Ovejas sin pastor es un sermón sobre la respuesta desde la fe cristiana a las ansiedades que caracterizan a las sociedades postmodernas.
En el mundo contemporáneo, la ansiedad se ha convertido en una característica predominante de nuestra sociedad. Esta condición, que implica un estado de agitación y zozobra del ánimo, afecta tanto el ámbito emocional como el espiritual.
Según el estudio sociológico de Thomas Bandy sobre las necesidades espirituales de las sociedades postmodernas, existen siete tipos principales de ansiedades que aquejan al ser humano de hoy: el abandono, la soledad, el vacío y la falta de sentido, el destino, la muerte, la culpa, y la victimización.
El abandono es la sensación de desamparo por falta de atención personal. Las personas que sufren de esta ansiedad buscan compasión y encuentran en Jesús, el Buen Pastor, una figura de acogida y rescate.
La soledad surge del distanciamiento de seres queridos y amistades. Aquellos que se sienten solos buscan a Jesús, el amigo y compañero, así como el compañerismo de una comunidad de fe.
El vacío y la falta de sentido representan una carencia de propósito que lleva a las personas a sentirse perdidas. Estas personas buscan dirección en Jesús, el Maestro Galileo, cuya sabiduría ofrece sentido a sus vidas.
El destino está ligado al fatalismo, donde las personas se sienten atrapadas por circunstancias predeterminadas. Jesús, el liberador, ofrece una transformación radical que desafía este sentimiento de impotencia.
La muerte es una ansiedad universal que genera un temor profundo. Frente a esto, Jesús, el Cristo Resucitado, ofrece esperanza de vida eterna.
La culpa produce una angustia que afecta cuerpo, mente y espíritu. Aquí, Jesús, el sanador, ofrece perdón y sanidad integral.
La victimización afecta a aquellos que han sufrido abusos o injusticias. Estas personas encuentran en Jesús, la justicia de Dios, la promesa de redención y juicio justo.
Ovejas sin pastor explica cómo en cada una de estas ansiedades, la figura de Jesús se presenta como la respuesta definitiva, capaz de ofrecer alivio y esperanza a un mundo ansioso.
En este sermón basado en Lucas 15:11-24, Pablo A. Jiménez explora la parábola del Hijo Pródigo para ilustrar el amor y la misericordia de Dios. Jesús, un maestro excepcional, utilizaba parábolas para enseñar sobre el reino de Dios, comparándolo con situaciones cotidianas. En esta parábola, un padre judío tiene dos hijos, y el menor pide su herencia anticipadamente, un acto que implica un gran desprecio y dolor para el padre. A pesar de que la ley permitía un castigo severo para los hijos rebeldes, el padre elige la ruta de amor y concede la petición de su hijo.
El hijo menor se marcha y desperdicia su herencia en una vida disoluta. Cuando se queda sin dinero encuentra trabajo cuidando cerdos, una ocupación despreciable para un judío. Finalmente se da cuenta de su error y decide regresar a casa, dispuesto a ser tratado como un obrero. Sin embargo, su padre, lleno de amor, lo ve desde lejos, corre hacia él, lo abraza y organiza una fiesta para celebrar su regreso.
El padre pide ropa nueva, un anillo y sandalias para su hijo, símbolos de restauración de su dignidad y posición en la familia. La reacción del padre subraya que lo importante es que el hijo ha regresado, no las razones detrás de su retorno.
Eta prédica concluye afirmando que la parábola muestra cómo, a pesar de la rebeldía humana, Dios nos espera con amor. Dios está dispuesto a perdonarnos y a recibirnos con los brazos abiertos, reflejando el carácter redentor y misericordioso del reino de Dios.
Audio, vídeo y texto listo para predicar de un sermón sobre Romanos 13.11-12, apropiado para la temporada de Adviento, por el Dr. Pablo A. Jiménez.
Rudimentos
Texto: Romanos 13:11-12
Tema: Dios desea que la iglesia se prepare para la llegada de su Señor.
Área: Formación espiritual
Propósito: Recalcar el significado de la temporada de Adviento.
Diseño: Temático, en ocasión de la temporada de Adviento.
Lógica: Inductiva
Bosquejo
Llega el mes de diciembre y la iglesia se alista para celebrar la Navidad con alegría, dado que es la temporada que conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret, a quien llamamos Señor y Salvador. Sin embargo, en nuestro entusiasmo a veces olvidamos es que la iglesia celebra otra temporada antes de la Navidad; la iglesia celebra la temporada de Adviento.
¿Qué es la temporada de Adviento?
Adviento es una temporada corta que abarca los cuatro domingos antes del día de Navidad. Su propósito principal es preparar a la Iglesia para la venida del Señor, quien viene a nosotros como un niño inocente.
Empero, Adviento es mucho más que una temporada de preparación. «Adviento», una palabra que proviene del latín, significa «llegar a». Esta es la temporada de expectativa y de espera de la venida de Cristo, o mejor dicho, de la venida de Dios en Cristo. ¡Adviento es la temporada de cuatro domingos que prepara a la Iglesia para recibir a Dios-en-Cristo el día de Navidad!
Adviento enfatiza el futuro, no el pasado. Durante estos domingos, la Iglesia lee textos bíblicos que hablan sobre el futuro que Dios desea para toda la creación .
Por esta razón, la mayor parte de las lecturas de la Biblia Hebrea son textos proféticos que predicen el evento de Cristo. Por su parte, las lecturas del Nuevo Testamento también hablan del ministerio de Juan el Bautista, del juicio final y de los últimos tiempos. Todos estos pasajes bíblicos nos invitan a pensar sobre Dios como aquel que viene a nuestro encuentro desde el futuro.
