Un sermón sobre Juan 9.1-3.
Vídeo
Un sermón sobre Hageo 2.9, en ocasión del aniversario de una Iglesia local.
Oración y ayuno: Un sermón sobre el tema del ayuno, basado en Isaías 58:6-12.
Un sermón para las temporadas de Adviento y Navidad, sobre Gálatas 4:4-5.
Un sermón expositivo sobre Jeremías 8.18-22.
“¡Nuestro bálsamo no proviene del árbol del terebinto, sino del árbol de la cruz!
¡No es resina de árbol tallado, sino la sangre de aquel que “herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53.5)!
¡Es la sangre de Jesucristo, el hijo de Dios! Y por eso la Iglesia de Jesucristo hoy proclama sin temor que “hay bálsamo en Galaad”, en el nombre del Señor. AMÉN”
Un sermón sobre el “Triple Oficio” de Cristo, que es profeta, sacerdote y rey en la historia de la salvación.
Texto:
por Pablo A. Jiménez
Texto: Apocalipsis 19.11-16
Tema: Jesucristo cumple el “triple oficio” de ser profeta, sacerdote y rey.
Área: Desarrollo espiritual
Propósito: Explorar quién es Jesucristo.
Diseño: Temático
Lógica: Deductiva
Introducción
Las encuestas lo dicen con toda claridad. Las nuevas generaciones no creen en iglesias, ni en instituciones religiosas ni en sus líderes. La gente hoy ya no cree en la religión.
Sin embargo, esas mismas encuestas también reflejan que Jesús de Nazaret sigue siendo una de las figuras más respetadas, y amadas y admiradas de la historia. Para decirlo con toda claridad: Hoy la mayor parte de la gente cree en Jesús, pero no creen en la iglesia.
El problema es que el conocimiento que esas nuevas generaciones tienen de Jesús es limitado. A pesar del aprecio que le tienen a su figura, la gente que dice admirarle no sabe quién es Jesús. No conoce su historia ni comprende sus enseñanzas.
Declaración del tema
Esto nos lleva a plantear una pregunta crucial: ¿Quién es Jesús?
Aunque hay varias maneras de responder a esa pregunta, hoy responderé usando un acercamiento muy viejo, pero siempre vigente, sobre quién es Jesucristo. Es tan viejo que hunde sus raíces en los escritos de Eusebio de Cesarea, el primer historiador de la Iglesia Antigua, y en la reflexión de Juan Calvino, el gran teólogo de la Reforma Protestante. Me refiero a la doctrina conocida como el Triple Oficio de Cristo. Esta perspectiva afirma que Jesucristo cumple tres roles cruciales en la historia de la salvación: Jesucristo es profeta, sacerdote y rey.
Transición
Pasemos a considerar cada uno de los “oficios” de Cristo, de acuerdo a esta forma de entender su vida y su ministerio.
Puntos a desarrollar
A. Jesús es el profeta por excelencia
Jesús nació en Belén de Judea en los tiempos del rey Herodes. En aquel tiempo, unos sabios que venían desde el oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente, y venimos a adorarlo.” Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: “Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guía que apacentará a mi pueblo Israel.”
Mateo 2.1-6
Los guardias fueron adonde estaban los principales sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: “¿Por qué no lo han traído?” Los guardias respondieron: “¡Nunca antes alguien ha hablado como este hombre!”
B. Jesús es el gran Sumo Sacerdote
Por lo tanto, y ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, retengamos nuestra profesión de fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.
Hebreos 4.14-15
Pero nuestro Sumo Sacerdote ha recibido un ministerio mucho mejor, pues es mediador de un pacto mejor, establecido sobre mejores promesas.
Hebreos 8.6
C. Jesús es Rey
Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco. El que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, en su cabeza tenía muchas diademas y tenía escrito un nombre que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios. Los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, lo seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro. Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. En su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores.
Apocalipsis 19.11-16
Conclusión
En resumen, la doctrina cristiana nos enseña que Jesús es profeta, sacerdote y rey.
¡Celebremos hoy la obra de Cristo y confesémosle como Señor y Salvador, en el nombre de Jesús! AMÉN
Audio, vídeo y bosquejo listo para predicar un sermón basado en el Salmo 145, en ocasión de las elecciones generales.
Texto: Salmo 145
Tema: La Iglesia recuerda, afirma y proclama que Dios es su único y verdadero rey.
Área: Desafío profético
Propósito: Recalcar la soberanía de Dios.
Diseño: Expositivo
Lógica: Inductiva
Introducción
Te exaltaré, mi Dios, mi Rey;
por siempre y siempre bendeciré tu nombre.
Todos los días te bendeciré,
por siempre y siempre alabaré tu nombre.
Salmo 145.1-2
El Salmo 145 comienza alabando a Dios con pasión. El Salmista proclama, afirma y declara que Dios es Rey. Por eso, se compromete a alabar a Dios continuamente, bendiciendo y alabando su santo nombre.
Los atributos divinos
El salmista tiene muchas razones por las cuales alabar a Dios. En particular, el salmista alaba a Dios por sus atributos, es decir, por las cualidades y las propiedades de su ser.
El primer atributo que menciona el salmista es la grandeza de Dios. Esto lo encontramos en los vv. 3 al 7, que dicen de la siguiente manera:
Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza;
su grandeza es inescrutable.
