Las ocho ansiedades que afectan a la sociedad postmoderna

Thomas Bandy, un teólogo pastoral experto en el tema del crecimiento de la Iglesia,  ha hecho un estudio sociológico muy profundo sobre las necesidades espirituales de las sociedades postmodernas. 

Aunque toda clasificación puede ser arbitraria, Bandy sugiere que podemos identificar ocho tipos de problemas que causan ansiedad o angustia espiritual en el mundo contemporáneo. Estas son:

  1. El abandono
  2. La soledad
  3. El vacío 
  4. La falta de sentido
  5. El destino
  6. La muerte
  7. La culpa 
  8. Y la vergüenza

En este episodio analizamos en detalle cada una de estas ansiedades, sus consecuencias y sus implicaciones ministeriales.

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¿Qué busca la gente que visita una Iglesia por primera vez?

¿Qué está buscando la gente que viene por primera vez a nuestras Iglesias? 

Y si digo “por primera vez”, es porque los estudios sociológicos nos indican que dos de cada tres personas menores de 38 años se criaron fuera de la fe.

  • Nunca han visitado una iglesia con regularidad.
  • Nunca han leído la Biblia en detalle.
  • Nunca han tenido una tradición religiosa.

Aún así se acercan a la iglesia, buscando algo. La pregunta es: ¿Qué están buscando?

Las Generaciones del Milenio, aquellas personas nacidas a partir del 1982, tienen un profundo interés en la espiritualidad. A diferencia de sus padres y de sus abuelos, saben que el racionalismo no es la respuesta a los misterios de la vida.

Por esta razón, están abiertas a explorar prácticas espirituales que puedan enriquecer su vida. Nótese que dije “prácticas espirituales”, porque la mayoría de las personas que pertenecen a estas generaciones no se criaron en la fe de Jesucristo. Por eso, están abiertas a explorar el budismo, la astrología y hasta el wiccanismo.

Claro está, con el tiempo se dan cuenta que esas formas alternas de espiritualidad no pueden responder a los problemas fundamentales de sus vidas. Así que eventualmente llegan a la iglesia, buscando la respuesta definitiva a su inquietud espiritual. 

Así que pregunto por tercera vez: ¿Qué está buscando la gente inquieta espiritualmente que visita nuestras Iglesias por primera vez?

La respuesta es muy sencilla: Poder.

  • Están buscando una fuente de poder que les ayude a enfrentar los problemas de la vida.
  • Están buscando una fuente de poder que les conduzca a una transformación espiritual.
  • Están buscando una fuerza espiritual superior que les dé poder para vivir. 

12 consejos prácticos para diseñar sermones narrativos

Consejos prácticos para el diseño y la presentación de sermones narrativos, por el Dr. Pablo A. Jiménez.

El sermón narrativo es un tipo de predicación muy sencilla que apela a todos. Tanto grandes como chicos se involucran en la historia, prestándole más atención al sermón. Sin embargo, el diseño de sermones narrativos puede ser muy difícil, especialmente para aquellas personas que no están acostumbradas a prepararlos. A continuación presentamos doce consejos prácticos que podrán ayudarle a diseñar este tipo de sermones.