En resumen, durante la temporada de Adviento la iglesia anuncia tanto la primera como la segunda venida de Cristo. Miramos primero al futuro para entonces mirar al pasado. Recordamos la meta antes de mirar el camino que ya hemos transitado. ¿Por qué? Porque mirar al pasado nos ayuda a comprender quiénes somos. Mirar al pasado nos ayuda a comprender nuestra identidad como personas de fe.
Nuestra salvación está cerca
Uno de los textos apropiados para la temporada de Adviento es Romanos 13.11-12, que lee de la siguiente manera.
Hagan todo esto, conscientes del tiempo en que vivimos y de que ya es hora de que despertemos del sueño. Porque nuestra salvación está más cerca de nosotros ahora que cuando creímos. 12 La noche ha avanzado, y se acerca el día. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz.
Este texto es importante porque recoge los énfasis principales de la temporada de Adviento. Comienza con una nota de urgencia, exhortándonos a “levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”. La nota de urgencia es más clara en la Traducción en Lenguaje Actual (TLA):
Estamos viviendo tiempos muy importantes, y ustedes han vivido como si estuvieran dormidos. ¡Ya es hora de que despierten! Ya está muy cerca el día en que Dios nos salvará; mucho más cerca que cuando empezamos a creer en Jesús (Romanos 13:11).
La exhortación de Romanos 13 tiene una nota su actualidad. Tal parece que fue escrito para la iglesia de hoy, que vive tan entretenida, escuchando predicadores más interesados en motivar a la audiencia que en discipular a la Iglesia. Por eso, muchas personas piensan que la asistencia a la iglesia es opcional; lo mismo podemos ir al servicio de adoración que salir a pasear o quedarnos descansando en casa.
Mucha gente va a la iglesia para entretenerse, escogiendo su casa de adoración en base a criterios vanos, tales como quien va a cantar o la cantidad de chistes que dice el predicador. Por eso, algunos templos se han convertido en auditorios donde la gente va a ver celebridades religiosas. Desgraciadamente, en esas congregaciones todo gira en torno al entretenimiento religioso.
Hoy la lectura de Romanos llama la atención a los peligros que encierra este tipo de conducta.
Debemos ir a la Iglesia para buscar de Dios, no para entretenernos.
Debemos ir a la iglesia para buscar el crecimiento espiritual que sólo viene a través de la adoración a Dios y del servicio cristiano.
Nos congregamos porque queremos servir al Señor en todas las áreas de nuestra vida, no porque deseamos divertirnos.
Las armas espirituales
Romanos nos llama despertar del sueño, indicando que ya está amaneciendo un nuevo día. La noche está a punto de terminar y tenemos que prepararnos para la batalla. Debemos desechar “las obras de las tinieblas” y vestirnos con “las armas de la luz”.
¿Cuáles son esas armas espirituales? El Nuevo Testamento habla de armas espirituales en varios lugares. Por ejemplo, 2 Corintios 10.4-5 nos recuerda que estamos enfrascados en una lucha espiritual:
Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas 5 y de desbaratar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
Efesios 6.12 recalca esta verdad espiritual:
La batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes!
A renglón seguido, Efesios 6.13-17 nos exhorta a revestirnos con la “armadura” de Dios:
Por lo tanto, echen mano de toda la armadura de Dios para que, cuando llegue el día malo, puedan resistir hasta el fin y permanecer firmes. 14 Por tanto, manténganse firmes y fajados con el cinturón de la verdad, revestidos con la coraza de justicia, 15 y con los pies calzados con la disposición de predicar el evangelio de la paz. 16 Además de todo esto, protéjanse con el escudo de la fe, para que puedan apagar todas las flechas incendiarias del maligno. 17 Cúbranse con el casco de la salvación, y esgriman la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.
Aquí encontramos una lista de las armas espirituales que debemos procurar. Cada arma está relacionada con una virtud (compare con el texto que habla sobre “el fruto del Espíritu” en Gál. 22-23):
El cinturón se relaciona con la verdad;
La coraza (o peto), con la justicia;
Las botas, con el deseo de predicar el evangelio de la paz;
El escudo, con la fe;
El casco, con la salvación;
Y la espada, con la Palabra de Dios.
Conclusión
Escuchemos la palabra de exhortación que nos legó el Apóstol Pablo en Romanos 13:11-12. ¡Preparémonos para encontrarnos con Dios! ¿Cómo podemos prepararnos?
Despertando del sueño que nos ha sumido en un letargo espiritual.
Rechazando las obras de maldad que nos alejan de Dios.
Y aprendiendo a usar las armas de luz que Dios nos provee por medio de la obra del Espíritu Santo.
¡Dios desea que su Iglesia se prepare para recibir la llegada de Jesucristo, el Señor! Por lo tanto:
Ocupémonos de nuestra salvación “con temor y temblor” (Fil. 2:12).
Revistámonos de Cristo (v. 14, cf. Ef. 4:24), tomando su vida como el modelo a seguir.
Prediquemos el evangelio de salvación “a toda criatura” (Mr. 16.15).
Discipulemos a esos nuevos creyentes, enseñándoles “a cumplir todas las cosas” que Jesús nos ordenó (Mt. 28.19-20).
Y exhortémonos unos a otros a perseverar en la fe, sabiendo que “nuestra salvación está más cerca de nosotros ahora que cuando creímos (Ro. 13:11).
Cómo predicar Adviento, Navidad y Epifanía es un ensayo sobre homilética y predicación escrito por el Dr. Pablo A. Jiménez.
