La fe ante la Inteligencia Artificial

La fe ante la Inteligencia Artificial -Edición Especial del Podcast Prediquemos, con el Dr. Samuel Pagán, el Prof. José Graciano y el Dr. Pablo A. Jiménez.

En esta edición especial del podcast Prediquemos, el Dr. Samuel Pagán se une al Prof. José Graciano y al Dr. Pablo A. Jiménez para explorar un tema profundamente relevante y actual: “La fe ante la Inteligencia Artificial”. Este enriquecedor diálogo ofrece una reflexión teológica y práctica sobre cómo la fe cristiana interactúa con el rápido avance de la tecnología y el impacto de la inteligencia artificial (IA) en el ministerio y la vida espiritual.

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La conversación aborda preguntas fundamentales que nos desafían como líderes y creyentes en este tiempo de transformación digital. ¿Qué es la inteligencia artificial y cómo está cambiando la manera en que vivimos y trabajamos? ¿De qué manera puede la Inteligencia Artificial ser utilizada de forma responsable en el contexto pastoral, desde la preparación de sermones hasta la creación de contenidos para el discipulado? Los ponentes también reflexionan sobre las oportunidades que la IA puede brindar, como facilitar el acceso a recursos teológicos, y los peligros potenciales, como la deshumanización del ministerio y los desafíos éticos asociados.

Finalmente, la conversación toca una de las inquietudes más profundas para quienes servimos en la obra de Dios: ¿dónde queda la intervención del Espíritu Santo en un mundo cada vez más digitalizado? Los panelistas ofrecen perspectivas reflexivas sobre cómo la guía divina sigue siendo central en nuestra misión, aun mientras adoptamos herramientas tecnológicas para enriquecer el ministerio.

Este episodio es una invitación a pensar críticamente y a discernir espiritualmente sobre el uso de la Inteligencia Artificial en nuestras comunidades de fe. ¡No te lo pierdas! Aprende, reflexiona y únete al diálogo sobre cómo navegar la encrucijada entre fe y tecnología.

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La fe ante la inteligencia artificial
Dr. Samuel Pagán
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Principios de evangelización

Principios de evangelización es una conferencia sobre cómo evangelizar, con el propósito de revitalizar una iglesia local.

La conferencia titulada “Principios de evangelización” presenta un marco integral para entender y mejorar el proceso de evangelización en contextos eclesiales. Inicia estableciendo el propósito de la conferencia, que es explorar principios básicos sobre la evangelización, centrada en la transmisión del mensaje salvador en Cristo mediante el poder del Espíritu Santo.

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Christian A. Schwarz identifica ocho características de iglesias saludables en su libro “Desarrollo Natural de la Iglesia”. Estas características incluyen: capacitación y desarrollo de liderazgo, reconocimiento y uso de dones espirituales, fomento de una espiritualidad ferviente, estructuras funcionales que faciliten el trabajo de la iglesia, un culto inspirador, células integrales que activen a la congregación, evangelismo orientado a las necesidades específicas de los no-creyentes, y la promoción de relaciones afectivas saludables y abiertas.

Además, se introduce el concepto del “factor mínimo”, que se refiere a la calidad más baja en cualquier área de la iglesia, limitando su crecimiento general. Se propone identificar y superar estos factores mínimos mediante estrategias específicas que incluyen: recalcar la importancia de la espiritualidad, establecer metas cualitativas, y estar atentos a nuevos desafíos que puedan surgir.

“Principios de evangelización” concluye con un llamado a superar estos factores mínimos sin perder de vista los principios cualitativos que fomentan el crecimiento saludable de la iglesia, motivando a los participantes a seguir creciendo en su fe y práctica.

Principios de evangelización
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La estrategia de Jesús: Sobre la Revitalización de la Iglesia

Una entrevista al Pastor Enoc Osorio, sobre un modelo de iglesia celular para la revitalización de la iglesia llamado “La estrategia de Jesús”.


La estrategia de Jesús es un modelo de evangelización y discipulado desarrollado por la Asamblea Apostólica de la fe en Cristo Jesús, una denominación hispana pentecostal cuyas oficinas centrales está en el sur de California pero que se extiende por toda América latina, varias regiones de Europa y otras partes del mundo.