  1. Apréndase bien la historia: El primer paso para predicar un sermón narrativo en forma efectiva es aprender la historia que vamos a narrar. Para lograr este objetivo podemos seguir el siguiente método. Primero, lea la historia varias veces. Segundo, encuentre las secciones principales de la historia (marco escénico, trama, punto culminante y desenlace) e identifique sus episodios más importantes. Tercero, identifique cada sección por medio de una palabra clave. Cuarto, haga un corto bosquejo siguiendo las palabras claves. Finalmente, memorice el bosquejo.
  2. Identifique los tipos de personajes: Recuerde que una historia puede tener hasta tres tipos de personajes. Las «sombras» son los personajes que apenas se mencionan en la historia. Éstos, más que personajes, son parte del trasfondo de la narración. Los «tipos» son los personajes que representan a una clase de persona o a un grupo social. Es común que los «tipos» carezcan de nombre, por lo cual se les denomina por sus profesiones (un fariseo, un sacerdote, etc.). Muchos personajes secundarios pertenecen a esta clasificación. Los «caracteres» son aquellos personajes que se desarrollan a plenitud. En unión a la profesión que puedan tener, también tienen características personales que les distinguen. La mayor parte de los personajes principales de las historias son «caracteres».
  3. Estudie el contexto social e histórico del pasaje bíblico: El conocimiento del contexto de la Biblia no sólo puede darle más vida a la historia sino que puede ayudarle a relacionar la narración con la vida diaria de su congregación. Por ejemplo, en Israel las mujeres no podían hablar en público con hombre alguno, ni siquiera con sus esposos. También estaba prohibido el contacto físico en lugares públicos entre personas de sexos opuestos. Estos detalles le ayudarán a comprender cómo la conducta de Jesús–quien hablaba públicamente con mujeres y hasta permitía que le tocaran los pies o le ungieran la cabeza–era escandalizante para el liderazgo religioso de la época. Del mismo modo, estos detalles le permitirán recalcar en sus sermones la actitud inclusiva y liberadora de Jesús hacia las mujeres de ayer y de hoy.
  4. Conozca el contexto literario del pasaje: Quien predica un sermón narrativo debe tener presente los eventos que han ocurrido antes del pasaje bíblico que desea exponer. De otro modo, podrá cometer errores graves. Como un estudiante que, predicando un sermón de práctica sobre Lucas 5.1-11, recalcó varias veces que ésta era la primera vez que Simón (Pedro) veía o escuchaba a Jesús. Este novel predicador no había leído el capítulo anterior, donde Lucas 4.38-39 narra cómo Jesús sanó a la suegra de Simón.
  5. No invente episodios: En ocasiones, debido a la brevedad de las historias bíblicas, algunos predicadores se sienten tentados a alargar las narraciones inventando episodios que no aparecen en el texto. Este es una práctica que debemos evitar pues tiende a confundir a los oyentes y a fomentar interpretaciones bíblicas equivocadas. Recuerdo con tristeza cuando un día mi abuela quiso enseñarme el pasaje bíblico que había servido de base al hermoso sermón que su pastor había predicado aquella mañana. Después de una larga búsqueda, encontramos el texto por medio de la concordancia. Pero al leer el pasaje nos dimos cuenta que, basado en la poca información que ofrecía el pasaje bíblico, su pastor había creado una versión ampliada de la historia.
  6. No omita episodios: La mayor parte de las historias bíblicas son tan breves que, si se salta un episodio, se pierde el sentido de la historia. Hasta en historias bien conocidas, como la parábola del Hijo Pródigo (Lc. 15.11-32), es común omitir detalles. La inmensa mayoría de las personas que predican esta historia afirman que el hijo menor cae en una situación deplorable a consecuencia de haber despilfarrado su dinero. Pero pocos recuerdan que la región donde vivía este joven fue afectada por una crisis económica que dejó al pueblo hambriento (v. 14). Esto explica por qué el muchacho no pudo conseguir un trabajo honesto y tuvo que dedicarse a una profesión inmunda, como lo era la crianza de cerdos para el pueblo judío.