Introducción
Cuando hablamos del “Año Cristiano”, nos referimos a la secuencia de eventos y días especiales que la iglesia observa durante el año. Conocido también como el “Calendario litúrgico” o “eclesial”, el Año Cristiano surge de los ciclos de lecturas bíblicas, temporadas, y festivales del Judaísmo del tiempo de Jesús.
El calendario está organizado alrededor de los distintos domingos de cada año. Los días más importantes del Año Cristiano son Navidad y Resurrección. Ambos son precedidos de temporadas de preparación (Adviento y Cuaresma) y seguidos por temporadas de celebración (Epifanía y Pentecostés).
Cómo predicar Adviento
El Año Cristiano comienza con una temporada corta, que abarca los cuatro domingos antes del día de Navidad. Aunque prepara a la Iglesia para recibir la Navidad, esta temporada es mucho más que una temporada de preparación.
“Adviento” (del latín “llegar a”) es temporada de expectativa y de espera de la venida de Cristo, o mejor dicho, de la venida de Dios en Cristo. Originalmente, era un período de ayuno y penitencia—parecido a la Cuaresma—que preparaba a la Iglesia para recibir a su Señor en el día de la Epifanía. Empero, Adviento hoy es la temporada de cuatro domingos que prepara a la Iglesia para recibir a Dios-en-Cristo el día de Navidad.
El énfasis de la temporada es el futuro, no el pasado. Por ejemplo, la mayor parte de las lecturas del AT son textos que la Iglesia históricamente ha interpretado como pasajes bíblicos proféticos que predicen el evento de Cristo.
No obstante, también son textos “escatológicos”, es decir, pasajes bíblicos que hablan sobre el juicio final y los últimos tiempos. Por eso invitan a la audiencia a pensar sobre Dios como aquel que viene desde el futuro.
Esta orientación al futuro también recalca la doctrina de la encarnación. Esto se ve con claridad en los temas del patrón de lecturas del Evangelio durante Adviento. El Año Cristiano comienza hablando sobre el final de los tiempos; su énfasis apocalíptico anuncia la Segunda Venida de Cristo. Vuelve atrás para analizar el ministerio de Juan el Bautista y explicar su relación con el ministerio de Jesús. El lenguaje de estas lecturas recalca el significado de la vida y la obra de Cristo (quien bautiza con “Espíritu Santo y fuego”).
Finalmente, el domingo antes de la Navidad trata el tema de la anunciación del nacimiento de Jesús. La cronología está, pues, invertida. Miramos primero al futuro para entonces mirar al pasado. Recordamos la meta antes de mirar el camino que debemos transitar. Mirar al pasado nos ayuda a fijar nuestra identidad.
Cómo predicar la Navidad
La Navidad es el centro de la primera parte del Año Cristiano. Es una temporada corta, pero abarca mucho más que un día. Los “Doce días de la Navidad” se extienden desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero.
Aunque la inmensa mayoría de las congregaciones protestantes no lo celebran, el primer servicio es el de Nochebuena. Del mismo modo, muchas congregaciones no celebran servicios durante el día de Navidad, viéndolo como un día feriado para compartir con la familia.
La celebración de la Nochebuena se basa en la práctica judía que entiende que un día comienza cuando cae la noche del día anterior. En términos técnicos, la Navidad comienza durante la tarde del día de Nochebuena.
De todos los libros que componen el Nuevo Testamento, sólo Mateo y Lucas incluyen historias sobre el nacimiento de Jesús. El problema es que estas historias son distintas. Mateo presenta la siguiente información:
Una genealogía que traza el linaje de Jesús hasta Adán (1.1-17). La genealogía se distingue por mencionar a cuatro mujeres: Tamar, la nuera de Judá (v. 2); Rahab, la ramera de Jericó (v. 5); Rut, la moabita (v. 5); y Betsabé, a quien el texto sólo llama “la mujer de Urías” (v. 6). Todas estas mujeres tienen un historial sexual o matrimonial que se sale de la norma aceptada por la fe judía. A esta lista se une María, la madre de Jesús.
Jesús nace de una manera milagrosa que José, el prometido de María, no entiende (1.18-25). Al igual que las cuatro mujeres mencionadas en la genealogía, la situación de María rompe con las normas aceptadas por la sociedad.
Mateo narra la visita de los magos (2.1-12), quienes primero van al palacio de Herodes el Grande y después llegan a Belén. Los magos simbolizan la adoración de las naciones y los pueblos no-judíos al niño-Dios.
La visita de los magos también sirve de marco a la matanza de los niños, pues Herodes es la figura común a ambos textos (2.13-23).
Mateo sugiere un paralelo entre Jesús y Moisés, pues ambos sobrevivieron una matanza de infantes, ordenada por un poderoso rey (Ex. 2.1-10 y Mt. 2.13-23). Además, ambos llegan a la tierra prometida desde Egipto, donde se refugia la familia de Jesús hasta la muerte de Herodes.En Mateo, las narrativas de la infancia se distinguen por el uso de frases que introducen los textos proféticos del Antiguo Testamento (véase 1.22, 2.5 y 17).
Por su parte, Lucas sigue otro camino, ofreciendo la siguiente información:
El anuncio del nacimiento milagroso de Juan, el futuro “Bautista” (1.5-25).
El anuncio a María de Nazaret del nacimiento milagroso de Jesús (1.26-38).
La visita de María a Elisabet (1.39-45) y el cántico de María—conocido como el “Magníficat”—en agradecimiento a Dios (1.46-56).
El nacimiento de Juan (1.57-66) y el cántico de Zacarías en agradecimiento a Dios (1.67-80).
El nacimiento de Jesús en un pesebre, en la ciudad de Belén (2.1-7).
