Encuentro del Movimiento La Red para el 5 de junio de 2022, Día de Pentecostés. La meditación se titula “Un nuevo Pentecostés” y gira en torno al tema de la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia y en el orden creado.
Un bosquejo para un sermón listo para predicar sobre Jeremías 31, adecuado para el Año Nuevo, por Pablo A. Jiménez.
Media
Rudimentos del sermón
Texto: Jeremías 31.7-14
Idea Central: Dios desea hacer un nuevo pacto con su pueblo.
Área: Cuidado pastoral
Propósito: Motivar a la congregación a pensar positivamente
sobre su relación con Dios.
Diseño: Expositivo, en ocasión del Día de Año Nuevo
Lógica: Inductivo
Bosquejo listo para predicar – Jeremías 31
Introducción
El comienzo de año nos da la
oportunidad de cerrar capítulos viejos y de abrir nuevos capítulos. Esto es muy
importantes en términos psicológicos y sociológicos. Particularmente después de
un año difícil, es importante poder decir que ese tiempo acabó y que comienzan
tiempos nuevos. El Día de Año Nuevo marca un nuevo comienzo para cada persona y
para toda la sociedad.
Puntos a desarrollar
A. La realidad del sufrimiento
Y si hablamos de tiempos difíciles es porque la vida es dura para toda persona, en todo tiempo y en todo lugar. Cada uno de nosotros tiene que luchar por la vida diariamente. Tenemos que procurar el bienestar propio, el de nuestros seres queridos y el de nuestra sociedad.
Empero, algunos tiempos son más difíciles que otros. En el caso del texto bíblico que hoy nos ocupa, el pueblo de Judá había sido conquistado por el Imperio de Babilonia. Los ejércitos extranjeros habían ocupado la Tierra Santa, manchándola de sangre. Y el liderazgo del pueblo fue deportado a campos de concentración en Babilonia. Esto dejó al pueblo dividido entre la masa de gente pobre que permanecía en Judá bajo el mandato militar extranjero y el liderazgo encarcelado lejos de su tierra.
La destrucción de Jerusalén, la ocupación militar de Judá y la deportación del liderazgo del pueblo dejó a los judíos a una profunda crisis. La crisis era política, económica, social, moral y religiosa. Tal parecía que el pueblo no tenía esperanza alguna.
B. La promesa divina
En medio de esa crisis, Dios le ordena a Jeremías que profetice, ofreciendo palabras de esperanza. El mensaje es claro: el cautiverio tendrá fin y el pueblo volverá a su tierra oportunamente (Jer. 31.7-14, RVC):
«El Señor dice: “Canten de gozo y alegría por el pueblo de Jacob, la principal entre todas las naciones. Hagan oír sus alabanzas y digan: ‘El Señor salvó a su pueblo, lo que quedaba de Israel.’ Voy a hacerlos volver del país del norte, y a reunirlos del último rincón del mundo. Con ellos vendrán los ciegos y los cojos, las mujeres embarazadas y las que ya dieron a luz; ¡volverá una enorme multitud! Vendrán orando y llorando. Yo los llevaré a corrientes de agua, por un camino llano, donde no tropiecen. Pues soy el padre de Israel, y Efraín es mi hijo mayor. “Naciones, escuchen la palabra del Señor y anuncien en las costas lejanas: ‘El Señor dispersó a Israel, pero lo reunirá y lo cuidará como cuida el pastor a sus ovejas.’ Porque el Señor rescató al pueblo de Jacob, lo libró de una nación más poderosa. “Vendrán y cantarán de alegría en lo alto de Sión, se deleitarán con los beneficios del Señor: el trigo, el vino y el aceite, las ovejas y las reses. Serán como una huerta bien regada, y no volverán a perder las fuerzas. Las muchachas bailarán alegremente, lo mismo que los jóvenes y los viejos. Yo les daré consuelo: convertiré su llanto en alegría, y les daré una alegría mayor que su dolor. Haré que los sacerdotes coman los mejores alimentos y que mi pueblo disfrute en abundancia de mis bienes. Yo, el Señor, lo afirmo.” »
La promesa divina, proclamada por el profeta, demuestra el interés y la disposición de Dios para relacionarse con su pueblo. En particular, nos enseña que Dios está dispuesto a entrar en una nueva relación de pacto con nosotros. Es más, Jeremías 31.31-34 (RVR1960) afirma que Dios desea hacer un nuevo pacto con cada creyente.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
En el pasado, las palabras de Jeremías le dieron aliento y esperanza al pueblo de Dios. Quienes fueron deportados guardaron en sus corazones la promesa de libertad, enseñando a sus hijos y a sus hijas que el cautiverio no sería permanente. Por eso, cerca de 70 años después de llegar a Babilonia, el grupo de personas deportadas pudieron volver a la tierra de Judá.