El pastor Enoc Osorio es miembro de la Iglesia “La Misión”, ubicada en la hermosa ciudad de Mazatlán, en el Estado de Sinaloa, en México. El pastor rector de “La Misión” es el obispo Elias Paez de la Cerda. Esta iglesia tiene más de 200 grupos de amistad en Mazatlán y áreas limítrofes. El obispo Paez ofrece talleres y conferencias sobre la estrategia de Jesús al nivel internacional, en distintos puntos del mundo de habla hispana.

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Redes del Pastor Osorio

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La teología sin amor es idolatría

Un ensayo sobre el peligro de caer en el pecado de la idolatría cuando se trata de hacer teología sin misericordia, olvidando que Dios es amor.

El Internet y las redes de interacción social han facilitado el desarrollo de los grupos extremistas. El anonimato que proveen las redes cibernéticas permite que un joven confundido comparta sus ideas sobre cualquier tema, por mas descabelladas que sean, sabiendo que ha de encontrar alguien que concuerde con él.

Medios

La religión no escapa de esta realidad. Tanto los grupos que postulan la supremacía blanca como los que afirman la supremacía islámica usan el Internet para reclutar adeptos, adiestrar nuevos simpatizantes y coordinar actividades.

Los extremistas religiosos odian, abusan, roban, matan y se destruyen los unos a los otros en el nombre de Dios. El problema es que la fe de esos extremistas es falsa, tan falsa como un billete de tres dólares.

El error de los extremistas religiosos es simple: Quieren observar las leyes divinas, pero no desean mostrar compasión por los demás. Tienen teología, pero no tienen misericordia.

  • La teología sin misericordia nos lleva a despreciar a quienes no comparten nuestras creencias y prácticas religiosas.
  • La teología sin misericordia justifica la persecución, el hostigamiento y hasta el asesinato del «infiel» que no comparte nuestra fe.
  • La teología sin misericordia lleva a hombres violentos a pensar que cumplen con la justicia divina cuando odian a los demás “en el nombre de Dios”.
  • La teología sin misericordia justifica el abuso infantil, la violencia contra la mujer y la discriminación contra el inmigrante.
  • La teología sin misericordia mueve a los extremistas a estrellar aviones contra edificios llenos de gente inocente.

Y, repito, esa teología sin misericordia es falsa. ¿Por qué? Porque la Biblia nos enseña que Dios es amor (1 Jn. 4:8). En esto todas las teologías concuerdan. Por esta razón, quien desea hacer teología sin amor desea forjar una teología sin Dios. Eso explica por qué justifican la maldad. Olvidan la enseñanza de Santiago 1.20: «La ira del hombre no obra la justicia de Dios». Los religiosos que carecen de misericordia viven tan lejos del Dios de amor que terminan cayendo en la idolatría.

El capítulo 10, versículo 10 del Evangelio según San Juan dice: «El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia».

Esas palabras de Jesús son cruciales. El que hurta, mata y destruye hace las obras del Diablo, aunque lo haga “en el nombre de Dios”. Quien justifica la violencia en nombre de la teología cristiana no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

Por eso afirmo hoy, con toda libertad, que la teología sin amor es idolatría. En parte, esto explica por qué nuestra sociedad atraviesa su peor crisis social en el momento cuando más líderes religiosos tiene. ¿Por qué tanta violencia, si hoy tenemos más iglesias, páginas web, y escuelas de teología que nunca antes? Porque necesitamos aprender esta verdad: la única teología que transforma el corazón humano es la que conduce a la práctica del amor y de la misericordia.

La teología sin amor es idolatría
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La Iglesia – La comunidad de la esperanza

La Iglesia – la comunidad de la esperanza es una meditación sobre eclesiología escrita y predicada por el Dr. Pablo A. Jiménez.

La Iglesia es la comunidad que vive entre la venida del Señor Jesucristo en carne, y la venida del Señor Jesucristo en gloria. Es la comunidad que vive en el «todavía otro poco de tiempo» del cual habla Jesús en el Evangelio según San Juan (Juan 7.33). Es comunidad que vive en la espera de un Mesías que ya vino, pero que vendrá y nos tomará a sí mismo para él (Juan 14.3). ¡Esta es la Iglesia del Señor!

