario de la fe no es la iglesia. Es relativamente fácil ser cristiano en un ambiente como el que ofrece una congregación cristiana o un lugar de retiro de ambiente cristiano. El verdadero escenario de la fe es el mundo, es la sociedad donde vivimos:

  • Probamos nuestra fe en el seno de la familia, donde interactuamos con las personas más importantes en nuestras vidas.
  • Probamos nuestra fe en nuestros lugares de estudio y trabajo, donde interactuamos regularmente con el mismo grupo de personas.
  • Probamos nuestra fe en la calle, donde interactuamos con extraños en relativo anonimato.

Empero, también probamos nuestra fe cuando nos encontramos a solas, cuando nadie nos ve:

  • ¿Cuáles son los pensamientos que nos asaltan cuando estamos a solas?
  • ¿Cómo usamos el Internet? ¿Qué lugares visitamos? ¿Con quién «chateamos»?
  • ¿Qué decimos en nuestras conversaciones?
  • ¿Cuáles son nuestros planes para el futuro? ¿Cuáles son nuestros anhelos y deseos?
Fe e integridad 

Ahora bien, existe otro elemento importante para el crecimiento en la fe cristiana. Sin este elemento, un creyente no puede alcanzar el desarrollo espiritual necesario para ser un líder en la obra cristiana. Ese elemento es la integridad. Leamos 1 Corintios 15:58 (RVC), que dice: «Así que, amados hermanos míos, manténganse firmes y constantes, y siempre creciendo en la obra del Señor, seguros de que el trabajo de ustedes en el Señor no carece de sentido.»

Notemos el lenguaje que usa el pasaje para recalcar la importancia de la integridad. En primer lugar, el texto exhorta a los creyentes a estar «firmes y constantes». Para comprender lo que el Apóstol Pablo desea decir, es necesario recordar que este versículo forma parte de una carta a la Iglesia en Corinto. La historia nos enseña que Corinto era una ciudad portuaria famosa por su decadencia y por su corrupción. Corinto era tan famosa por sus prostíbulos, que servían a los marineros que atracaban en sus puertos, que los griegos de cualquier ciudad llamaban a las prostitutas «chicas de Corinto».

Además, cuando leemos la carta a los Corintios vemos que esta era una iglesia problemática, donde algunos creyentes:

  • Estaban divididos en grupos que luchaban unos contra otros por el control de la congregación (1 Co. 3).
  • Visitaban prostíbulos regularmente (1 Co. 6:15‐20).
  • Tenían una vida sexual desordenada, como el hombre que enamoró a su
  • madrastra (1 Co. 5).
  • Entablaban demandas legales los unos contra otros en los tribunales paganos (1 Co. 6:1‐11).
  • Se humillaban mutuamente cuando compartían alimentos y celebraban la cena del Señor (1 Co. 8 y 11:17‐34).

Por lo tanto, debe quedar claro que Pablo llama a los corintios a afirmarse en la fe, precisamente porque eran débiles en la fe.

En segundo lugar, el texto llama a los creyentes a crecer en la obra del Señor. Ese crecimiento debe ser constante; debe darse «siempre». Los creyentes, pues, nunca alcanzamos la plena madurez espiritual en este mundo. Por eso, el crecimiento en la fe debe ser constante. No importa su edad, usted debe estar buscando crecer en la fe de Jesucristo.

En tercer lugar, 1 Corintios 15:58 nos recuerda que «nuestro trabajo en el Señor «no carece de sentido» (RVC) o «no es en vano» (RVR 1960). Por lo regular, las cosas que hacemos para agradar al Señor benefician a personas en necesidad. El mundo está lleno de dolor; de personas que sufren debido a problemas familiares, enfermedades y otras experiencias negativas. La fe nos permite ministrar a personas en necesidad.

Quienes predicamos el Evangelio rara vez tenemos la oportunidad de saber hasta qué punto nuestras palabras llegan a la gente en necesidad. Sin embargo, en algunas ocasiones alguien se acerca a nosotros y nos da testimonio de lo que Dios está haciendo en sus vidas. Esos testimonios nos ayudan a continuar creciendo en la fe y trabajando para el Señor. Esos testimonios nos recuerdan que nuestro trabajo en el Señor «no es en vano».