Conclusión
Y hoy, las palabras de Jeremías también
deben darnos aliento y esperanza. La Biblia nos enseña que:
Aunque todos pasamos por momentos de crisis, el
sufrimiento no es permanente.
Dios promete liberarnos del sufrimiento, causado por
el pecado, la violencia y la maldad.
Y, más importante aún, Dios desea hacer un nuevo
pacto con su pueblo.
Sí, hermanos y hermanas, la buena
noticia es que Dios desea hacer un nuevo pacto con nosotros. La pregunta que
resta es si nosotros, ustedes y yo, estamos dispuestos a entrar en una nueva
relación de pacto con Dios.
Para entrar en esa relación, debemos examinar
nuestras vidas.
¿Qué tenemos que dejar de hacer?
¿Qué tenemos que comenzar a hacer?
¿Qué tenemos que volver a hacer?
Respondamos con amor a la oferta divina, renovando nuestro pacto con Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN.
Esta meditación sobre lo que significa ser santo, basada en Mateo 12.1-7, define la santidad como la imitación del carácter de Dios en la vida cotidiana.
En esta ocasión hablaremos sobre la preocupación. En especial, hablaremos del lugar que tiene la preocupación en la vida de un creyente. Este tema puede parecer algo extraño para una reflexión. ¿Acaso no venimos a la Iglesia buscando la forma de enfrentarnos más eficazmente a nuestros problemas y preocupaciones? ¿Porqué, pues, hablar de algo que todos deseamos evitar? Hermanos y hermanas, en esta ocasión hablaremos de la preocupación porque tiene tres áreas que requieren que siempre nos mantengamos alertas.
En primer lugar, todos debemos preocuparnos por los eventos que ocurren en el mundo y, muy en especial, en nuestro país. La persona cristiana debe estar alerta; debe estar informada; debe estar pendiente a estos sucesos. Ahora bien, ¿por qué el creyente debe preocuparse por estas cosas? Es necesario preocuparse porque Dios le ha dado a los seres humanos la tarea de ser mayordomos del mundo. Al crear al ser humano, Dios le dio la orden de llenar la tierra y “sojuzgarla” (Gen. 1:28). Es decir, Dios puso al hombre y a la mujer como guardianes y administradores del planeta. De este modo, sabemos que Dios nos pedirá cuentas de cómo hemos administrado su mundo.
Además, debemos estar pendientes de los eventos que ocurren en nuestro mundo porque Dios nos ha dado su Espíritu Santo para juzgar entre lo bueno y lo malo. Si nosotros no velamos por la ética, por la moral y el buen juicio; si la Iglesia no vela por la honestidad y por el derecho a disfrutar la vida, entonces, ¿quién lo hará?
En segundo lugar, los creyentes debemos vivir preocupados por la Iglesia. Esto es necesario porque la Iglesia no sólo es una institución divina, sino que es, además, una organización humana. Como la Iglesia es una organización humana hay que velar porque en ella haya orden, honestidad, decencia y decoro. Hay que evitar las riñas, los deseos malvados, el abuso de confianza y la manipulación. En una palabra, hay que cuidar de que el pecado y la maldad humana no entorpezcan las relaciones en la Iglesia. Es necesario evitar que lo negativo y lo malo se enseñoreen de la Iglesia de Cristo
En tercer y último lugar, hay una preocupación que todos debemos tener. Una preocupación que debe tener cada persona cristiana. Cada creyente debe preocuparse por su vida espiritual. Cada cual debe preocuparse por mantener una buena relación con Dios.
Quiera Dios que siempre podamos estar preocupados por vivir en forma agradable a Dios.