La Iglesia espera. Espera ser redimida de la vida en el mundo. Espera la renovación del tiempo antiguo (Isaías 37.26), viviendo con su Señor. Espera la manifestación de las últimas cosas (Romanos 8.19), cuando Jesucristo vendrá en gloria.

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La Iglesia ha sido redimida del mundo, porque vive en una historia que sufre «dolores de parto» a causa de la maldad humana (Romanos 8.22). Un mundo donde reina «el principe de la potestad del aire» (Efesios 2.2), trayendo a su paso daño y destrucción. Como dijo Jesús: «el ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir» ( Jn. 10.10). 

Vivimos en cautiverio. Del mismo modo que el pueblo de Israel estuvo en cautiverio en tierra extraña (Salmo 137.4), nosotros, el pueblo de Dios, vivimos en la tierra extraña del pecado. Somos peregrinos. Nuestro hogar se encuentra en «lugares celestiales» (Efesios 1.3, 20 y 2.6), «escondido con Cristo en Dios» (Colosenses 3.3). Y como pueblo que no tiene donde «recostar su cabeza» (Mateo 8.20), a veces nos sentamos a las orillas del río sin deseos de continuar viviendo (Salmo 137.1-2), mientras las personas del mundo que nos oprime nos piden que les cantemos algunos de los cánticos de Sión (Salmo 137.3); que les mostremos la alegría del Evangelio mientras vivimos en la pena del exilio. 

La Iglesia aguarda. Aguarda ser redimida de un mundo de pecado en el cual se siente extraña y no encuentra lugar. 

Pero la Iglesia no sólo aguarda. También recuerda. Recuerda que fue llamada por Dios a predicar un mensaje de salvación a un mundo en crisis. Recuerda que fue llamada a ser sal para preservar al mundo de la destrucción (Mateo 5.13). Recuerda que fue llamada a ser luz para alumbrar a un mundo en tinieblas (Mateo 5.14-16). Recuerda que fue llamada a ser el heraldo que se levanta sobre un monte alto y anuncie que se ha cumplido el tiempo de castigo y que los pecados son perdonados (Isaías 40.9-10).

La Iglesia es heredera del llamamiento de Isaías, que Cristo hace suyo en el libro de Lucas cuando toma el rollo de la sinagoga y dice:

El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor. 

Lucas 4.18-19

La Iglesia lleva en su memoria colectiva la encomienda del Señor Jesús de ir a predicar el Evangelio (Marcos 16.15), de ir a hacer discípulos (Mateo 28.19), de ser testigos en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra (Hechos 1.8).

La Iglesia recuerda el rostro del Señor Jesús diciendo: «No temáis, manada pequeña, porque a vuestro padre le ha placido daros el reino» (Lucas 12.32).

La presencia de nuestro Señor Jesucristo corta la pena de nuestros corazones. Es sal que quema la herida y cura el dolor. Cristo es camino (Juan 14.6) que nos lleva por la vida, dirigiendo nuestros pasos hasta la presencia misma de Dios (Hebreos 2.10). Espera que nos resucita de la muerte con que nos pagó el pecado (Romanos 6.23). Es verdad, es novedad de vida ante las mentiras del mundo.

Empero, aún así nos preguntamos qué debemos hacer. ¿Qué será de nosotros como pueblo peregrino? ¿Pasaremos el resto de nuestras vidas entre el bien el mal, entre la bendición y la maldición? ¿Soportaremos la vida en un mundo oscuro siendo nosotros hijos e hijas de luz? ¿Venceremos los embates del pecado, que quieren destruir nuestras casas?

La respuesta es positiva: ¡Venceremos! Porque la Iglesia es la comunidad de la esperanza. Porque si la Iglesia aguarda y recuerda es porque el Señor misericordioso ha derramado su amor en nuestros corazones (Romanos 5.5) en forma de promesa. La promesa de que «este mismo Jesús…así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hechos 1.11), según le dijeron los ángeles a los varones galileos. 