La revelación del nacimiento de Jesús a un grupo de pastores por medio de una manifestación angelical (2.8-20).
La presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén (2.21-40), incluyendo el cántico de Simeón (2.29-32) y las oraciones de Ana (2.36-38).
El extraño episodio donde un Jesús pre-adolescente debate con los teólogos del Templo de Jerusalén (2.41-52).
Recordemos que en el Antiguo Testamento los grandes héroes de la fe de Israel tienen nacimientos milagrosos. Los nacimientos de Juan y de Jesús siguen el mismo patrón.
Note los paralelos entre la anunciación de los nacimientos de Juan y de Jesús en Lucas. Ambos siguen la forma del llamamiento profético, donde la persona llamada al ministerio se resiste a aceptar la comisión divina, ofreciendo excusas o presentando objeciones. Sin embargo, Dios siempre vence sus objeciones y la persona llamada termina aceptando con fe el ministerio asignado (compare con Is. 6 y Jer. 1).
No debemos tratar de armonizar las historias de Lucas y de Mateo en nuestros sermones. Si vamos a predicar un sermón basado en una narrativa de Mateo, sólo debemos hacer referencias a los relatos que aparecen en ese evangelio. Lo mismo podemos aconsejar cuando prediquemos sermones basados en las narrativas de Lucas.
Recalquemos que el niño que nace es el mismo quien revela el plan salvífico de Dios para toda la humanidad. Cristo va del pesebre de Belén, a la cruz en el Gólgota y, finalmente, a ocupar su lugar a la derecha del trono de Dios.
Cómo predicar Epifanía
La Epifanía es otra temporada corta que sirve de puente entre la Navidad y el tiempo ordinario o normal. El 6 de enero es un día «pivote» que termina la Navidad y comienza la temporada de Epifanía.
Epifanía significa “revelación” o “manifestación”. Es la celebración de la revelación de la gloria divina en la persona histórica de Jesús, el Cristo. Tiene su origen en la Iglesia Oriental y su celebración es más antigua que la observación del 25 de diciembre.
En su forma original, la Epifanía parece hacer sido una celebración de la forma como Cristo se revela a la humanidad por medio de eventos tales como su nacimiento, la estrella de Belén, su bautismo y el milagro de Caná de Galilea.
La celebración comienza con la revelación a los sabios y se mueve a la revelación en el bautismo de Jesús. Las celebración del bautismo y de la transfiguración enmarcan a temporada. En ambas historias una voz celestial afirma la identidad de Jesús.
Conclusión
La doctrina de la encarnación es central a la fe cristiana. Aprovechemos estas temporadas para recalcar el milagro de la encarnación, llamando a la audiencia a reconocer como Señor y Salvador a Jesús, el niño-Dios que nos revela la naturaleza, el carácter y la misión de Dios.
Cómo predicar Adviento, Navidad y Epifanía -Bibliografía
Lecturas sugeridas por el Leccionario Común Revisado
Las lecturas o “lecciones” del Año Cristiano están organizadas en tres ciclos o “años”. Cada año comienza en Adviento , es decir, a finales de noviembre o principios de diciembre del año natural.
Año A: Comienza en Adviento 2025. 2028, 2031, 2034, 2037
Año B: Comienza en Adviento 2023, 2026, 2029, 2032, 2035
Año C: Comienza en Adviento 2024, 2027, 2030, 2033, 2036
Nótese que algunos días especiales sugieren las mismas lecturas para los tres años. En ese caso, en lugar de “Año A” aparecerá la sigla “ABC”.
A continuación presentamos las lecturas sugeridas para estas temporadas, siguiendo un formato fijo: primero indicamos el año, después la lectura del Antiguo Testamento; el Salmo o cántico sugerido; la lectura de la Epístola; y, finalmente, la lectura del Evangelio.
Temporada de Adviento
Primer domingo de Adviento
Año A: Isaías 2.1-5; Salmo 122; Romanos 13.11-14; y Mateo 24.36-44.
Año B: Isaías 64.1-9; Salmo 80.1-7, 17-19; 1 Corintios 1.3-9; y Marcos 13.24-37.
Año C: Jeremías 33.14-16; Salmo 25.1-10; 1 Tesalonicenses 3.9-13; y Lucas 21.25-36.
Segundo domingo de Adviento
Año A: Isaías 11.1-10; Salmo 72.1-7, 18-19; Romanos 15.4-13; y Mateo 3.1-12.
Año B: Isaías 40.1-11; Salmo 85.1-2, 8-13; 2 Pedro 3.8-15a; y Marcos 1.1-8.
Año C: Malaquías 3.1-4; Lucas 1.68-79; Filipenses 1.3-11; y Lucas 3.1-6.
Tercer domingo de Adviento
Año A: Isaías 35.1-10; Salmo 146.5-10 o Lucas 1.47-55; Santiago 5.7-10; y Mateo 11.2-11.
Año B: Isaías 61.1-4, 8-11; Salmo 126 o Lucas 1.47-55; I Tesalonicenses 5.16-24; y Juan 1.6-8, 19-28.
Año C: Sofonías 3.14-20; Isaías 12.2-6; Filipenses 4.4-7; y Lucas 3.7-18.
Cuarto domingo de Adviento
Año A: Isaías 7.10-16; Salmo 80.1-7, 17-19; Romanos 1.1-7; y Mateo 1.18-25.
Año B: 2 Samuel 7.1-11, 16; Lucas 1.47-55 o Salmo 89.1-4, 19-26; Romanos 16.25-27; y Lucas 1.26-38.