Todas las generaciones celebrarán tus obras,
y darán a conocer tus grandes proezas.
Hablarán de tu gloria y majestad,
y yo proclamaré tus hechos maravillosos.
Reconocerán el poder de tus sublimes obras,
y yo daré a conocer tu grandeza.
Salmo 145.3-7
Los pueblos que han conocido a Dios celebran su grandeza, de generación en generación. ¿Por qué? Porque la gente recuerda cómo Dios ha intervenido tanto en su vida cotidiana, como en la historia de sus respectivas comunidades. Si hoy alabamos a Dios con gratitud, es porque recordamos las obras que hizo ayer en beneficio nuestro.
La próxima sección, que se encuentra en los vv. 8 al 13, celebra un trío de atributos divinos: Dios es clemente, misericordioso y bueno.
Divulgarán el recuerdo de tu inmensa bondad,
y a grandes voces dirán que tú eres justo.
El Señor es compasivo y lleno de ternura;
lento para la ira y grande en misericordia.
El Señor es bueno con todos,
y se compadece de toda su creación.
Señor, ¡que toda tu creación te alabe!
¡Que te bendiga todos tus fieles!
¡Que proclamen la gloria de tu reino!
¡Que den a conocer tu poder!
¡Que conozcan todos tus hechos poderosos
y la gloriosa majestad de tu reino!
Tu reino es un reino de todos los siglos;
tu dominio durará por todas las generaciones.
Salmo 145.8-13
El propósito del salmista es proclamar la gloria del reino de Dios, como dicen los vv. 11-13. El tema del Reino de Dios nos lleva necesariamente a pensar en Jesús de Nazaret, quien comenzó su ministerio afirmando que:
El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse, y crean en el evangelio!
Marcos 1.15
El Reino de Dios es la plena manifestación de la voluntad de Dios en el mundo; es la certeza de que nuestra historia, tanto personal como colectiva, está en las manos de Dios, quien nos dirige con amor.
Dios gobierna al mundo con justicia, con misericordia y con verdad, es decir, de acuerdo a los valores que surgen de su carácter.
La próxima sección, que se encuentra en los vv. 14 al 16, recalca que Dios actúa sobre la base de esos atributos que surgen de su carácter.
Tú, Señor, levantas a los que tropiezan,
y reanimas a los que están fatigados.
Todos fijan en ti su mirada,
y tú les das su comida a su tiempo.
Cuando abres tus manos,
colmas de bendiciones a todos los seres vivos.
Salmo 145.14-16
El salmista afirma que Dios sostiene a las personas que desfallecen y que levanta a las personas caídas. Esto explica por qué las personas que tienen fe buscan de Dios en momentos de crisis. Buscamos el rostro del Señor con amor porque tenemos la esperanza de que Dios ha de escuchar nuestros ruegos, nuestras súplicas y nuestras plegarias.
Ahora bien, debe quedar claro que Dios no actúa de manera arbitraria. Por el contrario, el salmista afirma que Dios actúa con justicia. Esto lo vemos en los vv. 17 al 20, que dicen:
Tú, Señor, eres justo en todo lo que haces,
y todo lo haces con misericordia.
Tú, Señor, estás cerca de quienes te invocan,
de quienes te invocan con sinceridad.
Tú respondes a las peticiones de quienes te honran;
escuchas su clamor, y los salvas.
Tú, Señor, proteges a los que te aman,
pero destruyes a los malvados.
Salmo 145.17-20
Los actos divinos
Ahora tenemos un cuadro mucho más claro. Sí, afirmamos que Dios interviene en nuestro favor, dándonos fuerzas para continuar y levantándonos cuando caemos. Empero, Dios siempre actúa con justicia.
Si nuestros reclamos son justos, podemos regocijarnos sabiendo que Dios intervendrá en favor nuestro. Pero si nuestros reclamos son injustos, de nada valdrán nuestras oraciones. Para decirlo con toda claridad, las oraciones de las personas de fe solo mueven a Dios a responder cuando pedimos lo bueno, lo amable y lo correcto.
No importa cuanto podamos orar, ayunar u ofrendar, nuestra fe jamás podrá mover a Dios a actuar en contra de su santa y bendita voluntad.
El salmo termina con una declaración de alabanza que evoca los versículos iniciales del poema sagrado. El v. 21 dice de la siguiente manera:
Señor, mis labios proclamarán tu alabanza.
¡Que la humanidad entera bendiga tu santo nombre
desde ahora y hasta siempre!
Salmo 145.21
Conclusión
Las declaraciones teológicas del Salmo 145 cobran pertinencia particular cuando estamos cerca de una contienda eleccionaria. Ante las elecciones, la Iglesia recuerda, afirma y proclama que Dios es su único y verdadero rey.
Y
Cobremos ánimo sabiendo que, no importa el resultado de los comicios electorales, nuestro único y verdadero “rey” es el Dios que se ha revelado a la humanidad por medio de
Al soberano Dios le decimos hoy: “Alabaré tu nombre eternamente y para siempre” (v. 1b, RVR 1960), en el nombre de Jesús, AMÉN.
Un sermón sobre la mayordomía cristiana, basado en las Parábolas de la Oveja Perdida y de la Moneda Perdida que se encuentran en Lucas 15.1-10.