Conclusión

Dios nos llama a crecer constantemente en la fe de Jesucristo. Y si decimos «constantemente» es porque el crecimiento en la fe requiere integridad. La integridad es esencial para el crecimiento y el desarrollo en la fe.

Yo sé que ustedes enfrentan grandes presiones, presiones nuevas a las cuales no están acostumbrados.

  • Algunas de sus amistades se burlan de ustedes. Esto les causa angustia, porque se sienten rechazados socialmente en un tiempo donde las amistades llegan a ser más importantes que sus propios familiares.
  • Otros se sienten presionados por su sexualidad. La juventud es el tiempo cuando uno despierta a su propia sexualidad. Uno comprende que la sexualidad es una fuente de placer, pero que su manejo requiere responsabilidad. También uno comprende que la sexualidad puede ser usada como un arma, que el mal uso de la sexualidad puede convertirnos en víctimas o en verdugos.
  • Aun otros enfrentan problemas con todas las substancias y condiciones que pueden convertirse en adicciones. Los medicamentos, las drogas ilícitas, el alcohol, la pornografía y hasta las sensaciones de peligro pueden convertirse en focos de adicción. Las adicciones nos dan placer por un tiempo que cada vez es más corto, mientras se convierten en fuentes de angustia y vergüenza.

Ante todas estas presiones, Dios nos llama a crecer constantemente en la fe. ¿Por qué? Porque la fe es nos ayuda a enfrentar a vencer todas estas presiones, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 

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Cuando se manifestó la bondad: Un sermón para Navidad (Tito 3.4-7)

Una reflexión teológica para las temporadas de Adviento y Navidad, basada en Tito 3. 4-5, por el Dr. Pablo A. Jiménez.

Rudimentos del sermón

Texto: Tito 3.4-7

Tema: El nacimiento de Jesús de Nazaret es la plena manifestación de la bondad divina

Área: Formación espiritual

Propósito: Recalcar la obra de Cristo, vista desde la Navidad.

Diseño: Expositivo

Lógica: Inductiva

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Manuscrito del Sermón

Introducción

Amor: Si hay una palabra que nos lleva a pensar en la grandeza de Dios es, precisamente, amor. Del mismo modo, la palabra amor define la Navidad como ninguna otra. Quien nace humilde en el pesebre de Belén es Emanuel, “Dios con nosotros”, el amor hecho carne para bendición de toda la humanidad.

Hoy exploraremos ese amor desde una perspectiva diferente, meditando sobre las enseñanzas de la Epístola del Apóstol Pablo a Tito, un texto bíblico que no es muy conocido en nuestras congregaciones.

La Epístola de Tito

Cuando pensamos en Tito, pensamos en 1 y 2 Timoteo. En conjunto, estas tres cartas se conocen como “Las Epístolas Pastorales”, dado que recalcan la organización de la Iglesia Primitiva.

Allí encontramos enseñanzas sobre temas relacionados al liderazgo de la Iglesia, tales como los requisitos para servir como anciano o anciana, diácono o diaconisa y para puestos que ya la Iglesia no tiene, tales como el de la “viuda” (que era ocupado por ancianas solitarias que eran mantenidas por la Iglesia).

Por esta razón, rara vez se escuchan sermones sobre estas epístolas, a menos que se hable sobre la organización de la iglesia, sobre el ministerio o sobre los diversos aspectos administrativos de la Iglesia.

Cuando se manifestó la bondad

Por eso es tan sorprendente encontrar en esa corta epístola un pasaje cuyo contenido teológico es tan exquisito que rivaliza el contenido de otras epístolas paulinas, tales como Romanos, Gálatas y Efesios.

Me refiero a Tito 3, versículos del 4 al 7, que lee de la siguiente manera:

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.