Año C: Miqueas 5.2-5a; Lucas 1.47-55 o Salmo 80.1-7; Hebreos 10.5-10; y Lucas 1.39-45, (46-55).
Tiempo de Navidad: Natividad del Señor
Nochebuena/Día de Navidad
Cualquiera de las siguientes series de lecturas pueden ser utilizadas en Nochebuena o en el Día de Navidad. Las lecturas de los Propios II y III para Navidad son alternativas para el Día de Navidad. Si el Propio III no se utiliza el Día de Navidad, entonces debe utilizarse en cualquier otro servicio del ciclo de Navidad, debido al gran significado que tiene el prólogo de Juan.
Navidad – Propio I (A, B, C): Isaías 9.2-7; Salmo 96; Tito 2.11-14; y Lucas 2.1-14, (15-20).
Navidad – Propio II (A, B, C): Isaías 62.6-12; Salmo 97; Tito 3.4-7; y Lucas 2.(1-7), 8-20.
Navidad – Propio III (A, B, C): Isaías 52.7-10; Salmo 98; Hebreos 1.1-4, (5-12); y Juan 1.1-14.
Primer domingo después de Navidad
Las siguientes lecturas pueden utilizarse el primer domingo después de Navidad, a menos que se prefieran las lecturas sobre la Epifanía del Señor.
Año A: Isaías 63.7-9; Salmo 148; Hebreos 2.10-18; y Mateo 2.13-23.
Año B: Isaías 61.10—62.3; Salmo 148; Gálatas 4.4-7; y Lucas 2.22-40.
Año C: 1 Samuel 2.18-20, 26; Salmo 148; Colosenses 3.12-17; y Lucas 2.41-52.
1ro de enero: Día de Año Nuevo
Cuando se observa como Día de Año Nuevo (A, B, C): Eclesiastés 3.1-13; Salmo 8; Apocalipsis 21.1-6a; y Mateo 25.31-46.
Cuando se observa como el Día del Santo Nombre de Jesús (A, B, C): Números 6.22-27; Salmo 8; Gálatas 4.4-7 o Filipenses 2.5-13; y Lucas 2.15-21.
Segundo domingo después de Navidad
Las siguientes lecturas pueden ser utilizadas cuando el 6 de enero se celebra en un día de la semana después del segundo domingo después del Día de Navidad, (A, B, C): Jeremías 31.7-14; Salmo 147.12-20; Efesios 1.3-14; y Juan 1.(1-9), 10-18.
Temporada de Epifanía
6 de enero:
Epifanía del Señor (A, B, C): Isaías 60.1-6; Salmo 72.1-7, 10-14; Efesios 3.1-12; y Mateo 2.1-12.
Primer domingo después de Epifanía: El Bautismo del Señor
Año A: Isaías 42.1-9; Salmo 29; Hechos 10.34-43; y Mateo 3.13-17.
Año B: Génesis 1.1-5; Salmo 29; Hechos 19.1-7; y Marcos 1.4-11.
Año C: Isaías 43.1-7; Salmo 29; Hechos 8.14-17; y Lucas 3.15-17, 21-22.
Segundo domingo después de Epifanía
Año A: Isaías 49.1-7; Salmo 40.1-11; 1 Corintios 1.1-9; y Juan 1.29-42.
Año B: 1 Samuel 3.1-10, (11-20); Salmo 139.1-6, 13-18; 1 Corintios 6.12-20; y Juan 1.43-51.
Año C: Isaías 62.1-5; Salmo 36.5-10; 1 Corintios 12.1-11; y Juan 2.1-11.
Tercer domingo después de Epifanía
Año A: Isaías 9.1-4; Salmo 27.1, 4-9; 1 Corintios 1.10-18; y Mateo 4.12-23.
Año B: Jonás 3.1-5, 10; Salmo 62.5-12; 1 Corintios 7.29-31; y Marcos 1.14-20.
Año C: Nehemías 8.1-3, 5-6, 8-10; Salmo 19; 1 Corintios 12.12-31a; y Lucas 4.14-21.
*Cuarto domingo después de Epifanía
*Las lecturas sugeridas para el cuarto, quinto, sexto, séptimo y octavo domingo después de Epifanía no se utilizan todos los años. De todos modos, el domingo antes del Miércoles de Ceniza, que marca el comienzo de la Temporada de Cuaresma, deben utilizarse las lecuras para el Día de la Transfiguración.
Año A: Miqueas 6.1-8; Salmo 15; 1 Corintios 1.18-31; y Mateo 5.1-12.
Año B: Deuteronomio 18.15-20; Salmo 111; 1 Corintios 8.1-13; y Marcos 1.21-28.
Año C: Jeremías 1.4-10; Salmo 71.1-6; 1 Corintios 13.1-13; y Lucas 4.21-30.
*Quinto domingo después de Epifanía
Año A: Isaías 58.1-9a, (9b-12); Salmo 112.1-9, (10); 1 Corintios 2.1-12, (13-16); y Mateo 5.13-20.
Año B: Isaías 40.21-31; Salmo 147.1-11, 20c; 1 Corintios 9.16-23; y Marcos 1.29-39.
Año C: Isaías 6.1-8, (9-13); Salmo 138; 1 Corintios 15.1-11; y Lucas 5.1-11.
*Sexto domingo después de Epifanía
Año A: Deuteronomio 30.15-20; Salmo 119.1-8; 1 Corintios 3.1-9; y Mateo 5.21-37.
Año B: 2 Reyes 5.1-14; Salmo 30; 1 Corintios 9.24-27; y Marcos 1.40-45.
Año C: Jeremías 17.5-10; Salmo 1; 1 Corintios 15.12-20; y Lucas 6.17-26.