En esta hora hablaremos acerca de la comunidad. Al hablar de la comunidad no nos referiremos al pueblo, al país o al lugar donde vivimos. Por el contrario, hablaremos de la Iglesia como una comunidad; como un grupo de personas unidas por la cruz de Cristo que se reúnen para adorar a Dios y servir a los demás en amor.
En primer lugar, debemos decir que la comunidad cristiana es creada por la Palabra de Dios. La Iglesia surge cuando diversas personas responden a la predicación del Evangelio y se unen para adorar a Dios. En cierto sentido, la comunidad cristiana se forma en base al testimonio de los escritores bíblicos y se convierte en una comunidad de nuevos testigos que continúan la tarea de la evangelización.
En este punto pudiéramos preguntar, ¿cómo es que la comunidad de fe puede llevar a cabo su tarea evangelística? ¿Cómo es que la Iglesia “habla” la palabra divina? En fin, ¿cómo es que la Iglesia da testimonio de Jesucristo?
La respuesta más sencilla a esta pregunta es que la Iglesia da testimonio por medio de la predicación y la enseñanza. Es decir, la Iglesia “habla” a través de las palabras, habladas y escritas, que enuncian sus miembros cuando predican, cuando ofrecen clase de Escuela Bíblica, cuando conducen talleres, conferencias, dinámicas y cualquier otra actividad parecida en la Iglesia.
Pero debemos tener claro que la Iglesia no habla sólo con sus palabras. La mera existencia de una comunidad cristiana en un lugar determinado es un testimonio vivo del poder de Dios. El que un grupo se reúna a adorar a Dios ya es un testimonio firme de la misericordia divina.
Por otro lado, la comunidad de fe da testimonio de Jesucristo al servir al prójimo. Cuando la Iglesia sirve a los necesitados, los incapacitados y los débiles, está “hablando” elocuentemente; también está dando testimonio de Jesucristo.
En segundo lugar, encontramos que la misma Palabra que crea la comunidad, la confronta y la desafía. La Palabra de Dios siempre le está preguntando a la Iglesia si su testimonio es verdadero, si está mostrando el amor de Dios en forma clara, si está proclamando el mensaje del Evangelio en forma sencilla y pura.
Pero debemos tener claro que, si nosotros formamos parte de la comunidad cristiana, ese reto, esa confrontación que hace la Palabra de Dios es también para nosotros al nivel individual. En esta hora Dios nos pregunta si estamos siendo una comunidad de testigos; una comunidad viva, santa donde cada persona refleje claramente el amor de Dios. Dios quiere que cada uno de nosotros demuestre en su vida lo que cree.
Audio, vídeo y texto listo para predicar de un sermón sobre Isaías 9.6, apropiado para el día de Navidad.
Rudimentos
Texto: Isaías 9:6
Tema: Jesús desea tener una relación
personal con usted.
Área: Evangelización
Propósito: Explorar el significado de la
persona de Jesucristo.
Diseño: Expositivo, apropiado para el Día de Navidad
Lógica:
Inductiva
Manuscrito listo para predicar en Navidad
Introducción
¡Cristo es la Navidad! ¡Jesús es el motivo de nuestra celebración! ¡La Navidad es la celebración del nacimiento de nuestro Señor!
Para
la Iglesia, la Navidad es un tiempo de gran gozo. Celebramos la temporada
navideña con alegría, dado que conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret,
a quien la Iglesia confiesa como Señor y Cristo.
Una celebración distinta
Ahora
bien, queda claro que la forma como la Iglesia celebra la Navidad es distinta a
la forma como el mundo la celebra. Mientras el resto de la sociedad canta a la
comida, a la bebida y a la fiesta, la Iglesia celebra el milagro de la
encarnación; celebramos a Dios con nosotros.
Y ese me lleva a plantear una pregunta: ¿Quién es este Jesús que celebramos en la Navidad?
Esa
pregunta es de crucial importancia, dado que va a la médula del
asunto. ¿A cuál Jesús celebramos? Es claro que muchos celebran a un Jesús que no
tiene relación con la figura de
Jesús
como se presenta en las Sagradas Escrituras.
Muchos celebran a un niño indefenso, que no tiene impacto alguno en sus vidas.
Otros celebran el nacimiento de una celebridad, de una persona famosa.
Y aún otros celebran una Navidad sin Cristo, que sirve como una mera excusa para la fiesta y el desenfreno.