Tenemos promesa de labios de Señor Jesús, registrada en Juan 14.1-3.

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Tenemos la certeza de ser «más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8.37). Sabemos que nada «nos podrá separar del amor de Cristo» (Romanos 8.39). Ni tribulación, ni angustia, ni persecución, ni hambre, ni peligros, ni espada o desnudez (Romanos 8.38-39). Sabemos que la victoria es nuestra porque «esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (1 Juan 5.4).

  • ¡Venceremos! No por nuestra fuerza, porque no es con espada ni con ejércitos ni con carros de a caballo que se gana la batalla, sino con el Espíritu de Dios (Oseas 1.7).  
  • ¡Venceremos! Porque «más son los que están con nosotros los que están» contra nosotros (2 Reyes 6.16).
  • ¡Venceremos! Porque «las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas» (2 Corintios 10.4). 
  • ¡Venceremos! Porque Jesús dijo: «En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16.33). 
  • ¡Venceremos! Porque «pelearán contra el Cordero, y  el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles» (Apocalipsis 17.14).

La Iglesia vive en fe, con la certeza de que el Señor es fiel; con la esperanza de que cumplirá sus promesas.

Por eso la Iglesia guarda muy cerca de su corazón la expresión del salmista: 

Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion,

Seremos como los que sueñan.

Entonces nuestra boca se llenará de risa,

Y nuestra lengua de alabanza;

Entonces dirán entre las naciones:

Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.

Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros;

Estaremos alegres.

Haz volver nuestra cautividad, oh Jehová,

Como los arroyos del Neguev.

Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.

Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla;

Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.

Salmo 126

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Las bellas artes en la Iglesia

Un breve ensayo sobre el aporte de la iglesia, en sus diversas expresiones, a las bellas artes en la cultura puertorriqueña.


Las Iglesias evangélicas, protestantes y católicas hacen grandes aportes a la cultura, aportes que en muchas ocasiones pasan desapercibidos.

Todos los años, las Iglesias reparten alimentos, ropa, y donativos en efectivo a miles de familias en necesidad. Otras Iglesias aún ofrecen becas de estudio para personas jóvenes, tanto al nivel de escuela superior como al nivel universitario. Y no podemos olvidar el rol pacificador que tiene la presencia de nuestras Iglesias aún en las comunidades más violentas del país. La Iglesia está presente hasta en los barrios donde la Policía lo piensa dos veces antes de entrar.

Ahora bien, en esta ocasión deseo tomar otro camino, ofreciendo algunas perspectivas sobre los aportes de la Iglesia a nuestra cultura. En particular, deseo hablar sobre la contribución que hacen las Iglesias a la enseñanza de las bellas artes en Puerto Rico.

Es de todos sabido que el sistema educativo en Puerto Rico pasa por una grave crisis. Esa crisis tiene ribetes financieros, aunque en el fondo es un problema sistémico. Y una de las manifestaciones más claras de la crisis es la reducida oferta de cursos relacionados a las bellas artes en las escuelas públicas del país.

A la hora de recortar programas, los primeros cursos que se eliminan son aquellos relacionados al deporte y a las bellas artes. Esto se debe a que los sistemas educativos en la cultura occidental siguen una pirámide educativa, una jerarquía que privilegia los cursos relacionados a las ciencias y las matemáticas mientras menosprecia las bellas artes y los deportes.

Para decirlo con mayor claridad, la mayor parte de nuestras escuelas —tanto públicas como privadas— ofrecen muy pocas oportunidades para que nuestros estudiantes aprendan música, teatro, danza, dibujo y arte visual.

Debemos reconocer que las Iglesias han tratado de responder a este problema social ofreciendo, la mayor parte de las veces de forma gratuita, cursos y talleres en estas áreas. Es en la iglesia que mucha gente aprende a cantar, a tocar instrumentos musicales y a apreciar la música. Muchas Iglesias también ofrecen clases de arte, ayudando a la juventud a conocer el mundo del dibujo y la pintura. Del mismo modo, las Iglesias también tienen grupos de teatro donde nuestra juventud disfruta por primera vez de la oportunidad de actuar.