*Séptimo domingo después de Epifanía
Año A: Levítico 19.1-2, 9-18; Salmo 119.33-40; 1 Corintios 3.10-11, 16-23; y Mateo 5.38-48.
Año B: Isaías 43.18-25; Salmo 41; 2 Corintios 1.18-22; y Marcos 2.1-12.
Año C: Génesis 45.3-11, 15; Salmo 37.1-11, 39-40; 1 Corintios 15.35-38, 42-50; y Lucas 6.27-38.
*Octavo domingo después de Epifanía
Año A: Isaías 49.8-16a; Salmo 131; 1 Corintios 4.1-5; y Mateo 6.24-34.
Año B: Oseas 2.14-20; Salmo 103.1-13, 22; 2 Corintios 3.1-6; y Marcos 2.13-22.
Año C: Isaías 55.10-13; Salmo 92.1-4, 12-15; 1 Corintios 15.51-58; y Lucas 6.39-49.
Último domingo después de Epifanía: Día de la Transfiguración
Las siguientes lecturas deben utilizarse el domingo antes de la Cuaresma, no importa cuántos domingos hayan transcurrido desde el 6 de enero.
Año A: Éxodo 24.12-18; Salmo 2 o Salmo 99; 2 Pedro 1.16-21; y Mateo 17.1-9.
Año B: 2 Reyes 2.1-12; Salmo 50.1-6; 2 Corintios 4.3-6; y Marcos 9.2-9.
Año C: Éxodo 34.29-35; Salmo 99; 2 Corintios 3.12—4.2; y Lucas 9.28-36, (37-43).
Audio, vídeo y texto listo para predicar de un sermón sobre Isaías 40, titulado “Consuelen a mi pueblo”, por el Dr. Pablo A. Jiménez.
Texto: Isaías 40.1-11
Idea central: Dios da consuelo en los tiempos difíciles a quienes le buscan con fe.
Área: Formación espiritual
Propósito: Preparar la iglesia para encontrarse con Dios.
Lógica: Deductiva
Diseño: Expositivo, para la temporada de Adviento
Introducción
«Consuelen a mi pueblo; ¡consuélenlo!
2 ¡Hablen al corazón de Jerusalén!
¡Díganle a voz en cuello
que ya se ha cumplido su tiempo,
que su pecado ya ha sido perdonado;
que ya ha recibido de manos del Señor
el doble por todos sus pecados.»
Así comienza Isaías 40, un pasaje bíblico lleno de consuelo y esperanza. Este capítulo marca un cambio en el libro de Isaías, transitando de la condena y el juicio hacia un mensaje de consuelo y redención. Es un llamado a la consolación, dirigido al pueblo de Israel, que había experimentado el exilio y la aflicción como consecuencia de su desobediencia a Dios. A lo largo de estos versículos, encontramos poderosas imágenes poéticas que resaltan la grandeza, la fidelidad y el inagotable amor de Dios hacia su pueblo.
Este hermoso pasaje bíblico afirma que Dios da consuelo en los tiempos difíciles a quienes le buscan con fe.
1. El llamado a la consolación (Isaías 40:1-2)
El v. 1 comienza con las palabras “consuelen a mi pueblo”, dándole un tono particular al pasaje. El verbo “consolar” se repite enfáticamente para subrayar la urgencia y la importancia del consuelo divino. Dios mismo se presenta como el dador de consuelo, revelando su carácter compasivo y amoroso.
La razón detrás de este llamado a la consolación se expone en los versículos siguientes. El pueblo de Israel había sufrido las consecuencias de su pecado y desobediencia, pero ahora Dios le promete perdón y restauración. La voz profética declara que la deuda de Israel ha sido pagada, simbolizando la reconciliación entre Dios y su pueblo. Este mensaje de gracia y perdón es un recordatorio de la naturaleza redentora de Dios, que siempre busca restaurar la relación con aquellos que se apartan de él.
Estos versículos nos enseñan que Dios promete consolar a su pueblo. También nos enseñan que el arrepentimiento conduce al perdón. Por lo tanto, el texto recalca la gracia de Dios, quien es compasivo y misericordioso.
II. La voz en el desierto (Isaías 40:3-5)
El texto continúa diciendo:
3 Una voz clama en el desierto:
«Preparen el camino del Señor;
enderecen en el páramo
una calzada a nuestro Dios.
4 Que todo valle sea enaltecido;
que se hunda todo monte y collado;
que se enderece lo torcido
y que lo áspero se allane.
5 Se manifestará la gloria del Señor,
y la humanidad entera la verá.
La boca del Señor ha hablado.»
La imagen de un “voz que clama en el desierto” en el versículo 3 evoca la figura de Juan el Bautista, quien preparó el camino para la llegada de Jesucristo. Esta conexión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento resalta la continuidad del plan redentor de Dios a lo largo de la historia. La voz en el desierto llama a preparar el camino para el Señor y enderezar sus sendas, una metáfora que sugiere la necesidad de arrepentimiento y preparación espiritual para recibir al Mesías.
Siguiendo las enseñanzas del Bautista, ustedes y yo también tenemos necesidad de preparar nuestros corazones para encontrarnos con Dios.
III. La fortaleza de la Palabra de Dios (Isaías 40:6-8)
Los versículos 6-8 hablan de la brevedad de la vida humana, en contraste con la permanencia de la Palabra de Dios.
6 Una voz decía: «¡Grita!»
Y yo respondí: «¿Y qué debo de gritar?»
«Grita que toda carne es como la hierba,
y que su belleza es como la flor del campo.
7 La hierba se seca, y la flor se marchita,
porque el viento del Señor sopla sobre ella.
