Diez estrategias para manejar y resolver conflictos

Tercera parte de la serie sobre el manejo de conflicto, esta presentación enfoca en 10 estrategias que pueden ayudarnos a transformar y a solucionar los conflictos en la iglesia local.

Primera parte: Toda Iglesia necesita un poco de conflicto

Segunda parte: 10 principios para el manejo de conflicto en la iglesia local

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Diez estrategias para el manejo de conflictos


Un nuevo Pentecostés (Hechos 2.1-11)

Un sermón sobre Hechos 2.1-11, apropiado para el Día de Pentecostés.

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Un nuevo Pentecostés (Hechos 2.1-11)

¡Ven, Espíritu Santo! (Hechos 2.1-11)

Un sermón sobre Hechos 2.1-11, apropiado para el Día de Pentecostés.

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¡Ven Espíritu Santo!

¡De repente! (Hechos 2.1-11)

Un sermón sobre Hechos 2.1-11, apropiado para el Día de Pentecostés. 

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Un sermón sobre el Espíritu Santo

Salmo 126: Será como un sueño

Por Pablo A. Jiménez

TEXTO COMPLETO Y ENLACES Al PODCASt

Texto: Salmo 126

Tema: Dios, quien nos ha librado de problemas en el pasado, nos librará de problemas futuros.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Dar aliento y esperanza a la audiencia

Diseño: Expositivo

Lógica: Inductiva

Medios

Introducción

Aunque yo no me crié en la Iglesia, cuando yo estaba en la escuela me regalaron un Nuevo Testamento de los Gedeones Internacionales, que incluía el libro de los Salmos. Aparte del Salmo 23, otro salmo llamó mi atención. Se trata del Salmo 126, cuyo primer versículo lee de la siguiente manera en la versión Reina-Valera Revisión del 1960 (RVR 1960): «Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sión, Seremos como los que sueñan». 

El Salmo me parecía triste y nostálgico, a la vez que contenía una nota de esperanza y de alegría. Hoy, muchos años después, me acerco a este salmo tan amado para explorar su mensaje.

Cuando el Señor

El Salmo 126 es un desafío para las personas dedicadas a la traducción de las Sagradas Escrituras. En hebreo, los tiempos verbales son fluidos, razón por la cual en ocasiones es difícil determinar si un verbo debe ser traducido en pasado, presente o futuro.

En este caso, la inmensa mayoría de las traducciones bíblicas traducen el v. 1 en pasado; describiendo la liberación que Dios ya había hecho. Sin embargo, la traducción bíblica usada comúnmente en español, la Reina-Valera Revisión del 1960 (RVR 1960), coloca este versículo en futuro. 

  • La RVR 1960 dice: «Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sión, Seremos como los que sueñan». 
  • La RVR 1995 lee de la siguiente manera: «Cuando Jehová hizo volver de la cautividad a Sión, fuimos como los que sueñan». 
  • La Traducción en Lenguaje Actual (TLA) es mucho más clara cuando dice: «Cuando Dios nos hizo volver de Babilonia a Jerusalén, creíamos que estábamos soñando».

En todo caso, el Salmo 126 contrasta dos experiencias, contraponiendo los sentimientos que cada una de esas experiencias provoca en el ser humano. Por un lado, el salmo retrata el gozo que trae la experiencia de liberación a la vida del creyente. Por otro lado, el salmo describe la tristeza que acarrean los momentos de crisis.

Podemos ver el gozo en los vv. 1 al 3, que dicen: 

(1) Cuando Jehová hizo volver de la cautividad a Sión, fuimos como los que sueñan. (2) Entonces nuestra boca se llenó de risa y nuestra lengua de alabanza. Entonces decían entre las naciones: «¡Grandes cosas ha hecho Jehová con estos!». (3) ¡Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros! ¡Estamos alegres! 

Este salmo describe la alegría de manera muy gráfica. Vean el lenguaje: se habla de sueños, de risas y de alabanzas. El texto pone de manifiesto la felicidad que se relaciona con la liberación divina.