Por
eso repito la pregunta: ¿Quién es este Jesús que celebramos en la Navidad?
La promesa de Isaías
Esto
nos lleva a la profecía de Isaías, recogida en el versículo 6 del capítulo 9:
Porque
un niño
nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
En
términos
históricos,
esta profecía se refiere al nacimiento de Ezequías, quien
llegaría a ser Rey de Judá. Ezequías era hijo de Acaz, uno de los peores reyes que tuvo el
Reino del Sur. De acuerdo a 2 Reyes 16, Acaz fue un idólatra que
hasta llegó a sacrificar a uno de sus hijos a un ídolo. También se rindió
voluntariamente ante los Asirios, tomando el tesoro el templo para pagar
tributo a los extranjeros. Gracias a la profecía de Isaìas, el nacimiento de su hijo trajo esperanza al pueblo. Y
Ezequías
llegó
a ser uno de los mejores reyes de Judá, destacándose por la forma tan vigorosa como combatió la idolatría (véase 2 Reyes
18 al 20).
Empero,
en términos
proféticos,
la Iglesia ha afirmado por siglos que este es un texto mesiánico; un
texto que se refiere a la llegada del Mesías enviado por Dios para salvar a la humanidad.
Isaías habla del Mesías venidero de una manera particular. En lugar de describir sus características físicas o morales, Isaías enumera los nombres del Mesías. Y lo llama: “Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.
Admirable consejero: Esta frase afirma la sabiduría del Mesías y asegura que dirigirá al pueblo con pericia.
Dios fuerte: La segunda frase recalca el poder del Mesías, quien
puede combatir el mal y defender a los fieles.
Padre Eterno: La tercera frase sugiere que el Mesías infundiría seguridad a
los creyentes, como un padre calma el corazón de sus hijos y de sus hijas.
Príncipe de paz: Y la cuarta frase describe al Mesías como el líder efectivo
que puede traer un orden paz, protegiéndonos del caos.
A
través
de los siglos, la Iglesia ha afirmado que esta profecía se cumplió en la
persona histórica de Jesucristo. El Maestro Galileo predicó un mensaje
de justicia y paz, invitando al mundo a soñar con otra manera de vivir. Su proclamación aún nos invita
a soñar
con el Reino de Dios:
Un nuevo orden de justicia que se opone al caos;
Un nuevo orden de vida que se opone a las fuerzas de la muerte;
Un nuevo orden de luz que se opone a las tinieblas que amenazan a la humanidad.
Conclusión
¿Conoces su nombre? ¡Se llama Jesús de Nazaret!
Es el Mesías, el Señor y el Salvador de la humanidad. Es tu Señor y tu Salvador. Jesús quiere traer luz, vida y salvación a tu corazón. Jesús quiere tener una relación personal contigo. Y esa relación bien puede comenzar hoy.
Una meditación sobre la misión de la Iglesia basada en Apocalipsis 7.9-13
9 Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma, 10 y a grandes voces gritaban: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.» 11 Todos los ángeles estaban de pie, alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y delante del trono inclinaron el rostro y adoraron a Dios. 12 Decían: «¡Amén! A nuestro Dios sean dadas la bendición y la gloria, la sabiduría y la acción de gracias, y la honra, el poder y la fortaleza, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
13 Entonces uno de los ancianos me dijo: «Y estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son? ¿De dónde vienen?» 14 Yo le respondí: «Señor, tú lo sabes.» Entonces él me dijo: «Éstos han salido de la gran tribulación. Son los que han lavado y emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios, y le rinden culto en su templo de día y de noche; y el que está sentado en el trono los protege con su presencia. 16 No volverán a tener hambre ni sed, ni les hará daño el sol ni el calor los molestará, 17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los llevará a fuentes de agua de vida, y Dios mismo secará de sus ojos toda lágrima.
Una meditación sobre la evangelización, basada en Juan 1.43-50.
43 Al día siguiente, Jesús quiso ir a Galilea, y halló a Felipe y le dijo: «Sígueme.» 44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. 45 Y Felipe halló a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.» 46 Natanael le dijo: «¿Y de Nazaret puede salir algo bueno?» Y le dijo Felipe: «Ven a ver.» 47 Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, dijo de él: «Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay engaño.» 48 Natanael le dijo: «¿Y de dónde me conoces?» Jesús le respondió: «Te vi antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera.» 49 Natanael le dijo: «Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios!; ¡tú eres el Rey de Israel!»50 Jesús le respondió: «¿Crees sólo porque te dije que te vi debajo de la higuera? ¡Pues cosas mayores que éstas verás!» 51 También le dijo: «De cierto, de cierto les digo, que de aquí en adelante verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.»
