¿Riesgo? ¿Cuán peligroso es seguir a Jesús como Señor? Escuche esta meditación sobre el riesgo de obedecer a Dios, basada en la figura de Juan el Bautista en el Evangelio según San Marcos.
Les comparto esta interesante entrevista con Yadetzi Rodriguez, venezolana, profesora de predicación y teología pastoral en el Seminario Sudamericano (SEMISUD) en Quito, Ecuador.
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Una conferencia sobre cómo encontrar nuevas fuerzas para renovar su ministerio, superando así la fatiga que ataca a tantas personas dedicadas al cristiano de la predicación.
En esta ocasión consideramos algunas de las lecciones que ofrecen las narrativas del Profeta Eliseo, que se encuentran en 2 Reyes, sobre el liderazgo cristiano. Veremos que el liderazgo efectivo requiere visión & misión.
El libro de Nehemías es uno de los preferidos a la hora de animar a una congregación a participar en la construcción de un templo. Recientemente, el libro también ha sido estudiado desde la perspectiva del liderazgo, particularmente por Rick Warren. Sin embargo, en esta ocasión me acerco a Nehemías para explorar sus implicaciones para el ministerio educativo de la Iglesia contemporánea. La pregunta que nos ocupa es la siguiente: ¿Ofrece Nehemías pautas que puedan guiar hoy a quienes dedican su vida a enseñar la fe a los demás? La respuesta es positiva, ya que encuentro en este libro histórico de la Biblia Hebrea siete pautas para la formación espiritual en la Iglesia hoy.
La historia de Nehemías
Para contestar estas preguntas de manera efectiva, es necesario considerar primero algunos puntos sobresalientes sobre Nehemías.
Nehemías es un libro histórico de la Biblia, que en su momento formó parte del libro de Esdras. Hoy lo tenemos como un libro independiente, pero siempre ligado a Esdras.
La historia que narra Nehemías es relativamente sencilla. En los tiempos postexílicos, después que los primeros grupos judíos habían regresado a Judá desde Babilonia, Nehemías se conmueve considerando la condición de la ciudad de Jerusalén (1.1-11). Nehemías era parte de las fuerzas de seguridad de Artajerjes, el rey persa, a quien servía como «copero» (1.11). Artajerjes comisiona a Nehemías para volver a Jerusalén y reconstruir la Ciudad Santa (2.1-10). El texto dice:
En el mes de Nisán, del año veinte del reinado de Artajerjes, mientras yo me disponía a servirle vino al rey, éste me miró, y como nunca antes me había visto triste en su presencia, me preguntó: «¿Por qué estás triste, Nehemías? Enfermo no estás. Lo que reflejas es un profundo pesar.» Yo sentí mucho miedo, y le respondí: «¡Larga vida a Su Majestad! ¿Cómo no estar triste, si la ciudad donde mis padres están sepultados se encuentra en ruinas, y sus puertas han sido consumidas por el fuego?» El rey me preguntó entonces: «¿Y qué es lo que pides?» Yo oré al Dios de los cielos, y le respondí al rey: «Si es la voluntad de Su Majestad, y este siervo suyo es digno de su bondad, permítame Su Majestad ir a Judá, a la ciudad donde están sepultados mis padres, para reedificarla.» El rey, que tenía a su lado a la reina, me preguntó: «¿Cuánto tiempo necesitas? ¿Cuándo piensas regresar?» Y yo le dije el tiempo que necesitaba, y el rey consintió en dejarme partir. También le dije: «Si es la voluntad de Su Majestad, que se me den cartas para los gobernadores del otro lado del río, para que me permitan pasar y yo pueda llegar a Judá, y una carta más para que Asaf, el guardián de los bosques del rey, me provea de la madera necesaria para reforzar las puertas del palacio del Templo, las murallas de la ciudad, y la casa donde voy a vivir.» Todo eso me lo concedió el rey, porque la bondad de mi Dios estaba conmigo. Fui entonces con los gobernadores del otro lado del río, y les entregué las cartas del rey. Además, el rey había enviado a sus capitanes y a soldados de caballería, para que me escoltaran. Pero cuando lo supieron Sambalat el horonita y Tobías, el siervo amonita, se enojaron mucho, pues no les gustó que alguien se preocupara por el bien de los israelitas.
Nehemías regresa a Jerusalén (2.11-20) y organiza la reconstrucción de la ciudad, a pesar de enfrentar gran oposición (3.1–7.73).
Además, Nehemías promueve la lectura, el estudio y la observación de la ley, lo que conduce al pueblo a renovar su pacto con Dios (8.1–10.39).