Y a decir verdad, el pueblo es como la hierba.
8 Sí, la hierba se seca, y la flor se marchita
pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.»
La vida humana es efímera, como la hierba del campo, pero la Palabra de Dios permanece para siempre. Este pasaje bíblico nos invita a reflexionar con humildad sobre la brevedad de nuestras vidas y a reconocer la soberanía divina sobre todas las cosas. Aunque los seres humanos somos mortales, el mensaje de Dios perdura eternamente, ofreciendo consuelo y orientación a lo largo de todas las generaciones.
IV. El pastor amoroso (Isaías 40:9-11)
El texto que hoy nos ocupa termina diciendo:
¡Súbete a un monte alto, mensajera de Sión! ¡Levanta con fuerza tu voz, mensajera de Jerusalén! ¡Levántala sin miedo y di a las ciudades de Judá: «¡Vean aquí a su Dios!» 10 ¡Miren! Dios el Señor viene con poder, y su brazo dominará. ¡Miren! Ya trae con él su recompensa; ya le precede el galardón. 11 Cuidará de su rebaño como un pastor; en sus brazos, junto a su pecho, llevará a los corderos, y guiará con suavidad a las ovejas recién paridas.
Los versículos 10-11 cierran el pasaje con una imagen tierna y poderosa de Dios como pastor. Dios viene con poder y su brazo señorea sobre él, pero al mismo tiempo apacienta como un pastor amoroso a su rebaño. La imagen del Señor recogiendo a los corderos en sus brazos y llevándolos en su regazo transmite un cuidado personal y una ternura divina. Este retrato de Dios como pastor refuerza la idea de su cercanía y preocupación por cada uno de sus hijos, guiándolos con amor y protegiéndolos con su fuerza.
Toda persona cristiana que escuche este texto seguramente pensará en la imagen de Jesús de Nazaret como el Buen Pastor, que aparece en Juan 10.11-15 que dice:
Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, huye y abandona las ovejas cuando ve venir al lobo, y el lobo las arrebata y las dispersa. 13 Al que es asalariado, no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor. Yo conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, 15 así como el Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre; y yo pongo mi vida por las ovejas.
De este modo, el texto afirma que Dios consuela, cuida y protege a quienes le buscan con fe.
Conclusión
En resumen, Isaías 40:1-11 es un pasaje rico en significado y profundidad espiritual que:
Ofrece consuelo y esperanza a través del perdón divino, llamando al arrepentimiento y la preparación para recibir al Mesías.
Contrasta la brevedad de la vida humana con la eternidad de la Palabra de Dios, recordándonos la importancia de buscar lo eterno en medio de lo temporal.
Presenta la llamada a Sion a proclamar buenas nuevas y subraya nuestra responsabilidad de compartir la gracia divina con el mundo.
Describe, como imagen final, a Dios como pastor, lo que refuerza la cercanía y el amor personal que el Señor tiene por su pueblo.
Hoy la Palabra de Dios nos invita a buscar consuelo en Dios, particularmente en tiempos de prueba. Hoy la Palabra divina nos invita a prepararnos para encontrarnos con Dios.
Misión Redentora, el mensaje que presentado en este Encuentro del Movimiento La Red, aborda la presencia de Jesús en la sinagoga de Nazaret.
Jesús regresa “en el poder del Espíritu”, de acuerdo al relato de Lucas 4.14-21. La meditación resalta que Jesús se ubicó en la tradición de líderes religiosos carismáticos en Galilea y destaca la costumbre de Jesús de participar en servicios sabatinos en las sinagogas. Al leer Isaías 61, Jesús declara su misión de dar buenas noticias a los pobres, sanar a los quebrantados y liberar a los cautivos. En su impactante lectura, Jesús enfatiza lo positivo y omite de referencias a la venganza. Las palabras de Jesús, tanto ayer como hoy, producen sorpresa y hasta escándalo.
Este relato subraya el llamado a la misión: Dios nos invita a colaborar en la misión divina; nos llama a predicar buenas noticias de esperanza y vida, particularmente a las personas débiles, sufridas y vulnerables.
Misión redentora – Video
Prediquemos Podcast – Audio
Lectura bíblica: Lucas 4.14-21
14 Con el poder del Espíritu, Jesús volvió a Galilea; y su fama se difundió por todos los lugares vecinos. 15 Enseñaba en las sinagogas de ellos, y todos lo glorificaban.
16 Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, y en el día de reposo entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se levantó a leer las Escrituras. 17 Se le dio el libro del profeta Isaías, y al abrirlo encontró el texto que dice:
18 «El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para proclamar buenas noticias a los pobres; me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos 19 y a proclamar el año de la buena voluntad del Señor.»
20 Enrolló luego el libro, se lo dio al asistente, y se sentó. Todos en la sinagoga lo miraban fijamente. 21 Entonces él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes.»
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Bendecir al que te bendiga es el título de la reflexión sobre la mayordomía, basada en 2 Corintios 9.6-11. presentada en este Encuentro.
La fe cristiana enseña que Dios es el creador de todas las cosas. Por lo tanto, podemos decir que todas las cosas le pertenecen a Dios. Los seres humanos vivimos en el mundo que Dios creó y nos beneficiamos de los muchos recursos que ha provisto para nuestra vida.
También nos enseña que los seres humanos debemos administrar de manera responsable todo lo que Dios nos ha dado. Dios nos llama a administrar con sabiduría nuestras vidas, nuestras habilidades y nuestros recursos económicos.
La mayordomía cristiana, es decir, la administración de los recursos que Dios nos ha dado, es el tema central de este Encuentro de Adoración y Predicación del Movimiento La Red.