Y no es para menos, el tiempo del exilio en Babilonia fue terrible para el Reino de Judá: su tierra fue conquistada, su pueblo arrasado, su templo destruido, sus líderes encarcelados y su ánimo aplastado. Muchos guerreros murieron, muchas mujeres fueron violadas y muchos niños fueron asesinados por los invasores extranjeros. Por eso, la restauración del pueblo de Judá al final del exilio marcó un punto alto en la historia del pueblo hebreo. Su liberación fue un motivo de gran gozo; un gozo tan grande como el experimentado al final de la esclavitud en Egipto y tan grande como el experimentado al final del holocausto nazi.

Haz volver nuestra cautividad

Sin embargo, esta sección que refleja tanto gozo desemboca en una segunda sección que trata el tema del sufrimiento. El texto dice en los vv. 4 al 6:

(4) ¡Haz volver nuestra cautividad, Jehová, como los arroyos del Neguev! (5) Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. (6) Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla, pero al volver vendrá con regocijo trayendo sus gavillas.

Al leer el v. 4 uno vuelve a cuestionar cómo debe traducirse el v. 1. Ya que el v. 4 le pide a Dios que libre de la cautividad al pueblo, quizás haga más sentido leer los vv. 1-3 como una promesa de liberación futura.

Sin embargo, podemos leer el v. 4 en otra clave. Sí, Dios nos ha liberado en el pasado, tal como afirman los vv. 1 al 3. Sin embargo, las bendiciones pasadas no cancelan los problemas futuros. El pueblo de Israel fue liberado muchas veces por Dios, pero siempre volvió a enfrentar problemas.

Y esa es la condición humana. Las bendiciones del pasado no cancelan los problemas futuros. Aun después de una gran bendición, ustedes y yo debemos continuar luchando por la vida. Jesús de Nazaret nos enseñó que cada día trae su propio problema, su propio mal (Mt. 6:34). Por lo tanto, las bendiciones recibidas ayer no impiden los problemas que traerá el mañana.

Lo que sí pueden hacer las bendiciones pasadas es darnos aliento y esperanza para enfrentar los problemas futuros. La experiencia de liberación nos enseña a mirar el futuro con esperanza. La persona creyente sabe bien que Dios, quien nos ha librado de problemas en el pasado, nos librará de problemas futuros. 

Imágenes de liberación

Con esta verdad teológica a la mano, exploremos las dos imágenes de liberación que nos propone la conclusión del Salmo 126.

En primer lugar, el pueblo que ora pide ser renovado tal como las lluvias del invierno renuevan los arroyos del Neguev. El texto se refiere a los riachuelos que recorren una parte del desierto de Sinaí llamada el Neguev. Durante el verano, los lechos de los arroyos están secos. Sin embargo, las lluvias del invierno los convierten en torrentes que traen vida a los animales y a la vegetación.

Segundo, el pueblo compara la vida de fe con un sembradío. Recuerda que las personas que trabajan en la agricultura sufren mucho durante el proceso de la siembra. Esto era aún más difícil en el mundo antiguo, donde se sembraba al voleo, lanzando puñados de semilla en los campos. El proceso era tan duro y difícil que el salmista describe al agricultor como uno que va «andando y llorando» mientras esparce la semilla. Sin embargo, el pueblo también conoce el regocijo que experimenta la persona que recoge el fruto de la cosecha.

Conclusión

En conclusión, el Salmo 126 nos enseña que la alegría de ayer nos capacita para seguir luchando por la vida hoy y para mirar el mañana con esperanza.

Con este mensaje a la mano,

sigamos sembrando, 

sigamos bendiciendo, 

sigamos luchando por la vida.

Aunque ahora sembremos «llorando», sabemos que en el futuro cercano recogeremos fruto abundante, con gran alegría .

Aunque ahora podamos sufrir, sabemos que la bendición futura será abundante, trayéndonos tanta y tanta alegría, que nuestra vida será como un sueño. 

Toda Iglesia necesita un poco de conflicto

¿Sabe usted como reaccionar ante los conflictos que ocurren en su Iglesia local? ¿Conoce usted los distintos niveles de conflicto que ocurren en la Iglesia local?