Enumeremos brevemente los muchos temas que este corto texto trata de manera tan condensada. Este pasaje bíblico habla sobre:

  1. La revelación o manifestación de Dios, a quien el ser humano sólo puede conocer si el Señor decide revelarse a la humanidad.
  2. De las cualidades o atributos de Dios, entre los cuales se encuentran la bondad y el amor.
  3. De la salvación por gracia, por medio de la fe en Dios. Los seres humanos alcanzamos salvación por la pura misericordia divina, no por nuestras obras ni por nuestras buenas acciones.
  4. El texto habla sobre el bautismo, al que describe como el “lavamiento de la regeneración”. Es decir, que por medio del bautismo el ser humano es hecho nueva criatura, dejando atrás la vida vieja y los pecados de ayer.
  5. No podemos olvidar la referencia a la obra del Espíritu Santo de Dios, que Jesucristo ha derramado sobre la Iglesia para salvación de toda la humanidad.
  6. El tema de la justificación también se encuentra presenta, recalcando que Dios nos convierte en personas justas de manera gratuita, por pura gracia divina.
  7. Todo esto es una herencia espiritual a la cual las personas que llegan a ser hijas de Dios por medio de la fe pueden aspirar.
  8. Finalmente, el tema de la esperanza también está presente. Lo encontramos como esperanza de vida eterna, de vida perdurable, de vida en un un mundo asediado por las fueras de la muerte.

Conclusión

Todo esto toma un tinte distinto cuando lo leemos durante la temporada navideña. Hoy lo vemos con toda claridad: El nacimiento de Jesús de Nazaret es la plena manifestación de la bondad divina; es la plena revelación de los propósitos salvíficos de Dios para con la humanidad.

Por eso hoy damos gracias a Dios por Cristo: por su nacimiento, por su vida, por sus enseñanzas, por su sacrificio en la cruz y por su obra salvífica a favor de toda la humanidad.

Damos gracias a Dios por Cristo, nuestro Señor. AMÉN

Navidad - Tito 3.4-5
Tito 3.4-5
Vea otros sermones para Adviento, Navidad y Epifanía.

Si rasgaras los cielos: Un sermón sobre Isaías 64

Si rasgaras los cielos: Un sermón para Adviento, sobre Isaías 64.

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Isaías 64.1-2
Isaías 64.1-2

Construir la paz, un bosquejo sobre Efesios 2.11-22

Un bosquejo de sermón listo para predicar titulado Construir la paz, basado en Efesios 2.11-22, por el Dr. Pablo A. Jiménez

Texto: Efesios 2.11-22

Tema: Por medio del sacrificio de Jesucristo, Dios le ha dado a la iglesia el don de la paz.

Área: Desafío profético

Propósito: Sentar las bases para un llamado a la reconciliación.

Lógica: Inductiva

Clasificación: Temático

Introducción

  • El mundo del Nuevo Testamento era un mundo multicultural
  • Ese mundo amenazaba la supervivencia del pueblo judío.

La discordia del Evangelio

  1. El movimiento de Jesús, nacido dentro del seno del judaísmo, fue motivo de discordia y división.
  2. Aún dentro del mismo movimiento cristiano, surgieron dos actitudes contradictorias ante el multiculturalismo.
  3. Algunos afirmaban que todas aquellas personas que aceptaban el Evangelio debían convertirse al judaísmo.
  4. Otros, ejemplificados en la persona del Apóstol Pablo, afirmaban que no era necesario convertirse al judaísmo para ser cristiano.
  5. Esta disputa dividió a la iglesia, como vemos en los Hechos de los Apóstoles 15, en Gálatas 1 y 2, y en Filipenses 3.

El don de la paz

  1. Contra esas divisiones, la epístola a los Efesios afirma la obra reconciliadora de Jesucristo.
  2. Afirma que en Cristo ha derribado la “pared” que dividía a judíos y cristianos.
  3. Afirma que Dios sólo tiene un pueblo, al cual pertenecen los que históricamente habían sido herederos de la promesa y los que antes estaban excluidos.
  4. En resumen, Efesios nos enseña que la paz es un don que Dios le ha dado a la humanidad por medio de la obra de Cristo.
  5. La pregunta que se impone es, si Dios nos ha regalado el don de la paz, ¿por qué la iglesia está tan dividida? La única respuesta posible es que nuestro pecado ha impedido la construcción de la paz.