  7. Evite los anacronismos: El anacronismo ocurre cuando se dice que un evento ocurrió en una fecha que resulta ser equivocada. ¡Como el predicador aquel que, exponiendo la historia de Ruth, afirmó que la situación de las viudas en la Biblia no era tan desesperada porque «el gobierno ayuda a las viudas y a los envejecientes»! Eso es un anacronismo, ya que en el mundo antiguo no habían programas de seguridad social. Ahora bien, los anacronismos más comunes en los sermones surgen del desconocimiento de la cronología bíblica. Por ejemplo, quien no conoce el orden de los eventos bíblicos puede afirmar equivocadamente que Salomón escuchó las profecías de Jeremías o que el apóstol Pablo estuvo presente en la «Última Cena».
  8. Corrija sus errores: Si por alguna razón se salta un episodio o cambia el orden de la historia, detenga su sermón para explicar cual es el orden correcto de la historia. De otro modo, la congregación podrá salir de la iglesia pensando que su versión equivocada de los hechos es la correcta.
  9. Apele a los sentidos: Hábleles del olor del campo, del rumor del arroyo y de la suavidad de la brisa. De primera intención, este consejo parece contradecir la regla de que no debemos añadir elementos a la historia. Pero esto no es así. Lo que estamos recomendando es describir en forma vívida los detalles que pueda contener el pasaje bíblico. En este sentido, si el texto indica que Jesús estaba con los discípulos en una barca es enteramente correcto hablar de la humedad en el viento o del ruido que hace el agua al chocar contra la embarcación.
  10. Déle más importancia al verbo que al adjetivo: El exceso de adjetivos y adverbios recarga los sermones, restándole agilidad a la expresión. Por el contrario, los verbos le dan movimiento a la narración. Digamos que deseamos caracterizar a Judas Iscariote. Quienes dependen de adjetivos dirán: «Judas Iscariote era un hombre deshonesto, infiel, pusilánime y traicionero». Por el contrario, quienes prefieren el verbo se expresarán de la siguiente manera: «Judas Iscariote traicionó a Jesús. Lo delató a cambio de un poco de plata. Y usó un beso, signo de compañerismo y amistad, para identificarle ante la policía del templo.» Como ven, la segunda descripción es mucho más amplia y más ágil que la primera.
  11. Déle sabor contemporáneo a la historia: Salpique la narración con alusiones a elementos comunes en la vida de su audiencia. Hay dos maneras de incluir estos elementos. La primera es comparando la situación del mundo antiguo con la actual: «En Israel los leprosos eran echados de sus comunidades cuando se enfermaban, pues la gente temía contagiarse con una enfermedad incurable. Era una actitud muy parecida a la de quienes hoy rechazan a las personas enfermas de SIDA.» La segunda es usando el anacronismo en forma responsable, es decir, presentando al personaje bíblico como si viviera en nuestro barrio: «Los soldados se acercaron a Jesús con sus ametralladoras y sus bayonetas.» Aunque esta segunda técnica puede ser muy impactante, debemos usarla en forma limitada. Ya explicamos anteriormente las consecuencias desastrosas que puede tener el mal uso del anacronismo en la predicación.
  12. Privilegie los encuentros: Las narrativas que narran encuentros, sobre todo los encuentros con Jesús en los relatos evangélicos, son una fuente excelente  para la predicación. Considere hacer una serie de sermones sobre este tipo de historias. Por ejemplo, puede predicar dos sermones sobre encuentros con Dios en el Antiguo Testamento; o cuatro sobre confrontaciones entre los profetas de Israel y la corte real; o tres sobre las mujeres que tuvieron encuentros transformadores con Jesús.