Aprenda a discernir entre los conflictos normales, los peligrosos y los graves por medio de esta conferencia sobre los 7 niveles de conflicto que puede experimentar una Iglesia local.

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El desafío de la Mujer Cananea (Mateo 15.21-28)

Un bosquejo listo para predicar sobre el desafío que la mujer cananea le planteó a Jesús, de acuerdo a Mateo 15.21-28, por Pablo A. Jiménez.

El final del Evangelio según San Mateo–conocido como «La Gran Comisión» (28:16-20)–presenta un entendimiento amplio de la misión cristiana. Este pasaje llama a hacer discípulos en todas las naciones (v. 19). Por lo tanto, afirma que el Evangelio está abierto tanto a las personas judías como a las que no lo son.

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Sin embargo, otras partes de Mateo presentan un concepto distinto de la misión. En el Sermón misionero de Jesús, que aparece en el capítulo 10, encontramos un texto que apoya una visión limitada de la tarea de la iglesia: «A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones diciendo: Por camino de gentiles, no vayáis, y en ciudad de gentiles, no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mateo 10:5-6).

Esta discrepancia en la teología de Mateo conduce a una pregunta: ¿Por qué ocurre este cambio en la visión misionera? ¿Qué suceso provoca esta transformación?

La pista para resolver este enigma se encuentra en el relato de La fe de la Mujer Cananea que aparece en Mateo 15:21-28. Este pasaje marca el momento en el cuál Jesús adopta una posición abierta y universalista de la misión cristiana. En este sentido, el relato de la Cananea es uno de los pasajes centrales del Primer Evangelio. Pasemos, pues, a considerar algunos aspectos importantes de este relato y a explorar su mensaje para la iglesia de hoy.

Jesús y la Mujer Cananea

Según Mateo, este es el único episodio del ministerio de Jesús que ocurre fuera de Israel. Jesús va a las regiones de Tiro y de Sidón (v. 21)–la periferia de la Tierra Santa–al sur del Líbano. Estas regiones colindan con el norte de Galilea, la patria de Jesús. Para el liderazgo religioso de Jerusalén, éstos eran territorios impuros donde la fe judía estaba contaminada con ideas paganas. El Nuevo Testamento recoge este prejuicio en versos como Juan 7:52, donde los principales sacerdotes y fariseos le recuerdan a Nicodemo que «de Galilea nunca se ha levantado profeta.»

Al llegar a territorio extranjero, una mujer le sale al paso (v. 22a) y le dice que su hija era atormentada por un demonio (v. 22b). Al acercarse a Jesús, esta mujer estaba cometiendo un acto impropio para la gente de su época. En el mundo antiguo–como en algunas culturas islámicas hoy–se le prohibía a la mujer hablar en público. Sólo las prostitutas abordaban a los hombres en la calle. Nuestro idioma recoge este prejuicio en frases tales como «mujer de la calle» o «mujer pública». La condición de esta mujer era aún más grave, ya que era extranjera. El texto la identifica como «cananea», es decir, fenicia o libanesa. Sin embargo, la mujer tenía algún conocimiento de la fe judía, ya que llama a Jesús «Hijo de David» (v. 22b). Esto no implica que la mujer se había convertido al judaísmo, sino que–dada la proximidad a Galilea–conocía la esperanza de la llegada del Mesías de Israel.

Jesús permanece callado ante el grito de la mujer (v. 23a). Esto contrasta con la actitud de los discípulos, quienes le piden a Jesús que la despida porque estaba haciendo un escándalo (v. 23b). El Maestro responde usando palabras muy duras: «No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (v. 24). Jesús afirma el concepto judío tradicional de la misión: Su ministerio está limitado al pueblo de Israel (vea Mt. 10:6).

Sin embargo, la mujer cananea continúa gritando: «¡Señor, socórreme!» (v. 25). El entendimiento tradicional de la misión no es suficiente para ella, pues no puede transformar su situación dolorosa. Una vez más, Jesús reitera su posición usando palabras sumamente fuertes: «No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos» (v. 26). En el tiempo de Jesús la palabra «perro» era un término común para expresar desprecio o injuriar a otra persona. En particular, los judíos llamaban «perros» a los samaritanos y a los extranjeros.