La Iglesia de Jesucristo tiene dos propósitos principales. El primero es adorar a Dios, honrándole en todas nuestras acciones y relaciones. La adoración nos conecta con Dios y nos permite colocar la vida en la perspectiva correcta. El ser humano que no adora, no cultiva su espiritualidad y, por lo tanto, no puede alcanzar una vida plena. Para poder ser verdaderamente humano, hay que buscar, sostener y desarrollar una relación con Dios.
El segundo propósito de la Iglesia cristiana es predicar el mensaje del Evangelio de Jesucristo. Por eso, en el mundo de habla hispana las iglesias protestantes se conocen como “evangélicas”, ya que su actividad principal es proclamar el mensaje del Evangelio de Jesucristo.
Ahora bien, ¿qué es el Evangelio? ¿Qué quiere decir esta palabra tan importante para la iglesia? ¿Cuál debe ser la respuesta de la humanidad al Evangelio de Jesucristo?
El Evangelio es anuncio de la buena noticia que Dios desea transmitir al ser humano; la buena noticia de que Dios desea acercarse a la humanidad para liberarla del pecado y de sus consecuencias, para que pueda alcanzar la salvación.
El Evangelio es la buena noticia de que Dios se ha acercado a la humanidad por medio del ministerio de Jesús de Nazaret. La iglesia entiende que Dios se ha revelado en las acciones, las palabras y las enseñanzas de Jesús. También se ha revelado en su vida, tanto en su nacimiento como en su muerte. Jesús es, pues, el rostro humano de Dios, quien nos revela el carácter de Dios y quien nos llama a vivir en relación con Dios.
En Marcos 1:14-15 Jesús afirma que la buena noticia consiste en que el “reino de Dios” se ha acercado a la humanidad. El reino de Dios es el gobierno de Dios sobre el mundo. Este reino de Dios se distingue de todos los reinos humanos, particularmente de aquellos que explotan, matan y destruyen al pueblo.
Queda claro, pues, que el anuncio del Evangelio siempre llama al ser humano a tomar una decisión. Usted y yo tenemos que escoger a cuál reino habremos de dar nuestra lealtad. Podemos darle nuestra lealtad a los reinos de este mundo, que son gobernados por los seres humanos pecadores que se dejan llevar por su propios malos deseos. O, por el contrario, podemos depositar nuestra fe y confianza en el reino de Dios. El reino de Dios nos lleva a vivir de acuerdo a los valores divinos; nos invita a crecer en la fe imitando el carácter de Dios.
Cuando una persona comprende y acepta el mensaje del Evangelio de Jesucristo, comienza una nueva relación con Dios. La persona que acepta a Jesucristo como Señor y salvador, pasa a formar parte del pueblo de Dios. Además, comienza a vivir en el poder del Espíritu Santo, el consejero enviado por Dios para acompañar pastoralmente a las personas que confiesan tener fe y confianza en la persona y la obra de Jesucristo.
Dios ya ha dado el primer paso en beneficio de la humanidad. Dios ya ha dado el primer paso para acercarse a usted, para bendecirle y para salvarle. Lo que resta es que usted se acerque a Dios.
Nos toca a nosotros, a usted y a mi, tomar una clara decisión de fe. Demuestre su fe y su confianza en Dios haciendo una oración que exprese su fe en Jesucristo. Repita esta oración de fe conmigo:
Dios bueno, te doy gracias por el mensaje del Evangelio, que has revelado por medio de Jesucristo. Yo me arrepiento de mis pecados y pido tu perdón. Yo confieso a Jesucristo como Señor y Salvador. Cúbreme con la sangre de Jesucristo. Sálvame del pecado y úsame para bendecir a los demás. En el nombre de Jesús. AMÉN.
Un sermón sobre Marcos 1.21-28, el primer milagro que ocurre en Marcos, enfocando en lo que ocurre en una comunidad de fe cuando falta el poder de Dios.