Esperamos que estos consejos prácticos le ayuden a diseñar sermones narrativos que lleguen a la mente y el corazón de su congregación.

12 Consejos para diseñar sermones narrativos
12 Consejos Sermón Narrativo

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El sermón narrativo

Por Pablo A. Jiménez

Un ensayo que explica qué es el sermón narrativo y ofrece consejos prácticos para el diseño diseño de bosquejos homiléticos narrativos.

Introducción

El sermón narrativo es aquel que presenta un aspecto del mensaje de una porción de las Sagradas Escrituras por medio de una o más historias. Es decir, este sermón transmite el mensaje por medio de la narración. La función de este tipo de sermón es involucrar a la audiencia en la narración de tal manera que se pueda identificar con la historia y pueda experimentar el mensaje del texto. Esto se hace posible por las características particulares que tiene el fenómeno de la narración.

Las virtudes del sermón narrativo son muchas. En primer lugar, despierta el interés de la audiencia; atrae y mantiene el interés a lo largo de la presentación. Segundo, guía la imaginación de los y las oyentes, de tal manera que las imágenes, ilustraciones e ideas presentadas en el sermón sean más llamativas y reales. Tercero, el sermón narrativo da viveza a la experiencia narrada. La historia facilita que la congregación se identifique con los personajes y, por lo tanto, que «viva» la experiencia que escucha. Cuarto, la narración creativa y bien ejecutada puede darle un sabor contemporáneo a la tradición bíblica, estableciendo un puente para que quien escucha pueda salvar la distancia entre la historia bíblica y el momento actual.

Podemos decir que el propósito del sermón narrativo es que la audiencia identifique su historia, tanto personal como colectiva, con la historia que narramos. En este sentido, la predicación narrativa trasciende los detalles de la historia bíblica que podamos narrar. En este tipo de predicación proclamamos una «historia compartida» donde se entrelazan la historia bíblica, la historia de la Iglesia, la historia personal de quien predica y la historia personal de cada oyente.

Cómo diseñar el sermón narrativo

Podemos crear sermones narrativos siguiendo la estructura de un cuento corto. Como es bien sabido, un cuento corto tiene cuatro partes principales.

  • Marco escénico: En esta sección se presentan tanto los personajes como el problema o discrepancia que da pie a la acción.
  • Trama: Aquí encontramos el desarrollo de la acción. En esta parte la tensión narrativa aumenta a medida que los hilos narrativos se entrelazan y la situación se va complicando.
  • Punto culminante o «climax»: Este es el momento donde la tensión narrativa llega a su punto más alto. Desde este momento, comenzamos a vislumbrar el desenlace de la situación.
  • Desenlace: En este punto la tensión narrativa se disipa y la situación problemática comienza a resolverse.

El bosquejo más efectivo para predicar el sermón narrativo es el que reproduce la estructura del cuento corto. En lugar de comenzar con una introducción similar a la del sermón tradicional, empieza indicando el marco escénico de la historia. En vez de emplear «puntos» en el desarrollo del sermón, tiene una sección donde narra la trama y otra donde presenta el punto culminante de la historia. Finalmente, en vez de una conclusión, cuenta el desenlace de la historia.

Por lo tanto, el bosquejo del sermón narrativo luce de la siguiente manera:

  • Marco escénico
  • Trama
    • Episodio #1
    • Episodio #2 
    • Episodio #3
  • Punto culminante 
  • Desenlace

El elemento más importante de la historia es la trama. Es crucial describir adecuadamente cómo la historia central se complica, afectando a todos los personajes. Por eso, podemos afirmar que toda historia presenta uno o más problemas que deben ser resueltos. Si tomamos esta idea como punto de partida, podemos desarrollar sermones narrativos que comiencen describiendo un problema que necesita solución.

Dicho problema o discrepancia se complica a medida que avanza la historia. En el punto culminante de la historia se presentan nuevas perspectivas sobre el problema. El sermón termina narrando cómo se soluciona el problema. 

Sobre el sermón narrativo, en Prediquemos
Prediquemos

Podemos bosquejar este tipo de sermón de la siguiente manera:

  • Identifique el problema
  • Explique el problema, narrando los distintos episodios de la historia
    • Episodio #1
    • Episodio #2
    • Episodio #3
  • Ofrezca una nueva perspectiva sobre el problema
  • Solucione el problema 

Aunque lo ideal es tomar historias bíblicas como base para nuestros sermones, también podemos usar otras historias, que no se encuentran en la Biblia, como imágenes centrales del sermón. Esta variante narra episodios de la historia de la Iglesia, de la historia contemporánea o de la historia personal de quien predica con el propósito de ilustrar una doctrina cristiana o la idea central de un pasaje bíblico. Además, debe ser una historia impresionante y pertinente. Claro está, la dificultad con este tipo de sermón estriba en encontrar una historia extraordinaria que cumpla con todos los requisitos mencionados anteriormente. 