Esdras lee la Palabra de Dios al pueblo: «Era el día primero del mes séptimo del año. Entonces Esdras, que también era sacerdote, llevó el libro y lo mostró a todo el pueblo y a todos los que podían entender, lo mismo a hombres que a mujeres, y desde el alba hasta el medio día lo leyó en la plaza que está frente a la Puerta de las Aguas.» (Nehemías 8.2-3b)
Un grupo de levitas «explica»—sería mejor decir que «traduce»—la palabra de Dios al pueblo: «Mientras la ley era leída, los levitas Josué, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maseías, Kelita, Azarías, Yozabad, Janán y Pelaía explicaban al pueblo la lectura, y el pueblo estaba tan interesado que no se movía de su lugar.» (Nehemías 8.7)
El pueblo responde renovando su pacto y su compromiso con Dios: «El resto del pueblo, junto con los sacerdotes, levitas, porteros, cantores, los criados del templo, todos aquellos que se habían apartado de los pueblos extranjeros, y sus esposas, hijos e hijas, y todos los que podían entender y comprender, se reunieron con sus hermanos y con los jefes importantes del pueblo para jurar que se comprometían a obedecer la ley que Dios le había dado a su siervo Moisés, y que cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos del Señor nuestro Dios.» (Nehemías 10.28-29)
También promovió otras reformas y cambios en la vida del pueblo de Dios (11.1-13.31).
Siete pautas para el ministerio educativo contemporáneo
Aunque una lectura somera del texto nos deja con la impresión que Nehemías tiene poco que decir sobre la educación, una lectura deliberada del libro revela siete pautas para el ministerio educativo de la Iglesia hoy.
El ministerio educativo requiere sensibilidad: Nehemías fue sensible a las necesidades de su pueblo. Esa sensibilidad fue lo que le movió a tomar acción. Del mismo modo, quienes hoy dedican su vida a la enseñanza de la fe cristiana deben ser sensibles al dolor de la comunidad a la cual aspiran servir.
El ministerio educativo requiere compromiso: Nehemías estuvo dispuesto a dejar un empleo prestigioso y bien remunerado para servir a su pueblo. Hoy el pastorado sigue siendo un empleo de remuneración relativamente humilde. Del mismo modo, la mayor parte de las personas que sirven como maestros o maestras de Escuela Bíblica Dominical lo hacen de manera voluntaria y, por lo tanto, gratuita.
El ministerio educativo requiere visión y misión: Nehemías tenía una visión clara que motivaba su sentido de misión. De manera similar, los maestros y las maestras deben tener una visión clara de lo que desean alcanzar con sus estudiantes y deben tener un claro sentido de misión que les motive a la acción. Esto nos enseña que la vocación es un elemento crucial para la práctica del ministerio educativo hoy.
El ministerio educativo requiere un buen plan de trabajo: Nehemías supo diseñar un plan de trabajo adecuado, con metas, objetivos, estrategias y cronograma. Hoy, el diseño de cursos y el desarrollo de planes de trabajo es parte integral de la pedagogía.
El ministerio educativo requiere organización & motivación: Nehemías supo organizar y motivar al pueblo para ejecutar el plan que él había desarrollado. La organización y la motivación son elementos cruciales para el manejo efectivo de los programas educativos en la comunidad cristiana.
El ministerio educativo requiere determinación: Nehemías enfrentó los obstáculos con determinación, lo que le llevó a triunfar sobre los enemigos de su pueblo. Siguiendo su pauta, los maestros y las maestras deben mostrar inteligencia emocional ante la adversidad, manejando los conflictos de manera efectiva.
El ministerio educativo requiere estudio: Nehemías impulsó la lectura y el estudio de la Biblia, fomentando la alfabetización del pueblo. El amor a la lectura y al estudio son elementos cruciales para la educación hoy; y el amor a la lectura de la Biblia es un elemento crucial para la formación y el crecimiento espiritual de todo creyente.
En resumen, podemos afirmar que Nehemías fomentó la espiritualidad de su pueblo, llevándolo a renovar su relación de pacto con Dios. La enseñanza, pues, queda clara: el maestro efectivo y la maestra efectiva fomentan el desarrollo espiritual del estudiantado.
Conclusión
En fin, la Biblia presenta a Nehemías como un líder efectivo, quien se distinguió por su carácter y por su fidelidad a Dios. Nehemías empleó sus dotes para el liderazgo, de manera especial, en el campo de la educación religiosa y la formación espiritual del pueblo de Dios.
Quiera Dios que las siete pautas que ofrece Nehemías nos inspire a ser líderes educativos dinámicos, que fomentemos el crecimiento espiritual de la Iglesia como pueblo de Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN
El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez se reserva todos los derechos de publicación de estos materiales. Queda prohibida cualquier forma de reproducción total o parcial, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sin la debida autorización del autor. Para solicitar los permisos correspondientes, contacte al autor.