Sorpresivamente, la mujer desafía a Jesús con una frase maravillosa: «Sí, Señor; pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos» (v. 27). Las «migajas» eran los pedazos de pan sin levadura usados por los comensales para meter la mano en el plato, recoger la comida y llevársela a la boca. Cuando se mojaba, se echaba al piso y se cortaba otro pedazo. También se usaban pedazos de pan para limpiarse las manos después de comer. En otras palabra, las «migajas» sustituían a los cubiertos y las servilletas de hoy.

La Cananea no desea desbancar al pueblo judío ni desafiar su posición en el plan divino. Ella sólo aspira a «comer las sobras». Sólo aspira a alcanzar un poco de la misericordia que los «escogidos» han rechazado.

Ante la contundente frase de la mujer cananea, Jesús contesta su petición. Después de alabarla por su fe, el Maestro la despide afirmando que la joven endemoniada había sido liberada de las fuerzas del mal (v. 28).

Un nuevo concepto de la misión

Al principio, Jesús afirma que su ministerio está limitado al pueblo de Israel. Sin embargo, la mujer cananea desafía el concepto limitado de la misión y Jesús adopta una nueva política misionera. Ahora los extranjeros también pueden alcanzar salvación. A partir de este momento, la misión cristiana queda abierta y la Iglesia está llamada a ir «a todas las naciones» (Mt. 28:19).

Este relato nos llama a evaluar nuestra práctica misionera. Los discípulos, convencidos de estar siguiendo la voluntad de Dios, rechazaron a una mujer atormentada por el mal. La rechazaron por su nacionalidad, por su condición social y por ser mujer. En vez de conducirla al Dios de la vida, la dejaron en garras de las fuerzas del mal. Mirándonos en este espejo, debemos preguntar, ¿quiénes son las «mujeres cananeas» hoy? ¿Cuál es nuestra actitud ante las personas que son distintas a nosotros? ¿Cómo podemos desarrollar ministerios para liberar a las personas marginadas?

El encuentro de Jesús y la mujer cananea nos llama a desarrollar una visión misionera abierta e inclusiva. Un trabajo misionero que libere a las personas oprimidas por el mal. Un enfoque misionero libre del sexismo, del racismo y de los prejuicios sociales que limitan el alcance de la iglesia. Una iglesia donde las «mujeres cananeas» de hoy encuentren salud, misericordia y salvación.

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Dios puede usarle como instrumento de bendición

Un sermón sobre el tema del llamado al servicio cristiano, basado en Romanos 8.1-2, predicado en vivo en la Iglesia Bautista el Redentor, en Bayamón, PR. 

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Romanos 8.1
Romanos 8.1

¿Qué es la Teología Cristiana? Introducción a los Estudios Teológicos 1

Primera conferencia del taller titulado “Introducción a los Estudios Teológicos”.

Descargue este video.

Liderazgo y Soledad: Siete lecciones para líderes pastorales

Liderazgo y soledad es un ensayo que presenta siete lecciones para líderes y agentes pastorales, por el Dr. Pablo A. Jiménez.

Introducción 

La soledad es una constante en la vida de quienes ocupan posiciones de liderazgo. A pesar de que las personas que ejercen liderazgo viven rodeadas de gente, algunas funciones sólo pueden llevarse a cabo en soledad.

Escuche el podcast basado en este escrito:

Esto se debe a que el liderazgo requiere meditación, análisis y ponderación. Si bien hay tiempos de estar al frente de un grupo, marchando, hablando u orientando, también hay tiempos de estar a solas con Dios y con nuestra conciencia. Ser líder requiere integridad y la integridad requiere auto-examen.

El problema es que la vida no se detiene. En ocasiones, quien es líder necesita retirarse a reflexionar, pero los afanes de la vida le llaman a estar al frente del pueblo y a cumplir con su labor. Cuando eso pasa, los y las líderes se agotan, pierden perspectiva y pierden efectividad.

Jesús en solitario

La Biblia contiene innumerables historias de líderes religiosos que sirvieron a Dios en tiempos de crisis, tanto personales como nacionales. Pudiéramos ilustrar la soledad del liderazgo con episodios de la vida de Moisés, de David, o de Elías, entre muchos otros.