En este tipo de sermón, los comentarios que interpretan y contextualizan la historia se ofrecen a lo largo de la narración. La idea es entremezclar estos comentarios con la narración, de manera que su significado sea evidente. El mensaje central de la historia se presenta hacia el final del sermón, sea en el punto culminante o en el desenlace de la historia.

Conclusión

Esperamos que estas ideas les ayuden a diseñar sermones narrativos que exploren el mensaje de las muchas historias que encontramos en las Sagradas Escrituras. 

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El desafío de la Mujer Cananea (Mateo 15.21-28)

por Pablo A. Jiménez

El final del Evangelio según San Mateo–conocido como «La Gran Comisión» (28:16-20)–presenta un entendimiento amplio de la misión cristiana. Este pasaje llama a hacer discípulos en todas las naciones (v. 19). Por lo tanto, afirma que el Evangelio está abierto tanto a las personas judías como a las que no lo son.

Sin embargo, otras partes de Mateo presentan un concepto distinto de la misión. En el Sermón misionero de Jesús, que aparece en el capítulo 10, encontramos un texto que apoya una visión limitada de la tarea de la iglesia: «A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones diciendo: Por camino de gentiles, no vayáis, y en ciudad de gentiles, no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mateo 10:5-6).

Esta discrepancia en la teología de Mateo conduce a una pregunta: ¿Por qué ocurre este cambio en la visión misionera? ¿Qué suceso provoca esta transformación?

La pista para resolver este enigma se encuentra en el relato de La fe de la Mujer Cananea que aparece en Mateo 15:21-28. Este pasaje marca el momento en el cuál Jesús adopta una posición abierta y universalista de la misión cristiana. En este sentido, el relato de la Cananea es uno de los pasajes centrales del Primer Evangelio. Pasemos, pues, a considerar algunos aspectos importantes de este relato y a explorar su mensaje para la iglesia de hoy.

Jesús y la Mujer Cananea

Según Mateo, este es el único episodio del ministerio de Jesús que ocurre fuera de Israel. Jesús va a las regiones de Tiro y de Sidón (v. 21)–la periferia de la Tierra Santa–al sur del Líbano. Estas regiones colindan con el norte de Galilea, la patria de Jesús. Para el liderazgo religioso de Jerusalén, éstos eran territorios impuros donde la fe judía estaba contaminada con ideas paganas. El Nuevo Testamento recoge este prejuicio en versos como Juan 7:52, donde los principales sacerdotes y fariseos le recuerdan a Nicodemo que «de Galilea nunca se ha levantado profeta.»

Al llegar a territorio extranjero, una mujer le sale al paso (v. 22a) y le dice que su hija era atormentada por un demonio (v. 22b). Al acercarse a Jesús, esta mujer estaba cometiendo un acto impropio para la gente de su época. En el mundo antiguo–como en algunas culturas islámicas hoy–se le prohibía a la mujer hablar en público. Sólo las prostitutas abordaban a los hombres en la calle. Nuestro idioma recoge este prejuicio en frases tales como «mujer de la calle» o «mujer pública». La condición de esta mujer era aún más grave, ya que era extranjera. El texto la identifica como «cananea», es decir, fenicia o libanesa. Sin embargo, la mujer tenía algún conocimiento de la fe judía, ya que llama a Jesús «Hijo de David» (v. 22b). Esto no implica que la mujer se había convertido al judaísmo, sino que–dada la proximidad a Galilea–conocía la esperanza de la llegada del Mesías de Israel.

Jesús permanece callado ante el grito de la mujer (v. 23a). Esto contrasta con la actitud de los discípulos, quienes le piden a Jesús que la despida porque estaba haciendo un escándalo (v. 23b). El Maestro responde usando palabras muy duras: «No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (v. 24). Jesús afirma el concepto judío tradicional de la misión: Su ministerio está limitado al pueblo de Israel (vea Mt. 10:6).