Una presentación sobre la relación entre tres temas: liderazgo, discipulado y educación.
Esta reflexión afirma que Dios nos llama a facilitar el acceso de los demás a Jesús.Para cumplir este papel con fidelidad debemos recordar a quién Jesús está llamando.
Jesús llama a personas con teología defectuosa.
Jesús llama a personas de reputación dudosa.
Jesús llama a personas totalmente diferentes a nosotros.
Pero esas personas claman por Jesús. Y ustedes y yo tenemos la oportunidad de recibirlas en la comunidad cristiana y de discipularlas en la fe. Y quienes vengan a los pies de Cristo tendrán la maravillosa oportunidad de sufrir por Jesús, acompañándole en el camino a la cruz.
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Sobre este episodio
Este es un sermón temático, basado en Romanos 8.14-17, en ocasión del Día de los Padres. Su tema principal es: En Dios encontramos el padre que nunca tuvimos.
La buena noticia es que Dios es nuestro padre; es el padre de todos, aún de aquellas personas que nos criamos sin un padre en nuestro hogar. Por eso, hoy la Palabra de Dios nos exhorta a acercarnos al Señor, de manera que nuestro espíritu pueda gritar con alegría «Abba, Padre», porque hemos encontrado al padre eterno que nunca nos abandonará.
Harold Segura es un teólogo bautista, colombiano, quien vive en Costa Rica, donde trabaja con World Vision. Ha escrito varios libros, tales como “Mas allá de la utopía” (Kairós 2010) & “Un niño los pastoreará: Niñez, teología y misión” (Editorial Mundo Hispano, 2006).
Versión libre del sermón titulado “Amar a los enemigos”, escrito por Martin Luther King, Jr., y publicado en su libro “Strength to Love”.
Introducción
“Amad a vuestros enemigos”: quizás esta sea la enseñanza de Jesús más difícil de seguir.
Algunos piensan que es imposible cumplir este mandamiento. ¿Cómo amar a una persona que se empeña en hacernos daño, sea de frente o a nuestras espaldas? Otros piensan que el mandato a amar los enemigos prueba que la ética cristiana está diseñada para personas débiles y cobardes, no para las fuertes y valientes. Estas personas piensan que Jesús fue un idealista.
A pesar de estas objeciones, el mandato de Jesús nos desafía con urgencia. La inestabilidad de la sociedad nos recuerda que el hombre moderno viaja por una carretera llamada “odio”, en un viaje con destino a la destrucción y a la condenación. Lejos de ser la declaración piadosa de un soñador, el mandato a amar a nuestros enemigos es un absoluto necesario para nuestra supervivencia. Amar aun a los enemigos es la clave para la solución de los problemas de nuestro mundo. Por eso, afirmo que Jesús no era un idealista, sino un realista.
Jesús comprendía la dificultad inherente al acto de amar a los enemigos. Sabía que toda expresión genuina de amor encuentra su origen en el acto de rendirse a Dios. Por lo tanto, Jesús dijo “amad a vuestros enemigos” con toda seriedad. Y nosotros, como cristianos, tenemos la responsabilidad de descubrir el significado de este mandato para hoy y de cumplirlo con pasión.
¿Cómo amar a los enemigos?
Ahora bien, ¿cómo es que uno demuestra el amor por los enemigos?.
Primero, demostramos el amor por medio de nuestra capacidad para perdonar. Quien no sabe perdonar, tampoco sabe amar. Es imposible amar a los demás sin primero aceptar la necesidad de perdonar las injurias recibidas. Por eso, debemos comprender que sólo la persona ofendida puede perdonar. Le toca, pues, a la víctima iniciar el proceso del perdón. El ofensor puede bien puede pedir perdón, pasando por un proceso similar al del Hijo Pródigo, quien “volvió en sí” después de sufrir las consecuencias de su pecado. Empero, sólo la persona ofendida puede perdonar al ofensor.
Perdonar no quiere decir que uno ignora la ofensa. Por el contrario, quiere decir que la ofensa ya no es impedimento para entrar en y mantener una relación. El perdón crea la atmósfera necesaria para volver a empezar, libres de las cargas del ayer. El perdón conduce a la reconciliación. Nuestra capacidad para perdonar determina nuestra capacidad para amar.