Conclusión

  • Nos toca a nosotros, pues, construir la paz.
  • Siguiendo la forma como el Apóstol Pablo utilizó “el indicativo y el imperativo”, podemos decir lo siguiente: Si Dios nos ha regalado la paz, vivamos en paz.
  • Más adelante discutiremos en detalle algunas estrategias para construir la paz, pero el primer paso lo debemos dar hoy.
  • El primer paso es confesar nuestros pecados, pidiendo perdón a aquellas personas que hemos ofendido con nuestras actitudes, hostiles y divisorias. Pidamos perdón, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. ¡Amén!
Efesios 2.14-15
Efesios 2.14-15
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¿A dónde me iré de tu Espíritu? Un bosquejo sobre el Salmo 139

Un bosquejo homilético listo para predicar para un sermón sobre el Salmo 139, escrito y predicado por el Dr. Pablo A. Jiménez.

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Texto: Salmo 139:1-12

Tema: Los seres humanos no podemos escapar de la presencia del Dios que nos ama.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Recalcar la grandeza del amor y de la misericordia de Dios

Diseño: Inductivo

Lógica: Inductiva

Introducción 

El acompañamiento pastoral a personas en crisis es uno de los aspectos más difíciles del ministerio cristiano. Aunque es un honor ayudar a la gente en sus momentos de dolor, uno se identifica con el sufrimiento y el dolor que están pasando. Lo peor es que en ocasiones uno se siente impotente ante el sufrimiento de los demás.

Puntos a Desarrollar

A. La gente en crisis 

  1. Las personas en crisis comparten una serie de características y experiencias. Pasemos a enumerar algunas de estas características.
  2. La negación: Es común que nieguen la realidad, rehusándose a aceptar lo que está ocurriendo.
  3. La culpa: Tienen sentimientos de culpa, pensando que sus crisis son producto de su conducta o de su inacción. En algunas ocasiones. Tienen toda la razón, porque sus acciones pasadas en verdad han causado sus problemas actuales.
  4. La soledad: Quienes sufren piensan que todo el mundo les ha abandonado.
  5. El deseo de escapar: Las personas desean “salir corriendo”; desean huir de la realidad.

B. El silencio de Dios 

  1. Cuando usted está en crisis, su dolor no le deja discernir la presencia de Dios en su vida. Por eso, usted siente tanta soledad.
  2. Como parte de la crisis, cada persona tiende a negociar con Dios, ofreciendo votos y haciendo promesas que intentan mover la voluntad de Dios.
  3. Pero esas promesas y votos no funcionan. Por el contrario, nos distraen y nos impiden escuchar la voz divina.
  4. Olvidamos que Dios no busca ni necesita nuestros sacrificios. Por el contrario, Dios es quien envió a Jesucristo, su hijo, para sacrificarse por la salvación de la humanidad.
  5. La persona que se enfrenta al “silencio de Dios” se hunde en su crisis y en su depresión.

C. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? 

  1. El salmista que entona el Salmo 139 es una persona en crisis. Es una persona que ha intentado escapar de la realidad y de su dolor.
  2. Sin embargo, cuando se detiene a meditar—dejando por un momento su conmiseración y su activismo—puede discernir la presencia de Dios en su vida (vv. 1-6).
  3. La comprensión del conocimiento de Dios le lleva a reconocer el alcance de la presencia divina. Comprende que la presencia de Dios le rodea; que no puede escapar de la presencia de Dios (vv. 7-12).
  4. Dado que Dios nos ama, permítanme indicarle una idea que bien puede transformar su vida: Los seres humanos no podemos escapar la presencia del Dios que nos ama; no podemos escapar del amor de Dios. 
  5. No hay acción humana que pueda cancelar el amor de Dios por usted. No hay nada que usted puede hacer para cancelar el amor de Dios por usted.

Conclusión

“¿A dónde me iré de tu Espíritu?” pregunta el salmista. Esa es la pregunta que usted y yo también debemos hacer en esta hora: ¿A dónde ir para escapar de la presencia divina? ¿Dónde escondernos del amor de Dios? ¿Dónde?

La respuesta es sencilla. Usted nunca podrá escapar la presencia del Dios que le ama. No hay nada que usted pueda hacer para cancelar el amor de Dios por usted.

Reconocer la presencia y el amor de Dios es el primer paso para salir de la crisis en la que usted se encuentra. Responda hoy, con amor, al amor de Dios.

Un sermón sobre el Salmo 139.7
Salmo 139.7
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