  • Moisés pasó tiempo a solas con Dios, en el Monte Sinaí (Éxodo 24.15-18).
  • David pasó tiempo en el desierto (1 Samuel 23.14).
  • Y el Profeta Elías se refugió en el Monte Horeb (1 Reyes 19.8)

Sin embargo, Jesús de Nazaret es nuestro modelo de liderazgo por excelencia. Por eso, hoy ilustraremos la soledad del liderazgo con un episodio de la vida de Jesús. 

Lucas 9.51 es uno de los textos más importantes del Evangelio según San Lucas: «Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén» (RVR 1960)

Este pasaje habla sobre la decisión más difícil que Jesús jamás tomó. El Maestro Galileo entendía que tenía una misión muy especial que cumplir; una misión que le había sido dada por Dios. La misión requería viajar a Jerusalén, la capital de Judea, para enfrentar a las autoridades políticas y religiosas. Jesús debía desenmascarar a los líderes falsos que oprimían y mataban al pueblo. Empero, en el proceso de confrontación Jesús se jugaría la vida.

Aunque Lucas no narra cuanto Jesús sufrió en el proceso de tomar la decisión de viajar a Jerusalén, el Evangelio lo da a entender por medio de un recurso literario. Lucas cuenta que en tres ocasiones Jesús se retiró a orar por largo tiempo antes de tomar la decisión. 

  • Lucas 5.16 dice que Jesús se retiraba a «lugares desiertos» para orar: «…pero Jesús se retiraba a lugares apartados para orar» (RVC).
  • Lucas 6.12 cuenta que, en una ocasión, Jesús pasó toda una noche orando: «Por esos días Jesús fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios» (RVC). 
  • Y Lucas 9.28 afirma que Jesús subió a orar con Pedro, Juan y Jacobo, su círculo más íntimo de líderes: «Como ocho días después de que Jesús dijo esto, subió al monte a orar, y se llevó con él a Pedro, Juan y Jacobo» (RVC). 

Podemos inferir que Jesús se retiraba a orar constantemente porque estaba ponderando a solas la decisión de subir a Jerusalén.

Afirmó su rostro

Lucas 9.51 (RVR 1960) dice que Jesús «afirmó su rostro» para ir a Jerusalén. Esa es una frase hermosa, de alto contenido poético. Describe la valentía de Jesús, quien le dio cara a la situación con arrojo y con integridad. Otras versiones de la Biblia traducen el texto de las siguientes maneras:

  • Reina-Valera Contemporánea (RVC): «Se acercaba el tiempo en que Jesús había de ser recibido arriba, así que resolvió con firmeza dirigirse a Jerusalén.»
  • Nueva Versión Internacional (NIV): «Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén.»
  • Nueva Traducción Viviente (NTV): «Cuando se acercaba el tiempo de ascender al cielo, Jesús salió con determinación hacia Jerusalén.»
  • Dios Habla Hoy (DHH): «Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén.»

Un punto que no debemos pasar por alto es que Jesús toma la decisión cuando «se cumplió el tiempo adecuado». Esto nos recuerda que en griego existen dos palabras para describir el tiempo: «chronos» y «kairós». La primera se refiere al aspecto cuantitativo del tiempo, es decir, al tiempo que se mide. La segunda palabra, «kairós», se refiere al aspecto cualitativo del tiempo. Es decir, se refiere al «momento adecuado» para hacer algo.

Jesús decide subir a Jerusalén en el «kairós» de Dios; es decir, en el tiempo adecuado y en el momento oportuno señalado por el Padre Celestial. Movido por la certeza de actuar en la plena voluntad de Dios, Jesús cancela todo otro compromiso y decide caminar a Jerusalén.

¿Qué habría de encontrar en Jerusalén? Allí encontraría muchos elementos contradictorios, tales como:

  • Una multitud que lo aclamaría con gozo, declarándolo «Hijo de David».
  • El liderazgo religioso tradicional, que lo recibiría con desprecio y desdén.
  • La guardia del templo, que lo arrestaría.
  • El parlamento judío, conocido como el Sanedrín, quien lo juzgaría de manera ilegal.
  • Y el liderazgo político y militar romano, quien lo juzgaría de manera sumaria y lo condenaría a muerte. 