Segundo, debemos comprender que el ofensor es mucho más que su ofensa. Hasta la persona más repulsiva tiene alguna característica positiva. El problema es que los seres humanos tenemos personalidades divididas, ya que le mostramos amor a algunas personas a la misma vez que le hacemos daño a otras. Y esto lo vemos aún en el testimonio bíblico, cuando el Apóstol Pablo expresa:
Yo sé que en mí, esto es, en mi naturaleza humana, no habita el bien; porque el desear el bien está en mí, pero no el hacerlo.Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí. – Romanos 8.18-20
Tercero, no debemos tratar de derrotar ni de humillar al enemigo, sino de ganar su amistad. A veces la vida nos da la oportunidad de vengarnos de aquellos que nos han hecho daño. Sin embargo, esto termina haciéndonos daño a nosotros mismos. Debemos recordar que Pablo también dijo: “No busquemos vengarnos, amados míos. Mejor dejemos que actúe la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12.19).
¿Por qué amar a los enemigos?
Ahora vayamos del “cómo” a “¿por qué debemos amar a nuestros enemigos?”
La primera razón es evidente: Pagar odio con odio sólo multiplica el odio. El odio no puede vencer al odio; sólo el amor puede vencerlo.
El odio multiplica el odio.
La rudeza sólo multiplica la rudeza.
Y la violencia multiplica la violencia.
Por lo tanto, cuando Jesús nos ordena amar a los enemigos, nos está pidiendo que rompamos la cadena de violencia que destruye al “otro” y, por ende, a la sociedad.
Otra razón para amar al enemigo es que el odio ensucia el alma y distorsiona la personalidad. Todos sabemos los estragos que causa el odio en la mente y el corazón de nuestros enemigos; pero pocos reconocemos el daño que puede causarnos a nosotros mismos; a nuestra mente y a nuestro corazón.
Si permitimos que las ofensas recibidas siembren odio en nuestros corazones, ese sentimiento negativo crecerá en nuestras almas. El odio es como un cáncer que corroe la personalidad y mina nuestra vitalidad. El odio destruye nuestros valores. Lo que es más, el odio causa tanta corrupción que terminamos llamando bueno a lo malo, bello a lo grotesco y verdadero a lo falso (compare con Isaías 5.20).
Tercero, debemos amar a nuestros enemigos porque el amor es la única fuerza que puede transformar al enemigo en un amigo. Recuerden que no deseamos destruir a la persona que nos ha ofendido, sino deshacernos de la enemistad que nos separa. Dios, quien es amor, es quien cambia al ser humano con su poder transformador.
Conclusión
Finalmente, hay una razón aún más importante para amar a nuestros enemigos. La encontramos en Mateo 5.43-45:
Oíste que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
Por lo tanto, es por medio del amor que llegamos a ser hijos e hijas de Dios. Aunque todo ser humano es hijo de Dios en potencia, esa relación se actualiza cuando amamos a los demás. Debemos amar a nuestros enemigos, porque sólo por medio del amor podemos experimentar la belleza y la santidad de Dios.
Sobre esta base, el Dr. Martin Luther King Jr. dirigió el siguiente mensaje a sus muchos oponentes:
Enfrentaremos su capacidad de hacernos daño con nuestra fuerza para amar. Enfrentaremos su fuerza física con nuestra fuerza espiritual. Desobedeceremos las leyes injustas, porque nuestra conciencia nos obliga a luchar por la justicia. No importa el mal que lancen contra nosotros, vamos a perseverar en el amor. Vamos a triunfar algún día; obteniendo una victoria que no será para sólo para nosotros. Y triunfaremos dos veces, porque no solo vamos a ganar nuestros derechos civiles; también ganaremos su corazón.
Y, a pesar de que King ofrendó su vida en el proceso de asegurar los derechos civiles de la comunidad afroamericana en los Estados Unidos, su mensaje se tornó en profecía. La resistencia pacífica resultó una táctica efectiva para combatir la brutalidad del sistema racista. La gente pudo ver con sus propios ojos, por medio de los reportajes de televisión, cómo la policía y las turbas racistas abusaban de personas que protestaban en paz. Los perseguían, los golpeaban, los mojaban con agua a presión, los acosaban con perros bravos y hasta los encarcelaban. Mientras tanto, quienes protestaban sólo reclamaban sus derechos a tomar agua de las mismas fuentes, a estudiar en las mismas escuelas y a comer en los mismos restaurantes que la gente blanca de herencia anglo-europea.
Esto llevó a presidentes como Kennedy y Johnson a oponerse al sistema racista en el cual habían sido criados para defender los derechos de los afroamericanos. Y eso abrió el camino para reconocer los derechos de las comunidades hispanas.
¿Por qué debemos amar a nuestros enemigos? Porque el amor es la fuerza espiritual más grande del universo, porque Dios es amor.