Bendecir al que te bendiga – Vídeo
Prediquemos podcast – Audio
Lectura bíblica – 2 Corintios 9.6-11
Pero recuerden esto: El que poco siembra, poco cosecha; y el que mucho siembra, mucho cosecha. 7 Cada uno debe dar según se lo haya propuesto en su corazón, y no debe dar con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama a quien da con alegría. 8 Y Dios es poderoso como para que abunde en ustedes toda gracia, para que siempre y en toda circunstancia tengan todo lo necesario, y abunde en ustedes toda buena obra; 9 como está escrito: «Repartió, dio a los pobres, y su justicia permanece para siempre.» 10 Y aquel que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá los recursos de ustedes y los multiplicará, aumentándoles así sus frutos de justicia, 11 para que sean ustedes enriquecidos en todo, para toda generosidad, que por medio de nosotros produce acción de gracias a Dios.
Apoye el Movimiento La Red
LA RED aspira a ser una genuina comunidad de fe que se reúna con el propósito de alcanzar personas de habla hispana en distintas partes del mundo. La participación en LA RED es libre y voluntaria. Está abierta tanto para ser su principal comunidad de fe, como para enriquecer su vida cristiana. LA RED es un movimiento cristiano que no está afiliado a denominación alguna.
Aquellas personas que deseen apoyar económicamente el ministerio de LA RED pueden hacerlo por medio de:
Lo que creemos (Efesios 4.1-6) es el título de la reflexión presentada en este Encuentro de Adoración y Predicación del Movimiento La Red.
Efesios 4.1-6 es una de las secciones más importantes de la carta a los Efesios. En este texto, Pablo resume las creencias más importantes de la fe cristiana. Los vv. 4 al 6 contienen un corto poema que los primeros cristianos probablemente usaban para memorizar los puntos básicos de la fe.
El texto afirma que la fe cristiana confiesa tener un solo «cuerpo», es decir, una sola iglesia que es el «cuerpo» de Cristo. Hay un sólo Espíritu Santo, sólo una esperanza de salvación, sólo un Señor Jesucristo, sólo una fe cristiana, sólo un bautismo, y sólo un Dios. Este Dios es el creador del mundo que gobierna toda la humanidad.
Yo, que estoy preso por causa del Señor, les ruego que vivan como es digno del llamamiento que han recibido, 2 y que sean humildes y mansos, y tolerantes y pacientes unos con otros, en amor. 3 Procuren mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. 4 Así como ustedes fueron llamados a una sola esperanza, hay también un cuerpo y un Espíritu, 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 y un Dios y Padre de todos, el cual está por encima de todos, actúa por medio de todos, y está en todos.
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Entrevista a Daniel Rivera Rosado, autor del libro El ABC de la educación cristiana, un libro sobre discipulado y formación espiritual.
La transformación social que experimenta el mundo y la iglesia tiene la oportunidad de atenderse a través de la educación. El ABC de la Educación Cristiana es una guía básica de conceptos prácticos para ser utilizados para los maestros y maestras de la iglesia. La importancia de reiniciar la conversación sobre cómo educamos a las nuevas generaciones y las teorías y prácticas educativas apropiadas, será un proceso vital para definir el futuro de la iglesia a través de la formación y educación cristiana.
A través de preguntas claves para el desarrollo de experiencias y materiales educativos, fundamentados en la experiencia cristiana, se desea profundizar en los procesos básicos del discipulado, diseño de clases, integración general y el uso de herramientas tecnológicas. Te invitamos a que este material pueda ser de bendición para tus líderes, instituto e iglesia.
Video – El ABC de la educación cristiana
Audio – El ABC de la educación cristiana
Conozca al autor
Daniel Andrés Rivera Rosado es Ministro de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico. Posee un Bachillerato en Sociología (Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras), una Maestría en Divinidad (Seminario Evangélico de Puerto Rico, y es estudiante doctoral de Educación (Ph.D.) en la Universidad de Arizona, Global Campus. Ha fungido en el área de la Capellanía en Escuelas y Hospitales, dirigido ministerios de juventud y desarrollado contenido educativo cristiano. Ha sido asistente de Cátedra en el Seminario Evangélico de Puerto Rico y la Universidad Sagrado Corazón. Actualmente es Pastor Asistente en Educación Cristiana en la Iglesia Discípulos de Cristo Metropolitana. Está casado con Desiré Díaz y vive en Guaynabo, PR.
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Encuentro de adoración y predicación del Movimiento La Red, con una meditación para el Día de las Madres basada en Génesis 16.
El Día de las Madres es una festividad universal, donde celebramos a la mujer, en general, y a las madres, en particular. Ahora bien, no todas las madres celebran y no todas las madres son homenajeadas. Muchas mujeres son constantemente oprimidas, maltratadas y rechazadas por la sociedad. ¿Qué nos dice la fe cristiana sobre este problema? ¿Cómo Dios juzga a las madres cuyas vidas no se conforman al modelo ideal que celebra nuestra sociedad?
Encuentre respuestas a estas interrogantes en el mensaje predicado en este Encuentro de Adoración del Movimiento La Red, una comunidad de fe que se reúne a través de las redes sociales. La prédica gira en torno a la historia de Agar, según se narra en Génesis 16. Agar era una esclava egipcia, sierva de Abram y Saraí, y madre de Ismael.
Como el Señor le había hablado, ella le dio este nombre: «Tú eres el Dios que ve», pues dijo: «¿Acaso no he visto aquí también al que me ve?», 14 y al manantial lo llamó «Pozo del que vive y me ve». Ese pozo está entre Cades y Bered.
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