Como todo buen líder, Jesús intuía el terrible costo de su viaje a Jerusalén. Pero aún así, «afirmó su rostro» para subir a la Ciudad Santa.

Las voces que distraen 

No debemos perder de vista que, una vez tomada la decisión, toda una serie de personas se atravesaron en el camino de Jesús. Algunas lo hicieron de buena fe y otras con agendas ocultas, pero todas terminaron entorpeciendo la misión de Jesús.

El caso más escandaloso es el Juan y Jacobo quienes responden de manera desmedida a una situación incómoda. Jesús y sus discípulos fueron rechazados por habitantes de algunas aldeas samaritanas (Lucas 9.52-53). Ofendidos, Juan y Jacobo tuvieron el siguiente intercambio con Jesús: 

Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? Entonces, volviéndose él, los reprendió diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois, porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea . Lucas 9.54b-56 (RVR 1960)

Nótese que la pregunta de los discípulos denota ignorancia, pues desconocían el carácter de Jesús. Es evidente que Jesús nunca hubiera deseado la muerte de los samaritanos y es evidente que Jesús nunca hubiera usado el poder divino para la venganza. Sin embargo, Juan y Jacobo le hacen perder el tiempo con una pregunta tonta. 

También se aparecen en el camino otros hombres que se ofrecen a seguir a Jesús. El primero le dijo con gran entusiasmo: «Señor, te seguiré adondequiera que vayas» (9.57). Podemos intuir que el hombre deseaba seguir a Jesús para alcanzar fama y fortuna, porque Jesús le hizo una advertencia solemne:

Las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza. – Lucas 9.58 (RVR 1960)

El segundo responde al llamado al discipulado diciendo: «Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre» (Lucas 9.59). Con esto quería decir que deseaba dedicarse a cuidar de sus padres—quienes probablemente no estaban ni enfermos en el momento—hasta que murieran, antes de dedicarse a seguir a Jesús. Jesús responde a sus excusas, diciendo

Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú vete a anunciar el reino de Dios.Lucas 9.60 (RVR 1960)

Y el tercero responde de manera similar al anterior, pues se ofrece a seguir a Jesús sólo después de atender sus responsabilidades familiares (9.61). Y una vez más, Jesús responde con palabras duras, diciendo:

Ninguno que, habiendo puesto su mano en el arado, mira hacia atrás es apto para el reino de Dios .Lucas 9.62 (RVR 1960) 

Liderazgo y soledad: Siete lecciones para líderes pastorales

Esta historia nos enseña siete importantes lecciones sobre el liderazgo cristiano:

  1. En momentos de crisis, quien tiene la responsabilidad de ser líder debe tener una visión clara de la misión que Dios le ha encomendado. 
  2. El sentido de misión es la fuente principal de inspiración para quienes ejercen el liderazgo cristiano.
  3. Las cargas del liderazgo se aligeran cuando tenemos una vida espiritual saludable.
  4. Es importante retirarse, a solas con Dios, para enfocarnos en la misión que el Señor nos ha encomendado.
  5. Podemos compartir con Dios las cargas del liderazgo que no podemos compartir con nadie más.
  6. Es crucial que ejerzamos el discernimiento espiritual, de manera que podamos actuar en el «kairós» de Dios, es decir, en el momento oportuno que Dios ha determinado para que llevemos a cabo las tareas relacionadas a la misión.
  7. El liderazgo requiere audacia y valentía. En momentos críticos, debemos «afirmar nuestro rostro» para cumplir la misión.  

En resumen, peligros siempre habrá, como también problemas a granel y voces que intentarán distraernos. No debemos, pues, prestar atención a quienes intentan distraernos de la misión, tratando de que perdamos el foco. En esos momentos críticos, sigamos, pues, el ejemplo de Jesús: 

Afirmemos nuestro rostro para cumplir la misión que Dios ha puesto en nuestras manos. 

Liderazgo y soledad
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