Sin embargo, la mujer continúa gritando: «¡Señor, socórreme!» (v. 25). El entendimiento tradicional de la misión no es suficiente para ella, pues no puede transformar su situación dolorosa. Una vez más, Jesús reitera su posición usando palabras sumamente fuertes: «No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos» (v. 26). En el tiempo de Jesús la palabra «perro» era un término común para expresar desprecio o injuriar a otra persona. En particular, los judíos llamaban «perros» a los samaritanos y a los extranjeros.

Sorpresivamente, la mujer desafía a Jesús con una frase maravillosa: «Sí, Señor; pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos» (v. 27). Las «migajas» eran los pedazos de pan sin levadura usados por los comensales para meter la mano en el plato, recoger la comida y llevársela a la boca. Cuando se mojaba, se echaba al piso y se cortaba otro pedazo. También se usaban pedazos de pan para limpiarse las manos después de comer. En otras palabra, las «migajas» sustituían a los cubiertos y las servilletas de hoy.

La Cananea no desea desbancar al pueblo judío ni desafiar su posición en el plan divino. Ella sólo aspira a «comer las sobras». Sólo aspira a alcanzar un poco de la misericordia que los «escogidos» han rechazado.

Ante la contundente frase de la mujer, Jesús contesta su petición. Después de alabarla por su fe, el Maestro la despide afirmando que la joven endemoniada había sido liberada de las fuerzas del mal (v. 28).

Un nuevo concepto de la misión

Al principio, Jesús afirma que su ministerio está limitado al pueblo de Israel. Sin embargo, la mujer desafía el concepto limitado de la misión y Jesús adopta una nueva política misionera. Ahora los extranjeros también pueden alcanzar salvación. A partir de este momento, la misión cristiana queda abierta y la Iglesia está llamada a ir «a todas las naciones» (Mt. 28:19).

Este relato nos llama a evaluar nuestra práctica misionera. Los discípulos, convencidos de estar siguiendo la voluntad de Dios, rechazaron a una mujer atormentada por el mal. La rechazaron por su nacionalidad, por su condición social y por ser mujer. En vez de conducirla al Dios de la vida, la dejaron en garras de las fuerzas del mal. Mirándonos en este espejo, debemos preguntar, ¿quiénes son las «mujeres cananeas» hoy? ¿Cuál es nuestra actitud ante las personas que son distintas a nosotros? ¿Cómo podemos desarrollar ministerios para liberar a las personas marginadas?

El encuentro de Jesús y la Cananea nos llama a desarrollar una visión misionera abierta e inclusiva. Un trabajo misionero que libere a las personas oprimidas por el mal. Un enfoque misionero libre del sexismo, del racismo y de los prejuicios sociales que limitan el alcance de la iglesia. Una iglesia donde las «mujeres cananeas» de hoy encuentren salud, misericordia y salvación.

Fe y crisis de fe (Lucas 5.1-11)

Fe y crisis de fe

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Texto: Lucas 5.1-11

Idea Central: El encuentro con Jesús provoca una crisis de fe que nos lleva al reconocimiento de nuestro pecado y nos compromete con la proclamación del Reino de Dios.

Área: Evangelización

Propósito: Invitar a la audiencia a aceptar el mensaje del Evangelio.

Diseño: Expositivo

Lógica: Deductivo

Introducción

Los seres humanos vivimos entre la fe y la crisis de fe. Si bien en algunos momentos sentimos una fe plena en Dios, en otros momentos dudamos hasta de su existencia.

Anuncio del Tema

Sin embargo, esta realidad no debe alarmarnos. No se puede llegar a tener fe verdadera sin pasar por la crisis de fe.