Y los aportes no terminan ahí. Nuestra cultura ha entrado al mundo digital y nuestras Iglesias no se están quedando atrás. Por eso, es en la Iglesia donde muchos jóvenes se enfrentan por primera vez a una consola de sonido. Del mismo modo, es en la Iglesia donde muchas personas jóvenes aprenden los rudimentos de la producción de vídeo y de la transmisión de vídeo por Internet.

Por eso, afirmo que las Iglesias puertorriqueñas están haciendo un aporte incalculable a la educación de la juventud puertorriqueña, subsanando algunas de las deficiencias que aquejan al sistema educativo del país.

Puedo decir con orgullo que la Iglesia local donde serví como pastor por 10 años ha sido un vivo ejemplo de lo que estoy argumentando. Por décadas, la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) [ICDC] en Espinosa ha fomentado la enseñanza de las bellas artes en sus diversos programas educativos para la niñez y la juventud. Éstas dimensiones estéticas enriquecen la vida de nuestro pueblo.

En particular, deseo destacar su Ministerio de Arte Dramático, el cual presenta dos o tres obras cada año. En ese ministerio participan personas de otras Iglesias locales de la comunidad, lo que permite que las obras teatrales sean representadas en otras comunidades aledañas. En este ministerio participan adolescentes, jóvenes, personas adultas y hasta personas de la tercera edad.

Muchas de las obras representadas por el Ministerio de Arte Dramático han sido escritas por personas que forman parte de la ICDC en Espinosa, congregación que ha producido toda una serie de poetas, muchos de los cuales han publicado parte de su obra.

La buena noticia es que la ICDC Espinosa no es la excepción, sino la regla. Cada Navidad y cada Semana Santa, centenares de Iglesias en Puerto Rico presentan dramas, cantatas y otras representaciones visuales del Evangelio. Proclaman el Evangelio no sólo por la palabra, sino también por medio del arte, de la música, de la danza, de la poesía y de la actuación.

Damos, pues, gracias a Dios por estos aportes culturales de la Iglesia Cristiana al país y a la sociedad.

Las Bellas Artes & la Iglesia
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Hacia una teología de la mayordomía, por Justo L. González

Escuche la conferencia titulada HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MAYORDOMIA, por el Dr. Justo L. González. Fue ofrecida en el Encuentro de Mayordomía 2005 auspiciado por la Fundación de la Iglesia Cristiana (Christian Church Foundation) en Orlando, FL.

Escuche la primera parte en mp3 o en iTunes.

Escuche la segunda parte en mp3 o en iTunes.

Justo L. González – Notas biográficas

Justo L. González es un teólogo y escritor cubano, especializado en la historia de la teología de la Iglesia Cristiana.. Ha contribuido al desarrollo de la teología metodista en América Latina.

Nació en La Habana, Cuba, el 9 de agosto de 1937. Su señora madre, Luisa García Acosta, fue profesora de literatura española y autora de libros sobre gramática y ortografía. Su padre, Justo González, fue un conocido ministro, autor y oficial de gobierno en Cuba. También fue el fundador de la organización Alfalit, especializada en la labor alfabetizadora y en la edición de libros cristianos para apoyarla.

González estudió en el Seminario Unido en Cuba, y en la Universidad de Yale, donde recibió su M.A. y luego recibió su Ph.D. Al momento de su graduación, fue la persona más joven en obtener el doctorado de Yale. Fue profesor del Seminario Evangélico de Puerto Rico durante varios años. Luego se agregó a la facultad de la Candler School of Theology de Atlanta (Georgia, EE. UU.). Después se dedicó a las labores literarias y docentes, produciendo más de 100 libros de texto. También estuvo motivó la fundación de varias instituciones dedicadas a fomentar la teología hispana, tales como la Revista Apuntes, el Programa Hispano de Verano (HSP), la Asociación para la Educación Teológica Hispana (AETH), y el Hispanic Theological Initiative (HTI).

Justo está casado con Catherine Gunsalus González, Profesora emérita de Historia de la Iglesia del Columbia Theological Seminary.

Justo L. González
Justo L. González
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