Puntos a desarrollar

  1. El encuentro con Jesús provoca una crisis de fe.
    1. En la historia que hoy nos ocupa, vemos como Jesús pasa casi inadvertido para Pedro y sus compañeros de trabajo. Jesús acostumbra llegar a nuestras vidas así, sin que nos demos cuenta.
    2. Jesús le pide a Pedro que le preste una barca para predicar desde ella. Pedro no esperaba dicha petición. Jesús acostumbra confrontarnos así, invadiendo nuestro terreno y cuestionando nuestros valores.
    3. Después de predicar desde la barca, Jesús confronta a Pedro una vez más y le ordena que vuelva a pescar. Pedro, quien había estado pescando toda la noche, sabía que no se acostumbraba pescar durante el día. Jesús acostumbra desafiarnos así, poniendo un gran signo de interrogación sobre nuestra vida y haciéndonos dudar de nuestra situación existencial. Jesús plantea la posibilidad de una nueva realidad.
  1. El encuentro con Jesús nos lleva al reconocimiento de nuestro pecado.
    1. Las palabras de Jesús llevaron a Pedro a evaluarse a sí mismo. De alguna manera, Jesús pone en nuestras mentes la duda existencial: ¿Acaso es nuestra vida todo lo que debe ser? O, por el contrario, ¿habrá algo nuevo en nuestro horizonte?
    2. Imagino que Pedro tuvo ciertos problemas para convencer a sus cansados compañeros de trabajo de la idea de que debían volver a pescar. Jesús demanda de nosotros una confianza radicar en él. Una confianza que nos lleve a renunciar a nuestra confianza en nosotros mismos. Una confianza que nos lleve a confiar primeramente en Dios.
    3. La confrontación con la voluntad de Dios nos confronta y nos convence de nuestro propio pecado. Somos personas pecadoras porque sobreestimamos nuestras propias habilidades, posibilidades y talentos.
  1. El encuentro con Jesús nos compromete con la proclamación del Evangelio.
    1. Reconocer nuestro pecado es difícil, pues nos llena de temor. Notemos el temor de Pedro cuando ve la pesca milagrosa. Pedro, sintiendo plenamente su pecado, le pide al milagroso Jesús que se aparte de él. Pero Jesús no se va a apartar de nosotros; Jesús no va a «dejarnos tranquilos» hasta que analicemos nuestras vidas a la luz de la fe en el único y verdadero Dios.
    2. Sin embargo, el temor desaparece cuando encontramos la voluntad de Dios para nuestras vidas. En el caso de Pedro, la voluntad divina era que de dedicara en cuerpo y alma a proclamar el Evangelio del Reino de Dios.
    3. Dios desea que acatemos su voluntad, aunque tengamos que dejar atrás aquellas cosas que, aunque amadas, pueden apartarnos de la fe.

Conclusión

Dios nos invita, pues, a aceptar el mensaje salvífico del Evangelio de Jesucristo. Jesús nos invita a aceptar el mensaje del Evangelio y a convertirnos en pescadores ya no de peces, sino de personas que necesiten conocer a Dios.

Lucas 5.8
Lucas 5.8

Sígueme: Un sermón basado en Marcos 2.13-14

Sígueme: Un sermón narrativo basado en el encuentro entre Jesús de Nazaret y Leví, el cobrador de impuestos, basado en marcos 2.13-14.

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Marcos 2.14
Marcos 2.14

Jacob, ¿Contra quien luchas? (Génesis 32.22-32)

Jacob, ¿contra quién luchas?: Un sermón sobre Génesis 32:22-32.

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Génesis 32.28
Génesis 32.28

Y serás bendición: Un sermón sobre Génesis 12.1-4

Y serás bendición: Un sermón sobre el tema de la bendición, basado en Génesis 12:1-13.

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Génesis 12.2
Génesis 12.2

Dios del Pacto (Génesis 9)

Dios del pacto: Un sermón sobre el pacto entre Dios y la humanidad, basado en Génesis 9:8-17.

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Génesis 9.17
Génesis 9.17

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